Incremento del sueldo mínimo en manos del presidente Humala

Sin acuerdo. Trabajadores pidieron que suba a S/. 855, mientras que los empresarios consideraron que se mantenga en el nivel actual de S/. 750. Se espera un pronunciamiento en el mensaje del 28 de julio.

Luego de que los sindicatos y los gremios empresariales no llegaran a un acuerdo al interior del Consejo Nacional de Trabajo (CNT) para aumentar el sueldo mínimo, esta decisión quedó en manos del presidente Ollanta Humala, señaló el ministro de Trabajo, Daniel Maurate.

“Los empleadores consideraron que la situación del país no es favorable para incrementar la Remuneración Mínima Vital (RMV), mientras que los trabajadores opinan que la RMV debe crecer en 14% (de S/. 750 a S/. 855). Como no se logró tener consenso entre las partes, se remitió el informe al presidente de la República para que la decisión dependa de él”, declaró.

Como se recuerda, en febrero pasado, durante la ronda de conversaciones del gobierno con las fuerzas políticas, la primera dama Nadine Heredia, en representación del Partido Nacionalista, propuso el debate del aumento del sueldo mínimo. Cinco meses después, no se ha concretado nada aún.

Pero al margen de que se incremente o no el sueldo mínimo en esta ocasión, Maurate dijo que en dos años el CNT tendrá que volver a revisar un posible aumento, tal como lo señala la legislación respectiva.

Recordó que desde el año 2000 el sueldo mínimo subió de S/. 410 a S/. 750, pero particularmente en este gobierno se elevó de S/. 600 a S/. 750.

Maurate sostuvo que desconoce si el presidente Humala se pronunciará sobre el particular durante el mensaje a la Nación del próximo 28 de julio y evitó decir si él está de acuerdo con el incremento.

Al respecto, Carmela Sifuentes, presidenta de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), señaló que tanto la Cámara de Comercio de Lima como la Asociación de Exportadores (Adex) son los principales detractores del incremento del salario mínimo.

Manifestó que no solo basta con aumentar la RMV, sino que es necesario el inicio del debate de la Ley General de Trabajo, con la finalidad de corregir la dispersión laboral, una de las principales causas de los bajos salarios y la informalidad.

En diversas oportunidades, los voceros de la CGTP han considerado que el sueldo mínimo se eleve progresivamente hasta alcanzar el precio de la canasta básica familiar, que bordea los S/. 1.500.

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el sueldo mínimo en el Perú es el segundo más bajo de la región, superando solo a Bolivia, que hace poco lo elevó.

Seis mil empleos en feria laboral

– Entre ayer y hoy, el Ministerio de Trabajo viene realizando la Semana del Empleo en la plaza de armas del distrito de Breña.

– En dicha feria se ofrecen 6 mil puestos de trabajo formal; sin embargo, las expectativas de contratación no son las mejores por la falta de capacitación de los jóvenes.

– El ministro de Trabajo, Daniel Maurate, dijo que contrariamente a la realidad del mundo, donde el 75% de los jóvenes optan por carreras técnicas o ingenierías, porque hay una mayor oferta de puestos laborales, en el Perú las tres cuartas partes de los jóvenes deciden estudiar profesiones ligadas a las humanidades.

– “Estudian las carreras de Derecho o Ciencias Sociales, donde las plazas de trabajo son pocas y los sueldos no son atractivos”, remarcó durante la inauguración de la Semana del Empleo.

En: larepublica.pe

Bristol rebaja en 35% precio de fármaco contra el VIH, pero no deja el monopolio

Avance. Sector Salud adquirirá medio millón de tabletas de Atazanavir para abastecer sus hospitales, los de EsSalud, la Policía y las FFAA. Con licencia obligatoria, rebaja pudo ser mayor.

Cuando está por agotarse el stock del antirretroviral Atazanavir, que es vital para 1800 peruanos con VIH/Sida, el Ministerio de Salud (Minsa) logró una ostensible reducción en el precio del fármaco que en nuestro país era 20 veces más caro que en las naciones vecinas.

Así, las tabletas de Atazanavir pasaron de costar S/. 29.17 (precio pagado por cada tableta en 2013) a S/. 18.96, lo que constituye una rebaja del 35%, según informó el Minsa.

El acuerdo del nuevo precio fue logrado por los especialistas de dicho sector, a cargo de la compra del medicamento, y los representantes de la estadounidense Bristol Myers Squibb, que tiene la patente hasta el 2019 y con la cual se empezó a negociar hace casi un año para reducir el costo.

Como lo informó La República, en el marco de dichas negociaciones el Minsa presentó hace seis meses un decreto supremo para declarar de interés público el Atazanavir, a fin de que se permita el ingreso de la competencia a través de una licencia obligatoria, un mecanismo permitido por la Organización Mundial del Comercio y los todos los tratados de libre comercio.

Dicha licencia hubiera hecho posible una reducción mayor en el precio del antirretroviral que en otros países, como Bolivia, donde no hay patente, se expide a S/. 1.40.

Sin embargo, los ministerios de Economía y Finanzas y de Comercio Exterior observaron esa propuesta, bloqueando la promulgación del decreto supremo. A esa negativa se sumó el Ministerio de Justicia, a pesar de que la compra del Atazanavir, por su alto costo, absorbía el 54% del presupuesto para el VIH Sida. Esto motivó la crítica de diversos sectores.

PRIMERA COMPRA

Culminadas las negociaciones con la Bristol Myers Squibb, que continúa con el monopolio en la venta de Atazanavir en el Perú, el Minsa adquirirá de manera urgente 499,980 tabletas a un costo de S/. 9’479,620.80 para atender a casi 2 mil pacientes.

Al respecto, el ministro de Salud, Aníbal Velásquez, declaró que la mencionada rebaja en el precio constituye un importante avance que permitirá asegurar el abastecimiento del fármaco hasta el primer trimestre del 2016.

Velásquez resaltó que la reducción del precio no solo beneficiará al Minsa sino también a las demás instituciones del sector, como EsSalud, INPE, Fuerzas Armadas, Policía Nacional, entre otras.

Respecto al costo del fármaco, dijo que ahora este es más barato en Perú ( US$ 6.77), respecto al que se paga en Chile (US$ 9.22), Colombia (US$ 7.75) y México (US$ 7.18).

