España: El FMI pide que las pensiones solo suban el 0,25% para repartir el ajuste entre generaciones

El Fondo defiende que se mantengan las reformas de la Seguridad Social y que la rebaja fiscal anunciada se compense con otras medidas

Madrid 18 JUL 2017 – 16:42 CEST

El Fondo Monetario Internacional ha publicado este martes su análisis anual de la economía española, el llamado Artículo IV. Y entre sus recomendaciones pide que se mantengan como están las últimas reformas de las pensiones. El FMI argumenta que hay que dejar que las pensiones solo suban un 0,25% anual para que el sistema sea sostenible y el esfuerzo de ajuste se reparta “entre generaciones”. Para aumentarlas más del 0,25%, “debería compensarse con un paquete amplio de medidas, porque de lo contrario el impacto recaerá en las generaciones futuras”, ha resaltado durante la rueda de prensa la economista jefe de la misión, Andrea Schaechter.

La semana pasada, la Autoridad Fiscal alertó de que las pensiones solo se actualizarán un 0,25% anual al menos hasta 2022. Y en estos momentos todos los partidos salvo el PP se plantean acabar con el actual sistema de revalorización y volver a ligar las prestaciones a la evolución de la inflación. En definitiva, las reformas aplicadas a la Seguridad Social están siendo cuestionadas. Justo en medio de este debate, el Fondo dedica una parte de su análisis a las pensiones. Y concluye que las reformas aprobadas no deben modificarse. “España adoptó en 2011 y 2013 un paquete muy completo de reformas para responder a las presiones que el envejecimiento de la población ejerce sobre el gasto en pensiones. Las reformas aseguraron la estabilidad financiera del sistema”, afirma el informe de la institución sita en Washington.

Es más, el FMI explica que habrá “aumentos anuales de todas las pensiones en términos nominales”. Es decir, con los repuntes del 0,25% y los mayores sueldos de hoy, los pensionistas del futuro recibirán unas prestaciones cada vez más altas. Sin embargo, el organismo reconoce que a pesar de eso la pensiones perderán poder adquisitivo, ya que las reformas aprobadas harán que las prestaciones crezcan menos que lo que crecerá la economía. En la actualidad, la pensión media viene a ser un 80% del salario medio. En unos treinta años, el FMI admite que la relación entre la pensión media y el salario medio caerá, será más baja y, por lo tanto, las prestaciones tendrán una menor capacidad de compra. Si bien el Fondo apunta que los jubilados españoles “todavía tendrán una relación entre pensión y salario bastante más alta que la media de la UE”. O lo que es lo mismo, la generosidad del sistema será mayor que en el resto de países.

Pero para lograr esa sostenibilidad, el FMI señala que “es esencial que las reformas sean implementadas al completo y deberían evitarse cambios puntuales como por ejemplo del sistema de indexación”. Es decir, el Fondo deja muy claro que no debería cambiarse la actual fórmula de revalorización de las pensiones, pensada para asegurar la sostenibilidad financiera del sistema al ligar la actualización de las prestaciones a la salud de las cuentas de la Seguridad Social. “Este esquema fue ideado para dejar claro que había un desfase entre los gastos y los ingresos y que los políticos tomasen medidas para equilibrar las cuentas. Entre otras cosas, permite que el Gobierno busque más ingresos para que el deterioro no sea tan fuerte”, explica un alto cargo de la Administración.

Y el Fondo abunda en esa línea: “Si los cambios son considerados necesarios para asegurar una transición suave a una pensión financieramente sostenible y socialmente aceptable, el peso del ajuste debería ser repartido entre todos y entre generaciones”. En realidad, el Fondo indica que el ajuste será mayor para las futuras generaciones y que, por lo tanto, debería tenerse cuidado con la forma en que se reparten los esfuerzos: “Si se elevan las pensiones actuales, los pensionistas futuros tendrán que correr con esa carga, por eso hay que tener mucha precaución respecto a lo que se hace en este asunto”, ha declarado Andrea Schaechter, informa Iñigo de Barrón.

