De Delfin a Pejesapo

De hecho es predecible, que la gran mayoría de los peruanos, empezarán recién a pensar su voto, porque definitivamente no hubo peruano que en las elecciones se acerque a la mesa de sufragio con el voto consciente, quizás sí con el voto en oración, un voto a Dios: a ciegas, un voto porque “es la mejor manera de huir de la multa”, un voto más.

Es predecible también, que todo será en gran parte “un saludo a la bandera”, que certeramente significa en el Perú algo predestinado al desdén, algo convenido socialmente al desinterés total: “al chongo”. Pues, es así como funcionamos la gran mayoría de peruanos. La gran mayoría de peruanos, frente a la minoría, no “malgasta” tiempo para sopesar ideologías, ni mucho menos lo hace para leer los planes de gobierno; ni aunque ahora ya se nos sea accesible por los actuales medios virtuales, de hecho que no. Si algún pretensioso se ocupase a hablar de política, sólo se humillaría haciendo referencias de otros para sustentar su posición, jamás – por lo menos hasta ahora que he leído cientos de comentarios coyunturales – he leído valerse de tesis originales, y si algo propio podría salir de tremenda arrogancia, quizás saldría solamente insultos o calificativos oprobiosos que develen su poco sentido político y nacional: caca.

Me es sumamente ofensivo – aunque sea predecible que tengan razón – que los medios de comunicación refrenden que los candidatos se aprovechan de los jóvenes para asegurar su voto. Sé por experiencia, que dentro de los planes de campaña, los partidos nos ven como público objetivo (por no decir peces fáciles), y que a la gran mayoría de los mozuelos se les embriague con cualquier nonada y manipulen su voto hasta el ánfora. Pero lo que no sé es en qué momento este cardúmen poderoso dejó de ser un ejército de delfines apasionados para transformarse en ladinos pejesapos, dejándonos por segunda vez en un dilema tan irremediable: primero Alan vs Ollanta, y ahora Ollanta vs Keiko. Tan sólo puedo imaginar que tan intrínseca es esta doble moral en la tradición nacional y – en suma – también provinciana que se va arrastrando de padres, que nunca quisieron a su nación y nunca la querrán, a hijos. Maldito estigma.

Por ahora es predecible que para ésta campaña en ambas partes se habrán de negociar ministerios y posiciones públicas para prevalecer en las elecciones. Es predecible a su vez, que los que ya entraron al congreso empezarán a maquinar sus mejores estrategias para sustraer todo lo que se pueda de este paupérrimo país (lo digo por su gente y no por sus recursos, me incluyo) o al menos de la oficina. Es predecible que la señora Fujimori todo lo hará por amor a su papi y no al Perú al igual que el señor Humala que lo hará todo por amor a su pene o al pene de Fidel.

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