Un año después (II)

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La semana pasada empezamos una especie de recuento de algunas capacidades del Estado que se han puesto de manifiesto durante todo este período desde la llegada de la Covid-19 a nuestro país, a un año de la declaratoria del Estado de emergencia. El sábado pasado nos enfocamos en la economía y la salud; hoy hablaremos de educación e inclusión.

La capacidad estatal en materia educativa hay que analizarla en dos niveles: la educación básica regular y la educación superior. En el caso de la primera es donde más hemos visto la precariedad del Estado. Si en tiempos pre-pandemia los colegios eran una desgracia, los profesores mal pagados y super exigidos por el ministerio y los padres desentendidos, en su mayoría, de su función primordial en la educación de sus hijos; en tiempos de pandemia la situación se agudizó aún más. A los problemas expuestos se sumaron la “virtualización” de la educación que evidenció aún más la gran brecha de desigualdad en la que vivimos. Prácticamente, aunque las autoridades no lo quieran decir, un año perdido. Sin embargo, la situación de las universidades fue diferente, muchas ya venían implementando mecanismos virtuales de apoyo a la educación (la UNSA y la UCSM, son excelentes ejemplos), lo que facilitó el tránsito de lo presencial a lo virtual. Creo que esto, en parte, se debió al accionar de la Sunedu. Ligado al tema educativo, la inclusión social se ha evidenciado en este año pandémico como exclusión social, en todos los aspectos. Lo reseñado líneas arriba en materia educativa es un buen ejemplo. Miles de niños de zonas pobres no pudieron acceder a educación virtual por sus limitaciones económicas, si a eso le sumamos niños con algún tipo de capacidades diferentes, la suma aumenta. ¿Han pensado en todos los niños al implementar la educación virtual? ¿Cuántos niños con discapacidad visual, auditiva, mental, etc., no han recibido educación en el 2020? El tema de los bonos económicos y las dificultades para decidir a quién le corresponde y a quién no, y los consecuentes reclamos, son otro ejemplo de que la inclusión solo se quedó en palabras.

Dos columnas no bastan, pero el tema se agota por el momento. Cada vez falta menos para las elecciones generales. Nuestros gobernantes no pueden seguir creyendo que el crecimiento económico basta; es necesario que el próximo gobierno entienda que se debe invertir en educación, salud e inclusión social, solo así lograremos ser un país desarrollado, o por lo menos en vías de desarrollo.

Publicado el 27 de marzo del 2021, en Diario Viral.

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