Archivo de la categoría: Relatos por Entregas (serie dos)

Relatos literarios escritos por fascículos

Y otra vez (capítulo tres)

[Visto: 418 veces]

(viene del capítulo anterior)

Gonzalo no tuvo ganas de hacer un escándalo y dio media vuelta para encontrarse con su compinches. “Pucha man, esto no lo vimos venir”, dijo uno de ellos lamentando su infortunio.

“Sí, mejor nos vamos por esta calle”, dijo el despechado. Sus amigos pensaron que irían por un atajo hasta otro paradero, pero se sorprendieron cuando lo vieron pararse ante una puerta. Ellos lo alcanzaron y se dieron cuenta que es la entrada de un bar.

Entraron todos juntos y Gonzalo pidió una ronda de cervezas para todos ellos. Uno de sus amigos le dijo que ya pasara la página, que eso lo ocurre a cualquiera. “Es que no lo entiendes, esta no es la primera vez”, respondió Gonzalo muy amargo ante el estupor de sus compañeros.

(continuará)

Y otra vez (capítulo dos)

[Visto: 391 veces]

(viene del capítulo anterior)

“¿Ya se fue? Qué raro, pensé que saldría a la misma hora”, afirmó Gustavo desconcertado por lo sucedido. Uno de ellos lo animó: “Seguro aún está cerca, vamos a alcanzarla”. Motivado, aceleró el paso por la acera.

La respuesta de su compañero lo entusiasmó sobremanera y dio largos pasos en pos de estar cerca de ella. Caminó rápidamente por un par de minutos, hasta que estuvo a poco de llegar al paradero. De pronto sus pasos se detuvieron.

Sus compañeros lo alcanzaron y le preguntaron por qué no seguía. Él sólo la ve… que no está sola. Hay una persona acompañándola de una forma más que amistosa. “Es Sergio, el practicante que llegó hace dos meses”, señaló uno de ellos.

Fue en ese momento que Sergio abrazó a Sofía y la besó con muchas ganas. Para Gonzalo, lo peor de todo fue ver que ella le correspondía de la misma forma.

(continúa)

Y otra vez

[Visto: 368 veces]

Gustavo miró y miró insistentemente al reloj de pared que está encima del estante de útiles. Lo miró a las cinco, a las seis, a las seis y media y cuando marcó un cuarto para las siete. Para cuando marcó las siete, ya se había lavado la cara y las manos en el baño.

La mochila, que había dejado dentro de su casillero todo el día, se encuentra detrás de su espalda y sólo espera que sus compañeros de trabajo bajen con él hasta la salida. O, para ser más exactos, a Sofía, la chica que lo tiene loco.

Aquella tarde, había aprovechado para enviarle un mensaje por su correo electrónico. Ella se quedó fría con su osadía pero, por el sonrojo en su cara y la reacción de su amiga al compartirle el envío, quedó claro que fue de su agrado.

Con esa confianza, Gustavo espero que llegaran uno a uno sus compañeros, pero ella no llegaba. “¿Y dónde está Sofía?”, preguntó él muy ansioso. Ninguno de sus amigos presentes supo darle razón. Hasta que llegó uno de los chicos nuevos. “Creo que esa chica se fue hace diez minutos”, dijo él con evidente desinterés.

(continuará)

Tatuajes y sombras (capítulo final)

[Visto: 331 veces]

(viene del capítulo anterior)

Silva puso sus manos sobre su abdomen, y vio que un gran corte lo hacía sangrar. El detective sintió que la vida se le iba y cayó de rodillas sobre el piso antes de caer desmayado. “Laura, nos salvaste”, dijo Flores agradecido hacia donde está ella.

Su sorpresa se convirtió en preocupación cuando vio que Laura yacía en el suelo. Él se acercó rápidamente a donde estaba, y pudo notar que tenía clavada una daga a la altura de su estómago. Aunque agonizaba, ella se preparó para dar sus últimas palabras.

“Él mencionó que estamos atados por la maldición, así que tenía que herirlo de alguna forma. Ahora ya soy libre”, explicó Laura antes de cerrar los ojos. Flores lloró con mucha tristeza por varios minutos hasta que reparó en un pequeño tatuaje en forma de mariposa que ella tenía en su cuello. “Es la cosa más bella que he visto”, señaló Flores en infinita contradicción.

Tatuajes y sombras (capítulo quince)

[Visto: 359 veces]

(viene del capítulo anterior)

Ellos corrieron sin mirar atrás hasta que se sintieron cansados. A pesar del cansancio, Flores tomó un poco de aire y se disculpó con ella: “No creí que Silva podría estar tan obsesionado contigo, así que déjame protegerte”.

“No puedes protegerla”, habló el tatuado mientras se desvanecía y se transforma en el detective Silva. Él le explicó que había buscado a Laura por mucho tiempo, ya que está atado a ella por una maldición. “Y ese hechizo sólo acabará cuando ella muera”, señaló Silva y se apresuró en alcanzarla.

