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Z212: ¿UNA ODISEA INUSUAL?

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Z212: ¿UNA ODISEA INUSUAL?

LA ACCESIBILIDAD Y LO ACCESIBLE EN CONTRASTE DINÁMICO.

Cada que me han acontecido situaciones similares, me he hecho elementalmente dos preguntas, ¿en qué me he equivocado esta vez?, ¿cuál es la solución para que no se repita?, a veces he temido, estarle dando demasiada importancia a detalles, elevando el real peso específico que estos tienen.

Mis respuestas no son muy diferentes para cada caso, pensando en soluciones se me ocurren desde “un perro guía” para movilizarme, pasan por un “GPS PAD” o algo que se le paresca para espacios cerrados, hasta un guía humano. Mis observaciones, casi siempre son las mismas,El perro no sabe leer ni aprenderá, la alta tecnología no funciona bien en el desórden, y no hay nada más vitalizador que la autonomía, coinsidir con alguien que o va por la misma ruta o va al mismo lugar es fantástico pero fortuito, pagar un asistente permanente es sencillamente inviable, además subordinar tus actividades, tu desarrollo personal y tu vida a la voluntad de alguien porque no puedes pagarle es indigno, ¡mejor morir!. Sucedió ayer 11 de Abril, todo porque hay una muy mala costumbre no sé si atribuible a cual de los colectivos, si a los limeños, a los peruanos, o a los latinos, la que consiste en responder sin pensar y en añadido no aprendemos, no encontramos el “como”, confrontar el antagonismo de conversar con un “bien ubicado” o con uno que “no sabe dónde está parado”, no tienen etiquetas ni nada que los diferencie entre sí y estos últimos, “los que no saben dónde están parados”, ejercen irresponsablemente su libertad de expresión. Por la tarde, la organizadísima profesora Borneck de Seminario de Tésis I. pasó un mail con la rutina para la clase que solemos tener todos los Miércoles, había temporizado las asesorías para discutir nuestro primer informe, nos esperaría en el aula 212 que es la que tenemos asignada. A Esperanza Villafuerte, o sea a mí, le asignaron el horario de 19:20 a 19:40, eso me caía como anillo al dedo, me daba tiempo para resolver algunas de las cientocincuentamil cosas pendientes. Calculo que debo haber llegado como a 19:10 a la Universidad, estaba consciente que mi tiempo era limitado pero llegaría a tiempo. Hice el camino que siempre hago hasta el Pabellón Z donde tenemos nuestra clase y aparecieron dos bien intencionados pero bastante despistados muchachos que me ofrecían ayuda para pasar un obstáculo, me sugirieron acompañarme por otra vía presuntamente más despejada, yo tengo por política no permitirle a nadie que altere mi ruta y desconfío. Generalmente desestimo el cambio, pero esa actuación me rodea de anticuerpos, la gente de inmediato me etiqueta como neurótica, por decir lo menos, estoy intentando practicar lo que predico, “la asimilación paulatina pero proactiva de conductas que afirmen nuestra inclusión”, por esa razón de un tiempo a esta parte estoy procurando mejorar mi contacto con el mundo, y en contra de la costumbre, acepté. Sin embargo, noté que habíamos caminado algo más de lo usual, así que me detuve y les recordé a mis acompañantes ocasionales que yo iba al pabellón Z. Identifiqué la entrada del edificio e insistí -éste es, ellos me replicaron no, este es el H. Yo insistí y atendiendo ellos esa insistencia preguntaron hasta a 3 personas, las tres personas interrogadas dijeron que es el H, increíble pero cierto. Caminamos algo más, yo seguía dudosa, me dejaron en el asensor, el asensor al llegar dijo “piso2” pero no dijo de qué pabellón. Ya en el piso 2 busqué el 212, las aulas tienen un identificador con los números en relieve y ligeramente grandes como para ser explorados con los dedos, -no es Braille-, pero a mí me sirve, este identificador está adherido a la parte alta, o de la puerta de atrás o de la puerta de adelante, que por mi estatura puedo levantando el brazo leer con la mano, abrí la puerta, había un profesor, entonces pensé tal vez me he confundido y es en el 214, porque también tengo clases en esa aula, así que busqué el 214 y abrí la puerta,… encontré a otro profesor. Habían unos jóvenes sentados en la banca y les pregunté, ¿chicos, este es el pabellón Z? -sí, me contestaron en coro-, desconcertada, llamé a la oficina de la Escuela de Gobierno, para averiguar si había algún cambio que yo no conociera, me atendió la amable Nely Quispe, me confirmó que todo estaba tal y como se había planeado, entonces le comenté que había entrado tanto al 212 como al 214 y que en ambas aulas habían profesores varones y nada de nada de la profesora Borneck. Nely se mostró muy solidaria y preocupada, -conducta que valoro y agradesco-, me propuso comunicarse con el conserje y que así averiguaría lo que estaba sucediendo y se volvería a comunicar conmigo. ¡Conserje!, Nely había dicho la palabra clave, lo busqué, al que apareciera, desafortunadamente, no lo encontré. Regresé al aula 212 y la volví a abrir, entonces el profesor sorprendido muy atento, me preguntó ¿qué clase está buscando?, le contesté misma robot, -Seminario de tésis I. con la profesora Borneck aula Z212-, él respondió, muy seguro, este es el 212 pero del Pabellón H, le dí las gracias y le pedí disculpas por la interrupción. De inmediato regresé al asensor, salí del edificio y me dispuse a tomar el camino al Z. Dos niñas se acercaron y me ofrecieron compañía, traté de disimular la mortificación por lo anteriormente acontecido, para no confundirlas, sin embargo, les pregunté para evaluarlas, ¿cuál es este pabellón del que estamos saliendo?, -ellas me dijeron que el H, luego volví a preguntarles, -si conocían el pabellón Z – ellas me respondieron en afirmativo. Cuando llegué a mi clase eran ya casi 20:00. La profesora aceptó mis excusas, comprendió mi situación y me reprogramó la asesoría, salí al lady’s room para recuperarme y… en eso estaba cuando sonó mi teléfono, era Nely Quispe, que me confirmaba una vez más que todo se realizaba sin novedad, me sentí muy acompañada por esa llamada, le agradecí, traté de resumirle lo que había sucedido y nos despedimos. ¡todo porque -los que no saben dónde están parados o sentados hablan con una seguridad que da envidia!

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