Grau del Espacio – Astronave de Combate Huáscar: Sobre héroes, valores y epístolas

Es bueno revalorar a los héroes de un país no solo a través de publicaciones históricas, escolares, universitarias, etc. Este proyecto me parece genial pues permite ver de una forma distinta un tema que en nuestra infancia leíamos a través del relato de hazañas, historia familiar y epistolar. Muchos podrían criticar que esto se basa en algo no original, sin embargo, es un intento por algo bueno y, solo por ello, creo que vale la pena, más aun cuando a Miguel Grau Seminario lo denominamos “El Caballero de los Mares”.

Por tanto, así debería ser con muchos de nuestros héroes nacionales (civiles y militares). No se trata de desinformar, ni tergiversar la verdad de los hechos, sino mas bien de incentivar el interés por estudio de la vida de muchos personajes nacionales e investigar cuáles fueron sus intereses, e inclusive quiénes estuvieron detrás de ellos, o cómo fue que respondieron a un contexto determinado de la historia durante el proceso de emancipación o en la coyuntura de enfrentamiento bélico entre países (Chile, Ecuador, Colombia).

Y no es que la Historia sea importante para nosotros sólo durante la epoca escolar o universitaria, sino para toda la vida a través de la difusión de los valores que muchos peruanos ejemplares pusieron en práctica en su vida. Insisto, no se trata de imponer,ni de “militarizar” a la gente, sino de revalorar acciones tanto de militares como civiles para reforzar esos pequeños detalles que nos hacen mejores ciudadanos en nuestra vida individual y comunitariamente.

Para ello, es necesario tener claro cómo fue nuestra primera etapa como República: un Estado en formación, fragmentado y profundamente centralizado, donde los prejuicios, las desigualdades sociales y raciales eran mucho más fuertes de lo que son actualmente.

Me parece una genial idea, y espero que pronto se materialice en una historia de valores y de alcance universal, sea en cómic, historieta, boletines, etc. Buena idea!

Carta de Miguel Grau a la viuda de Arturo Prat:

Luego del Combate de Iquique, donde la corbeta Esmeralda fue hundida y muerto el chileno Arturo Prat. Grau realizó un acto de caballeros: Recogió las prendas del marino muerto y las envió a su viuda junto con una emotiva carta:

Monitor Huáscar

Al ancla, Pisagua, Junio 2 de 1879

Distinguidísima señora:

Un sagrado deber me autorizo a dirigirme a ud. y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy justamente debe dominarla.

En el combate naval del 21 próximo pasado que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la Esmeralda, fue como usted no lo ignorara ya, victima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria.

Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso y triste deber de enviarle las para usted inestimables prendas que se encontraron en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún consuelo en medio de su desgracia y por eso me he anticipado a remitírselas.

Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor.

Miguel Grau.

Carmela Carvajal, emocionada y agradecida por el gesto de este “gran hombre”, le expresó sus sentimientos a través de una carta dos meses después, de la fecha de la enviada por Grau. Textualmente decía:

Valparaíso, 1° de Agosto de 1879

Señor don Miguel Grau.

Distinguido Señor:

Recibí su fina y estimada carta fechada a bordo del “Huáscar”, en 2 de Junio del corriente año. En ella, con la hidalguía del caballero antiguo, se digna usted a acompañarme en mi dolor, deplorando sinceramente la muerte de mi esposo, y tiene la generosidad de enviarme las queridas prendas que se encontraron sobre la persona de mi Arturo, prendas para mí de un valor inestimable, por ser, o consagradas por su afecto, como los retratos de mi familia, o consagradas por su martirio, como la espada que lleva su adorado nombre.

Al proferir la palabra martirio, no crea usted, señor, que sea mi intento inculpar al jefe del “Huáscar” de la muerte de mi esposo.
Por el contrario, tengo la conciencia de que el distinguido jefe que, arrostrando el furor de innobles pasiones, sobreexcitadas por la guerra, tiene hoy el valor, cuando aún palpitan los recuerdos de Iquique, de asociarse a mi duelo y de poner muy alto el nombre y la conducta de mi esposo en esa jornada, y que tiene aún el más raro valor de desprenderse de un valioso trofeo, poniendo en mis manos una espada que ha cobrado un precio extraordinario por el hecho mismo de no haber sido rendida; un jefe semejante, un corazón tan noble, se habría, estoy cierta, interpuesto, a haberlo podido, entre el matador y su víctima, y habría ahorrado un sacrificio tan estéril para su Patria, como desastroso para mi corazón.

A este propósito, no puedo menos de expresar a usted que es altamente consolador, en medio de las calamidades que origina la guerra, presenciar el grandioso despliegue de sentimientos magnánimos y luchas inmortales que hacen revivir en esta América las escenas y los hombres de la epopeya antigua.

Profundamente reconocida por la caballerosidad de su procedimiento hacia mi persona, y por las nobles palabras con que se digna honrar la memoria de mi esposo, me ofrezco muy respetuosamente de usted atenta y affma. S.S.

Carmela Carvajal de Prat.

Carta de Miguel Grau a su esposa:

Monitor “Huáscar”
Arica Stbre 27 de 1879.

Mi queridísima Esposa:

Ayer tuve el agrado de recibir tu ansiada esperada cartita del 12 de curso, cuya lectura me llenó de contento, porque me anunciabas que tú, vida mía, y los niños se conservaban a Dios gracias sin novedad. Te aseguro esposa querida, que tanto como tú, lamento la inseguridad que hay ahora en la venida y salida de los vapores; pues me parece que solo cada siglo recibo carta tuya, razón por la que más me aburro de estar separado de ti tanto tiempo. Sin embargo tú crees que no te extraño, y que cuando te escribo es solo el momento que me acuerdo de ti; lo que te prometo, no es exacto, porque te tengo siempre presente en mi memoria y en mi corazón.

