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26/11/10: Lima y mi primera mirada a sus casonas

Era inicios del 2009 y mi atención estaba dirigida hacia el programa de Corresponsales Escolares de El Comercio. Había transcurrido unas semanas, en realidad, desde que emprendí para ese entonces, el placer de escribir en blog de los Corresponsales. Eran mis primeros días por El Comercio y también por el Centro Histórico de Lima. Nunca antes, más que un par de excepciones, estuve caminando por la ‘Lima cuadrada’, y menos aún, solo. Ese verano, recuerdo, en que me enamoré de Lima.

Un sábado en el diario, en la oficina de Imágen, acompañados de Aurora Escárate Ortiz (encargada del programa), nació la idea de escribir sobre las casonas de Lima. Se nos vino a la mente la casona Castilla, muy cerca a la Miroquesada, pero al final terminamos por la Plaza San Martín, dentro del Hotel Bolívar. Conocimos a César, joven historiador que supo centrar nuestra mirada a lo peruano. Quisiera recordar aquel primer articulo que dediqué a Lima.

Las casonas de Lima la antigua (tuvo por título inicial: ‘Las casonas de Lima la vieja’).

Lima, conocida por sus casonas coloniales y esculturas de gran embergadura nos hacen recordar lo que alguna vez se vivió en tiempos pasados. Sus faroles, edificios, parques y monumentos embellecen a la capital de la manera más elegante que los arquitectos hayan tenido en su sueño más lejano de perfección.

Algunas de las casonas representativas de los siglos pasados están en la Plaza Perú y el edificio Emancipación que guardan la avenida del mismo nombre de resplandor y color colonial.

Casonas de la avenida Emancipación, Centro de Lima. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Otro de los lugares de gran belleza arquitectónica y escultórica es la Plaza San Martín, muy recurrida por turistas extranjeros y nacionales. Esta plaza fue inaugurada en el año de 1921 por el ex presidente Jose B. Leguía. El nombre de esta plaza no es por el santo peruano, sino por el libertador argentino. Un monumento de éste último representa al libertador montando sobre de un caballo ubicado en la parte principal de esta plaza. Además una esfinge carga los laureles del libertador coronada por un camélido.

Esfinge que carga los laureles del libertador San Martín. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Alrededor de esta singular plaza, se ubica el Gran Hotel Bolivar, donde nos encontramos con el César Costa, quien amablemente nos mostró este prestigioso hotel por dentro. Nos relató que fue construido por los cien años de la batalla de Ayacucho y fue llamada así por consejo de Leguía. Para suerte nuestra, habia una exposición de fotos de la Lima antigua tomadas por el francés Courret Chalet.

Jirón Trujillo, Rímac. Foto: Eugenio Courret.

César nos explicó el significado de las fotos, fue como un viaje al pasado, donde pudimos apreciar desde costumbres hasta iglesias que fueron luego demolidas. Después, nos dirigimos hacia la exposición de esculturas en el mismo hotel. Allí quedamos maravillados con la obra del cajamarquino Humberto Hoyos Guevara que fue llamado alguna vez por el embajador de Sudáfrica para hacer una escultura del líder sudafricano Mandela.

Hablando de esculturas, César nos contó sobre José Pareja, otro gran escultor. Sus esculturas más resaltantes son “afilador de cuchillos”, “carretina de helados”, “las últimas noticias”, etc. Obras que al igual que las de Hoyos, asombran a cualquiera. El talento que poseen es único.

En noviembre del 2008 hubo una exposición donde estos “genios” se juntaron y dieron tremenda “cátedra” de lo que es la verdadera escultura peruana. En esta reunión Pareja dijo: “Nuestras obras hablan por si solas, no importando con el material que hayan sido facturadas sellando nuestras ideas y sentimientos, a la ráfaga de inspiración, donde han sido realizadas con la paciencia del arado de una yunta que abre surcos y va dejando huellas en el tiempo”. Por su parte Hoyos declaró: Los secretos más útiles son aquellos que no se guardan, dejémoslo a la luz en cada obra que se haga, los hallará aquel sensible corazón que busca alimentar sus sentimientos. Sabias palabras de dos reconocidos escultores que actualmente cuentan con 68 y 58 años respectivamente.