El ministro no reveló detalles de las tratativas con la farmacéutica que hasta hace unos días parecía no ceder. No obstante, en enero pasado había advertido que el laboratorio solo estaba dispuesto a bajar un 12% del precio en el primer año y hasta un 40% en el segundo, siempre y cuando el Perú pase este medicamento al primer esquema de tratamiento. Esto debía significar una compra más voluminosa y el cambio de políticas sanitarias.

Además, hace unos días, el viceministro de Comercio Exterior y Turismo, Edgar Vásquez, aseguró a La República que no se opone a la licencia obligatoria, pero considera que esta no estaría “debidamente sustentada”. Y dio sus razones. Según él no hay un problema de acceso al medicamento porque el Minsa lo suministra gratuitamente, hay más recursos en Perú y el sector Salud puede pagar el sobrecosto de la patente hasta el 2019.

“La rebaja pudo ser mayor…”

-“La reducción de 35% en el precio del Atazanavir pudo haber sido mayor con la licencia obligatoria, por eso seguiremos luchando para que ello ocurra”, aseguró el coordinador nacional de la Red Peruana de Pacientes y Usuarios, Julio Cruz Requenes.

-Indicó que si bien el tratamiento del VIH es gratuito, los millones de soles que se pagan de más pueden ser invertidos en apoyo a pacientes de enfermedades raras.

-“Está claro que desde el gobierno se quiere seguir favoreciendo las relaciones comerciales con la farmacéutica estadounidense y se deja de lado al ser humano. ”La licencia obligatoria permitiría el ingreso de otros laboratorios que ofrecen costos menores”, insistió.

En: larepublica.pe

Estados Unidos e Irán alcanzaron histórico pacto nuclear que pone fin a 35 años de enfrentamientos

En el acuerdo final Teherán se compromete a reducir su capacidad nuclear y a cambio las potencias levantarán las sanciones internacionales.

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Irán y Estados Unidos, junto a otras potencias mundiales, concluyeron el martes un acuerdo que prácticamente imposibilita a Teherán la construcción de una bomba atómica durante varios años, a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales que ahogaban su economía.

El presidente estadounidense Barack Obama saludó el acuerdo que da la “posibilidad de ir en una nueva dirección”. Pero cuidado, advirtió Obama en una intervención retransmitida en directo también por la televisión iraní: el acuerdo está fundado en comprobaciones, “no en la confianza”.

Londres, Teherán y Bruselas también celebraron un acuerdo “histórico”, mientras que Moscú aseguró que el mundo había lanzado “un gran suspiro de alivio”.

Por el contrario, Israel denunció de inmediato un “error histórico” que permitirá a Irán financiar “su máquina de terror”.

Es la primera vez que un acuerdo a tan alto nivel se produce entre la República Islámica y Estados Unidos desde la ruptura de sus relaciones diplomáticas en 1980.

LOS ACUERDOS

El acuerdo fue alcanzado tras una serie de negociaciones iniciada en septiembre de 2013 y cuya última ronda se extendió a lo largo de los 18 últimos días.

Las discusiones entre Irán y el grupo 5+1 (los países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU –Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido– y Alemania) fueron prolongadas en varias ocasiones..

En el pacto final Teherán se compromete a reducir su capacidad nuclear (disminuirá dos tercios las centrifugadoras de uranio en 10 años, sus reservas de uranio enriquecido…) durante varios años y permitirá que los inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) realicen inspecciones en profundidad de sus instalaciones.

El objetivo es hacer casi imposible que Irán* pueda fabricar la bomba atómica,* pero autoriza a la República Islámica a continuar con su programa nuclear civil.

A cambio, las sanciones internacionales adoptadas desde 2006 por Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU, serán levantadas progresivamente a partir de 2016 si la República Islámica cumple con sus compromisos. En caso de violación del acuerdo, podrán ser establecidas, y esa reversibilidad durará 15 años. El embargo de armas continuará durante los próximos cinco años.

En: peru21

Iran, world powers reach landmark nuclear agreement

The United States and other world powers reached a historic agreement with Iran on Tuesday that calls for limits on Tehran’s nuclear program in return for lifting economic sanctions that have crippled Iran’s economy.

“Every path to a nuclear weapon has been cut off,” President Obama declared in Washington. Addressing critics in Congress and Israel who say Iran can’t be trusted to honor the agreement, Obama said the deal is not just built on trust but “on verification.”

The deal will keep Iran from producing enough material for an atomic weapon for at least 10 years and impose provisions for inspections of Iranian facilities, including military sites.

In Tehran, Iranian President Hassan Rouhani heralded “a new chapter” in relations with the world community. The agreement marks the first time the two countries have engaged in direct and open diplomacy in more than a generation.

The Republican-run Congress, where many question whether Iran will live up to its commitments, has 60 days to review the agreement and could issue a resolution of disapproval.

Congressional leaders remained skeptical of the deal and promised to scrutinize it closely, while many Republican presidential candidates blasted it. “My initial impression is that this deal is far worse than I ever dreamed it could be,” said Sen. Lindsey Graham, R-S.C., to Bloomberg News. He called it a “nightmare” for Israel, the Middle East and the world.

Obama, however, vowed to veto any congressional move to block the agreement, saying that “I am confident that this deal will meet the national security interests of the United States and our allies.”

Israel’s Prime Minister Benjamin Netanyahu assailed the deal, calling it a “mistake of historic proportions.” Israel fears that Iran will still find a way to acquire a nuclear weapon and threaten Israel’s security.

The Iranian government insists its nuclear program is solely for peaceful purposes and Obama said the deal will make sure of that.

Obama is expected to make calls to other world leaders in the coming days about the Iran nuclear agreement — including Netanyahu.

The deal was formally announced at a news conference in Vienna, where negotiators have spent weeks nailing down final details. Federica Mogherini, the European Union’s top foreign affairs official, and Iran’s Foreign Minister Mohammad, Javad Zarif, said, “Iran reaffirms that under no circumstances will Iran ever seek, develop or acquire any nuclear weapons,” according to a joint statement by the two officials.

Mogherini and Zarif said the agreement will result in the lifting of all United Nations Security Council sanctions and multilateral and national sanctions related to Iran’s nuclear program. The agreement calls for the sanctions to be lifted in phases as Iran meets terms of the deal.

