La letra y lo femenino

La letra y lo femenino
Por: Graciela Kait

Si bien la cuestión de la letra es abordada por Lacan desde los comienzos de su enseñanza, tanto en el Seminario sobre La carta robada como en el escrito La instancia de la letra…, es a partir de la década del `70 que ella es retomada y reconsiderada desde una perspectiva que es solidaria de su reconsideración de la estructura en la que confluyen varias líneas de desarrollo.
Es dentro de esta perspectiva, que podemos caracterizar como no hay relación sexual, que hemos elegido -dentro de un cartel cuyo tema es Lituraterre- el rasgo de la letra y lo femenino. Justamente, en Lituraterre Lacan dice que se sirve de dos apólogos para considerar a la letra. En esta oportunidad no nos ocuparemos del segundo que es el vuelo sobre Siberia.

1. En el Seminario sobre La carta robada, hace algunas precisiones sobre la letra y sus efectos en tanto ésta se distingue del significante. En el cuento de Poe, no se sabrá nunca el mensaje que contiene la carta-letra (1) que es enviada a la Reina, el mensaje está escamoteado, es decir que todo lo que allí va a suceder no es del orden de la palabra, no es del orden del significante que remite al Otro sino que es efecto de la letra a la que en esa oportunidad define como lo que queda del significante cuando ya no tiene significación; se abre así la dimensión de lo escrito en tanto que cifra fuera del sentido. Este planteo prefigura una caracterización diferente del inconsciente que ya no va a estar definido por la función de la palabra en el campo del lenguaje -relación S1?S2 que se dirige al Otro para producir efectos de sentido- sino un inconsciente que va a estar definido por el efecto de goce de la letra, es decir, por lo que no hace relación.
Además, en La carta robada destaca el poder feminizante que tiene la carta-letra en su desplazamiento para todos aquellos que son sus poseedores, cuestión de la que resulta que son ellos los que son poseídos por la letra, los que caen bajo su sombra. Esto se debe a que la carta, dice Lacan, está en souffrance, detenida, a la espera; mientras la letra -en tanto que cifra fuera del sentido- está a la espera de ser leída, allí, en esa detención es cuando tiene un efecto de feminización que a esa altura implica la búsqueda de fines pasivos y la mascarada que son propias de la posición de la Reina.

2. Es en el Seminario XVIII De un discurso que no sería del semblante que la letra es retomada, como lo anticipamos, dentro de un cambio de perspectiva en la enseñanza por el cual lo que antecede al sujeto no es el Otro de lo simbólico sino que lo que antecede al ser que habla es el goce. Aquí ya no se trata de eso habla sino de eso goza tal como Lacan lo plantea en el Seminario XVII sobre los cuatro discursos, donde el significante sólo -S1-, aislado de la cadena, introduce goce haciendo imposible que haya relación; de manera tal que el discurso es una forma de tratamiento del goce por el imposible que allí está en juego. A continuación, el Seminario XVIII despliega la articulación entre el discurso y el semblante, categoría que es consecuencia de la promoción por parte de Lacan de la dimensión de lo imposible, lo real, siendo sólo los semblantes los que nos evitan lo real y por lo tanto, los que hacen que el discurso sea del semblante en tanto que forma de tratamiento de lo real.

Ahora bien, si lo que introduce goce es un significante aislado, fuera de la cadena, de los efectos de sentido y del semblante, bien podemos llamar a ese S1, letra, algo que escapa a la estructura de la significación que es fálica, o sea, algo que escapa al alcance del significante del Nombre del Padre y que Lacan escribió con el matema S(A/). Al mismo tiempo que Lacan afirma que hay un imposible de cifrar por lo simbólico, asevera en el Seminario XIX …ou pire, hay de lo Uno que no es el Uno que requiere la relación sexual sino que es el Uno requerido por el lenguaje y que además es el Uno que la obstaculiza. Entonces, hay goce Uno asexuado que es real que se concentra en la letra que deviene causa de goce, no hay relación sino disyunción entre el goce y el Otro. No hay relación sexual supone un imposible, una ausencia de escritura de la relación sexual y del encuentro con el otro sexo por el agujero en lo simbólico, S(A/), que es lo imposible de decir. Este matema que aparece en el grafo también prefigura a la letra dado que se trata del significante del Otro que no hay, de un significante sin Otro, letra que anida en el corazón del síntoma y en su repetición.

