Pacto de necesidad (capítulo tres)

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(viene del capítulo anterior)

Aquel sábado, César demoró en alistarse. Había pasado tanto tiempo desde su última cita (porque esto se parece mucho a una cita, ¿no? pensó) que demoró varios minutos en encontrar una camisa que considere “decente” y un pantalón que le proyectara “personalidad”.

Y cuando se vistió, no estuvo conforme. “¡Huevadas! Me pongo lo que yo quiero”, dijo mientras se sacaba la camisa y la tiraba por el suelo. En ese ajetreo, se le pasó la hora y llegó a la casa de Camila como a las siete y media. Ella apareció con un polo bien suelto y unos jeans bien gastados. “¡Que bien amigo!, Veo que hemos coincidido”, comentó ella al verlo llegar con la misma facha.

Se rieron mutuamente por la feliz coincidencia y caminaron hacia la avenida. César pensó que en algún momento iban a dirigirse al parque cercano pero sus pasos los acercaron cada vez hasta el centro comercial. “Vamos al cine”, dijo Camila y él asintió con la cabeza. A lo lejos, parecía como si se formaran muchas personas para la función. “Hay que apurarnos”, señaló su amiga y comenzó a correr.

(continuará)

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