Entre Emi y Rodri: sentimientos a distancia (capítulo seis)

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(viene del capítulo anterior)

Rodrigo sintió la pegada de esa negativa: la distancia geográfica se había convertido en una distancia más virtual, más palpable y más cercana. Tras lo ocurrido ese día, se tuvo que acostumbrar a verla estudiar en grupo con otros amigos.

Aunque realmente no pudo superarlo. Hubo varias semanas en que sólo salió de su casa para ir a clases, encerrado por horas en su cuarto para estudiar… o quedarse en la computadora escuchando canciones depresivas.

Emilia tampoco la pasaba muy bien. Si bien tuvo la ayuda de sus compañeros, lo cierto es que la distraía la presencia de Rodrigo; o mejor dicho, su “no presencia”. Cada vez que le preguntaban por alguna duda, su mente estaba fija en alguna silla vacía, donde creía verlo sonriente.

“Emi, ¿sabes la respuesta?”, le repetía alguna de sus amigas. A ella sólo le quedaba disculparse por su distracción mientras giraba su cabeza hacia aquella silla, que ahora veía más vacía que hace unos instantes.

Uno de esos días en que su pensamiento estuvo muy enfocado en su querido amigo, lo llamó para saber si podían encontrarse el fin de semana. “Lo siento, no puedo, estoy yendo al sur con mis padres”, se excusó Rodrigo y le cortó la llamada. Emilia apagó su celular y se puso a llorar.

(continúa)

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