El caso de un paciente en estado vegetativo ante la justicia europea

Por Raphael Morán

¿Pueden los médicos mantener artificialmente en vida a un hombre totalmente inconsciente, tras un accidente con secuelas irreversibles? Es la pregunta que debe contestar la Corte Europea de Derechos Humanos, que inició el 7 de enero el examen del caso de Vincent Lambert. Este hombre de 38 años, enfermero de profesión, padece lesiones cerebrales graves y sin probabilidad de recuperación, luego de un accidente de moto en 2008.

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Según su esposa, antes del accidente, Vincent Lambert le habría asegurado que no deseaba permanecer artificialmente en vida en caso de que le sucediera algo. Tomando en cuenta esta convicción, y con el acuerdo de los médicos, se decidió suspender la alimentación y la hidratación del paciente, con autorización de la justicia francesa. Pero los padres de Vincent Lambert se opusieron a esta decisión y han llevado el caso ante la máxima instancia de justicia europea para mantener en vida a su hijo.

Tugdual Derville, delegado de Alliance Vita, una asociación que se opone a cualquier forma de eutanasia, o de suicidio asistido, considera que el fallo de la justicia europea tendrá un gran impacto: “No quisiera comentar este caso, porque la familia está divivida, pero valoramos particularmente que el respeto a la vida de Vincent Lambert, a través de su hidratación y su alimentación, sea reconocido en la medida en que no está agonizando, sino que está altamente discapacitado. Tampoco está totalmente inconsciente. Valoramos profundamente el respeto a las personas mas frágiles. Y más allá de su situación, hay que saber que en Francia hay 1700 personas en estado vegetativo. Si la Corte Europea da la autorización para poner fin a la vida de Vincent Lambert, sería catastrófico para estas personas y sus familiares que se dedican a cuidarlos”.

El caso Lambert volvió a abrir el debate sobre cómo actuar con los pacientes en estado vegetativo irreversible. No cabe duda que el fallo que emita la Corte Europea de Derechos Humanos repercutirá en toda Europa, donde existen leyes muy disímiles.

Fernando Pedros, miembro de la asociación española ‘Derecho a morir dignamente’, a favor de la legalización del suicidio asistido, desea que se extienda a otros países este derecho, como en los países nórdicos.

La ley impulsada por el diputado francés Jean Leonneti, en 2005, permite la suspensión de un tratamiento médico cuando éste se convierta en un ensañamiento terapeútico. El presidente Hollande prometió una ampliacion de la ley para dar un cuadro legal más flexible y claro al suicidio asistido y a la eutanasia. El 96 %de los franceses aprueba esta iniciativa, según una encuesta realizada en 2014.

La reforma de esta ley, que será debatida por los diputados franceses, reconocerá legalmente la voluntad expresa de cada cual, a fin de evitar controversias en caso de que un paciente no se pueda expresar. Y también autorizaría la sedación profunda y la suspensión de los cuidados médicos.

La Dra. Claire Vulser, especialista del dolor en el Hospital George Pompidou, entrevistada por Silvia Celia, detalla en que consistiría la sedación profunda: “ya se aplica, aunque no con los criterios que propone el informe. Pero los equipos médicos y paramédicos ya la conocen. Si se promulga una ley, serán los pacientes quienes pidan su aplicación y no los familiares ni los médicos que consideren que la situación es insoportable o que ya ha durado mucho. Los médicos podrán dormir al enfermo con productos hipnóticos que le permitirán descansar. Ya se hacía, pero solo por cierto tiempo; además, había que despertar al enfermo para asegurarse de que quería continuar durmiendo. En el futuro, la decisión de dormirlo hasta su muerte será tomada por el equipo médico, con el acuerdo del paciente y de la familia”.

