Lecciones de la movilización amazónica

Por Zenón Depaz Toledo

El propósito entreguista declarado abiertamente por el presidente García, en sus tesis sobre el perro del hortelano, de subastar las riquezas naturales del país a corporaciones transnacionales con cuya presencia identifica ahora el progreso (liquidando el antiimperialismo de Haya y, por tanto, al APRA), experimentó el año pasado su mayor derrota por la movilización de los pueblos amazónicos. Fiel a sus compromisos (los reales; aquellos establecidos con los grupos de poder), García desplegó una contraofensiva con dispositivos legales amañados. Como sólo parece reconocer la existencia de derechos para los pueblos cuando se movilizan y toman carreteras o instalaciones, desde hace cuarenta días las comunidades amazónicas le están dando una nueva lección de dignidad, reclamando derechos establecidos en la propia Constitución y en tratados internacionales como el Convenio 169 de la OIT o la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, que el Presidente, solícito con los agentes del proyecto de transnacionalización de la Amazonía, debiera ser el primero en hacer cumplir.

La lucha de los pueblos amazónicos adquiere la mayor importancia política no sólo por la heroica capacidad de movilización y organización mostrada (en un ámbito de cientos de kilómetros, a grandes distancias de sus asentamientos habituales y con escasos recursos materiales), que los convierte en un actor social de fuerte proyección, sino también, y sobre todo, por el alcance de las demandas que plantean desde un lugar de gran importancia geopolítica y simbólica a escala planetaria. Cuestionando directamente la manera de entender el desarrollo que Alan García y toda la derecha fanáticamente sostienen, y de la que hasta ciertos sectores de izquierda participan, funcional a los intereses de las grandes corporaciones transnacionales que están arrasando las fuentes de vida (deforestando, contaminando, liquidando culturas) en el mundo entero, reclaman el derecho democrático radical de discutir sobre ello y examinar sus premisas e implicancias, en la medida en que afecta sus vidas y los derechos de las futuras generaciones. Proponiendo otra visión del desarrollo, vinculada a la defensa de la vida y su diversidad, instalan entre nosotros otra agenda, colocándose en la vanguardia del debate sobre el futuro no sólo de la región sino del planeta.

Fuente: Diario La Primera

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Comentarios

  1. juan leonardo minaya ramos escribió:

    Ciertamente, es la lucha permanente del yo occidental y presuntuoso y el yo americano, al cual todavía no le llega su justa redención.
    He ahí como el poder de turno se acaba de enfrentar a un genuino contrapoder. Siendo éste un actor épico que da nuevas luces esperanzadoras para construir un mundo diferente.

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