¿Por qué resulta relevante en el contexto universitario un taller sobre análisis de problemas?

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La experiencia universitaria supone un acercamiento constante a problemas de diversa índole. De hecho, los cursos universitarios nos brindan herramientas para abordar un problema de la mejor manera sobre la base de enfoques disciplinarios distintos y con un manejo de fuentes pertinentes para cada tema abordado. Para que este ejercicio analítico sea llevado a cabo con eficacia, debemos seguir una serie de pasos que nos encaminen óptimamente hacia una comprensión cabal del problema por resolver: para abordar una posible solución, primero debemos comprender el problema, contextualizarlo correctamente e identificar sus ramificaciones.

 Ese método supone una planificación inteligente de una serie de preguntas que debemos plantearnos para profundizar en el conocimiento de aquello que queremos comprender. No toda pregunta nos llevará a información pertinente. Establecer las preguntas correctas y formularlas adecuadamente son dos competencias que desarrollamos en la universidad (aunque no solo en la universidad). Es en este sentido que el pensamiento crítico participa activamente de nuestra experiencia universitaria: observar, preguntar(se), relacionar y planificar una metodología de investigación constituyen etapas de un proceso que nos permite abordar un problema de una forma analítica y profesional.

Quien analiza un problema pensándolo críticamente debe tener en cuenta tres características de ese proceso: no es lineal, no es aplicable (no puede serlo) a todo problema, y puede suponer marchas y contramarchas (podríamos, incluso, decir que siempre las supone). Decimos que no es lineal porque se trata de un proceso flexible (o al menos así debe ser concebido), abierto a ser replanteado según las peculiaridades del problema específico y a la luz de los hallazgos que vamos logrando. Esta característica está directamente relacionada con la segunda: no podemos esperar que nuestra experiencia analítica aplicada en un problema se reproduzca tal cual cuando trabajemos un nuevo problema. El método no puede dominar al objeto de estudio. Quien analiza debe saber observar críticamente el problema y planificar un proceso pertinente para este caso, sin esperar que la experiencia analítica anterior se repita (porque, además, esto no sucederá). Lo trabajado anteriormente por supuesto que nos será muy útil, pero debemos siempre adecuar lo aprendido a lo nuevo que vemos. Y, finalmente, quien analiza debe saber que todo lo que vamos estableciendo es, hasta el final, un conjunto de hipótesis. La posibilidad del error siempre acompañará al profesional —y al futuro profesional— durante su investigación. Por eso, además de los conocimientos teóricos, son la experiencia y el entrenamiento constante de quien analiza requisitos claves para abordar con eficiencia y eficacia un problema.

 Esta es la línea seguida por el curso Análisis de problemas como parte del desarrollo profesional: entender que pensar críticamente un problema requiere contar con conocimiento sobre el tema; desarrollar una actitud detallista y paciente; saber hacer las preguntas correctas y formularlas adecuadamente; planificar, siempre con prolijidad pero también con cierta flexibilidad, un método por seguir; y encontrar vías novedosas de análisis. Si atendemos estas reflexiones, es inevitable llegar a la siguiente conclusión: analizar un problema conlleva siempre una etapa de desestabilización, donde replanteamos —y a veces, incluso, cuestionamos— nuestros mecanismos de acercamiento a la realidad. En la universidad, todo este proceso constituye una práctica cotidiana y es de este modo que nos vamos preparando para abordar crítica e inteligentemente los distintos problemas que suelen acompañar todo oficio y toda profesión.

Elaborado por Christian Estrada Ugarte

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