Tugdual Derville, de Alliance Vita, organización opuesta a la eutanasia, rechaza rotundamente la flexibilización de la ley: “Instaurar un derecho a la sedación hasta la muerte, rápida, causada también por la suspensión de la hidratacion y de la alimentación, nos lleva peligrosamente hacia la eutanasia, como ha sucedido en otros países. Y eso es algo que cuestionamos. Sobre el tema de las voluntades anticipadas, estamos a favor de que sean más vinculantes. Pero, a nuestro parecer, no se pueden tomar al pie de la letra las declaraciones que alguien hiciera en buen estado de salud. Considero que solo en ciertas situaciones podemos pronunciarnos sobre un acto médico, como la traqueotomía, por ejemplo. Las voluntades anticipadas deben ser compartidas con un médico, y redactadas con todo el conocimiento necesario”.

El caso de Vincent Lambert causó una controversia ética que llevó a su exmédico, el doctor Eric Kariger, a redactar un libro en el que fija su postura sobre cómo actuar en caso de dilema: ” Encontré un equilibrio entre este derecho a la vida – un derecho fundamental que reivindico en todo momento – y mi deber ético de médico. Como médico, me someto a mis obligaciones éticas, profesionales, que consisten en no obstinarse, en reconocer los límites de la medicina, y que una vida puede llegar a su fin.
Entiendo el sufrimiento humano, pero llega un momento en que tenemos que superarlo, en interés de los demás. Amar a su projimo (yo soy padre de cino niños, fui docente durante muchos años, vi crecer a mis estudiantes), amar a los demás es considerar que no nos pertenece. Amar a alguien es a veces dejarlo ir en el límite de la realidad de las cosas. Hemos explicado nuestro método a las familias, explicamos racionalmente nuestra decision, que fue confirmada por los expertos: Vincent Lambert sufre realmente, su situación es irreversible, él no quería permanecer en este estado. Hoy, no dejarlo irse es no respetarlo”.

La Corte Europea de Justicia se pronunciará en las próximas semanas sobre el futuro de Vincent Lambert. Por el momento, el paciente permanece en un hospital de Reims, inconsciente.

Entrevistados: Tugdual Derville, delegado general de Alliance Vita, asociación contra la eutanasia; Fernando Pedros, miembro de la asociación española ‘Derecho a morir dignamente’; Dra. Claire Vulser, especialista del dolor en el hospital Georges Pompidou, París; Dr. Eric Kariger, ex médico encargado de cuidar a Vincent Lambert, autor del libro “Ma vérité sur l’affaire Lambert” (Mi verdad sobre el caso Lambert), París, Editions Bayard, 2015.

En: Rfi

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El Nobel de Física recompensa a los inventores de las bombillas LED

Los científicos japoneses Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y el norteamericano Shuji Nakamura obtuvieron este martes el Premio Nobel de Física por haber creado el diodo emisor de luz, LED. “Tuvieron éxito allí donde todo el mundo fracasó”, subrayó el jurado al anunciar el nombre de los ganadores.

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El Premio Nobel de Física fue atribuido este martes a los japoneses Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y al norteamericano Shuji Nakamura por haber inventado las bombillas de luz LED, ahorradoras de energía.

El jurado del Nobel consideró que los premiados merecían el galardón por “haber inventado una nueva fuente de luz eficaz desde un punto de vista energético y benéfica para el medio ambiente”.

Al inventar las bombillas LED (light-emitting diode, diodo emisor de luz), los científicos “tuvieron éxito en un ámbito en el que todos habían fracaso”, subrayó en Estocolmo el jurado, que calificó el descubrimiento de “revolucionario”.

Isamu Akasaki (85 años) llevó a cabo sus investigaciones con Hiroshi Amano, nacido en 1960, en la Universidad de Nagoya. Por su parte, Shuji Nakamura, que nació en Japón en 1954, se desempeña como investigador en la Universidad de California, y trabajó en el mismo tema en una pequeña empresa japonesa.

Los ganadores deberán repartirse los 883.000 euros tras la ceremonia de entrega de los premios, el 10 de diciembre en Estocolmo.

En: RFi

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Gabriel García Márquez: adiós al hombre que sólo quería ser amado por sus amigos

En su larga y prolija vida, el escritor colombiano Gabriel García Márquez -quien falleció este jueves 17 de abril en Ciudad de México- consiguió lo que siempre había deseado.

