Enrique Zileri: si quieres aprender, enseña

Enrique Zileri: si quieres aprender, enseña

Categoría : General

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Si quieres aprender, enseña, era una frase que se le atribuye a Séneca y Cicerón, pero es la que mejor le cae a Enrique Zileri. Los que pasamos por la revista Caretas, creo que podríamos suscribirlo. Claro, otra cosa era el método, que pasaban por los gritos que se generaban en el quinto piso y retumbaba en toda la revista, cuando algo no le parecía, o cuando se demoraba en demasía el pedido de fotos o revistas anteriores del archivo, pero como el señalaba en una entrevista a Milagros Leiva el 2011, era de pura inspiración, más que de explosión, aunque luego reconoce que “…Han volado ceniceros, eso sí, ja, ja, ja…Nunca tirado contra nadie, solo contra la pared…De pura inspiración. Hay cierta gente muy controlada y eso hace un daño espantoso yo creo que el desfogar la tensión hace mucho bien”.

Pero dirigir una revista como Caretas que marcaba agenda y era referencia, no era cualquier cosa. Y encima tenía que buscarse la imagen o la foto “vívida” como exigía Enrique, y en base de eso se redactaba la nota, la crónica y el artículo o los chismes sin confirmar. Todo en medio de una vorágine semanal que se iniciaba el jueves a mediodía con el balance de como se había editado el número vigente y como se planificaba el siguiente, entre todos los editores.

Su paso por la publicidad en agencias como McCain Erickson ha sido un aporte al periodismo no sólo de Caretas. Cuándo muchos se preguntaban; ¿Por qué no se puede ganar a Caretas?, mucho tenía que ver con el genio de la imagen, la publicidad y del periodismo, que Enrique Zileri supo condensar en las famosas carátulas semanales. Su obsesión en el buen sentido con la imagen y su experiencia publicista se reflejaban en el diseño de lo que quedaba como carátula y en la frase que la acompañaba.

Es cierto que él llegaba, los martes de cierre, con cierta idea para la carátula, pero sopesaba su idea con una última reunión de editores y tomar nota de algún tema adicional o nuevo que podría variar la misma. Luego, de ello las fotos en base a los temas posibles llenaban la mesa de reuniones con los diseñadores y diagramadores al costado, tomando apunte sobre las ideas, la sátira y el humor que como él decía sólo debían sugerir, para el lector se forme su propia idea u opinión. A la una de la mañana del miércoles, si no había sorpresas de la coyuntura, la carátula de la semana estaba lista, luego se iba y la revista quedaba en manos de subdirectores y editores, que luego tenían que justificar sus decisiones los jueves.

Si había fallas garrafales los gritos podrían volver a aparecer, por lo que de alguna manera ese también era su método de control de calidad y una prueba de esfuerzo para periodistas y editores durante la semana. Aunque siempre estaba dispuesto a absolver consultas y dudas, propias de la tensión. Nunca pase por una reacción de ese tipo, pero en el tiempo que pase por Caretas, junto a periodistas como Raúl Vargas, César Lévano, Guillermo Gonzales Arica, Sergio Carrasco, Rafael Hidalgo, Víctor Andrés Ponce, podemos recordar su estilo.

Creo que todos concordarán que no era gritar por gritar, sino que en medio de ello estaba la angustia de no bajar el nivel, de tener el destape y la primicia precisa, la buena redacción, la imagen, que era lo principal, y no faltar a la verdad. Muchos juicios encima son sus condecoraciones, pero también parte de la tensión de no volver a caer en ello, si no se tenía cuidado con lo que se publicara.

Al ser editor de la sección que él había calificado como de Seguridad, pero que en realidad era como el área de investigación periodística, una desavenencia que tuvimos un jueves, fue sobre la leyenda de la nota principal, “La Fiscal de la Mansión” (Caretas N° 1543) escrita por Mabel Barreto y que a su vez era la carátula de la semana, y que señalaba como llamada: “La doctora Blanca Nélida Colán Maguiño cambia de estatus. Ahora se cobija en una suntuosa casa ubicada en pleno corazón de Camacho”. Nota que tuvo un acierto con la sugerencia de Marco Zileri, actual director de Caretas, al tomar fotos áreas en parapente, porque se nos impidió ingresar a la casa al tratar de hacernos pasar por interesados en comprar el inmueble que estaba en venta.

A Enrique Zileri no le pareció que la edición no debía hacer colocado la palabra suntuosa porque era una exageración, pero desde la edición era lo que correspondía no sólo por el inmueble, sino por las propias fotos y el titular que se acordó.

Sólo tengo agradecimientos por lo que aprendí, no sólo en el oficio periodístico, sino para la vida en mi paso por Caretas, al haber conocido y trabajado junto a Enrique Zileri. Creo que teníamos intereses comunes, los temas de inteligencia, militares, la lucha contra la corrupción, la violencia política, pero podríamos diferir en los enfoques políticos o las fuentes políticas que alimentaban nuestro discernimiento y nuestras notas. Sin embargo, Enrique también sabía alentar el debate y el diálogo, el brainstorming en los editores y de allí sacar la mejor idea que se ajustaba al contexto y que marcaría la semana.

Enrique, fue sin proponérselo un maestro poco común, por eso denostaba los lugares comunes en la redacción de Caretas. Espero no haber caído en ello, como homenaje a su memoria.

 

 

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