Archivo de la etiqueta: virgen de fatima

Santidad: la verdadera gloria de Francisco y Jacinta

SANTIDAD: LA VERDADERA GLORIA DE FRANCISCO Y JACINTA

El 13 de Mayo del 2000, los pastorcitos fueron beatificados por Juan Pablo II, en el mismo lugar que en 1917 vieron a la Santísima Virgen por primera vez. Habiendo sido confidentes de la Madre de Dios y alcanzado la virtud heroica, no obstante su tierna edad, han merecido un renombre auténtico y universal, sin paralelo en la historia de la Iglesia.

videntes de fatima krouillong comunion en la mano sacrilegio

En la primavera de 1916 la vida de tres alegres y despreocupados pastorcitos, Lucía dos Santos y sus primos Francisco y Jacinta Marto, de apenas nueve, ocho y seis años de edad iría a sufrir un cambio brusco: “Los Corazones de Jesús y de María tienen sobre vosotros designios de misericordia”, les dijo el Ángel de la Paz.

“Ofreced constantemente al Altísimo oraciones y sacrificios… De todo lo que podáis, ofreced a Dios un sacrificio de reparación por los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores. (…) Sobre todo, aceptad y soportad con resignación el sufrimiento que Nuestro Señor os envíe”.

Así, aproximadamente un año después de las apariciones del Ángel, los niños ya estaban preparados para recibir la visita de la Reina del Cielo.

Y la Virgen vino, no con agrados ni con dulzuras, sino con seriedad, repitiendo desde el primer encuentro la invitación a la oración y al sufrimiento hecho por el Ángel: “Vais pues a tener mucho que sufrir, pero la gracia de Dios será vuestro consuelo”.

lucia francisco jacinta pastorcitos fatima krouillong comunion en la mano es sacrilegio
Francisco: consolador de Dios

Aunque inocente y desapegado, Francisco debió tener algunas flaquezas o pequeñas faltas de generosidad de las que necesitaba corregirse. Si ellas no le impidieron ver al Ángel y a la Santísima Virgen, sin embargo, no escuchaba nada de lo que decían.

Con todo, cuando Nuestra Señora afirmó que necesitaba “rezar muchos rosarios” para llevárselo al Cielo, él exclamó: “¡Oh Señora mía, rezaré cuantos rosarios quisierais!”

Es curioso que después de la visión del infierno, según Lucía, fue Francisco el que quedó menos impresionado con aquel horror. Pues lo que más lo atrajo y absorbió de aquella visión fue Dios, la Santísima Trinidad “aquella luz inmensa que nos penetraba en lo más íntimo del alma”.

Lucía comenta que, “mientras Jacinta parecía preocupada con el único pensamiento de convertir pecadores y de librar almas del infierno, él [Francisco] parecía pensar únicamente en consolar a Nuestro Señor y a Nuestra Señora, que le habían parecido tan tristes”. Cuando la prima le preguntó qué gustaba más, si consolar a Nuestro Señor o convertir pecadores, él no titubeó: “Me gusta más consolar a Nuestro Señor. ¿No reparaste cómo Nuestra Señora, el último mes, se puso tan triste cuando dijo que no ofendiesen más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido? Yo quisiera consolar a Nuestro Señor y después convertir a los pecadores, para que no lo ofendan más”.

Siguiendo ese llamado a la contemplación, se tornó común que se apartarse de las dos niñas para rezar solo. Cuando le preguntaban qué estaba haciendo, les mostraba el rosario. Si insistían para que fuese a jugar con ellas, alegaba: “¿No recordáis que Nuestra Señora dijo que debo rezar muchos rosarios?”

Y si preguntaban por qué no rezaba con ellas, respondía: — “Más me gusta rezar solo, para pensar y consolar a Nuestro Señor, que está tan triste por causa de tantos pecados… ”.
Cuando las niñas lo descubrían absorto detrás de alguna tapia y le preguntaban qué estaba haciendo, respondía: — Estoy pensando en Dios, que está tan triste a causa de tantos pecados… ¡Si yo fuese capaz de darle alegría!…

¡Consolar a Dios, darle alegría! ¡Qué altísima meta! ¡Qué programa de vida!

