Ver cine es una oportunidad para opinar sobre las decisiones y acciones de los personajes. Pero pensar críticamente el cine es algo más. Es pensarlo como industria y como producto cultural, y considerar que un filme, un género, un autor son generadores de argumentos, de formas de pensar una sociedad. Es debatir sobre las dinámicas argumentativas que operan en la pantalla y sobre las redes ideológicas que las soportan. Este debate se enriquece, por supuesto, si consideramos las características fílmicas formales, el entorno social de la producción, el entorno cultural representado y las propuestas teórico-críticas.
El curso El cine como espacio de argumentación aborda el cine desde esos cuatro elementos para, a la luz de ellos, identificar qué posiciones éticas se están dinamizando en las acciones de los personajes. Estas posiciones éticas se plasman en soportes visuales específicos: luz, color, espacios, profundidad, formas. Pero también en sonidos y silencios, en la composición fotográfica, en la configuración de los planos, en los movimientos de la cámara. Estos elementos «dicen» sobre los personajes, a la vez que los personajes «dicen» a través de ellos. Podemos encontrar, por ejemplo, que un personaje afirma algo como «soy feliz», pero todo el entorno sonoro o visual contradice esta afirmación. Estamos, entonces, ante una confrontación interna de posiciones éticas con respecto tanto a los deseos del sujeto como a su noción de felicidad.
Pero este concepto, el de felicidad, no opera en el aire: se soporta en un imaginario social sobre qué significa ser feliz. La felicidad es una condición siempre mediada. Así, para efectos de nuestro análisis, debemos considerar las concepciones culturales de felicidad no solo de la posible época representada en el filme sino también de las que constituyen el imaginario de la sociedad que ha producido el filme. Es decir: no podemos asumir al personaje como una entidad ajena de los sujetos que lo crearon. Ni autónomo ni mero alter ego: un personaje es, más bien, un espacio de tensión. Esta es la condición en la que el sujeto-personaje actúa, se contradice, camina hacia un lado queriendo ir hacia el otro. La creación, vista así, supera las propias decisiones del autor y deviene en un abierto espacio de pugnas y en fuente de paradojas.
En el curso, hemos visto que algunas películas parecen no mostrar esas paradojas: el personaje que aparece como feliz siempre lo está y sus entornos nos brindan índices claros de esa felicidad. Las fórmulas de los géneros cinematográficos —cualesquiera sean estos: comedia romántica, buddy movie, gore, film noir, western, etc.— nos pueden presentar, a veces, acontecimientos que, en apariencia, no son ni paradójicos ni incoherentes dentro de su universo fílmico. Pero lo cierto es que cada película propone sus propias contradicciones. En todo caso, podemos decir que el mismo género constituye un punto más de esa tensión. El personaje se mueve, mira, piensa o decide siempre en el marco de una serie de elementos que debemos tomar en cuenta para comprender toda la profundidad de esas acciones. Aquí es donde analizamos qué ideas, argumentos e ideologías están detrás de las acciones de los personajes de una película. Pensar críticamente el cine es, por tanto, reconocer en el cine un espacio de discusión sobre ética y política, y en general sobre lo humano y lo social.
Elaborado por Christian Estrada