Camino a la luna

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Voy hacia la luna

convencida de que me atrapará para no dejarme volver.

Camino sin silencio y sin bulla,

sólo con las plastilinas con las que armé mil mariposas.

Sólo con la mirada cierta sobre mis heridas y mis costras.

 

Voy hacia la luna

embadurnada de alegría,

la misma alegría de la vez que comí barro y un pedazo de mi borrador;

la misma alegría de la vez que pinté todo mi rostro con el labial de mi madre

y no abrí la puerta del baño en media hora.

 

Voy hacia el encuentro con la imagen de mi padre

poniéndome a la fuerza una sortija de oro con piedra rosa.

Voy hacia sus pocas pero anheladas caricias,

hacia las veces que hizo mucho por mí, sin que lo note.

 

Voy hacia el momento de mis juegos andariegos,

en la calle y en las mil habitaciones.

Cuando era yo misma un juego mecánico,

cuando era maestra, tendera y animadora infantil.

Cuando eramos tantos hermanos unidos por la risa y el llanto.

 

Voy a la luna,

para admirar más a Neil Armstrong,

para vivir más mi alegría de maestra,

para soñar más mi anhelo de ser una estrellita pequeña

que pueda iluminar los corazones dolidos.

 

Voy a la luna sin avisar a nadie,

sabiendo que mis amores locos estarán con bien.

 

Voy a la luna, ya lo sabes,

y si tú quieres,

te encontraré allá también.

 

 

19 de agosto del 2013

Neil Armstrong en la luna

 

 

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