Pequeños, pero con gran espíritu de sacrificio

Para mortificarse, los tres pastorcitos inventaban mil cosas: dar su refrigerio a los pobres y comer raíces o bellotas, escogiendo las más amargas; abstenerse de beber, a veces todo el día, cuando tenían mucha sed; frotarse el cuerpo con ortigas para mortificarlo; rezar horas seguidas, prosternados, las oraciones que el Ángel les enseñara… eran algunas de ellas.

El día 23 de diciembre de 1918 los dos hermanitos enfermaron, víctimas de una epidemia de bronco-neumonía que atormentaba a Europa. Incluso durante la enfermedad, continuaron rezando y sacrificándose por los pecadores.

Era costumbre que Francisco se alejase de las niñas para rezar solo y consolar a Jesucristo, a quien veía triste debido a las ofensas de los hombres

Sobre Francisco, escribe Lucía: “Sufría con una paciencia heroica, sin dejar escapar nunca un gemido ni la más leve queja. Tomaba todo lo que le daba su madre, y no llegué a saber si alguna cosa le repugnaba.

“Le pregunté un día poco antes de morir: — ¿Francisco, sufres mucho?
— Sí, sufro. Pero todo lo sufro por amor a Nuestro Señor y a Nuestra Señora.
“Un día me dio la cuerda (que usaba en la cintura por penitencia) y me dijo:
— Tómala y llévatela, antes que mi madre la vea. Ahora ya no soy capaz de llevarla puesta.
“Esta cuerda tenía tres nudos y estaba manchada de sangre”.1

El día 4 de abril de 1919, sin un gemido ni contracción del rostro, con una sonrisa angelical en los labios, Francisco fue al encuentro a la Santísima Virgen, que lo esperaba con los brazos abiertos.

Jacinta: víctima reparadora, seriedad y generosidad

La madurez y precocidad en la virtud de esta humilde pastorcita impresionaba. Lucía testimonia: “Tenía un porte siempre serio, modesto y amable, que parecía traducir la presencia de Dios en todos sus actos, propio de personas de edad avanzada y de gran virtud”.

“Si en su presencia algún niño, o incluso personas mayores, decían alguna cosa, o hacían cualquier acción menos conveniente, las reprendía diciendo:
— ¡No hagan eso que ofenden a Dios Nuestro Señor, y Él ya está tan ofendido! 2

Lucía recuerda: “Dios me dio la gracia de ser su confidente más íntima; conservo de ella los mayores recuerdos, estima, respeto, por la alta idea que tengo de su santidad”.

Su dolorosa enfermedad fue ocasión de ofrecer muchos sacrificios a Dios. Un día le preguntó a Lucía: —“¿Ya hiciste hoy muchos sacrificios? Yo hice muchos. Mi madre se fue y yo quise ir muchas veces a visitar a Francisco, pero no fui.

Otro día: —“Cada vez me cuesta más tomar la leche y los caldos; pero no digo nada y todo lo tomo por amor a Nuestro Señor y al Inmaculado Corazón de María”.

Alto grado de santidad

La misión reparadora de Jacinta está íntimamente ligada al Corazón Inmaculado de María. Cuando Nuestra Señora mostró el infierno a los tres pastorcitos, les dijo: “Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón”. Jacinta fue, a su manera, misionera de esa devoción.

Al despedirse de Lucía antes de partir para Lisboa, le recomienda vehementemente: “Tú te quedas aquí para decir que Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Cuando haya que decir eso, no te escondas”. Y añade: “Dí a toda la gente que Dios nos concede las gracias por medio del Corazón Inmaculado de María. Que se pida a Ella. Que el Corazón de Jesús quiere que a su lado se venere el Inmaculado Corazón de María. Que pidan la paz al Inmaculado Corazón de María, que Dios se la entregó a Ella. ¡Si pudiera meter en el corazón de todo el mundo la lumbre que tengo aquí dentro del pecho quemándome y haciéndome gustar tanto del Corazón de Jesús y del Corazón de María!”

Jacinta sufrió una penosa agonía que soportaba valientemente ofreciéndolo por la conversión de los pecadores.

