Regresando a la Casa del Padre

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Era el año 1981, habían pasado varios años desde que mis padres se establecieron en el pueblo de Aija.Yo era un chiquillo que vivía muy feliz mis únicos problemas eran levantarme temprano y hacer las tareas del colegio, mis días pasaban con la despreocupación de siempre, pero cierto viernes del mes de setiembre, por la mañana Papa nos reunió a Mama y a mi, y nos comunicó que el sábado partíamos a la ciudad de Recuay lugar de nacimiento de mis padres, era la semana de celebración de la gran fiesta patronal y mi padre tenía que estar presente en tan grande acontecimiento.

Nuestro viaje de Aija a Recuay fue fantástico, todos estábamos muy emocionados y alegres, mi padre emocionado relataba sus anécdotas de cómo había transcurrido su vida desde su niñez hasta la edad que tuvo que dejar su pueblo, lógicamente por buscar un mejor futuro para sus hijos.

Una de las historias que más recuerdo de las tantas que me relató, fue de cómo llego a su querida gran Aija: Cierto día llegaron a la casa un grupo de Aijinos que arribaron de Lima, preguntando por el transportista mas macho de Recuay, Señor Felicisimo Camones, ellos deseaban un servicio de transporte de Recuay a Aija, que por cierto esta carretera era una trocha carrozable recien inagurada, y nadie se habia aventurado en brindar servicio de transporte; mi Padre no lo pensó mucho y acepto el reto. Despues de unas cuantas horas y de revisar el vehiculo; mi padre, mi Mama y sus 3 hijos se embarcaron en el carro y junto al grupo de Aijinos se enrumbaron con destino a la ciudad Aija, la distancia es de 50Km, sin embargo la travesía fue de más de 7 horas, lo cierto que ese viaje fue el inicio de la historia de nuestra familia en la ciudad de Aija.

Entre risas y carcajadas, mi papa seguía relatando sus anécdotas, luego de dos horas de viaje llegamos al pueblo de Recuay, ni bien se bajo del carro se dedicó a saludar a toda persona que se le cruzaba en el camino, y muy orgulloso me presentaba como el último de sus 8 hijos, algunos de sus amigos presentados me agarraban la cabeza y decían: “ahh este es último de tus hijos, que bonito, que simpático”, lo cual era muy cierto; después de tres o cuatro horas, de saludar a toda persona que pasaba por nuestro lado llegamos a la casa de mi papa.

Mi padre muy emocionado me abrió la puerta grande y me hizo pasar al jardín y de ahí inicio su explicación de cada rincón de su casa, todo ambiente tenía una historia, pasaron las horas y las historias maravillosas relacionadas con su vivencia en la casa y en su pueblo no tenían cuando parar, sólo la voz de mi mamá nos hizo volver a la realidad, ya era de noche y teníamos que cenar.

Luego de la cena, mis padres me llevaron a dormir al cuarto que ocupó mi papa cuando era soltero, mientras caminábamos al cuarto, papá comentaba muy emocionado que mamá y él, dormirían en el cuarto principal, el cuarto de mis abuelos, la forma emocionada de como hablaba acerca de la habitación, me hacía pensar que para mi papá era el gran acontecimiento, “dormir en la cama de sus padres”. Me acosté y me quede dormido al instante, el esfuerzo de los saludos y conocer la casa me habían agotado por completo. A la madruga del día siguiente me despertó el llanto desesperado de mi mama, me acerqué rápidamente al cuarto donde dormían, y lo primero que observé fue: “la escena donde mi madre lloraba abrazando a mi padre, como tratando de despertarlo”.

Yo no entendía del todo lo que mis ojos estaban observando, sólo atiné a llorar, porque veía a mi madre llorar, poco a poco comencé a comprender que mi papa nos había dejado y desde ese momento está gozando de la Gloria de Señor.
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3 thoughts on “Regresando a la Casa del Padre

  1. Muy sensible recuerdo amigo, gracias por compartir una triste realidad, yo estoy seguro que perder a un padre a cualquier edad es penoso, aqui en la obra diviso una estrella y pienso que es mi padre como hace 37 años cuando estaba en paccha donde trabajaban mis padres julio y yo esperabamos sentados en un murito de la ciudad al costado de la casa donde viviamos, sperando que mi papito llegue de macray, contemplabamos la luna.
    Un abraso

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