3. Hay una línea de desarrollo que confluye en este punto que es la que Lacan viene trayendo desde 1958 respecto de la sexualidad femenina y que hace a la relación de la letra con lo femenino. En Ideas directivas… y a raíz de la frigidez plantea un circuito en la mujer a partir del incubo detrás del velo, este incubo es una figura que es efecto del Nombre del Padre, dado que viene de un más allá de la madre y que si bien supone a la castración simbólica incluye un elemento real que escapa a la operación de dicha castración que hace surgir al verdadero partenaire adorado, el que priva de lo que da, amante castrado, hombre muerto del que se goza en una relación de adoración y privación que en el Seminario XVII reaparecerá como el goce de ser privada. Es decir, que ya en Ideas directivas…, encontramos un esbozo del goce femenino entendido como más allá del falo en ese desdoblamiento -amor/goce detrás del velo y deseo delante- que caracteriza el circuito específico de la mujer. En este avance lacaniano sobre la sexualidad femenina se perfila el no hay relación sexual porque en la mujer hay un goce que escapa a la medida fálica y que resultó enigmático a Freud quien se preguntaba: ¿qué quiere una mujer? Entonces, no hay relación sexual constata que lo que no se escribe no es la relación de los sexos entre sí sino la relación de cada sexo con la función fálica.
Lo que escapa a la función del falo es a lo que Lacan va ubicar en las fórmulas cuánticas de la sexuación bajo la lógica del no-todo en la que se resume el más allá del complejo de Edipo que también se despliega a partir de los años `70. Lo femenino, entonces, responde a lo que escapa a la función fálica, al todo edípico del Nombre del Padre. Dice Lacan en la Clase 6 del Seminario XVIII De un discurso…:
La mujer en este caso como este texto esta hecho para demostrarlo, La mujer insisto: que no existe es justamente la letra, la letra en tanto que ella es el significante de que no hay Otro.
El texto al que se refiere es el cuento de Poe; frase notable en la que hace equivaler: La mujer, la letra y el S(A/) cuyo denominador común es un goce autista, sin Otro. A esta estrecha vinculación entre L/a mujer y el matema de la letra, S(A/), la reencontramos en el lado femenino de los matemas de la sexuación, lado de la inexistencia de la excepción que impide que se arme el conjunto de las mujeres y del Otro. Los efectos de feminización de la letra son efectos de goce femenino.
Entendemos que, si Lacan eligió al Seminario sobre La carta robada como su escrito Uno para abrir la edición de sus Escritos, eligió un camino que como el inconsciente se abre con la letra para constituirse por la función del escrito, se abre con el S(A/), el no-todo de lo femenino que es la expresión con la que Lacan designa lo que sería el régimen de lo no edípico.

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Notas
1: Lettre en francés quiere decir letra y carta.

Bibliografía

Lacan, Jacques
Seminario sobre La carta robada. Escritos. Ed. Siglo XXI.
Seminario XVII El reverso… Ed. Paidós.
Seminario XVIII De un discurso… Inédito.
Seminario XIX …ou pire. Inédito.
Seminario XX Aún. Ed. Paidós.

Miller, Jacques-Alain
Los seis paradigmas del goce. En El lenguaje, aparato de goce. Ed. Colección Diva.
De la naturaleza de los semblantes. Ed. Paidós.
Los signos del goce.

Fuente: http://www.eolrosario.org.ar/bibliot_lectu04.htm

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