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Cuaresma: Día 17

CUARESMA: DÍA 17

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios y los pecados con los cuales pecamos contra este mandamiento.

Hoy revisaremos el

Honrar a los padres es obedecer, si se vive bajo su potestad, sus mandatos; mientras no manden lo que es pecado, pues «es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres». También asistirlos en sus necesidades y reverenciarlos con amor. «Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor».

En algunas traducciones del Evangelio hay una frase que puede entenderse mal. Dice Jesucristo : «El que no odia a sus padres no es digno de Mí». Hay que tener en cuenta que la palabra «odiar» en hebreo no tiene el mismo sentido que en castellano. En hebreo significa «tener en menos». Por lo tanto el sentido de la frase es:

«El que antepone sus padres a Mí, no es digno de Mí».

La desobediencia a los padres es más grave cuando se trata de cosas relacionadas con el bien de nuestra alma : deberes religiosos, amistades, diversiones, etc.

La obediencia a los padres cesa con la emancipación de los hijos, pero no el respeto que les es debido, el cual permanece para siempre .

Tus padres lo son todo para ti. Aunque sean viejos y achacosos, debes conservarles el respeto y el cariño. No seas jamás un hijo desagradecido . Todo lo que tienes, a ellos se lo debes. Dice la Biblia: «Cómo podrías pagarles lo que han hecho por ti?». Piensa en los pobres niños abandonados que no conocen a su padre, ni saben lo que es el cariño de una madre.

A los padres no basta quererlos, hay que manifestárselo. No hay en el mundo amor más desinteresado que el de los padres: no es mucho pedir que ellos reciban alguna cálida manifestación de cariño de sus hijos, que tanto agradecen.

Hoy se habla poco de obedecer a los padres. Incluso algunos hijos se creen que desobedeciendo dan muestras de independencia y personalidad.

Es decir, que consideran la desobediencia como una valor. Esto es una equivocación. Esos mismos jóvenes que no obedecen a sus padres que les aman, luego obedecen a los amigos, a las modas, o a sus caprichos que les tiranizan. Cambian de obediencia : la buena por la mala. Ser libre no es hacer lo que me da la gana. Ése es esclavo de sus caprichos.

Libre es el que voluntariamente cumple con su deber. La persona más libre fue Jesucristo , que era Dios. Sin embargo cumplió con la voluntad de su Padre.

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Hoy día es muy fácil que los hijos se contagien del espíritu de rebeldía y libertad desenfrenada del ambiente. El P. César Vaca, O.S.A. escribió en el periódico Ya de Madrid: Criticar los falsos maestros, los malos educadores, los padres incomprensivos y egoístas, está bien; pero rechazar la disciplina familiar en globo, menospreciar sin compasión a cuantos ejercen la ardua tarea de la educación y la enseñanza, presentando como la mejor de las escuelas la anarquía de una libertad incontrolada, es colocarse al borde de la ruina .

Los problemas que destacan en las páginas frontales de los periódicos de todo el mundo, son un reflejo de la falta de disposición de nuestra juventud para someterse a ningún sistema de valores que no sea la jerarquía de valores de su propio criterio. (…) Todos somos testigos de casos de adolescentes que son advertidos y aconsejados una y otra vez por padres experimentados y responsables, pero ellos prefieren “discurrir por su cuenta”, para descubrir demasiado tarde lo que su padre le predecía certeramente. Por desgracia, son muchos los jóvenes que no quieren escuchar consejos. Semejante hostilidad de la gente joven hacia la autoridad paterna supone que ellos se oponen irrazonablemente a los beneficios de la experiencia Los hijos deben ayudar en la vida de familia. En todas las familias se necesita la colaboración de los hijos. Entre todos se puede conseguir una vida familiar agradable y alegre. En nuestra sociedad el número de personas que alcanza una edad avanzada es cada vez mayor. Los ancianos se encuentran con problemas que hacen más dura su ancianidad: ya no pueden trabajar, algunos están enfermos, otros solos. Todos los miembros de la sociedad deben sentirse responsables de la atención a los ancianos, especialmente los hijos .

Parte 02 – Cuarto Mandamiento de Dios

Parte 03 – Cuarto Mandamiento de Dios

Parte 04 – Cuarto Mandamiento de Dios

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

PARA SALVARTE – PADRE JORGE LORING

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Cuaresma: Día 16

CUARESMA: DÍA 16

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios y los pecados con los cuales pecamos contra este mandamiento.

Hoy continuamos revisando el Cuarto Mandamiento de Dios: Honrarás a tu Padre y a tu Madre.

Parte 01 – Cuarto Mandamiento de Dios

Parte 02 – Cuarto Mandamiento de Dios

Parte 03 – Cuarto Mandamiento de Dios

También entran en este mandamiento las relaciones entre superiores y subordinados, patronos y obreros, etc.

La organización de la sociedad exige que haya quien mande y haya quien obedezca. Por eso, el poder de la autoridad viene de Dios, y también por eso la autoridad debe ejercerse según la ley de Dios. Los que mandan deben hacerlo con justicia y delicadeza; y los que obedecen, con respeto, fidelidad y sumisión.

Lo mismo que los súbditos tienen la obligación de obedecer, las Autoridades tienen la obligación de mandar según la Moral. Es decir, consagrarse a procurar el bien común, no el propio; vigilar que se cumpla la justicia y guardarla a su vez, por ejemplo, otorgando cargos a personas idóneas, y empleando bien el dinero de los ciudadanos, atendiendo a lo más urgente y necesario.

La cuestión social se ha agravado profundamente en nuestro tiempo, por el poco caso que se ha hecho de la doctrina social de la Iglesia.

La solución está en que nos convenzamos de que todos somos hermanos, y por lo tanto, debemos ayudarnos mutuamente. El que tiene más debe dar al que tiene menos, pues todos los hombres deben gozar suficiente – pero moderadamente- de los bienes de este mundo. «El cristiano rico no se regocija de su condición, pues sabe que su riqueza le impone deberes; no ama la riqueza, sino a sus hermanos; y en la riqueza ve un recurso para ayudarles».

Lo que pasa es que muchos que se dan el nombre de cristianos -y con sus obras demuestran que no lo son- no quieren hacer caso de lo que manda la Iglesia. Pío XI se quejaba amargamente: «es en verdad lamentable que haya habido, y aun ahora haya, quienes llamándose católicos apenas se acuerdan de la sublime ley de la justicia y de la caridad en virtud de la cual nos está mandado no sólo dar a cada uno lo que le pertenece, sino también socorrer a nuestros hermanos necesitados como al mismo Cristo. Ésos, y esto es lo más grave, no temen oprimir a los obreros por espíritu de lucro. Hay, además, quienes abusan de la misma religión y se cubren con su nombre en las exacciones injustas para defenderse de las reclamaciones completamente justas de los obreros. No cesaremos nunca de condenar semejante conducta; esos hombres son la causa de que la Iglesia, inmerecidamente, haya podido tener la apariencia y ser acusada de inclinarse de parte de los ricos, sin conmoverse ante las necesidades y estrecheces de quienes se encontraban como desheredados de su parte de bienestar en esta vida».

Jesucristo no se presentó como un nuevo Espartaco proclamando la libertad de los esclavos con las armas en la mano. Jesucristo acabó con la esclavitud, pero no con la fuerza de las armas, sino con la fuerza de su doctrina. Las injusticias no se vencen con el odio, sino haciendo a los hombres mejores. El odio cambia una injusticia por otra. Lo único que hace mejores a los hombres es el amor al prójimo.

Para hacer mejor a la humanidad, no hay otra doctrina que supere a la de Jesucristo : «pórtate con los demás como quieres que los demás se porten contigo», «amaos unos a otros como yo os he amado».

Convenzámonos que mientras todos -los de arriba y los de abajo- no obedezcamos a nuestra Santa Madre la Iglesia, el mundo no se arreglará. El odio y el egoísmo no pueden sustentar la verdadera paz.

La doctrina social de la Iglesia no es dinamita que destroza, sino levadura que transforma lentamente.

Pío XII les dijo a los católicos austríacos: «La lucha de clases nunca podrá ser el objetivo de la doctrina social católica».

«Se equivoca -dice Pío XII a los trabajadores italianos el 1 de mayo de 1953- quien piensa que sirve a los intereses del obrero con los viejos métodos de la lucha de clases». Hay que conseguir una colaboración de las clases, basada en la confianza y en el mutuo cumplimiento de los deberes sociales.

Salvador de Madariaga, conocido intelectual republicano, dijo que para los marxistas la lucha de clases no es un medio, sino un fin: en las situaciones en que hay bienestar y paz social, procuran acabar con esto y crear la lucha de clases.

Dijo Juan Pablo II en Brasil: «La liberación cristiana usa medios evangélicos y no recurre a ninguna forma de violencia, ni a la dialéctica de la lucha de clases o a la praxis o análisis marxista.

«La lucha de clases no conduce al orden social porque corre el riesgo de invertir las situaciones de los contendientes, creando nuevas situaciones de injusticia … Rechazar la lucha de clases es optar decididamente por una noble lucha en favor de la justicia social …

El bien común de una sociedad exige que esa sociedad sea justa. Donde falta la justicia, la sociedad está amenazada desde dentro.

Eso no quiere decir que las transformaciones necesarias para llevar a una mayor justicia deban realizarse con la violencia, la revolución ni el derramamiento de sangre, porque la violencia prepara una sociedad violenta, y nosotros los cristianos no la podemos admitir. Pero hay transformaciones sociales, a veces profundas, que deben realizarse constantemente, progresivamente, con eficacia, y con realismo, por medio de reformas pacíficas».

La Iglesia, en sus veinte siglos de existencia, ha tenido que vivir en medio de las estructuras sociales más diversas. Y siempre, en todos los ambientes, ha trabajado por la implantación de la justicia social.

No por medio de una revolución sangrienta, sino por medio de su doctrina y de su influjo. Y lo mismo que en la antigüedad abolió la esclavitud e instituyó los gremios -verdaderas familias de productores, que tan buenos frutos dieron para el equilibrio social y buena distribución de las riquezas -, así en nuestra época abolirá la injusticia social, consecuencia del capitalismo liberal; y se impondrá la hermandad cristiana que armonice las relaciones entre todos los hombres.

«La igual dignidad de las personas humanas exige el esfuerzo para reducir las excesivas desigualdades sociales y económicas, e impulsa a la desaparición de las desigualdades inicuas».

El cumplimiento de la doctrina social de la Iglesia, por parte de todos, hará que patronos yobreros vivan en perfecta concordia y bienestar. Esta colaboración de unos y otros para la implantación de la doctrina de la Iglesia es la que ha de solucionar el problema social.

La Iglesia da las directrices; pero ella sola no puede. Necesita la colaboración de todos. Ella da la doctrina, pero las realizaciones dependen de los hombres.

La empresa moderna es muy distinta de la del siglo pasado. Ha avanzado mucho, pero todavía no ha llegado a la meta que desea la Iglesia.

Todos debemos colaborar a que siga evolucionando a mejor, hasta dar al elemento humano del trabajo la dignidad que merece. «El reconocimiento de la dignidad de la persona humana, sujeto de derechos inalienables, se encuentra en los fundamentos de toda la enseñanza social de la Iglesia».

«Las empresas económicas son comunidades de personas, es decir, de hombres libres y autónomos, creados a imagen de Dios. Por ello, teniendo en cuenta las diversas funciones de cada uno -propietarios, administradores, técnicos y trabajadores-, y quedando a salvo la necesaria unidad en la dirección, se ha de promover la activa participación de todos en la gestión de la empresa, según formas que habrá que determinar con acierto. Con todo, como en muchos casos no es a nivel de empresa, sino en niveles institucionales superiores, donde se toman las decisiones económicas y sociales, de las que depende el porvenir de los trabajadores y de sus hijos, deben los trabajadores participar también en semejantes decisiones por sí mismos o por medio de representantes libremente elegidos.