El FMI argumenta que lo mejor sería aplicar “un paquete de medidas que incentive trabajar durante más tiempo y fomente el ahorro complementario”. De hecho, Schaechter ha prescrito que la edad de jubilación se vincule de forma automática a la esperanza de vida como se ha hecho en otros países. “Por el bien de los pensionistas de hoy y de mañana, es esencial la transparencia total sobre cómo se consigue la sostenibilidad financiera del sistema de pensiones y las implicaciones que ello tiene para los ingresos de jubilación”, sostiene el organismo que dirige Christine Lagarde. Schaechter ha señalado que los trabajadores tienen que ser conscientes de que su futura pensión no va a ser igual que las de ahora y ha pedido que se informe de lo que pueda cobrar un ciudadano cuando se vaya a jubilar.

Respecto a las rebajas de impuestos pactadas entre el Gobierno y Ciudadanos, el FMI comenta que habría que buscar otras medidas para compensarlas. La elevada deuda deja “poco espacio para que la política fiscal pueda responder a shocks” y “se correría el riesgo de dejar algunos segmentos de la población atrás”, subraya. Además, las “dinámicas de población” implican que “en el medio plazo el gasto relacionado con la edad aumentará significativamente”. De ahí que el Fondo anime a España a reconstruir su colchón financiero bajando la deuda más rápido de lo que lo hace. Una vez más, la institución recomienda subir al 21% el tipo reducido del IVA que se aplica a la hostelería y que está fijado en el 10%. También aboga por la puesta en marcha de más impuestos medioambientales.

MÁS CRECIMIENTO PERO DEMASIADA TEMPORALIDAD

El FMI alaba el crecimiento más sano de la economía española y mejora las previsiones de España hasta el 3,1% para este año y el entorno del 2,5% para 2018. “La competitividad por costes ha apoyado la fuerte creación de empleo”, destaca el Fondo. Preguntada por los salarios, Schaechter ha esgrimido que estos deben subir con la competitividad. “España ha mejorado, pero aún está por debajo de la media europea”, ha insistido la jefa de la misión.

El organismo también llama la atención sobre la alta temporalidad y el elevado número de empleados que trabajan a tiempo parcial de forma involuntaria. “Será importante mantener la competitividad de la economía, lo que requiere condiciones de trabajo flexibles en línea con las necesidades de cada sector, y atajar el persistente problema de la dualidad del mercado laboral [entre indefinidos y temporales]”, rezan las conclusiones. A las que Andrea Schaechter ha añadido: “Es un problema porque los empresarios no invierten en formación de los trabajadores, y estos sin cualificación lo tienen más difícil para ser más competitivos y ganar mejores sueldos. Se debería suavizar la indemnización por despido, y el contrato único es la vía”.

En: elpais

Lagarde limita a “baches en el camino” el frenazo de China

“Lo que está pasando en China era predecible, esperado”, afirma la directora gerente del FMI, pese a la revisión a la baja de las previsiones del oganismo. El frenazo de los emergentes enfría el crecimiento mundial.

La directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, durante la rueda de prensa en Lima / ERNESTO ARIAS (EFE)

La directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, durante la rueda de prensa en Lima / ERNESTO ARIAS (EFE)

China echa el freno, el precio de las materias primas cae y las economías emergentes sufren el impacto. Esa es la cadena de causas y efectos que han llevado al Fondo Monetario Internacional (FMI) a rebajar la previsión de crecimiento mundial hasta el 3,1% en 2015. Pero la directora gerente del Fondo, Christine Lagarde, se esforzó este jueves en matizar que el frenazo del gigante asiático como un episodio pasajero y manejable, “pequeños baches en el camino” hacia una economía más orientada al consumo.

El nuevo pronóstico del Fondo, difundido esta semana en Lima (Perú), donde celebra su asamblea anual, contiene una aparente contradicción que ha suscitado varias preguntas a sus representantes. Y este jueves no fue una excepción. Los expertos del FMI no han cambiado en todo el año su estimación sobre la economía china, para la que augura un avance del 6,8% este año y del 6,3% en 2016. Pero, en cada informe, ha empeorado su previsión sobre cómo afecta ese frenazo al resto de la economía mundial.