No eran los honores, ni el premio Nobel de Literatura. Ni siquiera escribir una de las más grandes novelas de todos los tiempos.

Su ambición al escribir era, según lo dijo en varias ocasiones, que sus amigos lo quisieran más. Y vaya si lo hicieron.

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Infancia corta y feliz

Gabriel García Márquez nació en Aracataca, el 6 de marzo de 1927, aunque le gustaba decir que había nacido en 1928, para que coincidiera con la Masacre de las Bananeras, un evento que marcó a su generación en Colombia y que recrea en “Cien años de soledad”.

Su infancia transcurrió al cuidado de sus abuelos maternos, el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía -veterano de la guerra de los Mil Días en Colombia- y Tranquilina Iguarán.

El escritor siempre diría que la semilla de su estilo y de su imaginación desaforada está allí, en esa casona que los relatos de su abuela poblaba de fantasmas y presencias. Relatos que Tranquilina Iguarán contaba con cara de palo, como si fueran lo más normal del mundo.

Esa manera de contar, diría García Márquez muchos años después, es la misma que usaría en libros como “Cien Años de Soledad”.

El coronel Nicolás Ricardo falleció cuando “Gabito” -como le decían sus amigos- tenía ocho años. El niño fue enviado a vivir con sus padres, que eran prácticamente unos desconocidos para él, en el municipio de Sucre, al lado de sus demás hermanos.

Finalizaba su infancia corta y feliz. “Después, todo me resultó bastante plano: crecer, estudiar, viajar… Nada de eso me llamó la atención. Desde entonces no me ha pasado nada interesante”, recordó alguna vez.

En Zipaquirá

A los doce años de edad, García Márquez ganó una beca para estudiar en un internado de Zipaquirá, municipio situado cerca de Bogotá, la capital colombiana.

Muchos de sus allegados reconocerían después a Zipaquirá en las descripciones del lúgubre y remoto pueblo al cual Aureliano Segundo va a buscar a Fernanda del Carpio en “Cien Años de Soledad”.

Los años de internado también serían claves para forjar al escritor. Allí, en las solitarias tardes de sábado y domingo, el joven devoraría las obras de Julio Verne, Emilio Salgari y Alejandro Dumas.

En 1947 empezó a estudiar derecho en la Universidad Nacional de Bogotá, pero nunca finalizaría dicha carrera. Ese mismo año publicó, en el periódico El Espectador, su primer cuento, “La tercera resignación”.

En 1948 ingresó como reportero al recién fundado periódico El Universal de Cartagena, pero ello no detuvo la escritura de cuentos para El Espectador. En ese diario -que todavía circula- conoció a Clemente Manuel Zabala, jefe de redacción, a quien recuerda como una persona que empezó a afinar tempranamente su estilo.

En 1950 conoció en Barranquilla a un grupo de jóvenes intelectuales: Álvaro Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas. Ellos, a su vez, le presentarían a Ramón Vinyes, llamado “el sabio catalán”.

Todos ellos aparecerían en “clave” en los últimos capítulos de Cien Años de Soledad.

La influencia de estas personas sería portentosa, pues no sólo se convirtieron en sus mejores amigos -y le consiguieron trabajo en el periódico El Heraldo de Barranquilla-, sino que lo introdujeron a lo mejor de la literatura moderna. Autores como Faulkner, Hemingway, Joyce, Kafka y Virginia Woolf.

Para 1951, García Márquez ya había escrito su primera novela, La Hojarasca, aunque sólo la publicaría años más tarde.

El periodista famoso

En 1954, convencido por otro amigo, Álvaro Mutis, García Márquez regresó a Bogotá a trabajar de tiempo completo en El Espectador, donde escribió extraordinarios reportajes que lo convirtieron en uno de los periodistas más famosos de Colombia.

Al año siguiente viajaría a Ginebra, como enviado de El Espectador a la Conferencia de los Cuatro Grandes. Iba a ser un viaje corto, pero duró cuatro años.

La dictadura de Gustavo Rojas Pinilla cerró el periódico y García Márquez, que se encontraba en París, decidió invertir el dinero del billete de regreso en finalizar en Europa la novela que estaba escribiendo, “El coronel no tiene quién le escriba”.

