Van dan ….

Noventa y nueva, cien; terminaba así su rutina de tres series de abdominales, y empezaba sus ejercicios matinales, su contextura delgada pero de espalda amplia y de brazos llenos de fibra le permitían atraer miradas de las féminas que reunidas cerca de su casa lo vieran pasar. Era un grupo de jovencitas muy coquetas que reían de alguna broma que alguna de ellas comentara, cierto día, nuestro jovenzuelo M, quien hasta esta fecha no se habría topado con ellas, tuvo que pasar irremediablemente por su calle, llevaba puesto unos jeans desgastados y un polo suelto pero con el borde de las mangas dobladas que dejaban ver los tríceps bien marcados que lograba en el gimnasio.

M ya estaba acostumbrado a que las jovencitas le silbasen o que tratasen de molestarlo, era la victima solitaria que caminaba por las calles, murmullos de colegialas, silbidos de mujeres adolescentes, en fin, siempre con la mirada al frente sin desanimo lograba pasar todas aquellos tormentos que para algunos fuera, siempre inmutable a los sonidos que se dirigían a su persona

Sin embargo, aquella tarde fue diferente, la puesta de sol era extraordinaria, de color rojo intenso se pintaba el horizonte y una suave brisa de verano corría aquel camino por el cual transitaba, en el aquel grupo de jovencitas se encontraba aquella chica sobre cuyos ojos se podría ver el firmamento o la inmensidad del océano, azules como ninguno, de mirada cautivante y a la vez desafiante; miro de reojo a nuestro jovenzuelo M, quien seguía su camino con firme convicción de mantener el paso sin desanimo alguno, ya unos metros de ella, la chica de los hermosos ojos, recostada sobre la puerta de un auto, reía alegremente por algún comentario que su amiga que la tenia al frente se la dijera cara a cara, ambas chicas, cerraban el paso milímetro a milímetro, y en cuestión de segundos formaron un único pasaje por el que M tendría que pasar, entre ellas, era el único camino libre por el que podría pasar y que se cerraba segundo a segundo, sin alternativas, se deslizó entre ellas cual felino sagaz, sin tocarlas en lo mas mínimo, y sin siquiera respirar, para cuando logró atravesar aquella pared que habrían formado, aquellas chicas ya estaban abrazadas, en aquel tiempo, el silencio reino el camino, escuchándose únicamente el palpitar agitado del corazón de M que se alejaba de ellas, las risas habrían cesado, el murmullo de sus amigas se apagaron cual movimiento de puesta en off de un equipo de sonido, la mirada de aquella chica de los ojos de mar, seguían el andar de M y con un afán de llamar su atención grito a toda voz, Van Dan, inmediatamente M se lleno de jubilo, su ego se inflo hasta el infinito, pues en su mente alucinaba la comparación de su ser con un famoso actor, de nombre Jean Cloude, se decía a sus adentros que todo era fruto de su esfuerzo y de la actividad física que realizaba, sumado al modo de caminar, aquella comparación era inminente; M paró su marcha inmediatamente, quiso voltear, pero solo segundos después todo aquel ego erigido se desplomaría, aquella chica terminaba la frase, “van dan, van dando pena”, nuevamente las risas y carcajadas de aquellas féminas se dejaron oír, nuestro jovenzuelo M, respiro, sonrió para si, y siguió su camino.

… Que lindo perrito !

Que me mira cadete!

La luz de la tarde se reflejaba sobre la única estrella que llevaba sobre sus hombros, los botones de bronce que con tanto esmero había pulido resplandecían con cada rayo de sol que caía sobre ellos, los zapatos lustrados con brillo al agua, sobre los cuales se podían ver el reflejo del rostro tal cual un espejo, en pocas palabras era impecable el uniforme de cadete de la escuela que llevaba puesto sobre su ser.

Ya en su mente se vislumbraba la rutina que desarrollaría aquella semana, marchas de campaña, vueltas al estadio, desfiles infinitos, ejercicios físicos hasta mas no poder, uno que otro golpe que recibiría, comida del comedor que debía ingerir si no quería morir de hambre, pese al mal gusto con las que la preparaban, y las ansiadas horas de cadete, en las cuales podías asistir a los codiciados casinos, los cuales ofertaban platos deliciosos, que comería en segundos puesto que si se percataban cadetes de años superiores tendría que ser compartido, quedándose él prácticamente con nada. Aquellas “plantones”; interminables horas que pasaría de pie hasta altas horas de la madrugada, al lado de toda su sección, por alguna falta cometida, le habrían enseñado a dormir parado con un ojo abierto

A paso marcial, y con gallarda postura, nuestro cadete, se dirigía por la calle, su rostro era el de un jovencito bien parecido pero con la cara seria y el seño fruncido, lo cual le sirvió para ganarse el apelativo de “cadete asado”, pues su rostro no reflejaba sonrisa alguna, mas bien todo lo contrario, aquellos que lograban verlo, recibían una mirada seria, fría y desafiante, aquella cara de pocos amigos que debió construir durante sus primeros meses en aquella escuela, puesto que cualquier signo de debilidad debía ser eliminado, si quería sobrevivir en aquel mundo castrense.