Entre los derechos fundamentales de la persona humana debe contarse el derecho a fundar libremente asociaciones obreras que representen auténticamente al trabajador y puedan colaborar en la recta ordenación de la vida económica, así como también el derecho de participar libremente en las actividades de las asociaciones, sin riesgo de represalias. Por medio de esta participación organizada, que está vinculada al progreso en la formación económica y social, crecerá más y más entre los trabajadores el sentido de la responsabilidad, que les llevará a sentirse sujetos activos, según sus medios y aptitudes propias, en la tarea total del desarrollo económico y social del logro del bien común universal.

En caso de conflictos económico-sociales hay que esforzarse por encontrarles soluciones pacíficas. Aunque se ha de recurrir siempre primero a un sincero diálogo entre las partes, sin embargo, en la situación presente, la huelga puede seguir siendo medio necesario, aunque extremo, para la defensa de los derechos y el logro de las aspiraciones justas de los trabajadores.

Búsquense, con todo, cuanto antes, caminos para negociar y reanudar el diálogo conciliatorio».

«La huelga es un método reconocido por la Doctrina Social Católica, como legítimo en las debidas condiciones y en los justos límites. En relación con esto, los trabajadores, deberían tener asegurado el derecho a la huelga sin sufrir sanciones penales personales por participar en ellas. Admitiendo que es un medio legítimo, se debe subrayar al mismo tiempo que la huelga sigue siendo, en cierto sentido, un medio extremo. No se puede abusar de él; especialmente en función de los juegos políticos. Por lo demás, no se puede jamás olvidar que cuando se trata de servicios esenciales para la convivencia civil, éstos han de asegurarse en todo caso, mediante medidas legales apropiadas, si es necesario. El abuso de la huelga puede conducir a la paralización de toda la vida socio-económica, y esto es contrario a las exigencias del bien común de la sociedad».

«La admisión de la huelga no legitima el empleo de medios injustos de presión huelguista como la calumnia, la mentira, las amenazas contra las personas, el sabotaje, y, en general, los medios llamados de acción directa. Se requiere asimismo que la huelga no vaya más lejos de lo que sea necesario para conseguir la finalidad de reparación de la injusticia o consecución de la mejora justamente pretendida. La huelga resulta moralmente inaceptable cuando va acompañada de violencias, o también cuando se lleva a cabo en función de objetivos no directamente vinculados con las condiciones de trabajo, o contrarios al bien común. El beneficio a obtener debe ser proporcionado a los males que ocasiona».

«Nadie está obligado en conciencia a tolerar la injusticia cometida contra él. Obran rectamente las personas que defienden sus propios derechos, respetando siempre los derechos de los demás.

Frente a la injusticia cabe, pues, una legítima oposición. Esta acción en contra de la injusticia establecida es tarea propia tanto de la Autoridad Pública como de los ciudadanos. El Estado mantiene el orden justo principalmente mediante las leyes, la fuerza publica y la acción de los tribunales. Los ciudadanos disponen de dos medios extraordinarios para oponerse a la injusticia social: la huelga y, en casos extremos, la revolución».

« Mucho más extrema que la huelga, por la complejidad de implicaciones de todo orden que lleva consigo, es la revolución como recurso de oposición a la injusticia, no limitado ya al campo económico, sino insertado en la línea política. La doctrina tradicional católica ha reconocido siempre su legitimidad, cuando se dan determinadas condiciones, como instrumento para liberarse de la injusticia padecida por un pueblo, y siempre que su puesta en marcha represente un mal menor comparado con las consecuencias desastrosas provocadas por el régimen de injusticia establecido en la sociedad».

«Y que se hayan agotado todos los otros recursos, haya esperanza fundada de éxito, y sea imposible prever razonablemente soluciones mejores».

A esta posibilidad se refería Pablo VI en la «Populorum Progressio»: «Hay situaciones cuya injusticia clama al cielo. Cuando poblaciones enteras, faltas de lo necesario, viven en una tal dependencia que les impide toda iniciativa y responsabilidad, lo mismo que toda posibilidad de promoción cultural y de participación en la vida social y política, es grande la tentación de rechazar con la violencia tan graves injurias contra la dignidad humana. Sin embargo, como es sabido, la insurrección revolucionaria, salvo en el caso de tiranía evidente y prolongada que atentase gravemente a los derechos fundamentales de la persona y dañase peligrosamente al bien común del país, engendra nuevas injusticias, introduce nuevos desequilibrios y provoca nuevas ruinas. No se puede combatir un mal real al precio de un mal mayor».Pablo VI , en la tradicional audiencia colectiva del primero de año al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, les dijo en 1967, hablando de la justicia social: «La Iglesia no puede aprobar a quienes pretenden alcanzar este objetivo tan noble y legítimo a través de la subversión violenta del derecho y del orden social. La Iglesia tiene conciencia, es cierto, de adoptar con su Doctrina, una revolución, si con este término se entiende un cambio de mentalidad, una modificación profunda de la escala de valores. Tampoco ignora la fuerte atracción que la idea de revolución, entendida en el sentido de un cambio brusco y violento, ejerce en todo tiempo en algunos espíritus ávidos de lo absoluto, de una solución rápida, enérgica y eficaz, como ellos piensan, del problema social, y con gusto en ella verían la única vía que conduce a la justicia. En realidad, la acción revolucionaria engendra ordinariamente toda una serie de injusticias y de sufrimientos, porque la violencia desencadenada es difícil de controlar y actúa tanto contra las personas como contra las estructuras. No es, por tanto, a los ojos de la Iglesia, una solución apta para remediar los males de la sociedad».

«He aquí otro criterio fundamental que ha de orientar la acción de los católicos en la sociedad: la Iglesia no prohíbe, sino que recomienda a sus fieles que colaboren con todos los hombres de buena voluntad en la construcción de una sociedad más justa».

«No corresponde a los pastores de la Iglesia intervenir directamente en la actividad política y en la organización de la vida social. Esta tarea forma parte de la vocación de los seglares».

«La diversidad de regímenes políticos es legítima con tal que promuevan el bien de la comunidad». «La autoridad sólo se ejerce legítimamente si busca el bien común del grupo en cuestión y si, para alcanzarlo, emplea medios moralmente lícitos. Si los dirigentes proclamasen leyes injustas o tomasen medidas contrarias al orden moral, estas disposiciones no pueden obligar en conciencia».

«El bien común comporta tres elementos esenciales: el respeto y la promoción de los derechos fundamentales de la persona; la prosperidad o el desarrollo de los bienes espirituales y temporales de la sociedad; y la paz y la seguridad del grupo y de sus miembros».

Los ateos atacan al cristianismo como alienación que atrofia la iniciativa y el trabajo del hombre.

Piensan que el fenómeno religioso es alienante, porque creen que la afirmación de la existencia de Dios aparta al creyente del empeño por la realización del mundo y del hombre, pues lo engaña con la utopía de un paraíso futuro. Pero no es así. El plan de Dios y el Evangelio dicen que «el hombre es responsable de su desarrollo lo mismo que de su salvación». El cristianismo «enseña que la importancia de las tareas terrenas no es disminuida por la esperanza del más allá». «Por el contrario, obliga a los hombres aún más a realizar estas actividades».

«La obra redentora de Cristo, aunque de suyo se refiere a la salvación de los hombres, se propone también la restauración de todo el orden temporal».

Pertenece a la misión de la Iglesia emitir un juicio moral sobre las cosas que afectan al orden político cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas.

Es evidente que la Iglesia, en cuanto tal, no tiene la función de edificar el mundo temporal.

Pero «se equivocan los cristianos que consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas, según la vocación personal de cada uno». «El plan de Dios sobre el mundo es que los hombres instauren con espíritu de concordia el orden temporal y lo perfeccionen sin cesar».

«El cristiano que falta a sus obligaciones temporales, falta a sus deberes con el prójimo, falta sobre todo a sus obligaciones para con Dios y pone en peligro su eterna salvación».

Los seglares no pueden limitarse a trabajar por la edificación del Pueblo de Dios o la salvación de su alma para la eternidad, sino que han de empeñarse en la instauración cristiana del orden temporal. Por su situación en el mundo, los seglares son los responsables directos de la presencia eficaz de la Iglesia en cuanto a la organización de la sociedad en conformidad con el espíritu del Evangelio.

«Cuando la Autoridad Pública, rebasando su competencia, oprime a los ciudadanos, éstos no deben rehuir las exigencias objetivas del bien común; les es lícito defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra el abuso de tal autoridad, guardando los límites que señala la ley natural y evangélica».

La denuncia por la denuncia no vale, y menos todavía la denuncia por el sensacionalismo a estilo periodístico. La denuncia es para la corrección del mal. La prudencia aconsejará si es o no conveniente. Se han presentado ocasiones en que la jerarquía eclesiástica quería denunciar públicamente situaciones de opresión e injusticia, especialmente en países comunistas, y los cristianos de estos países han pedido que no lo hicieran, porque habría represalias que crearían una situación peor.

Un caso histórico se dio cuando la persecución hitleriana a los judíos; muchos querían que el Papa protestase públicamente. Y fue mucho más eficaz su trabajo en comisiones y delegaciones, consiguiendo la libertad de muchos judíos. Hecho que fue reconocido y agradecido públicamente por los mismos.

Existe una actitud de prudencia. Muchas veces se da el nombre de prudencia a la cobardía; eso es malo. Pero la temeridad agresiva puede tomar el nombre de valor, y también es malo.

Si queremos que la denuncia sea eficaz tenemos que creerla y hacerla primeramente con toda la verdad, es decir, que sea verdad lo que denunciamos y estar ciertos de que estamos en la verdad. En segundo lugar, con la verdad de las motivaciones, es decir, que la hagamos por amor a los perjudicados y con amor a los que perjudican.

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La Doctrina Social Católica ha influido mucho en las realizaciones sociales a lo largo de la Historia. Por citar las más modernas podríamos decir lo siguiente: la primera ley sobre el descanso dominical, aprobada por el Parlamento francés, fue propuesta por diputados católicos. El primer comité o consejo de empresa, fue instituido en 1885 por el empresario católico francés León Harmel, en su fábrica Val-des-Bois. La primera Caja de Compensaciones de Subsidios familiares fue establecida en 1900 por el empresario católico francés Romanet. La implantación obligatoria del Seguro de Enfermedad fue propuesta en 1900 en Francia por el sacerdote Lemir. No es cierto, por tanto, que los católicos hayamos llegado siempre tarde.

«La restauración cristiana de la sociedad, como uno de los objetivos de la misión de la Iglesia en el mundo, no significa que sean los cristianos, ni los católicos los únicos capaces de respetar los derechos de la persona humana, de defender la legítima libertad de los pueblos o de instaurar un régimen de justicia. Hay hombres, incluso no creyentes, que aspiran a conseguir los mismos objetivos. El esfuerzo de la Iglesia no se contrapone, sino que se suma, a los esfuerzos de estos hombres de buena voluntad, y los católicos comparten con ellos el afán y los proyectos para construir una ciudad secular más libre, más justa, más humanizada, más habitable para el hombre, de manera que todos contribuyan a realizar en el mundo el plan de Dios». Por esto afirma el Vaticano II: «El Concilio aprecia con el mayor respeto cuanto de verdadero, de bueno y de justo se encuentra en las variadísimas instituciones fundadas ya, o que incesantemente se fundan, en la humanidad.