“Lo que está pasando en China era predecible, esperado”, contestó Lagarde en conferencia de prensa. El Fondo arguye que anticipó un escenario peor para la economía china antes que otros analistas, y por eso mantiene el pronóstico, que coincide a grandes rasgos con el de las autoridades chinas. Las dudas suscitadas por los últimos datos oficiales, que se ajustan a las predicciones de Pekín, han llevado al Gobierno chino a anunciar esta misma semana que se someterá a los criterios estadísticos del Fondo.

Lo acertado del pronóstico sobre cómo será la ralentización de la economía china no es baladí. El propio Fondos estima que sí acaba siendo más intensa, provocará un impacto mayor en el resto de las economías emergentes, ya sea por otra caída de las materias primas o la salida de capitales. Y eso mantendría el crecimiento mundial anclado cerca del 3% un par de años más.

“Se podría decir que el plato del crecimiento sería demasiado pequeño para afrontar el gran desafío de reducir la pobreza y el desempleo”, añadió la directora gerente del FMI, quien regó su discurso de símiles culinarios para destacar la “deliciosa” cocina peruana. Pero Lagarde insistió en que, además de una tasa de crecimiento más baja para 2015, (el avance más débil desde la Gran Recesión), se pronostica un leve repunte para el crecimiento mundial en 2016 hasta el 3,6%. “Lo que estamos diciendo es que la recuperación se ha desacelerado este año, pero que hay mejores perspectivas para el próximo”, añadió.

La máxima responsable del organismo internacional instó a que Gobiernos, bancos centrales y supervisores incorporen en sus análisis el riesgo de condiciones externas más complicadas. También, como es habitual en las recomendaciones del Fondo que se persevere en las reformas estructurales y que se mantenga el apoyo de la política monetaria (tipos al 0%, compra de títulos de deuda en los mercados para reactivar el crédito) “en Europa y Japón”, donde agregó, “ya empiezan a registrarse aumentos en el préstamo”.

“Es cuestión de ser capaces de gestionar la transición, ya sea del modelo económico chino, del cambio en las condiciones financieras por la próxima subida de tipos de interés en Estados Unidos, o del inicio de un ciclo con precios de materias primas más bajos. Y creemos que es posible, aunque para ello es necesario volverá a intensificar la cooperación internacional”, planteó Lagarde.

Sobre el cambio de paso de la economía china, que hace apenas una década crecía al 14% anual, Lagarde reiteró que lo considera “un buen movimiento”. “Es consecuencia de los esfuerzos por encontrar un modelo que se apoye menos en exportaciones masivas, en grandes planes de inversiones, y más en el consumo o el sector servicios”, explicó la economista y política francesa. “Habrá volatilidad, pero serán pequeños baches en el camino”, sostuvo.

Bloqueo de EE UU
La directora gerente del FMI no perdió la ocasión de lamentar que Estados Unidos siga bloqueando la reforma del sistema de cuotas en el Fondo, aprobada en 2010, para reequilibrar la representación y reflejar así la mayor importancia de economías como China.

Lagarde defendió también el pronóstico del Fondo sobre América Latina, la región que sufrirá el mayor impacto por la desaceleración china —“a veces nos equivocamos, dijo con media sonrisa”—, aunque subrayó que los países “que han hecho reformas, como Chile, Perú, Colombia o México” se comportan mejor que “Venezuela, Brasil o Ecuador”, que afrontan recesiones de muy distinto calibre.

En: elpais

La lección de la Primera Guerra Mundial que la economía global olvida

Jeffrey Sachs es uno de los más destacados economistas del mundo. Entre los muchos gobiernos a los que ha asesorado durante tres décadas están Bolivia, Polonia y Rusia al final de la Guerra Fría. En esta reflexión escrita para la BBC, señala que la forma en la que se comportan los vencedores al final de un conflicto determina lo que ocurrirá en el futuro.

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Sachs asesoró a Bolivia y Polonia en los 80. El éxito hizo que los llamaran a Rusia, pero la historia allá no fue igual.