En Europa, García Márquez también escribiría “La mala hora” y varios de los cuentos que luego aparecerían en “Los funerales de la mamá grande”.

En uno de sus regresos a Colombia, en 1958, se casó con Mercedes Barcha -el “Cocodrilo Sagrado”, como la llama en su dedicatoria de “Los funerales de la mamá grande”- a quien, según relata en uno de sus libros, le propuso matrimonio ebrio, en una fiesta, cuando ella tenía trece años.

Su periplo como periodista llevó a Gabriel García Márquez a distintos lugares de América.

Uno de ellos fue La Habana, en 1960, en donde trabajó en la agencia de prensa creada por el gobierno cubano (Prensa Latina) tras la Revolución. Allí empezó su interés por la isla, el cual mantendría inalterable a través de los años, cimentado en una estrecha amistad con Fidel Castro.

También laboró en Caracas y Nueva York, casi siempre obedeciendo al ofrecimiento de trabajo de algún amigo.

Finalmente llegó a Ciudad de México -exactamente el día en que murió Ernest Hemingway, otro de sus maestros- en lo que sería un destino crucial en su carrera como escritor y donde se reencontró con su gran amigo Álvaro Mutis.

En la capital mexicana trabajó como guionista de cine, editor, publicista y periodista y fue en esta ciudad donde escribió la que para muchos es su obra cumbre: “Cien Años de Soledad”.

Impulso literario

La manera como García Márquez escribió su más famosa novela ya forma parte de la mitología literaria latinoamericana. Así la describió él mismo:

“Desde hacía tiempo me atormentaba la idea de una novela desmesurada, no sólo distinta de cuanto había escrito hasta entonces, sino de cuanto había leído. Era una especie de terror sin origen.

“De pronto, a principios de 1965, iba con Mercedes y mis dos hijos para un fin de semana en Acapulco, cuando me sentí fulminado por un cataclismo del alma, tan intenso y arrasador, que apenas si logré eludir una vaca que se atravesó en la carretera. Rodrigo dio un grito de felicidad:

“-¡Yo también cuando sea grande voy a matar vacas en la carretera!

“No tuve un minuto de sosiego en la playa. El martes, cuando regresamos a México, me senté a la máquina para escribir una frase inicial que no podía soportar dentro de mí: ‘Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo’.

“Desde entonces no me interrumpí un solo día en una especie de sueño demoledor, hasta la línea final en que a Macondo se lo llevó el carajo”.

“Cien Años de Soledad” cambió la vida de García Márquez. El estilo avasallador y luminoso con que estaba escrito el libro (estilo del que sólo había dado unas puntadas en el cuento “Los funerales de la mamá grande”), así como sus historias delirantes, deslumbraron a lectores en todo el mundo .

Y lo sigue haciendo. Se calcula que la novela ha vendido más de cincuenta millones de ejemplares en todo el mundo desde que fue publicada, en mayo de 1967.

El otoño

Boyante e instalado en Barcelona, García Márquez empezó a escribir la novela en la que dejaría salir todo el caudal de su idioma: “El otoño del patriarca”, el relato de un dictador latinoamericano.

La novela -según Gabo- del hombre en el que se habría convertido el coronel Aureliano Buendía si hubiera llegado al poder.

Pero antes publicó varios cuentos errantes y un relato largo bajo el título de “La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y su abuela desalmada”.

En este período también se presentó la mayor fractura política entre los integrantes del “Boom” de la literatura latinoamericana, quienes le cambiaron la faz a la narrativa del continente. Fue en 1971, con la detención y posterior auto inculpación pública en Cuba del poeta Heberto Padilla, en un hecho que recordó a muchos los juicios estalinistas de décadas atrás.

Mientras escritores como Mario Vargas Llosa -pública y furiosamente- y Carlos Fuentes -de manera más discreta- se distanciaron del régimen cubano, García Márquez lo continuó apoyando, al lado de Julio Cortázar.

“El otoño del patriarca”, publicada en 1975, confirmó el calibre literario del escritor colombiano.