¿Cómo puede Jacinta, tan pequeñita, asumir y comprender tan profundamente el espíritu de mortificación y de penitencia? Lucía responde: “Primero, por una gracia especial de Dios que, por medio del Inmaculado Corazón de María, le quiso conceder; segundo, viendo el infierno y la desgracia de las almas que ahí caen”.

Nuestra Señora le preguntará a Jacinta si quería quedarse un poco más en la Tierra para sufrir por la conversión de los pecadores. La generosa niña respondió que sí. Terminó muriendo en Lisboa, alejada de sus parientes. Pero Nuestra Señora nunca la dejó sola. Se le aparecía frecuentemente, instruyéndola, aconsejándola… alertando sobre la situación del mundo y la inminencia de los castigos.

La Madre María de la Purificación Godinho, a quien Jacinta hacía sus confidencias, anotó muchas de las comunicaciones celestiales y meditaciones de la pequeña pastorcita, que muestran el grado de madurez espiritual a que llegó. 3

Comprensión profunda y seria de la eternidad

Viendo a personas inmodestamente vestidas visitando a los enfermos, o a enfermeras excesivamente maquilladas, le decía a la Madre Godinho: “¿De qué sirve todo esto? ¡Si ellas pensasen que tienen que morir y supiesen qué es la eternidad! … Sobre unos médicos ateos comentó: “¡Pobres! con toda su ciencia, mal saben lo que los espera”.

Jacinta fue operada en febrero de 1920 por segunda vez. Debido a su estado de debilidad, sólo pudieron utilizar cloroformo y anestesia local. Al verse sin sus ropas, en manos de los médicos, lloró mucho. Le extrajeron dos costillas, dejando un orificio tan grande que por él podía pasar una mano. Sufrió todo calladita, gimiendo apenas de vez en cuando : “Ay, Virgencita mía”. Pero para consolar a los que la veían sufrir decía: “¡Paciencia! Todos tenemos que sufrir para llegar al Cielo”.

El viernes 20 de febrero, Nuestra Señora vino a buscar a Jacinta, que a pesar de no haber cumplido los 10 años, murió en olor de santidad.

Notas.-
1. P. Luis Gonzaga Ayres Da Fonseca, Nossa Senhora de Fátima, Editora Vozes, Petrópolis, 5ª edición, 1954, pp. 148-149.
2. P. João De Marchi I.M.C., Era uma Senhora mais brilhante que o Sol…, Seminário das Missões de Nossa Senhora de Fátima, Cova da Iría, 4ª edición, 1954, p. 35.
3. Cf. Antonio Borelli Machado, Fátima: ¿Mensaje de Tragedia o de Esperanza?, El Perú necesita de Fátima, Lima, 4ª edición, 2004, pp. 73-83.

Fuente: FATIMA.PE

Googlea “krouillong”

Estas son nuestras redes sociales, donde puedes encontrar audios y videos de oraciones y devociones.

Novena a Nuestra Señora de Fátima

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA

Comienza la novena a Nuestra Señora de Fátima el dia 4 de mayo y termina el día 12 de mayo, un día antes de su Fiesta, el 13 de mayo.

Esta es la fecha principal para rezar a Nuestra Señora de Fátima, pero, por tratarse de una Novena, puedes iniciarla en cualquier momento del año para pedir a Nuestra Señora una Gracia que necesites. Incluso, puedes rezar la Novena varias veces al año.

misterios del santo rosario krouillong comunion en la mano es sacrilegio

La novena a nuestra Señora de Fátima se compone de una oración inicial, una oración para todos los días, la oración que corresponde al día y una oración final.

Oración inicial para todos los días

¡Oh Dios Mío! Yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido por los que no creen, no adoran y no os aman.

¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el preciosímo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con los que Él es ofendido; Y por los méritos de Su Santísimo Corazón e intersección del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.

pastorcitos fatima krouillong comunion en la mano sacrilegio

Oración para todos los días

Oh santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.