Este ha sido un año de grandes aniversarios geopolíticos. Hace 100 años empezó la Primera Guerra Mundial, un evento que, más que ningún otro, le dio forma a la historia durante el siglo pasado. Hace 25 años cayó el Muro de Berlín, el primer capítulo de la desaparición del Imperio soviético y el fin de la Guerra Fría. Y sin embargo, dolorosamente observamos algo que va más lejos que el mero recuerdo.

Como dijo William Faulkner, “el pasado nunca muere. Ni siquiera es pasado”.

La Primera Guerra Mundial y el Muro siguen moldeando nuestras realidades más urgentes en la actualidad. Las guerras en Siria e Irak son un legado del cierre de la Gran Guerra, y los dramáticos eventos en Ucrania se desarrollan bajo la larga sombra de 1989.

1914 y 1989 son momentos bisagra, puntos decisivos en la historia que cambian el rumbo de los eventos subsecuentes. La manera en la que se comportan tanto las naciones grandes como las pequeñas en esos momentos determina el curso futuro de la guerra y la paz.

Yo participé directa y personalmente en los eventos de 1989, y vi cómo se desarrollaba esa lección: positivamente en el caso de Polonia y negativamente en el de Rusia. Les puedo decir que mientras me desempeñaba como asesor económico durante 1989-92, constantemente recordaba preocupado lo ocurrido en 1914. Y hoy en día sigo con la misma preocupación.

En 1919, al final de la Primera Guerra Mundial, el gran economista británico John Maynard Keynes nos enseñó una lección invaluable y perdurable sobre esos momentos bisagra: cómo las decisiones de los vencedores impactan las economías de los vencidos, y cómo los pasos falsos de los poderosos pueden fijar el rumbo de las guerras futuras.

Con una visión astuta, clarividencia y dotes literarias, “Las consecuencias económicas de la paz” de Keynes (1919) predijo que el cinismo y miopía de la base del Tratado de Versalles, especialmente la imposición de reparaciones de guerra punitivas para Alemania, y la falta de soluciones para las crisis financieras de los países deudores, condenaría a las economías europeas a crisis continuas que de hecho incitarían el surgimiento de otro tirano vengativo en la próxima generación.

El apasionado llamado de Keynes es uno de esos admirables estallidos geniales que retumba por generaciones. Ese libro y sus lecciones se convirtieron en una guía formativa para mí durante mi carrera como asesor y analista económico.

De la angustia de Bolivia a la de Polonia

Como un economista recientemente formado hace unos 30 años, de repente me vi a cargo de asistir a un pequeño y casi olvidado país: Bolivia, en la búsqueda de una salida a su rotundo desastre económico. Los escritos de Keynes me ayudaron a entender que la crisis financiera de Bolivia debía considerarse en términos sociales y políticos y que el acreedor de ese país, Estados Unidos, compartía la responsabilidad de resolver la angustia económica boliviana.

Mi experiencia en Bolivia en 1985-86 me llevó a Polonia, en la primavera de 1989, invitado por el último gobierno comunista y el sindicato Solidaridad, que era su fuerte opositor. Polonia, como Bolivia, estaba en la bancarrota financieramente. Y Europa en 1989, como Europa en 1919, estaba en un gran momento bisagra de la historia.

Mijaíl Gorvachov estaba en el poder en la Unión Soviética, y estaba dispuesto a ver a Europa reconciliada en paz y democracia. Ese gran hombre deseaba llevar a su propio país hacia un nuevo orden democrático. Polonia fue la primera nación de la región en tomar el camino de la democracia en ese año trascendental. Pronto me convertí en el principal asesor económico foráneo del nuevo gobierno polaco. Una vez más, basándome en Keynes, abogué por el tipo de asistencia internacional que me parecía vital para que Polonia pudiera hacer una transición pacífica y exitosa a un gobierno democrático postcomunista.

Específicamente, apelé a la Casa Blanca, 10 Downing Street, el Palacio del Elíseo y la Cancillería alemana para que proveyeran una asistencia progresista, como un elemento clave en la construcción de una Europa nueva, unida y democrática.

