El primer médico y espía de América

Se cumplen cinco siglos de la muerte del doctor sevillano Diego Álvarez Chanca. Existe la sospecha de que actuó como espía de los Reyes Católicos. Trató a Cristóbal Colón de una «fiebre pestilencial» en la isla de San Juan.

Grabado realizado por Theodor de Bry sobre el segundo viaje de Colón realizado en 1493. Imagen: estaticos03.elmundo

Grabado realizado por Theodor de Bry sobre el segundo viaje de Colón realizado en 1493. Imagen: estaticos03.elmundo

Fue el primer médico de América, describió cómo era La Isabela, la primera ciudad fundada en el Nuevo Mundo, y sobre él existe la sospecha de que fue un espía al servicio de la Corona de Castilla. Este año se cumplen cinco siglos de la muerte del sevillano Diego Álvarez Chanca (1450-1515), médico de los Reyes Católicos que participó en el segundo viaje colombino.

Sobre Álvarez Chanca hay muchas lagunas e incluso actualmente los historiadores ofrecen distintas versiones sobre algunos hechos de su vida. Por ejemplo, si realmente era sevillano, si fue un espía o a quién envió realmente la famosa carta en la que describía los nuevos territorios. Algunos especialistas aseguran que la Carta al Cabildo de Sevilla se envió al cabildo municipal y no al catedralicio. Otros sostienen que en realidad Diego Álvarez Chanca la mandó a un personaje con mucho poder en la corte de los Reyes Católicos, Juan Rodríguez de Fonseca, deán del Cabildo de la Catedral de Sevilla y organizador del segundo viaje.

La carta -más allá de sus curiosas descripciones de historia natural, botánica y de materia médica desde La Española- se puede leer también como un texto en el que se desvelan claves cartográficas y otros detalles que se pueden interpretar como información privilegiada. El documento que además era otra versión extraoficial de la que enviaba Colón, del que a esas alturas los monarcas no se fiaban del todo.

De hecho, la carta (náutica) de Colón les llegó a los Reyes el 4 de abril mientras que la enviada por Chanca a Fonseca lo hace el 7 de marzo. «Fonseca dispuso del dato científico para la negociación del Tratado de Tordesillas casi un mes antes de que los Reyes tuvieran la carta náutica del almirante», explica Adelaida Sagarra Gamazo, profesora de la Universidad de Burgos, que ha investigado la posibilidad de que Diego Álvarez Chanca además del primer médico en el Nuevo Mundo sería el primer espía de América.

El médico Diego Álvarez Chanca parte con la flota colombina desde Cádiz el día 25 de septiembre de 1493. Este segundo viaje atlántico no era sólo de descubrimiento. Allí se llevaron animales del viejo continente como caballos, mulas, vacas, cerdos o gallinas, además de semillas de plantas europeas y una en especial que allí se cultivaría con gran éxito, la caña de azúcar. Muchos consideran que este viaje fue la primera colonización biológica.

Como médico Diego Álvarez Chanca trató a Cristóbal Colón durante aquella expedición. Ocurrió en septiembre de 1994 cuando fue a la isla de San Juan y allí «le asaltó una enfermedad muy grave entre fiebre pestilencial y modorra, la cual casi de repente le privó de la vista, de los otros sentidos y del conocimiento». Finalmente el almirante sanó. El médico sevillano trató a varios marineros de una epidemia en la que murieron algunos. El historiador Noble David Cook ha investigado qué fue de los los indios antillanos que Colón trajo a Castilla en 1492 y que presentó a los Reyes Católicos en Barcelona. Se sabe que cinco de ellos murieron en este segundo viaje trasatlántico y que pudieron fallecer a causa de la viruela.

Álvarez Chanca debió de atenderles. «Para la historia de la medicina americana es lástima que el doctor Chanca no describiera los síntomas de los indios que enfermaron», explica Noble David Cook en su estudio ¿Una primera epidemia americana de viruela en 1493? en la Revista de Indias añadiendo que sólo hizo una vaga referencia «pero sin hacer uso de términos exactos».