Declara, además, que la Iglesia quiere ayudar y fomentar tales instituciones en lo que de ella dependa, y pueda conciliarse con su misión propia. Nada desea tanto como desarrollarse libremente, en servicio de todos, bajo cualquier régimen político que reconozca los derechos fundamentales de la persona y de la familia, y los imperativos del bien común».

Hagamos los hombres mejores si queremos un mundo mejor. Para cambiar el mundo no basta cambiar las estructuras. «Es cierto que un mundo injusto dificulta gravemente el cambio de las personas. Pero sería una coartada atribuir todo el mal a unas impersonales estructuras que serían el chivo expiatorio de todos nuestros errores personales. Jesús coloca como primario y fundamental el tema de la responsabilidad personal de cada hombre en ese cambio necesario». El 30 de diciembre de 1987, Juan Pablo II publicó la séptima de sus encíclicas titulada «Sollicitudo rei socialis», es decir, «preocupación por la cuestión social». De ella son estos párrafos:

«El objetivo de la paz, tan deseado por todos, sólo se alcanzará con la realización de la justicia social e internacional, y además con la práctica de las virtudes que favorecen la convivencia y nos enseñan a vivir unidos para construir juntos dando y recibiendo una sociedad nueva y un mundo mejor. La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer al problema del subdesarrollo, en cuanto tal, no propone sistemas o programas económicos o políticos, ni manifiesta preferencias por unos o por otros, con tal que la dignidad del hombre sea debidamente respetada y promovida, y ella goce del espacio necesario para ejercer su ministerio en el mundo. La doctrina social de la Iglesia no es una “tercera vía entre el capitalismo liberal y el colectivismo marxista” se trata de una doctrina que debe orientar la conducta de las personas. Un desarrollo sólo económico no es capaz de liberar al hombre: al contrario, lo esclaviza todavía más. Un desarrollo que no abarque la dimensión cultural, transcendente y religiosa del hombre y de la sociedad, contribuiría aún menos a la verdadera liberación. Todos estamos llamados, más aún, obligados, a ese tremendo desafío…

Cada uno está llamado a ocupar su propio lugar en esta campaña pacífica, que hay que realizar con medios pacíficos para conseguir el desarrollo de la paz. Quiero dirigirme a todos los hombres y mujeres sin excepción, para que convencidos de la gravedad del momento presente, y de la respectiva responsabilidad individual, pongamos por obra -con el estilo personal y familiar de vida, con el uso de los bienes, con la participación como ciudadanos, con la colaboración en las decisiones económicas y políticas, y con la actuación a nivel nacional e internacional- las medidas inspiradas en la solidaridad y en el amor preferencial por los pobres».

El hombre materialista ha levantado un altar a los ídolos del dinero, el sexo y el poder. En su adoración corre tras la felicidad sin conseguirla. Como los galgos que corren tras la liebre mecánica sin alcanzarla jamás. O como el que corre tras su sombra para alcanzarla sin poder conseguirlo.

Al barrer a Dios de la vida cruje la familia, fracasa el matrimonio, la juventud se esclaviza de la lujuria, y muchos negocios se convierten en bandas de ladrones.

Sólo Dios da motivación eficaz para la honradez y la virtud. La honradez sin Dios es excepcional.

Para moralizar la vida vale más el catecismo que la policía.

Después de la Primera Guerra Mundial, uno de los escritores más célebres de Italia, Papini, que había sido ateo, anarquista y anticatólico, se convirtió al catolicismo, y en su «Historia de Cristo» describe el mundo moderno idolatrando al dinero, la inmoralidad y el egoísmo. Sin Cristo los hombres se convierten en fieras que se devoran unas a otras. Al final de su libro tiene una conmovedora oración a Cristo:

«Cristo, vuelve, que te necesitamos.

– El que tiene hambre, te necesita a Ti: Pan de vida eterna.

– El que tiene sed, te necesita a Ti: que das agua de vida eterna.

– El que busca lo bello, te busca a Ti: Hermosura eterna.

– El que busca la verdad, te busca a Ti: Verdad eterna.

– El que busca la paz, te busca a Ti: el único que da la Paz verdadera.

Todos claman por Ti, Cristo! Ven Señor Jesús! Te necesitamos!

Muchos están rodeados por el cristianismo, pero éste no ha penetrado en su corazón de piedra: como el canto rodado sumergido en el arroyo, que si lo partes, por dentro está seco porque el agua no le ha calado.

Cuentan de unos náufragos que estaban muertos de sed en su bote salvavidas. Las corrientes marinas habían llevado el bote hasta la desembocadura del río Amazonas. El bote estaba rodeado de agua dulce del inmenso caudal del Amazonas, pero los náufragos, sin saberlo, se morían de sed.

Todos los hombres tienen el derecho y el deber de trabajar.

Muchos hombres desearían trabajar pero no pueden. Uno de los problemas actuales más graves es el paro, o falta de puestos de trabajo.

«El derecho al trabajo es un bien de la Humanidad que hay que compartir. Es necesario que los cristianos nos esforcemos para lograr que todos los hombres tengan en la sociedad un puesto de trabajo dignamente retribuido; que el trabajo sea cual fuere, no constituya para nadie una humillación; y que cada hombre, encuentre, en lo posible, el trabajo más adecuado a sus capacidades y vocación».

Muchos que exaltan su libertad como el supremo de los valores, después se quejan cuando sus derechos son arrollados por otro que en nombre de su propia libertad no le respeta a él.

Oigamos la doctrina de los Papas sobre salarios:

«No puede decirse que se haya satisfecho a la justicia social, si los obreros no tienen asegurado su propio sustento y el de sus familias, con un salario proporcionado a este fin; si no se les facilita la ocasión de adquirir alguna modesta fortuna, previniendo así la plaga del pauperismo universal; si no se toman precauciones en su favor, con seguros públicos y privados, para el tiempo de la vejez, de la enfermedad y de paro. En una palabra, para repetir lo que dijimos en nuestra encíclica 3Quadragessimo anno?: La economía social estará sólidamente constituida y alcanzará sus fines, sólo cuando a todos y a cada uno se provea de todos los bienes que las riquezas y subsidios naturales, y la técnica y la constitución social de la economía pueden producir. Estos bienes deben ser suficientemente abundantes para satisfacer las necesidades y honestas comodidades, y elevar a los hombres a aquella condición de vida más feliz que, administrada prudentemente, no sólo no impide la virtud, sino que la favorece en gran manera».

Pío XII , en su alocución del 13 de junio de 1943 a 20.000 obreros italianos, reunidos en el Vaticano, dijo cuál debería ser el salario integral: «Un salario que asegure la existencia de la familia, y sea tal que haga posible a los padres el cumplimiento de su deber natural de criar una prole sanamente alimentada y vestida; una habitación digna de personas humanas; la posibilidad de procurar a los hijos una suficiente instrucción y una educación conveniente; la de mirar y adoptar providencias para los tiempos de estrechez, enfermedad y vejez».

Juan XXIII , en su encíclica «Mater et Magistra», dice: «Una profunda amargura embarga nuestro ánimo ante el espectáculo inmensamente triste de innumerables trabajadores a los cuales se les da un salario que los somete a ellos y a sus familias a condiciones de vida infrahumana».

El Concilio Vaticano II haciendo suyas unas palabras de Juan XXIII en su encíclica «Mater et Magistra», dice: «La remuneración del trabajo debe ser suficiente para permitir al hombre y a su familia una vida digna en el plano material, social, cultural y espiritual, teniendo presentes el puesto de trabajo y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común».

Como es fácil apreciar, no es sencillo determinar los límites del salario íntegramente justo y equitativo. El criterio del salario legal, fijado por el Estado, no es suficiente, y los patronos tendrán que suplirlo con su sentido de la justicia. Lo que nunca se puede olvidar es que mayor derecho tienen el trabajador y su familia al salario, que el capitalista a sus dividendos de beneficios; y que todo beneficio adquirido a costa de la injusta retribución del trabajo ha de ser considerado como explotación y riqueza injusta. Sobre sus dueños y sus herederos pesa la incondicional obligación de la restitución.

«Los bienes creados -ha dicho el Cardenal Bueno Monreal en la XXV Semana Social de España- tienen un destino universal para uso del género humano. En consecuencia, deben llegar a todos en forma justa y en clima de caridad. No todos los hombres son iguales en lo que toca a la capacidad física y a las cualidades intelectuales y morales, pero hay una igualdad fundamental por naturaleza, origen, vocación y destino. Toda forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona es contraria al plan divino y ha de ser eliminada». «Aunque existen diversidades justas entre los hombres, sin embargo, la igual dignidad de la persona exige que se llegue a una situación social más humana y más justa. Resulta escandaloso el hecho de las excesivas desigualdades económicas y sociales que se dan entre los miembros o los pueblos de una misma familia humana. Son contrarias a la justicia social, a la equidad, a la dignidad de la persona humana y a la paz social e internacional».

Juan Pablo II en su encíclica «Laborem exercens» dice: «Una justa remuneración por el trabajo de la persona adulta, que tiene responsabilidades de familia, es la que sea suficiente para fundar y mantener dignamente una familia y asegurar su futuro. Tal remuneración puede hacerse bien sea mediante el llamado salario familiar, es decir, un salario único dado al cabeza de familia por su trabajo y que sea suficiente para las necesidades de la familia, sin necesidad de hacer asumir a la esposa un trabajo retribuido fuera de casa, bien sea mediante otras medidas sociales, como subsidios familiares o ayudas a la madre que se dedica exclusivamente a la familia; ayudas que deben corresponder a las necesidades efectivas, es decir, al número de personas a su cargo durante todo el tiempo en que no esté en condiciones de asumir dignamente la responsabilidad de la propia vida».

El 1 de mayo de 1991, el Papa Juan Pablo II firmó una encíclica en el Centenario de la «Rerum Novarum» de León XIII. La «Rerum Novarum» tuvo notable influencia en numerosas reformas introducidas entre los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX en los sectores de la previsión social, seguros de enfermedad y accidente, pensiones, etc.. Aunque reconoce el Papa que el logro de estas mejoras no sólo se ha debido al influjo de la Iglesia. Ya León XIII en la «Rerum Novarum» después de acusar las injusticias sociales de su tiempo vio que el socialismo perjudicaba a quienes pretendía ayudar. La experiencia de los años posteriores lo ha confirmado con el hundimiento del marxismo en países del este europeo, donde muchedumbres eran explotadas y oprimidas por el totalitarismo comunista. Empezó en Polonia y siguió por el centro y el este de Europa (1989-1990).

Ha sido espectacular el fracaso económico del marxismo. La URSS después de setenta años de comunismo no ha conseguido un nivel económico para el pueblo como se ha conseguido en la Europa occidental. En los países en que se ha dado una libertad económica, negada por el comunismo, se ha conseguido un resultado material próspero y, en algunos casos, portentoso; se ha abierto una amplia franja de clase media acomodada; se ha elevado la media de renta «per cápita»; se han podido, incluso, organizar ayudas a otros países menos desarrollados.

La Confederación Europea de Sindicatos (CES) en su VII Congreso celebrado en Luxemburgo del 13 al 17 de mayo de 1991, ha dicho de la encíclica «Centesimus annus» del Papa Juan Pablo II : «La CES constata que los valores fundamentales y los ideales del movimiento sindical europeo se reencuentran en la nueva encíclica».

