Papel arrugado

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“Por lo antes expuesto, no tengo la menor duda en admitir que mi mudanza era necesaria para proteger la integridad física de mi familia…”

El gesto adusto hizo palidecer al joven mensajero quien, sin embargo, continuó leyendo de la forma más tranquila que podía: “… y es así que me marcho de la ciudad en el último tren de la tarde, no sin antes expresar mi gratitud por las muestras de cordialidad durante mi corta estancia”, y, pues, luego viene un saludo de despedida y el nombre del señor P***.

– Continúe, por favor.

El joven, desconcertado, dudó en hacerle caso; retirando el papel de su mirada, apreciaba ese mismo gesto adusto, ese gesto que ahora le infundía temor.

– Continúe – dijo el señor.

Su imagen sombría y el sentirse obligado a no revelar el misterio detrás de las palabras lo mantuvieron en silencio. A una señal, dos hombres fornidos lo sacaron arrastrado de la sala. Sonaron dos disparos.

En la calle, a pocos metros, alguien encontraba una pistola y un papel arrugado. (22-06-2004)

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