Álvarez Chanca fue además autor de varias obras de medicina como el Libro sobre el mal de costado, en el que abordaba la pleuresía o pleuritis, y que publicó el famoso impresor alemán afincado en Sevilla Jacobo Cromberger en 1506. También es obra suya el Tractatus de fascinatione que trataba del llamado mal de ojo y «los nocivos efectos de la mirada maléfica, con la que algunos sujetos hacen enfermar a las tiernas criaturas». Pero su ‘obra’ más famosa fue la carta-relación con descripciones sobre la flora y la fauna. «Allí hallamos un árbol cuya hoja tenía el más fino olor de clavo que nunca ví (…) yo ansí pienso que era laurel su especia», refería.

Además de estos datos el médico explicaba costumbres de los indios. Las que más sorprenden son las de los antropófagos caribes. Álvarez Chanca aseguraba que esterilizaban a algunos muchachos y los dejaban crecer utilizándolos como mano de obra. «Sólo cuando son adultos les gusta su carne», advertía. Y sobre la fundación de La Isabela, primera ciudad fundada en América, en la costa norte de La Española, hoy República Dominicana, decía: «Hay muy buen puerto y gran pesquería (…) y es tan verde que en ningún tiempo del mundo fuego la podrá quemar».

Álvarez Chanca regresó a Sevilla, a su casa de la collación de San Andrés y de sus últimos años tras aquel viaje se sabe que creó una compañía comercial con el boticario de Sevilla Juan Bernal para enviar mercaderías como 150 cajas de dulce de membrillo a La Española. Poco más se sabe de su vida salvo que murió en 1515.

En: elmundo.es

La teoría de que un príncipe galés ‘descubrió’ América

Aunque muchas de las grandes historias tienen su versión oficial, eso no impide que otros relatos las acompañen en las sombras. Y una de las grandes historias de la civilización es la del descubrimiento de América.

Bien sabido es que el mismo título de la historia causa controversia: la palabra “descubrimiento” ha sido reconsiderada y en algunos círculos se la tilda de políticamente incorrecta.

Hay también quienes ponen en duda el hecho de que el explorador Cristóbal Colón fuera italiano, alegando que hay pruebas de que era catalán, gallego o, sencillamente, español.

Los viajes de Cristóbal Colón

Los viajes de Cristóbal Colón, quien pasó a la historia como el descubridor de América.

Y, aunque muchos piensan que el primer europeo en descubrir la existencia de un nuevo continente fue Colón, quien zarpó de España en 1492, se puntualiza que él no llegó precisamente al continente, sino a unas islas del Caribe.

Se sabe que un vikingo, Leir Erikson, fue el primer europeo en poner sus pies en el Nuevo Mundo al desembarcar en la costa este de Canadá, en el siglo XI.

Sin embargo, ¿será posible que en 1170 un príncipe galés, Madog ab Owain Gwynedd, haya navegado desde Gales y se haya bajado del barco en lo que hoy es Estados Unidos, más de 300 años antes de que Colón zarpara de España?

El príncipe marinero

Según la leyenda, el príncipe Madog desembarcó en la Bahía Mobile, Alabama, y la historia quedó labrada en esta placa fijada en el antiguo muro del puerto de Llandrillo-yn-Rhos.

Pero, ¿un galés descubriendo América?… ¿en serio?

Le decimos “leyenda” pues aunque sabemos que efectivamente hubo un rey llamado Owain Gwynedd que tuvo más de 20 hijos, y se cree que uno de ellos fue Madog, no hay mucha evidencia histórica para establecer si Madog mismo existió o no.

Maredudd ap Rhys, un poeta del siglo XV, hace una de las primeras referencias al intrépido príncipe.