The agreement respects the interests of all sides, they said. The text will be presented to the Security Council in the next few days for endorsement.

Russian President Vladimir Putin welcomed the agreement, saying: “The world can breathe a sigh of relief.”

The United States, United Kingdom, France, China and Russia — the five permanent members of the U.N. Security Council — plus Germany have held nuclear negotiations with Iran for over a decade, but the talks have progressed unevenly and at times stalled.

European Council President Donald Tusk said the “breakthrough” deal brought an end to a 13-year standoff.

“If fully implemented, the agreement could be a turning point in relations between Iran and the international community, paving the way to new avenues of cooperation between the EU and Iran,” he said. “Geopolitically, it has the potential to be a game changer.”

Oil prices dropped around 2% Tuesday as news of the deal broke, but then rose again. Once oil-rich Iran is permitted to sell on world markets, it would do so at a time when crude prices have been under pressure because of a global supply glut.

Contributing: Kim Hjelmgaard and David Jackson

En: USAtoday

Tribunal Constitucional establece cuatro reglas para obtener la reposición laboral

El TC detalló como reglas que se analizan de manera conjunta, por el juez, para considerar que el proceso laboral es “igualmente satisfactorio” al proceso de amparo.

102673 fuente diario gestion 13 07 2015Fallo. El precedente obligatorio se emitió en el Exp. 02383-2013-PA/TC

El Tribunal Constitucional (TC) determinó como precedente de observancia obligatoria cuatro condiciones para que se admita la demanda en los procesos de amparo, cuando se busque la reposición en el puesto de trabajo.

De este modo, de no cumplir todos los criterios fijados en el fallo, las demandas serán declaradas improcedentes y reconducidas a la vía ordinaria laboral.

Igual regla aplicará respecto a las demandas de amparo que busquen la reposición en el empleo iniciadas luego de publicado el precedente vinculante.

Reglas

El TC detalló como reglas que se analizan de manera conjunta, por el juez, para considerar que el proceso laboral es “igualmente satisfactorio” al proceso de amparo:

Que la estructura del proceso (considerando la celeridad y eficacia en resolver el caso) sea idónea para la tutela del derecho (protección contra el derecho constitucional vulnerado).

También, si la resolución que emita el juzgado podría brindar una tutela adecuada al caso, es decir, pueda resolver el caso concreto.

Además, que no exista el riesgo de que se produzca una irreparabilidad, es decir, se debe evitar poner en grave riesgo el derecho constitucional afectado.

Y, si no existe necesidad de una tutela urgente, considerando la magnitud del bien involucrado o el daño.

Análisis

El TC indicó que no solo se analizará para determinar si los procesos de amparo o laborales, son equivalentes en cuanto a la satisfacción del reclamo sobre la base de la celeridad en resolver el caso (objetivo), sino que también se verá el daño y urgencia (subjetivo).

En: gestion

La soledad de Dilma Rousseff, por Michael Reid

Las dificultades de Brasil conllevan algunas lecciones para el Perú.

En los últimos 61 años, cuatro presidentes civiles en Brasil no lograron terminar sus mandatos, de cuatro maneras distintas. Getúlio Vargas se suicidó en 1954. Jânio Quadros renunció en 1961. Tres años más tarde, João ‘Jango’ Goulart fue echado por un golpe militar. Y en 1993 Fernando Collor fue impugnado. ¿Será que Dilma Rousseff va a convertirse en la quinta en salir antes de tiempo?

Este desenlace sigue siendo improbable, pero su posibilidad crece. Afortunadamente se puede descartar un golpe. También el suicidio: Rousseff, una guerrillera urbana cuando joven, dijo esta semana al diario “Folha de São Paulo” que nunca contempló tomar su propia vida, aún cuando fue torturada por el régimen militar brasileño. Pero, gracias a la combinación tóxica de una economía en vías de recesión y la hidra de corrupción envolviendo a Petrobras, la empresa petrolera de control estatal, su impugnación o renuncia ya no son totalmente impensables.

Después de tan solo seis meses de su segundo mandato, Dilma (como se refieren a ella los brasileños), padece una soledad política asombrosa. En la última encuesta nacional de Ibope, 83% la desaprobó –un número mayor que el de cualquier otro presidente desde la restauración de la democracia en 1985–. Está distanciada de su propio partido, el Partido de los Trabajadores (PT). Además, ha perdido el comando del Congreso, ya en manos del Partido del Movimiento Democrático Brasilero (PMDB), una aglomeración centrista de barones políticos regionales que –en teoría– es un aliado del gobierno pero con agenda propia.

Es un giro extraordinario. Por 12 años el PT dominó la política brasileña, gracias a las políticas sociales y la relación con ‘o povo’ de Luiz Inácio Lula da Silva, el antecesor y mentor de Dilma, y el crecimiento económico inesperado del ‘boom’ de los commodities. A Dilma le faltan las habilidades políticas de Lula (las relaciones entre ellos ya son tensas). Pero una mejora continua en los ingresos reales fue suficiente para darle una victoria apretada en la elección de octubre pasado, después de una campaña en la cual ella proclamó que la única amenaza al bienestar social eran las nefastas propuestas “neoliberales” de su opositor principal, Aécio Neves.

Ahora los brasileños saben que compraron un prospecto falso. Están pagando por los errores económicos del primer mandato de Dilma, cuando se alejó de la responsabilidad macroeconómica del comienzo de la era de Lula para adoptar una especie de capitalismo de Estado. Esta “nova matriz econômica” fue compuesta por cuentas públicas opacas, la politización de la política monetaria y una política industrial anacrónica dirigida a la sustitución de importaciones. Fracasó: el crecimiento fue mediocre, la inflación bien por encima de la meta y su campaña de reelección fue acompañada por un gasto público desmedido que duplicó el déficit fiscal a 6,75% del PBI.

Los brasileños son pragmáticos por naturaleza. Es a su crédito que Dilma reconoció que un ajuste fiscal y políticas más amigables hacia el sector privado son esenciales para que Brasil retenga su evaluación crediticia de grado de inversión y vuelva a la senda del crecimiento. Para esos fines nombró como su ministro de hacienda a Joaquim Levy, un halcón fiscal y liberal económico y ha dejado que el Banco Central eleve la tasa de interés para sofocar la inflación. Este ajuste ha tenido como consecuencias inevitables un incremento en el desempleo y una caída fuerte en los ingresos reales.