Luego vino su período más activo políticamente. Anunció que no volvería a publicar ficción hasta que Augusto Pinochet no dejara el poder en Chile y se dedicó a recorrer el mundo escribiendo artículos periodísticos, los cuales fueron recopilados años después en el libro “Por la libre”.

Por fortuna para sus lectores, rompió esta promesa en 1981, cuando se publicó la corta, densa y magnífica “Crónica de una muerte anunciada”.

Al año siguiente le tocaría la consagración máxima, con el Premio Nobel de Literatura.

La etapa final

Luego del Nobel, García Márquez escribió cuatro novelas más: “El amor en los tiempos del cólera” -una obra especialmente admirada en el mundo anglosajón-, “El general en su laberinto” (sobre los últimos días de Simón Bolívar), “Del amor y otros demonios” y “Memorias de mis putas tristes” (2004), que se convertiría en su última obra de ficción.

También publicó el libro de relatos, “Doce cuentos peregrinos”; un gran reportaje, “Noticia de un secuestro”, y sus memorias: “Vivir para contarla” (2002).

En 1999 se le descubrió un cáncer linfático, por el que, aunque recibió tratamiento con éxito, redujo mucho sus apariciones públicas. Sin embargo, en esos esporádicos momentos, siempre fue recibido con cariño por el público.

Sin embargo, en los últimos años de su vida sus apariciones frente a ese público se hicieron más escasas. También se habló mucho sobre su pérdida de memoria, algo que confirmó uno de sus hermanos.

Pero cada 6 de marzo -día de su cumpleaños- salía a la puerta de su casa en el Distrito Federal a saludar a los periodistas que se apiñaban en el lugar y le cantaban “Las mañanitas”, tema con el que se celebran los onomásticos en México. Lo hizo hace poco más de un mes, en su cumpleaños 87.

Ahora, Gabriel García Márquez pertenece a la Historia.

Sin embargo, él mismo lo dijo, -y también lo dijeron sus amigos-: en el fondo de su alma nunca había dejado de ser el hijo del telegrafista de Aracataca.

Quienes tuvieron la oportunidad de tratarlo personalmente se dieron cuenta de que detrás de la fragorosa imagen del hombre público, amigo de estadistas y allegado al poder, se escondía un hombre tierno y casi tímido.

Por eso, pero sobre todo por sus libros, no sólo sus amigos lo quisieron. Millones de personas alrededor del mundo lo amaron.

Y muchos años después lo seguimos haciendo.

En: BBC mundo

Twitter: @JCPerezSalazar

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¿Pseudociencia?: “Trascendemos a la vida, pero nuestra mente nos impide verlo”

La física demuestra que hay vida después de la muerte, pero “nuestra mente no lo ve”. La ortodoxia médica suele explicar estos casos como meras alucinaciones causadas por la anoxia (carencia de oxígeno).

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Robert Lanza afirma que según la teoría del Biocentrismo la muerte es una ilusión. La vida crea el universo, y no al revés. El espacio y el tiempo no existen en la forma lineal que pensamos que lo hace; y si el espacio y el tiempo no son lineales, entonces la muerte no puede existir en el ‘sentido real’

“La muerte, tal y como la concebimos, no existe, sólo es una ilusión”. Esta es la principal conclusión a la que ha llegado el médico y director de Advanced Cell Technology Robert Lanza, defensor de la teoría del biocentrismo, en la que se niega que el tiempo o el espacio sean lineales. Para la gran mayoría de científicos este tipo de afirmaciones son sólo sandeces o, al menos, hipótesis indemostrables. Sin embargo, Lanza parece haber encontrado en el famoso experimento de Young, también denominado de la doble rendija (doble-split), el perfecto aliado para defender su tesis. Si con este se logró demostrar la naturaleza ondulatoria de la luz, Lanza pretende hacer lo propio con el espacio y el tiempo.

En la obra Biocentrism: How Life and Consciousness are the Keys (BenBella Books), el físico norteamericano parte de la premisa de que la vida crea al universo, y no al revés, la base misma del biocentrismo. A partir de aquí, va deduciendo paso a paso que la mortalidad es una idea falsa, creada por nuestra conciencia.

