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No todo el mundo sabe tomar un baño de multitud: gozar de la muchedumbre es todo un arte; y tan sólo puede regalarse un festín de vitalidad a costa del género humano aquél a quién un hada insufló en su misma cuna el gusto por el disfraz y la máscara, el odio al domicilio y la pasión por el viaje.

Muchedumbre, soledumbre: términos análogos que el poeta activo y fecundo invierte. Quien no sabe poblar su soledad, tampoco sabe estar solo en medio del ajetreo de la turba.

El poeta goza de ese incomparable privilegio de poder ser a su antojo él mismo y otros. Al igual que esas almas errantes en busca de un cuerpo, puede penetrar a voluntad en el personaje de cada cual. Sólo él halla todo vacante; y si ciertos lugares parecen estarle vedados, es porque a sus ojos no merecen la pena ser visitados.

El paseante solitario y pensativo logra extraer un especial deleite de esa comunión universal. Aquél que con facilidad sabe hermanarse al gentío, conoce goces febriles a los que jamás accederán el egoísta, cerrado como un cofre, y el holgazán, recluido como un molusco. Y hace suyos todos los ideales, las alegrías y las miserias que el azar le depara.

Lo que los hombres dan en llamar amor es ciertamente insignificante, restringido y débil comparado con esa inefable orgía, con esa santa prostitución del alma entregada por entero, poesía y caridad, al imprevisto que acaece, al desconocido que pasa.

Bueno es enseñar alguna que otra vez a los bienaventurados de este mundo, aunque sólo fuera para humillar un instante su necio orgullo, que existen dichas infinitamente más vastas y refinadas que la suya. Los fundadores de colonias, los pastores de almas, los sacerdotes misioneros, exiliados en los confines del mundo, de seguro conocen algo comparable a esos misteriosos éxtasis, y, en el seno de la gran familia que bastó su voluntad para forjar, de vez en cuando se reirán de quienes les compadecen por su suerte tan incierta y por su vida de castidad.

Prosa extraída de “Spleen de París, Pequeños poemas en prosa” de Charles Baudelaire (1821 – 1867), Traducción de Joaquín Negrón. Editorial VISOR LIBROS, quinta edición. Madrid 2008.

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