El mayor peligro político que enfrenta la presidenta viene de la investigación de la corrupción en Petrobras. Según la misma empresa, esta le costó US$2,1 mil millones en sobrecostos desviados a ejecutivos corruptos por sus contratistas. Según los fiscales, la mayoría del dinero se canalizó al PT y sus aliados (aunque una parte terminó en los bolsillos de los involucrados).

Los fiscales están investigando a unos 50 políticos, incluyendo al ex tesorero del PT y varios líderes del Congreso. El juez que dirige el caso ha ordenado el arresto preventivo de varios empresarios, para alentar que se conviertan en testigos privilegiados. Entre los últimos detenidos está Marcelo Odebrecht, el presidente de la empresa del mismo nombre.

Aunque Dilma presidió el directorio de Petrobras entre el 2003 y el 2010, nadie cree que es personalmente corrupta. Pero la investigación es una amenaza potencial para ella. Hay especulación de que el Sr. Odebrecht podría acusar a Lula, con quien tenía una relación cercana. Esto podría precipitar una ruptura entre Lula y Dilma. Pero Lula insiste que con Odebrecht solo actuó como un embajador para los negocios del país, en la misma forma que hacen ex presidentes del mundo entero.

Más dañino para Dilma es el testimonio, filtrado hace poco, de Ricardo Pessoa, el gerente de una constructora, quien alegó que 7,5 millones de reales de los sobrecostos fueron pagados a su campaña de reelección el año pasado. Al menos, en teoría, esto podría llevar al Tribunal Supremo Electoral a anular la elección. Al mismo tiempo, el Tribunal de Cuentas de la Unión (el equivalente a la contraloría peruana) probablemente va a dictaminar en agosto que los trucos fiscales preelectorales violaron la Ley de Responsabilidad Fiscal. Algunos abogados piensan que esto sería causa para impugnar a la presidenta.

Por lo tanto hay una posibilidad real de que Dilma no sobreviva. Pero el cálculo político en Brasilia apunta, por lo menos hasta este momento, a que probablemente lo hará. El PMDB está contento de ejercer poder sin responsabilidad; mejor, para ellos, dejar que Dilma pague el costo político del ajuste.

Las dificultades de Brasil conllevan algunas lecciones para el Perú. Primero, abandonar políticas macroeconómicas responsables, tarde o temprano, tiene un costo alto. Segundo, la política industrial de Dilma contribuyó indirectamente a la corrupción, por proteger a Petrobras de la competencia y, por lo tanto, de la transparencia.

Tercero, la mayoría de los fiscales y jueces brasileños son recelosos de su independencia. Su cruzada recuerda las investigaciones de ‘mani puliti’ (manos limpias) que tumbaron el corrupto edificio de la política italiana de la posguerra. Claro que hay riesgos de que se les vaya la mano. Pero la democracia de Brasil y su economía saldrán fortalecidas de sus apuros actuales. Los políticos (y los empresarios) van a pensar dos veces antes de coimear, o caer en trucos fiscales. En cuanto al PT, tuvo éxito en convertir a Brasil en un país menos desigual. Ahora probablemente se le recordará por sus esfuerzos ilícitos de perpetuarse en el poder. Tal como saben los peruanos, la alternación periódica en el poder es esencial para la renovación constante de la democracia.

En: elcomercio

Beijing Is Finally Getting Serious About Climate Change

As the world’s largest emitter of greenhouse gases, China has made a number moves in the past year to reduce emissions and clean up its environment. Most recently, on June 30, Chinese Premier Li Keqiang said China would reduce its carbon intensity, the amount of carbon dioxide emitted per unit of GDP, by 60 to 65 percent of 2005 levels by 2030. The pledge comes ahead of the U.N. climate change summit to be held in Paris later this year. Li also reiterated that renewable energy should make up 20 percent of China’s primary energy supply by the same date. Could Beijing’s announcements signal it is at last getting out in front of China’s pollution problem, or do they reflect a low-balled target that could let polluters off the hook in the coming years? Could the announcement pave the way for greater cooperation between China and the United States, the world’s second-largest emitter? In this ChinaFile conversation, experts discuss.

Climategraph
Source: Global Carbon Atlas (1970-2013 data); 2030 estimate, Dept. of Climate Change, National Development & Reform Commission of China

Barbara A. Finamore, senior attorney and Asia director at the Natural Resources Defense Council (NRDC):

Beijing has been moving out in front of the pollution problem over the past few years — just look at the regional coal caps or the ban on new coal, steel, and cement plants in Beijing and Tianjin, among other areas. The carbon intensity target that was announced does come in somewhat below our expectations, given the slate of policies that can be implemented to further reduce emissions. In fact, the Natural Resources Defense Council (NRDC) has been working with partners in China on a national China Coal Cap that, if implemented, would reduce emissions significantly and see them peak earlier than 2030.

The renewable energy target is a serious commitment from China. They are adding renewable power between now and 2030 that truly dwarfs comparison — it is the equivalent of adding the entire U.S. power grid, but only in the form of non-fossil fuel energy. We have seen a lot of cooperation between the United States and China, especially through the Climate Change Working Group and EcoPartnerships between the countries — and there will be more of these types of initiatives as we go forward.

Given that China’s population is over four times that of the United States, it is not surprising that China emits twice as much. The real question is at what point China starts to bend the curve on emissions growth. As policymakers in China like to point out, China’s emissions will peak at a much lower GDP per capita than that of developed countries. In 2030, when emissions are supposed to peak, China’s GDP per capita will be at about $10,000 in 2005 dollars. The United States peaked when its GDP per capita was at about $40,000. The EU peaked when its GDP per capita was at about $20,000, while some other developed countries still haven’t peaked at $50,000. Comparing the peak value per capita, China’s emissions per capita when it peaks will be no more than 10 tons greenhouse gas (GHG) per capita. The U.S. peaked at 19.5 tons GHG per capita, while Germany peaked at 14.1 tons GHG per capita and the UK peaked at 11.3 tons GHG per capita.

What China is trying to accomplish is really setting a new type of growth trajectory that must take the environment into account..