Fueron días embriagadores para mí como asesor económico. Había momentos en los que parecía que mis deseos eran órdenes para la Casa Blanca. Una mañana, en septiembre de 1989, recurrí al gobierno estadounidense para que le diera a Polonia US$1.000 millones para estabilizar la moneda. En la tarde del mismo día, la Casa Blanca confirmó la entrega del dinero. No es chiste: ¡ocho horas entre la solicitud y el resultado!

Convencer a la Casa Blanca de que apoyara una cancelación de las deudas polacas tomó un poco más de tiempo, con negociaciones de alto nivel que se extendieron por cerca de un año, pero al final en eso también tuve éxito.

El resto, como dicen, es historia. Polonia introdujo fuertes medidas de reforma, basadas en parte en las recomendaciones que yo había ayudado a diseñar. EE.UU. y Europa apoyaron esas medidas con ayuda generosa y oportuna. La economía polaca fue restructurada y empezó a crecer, y 15 años después, se convirtió en un miembro de pleno derecho de la Unión Europea.

Ojalá pudiera suspender aquí mi rememoración, con este final feliz.

Pero la historia del final de la Guerra Fría no comprende sólo aciertos de Occidente -como en Polonia- sino también un tremendo desacierto: Rusia.

Para Moscú, Versalles

Mientras que la generosidad estadounidense y europea prevaleció en Polonia, la actitud en el caso de la Rusia postsoviética recuerda mucho más los errores garrafales del Tratado de Versalles. Y hasta el día de hoy estamos pagando las consecuencias.

En 1990 y 1991, el gobierno de Gorvachov, habiendo visto los resultados positivos en Polonia, me solicitó que lo asesorara respecto a las reformas económicas. En esa época Rusia enfrentaba el mismo tipo de calamidad financiera que había hundido a Bolivia a mediados de los 80 y a Polonia en 1989.

En la primavera de 1991, trabajé con colegas de la Universidad de Harvard y MIT para ayudarle a Gorvachov a obtener apoyo financiero de Occidente, para poder reformar la política y transformar la economía. No obstante, nuestros esfuerzos fracasaron completamente.

Ese verano, Gorvachov regresó a Moscú de la cumbre del G7 con las manos vacías. A su retorno, una conspiración intentó derrocarlo en el notorio Golpe de Agosto, del que nunca se recuperó políticamente. Cuando Boris Yeltsin ascendió, y la disolución de la Unión Soviética estaba a puertas, su equipo económico nuevamente me pidió asistencia, tanto para lidiar con los desafíos técnicos de la estabilización como en la tarea de obtener la vital ayuda financiera de EE.UU. y Europa.

Yo le vaticiné al presidente Yeltsin y a su equipo que esa ayuda llegaría pronto. Después de todo, la asistencia de emergencia para Polonia se organizó en cuestión de horas o semanas. Estaba seguro de que lo mismo sucedería en el caso de la nueva Rusia independiente y democrática. Sin embargo, perplejo y horrorizado, me fui dando cuenta de que no sería igual.

Mientras que a Polonia le habían perdonado las deudas, a Rusia le exigieron que las siguiera pagando. Mientras que a Polonia le habían concedido asistencia financiera generosa y rápida, Rusia recibió visitas de grupos de estudio del FMI pero nada de fondos.

Yo le supliqué a EE.UU. que hiciera más. Apelé a las lecciones de Polonia, pero todo fue en vano. Washington no cedió.

Al final, la maligna crisis financiera rusa aplastó los intentos de reformar y regularizar. El gobierno de Yegor Gaidar cayó en desgracia. Yo renuncié tras dos años duros de tratar de ayudar y lograr muy poco. Unos años más tarde, Vladimir Putin reemplazó a Yeltsin y tomó el timón de la nación rusa.

El botín de los vencedores

A lo largo de esa debacle, los expertos estadounidenses culparon a los reformadores en Rusia en vez de a la cruel negligencia de EE.UU. y Europa.

Los vencedores escriben la historia, dicen, y EE.UU. efectivamente se sentía como el vencedor en la Guerra Fría. Washington por lo tanto quedó libre de toda culpa en lo que se refiere a los percances rusos después de 1991, y eso sigue siendo cierto.