Al terminar nuestra interesante charla, en medio de esculturas y fotos que resumían “en obras a Lima”, apreciamos de una vibrante marinera integrada por dos niños. Ellos daban a los turistas el blanco estilo norteño que destila pasión.

Así acabó nuestra travesía por las calles limeñas, calles por las cuales se han vivido épocas de éxito, épocas de decadencia y épocas de júbilo. Éstas últimas las que se viven ahora. Este, nuestro recorrido buscó ilustrarles un poco de lo que es nuestra grande Lima. Leer más »

20/11/10: Los recuerdos de la Lima de antaño

La Lima de antaño siempre estará presente. Quizás nos remontamos a su época cuando caminamos por alguna callecita del Centro Histórico de Lima o cuando relatamos la historia de cierto personaje que vivió en esos años. Siempre acudirán a nuestra mente recuerdos de otros tiempos, de una Lima como pocos la conocieron. Quisiera hacer un homenaje, hoy en una noche que se ofrece para tal, a nuestra Lima que aunque “vieja”, sigue de pie, con su habitual imponencia, como esperándo el próximo embate del destino, preparada, y sin embargo lista para demostrar una vez más que es la nueva ciudad pujante que conocemos. Estos son los recuerdos de la Lima de antaño, a través de documentos de entonces. Elijo, para la ocasión, los vals de César Miró Quesada, “Todos vuelven” y el de Augusto Polo Campos, “Lima de antaño”.

Jr. Jauja, Centro Histórico de Lima.

Todos vuelven a la tierra en que nacieron,
al embrujo incomparable de su sol,
todos vuelven al rincón donde vivieron,
donde acaso floreció más de un amor.

Paseo de Aguas y Casona de la Perricholi, Rímac.

Bajo el árbol solitario del silencio,
cuántas veces nos ponemos a soñar,
todos vuelven por la ruta del recuerdo,
pero el tiempo del amor no vuelve más.
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06/11/10: De cómo conocí la Quinta Presa

Unas fotos de décadas pasadas -un par que en realidad ya perdían el color de la contemporaneidad- , acompañadas de un extraño llamado, despertaron en mi la curiosidad y el interés por conocer a fondo su historia: Quinta Presa, palacio construido en el siglo XVIII, era el momento de apreciar tu retrato de casona lujosa, de cerca.

Quinta Presa, en fotos antiguas.

Calor imperturbable. 10:00 am. Tomamos un taxi en el Jr. Trujillo. Nuestro rumbo a la Quinta Presa es observado por una conjunto de casonas y quintas, todas en desfile. Su presencia evoca recuerdos que quizás viví o que no he vivido. -Siempre queda algo-, digo, consolándome, mientras me dedico a observar los interiores de los solares. Sin embargo, pasamos por calles que solo conocen de valentía callejera, de maña criolla. Nada familiar. Su pasado de oro se ha ido olvidando, o más bien, lo hemos olvidado. Poco a poco, llegamos a la Av. Francisco Pizarro -más casonas, decadentes, como las anteriores-, es hora de bajar. Pintorescas tiendas de ropa policial nos reciben. -Curioso-, atino a opinar sobre ellas. Caminamos. El Callejón de Presa que conduce a la Quinta está a la vista, a la vuelta de la esquina. Doblamos. Balcones sobre nosotros. Ahora reconozco en el horizonte de la calle el retrato de casona añeja que contemplé en tantas fotos antiguachas. Estamos a unos pasos. -No debemos todavía descuidarnos, tengan en cuenta que estamos en Malambo, un barrio de los bravos-, irrumpe Manolito con su típico ‘ajuste’, cuando visitamos sitios que parecen peligrosos. -No hay de qué temer, por ahora al menos-, replico para continuar el trayecto.