China will need a greater annual reduction rate of carbon intensity than most developed countries to reach its commitment of reducing carbon intensity by 60 to 65 percent by 2030. China would have to maintain a 3.6 to 4.1 percent annual reduction rate from 2005 to 2030. The U.S. rate since 1990 was 2.3 percent, and from 2005 to 2025 it would need to average 3.5 to 3.6 percent to reach the 26 to 28 percent total emissions reduction target as laid out in the U.S. climate pledge. The EU reduction rate since 1990 was also 2.3 percent, and the rate required to meet the EU goal of a 40 percent total emissions reduction in 2030 from 1990 levels would be 3.2 percent.

The comment above was coauthored by NRDC International Climate Advocate Han Chen.

Sam Geall, research fellow on Low-Carbon Innovation in China at the University of Sussex:

China’s commitments to the U.N. climate negotiations illuminate a real turnaround underway in its economy: from energy-intensive industries towards innovation and services as the basis of higher-quality future growth.

Until recently, China’s headline-making targets would have sounded unachievable, but last year, China’s coal consumption fell by 2.9% from 2013 and continued to fall in the first quarter of 2015.

For many analysts, this doesn’t just show the short-term effect of a slowdown. It indicates the country’s coal industry is in structural decline, underpinned by aggressive pollution-control policies and support for clean energy sources.

The country’s target to reach 20 percent non-fossil fuel sources in primary energy consumption, for example, will entail adding a huge 800 to 1,000 gigawatts (GW) of renewables over the next 15 years — around the capacity of the entire U.S. electricity system to date.

China plans to install 200 GW of wind and 100 GW of solar by 2020. The country is now world’s leading investor in renewables, and these industries can expect continued support in the 13th Five Year Plan (2016-2020).

Does this mean that Beijing’s smog has lifted? That China has overcome its local enforcement problems? That the expansion of infrastructure envisioned by the “One Belt, One Road” plan will be carbon-neutral? Of course not. But there are reasons to be hopeful.

First, at the local level: it seems like Beijing is finally getting serious about addressing its chronic implementation problems. Traditionally, collusion between regulators and polluters and misaligned political evaluation metrics for officials have thwarted environmental initiatives. However, the unpromisingly titled Central Document Number 12, “Opinions of the Central Committee of the Communist Party of China and the State Council on Further Promoting the Development of Ecological Civilization,” published in April, suggests that local government officials will be promoted according to environmentally adjusted benchmarks, rather than simply GDP growth, and that environmental black marks will remain on their work records.

Second, at the elite level: it seems like climate-friendly policies align with the Chinese government’s self-interest. While vested interests and an overriding focus on high growth rates traditionally have worked against green policies, climate policies clearly have other major benefits for China: from addressing rising public concern about air pollution, to positioning the country as a leading exporter of clean technologies.

It is now widely believed that China will overachieve on its climate targets — and that its emissions, for example, are on track to peak by 2025. The balance of evidence suggests China’s transition is underway, and we would be unwise to ignore it. 

Angel Hsu, joint faculty at the Yale School of Forestry and Environmental Studies and Yale-NUS College:

First, under its new “intended nationally determined contribution” (INDC), China only has to achieve half of its average annual percent reduction in carbon intensity (5 percent over the last four years) to achieve its 12th Five-Year Plan target. At the low end of the target (16 percent), China will only need to reduce carbon intensity by about 1.6 percent this year and 2.6 percent to achieve the higher end (17 percent). Given these results, it seems China is on track to complete its previously committed 2020 target of 40 to 45 percent reduction. While some say that this progress demonstrates a lack of ambition regarding China’s pledge, we know that China often “under-promises but over-delivers,” so it is not unlikely that it will peak emissions sooner than 2030.

When China is anticipated to peak emissions in 2030, however, it will achieve a per capita emissions much lower than many European countries and the United States. China’s target per capita emissions are expected to peak at an estimated 8 tons of CO2per capita. The United States peaked its carbon emissions in 1973 with around 23 tons per capita, nearly four times what China is expected to achieve. China’s population is also expected to peak in 2030 at 1.465 billion, so further reductions of emissions beyond 2030 will also result in lower per capita emissions.

While the 20 percent non-fossil target has also been widely lauded, it is worth noting that this goal does not solely rely on renewables like wind and solar. China will also increase its reliance on nuclear power generation. Projections estimate that China’s online nuclear capacity will provide about 10 percent of China’s total electricity generation in 2030. The share of nuclear power generation will exceed the percentage of hydropower, which is only expected to increase slightly from around 7 percent in 2020 to 8.5 percent in 2030. Some countries, such as Brazil, have committed to renewable energy targets without hydro. Given hydropower’s controversy in China due to large-scale projects like the Three Gorges Dam, its marginal growth can be seen as a positive, although nuclear power has its own precautions.

China’s pledge proposes “low-carbon living” and a “social participation mechanism” to engage the public to help achieve the country’s carbon goals. This is the first time China has mentioned enlisting the public in a climate pledge to the United Nations Framework Convention on Climate Change (UNFCCC), signaling a heightened awareness that the government cannot achieve its ambitious pledges without popular support and assistance.

China’s INDC has set the bar for other large, rapidly-developing countries and the remaining half of the world that have yet to make their commitments public.

India, for example, is not expected to announce its climate pledge until September. Indications so far suggest that India will not commit to a peak year for emissions but instead will propose two tracks of commitments contingent upon funding. With only a few months left before the Paris climate negotiations, China’s INDC can serve as a critical model for what others can aspire to deliver.

The comment above was edited from a post first published at the Paulson Institute’s blog.

Joanna Lewis, associate professor in the Science, Technology and International Affairs Program at Georgetown University’s Edmund A. Walsh School of Foreign Service:

China’s climate targets are mobilizing actions across the country. The announcements coming from Beijing have clearly demonstrated that China is ready to be a constructive player at COP21, starting with last November’s U.S.-China joint climate announcement and followed up most recently with the INDC submission to the UNFCCC. But it is only with aggressive local action that Beijing’s ambitious national targets can be carried out.

A common criticism of China’s INDC is that a 2030 emissions peak is not sufficiently ambitious, though few projections support that claim. For example, the US Energy Information Administration’s most recent reference scenario for China shows emissions peaking sometime after 2040. It is also important to note that since China’s provinces are at widely varying levels of economic development, in order for China’s total emissions to peak by 2030, most of China’s wealthier provinces will in fact need to achieve a significantly earlier peak. For example, Shanghai municipality has been told that its emissions need to peak by 2020.