He aquí algunas ideas de esta encíclica:

« La causa del fracaso del marxismo está en su ateísmo, el cual hoy sigue presente en el socialismo real. Excluye la trascendencia del hombre, la religión. El marxismo había prometido desarraigar del corazón humano la necesidad de Dios, pero los resultados han demostrado que no es posible… . El vacío espiritual provocado por el ateísmo ha dejado sin orientación a las jóvenes generaciones. En el pasado reciente muchos creyentes han buscado un compromiso imposible entre el marxismo y el cristianismo. Después de la derrota del comunismo ateo en el este europeo, la solución no es el capitalismo materialista que no niega a Dios pero lo ignora. Hoy hay un capitalismo salvaje que reduce al hombre a la esfera de lo económico y a la satisfacción de las necesidades materiales excluyendo los valores espirituales. Después de la caída del socialismo real (en el este europeo) los países occidentales corren peligro de ver en esa caída la victoria unilateral del propio sistema económico, y por ello no se preocupen de introducir en él los debidos cambios. La solución marxista ha fracasado pero permanecen en el mundo fenómenos de marginación y explotación contra los que se alza con firmeza la voz de la Iglesia. Después de la caída del totalitarismo comunista asistimos hoy al predominio del ideal democrático. Pero es necesario que se dé a la democracia un auténtico y sólido fundamento mediante el reconocimiento del derecho a la vida del hijo después de haber sido concebido, el derecho a vivir en un ambiente moral, el derecho a vivir en la verdad de la propia fe, etc. La lucha de clases es inaceptable cuando lo que se busca no es la justicia y el bien general de la sociedad, sino el interés de una parte y la destrucción de la opuesta. La violencia y el rencor deben vencerse con la justicia. La paz no es el resultado de la victoria militar, sino la superación de las causas de la guerra. Queremos una sociedad en la que los hombres, gracias a su trabajo, puedan construir un futuro mejor para sí y para sus hijos. La producción de bienes y servicios no debe ser el centro de la vida social, ignorando la dimensión ética y religiosa del hombre. Hay que recordar el deber de la caridad, esto es, el deber de ayudar con lo propio “superfluo” y a veces con lo “necesario” para dar al pobre lo indispensable para vivir.

El hombre que se preocupa, sólo o prevalentemente, de tener y gozar, incapaz de dominar sus instintos y sus pasiones, y de subordinarlos, mediante la obediencia a la verdad, no puede ser libre.

La obediencia a la verdad sobre Dios y sobre el hombre, es la primera condición de la libertad, que le permite ordenar las propias necesidades, los propios deseos y el modo de satisfacerlos, según una justa jerarquía de valores de manera que la posesión de las cosas sea para él un medio de crecimiento. La obligación de ganar el pan con el sudor de la propia frente supone, al mismo tiempo, un derecho.

Una sociedad en la que este derecho se niegue sistemáticamente, y las medidas de política económica no permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación, no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz social. La empresa no puede considerarse únicamente como “una sociedad de capitales”; es al mismo tiempo “una sociedad de personas”. La regulación de las relaciones en el seno de las empresas debe establecerse de manera que el trabajador reciba una remuneración justa, trabaje en condiciones físicas y morales apropiadas a su salud y dignidad, y reciba el trato debido a quien forma parte de la empresa. La Iglesia no puede abandonar al hombre… Es esto y solamente esto, lo que inspira la doctrina social de la Iglesia… La Iglesia conoce el sentido del hombre gracias a la revelación divina… Para conocer al hombre integral hay que conocer a Dios. La Iglesia, cuando anuncia al hombre la salvación de Dios, contribuye al enriquecimiento de la dignidad del hombre… La Iglesia no puede abandonar nunca esta misión religiosa y transcendente en favor del hombre. Si no existe una Verdad Transcendente (Dios), con cuya obediencia el hombre conquista su propia identidad, tampoco existe ningún principio seguro que garantice relaciones justas entre los hombres… Triunfa la fuerza del poder, y cada uno tiende a utilizar hasta el extremo los medios de que dispone para imponer su propio interés o la propia opinión, sin respetar los derechos de los demás. El Estado, o bien el partido…que se erige por encima de todos los valores, no puede tolerar que se sostenga un criterio objetivo del bien y del mal por encima de la voluntad de los gobernantes… Esto explica por qué el totalitarismo trata de destruir la Iglesia o al menos someterla».

En la encíclica «Laborem exercens» dice Juan Pablo II: «La experiencia confirma que hay que esforzarse por la revalorización social de las funciones maternas, de la fatiga unida a ellas y de la necesidad que tienen los hijos de cuidados, de amor y de afecto para poderse desarrollar como personas responsables, moral y religiosamente maduras y psicológicamente equilibradas. Será un honor para la sociedad hacer posible a la madre, sin obstaculizar su libertad, sin discriminación psicológica o práctica, sin dejarle en inferioridad ante sus compañeras, dedicarse al cuidado y a la educación de los hijos, según las necesidades diferenciadas de la edad. El abandono obligado de tales tareas, por una ganancia retribuida fuera de casa, es incorrecto desde el punto de vista del bien de la sociedad y de la familia, cuando contradice o hace difícil tales cometidos primarios de la misión materna».

El Papa Juan Pablo II, en su discurso al Consejo Pontificio de la Familia, ha propuesto a políticos y empresarios que deben estudiar el modo de que el ama de casa tenga un sueldo para que pueda atender mejor a su labor de educación y de madre sin tener que recurrir a un trabajo fuera de casa.

«Es un hecho que en muchas sociedades las mujeres trabajan en casi todos los sectores de la vida.

Pero es conveniente que ellas puedan desarrollar plenamente sus funciones según su propia índole, sin discriminaciones y sin exclusión de los empleos para los que están capacitadas, pero sin perjudicar al mismo tiempo sus aspiraciones familiares y el papel específico que les compete para contribuir al bien de la sociedad junto con el hombre. La verdadera promoción de la mujer exige que el trabajo se estructure de manera que no deba pagar su promoción con el abandono del carácter específico propio y en perjuicio de la familia en la que como madre tiene un papel insustituible».

«La política de rentas, además de sus aspectos puramente técnicos, abarca problemas profundamente humanos que suponen la orientación de toda actividad productiva al servicio del hombre, y, además, una acción inteligente y enérgica en favor de las categorías sociales más desheredadas, con el fin de que también éstas puedan tener acceso a una participación de la renta cada vez más justa, en conformidad con las aspiraciones fundadas en la dignidad y en la vocación de la persona humana».

«Bajo esta luz adquieren un significado de relieve particular las numerosas propuestas hechas por expertos en la Doctrina Social Católica y también por el supremo Magisterio de la Iglesia. Son propuestas que se refieren a la copropiedad de los medios de trabajo, a la participación de los trabajadores en la gestión, y en los beneficios de la empresa, al llamado “accionariado” del trabajo y otras semejantes».

La Iglesia exige a los propietarios que, en virtud de la función social de los bienes económicos, den -según sus posibilidades- al que no tiene lo suficiente para vivir honestamente.

Pero también exige que el obrero trabaje con nobleza y entusiasmo, para que un aumento en la producción y una economía floreciente hagan posible una elevación material y cultural de las clases económicamente débiles.

Éste es el constante anhelo de la Iglesia. Pío XII ha repetido una y otra vez que es necesario implantar una más justa distribución de la riqueza. Ha llamado a este problema el punto fundamental de la cuestión social y ha pedido a los cristianos que, aunque sea a costa de sacrificios, hagan esfuerzos para que una más justa distribución de las riquezas lleve a la práctica la doctrina social de la Iglesia.

El acceso de todos a los bienes necesarios para una vida humana -personal y familiar- digna de este nombre, es una primera exigencia de la justicia social .

La propiedad privada o un cierto dominio sobre los bienes materiales aseguran a cada cual una zona absolutamente necesaria para su autonomía personal y familiar, y deben ser considerados como una prolongación de la libertad humana.

Pablo VI ha dicho en su encíclica «Populorum Progressio»: «La propiedad privada no constituye para nadie un derecho incondicional y absoluto. No hay ninguna razón para reservarse en uso exclusivo lo que supera la propia necesidad, cuando a otros les falta lo necesario».

«Los bienes creados deben llegar a todos en forma justa, según la regla de la justicia inseparable de la caridad. Todos los demás derechos, comprendido el de la propiedad, a ello están subordinados».

El Papa Juan Pablo II en su encíclica «Laborem exercens» señala la posición que los cristianos tenemos ante el denominado sistema capitalista y ante el sistema colectivista: «El rígido capitalismo que considera la propiedad y posesión de los bienes materiales como un derecho absoluto de la persona, sin limitaciones, debe ser sometido continuamente a revisión desde la perspectiva de los derechos del hombre en la teoría y en la práctica.

El sistema colectivista considera que sólo el Estado tiene el derecho exclusivo de propiedad sobre los medios de producción, de los individuos y de la sociedad. Este sistema atenta contra la realización de la libertad de los individuos, de las familias, y grupos sociales, y debilita la capacidad creadora del hombre.

Para el cristiano, pues, el derecho a poseer bienes económicos es garantía para su libertad, para organizarse como persona. Y como todo derecho, exige el deber de reconocérselo también a todos los hombres de una manera eficaz, distribuyendo la riqueza entre todos».

«Para que todos los hombres tengan la posibilidad de desarrollarse como persona, es necesario que todas las personas puedan disponer de los bienes materiales en grado suficiente según el nivel económico de cada nación. Por eso es necesaria la justa distribución de la riqueza.

«Dios ha destinado la Tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa dirigida por la justicia y acompañada por la caridad… Por tanto el hombre no debe tener las cosas exteriores que legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aproveche a él solamente, sino también a todos los demás».

«Dios no quiere, dice Pío XII , que algunos tengan riquezas exageradas y que otros se encuentren en tal estrechez que les falte lo necesario para la vida».

Es decir, que Dios no quiere el contraste ignominioso entre el lujo derrochador y la miseria. Dios no quiere que haya miseria. Dios ha creado los bienes de la Tierra para todos los hombres y quiere que todos gocen de estos dones de sus manos.

Por lo tanto no debe haber en el mundo nadie que, si hace lo que está de su parte, no disfrute de los bienes indispensables para sustentar su vida de una manera digna.

El problema del hambre en el mundo es problema de distribución.

Mientras en unos países el pueblo se muere de hambre, en otros se dejan perder las cosechas porque sobran alimentos.

En el mundo hay unos 5.000 millones de personas. Y según un informe de la Asociación de Productores Agro-Químicos de Alemania, si se explotara, con la tecnología actual, toda la superficie cultivable de la Tierra, se podrían alimentar, a nivel europeo, 50.000 millones de seres humanos. Es decir, una humanidad diez veces superior a la actual.

Jesucristo tiene en su Evangelio palabras durísimas contra los ricos que no cumplen sus obligaciones sociales:

-« Apartaos de Mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer… Estuve desnudo, y no me vestisteis…

– Cuándo te vimos, Señor…?

-Lo que hicisteis con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicisteis».

Jesucristo se identifica con el necesitado. Quiere que el rico trate al necesitado como lo trataría a Él en persona.

Como ves, las obligaciones de los ricos son gravísimas. Y aunque, gracias a Dios, hay ricos buenos que escuchan la palabra de Jesucristo y consideran a los demás hombres como sus hermanos; pero, desgraciadamente, también hay otros muchos ricos malos, apegados a su dinero, que viven como si no conociesen el Evangelio. Por eso dice Jesucristo que es dificilísimo que un rico entre en el reino de los cielos.

Los obreros también tienen obligaciones muy graves: trabajar con empeño, diligencia y fidelidad, no malgastar materiales o energía, cuidar los instrumentos de trabajo, y emplear bien el dinero que ganan.