En primer lugar, sugiere que la conciencia de una persona determina la forma y el tamaño de los objetos en el universo. Para explicarlo, utiliza como ejemplo la forma en la que percibimos el mundo que nos rodea: “Una persona ve un cielo azul, y se le dice que el color que están viendo es azul, pero las células cerebrales tienen la capacidad de variar esta percepción, pudiendo ver el cielo de color verde o rojo”. En pocas palabras, concluye, “lo que vemos sólo existe gracias a nuestra conciencia”.

El multiverso y la teoría de las cuerdas

Este es el motivo por el que Lanza dice que creemos en la muerte. Al observar el universo desde el punto de vista del biocéntrismo, erramos a la hora de concebir el espacio y el tiempo, pues lo haríamos en función de lo que nos dicta la conciencia. En resumen, el espacio y el tiempo son “meros instrumentos de nuestra mente”, por lo que entender la muerte como algo terminal no tendría sentido según sus tesis.

Al concebir que las dimensiones espacio-temporales son meras construcciones mentales, la inmortalidad sería una realidad para Lanza. Es decir, hay vida después de la muerte (física) debido a que habitaríamos un mundo sin fronteras lineales de espacio y tiempo, lo que entronca con la teoría de las cuerdas.

A pesar de ello, lamenta el científico, seguimos creyendo que “la vida es sólo un poco de carbono y una mezcla de moléculas, las cuales dan forma a nuestra existencia durante un tiempo y luego vuelven a descomponerse en el suelo”, explica el físico. ¿Por qué? Simplemente, “porque se nos ha ensañado que las personas se mueren, aunque sólo existe la evidencia de que desaparece el cuerpo en un momento dado”.

http://www.youtube.com/watch?v=8U27M_Jc0EA

Eben Alexander es un reputado cirujano estadounidense de la universidad de Harvard que en 2008, cuando ya contaba con más de 50 años de edad, tuvo una experiencia cercana a la muerte. Sufrió un derrame cerebral y estuvo siete días en coma, en el curso de los cuales vivió una serie de vivencias extracorporales que transformaron por completo su mentalidad

“Trascendemos a la vida, pero nuestra mente nos impide verlo”

Para explicar la muerte física del cuerpo, Lanza recurre a la teoría del multiverso o universos paralelos. Una interpretación a la que se ha dado un fuerte pábulo debido a los datos recogidos por el satélite Planck, que mostró una serie de anomalías supuestamente causadas por la atracción gravitatoria de otros universos. Así, según Lanza, “todo lo que ocurre en nuestro universo está sucediendo también en el multiverso, por lo que la vida nunca dejaría de existir en este sentido.

“Cuando morimos, nuestra vida se convierte en una planta perenne que vuelve a florecer una y otra vez en el multiverso”, explica gráficamente el físico. Por tanto, la vida trascendería a la forma lineal bajo la que se rige nuestro pensamiento. Esto es porque, como sucede con las partículas de la luz, la materia y la energía “funcionan como las ondas”.

El estudio del fenómeno de las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM) ha centrado en los últimos años la atención sobre la posibilidad de que exista la inmortalidad. Una de cada cinco personas que sobrevive a una parada cardíaca asegura haber tenido una ECM durante el tiempo de duración de un coma o de muerte clínica, en el que supuestamente desaparecen todas las señales externas de vida, pero que son capaces de narrar luego sus sensaciones y percepciones.

Investigaciones millonarias para demostrar la inmortalidad

Cada vez son más los investigadores médicos interesados en este fenómeno, y la literatura sobre el tema llegó a su cénit con la publicación el pasado año de La prueba del cielo: El viaje de un neurocirujano a la vida después de la vida (Zenith). Un libro superventas en el que el neurocirujano Eben Alexander narra su supuesta experiencia en el más allá durante el tiempo que estuvo en coma.