Of course, that doesn’t mean that China couldn’t do better and achieve an earlier emissions peak. The key to any emissions peak, including both the timing and level of the peak, will be when a peak in coal consumption can be achieved. A recent study released by China’s National Center for Climate Change Strategy and International Cooperation as part of the China Coal Cap Project demonstrates how carbon emissions could peak between 2020 and 2025 if coal consumption was capped by 2020. The transition away from coal in China is not going to be easy, however, as the coal sector is a major employer in many provinces and a key driver of local economic growth. Employment is key for stability, and few provincial leaders want to risk the social insatiability that could come with massive coal sector layoffs.

Aware that one of the biggest challenges to limiting carbon emissions will be measuring and enforcing the targets being implemented, provincial and local governments have been tasked with developing rigorous measurement, reporting and verification (MRV) procedures. Many of the provinces and municipalities that have been selected to implement an emissions trading scheme for carbon on a pilot basis have made impressive strides in tracking emissions from large emitters and are beginning to impose emissions restrictions in anticipation of a forthcoming national trading scheme. Shanghai, for example, has developed a MRV system based on those used in the European Union and California that includes annual reporting requirements for companies and third party verification. Since tracking carbon is a new requirement for most Chinese companies, provincial government agencies and universities are working hard to train them in correct procedures.

So while China has a ways to go in achieving the emissions reductions needed, all signs point to its government — at all levels — taking the challenge seriously.

Li Shuo, senior climate and energy policy officer for Greenpeace East Asia:

There are two sides to China’s post-2020 climate plan, the environmental and the political; and they are tightly connected to each other and are affected by China-U.S. relations.

On the environmental side, the 60 to 65 percent carbon intensity reduction target and the peaking around 2030 should be viewed as only the floor of action instead of as the “ceiling.” This is because the targets do not fully reflect the significant current energy trends. Coal consumption, which contributes to almost 80 percent of China’s fossil fuel related CO2 emissions, was down in 2014 by 2.9 percent year on year. This brought absolute energy-related CO2 emissions down by about 1 percent — something unthinkable even just a few months ago. Thus, it is likely that China will go beyond what it put on the table last week. In fact, there is already growing consensus that instead of peaking around 2030, the tipping point of China’s emissions may come much earlier than previously thought.

On the political side, one should always realize that China’s emission commitments are very much influenced by political considerations. In this regard, China has followed its traditional diplomatic approach of under-committing and over-delivering. It is also fair to say China’s offer was also shaped by what it perceived to be a fair contribution relative to the U.S. level of ambition (and its own consideration and assessment of whether the United States could deliver its target in the end).

This makes it difficult to answer the question of whether China’s greenhouse gas emissions limits are meaningful — it depends on what the metrics are for something to be “meaningful.”

However, if we were to focus on whether these commitments are meaningful towards addressing global climate change, then the answer is “no.” Given the current pledges by the United States, China, and other major emitters, we are still emitting far too much to stay below 2 degrees temperature rise required by climate scientists. Therefore, more must be done.

Nonetheless, it is significant that the two largest emitters — U.S. and China — are working with each other. The cooperation has already injected valuable political momentum to international climate process, and is a drastically different dynamic compared with six years ago before Copenhagen.

Today, extensive bilateral cooperation is clearly apparent; note the long list of climate related outcomes of the recent U.S.-China Strategic and Economic Dialogue. (A comparative reading of the much thinner E.U.-China climate announcement, signed just a week later, indicates how much more advanced the U.S.-China relationship is). Also note that the politics around climate change in the United States and China are bound closely. While there are further challenges ahead — for the U.S. in getting Congressional support, and for China in implementation — both targets were signed and led by top political leaders, and so it is hard to see how either side can simply walk away without carefully considering the broader political ramifications.

There is still much more work to be done though. It would be short-sighted if the current bilateral cooperation was aimed merely for Paris. It is already clear that there is much that work beyond Paris that would require sustained China-U.S. cooperation extending beyond the term of the Obama administration. Thus, far sighted political fortitude and a continued focus on the implementation by both sides, is key.

En: foreignpolicy

What’s the future of world order?

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The latest G-7 summit, in the beautiful Alpine setting of Garmisch-Partenkirchen in Germany, has come and gone. No longer the G-8, owing to Russia’s suspension, the forum is again composed exclusively of traditional Western powers. At a time when the emergence of large, densely populated economic powerhouses like Brazil, China, India, and Indonesia is challenging Western dominance, many believe that the current international system is due for an overhaul.

In fact, a new world order is almost certain to emerge – and very soon. The shape it takes will be determined by two key phenomena: globalization and digitization.

Globalization is enabling economies that are not yet fully industrialized to reap the benefits of industrialization and become integrated into global markets – a trend that has redefined the global division of labor and transformed value chains. The revolution in digital communication technology has underpinned this shift.

Of course, the impact of digitization extends beyond economics; it has broken down many cultural barriers, giving ordinary citizens in even remote regions access to information and ideas from all over the world. As globalization-enabled economic development continues to raise incomes, this cultural integration will undoubtedly lead to broader political participation, especially among an increasingly large – and increasingly demanding – middle class. Already, this trend is complicating governments’ efforts at domestic monitoring and control.

In terms of the global economic balance of power, however, the impact of globalization and digitization remains difficult to predict. While these trends have undoubtedly fueled the economic rise of some developing countries, the West – especially the US – retains a technological and innovative edge. Indeed, America’s technological lead – together with its enormous capital assets and dynamic business culture, exemplified in Silicon Valley – could ultimately reinforce its global standing.

But, with major emerging economies like China and India working hard to foster innovation, while still benefiting from technological catch-up, it is also possible that continued globalization and digitization will propel continued “de-Westernization” of the international order. Only time will tell whether these countries will successfully challenge the established powers.

Even if the US – and, to some extent, Western Europe – does retain a competitive edge, it is unlikely to retain the kind of global geopolitical control that it has had since World War II and, especially, since the Soviet Union’s collapse left it as the world’s sole superpower. In fact, even though the US remains dominant in military, political, economic, technological, and cultural terms, its global hegemony already seems to have slipped away.