A veces se oye a un obrero quejarse de que no gana lo suficiente. Y, efectivamente, muchas veces tiene razón. Pero más de una vez se le podría preguntar: Crees tú que el empeño que pones en trabajar merece más salario? Es cierto que tú debes recibir un salario justo. Pero también es cierto que para que tú puedas en justicia quedarte con un salario, es preciso que lo hayas merecido. A veces se trabaja con tanta negligencia y desgana que difícilmente se justifica la aspiración a un salario mayor.

Pon de tu parte lo que tienes obligación, y así podrás exigir con justicia lo que se te debe.

El de arriba peca si no da un salario justo; pero el de abajo también peca si no trabaja lo justo. No se trata, de ninguna manera , de excusar los salarios insuficientes; sino de hacer ver que es necesario trabajar con empeño y diligencia, si se quiere uno hacer acreedor a un salario digno.

Es verdad que hay muchos obreros que trabajan con nobleza, pero también es verdad que hay otros que hacen lo menos posible. Y estos últimos se hacen daño a sí mismos y a sus compañeros. Para que se pueda elevar el nivel de vida del obrero, es necesario que haya prosperidad económica. Y para que haya prosperidad económica es necesario que el trabajo rinda.

Los obreros que no rinden lo que deben tienen su parte de culpa en las crisis económicas. Y en las crisis económicas salen perdiendo ellos y sus compañeros.

Mucho se ha hecho en España últimamente para elevar el nivel del obrero; pero hay que reconocer que todavía no se ha llegado al ideal que quiere la Iglesia. Para llegar a este ideal es necesario que todos los españoles pongamos lo que esté de nuestra parte. Por un lado aumentar la producción, y por otro distribuir justamente los beneficios de esta producción. Estos dos factores son los que han de alcanzarnos un bienestar económico-social. Y los culpables de que no se pueda llegar a este bienestar son reos de un grave pecado contra la justicia social.

En algunos sitios el trabajo está cronometrado, y, a veces, ciertamente mal tasado, de modo que se le puede ganar muy poco dinero, o para sacar algo se requieren esfuerzos inhumanos. Los responsables de esta injusticia darán también cuenta a Dios. Pero otras veces hay obreros que alargan los trabajos sin necesidad y los hacen más caros deliberadamente. Cada uno dará cuenta a Dios de la injusticia de la que es responsable.

Todo esto en cuanto a la obligación de trabajar con diligencia.

Pero, además, es necesario emplear bien el dinero que se gana. No hay derecho a que un hombre no gane lo suficiente para vivir. Pero tampoco hay derecho a que un hombre gaste en vicios, diversiones, caprichos y superfluidades lo que necesita para dar de comer a sus hijos. No hay que crearse necesidades superfluas. Lo primero es lo primero; y antes es comer que pasarlo bien. No es que sea reprensible una diversión discreta, cuando se ha atendido a lo sustancial. Pero gastar en diversiones lo que se necesita para comer, es absurdo y criminal.

Además, para diversiones todo parece poco. El dinero se va solo. Nunca hay bastante. Y así nunca se gana lo suficiente. Por eso, ese ansia de ganar más y más. Esforzarse por ganar lo necesario para una vida digna y una diversión decorosa, es justo; pero querer ganar para poder derrochar, es cosa distinta.

Es legítimo el deseo de lo necesario; y el trabajar para conseguirlo es un deber. Dice San Pablo: «el que no quiere trabajar que no coma».

«Pero la adquisición de los bienes temporales puede conducir a la codicia, al deseo de tener cada vez más y a la tentación de acrecentar el propio poder.

La avaricia de las personas, de las familias y de las naciones puede apoderarse lo mismo de los más desprovistos que de los más ricos, y suscitar en los unos y en los otros un materialismo sofocante… Para las naciones, como para las personas, la avaricia es la forma más evidente de un subdesarrollo moral».

La avaricia es un gusano que roe, tanto el corazón del rico como el del pobre; y mientras los hombres sólo piensen en enriquecerse más y más, por encima de todo, como si esta vida fuera la definitiva, es imposible que haya paz en el mundo.

Dios quiere que el hombre tenga lo necesario para vivir, pero no quiere que se apegue demasiado a los bienes de este mundo, que le estorbarán su salvación eterna. Por eso nos dice Jesucristo: «No queráis amontonar tesoros para vosotros aquí en la tierra», sino «buscad primero el reino de Dios y su justicia…».

No te olvides nunca que lo principal, lo primero, es salvarte; aunque, como es natural, también debes preocuparte de solucionar tu vida en este mundo. Pero sin olvidarte de que la vida eterna es lo primero.

Ocupan lugar importante para todo hombre en general, y para el cristiano en particular, entre las exigencias de la justicia social, las obligaciones tributarias.

El Concilio Vaticano II, en la Constitución Pastoral «Gaudium et Spes», enuncia así la doctrina: «Entre los deberes cívicos de cada uno está el de aportar a la vida pública el concurso material y personal requerido por el bien común».

La naturaleza y fundamento moral del deber tributario se desprende de la sociabilidad del hombre.

Para vivir con dignidad, progresar y satisfacer las necesidades propias, cada vez más numerosas con el avance de la civilización, el hombre aislado no se basta. Toma proporcionada relevancia el papel de la sociedad. Pero a la obligación social de suplir las impotencias singulares de los hombres o de los grupos humanos menores, se corresponde el derecho de exigir los medios necesarios para cumplirla.

Por otra parte, si en el hombre surge el espontáneo y natural derecho de ser ayudado por la sociedad, la correspondiente y necesaria contrapartida, también natural, será la de contribuir en la medida de su capacidad de recursos a los gastos y necesidades sociales.

Quedan pues, naturalmente, enraizadas las obligaciones y derechos fiscales, y por tanto vinculando las conciencias, tanto desde la vertiente de la sociedad como desde la del propio hombre individual.

El texto evangélico de Mateo, y sobre todo el paulino de Romanos lo confirma. Por supuesto que la obligación y el derecho tributarios, vinculando internamente las conciencias de los hombres, sólo proviene de los impuestos justos.

De cuatro fuentes mana la justicia o injusticia de un impuesto en particular o la de un concreto sistema tributario en su conjunto: debe establecerse por ley debidamente aprobada, encaminarse a cubrir las finalidades exigidas por el bien común, no gravar riquezas ni ingresos por debajo del mínimo vital, y regularse en escala progresiva.

Respetados estos condicionamientos, el impuesto o sistema fiscal es justo en sí mismo u objetivamente.

Pero puede suceder que un impuesto justo al recaer en determinada persona concreta resulte demasiado gravoso, atendidas las circunstancias individuales, convirtiéndose subjetivamente en injusto.

El análisis detallado de los condicionamientos que determinan la justicia tributaria exceden, por su extensión, este lugar.

El nuevo «Ritual de la Penitencia» en la segunda de las tres fórmulas que aporta para ayudar al examen de conciencia, bajo el número 5, se pregunta:

He cumplido mis deberes cívicos?

He pagado mis tributos?

Reconociendo así implícitamente que se trata de una obligación en conciencia. Se sobreentiende, conforme a lo indicado: He pagado mis tributos justos?

El engaño en el pago de los impuestos puede hacer a la nación impotente para atender las necesidades generales, y resolver los problemas urgentes de los más deprimidos socialmente.

Dos palabras sobre el mal llamado «impuesto religioso». Digo mal llamado porque no es un impuesto adicional, sino que de lo que necesariamente hay que pagar a Hacienda, dedicar cinco pesetas de cada mil para las obras de beneficencia de la Iglesia. Conviene poner la cruz en el lugar correspondiente, pues si no se pone la cruz, ese 0’5% va a parar al gobierno.

Pecan gravemente contra este mandamiento los hijos que desobedecen a sus padres en cosa grave, y que ellos pueden mandarles;

los que les dan disgustos graves; los que les injurian y desprecian gravemente; los que les insultan, golpean o les levantan la mano con deliberación y amenaza; los que les desean en serio un mal grave; los que no les socorren en sus necesidades graves, tanto corporales como espirituales: por ejemplo, si no les procuran a tiempo los sacramentos a la hora de la muerte.

Pecan también gravemente los padres que dan mal ejemplo a sus hijos (blasfemias, etc.), los maldicen, les desean en serio algún mal, o abandonan su instrucción humana y religiosa.

Los patronos pecan gravemente si, pudiendo, no dan a sus obreros el salario justo.

Pero además tienen obligación de no imponer a sus obreros trabajos superiores a sus fuerzas; protegerles, en cuanto sea posible, de los peligros del trabajo, y de respetar en ellos la dignidad de hombre y de cristiano, tratándoles con amabilidad y evitándoles los peligros de pecar.

Los obreros pecan gravemente si hacen daño grave a su patrono, ya sea malgastando materiales o energía, ya sea estropeando a propósito instrumentos de trabajo. Si voluntariamente rinden menos de lo debido pueden también llegar a pecado grave.

Las obligaciones de los patronos y de los obreros están más especificadas en el examen de conciencia que te pongo en el Apéndice.

Fin del Cuarto Mandamiento de Dios

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

PARA SALVARTE – PADRE JORGE LORING

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Cuaresma: Día 15

CUARESMA: DÍA 15

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios y los pecados con los cuales pecamos contra este mandamiento.

Hoy continuamos revisando el Cuarto Mandamiento de Dios: Honrarás a tu Padre y a tu Madre.

Parte 01 – Cuarto Mandamiento de Dios

Parte 02 – Cuarto Mandamiento de Dios

Antes de que nadie lo malee, es necesario darle base moral sólida, formarle la conciencia, inculcarle el sentido del deber, corregir lo defectuoso y dejar bien claro dónde está la virtud.

Conviene indicar con claridad lo bueno y lo malo. Es importante crear hábitos buenos.

Acostumbrarles a hacer las cosas bien, y más adelante ellos mismos comprobarán que les va bien con lo que aprendieron.

Sólo se aprende lo que se hace . De manera que, el poner al sujeto en acción, ayudándole a reflexionar sobre ello, es el único o casi, más importante modo de andar con realismo en el terreno de los valores .

Hay que educar en valores. Hace falta un sistema de valores que sirvan de referencia en la vida. Los valores son guías de conducta. La escala de valores marca la conducta de cada individuo. Lo mismo que los niños aprenden a andar, leer y escribir, aprenden pautas de conducta y comportamiento moral. Si no les enseñamos a distinguir el bien del mal, si no les corregimos ni les enseñamos normas para que sepan a qué atenerse, nunca aprenderán a comportarse como hombres, ni acertarán a dar sentido a su vida. Pero los valores se viven, se sugieren, se comparten, no se imponen. El niño tiene una enorme capacidad de imitación. Aprende a ser hombre haciendo suyas las pautas y valores que ven en los demás. Buscan modelos a los que imitar. El ejemplo es la mejor manera de educar .

La disciplina y el dominio de sí son indispensables en la formación del ser humano. Algunos padres, por temor a que los hijos contraigan complejos, les dejan hacer cuanto quieren y dejan a un lado toda autoridad. Nunca serán hombres: serán un peso para la familia y la sociedad; unos desajustados. No se entrenaron para las dificultades inevitables de la vida. Esa fobia de complejos engendra complejos mucho más funestos.

Que las normas de disciplina sean coherentes y uniformes. Que el padre y la madre estén de acuerdo con la política a seguir en el hogar. No se desautoricen el uno al otro.

Los padres no deben discutir nunca delante de los hijos. Si en algo no están de acuerdo, buscar la armonía cuando estén solos. Pero apoyarse siempre mutuamente delante de los hijos. En algunos matrimonios, basta que uno diga una cosa para que el otro diga la contraria, sin razón que porque lo ha dicho el otro. Es una vengancilla que perjudica al hijo.

