LA DICOTOMÍA ENTRE ESPACIO PÚBLICO , PRIVADO , LA DOBLE MORAL Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS CONTRA LA VIOLENCIA EN EL PERÚ

 

“Lo peor de tener una enfermedad mental, es que la gente espera que te comportes como si no la tuvieras”

El presente artículo tiene el objetivo de profundizar el conocimiento de la problemática de la violencia contra la mujer en espacios privados, iniciamos con una frase sustraída de una película que ha rayado a taquilla al ubicarse en los primeros lugares por su alto contenido de la realidad social y política en la que vivimos en la actualidad.

Los seres humanos debemos ser respetados como tales, hay que lograr una mayor sensibilidad, no somos un objeto para la satisfacción de los fines de terceros, la intervención de toda política debe considerar la integralidad y multidimensionalidad de lo que se pretende abordar, debemos mantener la objetividad y sacudirnos de todo tipo de estigmatizaciones y etiquetados que tanto daño hacen

Es así como resulta necesario cuestionar las estigmatizaciones que se construyen alrededor de los contextos; estigmatizaciones que aparte de estar construidas desde un discurso del déficit, se van convirtiendo en parte del imaginario colectivo, razón por la cual se resaltan solo los aspectos negativos y no se tienen en cuenta los otros detalles que lo  definen. Si se lograra dar protagonismo a la voz de todos los habitantes y reconocer los contextos más allá de lo que se dice de ellos desde posturas externas, se lograría reconocerlos a través de otras perspectivas, más incluyentes en donde prime el reconocimiento por la diversidad.

Una de las variables asociadas a la violencia de pareja ha sido el sexismo, pues se ha visto que quienes tienen esquemas rígidos sobre los roles de género tienden a una mayor tolerancia a la violencia dentro de la pareja según  (Rodríguez. Lameiras, Faílde & Carrera, 2009); la violencia de pareja intima consiste en una serie de actos abusivos de tipo físico, psicológico y/o sexual de carácter progresivo y crónico; cometidos por aquella persona con la que se convive diariamente (Follingstad, Neckerman, Vormbrock, & Herman, 1997 como se citó en Patró, Corbalán & Limiñana, 2007).

Los efectos de la violencia sobre la víctimas suelen ser a largo plazo y difíciles de revertir, sobre todo en el plano psicológico. Se presentan trastornos de ansiedad y depresión similares al estrés postraumático; asimismo hay una tendencia a la baja autoestima, vergüenza e incluso culpa. En así, que la capacidad de la víctima para afrontar la situación de maltrato se reduce, llegando a dañar su nivel de ajuste psicológico (Patró et al., 2007).

Según la teoría de los recursos, reconoce a la familia como un sistema de poder que debe ser protegido a como dé lugar. Cuando un miembro de la familia ve amenazado su poder y no encuentra ningún tipo de recurso socialmente aceptado para mantenerlo, la probabilidad de que use la violencia se incrementa significativamente (Strube, 1988; como se citó en Blázquez, Moreno & García-Baamonde, 2010).

La conducta violenta es aprendida a partir de la interacción social a través del proceso de socialización. Diversos estudios lo han corroborado, pues muchos individuos quienes en la actualidad son parte de una situación violenta (agresor/ agredido por imitación/ identificación) han sufrido continuos episodios de violencia familiar durante etapas tempranas de sus vidas; en cuanto al manejo del entorno se asume que el conflicto es un aspecto inevitable  de  todas las relaciones humanas,  sin  embargo,  la  violencia  como  forma  de manejar estos conflictos no lo es (Strauss, Hamby, Boney –McCoy & Sugarman, 1996), la violencia puede interactuar en cuatro niveles: individual, familiar/relacional, comunidad y sociedad.

Una hipótesis interesante acerca del funcionamiento del sexismo ambivalente, bajo sus dos componentes (hostil y benevolente) considera que ambos funcionan como un sistema de castigos y recompensas con el fin de que la mujer sepa cuál es su rol en la sociedad. El sexismo hostil se aplica como un castigo a las mujeres no tradicionales, profesionales y feministas, porque ellas modifican los roles tradicionales de género y las relaciones de poder entre hombres y mujeres. En tanto que, el sexismo benevolente actúa como recompensa a las mujeres que cumplen los roles tradicionales, debido a que estas mujeres aceptan la supremacía masculina y el ‘cuidado’ que estos les ofrecen a cambio (Donado,2010).La Asociación Americana de Psiquiatría ha hecho una clasificación en el DSM – IV (1995) para categorizar a los altos niveles de dependencia como un trastorno de personalidad, teniendo como características un excesivo aferramiento interpersonal, sumisión, ansiedad de separación y descompensaciones en caso de rupturas. Sin embargo, el trastorno de personalidad dependiente se diferencia de la dependencia emocional en que en esta última la persona puede tomar decisiones y es autónoma en otros aspectos de su vida, cosa que una persona con un trastorno de personalidad dependiente no es capaz de realizar (Bernardo, 2009).

