El hombre en la capucha (capítulo doce)

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(viene del capítulo anterior)

Mirella intentó correr sin éxito hacia la puerta del cuarto, tropezando con la sábana que llevaba puesta. Jano se acercó a ella, cuya mirada tenía una expresión asustada. Sin embargo, él la levantó del piso con delicadeza y le dijo: “Perdóname”. La joven perdió el miedo y lo abrazó, mientras él no dejaba de besarla en la frente y en los labios.

Más calmada, Jano le empezó a contar a Mirella su encuentro con la capucha, sus vicisitudes con las pastillas y, sobre todo, la razón por la que no le contó su secreto antes. “En aquellos días, sentía que sólo podría protegerte si guardaba silencio”, comenzó a explicar Jano, “pues que tú supieras que yo era el hombre en la capucha te haría blanco de mis enemigos”.

“Pero esta vez es distinto, tú eres la que está directamente en peligro”, prosiguió el joven. Mirella se enteró que Yancarlo era un narco en ascenso y que la fábrica de telas, que Jano destruyera hace varios días, le pertenecía a su organización criminal. “Por favor, aléjate de él”, le pidió Jano. “Lo haré”, respondió ella de forma resoluta.

Mirella terminó de vestirse. Con la confesión de Jano, le quedaba claro que probablemente no volvieran a estar juntos; así que cuando él procedió a abrir la puerta de la casa, ella se abalanzó sobre él y le robó otro beso. Jano se conmovió un momento y también la besó. Luego endureció el semblante y, como recordando algo, dijo: “antes que te vayas, quiero pedirte un favor”…

(continúa)

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