Los hijos necesitan estabilidad, un cuadro de referencia fijo, una constancia en la actitud de sus progenitores.

Lo que educa a un niño es lo que comprende afectivamente.

Los hijos desiguales necesitan trato desigual. A un tímido habrá que tratarle con cariño para darle confianza. A un irascible, con calma y paciencia; pero con firmeza. La autoridad y la obediencia no se imponen a gritos, que sólo sirven para aumentar la rebeldía.

Rara será la familia , por cristiana que sea, y por elevada que sea su educación, en la que la crisis de la independencia propia de la adolescencia no haya provocado algún conflicto entre los padres y los hijos.

Son conflictos pasajeros que los padres deben procurar no se conviertan en divisiones profundas y duraderas. Los padres deben tener paciencia con las «majaderías» de sus hijos adolescentes, y esperar para corregirlos a tener calma y serenidad. Y nunca en presencia de extraños. Y siempre reconociendo la parte de razón que en las excentricidades de sus juicios y contestaciones pueda tener el muchacho. Hay que reconocerle su derecho a tener algún secreto (cajón cerrado con llave) y el prudente uso de su independencia, siempre que se pueda saber qué uso hace de su libertad. Si los padres respetan su esfera privada, es fácil que el hijo se sincere con ellos, les cuente sus secretos, pida consejos, etc. Pero un registro sin su consentimiento o contra su voluntad disminuye su confianza en los padres y aumenta la distancia .

«Hay que ayudar a los adolescentes a desarrollar armónicamente sus condiciones físicas, morales e intelectuales a fin de que adquieran gradualmente un sentido más perfecto de la responsabilidad en el recto y continuo desarrollo de la propia vida y en la consecución de la verdadera libertad».

Es muy conveniente fomentarles cuando tengan edad, alguna afición al margen de la obligación: gimnasia, atletismo, deporte, montañismo, caza, pesca, instrumento musical, pintura, habilidad manual, etc.

El adolescente duda enormemente de sí mismo. Por eso se afirma tan brutal, tan bestialmente. Necesita un apoyo, y lo busca. Pero tiene el orgullo de no aceptar más ayuda que la que le venga de hombre a hombre, como lo que él quiere ser.

Ayuda intelectual, primero. El niño, cuando no sabe pregunta. El adolescente, si ignora empieza por afirmar. Aunque penséis lo contrario, es un progreso, o mejor, una posibilidad de progreso. La afirmación perentoria de los mayores no le basta. Tiene necesidad de respuestas personales. Pasa de la pasividad al activismo, del feliz parasitismo de la infancia a la ambición varonil de la autonomía.

Pero sus juicios son absolutos. No importa dónde los ha encontrado. Ha leído lo que dice, o lo ha oído decir; lo ha visto en la televisión o se lo ha repetido un amigo. Esto basta para afirmarlo frente a todos y contra todos; es decir, para afirmarse. Es inútil contradecirle. Se enoja o se encierra. Pero sobre todo, no os burléis de él. Es obstinado y no dirá ya una sola palabra, e irá a buscar fuera, en un compañero o en una joven amiga, el auditorio complaciente que le negáis vosotros.

Qué hay que hacer? Ayudarle. Empezad por no enfrentaros a él. Os exasperáis, os morís de ganas de decirle que es un idiota, que lo que dice es tan estúpido que no merece discutirse. Callaos, tragad vuestra indignación, calmaos y escuchadle. Aprended a hablar con él en plano de igualdad. Perdéis toda influencia sobre él si le habláis como a un niño. Y en cambio, necesita tanto que conservéis vuestra influencia sobre él…!

El adolescente sólo escucha a quienes le tratan como hombre serio e inteligente, sobre todo si no lo merece. Es la única manera de ayudarle a serlo. Acordaos de lo que pensabais vosotros a su edad; comunicádselo y decidle cómo hicisteis para pensar de manera distinta.

Matizad lo que os dice en vez de despreciarlo globalmente, y veréis cómo llegáis a descubrir una verdad aceptable.

A los hijos no les gusta que se les imponga la autoridad arbitrariamente, ni que se les trate como a chiquillos. Quieren que se escuchen sus opiniones, que se comprendan sus problemas, y que se les mande como a personas mayores. Padres y madres deberían tener presente aquella máxima pedagógica: «Al niño se le impone; al muchacho se le propone; al joven se le expone». Los valores se proponen, no se imponen con coacción; aunque moralmente haya obligación de aceptarlos.

Cada uno elige los valores que desea. Por eso hay que motivarlos. No bastan frases como éstas: «Aquí las cosas se hacen así, y basta»; «de esto tú no tienes ni idea».

Durante la adolescencia, que comienza con la pubertad , tienen lugar importantes transformaciones en el plano afectivo, intelectual y fisiológico: es el paso hacia la madurez. Hay un crecimiento físico, maduración sexual y, sobre todo, una profunda transformación psicológica, que dan al adolescente su propia personalidad. El adolescente siente en su ser cosas nuevas. Comienza la reflexión y el descubrimiento de sí mismo . Esta nueva conciencia que tiene de sí, le lleva a la contemplación del yo, a andar en torno a sí mismo. Quiere conocerse, comprenderse. Es el narcisismo. Narciso , personaje mitológico, se deleitaba mirando su imagen sobre las aguas. Cayó al lago atraído por su propia imagen. Los dioses le transformaron en la flor que lleva su nombre.

El joven se enamora de su imagen. Se estudia en la intimidad.

Exteriormente tiene una verdadera preocupación por su vestido, su cabello, las formas de su cuerpo. Es la edad de los diarios íntimos y del espejo. También del autoerotismo…

Estos jóvenes desprecian todo lo que es convencional. Quieren destacar por lo excéntrico y original.

Su manera de hablar, vestir, bailar, todo acusa su deseo de extravagancia. La autocontemplación y la agresividad ayudan al joven a afirmarse; pero, si se prolongan demasiado, pueden tener consecuencias serias, pueden dificultarle su adaptación social. Hay muchos adultos que nunca superaron esta etapa. Son los eternos rebeldes contra todo y contra todos, incapaces de adaptarse a la realidad de la vida… Los jóvenes sienten la seducción de lo grande. Es necesario canalizar este impulso hacia un ideal noble…El instinto religioso se despierta entre los trece y los catorce años. Llega a su plenitud a los dieciséis.

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El adolescente es naturalmente introvertido . Esa actitud repercute en la conducta del joven, haciéndole amar el recogimiento y la oración silenciosa. Siente los valores y quiere formar un ideal… En la pubertad es donde se dilucida el problema religioso. Problema generalmente difícil, ya que queda situado entre la mentalidad infantil y el espíritu crítico del adulto, entre el sentimiento de seguridad y el irrumpir violento de la vida instintiva, entre la sumisión y la afirmación del yo.

La evolución religiosa del adolescente depende de varios factores, de sus propias reacciones, del ambiente, del ejemplo de los mayores… Algunos abandonan la fe porque les ha sido presentada como un yugo, y no como un ideal que les perfecciona y les ayuda a realizarse plenamente… El instinto sexual trae dificultades a la vida religiosa y moral del joven. Surgen conflictos íntimos entre los valores religiosos y morales por una parte, y las tendencias sexuales por la otra: entre el espíritu y la materia.

Sublimando estas tendencias, sabiendo armonizar los valores naturales con las exigencias de la religión, el joven encuentra gran fuerza para triunfar…

Los jóvenes sin religión caen con más facilidad en la depravación. Sin religión el Eros baja al nivel de una bestia en celo.

Hay quien dice que la moral está pasada de moda , que no hace sino crear complejos, y que todo cuanto frene el impulso del instinto es antinatural; pero la moral se forma con principios objetivos, y no con opiniones particulares. Las obligaciones esenciales de la ley moral se basan en la esencia y naturaleza del hombre, en sus relaciones esenciales, y valen en cualquier parte en que el hombre se encuentre.

Ya hemos dicho que el dominio de sí es indispensable para la formación del ser humano. Los psicólogos nos dicen, fundados en experiencias, que muchos males psíquicos tienen como causa el desorden que resulta de dejar a un lado la ley moral.

El sabio Pablo Chauchard afirma: «los preceptos de la moral son necesarios para el equilibrio psicológico».

La moral debe ser presentada de modo positivo, inculcando a la virtud y a la imitación de Jesucristo . El sacrificio y el dominio que supone seguir al Señor, han de ser libremente elegidos con amor .

En casi todas las esferas y niveles, la necesidad precede a la capacidad. Se tiene necesidad de ser tratado como un hombre antes de ser capaz, precisamente porque sin duda es la única manera de llegar a serlo. Vuestro hijo quiere pensar por sí mismo, cuando todavía no sabe hacerlo. Si le abandonáis por desprecio o por indignación, dónde queréis que aprenda lo que le reprocháis que no sabe? En el periódico? Entre los compañeros? En el cine? Vosotros sois quienes podéis y debéis enseñarle a pensar, pero para ello hace falta discutir despacio y con paciencia con él. Recibiréis la recompensa el día que le oigáis defender ante sus amigos vuestras ideas preferidas, las que él ha combatido siempre en casa. Y os parecerá que las defiende mucho mejor que lo habríais hecho vosotros mismos.

Hablad con los hijos de todas las cosas, y cread un ambiente familiar de diálogo en el que padres e hijos se lo cuenten todo. El adolescente necesita que se escuchen y valoren sus puntos de vista, y sobre todo que se estime su persona y vea que se preocupen por él.

Decálogo de un adolescente:

1 .- Déjame elegir mi ropa.

2 .- Trátame como a un adulto y aprenderé a serlo.

3 .- Déjame construir mis propias convicciones.

4 .- Respeta mi privacidad.

5 .- Ayúdame en mis ideales de fe y servicio al prójimo.

6 .- Ayúdame a apreciar mis capacidades y limitaciones.

7 .- Comunícame tu experiencia y ayúdame a tener la mía.

8 .- Ayúdame a clarificar mis problemas y encontrar soluciones.

9 .- Ayúdame a usar bien el dinero.

10 .- Enséñame cómo prepararme al matrimonio .

Después de 45 años de coeducación, los sociólogos y pedagogos reconocen que es mejor que niños y niñas reciban educación por separado. Por eso la Ministra de Educación de Suecia, Beatriz Ask, así lo ha determinado.

«Juventud, divino tesoro», dice el poeta. Y tiene razón. La juventud es la época más bonita de la vida, y la más fácil. Es la época más linda, porque durante ella el corazón abriga infinidad de ilusiones y esperanzas no truncadas por los azares del vivir, y la cabeza engendra ensueños, ideales maravillosos, que muy bien pueden un día hacerse realidad. Pero es la época más difícil, por ser la encrucijada de mil caminos; y según el que se escoja va a estar la felicidad de toda nuestra única vida. Entre cientos de maravillosas posibilidades, se presenta, la angustiosa urgencia de elegir una, y con ello, rechazar todas las demás.

Quizás la característica psicológica más importante de la juventud es la conciencia de poder pensar, idear, trabajar y subsistir por sí mismo. El sentimiento de independencia nos despierta de la niñez, en que dependíamos para todo de alguien. Ese desarrollo y ansia de libertad, que son muy buenos, laudables y necesarios, pueden conducir al joven a una rebelión injusta hacia todo: contra la sociedad, contra los familiares, contra los educadores. Al estilo de vida de creerse superior a los demás; pensar que los otros, los mayores, no saben nada, están anticuados; que yo soy el único que sé, el único que puede y debe elegir el curso de mi vida, ignorando y rechazando toda ayuda y consejo de los demás.

