LA NUEVA POLÍTICA ENERGÉTICA NORTEAMERICANA

En su séptimo discurso sobre el Estado de la Unión, el presidente Bush hizo especial énfasis en una mayor promoción y desarrollo de alternativas energéticas, con el objetivo de lograr independencia y seguridad energética en el largo plazo. Dentro de los anuncios del presidente Bush, caben destacar la reducción en 20% del consumo de gasolina en los próximos 10 años; el incremento en 5 veces del total de combustibles renovables a ser usados en las gasolinas hacia 2017; y la ampliación al doble de la capacidad actual de las reservas estratégicas de petróleo hacia 2027.

El logro de la independencia y seguridad energética depende, por el lado de la oferta, del desarrollo de tecnologías que sean baratas, convenientes y limpias, así como también de la ampliación de la capacidad instalada para la producción de biocombustibles. Dentro de estos nuevos productos, se encuentra el etanol a base de maíz, para el cual existen 110 plantas en EE.UU., con perspectivas de construcción de otras 73 más. Sin embargo, con el etanol existe cierto riesgo para las exportaciones y el precio del maíz; esto, sin dejar de mencionar que el proceso de producción de etanol no sería del todo eficiente en términos energéticos. Otras opciones energéticas son el etanol a base de celulosa y el uso de gases limpios de carbón (“clean coal technology”) que también están en desarrollo. Como consecuencia de estas propuestas se espera un cambio positivo en el medio ambiente, tomando en consideración que EE.UU. fue, hacia el año 2004, el mayor país con emisión de dióxido de carbono per cápita, 20,18 toneladas métricas versus una media mundial de 4,24.

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