Estaba descansando apaciblemente en mi departamento y haciendo zapping observé que un canal argentino pasaba un partido Perú – Argentina del año de la pera. Cómo era posible, me pregunté, que los argentinos tan petulantes ellos pasen un partido de Perú (y luego otros más) cuando nosotros en futbol no pintamos nada. Claro que para ellos el partido de mañana es el partido de su vida, de la vida diríase mejor. Si pierden, cosa que considero una posibilidad, quedarían eliminados, moralmente al menos.
Normalmente Perú se planta bien frente a Argentina y normalmente les hacemos buenos partidos. Sucede que si bien nosotros podemos tener una baja autoestima cuando jugamos, nos revienta que alguien vengan con actitudes soberbias a querer pintarnos la cara. Y pienso que en eso radica el hecho de que siempre saquemos mucho de lo mejor de nosotros para jugar con los argentinos.
Pero hay otro factor. Cuando las papas queman los argentinos se ponen nerviosos y mucho. Parece un rasgo de carácter que los ha perjudicado en más de una ocasión. El hecho de fallar en la puerta del horno es para ellos algo inconcebible, una situación que les es muy difícil de manejar. Y todo esto porque en su cabeza no cabe otro resultado que el de la victoria. Esto como impulso motivador es un buen acicáte, pero para manejar situaciones críticas como en la que se encuentran no les sirve de mucho.
Espero que a los peruanos en cambio nos salga todo, que los hagamos sufrir bastante y que ganemos. Porque si podemos ganar, porque cuando estamos inspirados no nos gana nadie, porque valgan verdades Maradona nunca será más técnico que Del Solar y porque estoy seguro que desde allá arriba el Zambo Cavero estará coreando “Contigo Perú”.
Suerte, Renzo