Esta actitud es errónea, porque todos necesitamos de los demás en la vida. Y el joven, aunque muchas veces no lo crea, o no lo quiera, es el que más ayuda necesita, por encontrarse en la encrucijada más difícil de la vida. Y aquí quisiera que los jóvenes entendieran algo muy importante, que por obvio que es, muchas veces no se valora lo suficiente; la mejor, más honesta y más desinteresada ayuda que pueden encontrar es la de sus padres».

Los problemas que destacan en las páginas frontales de los periódicos de todo el mundo, son un reflejo de la falta de disposición de nuestra juventud para someterse a ningún sistema de valores que no sea el que el de sus efímeros, inciertos y pragmáticos criterios. (…) Todos somos testigos de casos de adolescentes que son advertidos y aconsejados una y otra vez por padres experimentados y responsables, pero que ellos prefieren “discurrir por su cuenta” para descubrir demasiado tarde lo que su padre le predecía certeramente. Por desgracia son muchos los jóvenes que no quieren escuchar consejos. Semejante hostilidad hacia la autoridad paterna les priva de la experiencia de los mayores por querer hacer las cosas por sí mismos .

Modo de hacer de los hijos unos delincuentes:

1 Dadle desde pequeño cuanto desee: así crecerá convencido de que el mundo entero se lo debe todo.

2 Reíd si dice tonterías: así creerá que es muy gracioso.

3 No le deis ninguna formación religiosa: ya la escogerá él cuando sea mayor. Seguramente se quedará sin ninguna.

4 Nunca le digáis esto está mal : podría adquirir complejos de culpabilidad; y más tarde, cuando, por ejemplo, sea detenido por robar un coche, estará convencido de que es la sociedad la que le persigue sin motivo.

5 Recoged todo lo que él tire por los suelos; así creerá que todos han de estar a su servicio.

6 Dejad que lo lea todo. Limpiad eso sí, con detergente, y desinfectad la vajilla en que come; pero dejad que su espíritu se recree en cualquier torpeza.

7 Discutid los padres delante de él: así se irá acostumbrando, y cuando la familia esté ya destrozada no se dará ni cuenta.

8 Dadle todo el dinero que quiera: no sea que sospeche que para tener dinero se debe trabajar.

9 Que todos sus deseos estén satisfechos: comer, beber, divertirse…;

de otro modo resultaría un frustrado.

10 Dadle siempre la razón: son los profesores, la gente, la ley, la sociedad…, quienes la tienen tomada con el pobre muchacho: no le reprendáis, no sea que se disguste.

Y cuando tu hijo sea ya un desastre, proclamad que nunca pudisteis hacer nada con él .

El pediatra norteamericano. Dr. Benjamín Spock , uno de los que más ha influido en la corriente tan en boga hoy día de la pedagogía permisiva, al final de su vida, en una conferencia que dio en la Universidad de Pensilvania, dijo, que tenía que reconocer que se había equivocado, y que por su culpa se había estropeado una generación.

Afirmó que la educación debe regirse por normas éticas precisas.

Los hijos mimados y consentidos, a quienes se les da todo lo que quieren, a quienes nunca se les niega nada, quedan traumatizados.

Proponle objetivos concretos posibles, y no demasiado difíciles.

Estudia el plan de acción para conseguir el objetivo propuesto.

Márcale un tiempo para las sucesivas etapas. Ejercítale en vencerse en cosas pequeñas.

Para educar a los adolescentes, pueden ayudar a los padres estos diez consejos:

1) Escucharle más que hablarle.

2) Exigirle sólo cosas importantes.

3) Razonar las órdenes.

4) No le pongas etiquetas peyorativas: más que decirle eres un mentiroso , dile: has dicho una mentira .

5) Hazle razonar sus ideas.

6) No te rías de sus ideas. Muéstrale sus equivocaciones.

7) Tus órdenes claras, concretas. Exigiendo su cumplimiento.

8) No amenaces inútilmente. Exige los castigos impuestos. No lo

levantes a no ser por causa razonable.

9) Que los castigos sean proporcionados a la falta.

10) No permitas que te falte al respeto, pero tú tampoco le grites.

Háblale con calma.

El psico – pedagogo Dr. Bernabé Tierno da estos consejos para educar adolescentes:

1) Respétalo como persona. Trátalo como si ya tuviera las cualidades que desearías de él.

2) Sé tú ejemplo de las virtudes que deseas en él.

3) Admite tus errores y él aprenderá a admitir los suyos.

4) Ejercita tu autocontrol. No pierdas tus nervios, aunque él se salga de tono.

5) Valora sus virtudes, sus esfuerzos, su progreso.

6) Razona tus órdenes. El ordeno y mando pone a la defensiva.

7) Ponte en su piel. Trátale como te gustaría ser tratado, si tú fueras él.

8) Fomenta su autodisciplina: no hacer lo que apetece sino lo que es conveniente.

9) Ayúdale a madurar. Las dificultades no son para abatirse sino para afrontarlas.

10) Hazle ver que puede y debe ser feliz. La felicidad está dentro de uno mismo. No depende de las circunstancias exteriores.

Pasos para ser eficaz:

1) Tener claro qué es lo que quiero conseguir.

2) Que este objetivo esté a mi alcance. No empeñarse en coger la Luna con la mano.

3) Escoger los medios adecuados al fin que se pretende.

4) No darse pronto por vencido. Tener tesón y constancia para seguir luchando.

5) Corregir los errores cometidos, y no echar la culpa a los demás o a las circunstancias.

6) Atender a todos los detalles, y no esperar que los demás o la suerte solucionen las cosas.

7) No menospreciar a nadie. La persona menospreciada puede sernos decisiva mañana.

8) Orar para que Dios nos ayude en todos los anteriores puntos.

La salud mental es una de las cosas más importantes de la vida. Para la higiene mental que haga posible la madurez psíquica y el equilibrio de la persona, finalidad de toda educación, es necesario:

  1. a) Autoestima.- Aceptarse uno mismo como es. Reconocer las propias cualidades y defectos. No sobrestimarse, considerándose capaz de lo que no es verdad. Pero tampoco considerarse una persona inútil. Saber de lo que uno es capaz, y alegrarse de ello.
  2. b) Dominio propio,- Hacer lo que es necesario, conveniente y debido;

aunque nos desagrade y sea costoso. Quien rige su vida por lo que le apetece, no es dueño de sí mismo ni de sus actos.

Queda al arbitrio de las circunstancias y de las personas.

Con razón decía Emerson que “la educación de la voluntad es la meta de nuestra existencia”, porque desde esta meta todo lo demás se convierte en fácil y gratificante. Pero educar la voluntad y el carácter en unos principios nobles exige perseverancia en el obrar bien, y esto, casi siempre, conlleva nadar contra corriente. Contra esa corriente que arrastra hoy a tantos a huir de todo lo que suponga sacrificio, tesón y esfuerzo .

La voluntad se fortalece haciendo actos esforzados. Su frecuencia conduce al hábito. Repitiendo ejercicios de esfuerzo, haciendo algo que no me apetece porque es obligatorio,necesario o conveniente domino mi carácter para perfilar mi personalidad .

  1. c) Capacidad de soportar contratiempos sin perder la paz, la esperanza y la ilusión.
  2. d) Vivir gozosamente el presente sin angustias por el pasado ni temores del futuro. Haciendo del servicio al prójimo la superación del egoísmo y el ideal de la vida.

Todo esto no se hereda. Es fruto del trabajo, y se aprende en una buena educación.

Cuando llegue el momento de elegir estado, recomendadles lo que parezca más conveniente, sin quitarles la libertad. Los padres pecan si quitan injustamente la libertad a sus hijos en la elección de estado. Pero sí deben aconsejarles en este punto lo que sea razonable.

Si hay que oponerse a unas relaciones que parecen descabelladas, ser prudentes en no hacer o decir cosas que después pueden ser un obstáculo a las buenas relaciones familiares, si ese matrimonio llega a realizarse, a pesar de la desaprobación de los padres.

«Los padres deben acoger y respetar, con alegría y acción de gracias, el llamamiento del Señor a uno de sus hijos para que le siga en la virginidad por el Reino, en la vida consagrada o en el ministerio sacerdotal».

Parte 04 –  Cuarto Mandamiento de Dios

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

PARA SALVARTE – PADRE JORGE LORING

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Cuaresma: Día 14

CUARESMA: DÍA 14

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios y los pecados con los cuales pecamos contra este mandamiento.

Hoy continuamos revisando el Cuarto Mandamiento de Dios: Honrarás a tu Padre y a tu Madre

Parte 01 – Cuarto Mandamiento de Dios

En este mandamiento se contienen también las obligaciones de los padres para con sus hijos, que son, además de amarlos: alimentarlos, vestirlos, instruirlos en religión y en cultura, vigilarlos, corregirlos, darles buen ejemplo y procurarles un porvenir humano proporcionado a su estado y condición social . Es decir, educarlos física, intelectual, humana, espiritual y moralmente ; y protegerlos de los peligros de alma y cuerpo. «Recuerden los padres que es deber suyo vigilar cuidadosamente para que los espectáculos, las lecturas y cosas parecidas, que puedan ofender a la fe o a las buenas costumbres no entren en el hogar, y para que sus hijos no las vean en otra parte».

Dijo Pío XII en su discurso del 9-V-57: La sociedad es para la familia, no la familia para la sociedad. La familia es una institución natural: es el origen de la vida humana, y el recinto de la educación.

La familia es vínculo de transmisión normativa. Pero es necesario que la normativa moral y religiosa se dé con convicción, con motivación y con el ejemplo .

Debemos colaborar con nuestros padres al bien espiritual de la familia, manifestándoles aquellas cosas que ellos deben saber para corregirlas. A no ser que haya otro modo más eficaz. Pero quien oculta los malos pasos de sus hermanos, por un falso criterio de compañerismo, puede hacerse responsable ante Dios de las faltas que queden sin corregir. El padre tiene obligación de corregir; pero para esto necesita estar informado de lo que pasa. No exagerar las cosas.

Pero no quitar importancia a lo que la tiene. Los padres son los primeros educadores, y son ellos quienes deben decidir, y no el Estado, el tipo de educación que crean mejor para sus hijos. El Estado debe ayudar a todos los niños en edad escolar sin discriminaciones.

Sería injusto que si los padres necesitan ayuda para la enseñanza de sus hijos, y el Estado quiere cooperar, sólo ayude a los que asisten a las escuelas estatales, y no ayude a los de las escuelas libres .

«Los padres, como primeros responsables de la educación de sus hijos, tienen el derecho de elegir para ellos una escuela que corresponda a sus propias convicciones. Este derecho es fundamental.

En cuanto sea posible, los padres tienen el deber de elegir las escuelas que mejor les ayuden en su tarea de educadores cristianos.

Los poderes públicos tienen el deber de garantizar este derecho de los padres y de asegurar las condiciones reales de su ejercicio».

La educación es de una importancia transcendental y de una gran responsabilidad para los padres.

Hay en la vida muchos hombres que lamentan su desgracia por las faltas y descuidos de sus padres.

En educación, como en todo, se recoge lo que se siembra . A los niños, gradualmente, según ellos vayan siendo capaces de asimilar, hay que inculcarles la limpieza, el orden, la obediencia, el sacrificio, la lealtad, la servicialidad, la honradez, el saber renunciar, etc. etc.