Para intentar acabar con esta incertidumbre, la fundación fundación John Templeton que, con base en Filadelfia, se describe a sí misma como “un catalizador filántropo para la investigación sobre las Grandes Cuestiones de la vida”, financiará con cinco millones de dólares una selección de proyectos de investigación sobre las experiencias al borde la muerte. Es lo que se ha dado en llamar el Proyecto Inmortalidad.

Entre los elegidos en el Proyecto Inmortalidad destaca Sam Parnia, director de investigación sobre reanimaciones en la Universidad de Nueva York, quien tratará de de determinar si las ECM son reales. Es decir, discernir si sus causas son físicas o, por el contrario, parapsicológicas o metafísicas. Para ello, el autor de Erasing Death: The Science That Is Rewriting the Boundaries Between Life and Death analizará la actividad cerebral de los pacientes que sufren un paro cardíaco. De este modo, tratará de determinar si las conexiones neuronales son susceptibles de provocar una experiencia subjetiva, verse a uno mismo fuera del cuerpo y en tercera persona mientras los médicos tratan de reanimarlo.

En: Elconfidencial

Ver:

“La física cuántica demuestra que hay vida después de la muerte”

Científico afirma que la física cuántica es capaz de demostrar que la muerte no es real

Biocentrismo

Científico asegura que la muerte no existe; según la teoría del biocentrismo

“Puedo asegurar que la mía fue la perfecta experiencia cercana a la muerte”

“Sí, hay vida después de la muerte, lo he comprobado”

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España: Polémica por nueva ley del aborto

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La polémica en España se produce porque con esta Ley se permite la interrupción voluntaria del embarazo sólo en dos casos: cuando la mujer haya sido violada, y cuando esté en riesgo su salud física o psicológica. Los opositores anuncian el “peligro” que entraña la nueva ley del aborto impulsada por el gobierno de Mariano Rajoy. Muchos han considerado esta decisión como un retroceso que aleja más a España de la Unión Europea.

El supuesto de malformación fetal queda relegado a las anomalías que sean incompatibles con la vida y sólo si esa “presión insoportable” es inasumible psíquicamente por la madre. Esta cuestión habrá de ser constatada, además, por un especialista que diagnostique la enfermedad del feto y otro que analice psicológicamente los daños que puede sufrir la embarazada.

Otra de las restricciones que la nueva Ley establece respecto a la actual ley del aborto es que en caso de violación, la mujer sólo podrá interrumpir su embarazo en las primeras 12 semanas y sólo si ha presentado denuncia previa. En el otro supuesto permitido, las afectadas tendrán 22 semanas para abortar. Si la anomalía fetal fuera descubierta en un plazo posterior, tendrá que someterse a un parto inducido.

NOTICIA – España: Polémica por nueva ley del aborto impulsada por Mariano Rajoy

“Quien no tenga recursos (para abortar fuera del país) va a pasar a la clandestinidad, al peligro y al miedo”, señaló el dirigente socialista respecto a la controvertida norma.

Un día después de que el Ejecutivo español diera luz verde al anteproyecto de la reforma de la ley del aborto, Pérez Rubalcaba señaló que esta cambia “el derecho de las mujeres de decidir libremente sobre su maternidad por la obligación de dar a luz”.

La ley pone fin al derecho de la mujer a abortar libremente en las primeras 14 semanas de gestación, tal y como contempla la ley aprobada en 2010 por el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.

También deja fuera las malformaciones del feto como supuesto para la interrupción voluntaria del embarazo y tipifica esta como un delito, solo despenalizado en dos casos: violación y riesgo para la salud de la mujer.

Para los socialistas, la reforma de Rajoy es “innecesaria, hipócrita y socialmente restrictiva” y supone “retroceder cuando se había avanzado” y alejarse de Europa.

“Volvemos a los viajes a Londres para las mujeres que tienen medios”, aseguró la “número dos” del partido, la vicesecretaria Elena Valenciano. “Volvemos al miedo, a mujeres a las que se les obliga a parir hijos con grandes malformaciones”, precisó.

El gobierno de Rajoy argumenta que es una ley que da “más garantías” a la mujer porque la “libera de la posibilidad de sufrir cualquier reproche penal”.

En: Peru21

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