Flores sacó su arma y disparó dos veces. Las balas alcanzaron a su compañero pero, extrañamente, no parecen hacerle daño. “Cuándo entenderás que tú no puedes matarme”, dijo Silva en tono eufórico antes de lanzar un alarido de dolor.

(continúa)

Tatuajes y sombras (capítulo catorce)

[Visto: 377 veces]

(viene del capítulo anterior)

Laura le pidió al guardia que detuviera el auto. El conductor le hizo caso y Laura se pasó para el asiento de atrás para que Flores pudiera ver su espalda. Como pudo comprobar, ella no tenía ninguno de los tatuajes que Silva le había mostrado.

El detective quedó sorprendido: aún no entiende por qué su amigo le ha mentido. “No sé qué puede motivar a tu amigo para culparme a mi, qué interés tiene”, se molestó ella haciendo ahínco en la fijación que Silva tiene en su caso.

De pronto, el aire del lugar cambió. Una onda de calor envolvió el ambiente y tanto el guardia como el detective sacaron a relucir sus armas. De frente hacia al auto, apareció el hombre tatuado caminando lento pero seguro. “Corran”, dijo Flores y huyó del lugar junto con Laura, mientras que el guardia se quedó quieto, dispuesto a enfrentar al que viene.

(continúa)

Tatuajes y sombras (capítulo trece)

[Visto: 332 veces]

(viene del capítulo anterior)

Luego de unos minutos Flores despertó de su inconsciencia. Se encuentra echado en el asiento posterior de un carro. Delante, Laura está sentada como copiloto mientras uno de sus guardias está conduciendo a velocidad media.

Ella se percata que el detective está despertando. “¿Por qué me buscas?”, le increpó la mujer con mucho fastidio. “Tú sabes bien que es por los tatuajes”, señaló Flores reponiéndose de a pocos del letargo. Laura se lo negó y el detective decidió sacar las fotos.

Con cuidado, le mostró las fotografías que tenía en su saco. Laura miró con detenimiento las imágenes pero las descartó de plano. “Son trucadas, yo no tengo esos tatuajes”, respondió con tal convicción que el detective le pidió revisar su piel. “Bien, se mira pero no se toca”, dijo ella con harto desparpajo.

(continúa)

Tatuajes y sombras (capítulo doce)

[Visto: 400 veces]

(viene del capítulo anterior)

Los dos guardias se acercaron hasta Flores. Le pidieron que los acompañara fuera del local pero, como el detective diera su negativa, ellos pretendieron sacarlo a la fuerza. No contaron con que Flores se avivaría y sacaría su pistola eléctrica para derrumbarlos.

Se arma un pequeño tumulto, el mismo que Laura aprovecha para escapar por la puerta de los camerinos. Algunos borrachos se acercan para golpearlo, pero lo peor está por venir: aparece el hombre tatuado causando estragos entre la gente que huye.

Flores siente que el ser sobrenatural lo está buscando, así que se acerca hacia los camerinos. Está ingresando cuando le rocían un líquido en la cara. Su rostro se le queda ardiendo y da alaridos de dolor por unos segundo. Luego, recibe un golpe en el estómago y otro en la cabeza, cayendo inconsciente al piso.

(continúa)

Tatuajes y sombras (capítulo once)

[Visto: 347 veces]

(viene del capítulo anterior)

Nikki se acercó hasta el extremo del escenario y empezó a contornearse con sensualidad. Los excitados espectadores comenzaron a regalarle silbidos y piropos subidos de tono mientras esperan el próximo trago que les traiga la mesera.

Ella se sentía libre y desenfadada hasta que su mirada se topó con la del detective. Como uno más de los concurrentes, iba a colocar unos cuantos billetes sobre el escenario para que Nikki los recogiera, pero era tan sólo un trampa porque él ya la había reconocido.

Ella cerró su baile y bajó del escenario buscando refugiarse pronto en uno de los camerinos. No llegó muy lejos: Flores la alcanzó y le dijo que era hora que viniera con él. Laura, ya sin su peluca azul de Nikki, avisó a los de seguridad para que lo sacaran del lugar. Flores espera la trifulca que va a comenzar.

(continúa)

Tatuajes y sombras (capítulo diez)

[Visto: 569 veces]

(viene del capítulo anterior)

“Demos la bienvenida a ¡Sirena!”, anunció una voz detrás de la cortina que cubre el escenario. La mujer sale en medio de la ovación de los hombres que esperan ver su rutina rítmica. Lleva un atuendo con motivos marinos, que no demora en despojarse hasta quedar sólo con su tanga.

El lugar se enciende en pasiones al compás de las contorsiones que realiza, mientras cada uno de los parroquianos le va dejando un billete en la tanga. Sirena termina su baile en medio de largos aplausos y les regala una sonrisa y varios besos volados mientras camina hacia detrás del escenario.

Tan solo Flores siguió un poco frío: se había fijado bien en el rostro de la bailarina… y no era Laura. Mantuvo la misma actitud con las siguientes chicas. Hasta que salió a escena Nikki. El detective no pudo reconocerla de inmediato por los lentes oscuros sobre sus ojos y la peluca color azul que tiene por cabellera.

(continúa)