PABELLÓN H: LA FARINGITIS DEL ASENSOR

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Las señales Braille me indicaban que había presionado el botón correcto, sin embargo una extraña sensación de estar extraviada me decía “aquí no es”, pensando en el asensor, murmuré, ¡maldita cosa, háblame!!! por más que esperé, la voz sintética del asensor no sonó, ¡otra vez! pensé, ¿El piso 3? pregunté, nadie respondió, suelo no sé si por costumbre o por superstición no cargar muchas actividades para los días miércoles, sin embargo ese 5 de diciembre habían naturalmente demasiadas actividades cargadas, el cumple de un gran amigo, la víspera y los preparativos para el cumple de mi pequeño sobrino, un control de lectura, una cita con el servicio de salud para control de la presión arterial entre otros, y lo más importante mi examen de conocimiento del idioma inglés. La tarde anterior recibí una amable llamada de Nely de la Escuela de Gobierno informándome que mi examen no iría en la mañana a las 9 como para todos, sino a las 5 de la tarde. Días atrás yo ya sabía que no contaría con mi asistente, ella tenía compromisos impostergables, y el mismo día la persona alternativa que hube conseguido me canceló. En la puerta principal coinsidí con uno de los pocos agentes de seguridad que no entiende pese a severos reclamos que ya se le ha hecho, que dar buen trato implica dar bien las indicaciones, soy una persona independiente y por tanto no soy movilizada siempre por el mismo taxista, suele ocurrir que a veces el taxista no conoce la Universidad por dentro, lamentablemente no puedo dirigirlo por la ruta de los carros, peor todavía cuando por obras o por lo que sea se obstruye algún paso y no se encarga que alguien informe por donde desviar. Probablemente fueron segundos hasta que un individuo por demás irrespetuoso se metió en el asensor y antes que se lo llevara con mi maletín de la labtop dentro me metí también yo en él, no respondió ninguna de mis 2 preguntas, ¿a qué piso va?, ¿qué piso marcó?, y ¡no era sordo!, estoy segura, antes de ingresar terminó abruptamente una conversación por celular, cuando el asensor se detuvo, deliberadamente extendí mi bastón y lo levanté, tenía toda la intención de hacer que ése troglodita se diera un buen porrazo y casi lo logro. volví a presionar el botón que las señales Braille me indicaban que era el 3, el asensor no se movió, tuve la corazonada que era el piso 3, salí pero esta vez con mi maletín al hombro, por si acaso el que acababa de salir tuviera un clon en la misma universidad y que andara también por el mismo pabellón. Una voz masculina me preguntó amable ¿a la Escuela de Gobierno? yo asentí,comentándole que el asensor está otra vez sin voz y que es penosa esa faringitis.

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