Me tomó 20 años entender bien qué pasó después de 1991. ¿Por qué EE.UU., que se había comportado con tanta sabiduría y visión en Polonia, actuó con una negligencia tan cruel en el caso de Rusia?

Paso a paso, recuerdo tras recuerdo, la verdadera historia salió a la luz.

Occidente había ayudado a Polonia financiera y diplomáticamente porque Polonia se iba a convertir en el baluarte oriental de una OTAN en expansión. Polonia era Occidente, por lo tanto, era digna de ayuda. Rusia, en contraste, era vista por los líderes estadounidenses más o menos de la misma forma en la que Lloyd George y Clemenceau habían considerado a Alemania en Versalles: como un enemigo vencido que merecía ser aplastado, no auxiliado.

En su libro recientemente publicado, el general Wesley Clark, antiguo comandante de la OTAN, relata una conversación que tuvo en 1991 con Paul Wolfowitz, quien era el director de política del Pentágono. Wolfowitz le dijo a Clark que EE.UU. sabía que podía actuar con impunidad en Medio Oriente, y ostensiblemente en otras regiones también, sin la amenaza de la interferencia rusa.

En resumen, EE.UU. podía comportarse como un vencedor y un matón, cosechando los frutos de la victoria en la Guerra Fría de ser necesario a través de guerras. Washington estaría a la cabeza y Moscú sería incapaz de impedirlo.

En un reciente discurso pronunciado en Moscú, Putin describió la conducta de EE.UU. en casi los mismos términos que Wolfowitz.

“La Guerra Fría llegó a su fin”, dijo Putin, “pero no terminó con la firma de un tratado de paz con acuerdos claros y transparentes sobre el respeto de las reglas existentes o la creación de nuevas reglas y estándares. Eso creó la impresión de que los llamados ‘vencedores’ de la Guerra Fría decidieron presionar y moldear al mundo para que satisfaga sus propios intereses y necesidades”.

Al hacer estas observaciones, no intento exonerar a Putin de la responsabilidad por los actos de violencia ilegales, cínicos y peligrosos de Rusia en Ucrania. Pero sí trato de ayudar a explicarlos.

1989 proyecta una larga sombra. El permanente deseo de la OTAN, expresado nuevamente hace poco, de añadir a Ucrania a su lista de miembros, y de ese modo posicionarse en la pura frontera rusa, debe considerarse como profundamente provocativo e imprudente.

1914, 1989, 2014. Vivimos en historia.

En Ucrania, enfrentamos una Rusia amargada por la expansión de la OTAN y la actitud de EE.UU. desde 1991. En Medio Oriente, enfrentamos las ruinas del Imperio otomano, destruido por la Primera Guerra Mundial, y reemplazado por el cinismo del dominio europeo colonial y las pretensiones imperiales estadounidenses.

Enfrentamos, sobre todo, las alternativas para nuestra época:

¿Usaremos el poder cínicamente y para dominar, convencidos de que territorios, una OTAN de largo alcance, reservas de petróleo y otros botines son la recompensa que nos merecemos? ¿O ejerceremos el poder responsablemente, conscientes de que la generosidad y beneficencia inspiran confianza, prosperidad y las bases para la paz?

En cada generación, hay que elegir de nuevo.

En: BBC

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¿Quién es la Troika?

En la actualidad cuando se habla de ‘troika’ en los medios de información se hace referencia a un grupo de decisión formado por la Comisión Europea (CE, órgano ejeutivo de la Unión Europea), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). 

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Equipos de entre 30 y 40 expertos deciden los recortes que han de llevar a cabo los países que han recibido un rescate

La tríada formada por la Comisión, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) es lo que se conoce como la Troika, un conjunto de organizaciones de las que sólo hay información sobre las conclusiones o memorandos de entendimiento que publican sobre los países rescatados a los que asisten. Sin embargo, se ignora cómo estas instituciones llegan a tomar estas decisiones que están determinando el futuro de los ciudadanos europeos, pero en mayor medida la de los griegos, irlandeses, portugueses, chipriotas y españoles.

