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RELATOS DE GUERRA

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La guerra de las Malvinas estableció un punto de inflexión en relación a temas como el exilio y los desaparecidos, sobre los que se escribió hasta el 80 y 81. Malvinas potenció la crítica contra la dictadura y produjo hasta hoy una vasta bibliografía literaria, histórica, periodística y política tan abundante y compleja como la que existe sobre la dictadura. Durante el lapso de la guerra Rodolfo Fogwill escribió Los pichiciegos que circuló entre periodistas y escritores argentinos y brasileños ya en su versión final antes del término de la guerra. La crítica reconoce esta novela como el relato mejor logrado sobre la guerra de Malvinas. En 1998 aparece Las islas de Carlos Gamberro, una extensa novela de ciencia ficción, la primera respuesta literaria a Los pichiciegos, novela breve y eminentemente realista. En ella se propone una nueva mirada sobre la posguerra situándose en la Argentina del menemismo. Su protagonista dice: «No es verdad que hubo sobrevivientes. En el corazón de cada uno hay dos pedazos arrancados, y cada mordisco tiene la forma exacta de las islas».En 2000 Edgardo Russo publicó Guerra conyugal, libro que mezcla poemas, secuencias narrativas, cartas, testimonios, citas, autobiografía. Esta novela muestra el impacto de la guerra en las provincias del interior recreando irónicamente a un escritor que intenta escribir una novela sobre Malvinas.

Una puta mierda (2007) de Patricio Pron transcurre en la guerra de trincheras donde unos soldados novatos ven la guerra como algo sumamente extraño y cuya experiencia bélica es semejante a lo que exporta Hollywood. Aporta humor, parodia y lo absurdo a la tradición de novelas sobre Malvinas, recursos que utiliza para ridiculiza y así criticar a todos los participantes de la guerra: periodistas, soldados, altos oficiales, políticos y a la ciudadanía. Patricia Ratto publicó Trasfondo (2012) novela inserta en la línea realista de Fogwill. Narra las aventuras de unos marinos en su submarino durante «treinta y nueve días de patrulla y ochocientas setenta y cuatro horas de inmersión», tiempo en el que están al acecho de un enemigo invisible al que intentan atacar pero siempre fallan por los desperfectos de sus torpedos y controles. Un escenario de guerra lejano a la guerra de trincheras, las incursiones aéreas y de la marina. Algunas fechas históricas como el hundimiento del Belgrano y del Sheffield están incluidas en la trama. Martín Kohan se refiere a la novela de Ratto como «una arraigada costumbre cultural nos habituó a pensar que en todo trasfondo se oculta siempre una verdad: la parte más sincera de la realidad del mundo. Pero Patricia Ratto se aparta de esa convención y explora una alternativa menos usual y más estimulante: en el trasfondo, en Trasfondo, aparecen las falsificaciones, el engaño, irreal (…) Acaso sea, en definitiva, la mejor manera de encarar un relato de guerra. Sobre todo si esa guerra es la guerra de Malvinas, en la que nada resultó tan verdadero como la falsificación, el engaño, la ficción, la irrealidad».

Federico Lorenz y Sebastián Basualdo presentan diferentes enfoques a la guerra de Malvinas. En Fantasmas de Malvinas (2008), Federico Lorenz el autor elabora una panorámica de la guerra mediante testimonios y el análisis crítico de la historia oficial y periodística de lo que fueron, a su modo de ver, de las tres guerras: el conflicto bélico en las islas, la incertidumbre por un ataque continental a la Patagonia y la guerra de los medios en Buenos Aires y todas la nación. No es una novela, sino una crónica novelada que incluye reflexiones sobre la idea de nación en la Argentina a partir de la guerra de Malvinas. Cuando te vi caer (2008), de Basualdo, gira en torno a la mirada de un personaje cuya madre tiene una pareja que fue combatiente. Es la primera novela que indaga en la vida de los ex combatientes. Bajo esta perspectiva, analiza la exclusión y aprovechamiento que la sociedad y el gobierno hicieron de los ex combatientes durante la posterior democracia.

Los pichiciegos (Rodolfo Fogwill, 1983)

Esta novela tiene el mérito no solo de ser la primera sobre la guerra de Malvinas, sino el de haber sido escrita durante el conflicto bélico y terminada poco antes de su fin. Al inicio, comenta Fogwill, ninguna editorial la quiso publicar, pero ya circulaban varias copias entre periodistas y amigos del autor hasta que en 1983 Ediciones De La Flor publicó la primera edición. Narra la historia de un grupo de desertores del ejército argentino refugiados en un cubículo subterráneo en el que esperan el desenlace de la guerra. Han armado una red clandestina de tráfico de mercaderías y colaboran con los ingleses brindando información sobre las bases argentinas a cambio de provisiones. Cada vez hay más desertores que llegan al refugio, lo cual complica la situación del grupo. «Algunos calcularon que había más pichis por la isla (…) Todos quisieran encontrarse con otros pichis de otros lugares. Si había más pichis, sería útil que entre ellos se conociesen».

A los «pichis» no les interesa tanto la victoria argentina o británica como el término de la guerra en el plazo más breve. Incluso, preferirían una victoria del enemigo para volver a casa como prisioneros rendidos, pues de lo contrario, les espera un severo castigo por haber desertado. «—Que ganen ellos, que los fusilen a todos, y que a nosotros nos lleven de vuelta a Buenos Aires en avión».

La novela traduce el desencanto de los combatientes frente a la guerra por la manera en que sus superiores la venían conduciendo. Contrariamente al sentir de la población, a la cual se le mostraba una versión triunfalista, que se desbarató a pedazos a medida que se conocía la verdad, los combatientes conocieron la decepción mucho más pronto y en carne propia: estaqueos, hambre y abandono generalizado.

Los pichis provienen de todos los rincones de la nación. A través de los diálogos se reconoce al personaje, sus costumbres, procedencia y los estereotipos que sobre ellos imperan en el imaginario nacional: un uruguayo naturalizado argentino, un santiagueño, un bahiense, varios porteños, la tonada cordobesa, los tucumanos, etc. Por esta razón, los diálogos son el aspecto más sólido de la novela, pues revelan indirectamente el sentir de los personajes, sus miedos, ansiedades, dudas y expectativas mediante un lenguaje para nada artificioso, sino más bien bastante llano, pero muy efectivo al momento de transmitir sensaciones sobre los personajes y la situación que los rodea.

Un permanente estado de zozobra es lo que se advierte a lo largo de la novela. Con la llegada de nuevos pichis, la convivencia es cada vez más difícil; algunos pichis fueron asesinados al ser descubiertos por sus pares argentinos; también temen que los ingleses los delaten cuando ya no les sean útiles o que algún pichi desesperado los entregue a los oficiales argentinos. En la mente de los pichis, la traición incomoda pero la sobrellevan conversando sobre lo que hacían antes de la guerra y sus planes luego de volver. Al respecto, Beatriz Sarlo dice que Fogwill muestra que la identidad nacional es lo primero que se disuelve cuando sus hipotéticos portadores han sido jugados como peones en una escena donde la debilidad de los principios unificadores se potencia con la proximidad de la muerte».

Los pichiciegos es un ataque directo al nacionalismo oportunista que se vale de los más vulnerables para emprender sus campañas, las cuales, en la mayoría de casos, nada tienen que ver con los intereses de la nación, sino con las aspiraciones más egoístas de una élite ansiosa de perpetuarse en el poder. Sigue leyendo