Calle del Rímac, Centro Histórico de Lima. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Cruzamos la última calle en la que desemboca el Callejón de Presa. Ahora sí estamos frente a la Casona Presa (Jr. Chira 344), despertada cada mañana por el desenfreno de los autos y del populacho rimense. Al costado de la Quinta unos muchachos empiezan a perseguir un balón. -¿Habrá que tocar no?-, dice irónica una acompañante nuestra. Tocamos. Ninguna respuesta. Solo un gato se asoma y camina campante, como jocoso. -Parece que se han de haber ido-, ¡caracóles!. No podríamos quedarnos todo el tiempo del mundo. Afuera acecharán. -Los que están a cargo tienen que regresar, esperemos un poco-, doy un esperanzador mensaje. En la canchita celebran, parece que alguien hizo un gol. De pronto, un señor llega e inmediatamente le explicamos que queremos conocer la tan famosa Quinta de la Perricholi -como dice la tradición- y le pedimos suplicantes que nos permitiera entrar al recinto con él.

La Quinta Presa, Rímac, está cerrada al público. Foto: Marco Gamarra Galindo. Leer más »

05/11/10: Tradiciones Peruanas: la leyenda de la Peña Horadada

He transcrito la tradición ‘La Peña Horadada’ que dedicó Ricardo Palma a esta leyenda urbana propia de nuestra Lima antigua, cuyo partícipe, por cierto, sigue intacto a pesar del embate de los años. Como recuerdan, conocí la Piedra en el 2009 en uno de mis paseos urbanos a los suburbios del Centro Histórico de Lima. “Si solo Lima quisiese ser más turística

Durante mi segunda visita a la Piedra Horadada, Barrios Altos. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Ricardo Palma sobre la Piedra Horadada

Unas cuantas palabras sobre el origen de mis dos calles predilectas. Cuéntase que el diablo allá por los tiempos oscuros coloniales, paseándose un día por la primera a sus anchas y con su habitual insolencia, se encontró de manos a boca, cuando menos lo esperaba, con el santísimo que, salido de Santa Ana, iba en sentido contrario al suyo, acompañado de muchos fieles y que, espantado con la divina visión, no supo cómo esconderse para no ser visto. Volteó la cara a todas partes, sin esperanza de escapatoria, y retrocediendo a trancos largos, hecho un infierno en llamas tropezó con enorme peña que, a modo de pared, le impedía proseguir su fuga vertiginosa, no teniendo entonces otro remedio que horadarla, abriéndole tamaño hueco por el cual logró escabullirse y pasar a la calle colindante por la izquierda dicha, donde al verse seguro y libre de los campanillazos celestiales que tanto lo amartillaban, lanzó a pulmón abierto un suspiro fenomenal que la ciudad escuchó atónita (¿no sería mejor decir bufido?). Los testigos quedaron asombrados de la diabólica escena, reflejando en sus rostros la indignación producida por la huida del maligno rabudo, y desde esa fecha, dice la tradición, las dos calles del cuento quedaron bautizadas con los pintorescos nombres de Peña Horadada una, y Suspiro, la otra. Viven aun en esos barrios gentes benditas convencidas de que un trozo de piedra existente en la primera, corresponde a la auténtica agujereada en hora maldita y que en algunas noches lóbregas, a la hora que cantan los gallos, suelen escucharse en la segunda unos suspiros, sin pizca de amorosos por cierto, capaces de hacer temblar a las piedras y de poner los pelos de punta al más valiente.. ¡Caracóles!

El video que realicé para los Corresponsales Escolares de El Comercio sobre la Peña Horadada.

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23/10/10: El Rímac y el olvido por su historia

“Histórico distrito del Rímac en el olvido”, titula un pequeño pero ilustrativo artículo en La República sobre la situación actual del Rímac, en el Centro Histórico de Lima. La imagen que muestra es de un balcón de cajón, sucumbido por el tiempo y el desaire de sus autoridades. Su otrora fina estampa se refleja en matices grises que indignan y ,por poco, ensucian la mirada. Cada vez menos son los vestigios coloniales con los que se queda Lima. La sociedad los maltrata, agrede, los olvida. De pronto una indignación infiltrada en el ambiente se siente y mientras recuerdo mis caminatas por el Rímac pienso que no soy el único que percibe esta desgracia. Algunos como yo se han detenido a observar la magnitud de la ignorancia general, propia, lastimosamente, del ciudadano común. Muchos tienen la voluntad de cuidar lo nuestro. Sin embargo, somos pocos.