Alude a las conexiones náuticas de Madog en un verso que a grandes rasgos se traducen como…

Madog espléndido, de mucha fama
Verdadero hijo de Owain Gwynedd,
Él no quería tierra, era mi amigo,
Tampoco grandes riquezas, sólo el mar

Hasta la corte inglesa se interesó por la historia de Madog cuando los cortesanos de Isabel I la usaron como propaganda para reclamar América del Norte.

Pero la evidencia más convincente del descubrimiento de América viene de los relatos del siglo XVIII de la tribu amerindia Mandan.

A los primeros exploradores les llamó la atención cuán diferente era de las otras tribus, tanto culturalmente como en su apariencia.

Y lo más asombroso era que parecía como si los mandan podían hablar galés.

¿Se habrá asentado Madog con su tripulación en América y dejado su lenguaje y cultura, o la idea de que había unos “indios galeses” está basada en pura coincidencia?

¡Quién sabe! Pero lo que sí es cierto es que es una buena historia.

Los “indígenas galeses”

Aunque la conexión lingüística entre los galeses y los mandan más tarde fue descontada, las similitudes con el lenguaje galés son bastante notorias.

En el siglo XVIII, un hombre llamado James Girty hizo una lista de comparaciones entre los dos idiomas en la que incluyó aproximadamente 350 palabras y frases.

Notó, por ejemplo, que la palabra para viejo era “hen” tanto en mandan como en galés; en ambos idiomas “bara” significaba pan y “nant”, arroyo.

El explorador galés John Evans (1770-1799) llegó después, muy inspirado por los relatos de Girty, pero no encontró evidencia de que hubiera indígenas que hablaran galés entre los mandan.

A diferencia de Evans, unos años después George Catlin, un pintor estadounidense que también vivió entre las tribus amerindias para observar sus costumbres, notó lo mismo que Girty.

Catlin concluyó que los miembros de la tribu mandan eran descendientes de las uniones mixtas entre sus ancestros y quienes llegaron en la expedición pionera de Madog, quienes les pasaron su lenguaje y cultura.

Los mandan mismos reconocieron a sus ancestros galeses, diciendo que venían de un lugar lejano al otro lado de las grandes aguas.

Como guía espiritual tenían al Gran Espíritu de la Raza: “Madoc Maha Paneta am byd”. La similitud con la frase en galés “Madog Mawr Penarthur am byth” –Madog el gran espíritu para siempre- convenció a Catlin y otros de que su teoría era correcta.

Catlin señaló que “a menudo encuentro que cuando hay dos o más palabras con el mismo significado, una de esas palabras tiene un equivalente en galés”.

¿Hasta el nombre?

La teoría al final fue desestimada, aunque hay quienes dejan en “quizás” el que un galés haya llegado primero al continente.

El caso es que una vez los europeos se dieron cuenta que existía otro continente, cuando sea que esto haya sido, tenían que nombrarlo.

El consenso es que “América” viene del nombre de pila del italiano Amerigo Vespucci, quien exploró partes de Sudamérica entre 1497 y 1502.

Pero, ¿podría haber sido nombrado en honor a otro galés, o al menos de un descendiente galés?

¿Tal vez Richard Amerike?

Amerike nació en 1445 y era descendiente del reino de Gwent. Su cargo era el de Comisario Máximo y Oficial de Aduanas del Rey en Bristol, que era el principal puerto para varios de los viajes de descubrimiento en el siglo XV.

Fue uno de los patrocinadores del viaje del italiano Juan Caboto, otro candidato a ser el descubridor del Nuevo Continente, con más credibilidad que la que se le confiere al explorador galés.

Caboto zarpó en dirección a lo que sería América del norte en mayo de 1497.

Algunos historiadores creen que es posible que Amerike le haya pedido a Caboto que nombrara algún lugar que descubriera en su honor, como agradecimiento por su generosidad.

Es más, el escudo de armas de su familia lleva un diseño de estrellas y barras que en algún momento se especuló que pudo haber inspirado la bandera estrellada de EE.UU.

Pero esta historia también fue desestimada… lo que no implica que se haya dejado de contar.

En: BBC

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