Hoy tengo que salir acompañando al “Chalaco” que lleva tropa para Iquique; regresaremos mañana a este puerto donde espero el vapor que te debe llevar esta carta, anunciándote que yo sigo bien de salud.

Se está moviendo tanto el buque con el balance que apenas puedo escribir.

Tu mamá me ha mandado una gorra muy lujosa. Salúdala y dale las gracias a mi nombre. Parece que ella te había ocultado que me la enviaba porque creías que el regalo era de Dolores.

Había resuelto no contestar nada respecto al asunto presidencia, porque francamente me parecía que era una broma, pero al ver que me lo repites nuevamente con cierta seriedad, debo decirte que no pienso en tal cosa, por lo menos por ahora, que aún conservo mi razón.

No recuerdo si en alguna de mis anteriores te he dicho que he resuelto definitivamente quedarme de simple comandante del “Huáscar”, y al tomar esa medida he sido obligado por varias razones, y entre otras, la de tener que huír a la vista de un blindado como lo hago ahora, con mi insignia izada; cosa que no podría soportar sin morirme de vergüenza. Segundo: Que yo no veo un solo jefe para comandante del “Huáscar” que maneje este buque como yo lo manejo, por la larga experiencia que tengo de él. Esto puede ser vanidad o todo lo que se quiera, pero es la pura verdad.

Luego, el Gobierno al remitirme el despacho ha debido también mandarme el nombramiento de Comandante General de la Escuadra, y no dejarme de simple jefe de la división que tenía a mi cargo; en fin hay otras circunstancias más que sería largo enumerar. Hazme el favor de reservar esto; solo a mi hermana Dolores se lo puedes referir con la indicación conveniente.

Para proceder con decencia en este asunto, renuncié también el sueldo de Contra Almirante, pero el Director de la Guerra no ha aceptado esta parte.

No dejes de darle a la madre del barbero Flores, treinta y dos soles que me ha entregado por este mes.
El Colán ha gastado todo su sueldo, pues poco después de haberle pagado dijo que ya no tenía; dale sin embargo los nueve soles a María.

No te olvides de decirle a Gómez que vaya a la “Fraternal” a cobrar la inscripción ya vencida de María Luisa; con parte de ese dinero puedes comprarles a los muchachos un poco de ropa de paño y blanca.

Necesito un retrato grande para la Municipalidad de Sucre, mándalo hacer donde Courret.

Te mando un barrilito de aceitunas para que me hagas el favor de enviárselo a Rosita Orbegoso a mi nombre, y sin que nadie lo sepa, para que no se resientan las otras.
Ahora cuatro días que estuve en Ilo, me dijo Vicente Vico (alias Garibaldi) que te había mandado por conducto de su agente un barrilito de aceitunas, pero que ignora si lo has recibido o no porque nada le has contestado.

Creo vida mía, que me olvidé de darte las gracias por el riquísimo dulce que me mandaste con Ferreyros, recíbelas pues aunque tarde.

En mi cámara nada puedo tener porque como somos tantos de mesa se consume todo lo que compro al instante.

Dile a mi hermana Dolores que después de cerrada su carta me acordé de pedirle que cuando hayan guayabas me haga un poco de dulce de esa fruta.

Stbre 28

Son las doce y media del día y acabo de fondear de regreso de Iquique. Aquí me he encontrado con un vapor alemán, que probablemente saldrá hoy mismo directamente para el Callao, así es que felizmente vas a recibir esta carta con más anticipación que lo que yo había pensado, pues el vapor de la carrera tiene ya dos días de atraso, y no está ni aún a la vista.

También he encontrado otro vapor del Norte, que seguramente me ha traído carta tuya. Ya he mandado un bote a tierra por ella. Ojalá no sufra alguna decepción, pues es el único consuelo que tengo por acá, es ver tus cariñosas letras.

No dejes de mandarme a hacer un terno de ropa de uniforme, con sus respectivas insignias, menos presillas y gorras que ya me han regalado.

Mil cariños más a los muchachos, y tú, vida mía, recibe un abrazo junto con el corazón de tu esposo que te idolatra.

Miguel

He leído tu cariñosa cartita del 23, en este momento, y por ella sé a Dios gracias, que tú, vida mía, y los niños quedaban sin novedad. No te digo más porque temo que se vaya a ir el vapor alemán.

Carta a la viuda de Miguel Grau:

Arica, octubre 14 de 1879
Señora Dolores Cavero viuda de Grau

Lima
Señora:
Acabáis de recibir un golpe mortal el distinguido esposo con que el cielo premió vuestra virtudes, ha dejado de ser vuestro compañero en la peregrinación de la vida.

Comprendo la intensidad de vuestro dolor por tan irreparable pérdida. Yo también, señora, lamento la desaparición de vuestro esposo y la considero como una desgracia nacional, pero al contemplar la heroicidad de su muerte; al oír el acento de admiración y gratitud que en coro levantan todos los corazones, se alivia un tanto mi pesar.

Hemos perdido un hombre, señora, y hemos ganado un héroe, que dignifica nuestro país y nuestra historia.

Si bien no hay consuelo para el profundo dolor que os abruma, queda para vos y vuestros hijos la herencia de un nombre imperecedero, la veneración de dos naciones, y de todos los que en el mundo admiran los hechos sublimes; os queda la patria, cuya gratitud se hará sentir en todo tiempo sobre vos y vuestros hijos; os quedan vuestros compatriotas, y entre ellos vuestro afectísimo amigo.

Mariano I. Prado

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