Rezar a continuación la oración del día que corresponda.

videntes de fatima krouillong comunion en la mano sacrilegio

Día Primero

¡Oh santísima Virgen María, Madre de los pobres pecadores!, que apareciendo en Fátima, dejaste transparentar en vuestro rostro celestial una leve sombra de tristeza para indicar el dolor que os causan los pecados de los hombres y que con maternal compasión exhortaste a no afligir más a vuestro Hijo con la culpa y a reparar los pecados con la mortificación y la penitencia. Dadnos la gracia de un sincero dolor de los pecados cometidos y la resolución generosa de reparar con obras de penitencia y mortificación todas las ofensas que se infieren a vuestro Divino Hijo y a vuestro Corazón Inmaculado.
Meditar y rezar la oración final.

Día Segundo

¡Oh santísima Virgen María, Madre de la divina gracia, que vestida de nívea blancura te apareciste a unos pastorcitos sencillos e inocentes, enseñándonos así cuánto debemos amar y procurar la inocencia del alma, y que pediste por medio de ellos la enmienda de las costumbres y la santidad de una vida cristiana perfecta. Concédenos misericordiosamente la gracia de saber apreciar la dignidad de nuestra condición de cristianos y de llevar una vida en todo conforme a las promesas bautismales.
Rezar la oración final.

Día Tercero

¡Oh santísima Virgen María, vaso insigne de devoción!, que te apareciste en Fátima teniendo pendiente de vuestras manos el santo Rosario, y que insistentemente repetías: «Orad, orad mucho», para alejar por medio de la oración los males que nos amenazan. Concédenos el don y el espíritu de oración, la gracia de ser fieles en el cumplimiento del gran precepto de orar, haciéndolo todos los días, para así poder observar bien los santos mandamientos, vencer las tentaciones y llegar al conocimiento y amor de Jesucristo en esta vida y a la unión feliz con Él en la otra.
Rezar la oración final.

Día Cuarto

¡Oh santísima Virgen María, Reina de la Iglesia!, que exhortaste a los pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa, e infundiste en sus almas sencillas una gran veneración y amor hacia él, como Vicario de vuestro Hijo y su representante en la tierra. Infunde también a nosotros el espíritu de veneración y docilidad hacia la autoridad del Romano Pontífice, de adhesión inquebrantable a sus enseñanzas, y en él y con él un gran amor y respeto a todos los ministros de la santa Iglesia, por medio de los cuales participamos la vida de la gracia en los sacramentos.
Rezar la oración final.

Día Quinto

¡Oh santísima Virgen María, salud de los enfermos y consoladora de los afligidos!, que movida por el ruego de los pastorcitos, obraste ya curaciones en vuestras apariciones en Fátima, y habéis convertido este lugar, santificado por vuestra presencia, en oficina de vuestras misericordias maternales en favor de todos los afligidos. A vuestro Corazón maternal acudimos llenos de filial confianza, mostrando las enfermedades de nuestras almas y las aflicciones y dolencias todas de nuestra vida. Echad sobre ellas una mirada de compasión y remediadlas con la ternura de vuestras manos, para que así podamos serviros y amaros con todo nuestro corazón y con todo nuestro ser.
Rezar la oración final.

Día Sexto

¡Oh santísima Virgen María, refugio de los pecadores!, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar incesantemente al Señor para que esos desgraciados no caigan en las penas eternas del infierno, y que manifestaste a uno de los tres que los pecados de la carne son los que más almas arrastran a aquellas terribles llamas. Infundid en nuestras almas un gran horror al pecado y el temor santo de la justicia divina, y al mismo tiempo despertad en ellas la compasión por la suerte de los pobres pecadores y un santo celo para trabajar con nuestras oraciones, ejemplos y palabras por su conversión.
Rezar la oración final.

Día Séptimo

¡Oh santísima Virgen María, Reina del purgatorio!, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar a Dios por las almas del purgatorio, especialmente por las más abandonadas. Encomendamos a la inagotable ternura de vuestro maternal Corazón todas las almas que padecen en aquel lugar de purificación, en particular las de todos nuestros allegados y familiares y las más abandonadas y necesitadas; alíviales sus penas y llévalas pronto a la región de la luz y de la paz, para cantar allí perpetuamente vuestras misericordias.
Rezar la oración final.