Las líneas de intervención son variadas desde el enfoque multi, inter o trans disciplinario con el que se evalúe y amerite la intervención; lo que sí se debe tener claro sin caer en romanticismos es que la metodología de la planificación en abordaje exclusivamente para este tipo de casos , permite se activen las acciones inmediatas, de mediano y largo plazo, como se puede observar la realidad es amplia y se ha de considerar que este tipo de población afectada cuenta con un perfil y caracterización que en el 99% de los casos atendidos existe un escaso acceso a los servicios públicos, redes de soporte institucional y redes primarias de apoyo; no se puede dar un salto y plantear intervenciones con cliches vanguardistas o de moda, no se puede de hablar de integralidad cercenando la red de apoyo .

Los profesionales e instituciones que día a día trabaja con esta población manejan una serie de estrategias y herramientas que coadyuvan provisionalmente, temporalmente o en el mejor de los casos de manera sostenida a superar aspectos que permitan a la población a conocer y ejercer sus derechos, a estabilizar, a paliar, a proporcionar herramientas.

Un factor asociado y vinculante al abandono de la relación violenta es casualmente la carencia de redes de apoyo, que no necesariamente se materializa con el agenciarse de un trabajo, va más allá. Vamos a ejemplificar,

CASO A:

Sofía 37 años de edad madre de 7 hijos(as) , 3 de sus hijas mayores viven en la ciudad de Lima tienen un historial de adopciones fueron desde pequeñas internadas en INABIF, las 4 menores viven en Trujillo, la mayor de este grupo una niña de 14 años está gestando y convive con su pareja de 17 años, Kitty de 8 años , Giny de 4 años y Yuli (esta última niña fallecida el último mes de julio del presente año , consecuencia de un descuido y derrumbe de pared).

Sofía no ha podido superar la muerte de Yuli y para cubrir ese vacío nuevamente está gestando, Sofía no cuenta con redes de apoyo familiar, y deambula con sus dos últimas hijas en busca de apoyo, según manifiesta, ella se dedica a la prostitución, actualmente ella no sabe quien es e padre del niño que espera, actualmente tiene una pareja que la apoya pero la violenta continuamente y ella se autoculpa, Sofía pasó recientemente por la unidad de psiquiatría y fue diagnosticada con esquizofrenia, condición que daría explicación a los episodios de agresiones continuas contra sus pequeñas hijas-

Sofía tiene momentos que se encuentra estable y pide ayuda, las niñas fueron ingresadas al centro de apoyo, con Sofía se lleva un trabajo sostenido de cuidados en su salud, ella no lee ni escribe, y actualmente su situación psicológica la posiciona en un estado de riesgo moderado /alto que no le permite convertirse en elegible para un trabajo, tampoco sabe desenvolverse en alguna actividad; por las investigaciones el pasado diciembre del 2018 sus hijas tenían orden de albergamiento.

Esta semana tuvo una crisis e intentó matar a una de sus hijas, previos amenazas continuas que lo llevaba su estrés, fue detenida, las niñas albergadas y ella puesta en Libertad.

Qué está pasando con las instituciones tutelares?

El reflejo de nuestras políticas y de nuestras leyes , es una representación de nuestra cultura pasiva de doble moral, ¿Cómo una persona que padece de transtornos de salud mental puede continuar teniendo hijos? Y qué pasa si abordamos una política de control de natalidad y se centre en esta tipología de condiciones para evaluar una ligadura trompas, ¿qué pasaría si en lugar de continuar invirtiendo sin retorno en centros de acogida también procesamos a los negligentes y abandonadores con una sanción de pensión vitalicia en favor del estado para recuperar los gastos que implica el cuidado de sus parientes?, por qué seguimos centralizando acciones abocados en género cuando ambos sexos son seres humanos, cuando la historia data que las conductas violentas son transgeneracionales y que los abusos que se cometen en varones son superiores a los que sufren las mujeres.

Los centros de acogidas no son la panacea de la solución, pero si son herramientas efectivas, para mantener un control sostenido de la intervención.

Se busca empoderar que se empodere, se busca capacitar que se capacite según su realidad, no debemos jugar con expectativas, con vidas y con sueños.

 

Este 26 de enero

Marca la Lampa y el Nro 1

ACCIÓN POPULAR – LA LIBERTAD

 

 

 

 

 

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