En la filosofía oriental el Karma es como una “ley” cósmica o fuerza externa de retribución, en otras palabras de causa y efecto. Es el conjunto de energías potenciales que residen en las profundidades de la vida y que se manifiestan en el futuro. Es como la tercera ley de Newton pero aplicada a la vida misma, y si no recuerdan cuál es, se los refresco: toda acción tiene una reacción.

En nuestra vida cosechamos lo que sembramos. Recibimos frutos o espinas de las decisiones que tomamos. No podemos impedir que el futuro nos depare dificultades, pero sí podemos decidir cómo reaccionar ante ellas. Si ante un problema reaccionamos con rabia y negatividad y hacemos daño a otros, tendremos dificultades y más negatividad. Si nos distanciamos del problema y actuamos con positivismo y desapego, la reacción de la vida será igualmente positiva.

En la India, por ejemplo, los taxistas no insultan a quienes les cierran el paso, porque razonan así “ellos me han cruzado y ésa es su responsabilidad. Si yo los insulto me llenaré de negatividad, y eso será mi responsabilidad”. Cuidar el Karma es parte de su cultura.

Fuente: El espejo del lider – David Fischman

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