Chule: De caleta a tierra urbana
De caleta a tierra urbana: la desaparición de un puerto en Arequipa (variación local de la línea marina en 5 siglos).
No es un mito, el puerto colonial existió en la bahía de Chule, nombre nativo de lomas y litoral entre Tambo y Mollendo. Lo demuestran mapas y complejas escrituras del siglo XVI que estos últimos años hemos transcrito de los archivos notariales de la Región, del Municipio y el General de la Nación.
¿Entonces qué sucedió? ¿Por qué la mayoría en Arequipa no sabía de este puerto y por qué nadie sabe con certeza dónde estuvo?
El papel añejo nos cuenta que la caleta, rada o ensenada tenía bravezas por temporadas y vaivenes de arenación antes de la impactante erupción del volcán Huaynaputina el año 1600. Ese desastre encausó enorme cantidad de sedimentos durante meses por el río Tambo. Abruptamente se rompió el precario equilibrio del desembarcadero marino que hoy contiene humedales, cultivos y urbanizaciones. Además, cayó un manto de ceniza que inutilizó caminos y aguadas, a la vez que el puerto arequipeño se condenaba a la mudanza y olvido generacional.
Ningún investigador hizo una pregunta sencilla: ¿Dónde estaba la línea marina cuando llegaron los españoles a Arequipa? No hacerla, incrementó las especulaciones, exageró la importancia de argollas donde supuestamente amarraban botes, cuando nadie sensato los acercaría a roquedales, sabiendo que todo en Arequipa es temperamental incluyendo el mar.
La pregunta me llevó a estudiar la costa y su comportamiento. Ahora la entiendo mejor después de haber convivido con ella, hacer topografía, medir sus variaciones, buscar restos arqueológicos que delimitaran posibilidades. Después de madurar teorías hasta poderlo explicar en un par de artículos que básicamente caen en lo que ya decían estudiosos siglos atrás: se arenó. Sin embargo, en su época no se conocía la tectónica de placas que vale la pena analizar.
Los continentes y océanos flotan en magma sobre grandes bloques que llamamos placas. En el caso del Perú tenemos dos simplificadas: la de Nasca que carga el mar y la Sudamericana que soporta costa y Andes. Parte de la placa de Nasca está ‘derritiéndose’ bajo la placa Sudamericana, fenómeno llamado subducción. La de Nasca palanquea en cuña algunos centímetros al año a su vecina, la costa sube o –lo que es lo mismo– el mar desciende y se retira paulatinamente, pero no lo hace a la misma tasa o velocidad que la placa porque el agua de otros mares ingresa al de Nasca –llamado mar de Grau– compensando el líquido que descendió.
No se preocupe si debe leerlo un par de veces para comprenderlo, me demoró deducir lo último. Ayuda al experimento mental imaginar un extenso piso marino que desciende solo por zonas. Las placas no son homogéneas, al tropezarse entre ellas pueden presionar y generar sismos, dislocaciones o tirones puntuales e incluso bombear magma despertando volcanes.
Yendo al grano, es posible que un tirón local de placas haya sido el origen de la erupción del 1600 que aceleró la arenación normal del río Tambo. Pudo también provocar peldaños o grietas locales como barricadas sumergidas luego arenadas. El paulatino y lento cambio entre placas no determinó la desaparición del puerto por sí, pero tras siglos sumó a su extravío junto al efecto simultáneo de arenación continua del río. No se han realizado sondeos marinos para detectar fallas o anomalías. Sin embargo, estas no son imprescindibles para cegar un puerto o para notar que nuestras playas son inusualmente amplias en cómoda y agradable arena capaz de anular caletas.
Un artículo que intitulé «Tambo, el río arenador de Mollendo» fue muy debatido. Buscaba introducir el concepto de variaciones locales de la línea marina a través de los siglos. Me llovieron mensajes señalando que estaba equivocado, que no había rigurosidad, que la arena solo venía del mar, que exageraba al afirmar que nuestras playas en Islay se deben sobre todo al río que a través de corrientes del litoral distribuye lodo y arena – que se acomodan por densidad en playas – que se acrecientan en un barrido sinfín del propio mar – que se sabotea a sí mismo. Quienes me felicitaron fueron los doctorados Carlos Tavares, profesor especialista en geomorfología litoral y Jorge Ortiz Sotelo, en historia marina, entendidos en estudios complejos que intento transmitir simple.
Basta preguntar de dónde viene la mejor arena de construcción o calcular sólidos con un mantón colador en la desembocadura o, más fácil, preguntarse a dónde va la turbidez del agua cuando entra el río. Multiplique eso por siglos, súmele torrenteras de lomas, la contribución de las placas, lo imprevisto de un volcán, la discontinuidad en la tradición oral, el descuido de cronistas y cartógrafos, y es posible perder un puerto y ganar una gran historia.
De mar a tierra puede resumirse en que la caleta dejó de serlo por fenómenos geológicos locales fascinantes. El que fue puerto de Arequipa en el 1500s hoy es tierra firme con un urbanismo en expansión.
Rodrigo Llosa, 18 Abril 2025