Día Octavo

¡Oh santísima Virgen María!, que en vuestra última aparición te diste a conocer como la Reina del Santísimo Rosario, y en todas ellas recomendaste el rezo de esta devoción como el remedio más seguro y eficaz para todos los males y calamidades que nos afligen, tanto del alma como del cuerpo, así públicas como privadas. Infundid en nuestras almas una profunda estima de los misterios de nuestra Redención que se conmemoran en el rezo del Rosario, para así vivir siempre de sus frutos. Concédenos la gracia de ser siempre fieles a la práctica de rezarlo diariamente para honraros a Vos, acompañando vuestros gozos, dolores y glorias, y así merecer vuestra maternal protección y asistencia en todos los momentos de la vida, pero especialmente en la hora de la muerte.
Rezar la oración final.

Día Noveno

¡Oh santísima Virgen María, Madre nuestra dulcísima!, que escogiste a los pastorcitos de Fátima para mostrar al mundo las ternuras de vuestro Corazón misericordioso, y les propusiste la devoción al mismo como el medio con el cual Dios quiere dar la paz al mundo, como el camino para llevar las almas a Dios, y como una prenda suprema de salvación. Haced, ¡oh Corazón de la más tierna de las madres!, que sepamos comprender vuestro mensaje de amor y de misericordia, que lo abracemos con filial adhesión y que lo practiquemos siempre con fervor; y así sea vuestro Corazón nuestro refugio, nuestro consuelo y el camino que nos conduzca al amor y a la unión con vuestro Hijo Jesús.
Rezar la oración final.

noche antorchas fatima krouillong comunion en la mano sacrilegio

Oración Final para todos los días

¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Fuente: HERALDOS DEL EVANGELIO

Que Dios les conceda a todos, por la Intercesión de Nuestra Señora de Fátima, las Gracias que necesiten.

Googlea “krouillong”

Estas son nuestras redes sociales, donde puedes encontrar audios y videos de oraciones y devociones.

Fátima y el Infierno

Fátima y el Infierno
Por el R.P. Bertrand Labouche
Sacerdote F.S.S.P.X La Reja, Argentina

Video sobre la Virgen de Fatima para Niños
http://www.convicciontv.cl/infantiles/virgen-de-fatima.html

En Fátima, Nuestra Señora recordó a los hombres sus postrimerías:

El Cielo: “Soy del Cielo”, “Vas al Cielo y Jacinta y Francisco también”, “Cuando recéis el Rosario, diréis después de cada misterio: ¡Oh Jesús (…) lleva todas las almas al Cielo!”

El Purgatorio: “Amelia estará en el purgatorio hasta el fin del mundo”.

El Infierno: la Santísima Virgen, con un rostro grave, pidió cinco veces a los pastorcitos oraciones y sacrificios por la conversión de los pecadores: “Después de cada misterio del Santo Rosario diréis: ¡Oh Jesús mío, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu Divina Misericordia.” Más aún, por la primera vez en la historia de sus apariciones, Nuestra Señora MOSTRÓ EL INFIERNO A LOS TRES NIÑOS.

virgen fátima pastorcitos infierno purgatorio cielo krouillong karla rouillon

Fue el día 15 de julio de 1917, después de haber dicho estas palabras: “Sacrificaos por los pecadores, y decid muchas veces, en especial cuando hicierais algún sacrificio: Oh Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en desagravio por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María”.

“Al decir estas últimas palabras, -escribe Lucía-, abrió de nuevo las manos como en los meses pasados. El reflejo parecía penetrar en la tierra y como un mar de fuego. Sumergidos en ese fuego demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o broceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas de las llamas que de ellas misma salían, juntamente con nubes de humo cayendo por todos los lados, semejantes al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de pavor.

 

(Debe haber sido a la vista de esto cuando di aquel “ay”, que dicen haberme oído).

Los demonios distinguíanse por formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros carbones en brasa. “Asustados y como para pedir socorro, levantamos la vista hacia Nuestra Señora, que nos dijo entre bondadosa y triste: «Habéis visto el infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón»”.

