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25/05/10: La casona El Buque y su callejón

Un vestigio de la otrora arquitectura monumental de la Lima del siglo XIX. Esta residencia ubicada en el cruce de los jirones Junín y Cangallo en los Barrios Altos, más conocida como el “Buque”, fue el primer conjunto habitacional o “quinta” de Lima del siglo XIX. A pesar del reconocimiento, esta casona se está perdiendo poco a poco.

Casona El Buque. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Son más de las tres y seguimos nuestro camino por las angostas calles de Barrios Altos, hemos pasado ya el Barrio Chino y la Plaza Italia para subir hasta el Jr. Junín. Cada vez más cerca del centro tradicional de Barrios Altos. Con el pasar de los minutos, vemos a la cercanía a la piedra de la Horadada. Es señal que hemos llegado al callejón de “El Buque”.

A simple vista se puede apreciar que esta imponente casona de tres pisos llamada así por la gente del lugar -por la curiosa forma de su construcción- está adornada por unos antiguos pero descuidados balcones. Sus altos portones están acompañados de desperdicios que le dan a la fachada un reflejo de un lugar olvidado y a la vez triste. Cuentan sus inquilinos que en sus interiores, el piso y la escalera eran de mármol. Además de las barandas que eran hechas de bronce.

Desde el Callejón del Buque. Foto: Marco Gamarra Galindo

Recorrer este popular rincón barrioaltino es volver a aquellos tiempos en que este conjunto habitacional posiblemente el más antiguo de toda Latinoamérica durante el siglo XIX, era morada de los intelectuales que vivían enamorados de Barrios Altos; donde también se armaban grandes jaranas criollas llenas de picardía que acababan el día siguiente.

Vista general del Callejón de El Buque, Barrios Altos. Foto: Marco Gamarra Galindo

De la misma manera que ha afrontado los diversos terremotos que han asolado Lima, “El Buque”, permanece en pie como no queriendo llevarse consigo todas las historias y anécdotas de la antigua Ciudad de los Reyes. Esperamos que las autoridades se pongan a derecho junto con los inquilinos para que puedan encontrar una solución temprana al deterioro y abandono del emblema de Barrios Altos, “El Buque”. Leer más »

29/04/10: Cuando me interno en los barrios peligrosos de Lima

Mi gusto por la fotografía no conoce límites, y es que a pesar de no haberme influido tanto como para arriesgarme en una valiente carrera de corresponsal de guerra, me ha internado muchas veces en los tugurios y barrios de peligro capitalinos, sólo con la finalidad de obtener algunos retratos fotográficos de sus gentes, costumbres y tradiciones. En ese instante, mi pasión por ella aumenta considerablemente.

Balcón en el Rímac. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Caminar por las entrañas de Barrios Altos o el Rímac no es tan peligroso como se piensa si la travesía se hace en la mañana. A hora temprana, transeúntes ajenos de lo ajeno, comerciantes, fieles religiosos y perros multicolores rondan por las históricas y decadentes calles de sus respectivas urbes. Se percibe un raro sentimiento de soledad, entonces nos damos cuenta que somos nosotros los que realmente extrañamos a los “faites”. De todos modos, uno no debe confiarse ya que está fuera de nuestras manos el determinar en qué momento pueden aparecer y sorprendernos de una manera única, propia de ellos.

Larga vista hacia la iglesia Santa Clara, Barrios Altos. Foto: Marco Gamarra Galindo

En mi caso, prefiero sentirme como en casa a tal modo que no dudo en dar unos pasitos al ritmo de la música del momento: néctar no está en el cielo y suena a todo volumen en una radio en los alrededores de la Plaza de Acho. Lo más importante es quizás ir acompañado y no tener la cámara a la vista del mundo. Como diría mi amigo: “Guarda la cámara sino van a ser tan “frescos” de agradecerte por el regalito”

Faites en calle del Rímac. Foto: Marco Gamarra Galindo

Sin embargo, hay momentos que no se ven dos veces y necesitamos registrados para la posteridad. Para esas oportunidades yo uso mi casaca a cierre. A pesar que el día sea soleado y tenga que caminar por una larga avenida, alameda o callejón rodeada de casonas e iglesias de siglos pasados, no dudo en usarla. Cuando quiero capturar los ambientes que se viven en dichos lares, tengo mi cámara en el cuello y lista mi casaca para ser cerrada si veo una amenaza. Si no ocurre esto último, la tengo ágil para tomar todas las imágenes que desee.

Casonas del Rímac. Foto: Marco Gamarra Galindo

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15/04/10: Un recorrido por la iglesia de la Buena Muerte

Aprovechando un poco la tranquilidad de Semana Santa, visitamos la barrioaltina iglesia de la Buena Muerte, ubicada en el cruce de los jirones Áncash y Paruro. La singuralidad de esta iglesia no se limita al nombre: su arquitectura resalta y evoca la belleza de los conventos limeños del siglo XVIII.

Iglesia de la Buena Muerte. Foto: Marco Gamarra Galindo

Al frente de la misma, se encuentra la Plazuela de la Buena Muerte y cerca las iglesias de las Trinitarias y Santa Clara.