The reality is that America’s global geopolitical supremacy did not last long at all. After becoming overstretched in a series of unwinnable wars against much weaker – and yet irrepressible – opponents, the US was forced to turn inward. The power vacuums that it left behind have produced regional crises – most notably, in the Middle East, Ukraine, and the South and East China Seas – and have contributed to a wider shift toward instability and disorder.

The question now is what will replace Pax Americana. One possibility is a return to the kind of decentralized order that existed before the Industrial Revolution. At that time, China and India were the world’s largest economies, a status that they will regain in this century. When they do, they might join the traditional powers – the US and Europe, as well as Russia – to create a sort of “pentarchy” resembling the European balance-of-power system of the nineteenth century.

But there are serious questions about most of these countries’ capacity to assume global leadership roles. With the European Union facing unprecedented challenges and crisis, it is impossible to predict its future. Russia’s future is even more uncertain; so far, it has been unable to rid itself of the phantom pains over its lost empire, much less arrest the deterioration of its society and economy. India has the potential to play an important role internationally, but it has a long way to go before it is stable and prosperous enough to do so.

That leaves only the US and China. Many have predicted the emergence of a new bipolar world order, or even a new Cold War, with China replacing the Soviet Union as America’s rival. But this, too, seems unlikely, if only because, in today’s interconnected world, the US and China cannot allow conflict and competition to obscure their common interests.

As it stands, China is financing America’s public debt, and, in a sense, subsidizing its global authority. And China could not have achieved rapid economic growth and modernization without access to US markets. Simply put, the US and China depend on each other. That will go a long way toward mitigating the risks that a new global power’s emergence inevitably generates.

Against this background, it seems likely that the new world order will resemble the bipolar order of the Cold War – but only on the surface. Underneath, it will be characterized by engagement and mutual accommodation, in the name of shared interests.

The G-7 represents a dying order. It is time to prepare for the G-2.

This article is published in collaboration with Project Syndicate. Publication does not imply endorsement of views by the World Economic Forum.

Author: Joschka Fischer was German Foreign Minister and Vice Chancellor from 1998-2005, a term marked by Germany’s strong support for NATO’s intervention in Kosovo in 1999, followed by its opposition to the war in Iraq.

Image: A boy touches a 45-metre (148-feet) long wall lighted by colour rays at an exhibition hall in Wuhan, central China’s Hubei province May 1, 2007. Picture taken May 1, 2007. REUTERS/China.

Posted by Joschka Fischer – 13:38
All opinions expressed are those of the author. The World Economic Forum Blog is an independent and neutral platform dedicated to generating debate around the key topics that shape global, regional and industry agendas.

En: worldeconomicforum

El impacto del billonario derrumbe de la bolsa de valores en China

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En cuestión de semanas la bolsa de valores de China perdió un tercio de su valor, afectando a millones de pequeños inversionistas.

Puede que la ciudad vieja de Shanghái, con sus callejones estrechos, olorosa comida callejera y minúsculas casas de una habitación, esté a punto de desaparecer por causa del desarrollo inmobiliario, pero todavía hospeda a una vibrante comunidad.

Y, a inicios de este año, la mayoría de los rumores y conversaciones de los dueños de tiendas y puestos callejeros de la zona tenían como tema favorito a las fortunas que se podían hacer al otro lado del viejo y sucio río Huangpu, en la Bolsa de Valores de Shanghái.

“Yo nunca había invertido en la bolsa de valores”, cuenta Lin Jinxia, una vecina de la zona.

“Pero me dejé influenciar por la conversación“.

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Lin Jinxia y su esposo perdieron buena parte de sus ahorros como resultado del derrumbe de la bolsa.

 

Lin vive en el séptimo piso de un edificio lleno de viejas y polvorientas bicicletas, en un minúsculo apartamento que comparte con su esposo y su hijo de cuatro años de edad.

Ella y su marido emigraron desde la provincia de Fujian hace cinco años. Y gracias a su trabajo duro, vendiéndole botones a la dinámica industria textil local, lograron ahorrar una pequeña fortuna.

Luego, en mayo de este año, invirtieron buena parte de la misma en la bolsa, colocando más de 200.000 yuanes (unos US$32.000) en cuatro compañías diferentes.

Parecía una inversión inteligente, con acciones en el mundo de la electrónica, la moda y la industria automotriz.

Pero el momento no podía ser peor: el valor colectivo de todas sus acciones se desplomó hasta la mitad de su precio original, lo que significó una pérdida de unos 100.000 yuanes.

“Perdí mucho del dinero por el que había trabajado tan duro”, cuenta Lin. “Ahora tengo que ahorrar y reducir mis gastos”, le dice a la BBC.

Comportamiento de rebaño

Parte del problema es que en China, a diferencia de en Europa y Estados Unidos, el 80% de los inversionistas son individuos.

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La mayor parte de los inversionistas chinos son individuos.

 

Y muchos de ellos son nuevos e inexpertos, por lo que a menudo se dejan guiar por caprichos y rumores.

Eso hace al mercado particularmente susceptible a rápidos cambios provocados por el denominado comportamiento de rebaño.

Y, precisamente, después de haber hecho subir los precios de las acciones en China de forma sostenida por más de un año, el 12 de junio el rebaño decidió repentinamente dar la vuelta.

Tres semanas después, el valor del mercado se había reducido en un tercio, provocando una pérdida de US$3,2 billones.

Ante esta situación, el gobierno chino les prohibió este jueves a los invididuos con una cantidad de acciones mayor al 5% del valor de una empresa que vendan sus títulos durante los próximos seis meses.

“Sabía que había riesgos”

La pequeña sastrería de Chen Zhihui se encuentra en un callejón cerca de la casa de Lin Jixia.

Y, como su vecina, él también actuó siguiendo el consejo de aquellos que, hasta hace poco, habían estado viendo crecer el valor de sus acciones, sin darse cuenta que entraba al juego en el peor momento posible.

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Chen Zhihui es otra víctima del desplome de la bolsa de valores china.

 

“Personalmente, sabía que había riesgos“, admite sin embargo en su pequeño taller y en medio del ruido de una máquina de coser.

Chen puso todo su dinero en una sola compañía: 100.000 yuanes en acciones de una acerera china que rápidamente pasaron a cotizarse a la mitad de su valor original.

Y aunque sus pérdidas son relativamente pequeñas, el modesto sastre dice que en casi todas las casas y tiendas de su barrio y alrededores hay alguien que pasa por un predicamento parecido.

