Melodrama y entrevista con a Mazziotti

Melodrama

Término que procede del griego y significa ‘drama cantado’.
1) Género que surge hacia el 1797 y brilla a comienzos de 1820. Su estructura dramática puede considerarse originada en las tragedias familiares de Eurípides o Shakespeare, y en el drama burgués.
El melodrama es el género de las pasiones, con más emoción y artificio que verosimilitud. Antes de convertirse en género cinematográfico ya era común en el teatro, donde los espectadores aceptaban relatos que ponían en cuestión las rígidas convenciones sociales.
2) Obra narrativa, teatral o cinematográfica perteneciente a este género.
Según la vieja definición de J. J. Rousseau, el melodrama es “un tipo de drama en el cual las palabras y la música, en vez de caminar juntos, se presentan sucesivamente, y donde la frase hablada es de cierta manera anunciada y preparada para la frase musical”.
En estos relatos, el mundo se divide en buenos y malos, y se conmueve al público con recursos efectistas. Los personajes no tienen posibilidad de elección. Las situaciones son inverosímiles: la gama va de la desgracia absoluta a la felicidad.
Como dice Silvia Oroz en su libro El cine de las lágrimas de América Latina, si en el melodrama norteamericano el arquetipo de la villana es encarnado por una morocha, que en los Estados Unidos se asocia con el ícono latino de sexualidad explosiva, en América Latina la operación es al revés, y la que carga con esa sensualidad aluvional es la rubia, por tratarse de un tipo físico más infrecuente.
Hay un modelo central del género en Latinoamérica: el melodrama de madre. Este es un tópico que no proviene de la herencia de Hollywood, y que circuló y circula en varios países, especialmente en la Argentina y México: Madre querida (1935), de Juan Orol, Pobre mi madre querida (1948), de Homero Manzi y Ralph Pappier, Madreselva (1938), de Luis César Amadori.

Entrevista a Nora Mazziotti en TEA IMAGEN:

“—Parecería que la telenovela está siempre vigente y que hoy está “invadiendo” a otros géneros. En el noticiero hay escenas que ya se parecen más a un melodrama. ¿Esto es así?
— La telenovela es un género que es exponente del melodrama en ficción televisiva. El melodrama tiene otras manifestaciones, otras formas de mostrarse, pero es cierto que también hay como una impregnación de ese discurso en varios otros géneros. Los noticieros cuando cuentan historias de vida (policiales o notas de color) musicalizan y editan de manera bastante semejante a como lo hacen las telenovelas; además también influye la forma en que hablan los conductores y los tonos. Uno no está mirando, pero escucha y sabe que le van a contar un melodrama. Siempre hubo un menosprecio muy grande al melodrama porque tiene que ver con los sentimientos, emociones y pasiones. Se dice “cayó en el melodrama”, o en el golpe bajo. Habría una manera lógica y civilizada de ser que tendría que ver con la contención, y el melodrama es exactamente lo contrario: el exceso y el desborde. No creo que necesariamente el discurso informativo tenga que estar teñido de melodrama.
— ¿Y entonces cuál es la razón? ¿Los productores buscan hacer el noticiero más atractivo?
— Claro, para hacerlo más atractivo y ahí también el periodismo popular y sensacionalista es melodramático. Siempre es exagerado, sangriento, retorcido y melodramático. Es como el lenguaje que las clases populares están acostumbradas a hablar y a vivir. Porque también los sectores populares viven más cerca de la cosa apasionada, o de la no contención. Son cuestiones culturales muy fuertes, el melodrama llegó a las masas por esta cosa de la emoción y del exceso.
— ¿Los argentinos de clase media alta tienen un consumo culposo de las telenovelas? — Sí. Y creo que no es sólo de clase media alta. De clase media también. Si se hace el ejercicio de leer hoy las críticas de estreno de películas o de espectáculos, siempre se va a encontrar con que te dicen: “No cayó en el exceso o sí cayó en el exceso”. El otro día estaba leyendo un comentario de un espectáculo de boleros y decía: “Felizmente es muy mesurado”. Y yo pensé: entonces, no voy. Porque no quiero que me canten un bolero mesurado. Yo quiero que un bolero sea de la pasión, el desborde, el enamoramiento fatal, lo prohibido, la excitación y el amor, pero no mesurado. Hay un consumo culposo porque hay un rechazo a eso. Es cierto que a veces hay cosas que se pasan de vuelta en exceso y retorcimiento. Pero, por ejemplo, la película Moulin Rouge, que tuvo tanto éxito y éxito juvenil, es un melodrama. De golpe puede ser que tal vez ya no haya tanto desprecio o rechazo”.

Fuente: http://weblogs.clarin.com/revistaenie-elmisteriodelaspalabras/archives/2008/01/melodrama.html

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