ENTREVISTA CON WALTER MIGNOLO . Crítica de la mente colonizada

ENTREVISTA CON WALTER MIGNOLO
Crítica de la mente colonizada

El antropólogo, que enseña desde hace años en Duke, crítica el eurocentrismo y polemiza con las teorías políticas que desestiman la cuestión racial y otras realidades propias del tercer mundo

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POR: ALEJANDRO GRIMSON.

Frente a las políticas neoliberales, la crítica a la globalización y la reflexión contraimperial corren el riesgo de quedar encerradas en el eurocentrismo, que acuerda al pensamiento europeo un valor universal. Para el antropólogo Walter Mignolo, quien compiló los artículos de Capitalismo y geopolítica del conocimiento, el modo de enfrentar el dilema es aprehender la diversidad de modos de pensamiento y recuperar a pensadores del Tercer Mundo. Nacido en Argentina y profesor en Duke, Estados Unidos, Mignolo cuestiona el eurocentrismo. En un diálogo telefónico la semana pasado, hizo una crítica a los pensadores Michael Hardt y Toni Negri.

—Usted postula la diversalidad, la diversidad en el conocimiento como proyecto universal. ¿El énfasis en la convivencia no podría llevar a un nuevo relativismo?

—La diversalidad, o pluri-versalidad, es una crítica al “relativismo cultural”. Este se basa en la idea de “diferencia cultural”. Mi argumento disuelve esta noción, que oculta la cuestión del poder y la rearticula en “la diferencia imperial” y la “diferencia colonial”. La convivencia tendrá que pasar por una doble traducción que parta del reconocimiento de las estructuras coloniales de poder asentadas en ideologías de “universales abstractos” (Cristianismo, Liberalismo, Marxismo, etc.). La diversalidad como proyecto universal niega la posibilidad del relativismo, ya que niega los universales abstractos que “acomodan” la relatividad de las culturas.

—¿Pero qué hacer con valores como la libertad o la igualdad? ¿Se trata de “provincializarlos” o de reponer la diversidad que adquieren en diferentes contextos?

—Igualdad, libertad, democracia se convierten en conectores de muchas caras. Ya no tienen su fundamento en la Revolución Francesa y la Ilustración sino que deberán ser negociados en diversalidad como proyecto universal. Este es el caso, por ejemplo, del concepto de “democracia” que asume el gobierno mexicano y su acepción para los zapatistas. Es la misma palabra, pero con muchas caras. Ya no es posible buscar la democracia en sus “fundamentos” de Grecia o Francia solamente, a no ser que pensemos que hay seres superiores, que es precisamente lo que impone —y sostiene con las armas— la postulación de universales abstractos.

—Una de sus ideas fuertes es que las políticas de la identidad en Estados Unidos, que Zizek critica, no sirven para comprender el resurgimiento étnico o los movimientos afro en América latina. ¿Cuáles serían las diferencias?

—Muchas y complejas porque tienen que ver con la historia del mundo moderno/colonial de cinco siglos. Sintéticamente, las identity politics (políticas de identidad) en Estados Unidos se estructuran sobre la segunda ola de inmigración. La primera, a fin de siglo, europea, originó el melting pot, el crisol racial. La segunda, desde el 70, del Tercer Mundo, en especial de América latina, originó el “multiculturalismo”. En América latina, los indígenas no son inmigrantes, mientas los afrocubanos fueron inmigrantes forzados. El aspecto que critica Zizek, y yo coincido, es el de una “política basada en la identidad”. No percibe, aun en los Estados Unidos, que hay otra vertiente que es la de la “identidad basada en la política”. Este último aspecto es el que predomina en los movimientos indígenas y afro en América latina, donde la “identidad basada en la política” no asume ninguna esencia, sino que asume la diferencia que el poder hegemónico implementó para clasificar indios y negros. En cambio, la “política basada en la identidad” asume que hay una esencia y no una historia colonial.

—Usted critica a Hardt y Negri por reproducir un macro-relato occidental. ¿Qué ocurre con los conceptos de “Imperio” y “multitud” si incluimos al Tercer Mundo?

—No se trata de “introducir historias africanas”, sino de articular una historia del mundo moderno/colonial donde esas historias (amerindias, etc.) son parte de la modernidad. Las “multitudes”, metáfora de reemplazo del “proletariado internacional”, sólo tienen en cuenta la mitad de la historia, la de la Europa de Marx, la de la revolución industrial. Pero antes de la revolución industrial está la colonización de las Américas (oro, plata, tabaco, café, azúcar), en los siglos XVI y XVII. La colonización necesita del concepto de “raza” como Marx en el XIX necesitó del concepto de “clase”. Europa huele a clase social mientras que las Américas huelen a “raza”, puesto que América es resultado de la colonización. “Clase” es sin duda importante en la medida en que la revolución industrial se expande. Pero la diferencia colonial persiste: un obrero en Bolivia gana menos que un obrero en Alemania. Hay muchas dificultades entre el “Imperio” y la “multitud”. Uno es la falta de análisis de los “estados” en el capitalismo competitivo articulado por la colonialidad del poder. La otra es la desatención al fenómeno de la “raza”: los obreros europeos olvidan pronto la solidaridad de clase cuando llegan inmigrantes magrebíes.

—Los intelectuales argentinos a veces han sido valorados por su cosmopolitismo y otras veces criticados por sus “mentes colonizadas”. ¿Cuál es su visión de ellos en la actualidad?

—No encuentro en el país la innovación intelectual que ofrecen ciertos sectores de los países andinos, la intelectualidad mexicana (incluidos los zapatistas), sectores de Ecuador (Luis Macas y el proyecto de universidad intercultural, por ejemplo), quienes están repensando a Marx y el concepto de dependencia.

—Su proyecto de descolonización planetaria no sólo tendría consecuencias en el campo de la cultura. ¿Cómo hacerlo jugar en la actual crisis argentina?

—La descolonización del conocimiento es un proyecto político y ético. Las consecuencias “culturales” son lo de menos, como lo sugiero en la primera respuesta. La acumulación de dinero y riqueza es inseparable de la acumulación de sentido, esto es, de la colonización del saber. Me comentan, por ejemplo, que Paidós, ante la crisis de la Argentina, anunció que habrá cortes pero que se publicara la traducción del último libro de Derrida. El mercado lo pide, sin dudas, y los editores ya no atienden los proyectos intelectuales. El mercado, como sabemos, mide la intensidad del deseo.

A. Grimson es doctor en Antropología. Su último libro es Relatos de la diferencia y la igualdad.

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3 comentarios

  • Extraordinario blog.
    Un espacio donde se respira libertad, heterodoxia y pensamiento crítico.

    Gracias por compartir estos documentos. Hoy es imprescindible combatir ese rancio y pérfido "pensamiento único".
    e.l.

  • Es cierto. Se hace necesario presentar una voz distinta, disidente.

  • Gracias por abrir este espacio. Los trabajos de Walter Mignolo son marvillosos, su actividad permanente en pos de una propuesta que no tenia ningún lugar cuando el comemzó a plantearla hoy son fundamentales para pensarnos.
    Pensar la nacionalidad como una identidad de origen político y no esencialista es un viaje que nos permite revisar el recorrido histórico y la pedagogía que aún siguen vijentes pero en disputa con el proceso actual en nuestra américa.

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