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Mencionado artículo “Histórico distrito del Rímac en el olvido” en el diario La República.

(…) No se preocupan de nada; dónde están esas instituciones restauradores que no se preocupan de lo nuestro. Soy peruano y me duele en el alma ver que en nuestro pais no valoramos lo que tenemos; si resusitara Chabuca Granda se volvería a morir al ver tanta ruina.

Barrio del Rímac, barrio de San Lázaro, de grandes y lujosas construcciones coloniales, atrás quedaron tus épocas de oro cuando toda Lima te iba a visitar, recorrían tus bellas Pampas, las veraniegas de Amancay, ¿recuerdas?, para ver florecer, a ritmo de fiesta rompe y raja, tus hermosos pétalos amarillos. Atrás también quedaron los días de paseos interminables por haciendas que acogiste en tus tierras fértiles de fruto eterno. Atrás, con nostalgia, quedaron los bosques y la fauna tan tuya, al igual que los días de tertulias pintorescas surgidas alrededor de tu damicela cautivadora de virreyes. Barrio del Rímac, de Abajo el puente, de entrañables recuerdos, me compadezco ante tu deteriorada situación. Leer más »

24/09/10: El molino Santa Clara: recuerdos de Barrios Altos

Puede ser digno de un gran poema, del más prestigioso elogio acerca de edificaciones republicanas en el Perú y de intrañables recuerdos que obligan a sus soñadores, los verdaderos barrioaltinos, a revivir una nostalgia latente en sus corazones al ver su sombra de casona añeja en día de verano. Sin embargo, el molino de Santa Clara, símbolo de una época interesante en el país, permanece en estado decadente, triste y, por poco, ruinoso. Fue declarado Monumento Histórico de Lima el 23 de enero de 1973.

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Fotografía antigua del molino Santa Clara. Atrás está la iglesia del mismo nombre.

Fue en una de mis caminadas urbanas cuando la observé por primera vez. -A pesar de los años, el Molino aún permanece con su usual imponencia de hace décadas- me dije y le dediqué unos minutos de mi tiempo, a contemplarla detalladamente: portón por portón, balcón por balcón, y claro, para también tomarle algunas fotos. Recuerdo muy bien cuándo sucedió este encuentro: un día de Semana Santa del 2010 como parte del recorrido tradicional de siete iglesias que, por primera vez, realizaba -aunque decidí ir a visitar algunas no tan concurridas como la iglesia Buena Muerte, Trinitarias, Santa Clara, no me perdí absolutamente de nada; descubrí, al contrario, que en estas zonas de la capital existen grandes riquezas históricas y culturales que a los limeños, en general, nos falta conocer-.

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Actual vista de la casona molino Santa Clara, de estilo italiano. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Esta casona representa, claramente, el influente estilo italiano que contagió a Lima durante la llegada de un considerable número de inmigrantes de dicho país a la capital. Un caso ilustrativo es el de los hermanos Rainusso. En 1845 vino al Perú el inmigrante italiano Luis Josué Rainusso junto a una fortuna que invirtió, acompañado de su hermano Elías, en una empresa. Decidió realizar unas ampliaciones y mejoras a un antiguo y deteriorado molino que utilizaba al extinto río Huatica -el cual originó la construcción de una serie de molinos que trabajaban como fábricas de harina y venta de pan; de ahí el término de molino; Santa Clara, por la iglesia que está a unos pasos-. De esta construcción, la casa-molino Santa Clara ha quedado como tal hasta la actualidad. Por cierto, su arquitectura pertenece a la escuela neoclásica.

Siguiendo con la linea de tiempo, Luis Rainusso continuó por adornarla con magníficas esculturas que representaban a reconocidos intelectuales y artistas clásicos italianos, hechas en marmol de Carrara. Se trataban de 17 estatuas. Acerca de ello, el historiador de la PUCP, Juan Luis Orrego Penagos comenta en su blog:

… (Luis Josué Rainuzzo) era muy amigo del arte: adornó su casa con 17 magníficas esculturas de mármol que representaban, en la parte baja, a Miguel Cervantes, Alejandro Volta, Andrea Doria, Rafael Sanzio, Dante Alighieri, Miguel Ángel, Maquiavelo, Víctor Alfieri y Galileo Galilei; en la parte superior estaban Víctor Manuel, Marco Polo y Diógenes; las otras cinco eran alegorías mitológicas. Sin embargo, cuando don Luis murió, las estatuas fueron bajadas y vendidas a Juan Levaggi quien, a su vez, las revendió a distintas personas de Lima. Hoy, a la entrada del Museo de Arte Italiano, podemos ver cuatro de ellas“.