O que teme que pronto podría verse en la misma situación.

“Si todo el mundo perdió 5.000 yuanes, la suma total podría ser inmensa”, advierte Chen.

Y para muchos analistas eso explica por qué el gobierno chino está haciendo todo lo que puede para evitar que el mercado caiga todavía más.

Impacto económico

Parte del problema es que, para el Partido Comunista chino, una pujante bolsa de valores era un componente clave para la transición hacia una sociedad de consumo.

El creciente número de accionistas servía tanto pararecapitalizar a las compañías locales como para hacer quecada vez más chinos se sintieran más ricos.

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Una bolsa de valores llena de pequeños inversionistas era parte de la estrategia de crecimiento económico de China.

 

Pero ahora las autoridades se ven enfrentadas a la tenebrosa posibilidad de que el mercado tenga el efecto contrario.

Y, con sus ahorros evaporándose rápidamente, millones de pequeños inversionistas podrían empezar a apretarse el cinturón.

Algo que podría tener un impacto negativo tanto para la economía china como para a nivel mundial.

Por ahora, sin embargo, son solo los recién llegados a la bolsa de valores los que se han visto afectados, pues en el largo plazo la reciente depreciación ha sido fácilmente compensada por las ganancias obtenidas con anterioridad.

Pero las medidas tomadas por las autoridades en los últimos días son parte de un intento, quizás inútil, para evitar que las cosas se pongan peor.

Y las mismas han sido criticadas por observadores externos como una peligrosa interferencia política en los mercados y su habilidad para valorar adecuadamente el riesgo.

Aunque también podría argumentarse que la misma acusación también cabría para sus intentos originales por dinamizar los mercados.

Política, no economía

Varios analistas creen además que un colapso total del mercado de valores chino no debería tener mayores repercusiones a nivel global.

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Por el momento, el problema parece más político que económico.

 

Su bolsa de valores es muy pequeña, minúscula, caso completamente irrelevante”, dice Chen Long, un economista especialista en China que trabaja para al firma Gavekal Dragonomics.

Equivale a nada más el 5% de la riqueza de los hogares chinos“, explica.

“Y además el mercado todavía está por encima de donde estaba el año pasado”.

Desde esta perspectiva el precio de las acciones chinas todavía podría caer más antes de que nadie, y especialmente el gobierno, tenga realmente motivos para entrar en pánico.

Lo que sugeriría que las acciones Pekín podrían estar motivadas más por preocupaciones políticas que económicas.

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Las actuales preocupaciones del gobierno chino parecen ser más políticas que económicas.

 

Efectivamente, en medio de la actual desaceleración de su economía lo último que necesita el gobierno es hordas de pequeños inversionistas saliendo a la calle a protestar.

Y, al menos por el momento, esa parte de la estrategia parece estar funcionando, pues no se ven signos de enojo.

Lin Jinxia, por ejemplo, planea conservar sus acciones con la esperanza de que su valor vuelva a subir.

“Confío en que el gobierno va a saber aplicar las estrategias necesarias”, le dice a la BBC.

Confianza inversionista

Liu Changrong vende fideos, chuletas de cerdo y arroz en un restaurante que queda a más o menos una cuadra de la sastrería de Chen.

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La situación no ha disuadido a pequeños inversionistas como Liu Chnagrong.

 

Es muy astuto o muy afortunado, o ambas cosas a la vez. “Nada más hay que comprar en el momento justo”, le dice a la BBC.

Eso fue justamente lo que hizo al poner 200.000 yuanes en acciones de un gran conglomerado chino el año pasado para luego vender en mayo, por poco menos de su precio máximo.

Obtuvo pingues ganancias: más de un 50%. Pero no ha perdido el apetito.

Y a pesar de los problemas de sus vecinos, confía en que el gobierno va a solucionar los problemas.

“Cuando el mercado mejore, voy a volverlo a intentar”, dice mientras pone un caldero con agua a hervir.

En: BBC

Nuevo Hospital de Policía tendrá tecnología de punta y costará S/. 293 millones

Salud. Ministro Pérez Guadalupe firmó ayer resolución de transferencia de recursos. Nueva sede estará en 500 días.

En el mediano plazo, el Hospital de la Policía contará con tecnología de punta, con la cual los servicios médicos se ampliarán y se brindará una atención de calidad.

Así lo aseguró, el ministro del Interior, José Luis Pérez Guadalupe, quien ayer firmó la resolución ministerial de transferencia de S/. 293 millones a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la cual licitará la construcción de la nueva sede de la Sanidad Policial.

El nuevo hospital se edificará sobre un área de 28.344 metros cuadrados y se concretará en 500 días calendarios gracias al uso de tecnología basada en un diseño informático de edificaciones.

“El proyecto cuenta con 80 consultorios de consulta externa, 128 camas de hospitalización, un centro obstétrico con siete consultorios, un centro quirúrgico con 8 quirófanos, una unidad de cuidados intensivos intermedios de adultos y otra de intermedios pediátricos”, dijo Pérez Guadalupe.

Además, indicó que el Hospital de la Policía tendrá una unidad de vigilancia intensiva neonatal, una central de esterilización y equipos, 4 laboratorios de patología clínica, 14 salas de diagnóstico de imágenes y ecografías, entre otras áreas.

El proyecto de inversión pública de esta obra es 293 millones de soles y obtuvo viabilidad el 3 de marzo y luego, con apoyo del Ministerio de Economía, se logró que el Congreso emita la Ley N° 30324 para contar con este recurso.

“El último 2 de julio el Mininter suscribió un convenio con la OIM con el objetivo de que inicie el proceso de licitación correspondiente que permita seleccionar, en un plazo máximo de tres meses, al contratista de la ejecución y equipamiento de esta nueva infraestructura de salud y al supervisor de la obra”, puntualizó el ministro del Interior.

El nuevo hospital tiene otros servicios complementarios como un helipuerto, un data center para tecnologías de la información, gestión de residuos sólidos, una casa de fuerzas, servicios de lavandería y ropería, mantenimiento, vestuarios, cisternas y almacén central.

El titular del sector Interior suscribió el documento que permite ejecutar esta infraestructura “que no se ha hecho en el Ministerio y la Policía por lo menos en 70 años y cuya importante partida se logró en beneficio de la familia policial”, indicó Pérez Guadalupe.

En: larepublica

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