Una parábola de la edad media cuya vigencia es indiscutible:
“Supongamos que en la calle se produce una conmoción general por algo, digamos que por una farola de gas, con la que muchas personas influyentes pretenden acabar. Un monje de hábito gris, que es el espíritu de la Edad Media, es convocado para que dé su opinión, y empieza por decir, a la manera ardua de los escolásticos: “Consideremos en primer lugar, hermanos míos, el valor de la luz; si la luz, en sí misma, es buena…”. Llegado a este punto, la gente, no sin excusarse, se aleja de él. Todos se acercan apresuradamente a la farola que, en cuestión de diez minutos, acaba en el suelo. Y se felicitan unos a otros por su practicidad nada medieval. Pero con el tiempo se ve que las cosas no resultan tan fáciles. Hay gente que ha derribado la farola porque quería instalar luz eléctrica; otros porque desean que reine la oscuridad y poder, de ese modo obrar mal. Algunos creen que no basta con derribar una farola; otros, que ya es demasiado; algunos han actuado porque querían destruir el mobiliario municipal; otros, porque querían destruir algo. Y en medio de las tinieblas estalla la guerra, y nadie sabe contra quién lucha. De modo que, gradual e inevitablemente, hoy, mañana, pasado, regresa la convicción de que el monje tenía razón y de que todo depende de cuál sea la filosofía de la luz. La diferencia es que lo que podríamos haber discutido a la luz de la farola de gas, nos vemos obligados a abordarlo a oscuras.”
Párrafo extraído de HEREJES de G.K. Chesterton
nos acostumbramos a que otros piensen por nosotros ,decidan por nosotros, no apreciamos , no cuidamos lo que tenemos hasta que lo perdemos.
Pues sí, todos sabemos eso, pero no todos despertamos. Hay un verso de un famoso poeta: “Tercos en los pecados, laxos en los propósitos”, el esfuerzo nos asusta.
Un abrazo!
Interesante historia y muy aplicable a nuestro tiempo y a los tiempos por venir …. esa farola la derriban muchos en sus propias mentes cuando se niegan a la luz de la filosófica sabiduría y se entregan estúpidamente a las tinieblas de la ignorancia ……
Las mismas respuestas a los mismos problemas de hace siglos, ¿verdad José?. Cada vez me convenzo más que mientras las máquinas evolucionan, nosotros involucionamos.