El arte marcial ruso que ayuda a relajarse se populariza en Argentina

La historia del arte marcial systema viene del siglo X, pero se hizo popular solo en los últimas décadas, ya que en la URSS estaba prohibido. En Argentina systema cuenta con unos 300 adeptos.

Hay dos tipos de combate cuerpo a cuerpo: sambo y systema. Los dos nacieron en Rusia y se hicieron populares por todo el mundo. A pesar de que aparecieron en el mismo país, se diferencian entre sí. La Revolución de 1917 fue un momento crucial en la historia de ambos.

Sambo significa autodefensa sin armas. Después de la revolución, la joven sociedad socialista tenía ganas de aprender a defenderse. Además, después de la Guerra Civil, en 1923, muchos niños se quedaron huérfanos y necesitaban tener una ocupación. Precisamente por eso sambo se convirtió en el deporte de masas en la URSS.

Se tomó como base lo mejor de diferentes técnicas (yudo, sumo, aikido, lucha grecorromana, jiu-jitsu) y de luchas nacionales como la georgiana, tártara, kazaja, uzbeka, mongola, armenia, rumana y otras. En los Juegos Olímpicos de 1964 los sambistas soviéticos derrotaron a los japoneses en competiciones de yudo. Desde entonces sambo empezó a conquistar el mundo. En Argentina ya hay varios centros de esta lucha.

El arte prohibido en la URSS

En cambio, systema no fue tan popular y durante mucho tiempo fue practicado por miembros de los grupos de operaciones especiales en la URSS (spetsnaz). Sin embargo, su historia se remonta al siglo X y está vinculada con el arte pugilato.

Durante su existencia esta lucha se perfeccionaba en Rusia, pero después de la revolución de 1917 systema fue prohibido de facto, igual que todo lo que estaba vinculado con la iglesia ortodoxa. Puede parecer extraño, pero systema se apoya en la religión ya que su objetivo principal no es derrotar al rival sino encontrar la armonía dentro de sí mismo. Los que practicaron este arte en la URSS fueron los represaliados y solo estaba permitida para los miembros de las fuerzas especiales.

El público soviético por fin descubrió systema en 1991, después de la caída de la URSS, gracias al teniente coronel de las fuerzas especiales, Mijaíl Ryabkov. Posteriormente, su alumno, Vladímir Vasíliev, llevó la lucha fuera de las fronteras rusas y fundó una escuela en Toronto (Canadá) que se convirtió en la sede administrativa de systema que certifica a los entrenadores de todo el mundo.

¿Por qué Argentina?

Systema llegó a Argentina gracias a Fabián García, exmiembro de las Fuerzas Armadas Especiales, que viajó a Moscú en 1990 para el intercambio de experiencias. Desde hace 40 años practica distintas artes marciales, pero systema le impresionó tanto que empezó a dar clases de esta lucha. Alrededor de unas 40 personas (entre ellas, cinco chicas) están practicando este arte marcial en el centro fundado por el exmilitar, situado en el barrio porteño de Villa Devoto. Además Fabián contagió el entusiasmo a sus colegas que han abierto escuelas de systema en las provincias de Neuquén, Bahía Blanca y en la ciudad de Rafael (provincia de Santa Fe).

El número de argentinos que practican este arte marcial se estima en unas 200-300 personas. No es mucho pero teniendo en cuenta que se trata de una lucha no tradicional, se puede afirmar que en Argentina se hizo popular, destaca Fabián García.

“Systemа es totalmente diferente a todos los artes marciales, rompe convenciones”, asegura García. En primer lugar, todos los combates cuerpo a cuerpo se basan en la técnica: el practicante memoriza distintas posturas y posibles formas de reacción y durante el combate tiene que poner en marcha su cerebro.

Systema no tiene una técnica especial, solo existen reglas comunes (por ejemplo, debe haber dos puntos de apoyo para tumbar al rival) y los movimientos son dictados por el instinto. En segundo lugar, el golpe es un momento de tensión, de expiración en todas las artes marciales, pero lo más importante en systema es que uno se relaje y respire como le parezca mejor. “Aprendemos jugando como los chicos, probando y cometiendo errores”, explica García.

Cualquiera puede practicar systema, no importa qué edad, sexo y preparación física tenga. Pero hay que tener en cuenta que habrá que esforzarse mucho para aprender este arte marcial: no es nada fácil comprender cómo funciona el cuerpo y saber relajarse suele ser lo más difícil.

Cómo curarse de agresión

El calentamiento representa un conjunto de ejercicios indescriptibles. Por ejemplo, todos van caminando en círculo y cuando un compañero toca el hombro del otro, este último tiene que inclinarse con soltura y hacer un giro completo llevando la cabeza hacia abajo.

Otro ejemplo: hay que subir apoyándose en los puños encima de un compañero tumbado boca abajo. Si el cuerpo de este está tenso, aparecerán moratones, si está relajado no le va a doler.

El arte de relajarse durante el combate ayuda a quitar la tensión en muchas otras situaciones, cuenta García: “Nuestra forma de ser supone mucha tensión para nosotros de la que no somos conscientes. No nos damos cuenta de cómo nos levantamos por la mañana, saltando de la cama, en lugar de ponernos de costado y levantarnos lentamente”. El argentino cuenta que en principio quiso aprender las artes marciales para “para producir daño”, pero gracias a systema, ahora lo ve “como una manera de curarse de agresión y violencia”.

La médica Sibila Silva practica systema durante varios años. “No nos damos cuenta de muchas cosas, de cómo caminamos, cómo respiramos, cómo ahorramos la energía. Systema me ayuda a conocerme mejor a mí misma, y cuando lo consigues, primero te cambia un día, luego dos días y después te cambia la forma de pensar y sentir. Aprender a defenderse en ciertos momentos es lo secundario. Lo primero es conocerse a uno mismo”.

En: es.rbth.com

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