Plazuela Buena Muerte. Es costumbre verla así en las mañanas. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Si tan sólo las autoridades diesen más importancia a zonas olvidadas como los Barrios Altos y el Rímac, la capital sería más turística, interesante e impresionante.

Interiores de la iglesia Buena Muerte, Barrios Altos. Foto: Marco Gamarra Galindo.

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11/04/10: Una visita a la Alameda de los Descalzos

Del puente a la alameda menudo pie la lleva
Fragmento de la canción ‘La flor de la canela’

Rímac, tan imponente pero a la vez tan olvidado. Visitarte es un viaje hacia lo pasado, añorado y querido. Sin duda, aquel barrio de antaño llamado popularmente como “San Lázaro” actualmente conocido como el Rímac, nos asombrará cada vez que pasemos por uno de sus callejones, alamedas, paseos o casonas. Ejemplo de arquitectura colonial e historias sorprendentes, el también conocido “Abajo el puente” nos espera.

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Foto: Marco Gamarra Galindo

Para conocer verdaderamente cómo era de la Lima de los siglos XVII y XVIII, debemos adentrarnos a este distrito, especialmente a la Alameda de los Descalzos, ícono del Rímac y del Centro Histórico. Este gran paseo fue construido en 1611 por el virrey Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros, quien tenía entre sus referencias, el respeto por los derechos de los indios.

Video para el Blog de los Corresponsales Escolares de El Comercio.

Con el pasar de los años, el lugar se volvió muy concurrido por la sociedad limeña de entonces. El virrey Amat y Juniet decidió reconstruirlo en 1770. La tradición oral afirma que lo hizo con la intención de sorprender a su amada la “Perricholi”, una bella huanuqueña que tenía en “trance” al virrey. Sin embargo, esta relación, en un principio, fue desconocida por la corona española, realidad contraria a la sociedad que sí conocía de estos amoríos. Este romance fue la “comidilla” de las recatadas señoras de la época.

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Si las pocas bancas que quedan de la Alameda de los Descalzos pudieran hablar, cuántas historias y relatos tan curiosos y misteriosos como la del virrey Amat y la “Perricholi” nos sorprenderían. Se cuenta también que en las noches, pasan fantasmas de viudas, suicidas, paganos y misteriosas congregaciones de almas en pena que desfilan alrededor de la alameda.

El andar garboso de las tapadas limeñas y los paseos afanosos de caballeros enamorados culminaron con una época gloriosa que se fue desvaneciendo hasta la llegada de la República. Ramón Castilla consciente de su deterioro le dio un nuevo y definitivo trazo unitario al ordenar la colocación de una verja de hierro forjado importado de la lejana Inglaterra en 1856. Esta remodelación también adornó a la Alameda de los Descalzos con 12 estatuas de mármol italiano que representan los signos del zodiaco y los meses del año. Además de cien bancas de mármol y varios jarrones elegantemente alineados.

Lastimosamente, muchas de estas reliquias se están perdiendo con el tiempo y la desidia de algunos habitantes. Se espera también el apoyo de las autoridades del distrito del Rímac como del INC [hoy Ministerio de Cultura]. No dudamos en que pronto veremos de vuelta aquel testimonio vivo lleno de aroma y tinte representativo de aquellas épocas de inspiración y deleite de poetas y cantores.

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Iglesia Santa Liberata, ubicada al costado de la Alameda de los Descalzos. Foto: Marco Gamarra Galindo. Leer más »

11/03/10: Cementerio Presbítero Maestro: Paz eterna entre obras de arte

Al caminar por las anchas avenidas, pintorescas alamedas y largas calles del Cementerio Presbítero Maestro, uno logra comprender el gran cariño que sintieron los deudos por sus difuntos. Qué mejor entonces que rendirles homenaje junto a imponentes y vistosas esculturas italianas en el primer cementerio de América, la necrópolis del Cementerio General de Lima.

La llegada de la Ilustración significó el fin de aquella práctica tan común de enterrar a los muertos bajo las iglesias. En el Perú se dijo adiós a esa costumbre nada higiénica con la construcción del Presbítero Maestro (1808) en los Barrios Altos. Sin duda, una nueva historia comenzaba a escribirse.

El honor de inaugurar el Presbítero, convertido en el primer cementerio civil del continente, estuvo a cargo del virrey José Fernando de Abascal. El representante del Rey en Perú había autorizado la obra y pedido la ayuda del hábil sacerdote Matías Maestro, quien diseñó los planos del camposanto. En honor a este religioso, el virrey bautiza la necrópolis.

Una inauguración anecdótica

Durante los retoques previos de la inauguración, el pintor Francisco Acosta, sufrió un accidente que le provocó la muerte. No faltaron algunos que recomendaron -por medidas sanitarias-, su entierro inmediato en el Presbítero Maestro. Sin embargo, el cadáver tuvo que esperar el de Juan Domingo González de la Reguera, arzobispo destinado por orden mayor el primer personaje en descansar en la necrópolis.

En sus 766 mausoléos e inumerables nichos, se encuentran personajes que con su pluma o rifle se encargaron de escribir la historia de nuestro país. Éstos son algunos: Leer más »