Molino Santa Clara en épocas pasadas, cuando estaban sus estatuas italianas en su fachada. En esta foto de 1908 era local de la compañía de curtiembres Camino & Cia que la alquilo hasta 1913.

Se sabe, por las inscripciones de la base, que las estatuas de Galileo Galilei, Miguel Angel, Rafael Sanzio, Dante Alighieri, Miguel Cervantes y Víctor Alfieri fueron hechas en Florencia (Italia) por el escultor Casoni en 1865 y, sin duda, son de mejor factura que las restantes.

A raíz de la venta de la propiedad en 1878, las estatuas fueron vendidas y dispersas alrededor de 1940. En las primeras décadas del siglo XX y con la decadencia paulatina de los Barrios Altos, el edificio deja de funcionar como molino y poco a poco va perdiendo sus esculturas. Algunas fueron sustraídas y otras vendidas a coleccionistas. Leer más »

08/08/10: Nuestro señorial Centro Histórico de Lima

Uno de mis primeros artículos como Corresponsal Escolar de El Comercio, en el 2009. Mi fascinación para con la historia del Centro Histórico de Lima me incitó a dedicar una nota casi a las primeras semanas que -a través de mis “andadas” reporteras en el diario- empecé a conocer.

Texto y fotos: Marco Gamarra Galindo
Video: Marco Gamarra Galindo, Nicolás Rodríguez López y Juan Carlos Espinoza Peña
Corresponsales escolares asignados

El Centro Histórico de Lima es un claro reflejo del amor hacia la arquitectura. Sus casonas, balcones, iglesias y monumentos son algunas pruebas de esta afirmación. Su estilo virreinal, rococó, renacentista, neo clásico, barroco, republicano, hablan de ella, como una ciudad multifacética y de diversidad cultural.

Lima, la “Ciudad de los Reyes”.

Por cierto, nuestra querida Ciudad de los Reyes fue declarada como patrimonio de la humanidad en 1988 por su originalidad y por poseer alrededor de 600 monumentos históricos construidos durante la presencia hispánica.

Muchas de las calles del Centro mantienen sus antiguas casonas con sus respectivos balcones.

En esta oportunidad, recordaremos la historia de una de las plazas de mayor trascendencia. Me imagino, amigo lector, que usted ya intuye de qué plaza estamos hablando. O quizás por el título. O tal vez, por haber mirado el vídeo con anticipación. En fin, no le daré largas y le confirmaré que estamos hablando de la Plaza Mayor de Lima. Sí, esa donde se ubica la catedral que hace poco cumplió 400 años y donde se encuentra el Palacio de Gobierno y el Palacio Arzobispal.

Francisco Pizarro, el conquistador español, fundó la ciudad de Lima el 18 de enero de 1535 y con ella, la Plaza Mayor. Se dice que fue el mismísimo Francisco Pizarro, el conquistador, quien trazó con su propia espada el cuadrilátero de la plaza y señaló el sitio donde se ubicarían la Casa de Gobierno, la iglesia matriz. Un cronista de la época, Bernabé Cobo, afirmó que la Plaza Mayor de Lima era la más grande y la mejor diseñada de todo el continente americano.

En los inicios de Lima, la Plaza Mayor se convirtió en el principal espacio de reunión de la ciudad: por allí circulaban diversos personajes como pregoneros, toreros y comerciantes que probablemente saciaban su sed con el agua de la pileta. A propósito, la primera pileta que se construyó fue en 1578, durante el mandato del virrey Toledo; posteriormente, en 1651 se reemplazó por la del virrey Sotomayor, la misma que se aprecia hasta hoy en día.