Ensimismado en su mundo, nuestro cadete marchaba por su calle, en busca de la movilidad que lo transportaría a su escuela, muy ajeno de las personas que lo rodeaban, seguía caminando sin inmutarse al recibir las miradas de aquellas personas que se le quedaban contemplando. De repente, un grupo de jovencitas, bien agraciadas y coquetas, que conversaban entre ellas muy y alegremente sobre la acera por la cual transitaba, se percataron de la presencia de nuestro cadete, el cual como dije anteriormente, tenia la cara de pocos amigos, sin embargo, una de las chicas no quiso dejar pasar la oportunidad de hablarle, a centímetros ya de él, no supo que decirle, puesto que la frialdad que emanaban de la mirada de nuestro cadete hizo que aquella jovencita se limitara a mirarlo sin pronunciar palabra alguna, al igual que todas sus amigas, nadie dijo nada, un silencio sepulcral los envolvía, solo se escuchaban los pasos firmes al compás de una banda silenciosa.

Pasaban los segundos, y nuestro cadete con el rostro en alto, pasó muy cerca de ellas, empezó a alejarse ya unos pasos, y la voz de una de las jovencitas se escucho decir, “que lindo perrito”, nuestro cadete “asado”, seguía su rumbo, pero aquellas palabras lograron borrar aquel el seño fruncido que llevaba, y una mueca en sus labios le cambio el semblante, mientras escuchaba a lo lejos algunas sonrisas de aquellas féminas que lo miraban simplemente alejarse y perderse en el horizonte.

P.D. “Perro”, era la forma con la cual eran llamados todos los cadetes del primer año, por ello la única estrella que llevaba, signo del año que cursaba.

Un segundo, toda una vida

Todos necesitan de un Angel para vivir, y tu?

… y empezó a escuchar muchas voces, que gritaban desde el interior de su ser, aquellas que nunca escuchaba y que siempre dejaba de lado, pero ese día, todo cambio, se encontró consigo mismo, y no se pudo reconocer, quien era se preguntó, su rostro le recordó a alguien, se remontó en el tiempo y no consiguió adivinar quien era, era intrigante verse y no poder reconocerse, acaso soñaba despierto; de pronto una voz, hola! hola dijo esa voz, …

…hola!, nuevamente escuchó a lo lejos, el sonido se perdía en la inmensidad de sus pensamientos, era el universo que se asomaba, era la luz que no veía, en el silencio era lo que escuchaba, y se preguntó ¿quien habra sido?, ¿por que esa voz le hablaba?, ¿por que no la vio?, quiso reaccionar, pero no podía; como romper sus ataduras, si ni siquiera las podía ver, quería correr hacia esa voz, pero algo se lo impedía, sin embargo,¿esa voz le ayudaría a despertar?, sus brazos, su cuerpo, sus piernas, no respondían; pero dentro de su interior, una pequeña llama se encendió, …

… en su interior, la llama ardía, no pudo reconocer a su propio ser, inquietud, miedo, necesidad de huir, felicidad, desconsuelo, no supo que sentir, escuchaba pero no oía, miraba pero no veía, tocaba pero no sentía, ¿que es lo que me pasa?, se preguntó, y nuevamente esta voz, hola!, era perfecta, aquel sonido rebasada los niveles de éxtasis que podía sentir, todo el firmamento se detuvo, las estrellas resplandecieron, la luna se puso su mejor traje y su luz cayo sobre su ser, aquella, que sus ojos sintieron, cálida pero no cegadora, atrajo su mirada, como el poder un imán sobre el hierro, que de manera automática sin tener el mínimo control de si mismo, giró su cabeza y por fin; su mirada logro encontrar, era el ser mas bello con el que jamás pudo haber soñado…

… y de silencio se llenó el mundo, mas el tiempo se hizo nada, pues infinita fue su sonrisa e inmortal su mirada…