Pero, ¿cuál es el trabajo que realizan estas instituciones? Entre 30 y 40 expertos de las tres instituciones son enviados al país que se debe examinar para controlar que se están llevando a cabo las medidas impuestas, aseguran fuentes comunitarias a Público. Cuatro veces al año estos técnicos examinan los estados centrándose en ámbitos como la política presupuestaria, el marco macro-económico, las reformas estructurales o las reformas bancaria, y aseguran que se están cumpliendo los requisitos especificados. No sólo existe un equipo itinerante, sino que la Comisión Europea y el FMI mantienen personal en Atenas, Dublín y Lisboa, con el fin de “asegurar un diálogo continuo con las autoridades”, detallan fuentes europeas. En este sentido, Servaas Deroose es el Jefe de Misión en España, puesto que la Comisión Europea no tiene un representante permanente en Madrid, a diferencia del FMI.

Según han explicado a este diario fuentes europeas, el trabajo que realizan se basa en un análisis “muy exhaustivo” de los datos que se disponen sobre el país en cuestión. Estos datos se obtienen tras reunirse con una serie de interlocutores del gobierno, la Administración, partes interesadas como empresarios, trabajadores, y algunos académicos. Sobre este trabajo técnico, los jefes de misión; generalmente tres, puesto que cada institución designa a uno, discuten con los líderes políticos la orientación del programa y las medidas clave que han de tomarse, las cuales se publican en el memorándum de entendimiento. Sobre la base de este memorando y las conclusiones de la misión, el Eurogrupo decide sobre cada desembolso de la asistencia financiera que estimen necesaria para cada país.

La diferencia entre los equipos de la Comisión, el FMI y el BCE reside principalmente en este último organismo, que al no tener derecho a prestar dinero a países, no toma en ningún momento ninguna decisión y no ha firmado ningún memorando de entendimiento. El BCE no tiene derecho a prestar dinero a países, por lo que normalmente no tendría ningún papel en esta tríada. Sin embargo, los estados miembros durante la negociación del primer rescate entre la Unión Europea, el FMI y Grecia pidieron que esta organización formara parte de la Troika. La labor que tienen los expertos del BCE es de la misma clase que las otras instituciones, pero tiene una función meramente consultiva. “La cooperación de los equipos de las misiones del BCE con los del FMI y la Comisión Europea es muy estrecha y constructiva y se realiza en un excelente espíritu de equipo”, aseguran fuentes del BCE a Público.

En España el trabajo de análisis se basa principalmente en la estabilidad financiera y en la salud de los bancos, es decir, de analizar la situación de la banca en general. Mientras, en otros países, como en Grecia, se tratan asuntos económicos relacionados con las finanzas públicas, impuestos, etc.

Los expertos que forman parte de estos equipos son empleados de las instituciones de la Troika y son seleccionados según su experiencia y conocimiento del tema que vayan a tratar en el país indicado, puesto que no siempre envían a las mismas personas a los distintos países rescatados. Por ello, el equipo no es el mismo en cada país y el número de personas que participan en una misión de examen puede variar, así como el perfil del equipo que cumple con las necesidades específicas de la misión de examen, declaran fuentes de la organización. Todos ellos cuentan con una amplia experiencia en el diseño y supervisión de políticas económicas, subrayan.

Falta de transparencia por parte de la Troika

Cabe señalar que algunos expertos denuncian el secretismo de estas tres instituciones en relación a saber cuál es el proceso que siguen para tomar decisiones tan relevantes para la ciudadanía. Kenneth Harr, miembro de Corporate Observatory Europeo considera que estas organizaciones son “opacas”. “No existe un control democrático real de su comportamiento, esto hace que sea aún más aterrador que la Troika tenga un papel tan decisivo en el destino de los países que han prestado el dinero de la UE o del FMI”, declara.

“Es complicado saber si la Troika ha fallado o no”

Guntram Wolff, director del Think Tank Bruegel, uno de los más significativos sobre asuntos económicos y financieros, asegura que “el juicio sobre si la Troika ha resultado con existo o ha fallado es más difícil de realizar de lo que parece”. “Para realizar un juicio de estas características hay que tener en cuenta las circunstancias de los países en los que se han llevado a cabo los programas”, señala. Además se apoya en la idea de que ninguno de los países que están siendo supervisados por la Troika se ha pronunciado sobre ello, por lo que no se puede saber todavía.