Durante la época virreinal, la Plaza Mayor funcionó como mercado, plaza de toros y como sitio de ejecución de los condenados. Asimismo, el Santo Oficio de la Inquisición, con sede en Lima, desarrolló en ella los autos de fe. En 1875 dejó de ser un terral y fue adornada con estatuas y sembrada de árboles para cambiar de imagen. Ahora, recordaremos juntos la historia de las edificaciones localizadas alrededor de la plaza.

Palacio de Gobierno
A lo largo de casi 480 años, el Palacio de Gobierno ha sido afectado por cinco terremotos, cuatro saqueos y tres incendios que destruyeron el edificio en parte o totalmente. Además, fue allí donde el conquistador Francisco Pizarro vivió sus últimos días.

Construcción del actual Palacio de Gobierno.

Durante el virreinato fue hogar de varios virreyes que enriquecieron sus adornos y su mobiliario. Además, fueron mejorando la construcción transformándola en un suntuoso palacio, digno de una capital del entonces poderoso imperio español. Ya en la república, el Palacio vivió quizá su mejor época, ya que fue embellecido por el presidente Ramón Castilla con varias obras de arte. Trágicamente, más adelante el Palacio se convirtió en el cuartel general del ejército chileno (1881 – 1883).

En 1921, en vísperas del centenario de la independencia, estalló un incendio que destruyó grandes salas, aposentos y despachos del Jefe de Estado. El presidente de ese entonces, Augusto B. Leguía, encargó al arquitecto francés Claude Antoine Sahut Laurent el diseño del nuevo Palacio de Gobierno. Terminado éste, se convirtió en un claro ejemplo del estilo neocolonial con tendencias moriscas. Finalmente, en 1937 Ricardo de Jaxa Malachowski dio la retocada final.

Ciertamente, asombra la arquitectura con la que se ha construido el Palacio de Gobierno, la misma que transmite orden, seriedad y poder.

Casa del Oidor
En la esquina de los jirones Junín y Carabaya se encuentra la única casona limeña que mantiene su arquitectura original. Se trata de la Casa del Oidor que fue construida en el siglo XVII. Su balcón esquinero es el principal distintivo de la casa y hasta hoy lleva el color verde que lucía cuando se construyó. Cabe mencionar que fue sede de la administración de justicia de los magistrados nombrados por el rey.

Palacio Arzobispal
La edificación actual concluyó en 1924. Es de estilo neocolonial, inspirado en el renacimiento español, aunque en su fachada encontramos elementos característicos del barroco. En la parte final, como rematando el edificio, se halla la escultura de Santo Toribio de Mogrovejo, hecha en granito. Es reconocida por poseer bellísimos balcones tallados con primorosas celosías. Se comunica con la Catedral de Lima través de un patio donde hace unas épocas había naranjos.

Catedral de Lima
El inicio de su construcción se remonta al mismo año de la fundación de Lima, cuando se edificó un pequeño edificio. Su construcción era de adobe con techo de troncos. Esta iglesia obtuvo el rango de catedral en 1540 gracias a Jerónimo de Loayza, el primer obispo de Lima, quién pidió al maestro Alonso Beltrán que construya una catedral similar a la que está en Sevilla (España). Al igual que Palacio de Gobierno, ha resistido a numerosos terremotos y podido guardar los rasgos y ambientes que poseía en sus inicios.

Ingresar a esta monumental edificación es una travesía por la historia. Conocidos personajes estuvieron en sus instalaciones: Rosa de Santa María, patrona de América y las Filipinas; San Martín de Porres; Francisco Solano; Santo Toribio de Mogrovejo y Juan Masías. Además, los restos de Francisco Pizarro yacen en la cripta de la Catedral.

Una visita obligada a este monumento si es que estamos haciendo turismo en Lima.

Estación de Desamparados
Es el remate visual del jirón Carabaya. Aquí se encuentra la más importante estación de tren. Consta de tres pisos, que fueron obra del arquitecto peruano Rafael Marquina. Se inauguró con la ruta Lima – La Oroya en 1893. Obtiene el nombre de Desamparados ya que fue sobre esta iglesia donde se construyó la estación. Actualmente funciona como sala de exposiciones y es conocida por poseer el vagón presidencial “paquita”, mandado a construir en honor a la esposa del entonces Presidente de la República Óscar R. Benavides.

