Tatuajes y sombras (capítulo dos)

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(viene del capítulo anterior)

La muchacha se mantuvo consciente hasta que llegó la policía. Una vez que la subieron en la camilla, se desmayó debido al continuo sangrado en la pierna. Para cuando abrió los ojos, se encontró descansando en la cama de un hospital. Por la ventana podía ver cómo ingresa la luz de la mañana.

Una vez que se sintió bien despierta, avisó a una de las enfermeras por un vaso con agua. Ese momento fue aprovechado por el detective para ingresar en su habitación. “Soy el detective Flores, quisiera saber si puede ayudarme con la investigación”, se presentó ante ella. Laura, que es así como se llama, aún se siente cansada con todo lo ocurrido pero accede a contestarle algunas preguntas.

Le preguntó por la forma cómo la encontró el delincuente y ella le explicó que habí decidido tomar el atajo cuando él pasó por allí. Después, Flores le pidió que describiera al hombre que la había salvado. “El no es un salvador”, respondió Laura como mucho temor. “Él quiso dañar al delincuente… y lo hizo”, respondió con un tono de voz alterado.

Desconcertado por el cambio de ánimo de la paciente, Flores decidió salir de la habitación y dejarla descansar. “El tatuado no es un héroe. Es un sospechoso más”, argumentó para sí mismo y caminó fuera del hospital.

(continúa)

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