No obstante, otros expertos no comparten la opinión de Wolff y son más tajantes en su respuesta. Martin Konecny, miembro de Corporate Europe Observatory (CEO), asegura que la Troika es “una fuerza destructiva que obliga a llevar a cabo medidas que se oponen a los intereses de las mayorías”. “La responsabilidad de la crisis tiene sus causas en una integración neoliberal de la zona del euro en la última década y es cierto que los gobiernos de los países de la periferia europea tienen su propia cuota de responsabilidad, pero las políticas actuales son contraproducentes y son la principal razón para el desempleo en esos países”, continúa.

“La Troika no es un nuevo poder”

“Yo no diría que la Troika de por sí representa un nuevo poder, ya que consiste en instituciones ya existentes. Yo sugeriría que la Troika representa una nueva técnica de poder o un conjunto de tales técnicas”, señala Konecny. “La Troika es una grave amenaza para la democracia y la socava en forma alarmante”, añade el experto de Corporate Europe Observatory. Este especialista piensa que antes de la crisis era la “mano invisible del mercado” la que justificaba determinadas políticas, pero actualmente es la “mano visible de la Troika”. “Si los gobiernos tratan de desafiar a la Troika y su política, la presión aumentará a un punto en el que tengan que renunciar para dejar paso a los llamados gobiernos de expertos”, subraya.

Los países del sur de Europa tienen una imagen más negativa de la Troika

Guntram Wolff cree que la imagen que se tiene de la Troika depende del territorio, puesto que en los países en los que tiene una relación directa la imagen es “fuerte y negativa”, mientras que en el resto de Europa considera que “no existe particularmente esta imagen”.

Esta misma opinión la comparte Kenneth Harr, de Corporate Europe Observatory. “Creo que huelga decir, que los ciudadanos de los países en los que opera la Troika no tienen una imagen positiva de la Troika”, señala, “la mayoría no tienen nada que agradecer a la Troika”.

Este experto considera que “el enfoque de la política económica es completamente despiadado puesto que la Troika ha atacado sistemáticamente a los salarios y al bienestar allí donde ha llevado a cabo su negocio, y lo ha hecho al obligar a los gobiernos a cumplir, por lo que no ha existido un verdadero diálogo o negociación”.

“Para los ciudadanos, la Troika es la pesadilla política.

Desconocidos, burócratas anónimos de tres poderosas instituciones que no rinden cuentas, llevan la voz cantante en los hechos fundamentales de su vida e imponen programas económicos que pagan la mayoría”, zanja Harr.

En: Público.es

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Brasil y otros países se oponen a seguir pagando por Grecia

SE OPONEN A LA SOLICITUD DEL FMI DE QUE ES POSIBLE QUE ATENAS NECESITE MÁS DINERO DE EUROPA PARA SALIR DE LA CRISIS

Algunos países de América Latina y el Caribe se negaron a continuar otorgando fondos de rescate a Grecia, como lo ha establecido una iniciativa del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Paulo Nogueira Batista, director ejecutivo del FMI por Brasil dio la negativa en nombre su país y ocho países más. “Los recientes desarrollos en Grecia confirman algunos de nuestros peores temores”, manifestó.

Nogueira Batista no ve como positiva la decisión del directorio ejecutivo del FMI del lunes de liberar 1.700 millones de euros (US$2.300 millones) más en préstamos de rescate a ese país.

“La implementación (del programa de reformas en Grecia) ha sido insatisfactoria en casi todas las áreas; los supuestos de crecimiento y sostenibilidad de la deuda siguen siendo demasiado optimistas”, dijo el funcionario.

Otros países que no están dispuestos a favorecer a Grecia con la crisis a parte de Brasil son República Dominicana, Ecuador, Guyana, Haití, Nicaragua, Panamá, Suriname y Trinidad and Tobago. También representa al asiático Timor Oriental y el africano Cabo Verde.

Por: Rocío Soto
En: El titular.do

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