Convento Santo Domingo
Es uno de los conventos más antiguos de la ciudad. Resalta la sencillez de su portada que cubre hasta las torres. El claustro presenta amplios patios cuyos pasadizos conservan parte de su artesonado y los azulejos de los zócalos. Durante la colonia fue el máximo foco cultural. Más adelante, llegó a albergar a San Martín de Porras, cuyos restos actualmente descansan allí junto con los de Santa Rosa de Lima y del Beato Juan Masías.

Santo Domingo nació con la ciudad, pero su fundador fue el fraile Tomás de San Martín, quien después se convertiría en prior principal de la orden de los dominicos. Se ubica en la esquina de los jirones Conde de Superunda y Camaná.

Pasaje Olaya
Conocido como la Calle de los Petateros ya que diversos comerciantes vendían sus petates – una especie de alfombra – y esterillas alrededor de este pasaje. Es conocida también porque aquí fue donde los realistas fusilaron al patriota José Olaya. Actualmente es sitio de comercio y de restaurantes. También se puede apreciar un monumento al mártir peruano.

Casa de Correos y Telégrafos
Es una construcción académica que posee un estilo francés elegante y monumental. Se ubica al frente del Convento de Santo Domingo. En este lugar fue donde se realizó la primera emisión oficial. El reparto de la correspondencia durante los primeros años de la república se realizó en espaciosas carretas confeccionadas con resistente madera. Actualmente es la oficina central de correos de Lima. Aquí también hay un museo donde se puede observar una de las últimas carretas de esa época.

Bar El Cordano
Se ubica a unos metros del Palacio de Gobierno. Es un orgullo que resiste al pasar de los años. Por este bar han desfilado diversos presidentes que ha tenido nuestro país durante la última centuria. Actualmente se puede degustar de una deliciosa butifarra de cerdo, arroz con mariscos, papa a la huancaína y el peruanísimo pisco sour. El bar fue fundado hace 102 años por los genoveses Andrés y Fortunato Cordano, quienes dejaron después la administración a sus sobrinos Luis y Antonio Cordano, los que a su vez legaron a sus trabajadores el local en pago por el tiempo de servicio.

Esto es sólo un pedazo de historia de nuestra capital, confiamos que todos podamos contribuir con el cuidado y mantenimiento y que lo sigan gozando las siguientes generaciones. Leer más »

07/08/10: Lima y el cuidado de su cultura

Es un tema que realmente me genera pena, tristeza y hasta verguenza ajena. El hecho que no se valore el patrimonio del Centro Histórico puede permitirnos llegar a la conclusión de que su población no tiene cierto grado de cultura, y menos aún de sus vertientes. Lima es importante no sólo porque, a través de sus edificaciones, nos muestra una época que alguna vez vivimos. El Centro Histórico es un lugar donde Lima puede ser auténtica: sus costumbres, tradiciones e idiosincracias urbanas forman parte donde la ciudad, es propia de sus ciudadanos.

El debido cuidado del Centro Histórico de Lima depende de todos nosotros. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Lima tiene dos caras muy distintas: una muy cuidada donde las agencias de turismo pasean a los visitantes. Los llevan a la Plaza de Armas, el Jirón de la Unión, la Alameda Chabuca Granda y la Plaza San Martín. De ahí que quieran adentrarse, por ejemplo, a conocer el Jirón Trujillo, depende totalmente de los turistas. Esto es con la finalidad de proteger su integridad y eso es comprensible. La otra cara se encuentra entre el Rímac y los Barrios Altos, sectores donde se hallan la más vistosa arquitectura de nuestra capital. Sus casonas, quintas, iglesias, plazuelas rodeadas de calles con curiosos nombres, en conjunto, son mucho más interesantes que la cuidada. Ellas reflejan la Lima que sí estuvo al alcance de sus pobladores, que verdaderamente fue propia de sus habitantes. La mayoría de anécdotas descienden de sus calles, de sus entrañables callejones de un solo caño. Lo que pierde Lima en turismo.

Curiosidad urbana limeña. 1885.