“Mar de fuego, formas horribles de los demonios, gritos de desesperación”: Lo que vieron los pastorcitos corresponde perfectamente con las penas físicas y morales que sufren para siempre los que murieron en estado de pecado mortal. Ciertamente, esta visión es para nuestra época una gran gracia; pues en el espíritu del “hombre moderno”, la idea de poder ser condenado a un fuego eterno ha desaparecido progresivamente. Incluso se burla de eso. ¿Y cuál fue el instrumento principal de esta terrible anestesia? El silencio de los predicadores.

¿Cuántos gritan: “¡FUEGO!”, “¡FUEGO ETERNO!”?

San Alfonso, doctor de la Iglesia, decía que se consideraría culpable de un pecado mortal si no hubiese predicado sobre el infierno por lo menos una vez al año. Añadamos, como “instrumento”, la generación de los que no transmitieron a sus hijos las convicciones que habían recibido en la misma edad. “Lo que vieron los pastorcitos…”

Miles de almas se levantarán el día del juicio final: “Ustedes, que lo sabían, ¿por qué no nos avisaron? ¿Por qué nos tranquilizaron? Ustedes, que sabían en qué estado estábamos, ¿por qué no se preocuparon por nuestra conversión? ¿Por qué, por lo menos, no rezaron por nosotros?” La mejor de las Madres ha avisado a sus hijos. De hecho, la evocación de esta visión del infierno ha producido ya muchas veces efectos saludables en las almas, sobre todo con el apoyo de la oración y de la penitencia.

Todavía produce y seguirá produciendo estos efectos. La Santísima Virgen vino expresamente y usó este medio para impedir que otros hijos suyos cayeran en el abismo eterno de fuego y de desesperación. Hay personas que se extrañan de que Nuestra Señora haya revelado a unos niños un espectáculo tan espantoso y asqueroso. En general, para no decir casi siempre ¡estas personas necesitaban escuchar este relato para empezar a entender después que ellas mismas debían convertirse! Y comprenden entonces la pedagogía de Nuestra Señora, ejemplo de las madres: Las almas de los pastorcitos no se quedaron traumatizadas, “estresadas”, sino llenas de una lucidez sobrenatural, de fervor en la oración y de caridad apostólica por la conversión de los pobres pecadores. No los trastornó tanto el horror de la visión como la tristeza de María y el destino de los condenados al infierno.

Una enfermedad con llagas repulsivas provoca en el buen médico, no un invencible asco, sino el deseo de hacer todo para curarla. Del mismo modo, estos santos niños harán todo lo posible para que se salven las almas en peligro de condenarse. “La contemplación del Inmaculado Corazón de María y la visión del infierno fueron las causas de la santificación de Jacinta. Ella decía con frecuencia: ¡Oh infierno ¡Oh infierno! ¡Qué pena tengo de las almas que van para el infierno ¡Y las personas que, estando allí vivas, arden como la leña en el fuego! ¡Tanta gente que va al infierno! ¡Tanta gente en el infierno!” Y la pastorcita advertía a los padres: “¡No dejen cometer pecados a sus hijos, que pueden ir a parar al infierno!”

Si eran personas mayores: “Díganles que no hagan eso, que ofenden a Dios Nuestro Señor, ¡y después pueden condenarse!” La visión del lugar que ocuparía en el infierno fue también la que impulsó a Santa Teresa de Ávila en el camino de la santidad: “Y así torno a decir que fue una de las mayores mercedes que el Señor me ha hecho, porque me ha aprovechado muy mucho, así para perder el miedo a las tribulaciones y contradicciones de esta vida como para esforzarme a padecerlas y dar gracias al Señor que me libró, a lo que ahora me parece, de males tan perpetuos y terribles”. (Libro de la Vida, Santa Teresa de Jesús de Ávila)

En el mes siguiente, el día 19 de agosto, Nuestra Señora pronunció un pequeño aviso que nos debe hacer pensar: “Rezad, rezad mucho, y haced sacrificios por los pecadores, PUES muchas almas van al infierno POR NO TENER QUIEN SE SACRIFIQUE Y PIDA POR ELLAS”.

Hay una relación de causa a efecto entre el celo de un cristiano y la salvación de otra alma, o entre la falta de generosidad de un cristiano y la condenación de esta alma.

¡SURSUM CORDA! (Levantad vuestros corazones) [Leer más …]