El Fémur

Esta es una de esas historias que emergen de la realidad típica de las tierras calurosas. Una realidad donde lo irreal linda con lo cotidiano a su máxima expresión…

Hacía muchísimo calor y la gente quería refrescarse con alguna bebida fria. El punto de reunión siempre era la juguería del señor Chanchigni. Gaseosas, kekes, sandwichs y refrescos, especialmente la chicha morada constituían un momento de alivio en el transcurso de un trajinado día como aquél. Ellos siempre iban allá para tomar un almuerzo “al paso” basado en generosas porciones de sandwichs y postres acompañados con esa riquísima y refrescante chicha morada. El local siempre estaba lleno, la gente esperaba sentada en el borde de la acera para tener la oportunidad de posar sus cuatro letras en alguno de los limitados asientos del negocio de Chanchigni.

-Buenas tardes maestros, ¿qué les sirvo?- preguntaba un Chanchigni muy contento, al parecer por el éxito de su negocio.

-A mi me trae un pan con queso y jamonada por favor, y una chicha morada bien heladita!

-Para mi un pan con pavo, y una chicha con harto hielo tío.

-Y a este pechito le trae un sandwich de pollo con su chichita bien fria!

Todos pedían algo diferente, pero lo que no cambiaba era la famosa chicha morada de Chanchigni la cual ayudaba a digerir los bocados y a la vez refrescaba en medio de aquel intenso e infernal calor tropical .

-Enseguida les traigo sus pedidos! – Decía Chanchigni con su cara cahetona y su bigote a lo “Don Vittorio”, se iba y cruzaba la puerta que daba a la cocina con los pedidos anotados en una libretita.

Mientras esperaban sus pedidos, ellos conversaban sobre el día, la familia, los hijos y algunos planes de viaje a la capital. El trabajo en la oficina del C.P.C. Noriega estaba muy fuerte últimamente ya que habían llegado tres nuevas empresas pesqueras a la ciudad y requerían un estudio contable minucioso para obtener una licencia para pescar en un mar tan rico como el de ese lugar.

Chanchigni se acercaba a sus lugares por fin, traía consigo dos platos con los sandwichs y el pan con pavo, silbaba “Senderito del Alma”, mientras que por la televisión pasaban un capítulo del conejo Bugs Bunny en Looney Tunes. Se reía, muy feliz el gordo quien se notaba que la sudaba. Doce del mediodía, y el sol quemaba como la mierda. Solo la chicha morada los podía salvar.

-Aquí estan sus chichas señores heladitas como para este calor salvaje, servido!

-Uy grácias por fin!.

El calor era fuerte y la salvadora de la tarde llegaba en vaso de vidrio gigante con dos témpanos asomándose en la superficie. Ahh! refrescante y provocativa, con hilos de agua corriendo por sus lados que la gravedad dejaba en una marca circular sobre la barra de comidas, simplemente un alivio para unas gargantas muy sedientas.

Bebieron sus chichas, terminaron de comer y regresaron a trabajar.

Al día siguiente a las doce del mediodía, se juntaron nuevamente, sin embargo maremagnum a la vista, había mucha gente, policías y personas con batas blancas. Escándalo total. Al parecer hubo una inspección sorpresa del servicio de sanidad de la ciudad y encontraron algo que no esperaban encontrar.

Los diarios al día siguiente en sus titulares informaban:

-“Encuentran Fémur humano en el barril de chicha. Chanchigni dice que es para atraer la buena suerte”

-“Se cree que Fémur perteneció a su difunta esposa con quien fundó con el exitoso local comercial”

-“Curandero Charuma Lumazan opina: ‘Eso se hace en la mayoría de negocios para que les vaya bien’ “

-“Policía: Al parecer el fémur fue sustraído del cementerio de la ciudad, puede ser de cualquiera”

Chanchigni se ganó el apodo de “El Chichero Diabólico”, “El Coleccionista de Huesos”, etc. Ya casi nadie iba a su local, el origen del fémur era un misterio, al parecer lo había obtenido de un curandero norteño de esos que utilizan la nigromancia y ven el futuro. Él seguramente le habría recomendado a Chanchigni que moviera la chicha con ese fémur para la buena suerte y la prosperidad. Chanchigni le creyó y por casi ocho años dió de tomar chicha al noventa porciento de la población. Muy pocos eran los que nunca habían probado esa chicha. Tan refresacante, tam rica y tan necesaria en un clima tan caluroso.

Poco tiempo después Chanchigni se fue, el negocio no duró mucho después del escándalo del fémur y se mudó a otro lugar. No se supo nada de él, su local quedó desierto y poco después se convirtió en una peluquería. Los tres “caseritos” de la oficina del C.P.C. Noriega desaparecieron y no se supo nada de ellos. Ahora se dice que Chanchigni tiene un restaurant al borde de la carretera Panamericana Norte entre Chiclayo y Piura. Vende riquisimos potajes: Cabrito a la Norteña, Caldo de Bolas, Plátano Majado, “Mixturia’os”, Majariscos, Ceviches espectaculares. Se dice que tiene mucho éxito con los buses interprovinciales y los miles de pasajeros que por cualquier motivo pasan por su local. Se sabe también que Chanchigni gracias a un pago “extra” a los oficiales de sanidad, logró recuperar su fémur de la suerte y que aún sigue acompañando todos sus platos con una riquísima y refrescante chicha morada.

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