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06/08/10: El imponente palacio del Marqués de la Osambela

Caminar por las calles céntricas del Cercado de Lima es como regresar a la Lima de antaño, tan tradicional y monumental que, todavía, guarda celosamente recuerdos que muchos de nosotros hemos olvidado.

Una de estas reliquias dignas de ser admiradas es el Palacio del Marqués de Osambela, una magna construcción de finales del siglo XVIII que se encuentra en el Jirón Conde de Superunda. Perteneció al opulento banquero y comerciante español Martín de Osambela, Marqués de Osambela y Teniente Coronel de Milicias.

Mencionado Jirón Conde de Superunda y la Casona de Osambela en resalte. Foto: Marco Gamarra Galindo.

De estilo neoclásico con influencia francesa del rococó, esta casona limeña posee un hermoso mirador desde donde se observaba la entrada y salida de los barcos del Callao. Además, presenta características únicas en comparación a otras casas virreinales de la época. Una de ellas son sus habitaciones, distribuidas en forma paralela a la calle, lo cual hace que su fachada sea lo suficientemente extensa para albergar a cinco balcones de cajón de estilo Luis XVI.

Balcones de cajón de la Casona de Osambela. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Al parecer, fue en 1815 que Martín de Osambela, al encontrarse enfermo, escribió su primer testimonio declarando que no tenía herederos. Sin embargo, después contraería matrimonio. Años después, el libertador San Martín se hospedaría en casa de la familia Osambela e inclusive, sería aquí donde se celebró la proclamación de la independencia política del Perú.

Casi treinta años después de su muerte en 1825, el palacio de Osambela pasaría a manos del vasco José de la Asunción Oquendo, razón por la cual la gente la comenzó a llamar la casa de Oquendo, nombre con la que también se conoce hoy en día. Actualmente funciona como sede de la Academia Peruana de la Lengua y Lenguas Nativas, y de la Oficina Regional en el Perú de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).

Si usted se encuentra por el corazón del Centro Histórico, no deje de visitar esta majestuosa casona de añil azul, la cual se conserva y destaca por sus balcones de cajón. Leer más »

23/07/10: El Convento de los Descalzos en el Rímac

Desde 1595 este monasterio se afianza como uno de los más tradicionales del país. Su sencilla fachada corona la elegante Alameda de los Descalzos, la cual se mantiene en silencio hasta que abre sus puertas.

Sus patios conventuales son testigos del ir y devenir de los religiosos. Las monjas adornan los huertos y jardines con un vaivén y gracia de antaño. Como decía José de la Riva Agüero: “Son los únicos sitios en que aún es posible imaginar y sentir la poesía de la colonia, poesía blanda y muelle, enervadora”.

El Convento de los Descalzos fue un importante centro apostólico de donde salieron cientos de misioneros a catequizar las zonas apartadas del Perú durante el siglo XIX. La construcción de este monumento histórico nacional se efectuó sesenta años después de la fundación de Lima por Francisco Pizarro en terreno donado por Doña María de Valera y su hijo Don Luis Guillén, benefactores de la orden.

El aroma del Perú antiguo se percibe en el Convento de los Descalzos, Rímac. Foto: Marco Gamarra Galindo.

A pedido del arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo, el rey español Felipe II aceptó la creación de una casa franciscana de oración, penitencia y recogimiento. Su denominación oficial fue la de Convento de Nuestra Señora de los Ángeles. Sin embargo, la tradición popular la llamó “los Descalzos” debido a las sandalias usadas por los sacerdotes.

A pesar de no tener la intención de acumular riquezas, la devoción había reunido valores para el patrimonio histórico y artístico de la nación como reliquias de San Francisco Solano, San Francisco de Asís y San Antonio de Padua junto a más de 300 lienzos de la escuela cusqueña, limeña y quiteña, y una biblioteca de dos niveles con más de 15,000 libros de piel de cabra de los siglos XVI al XX que actualmente se pueden apreciar en el Museo de los Descalzos.

Sepa más
Las visitas guiadas al Museo de los Descalzos se realizan de lunes a domingo, incluyendo los días martes, de 9:30AM a 12:30PM y de 2PM a 5:00PM [Actualización 21/05/2017]
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