Acostumbrarlos a portarse bien en todas partes, a practicar el bien aunque sea penoso, y a huir del mal aunque sea seductor, (…) espontáneamente, y por propia iniciativa, aunque nadie le vigile ni castigue . De mayores será muy difícil que adquieran virtudes que no se les sembraron de pequeños.

Los niños, para su buen desarrollo, necesitan caricias desde el primer momento. Se han hecho estudios de niños atendidos perfectamente en sus necesidades vitales, en centros especializados, pero faltos de cariño, que muestran anormalidades características.

Pero los hijos no se pueden tener mimados y consentidos . El niño mimado y consentido se hace caprichoso y poco sociable. Esto le va a traer problemas de aceptación entre sus compañeros en su edad escolar, y esto le va a dificultar su madurez psicológica. Está comprobado que el niño que es bien aceptado por sus compañeros, por sus cualidades personales, tiene un gran porcentaje de probabilidades de una buena maduración psicológica en el futuro.

Los hijos, ni se pueden tener mimados y consentidos, ni tampoco castigarlos sin razón. El castigo es inevitable , pues es moralmente imposible que tus hijos no cometan alguna falta que lo requiera: «sin castigo no hay educación posible», dice uno de los más célebres pedagogos de nuestra época, Foerster. Pero para que el castigo sea educativo y eficaz ha de ser siempre : a) oportuno: escogiendo el momento más propicio para imponerlo pasada la ira en unos y otros; b) justo: sin exceder los límites de lo razonable; c) prudente: sin dejarse llevar de la ira; d) cariñoso en la forma, para que el niño comprenda que se le impone por su bien. «No somos eficazmente castigados sino por aquellos que nos aman y a quienes nosotros amamos».

El castigo corporal tiene sus dificultades. Puede engendrar terquedad, rencor, debilitamiento del sentimiento del honor. Los niños nerviosos no debieran ser castigados corporalmente, pues se corre el peligro de aumentar su nerviosidad. En las niñas el castigo corporal debilita el sentimiento de su intocabilidad corporal, tan precioso para el recato de su vida futura. A veces puede ser más eficaz que un castigo corporal el ponerlo a comer solo en una mesita de cara a la pared, privarle de una habitual muestra de cariño, o de un dulce que le gusta, o del dinero que se le suele dar; depende de edades y circunstancias.

El castigo debe facilitar al niño el camino de la honradez, la obediencia, la aplicación, etc., para hacer de él un hombre moral. El castigo más que para expiar la culpa cometida debe servir para la corrección. Para esto es necesario que el niño reconozca la falta, y lo justo del castigo. El castigo tiene mucho más valor cuando el niño lo acepta voluntariamente, o se lo impone él mismo. Después de aplicado el castigo, se deben hacer las paces con el niño lo antes posible.

Hay que tener tacto para corregir con eficacia. Poco se logra con herir y humillar solamente. Hay que alentar. Despertar el sentimiento de la propia estima. Una corrección eficaz debe dejar siempre abierto un portillo a la esperanza de la propia superación . El dejarle hacer lo que él quiera, algún día lo interpretará como falta de interés por su bien. En cambio el contrariarle manifestando que se hace por amor e interés por él, terminará por ganarle el corazón. Decir: te quiero demasiado para permitirte eso , o un trato cariñoso después de un castigo, restablece la armonía. El amor debe estar por encima de las travesuras. Una madre después de castigar a un hijo le dijo: «No estoy furiosa contra ti, sino contra tu travesura». Y el hijo agradeció aquel castigo.

Si es importante saber manejar el castigo en orden a una buena educación, no lo es menos el saber utilizar el premio; por ejemplo, el elogio. La recompensa pedagógica puede revestir muchas formas: una mirada de aprobación, un gesto cariñoso, una palabra, la concesión de un permiso deseado, un regalo, etc. Pero tampoco se pude ser excesivo en los premios y alabanzas, pues perderían eficacia, y se correría el peligro de hacer al niño egoísta, obrando bien sólo con miras al premio y a la recompensa.

El estímulo es más eficaz que la represión. A veces ésta será inevitable, pero su eficacia será mayor si el hijo está acostumbrado a que se le reconozca la obra bien realizada, y se le aplauda el esfuerzo realizado, aunque no siempre estos esfuerzos hayan sido coronados por el éxito. Todo el mundo queda agradecido a quien sinceramente le anima. Un elogio correcto, justo, oportuno, estimula y educa para el bien. Todo el arte de la Pedagogía consiste en saber sonreír y en decir NO a los hijos en el momento preciso y de la manera exacta .

Una de las cosas peores que puede hacer un padre con sus hijos es dejarlos que se hagan caprichosos y testarudos . Es de la máxima importancia en la educación de los hijos la formación de la voluntad.

La voluntad se fortalece enseñándola a renunciar. A esto hay que empezar de pequeño. Que empiece a renunciar a gustos, caprichos, comodidades, etc., en bien del prójimo.

Por ejemplo: que reparta entre hermanos y amigos la caja de bombones que le han regalado, que se levante de la silla para echar el papel del caramelo en la papelera, que ceda el sillón a una persona mayor, que deje un juego ruidoso porque a la abuelita le duele la cabeza, etc., etc. Hay multitud de renuncias y privaciones de alto poder formativo. La sonrisa de un hijo proporciona a los padres tanto placer que se hace durísimo contrariar al niño. Por otra parte, hay corazones de padres que no pueden resistir el oír llorar a sus hijos. Sin embargo, han de saber que por no querer contrariarlos hoy y darles esos caprichos, los están preparando para grandes disgustos en la vida, porque las cosas no siempre van a salir a sus deseos. Es una equivocación decir: Déjale hacer. Pobrecito. Ya tendrá tiempo de sufrir . Todo lo contrario. El niño mimado sufrirá el doble que el que se ha acostumbrado a renunciar con naturalidad. En la vida hay que renunciar por fuerza tantas veces!.

Es menester acostumbrar al niño, desde pequeño, a portarse bien en todas partes, espontáneamente y por propia iniciativa, aunque nadie lo vigile ni le castigue. Hay que saber apartarlos del mal y orientarlos al bien, de modo que ellos mismos estimen la virtud y el deber, y lo abracen voluntariamente. Es muy importante en la educación de los niños saber proporcionarles placeres lícitos con alegría, y que sepan renunciar a lo ilícito sin angustia. Es imposible que los niños tengan siempre lo que desean. Hay que acostumbrar a los niños a que acepten estas frustraciones con naturalidad, pues la vida está llena de frustraciones.

El joven que se acostumbra desde niño a hacer su voluntad es un inútil para la vida. Porque la vida es un tejido de deberes desagradables, y el que desde niño no se acostumbra a cumplirlos severamente, sino que obra a impulsos de sus gustos, caprichos y pasiones, se hace víctima de su propia voluntad al llegar a la edad madura .

Dice el gran educador Stuart Mill : Quien nunca se ha privado de algo permitido, no sabrá privarse de lo prohibido .

La voluntad es la facultad de la persona humana por la cual el individuo cumple lo que se ha propuesto sin dejarse llevar por lo que le gusta o disgusta. Es muy importante para ser una persona de carácter. Es lo que hace al hombre más hombre . Para lograr el dominio de la voluntad es necesario entrenarse, como en el deporte. Hay que adquirir un hábito por la repetición de actos realizados con una motivación de superación personal. El entrenamiento debe empezar por cosas relativamente fáciles.

Un niño mimado no es aquel por quien se hace demasiado. Nunca se hace demasiado por un niño.

Niño mimado es aquel a quien nunca se le ha exigido, aquel a quien no se le ha enseñado a devolver en proporción a lo recibido. Condescender a los caprichos del niño es hacer de él un pequeño tirano.

No hay manera más segura de labrar la desgracia de un hijo que darle todos los caprichos .

Educar, formar a un niño, es hacerle obedecer, ayudarle a superarse, enseñarle a amar, a querer lo que no quiere, lo que no ama, lo que no hace espontáneamente, pero que le servirá… Se ha definido al educador como quien presta voluntad. Dejado a sí mismo, el niño queda esclavizado a sus instintos y caprichos. La intervención de la voluntad fuerte del educador le libera… Ese pequeño ser tan encantador y tan débil, hacia el que nuestro amor y nuestra compasión se desbordan, es terriblemente egoísta y codicioso. Hay que enderezarlo, moldearlo, humanizarlo. No hay rectitud moral en la vida si no se obedece a los principios, a pesar de las tentaciones y los caprichos.

«Además, no hay verdadero placer, incluso para el niño, en las cosas obtenidas sin esfuerzo. En todos los terrenos hay que pagar con horas de penosa ascensión la alegría de contemplar un hermoso panorama. La resistencia vencida produce su goce. Hay que dar al niño la experiencia y el gusto de estas ásperas y profundas alegrías que brotan de la dificultad vencida».

Y desde luego, jamás permitas una desobediencia. Antes de dar una orden, piensa si es conveniente. No mandes muchas cosas seguidas; y nunca, contradictorias. El padre y la madre deben estar siempre de acuerdo en cuanto a órdenes y castigos. Nunca deben contradecirse. Y las órdenes, que sean claras, que el niño las entienda. Y bien descritas en sus detalles: plazo de tiempo en que debe realizarse, resultado que se pretende, etc. Por ejemplo: Recoge el cuarto de baño después de ducharte . Aclarar que se entiende al terminar de ducharse, no a media noche; todo limpio, no basta recoger la ropa sucia, etc.

No mandarles demasiadas cosas. Ni prohibirles tonterías. Dijo el doctor psico-pedagogo Luis Riesgo en una conferencia a la que asistí en el Casino GADITANO DE Cádiz, el 15 de Noviembre de 1995: No hacer montañas de las colinas. Ser transigentes en pequeñeces. En toda pedagogía familiar vale más ganar una batalla importante que cien escaramuzas sin importancia .

Hay que dejar a los hijos siempre un campo de autonomía. No olvidar que el niño necesita autoafirmarse.

Procura no mandar cosas demasiado difíciles. Pero dada la orden, que sea ejecutada por encima de todo. Si el niño logra imponer su voluntad una vez, no lo olvidará, y siempre intentará conseguirlo de nuevo. El niño debe saber que hay ocasiones en las que son inútiles los llantos y los gritos . Y tú, por tu parte, cumple también la recompensa o los castigos a que te hayas comprometido. Son desorientadores para los niños y fatales en la educación esos padres que mandan, amenazan y prometen muchas cosas; pero después nada de eso llega a la realidad, sin razón alguna: «El castigo anunciado no debe suprimirse sin causa».

Pero hay que tener cuidado de que el castigo no corresponda a nuestro mal humor, sino a la gravedad de la falta y a la responsabilidad del niño. Reconocida la culpa por el niño, y aceptado el castigo, es muy pedagógico disminuir éste con la promesa de enmienda.

– Educar es aceptar que cada hijo tiene su modo de ser, y permitirle ser él mismo .

– Educar es reforzar y alentar todo lo bueno que tenga el educando.

– Educar es procurar el bien del educando con autoridad y firmeza, pero sin violencia y con ternura.

– Educar es inculcar los valores que pretendemos, por medio del ejemplo.

La corrección del niño debe comenzar cuando es pequeño. Las plantas tiernas son más fáciles de enderezar.

No dejes que nadie, delante de los niños pequeños, alabe lo malo y se ría de lo bueno. Tampoco toleres que les enseñen a decir picardías. Por lo mismo, pon mucho cuidado en que los niños pequeños no presencien nada en la casa que pueda enseñarles el mal. Los niños son grandes imitadores: hay que tener mucho cuidado de todo lo que se dice y se hace en su presencia. Ten también cuidado de que en tu casa no haya cuadros o calendarios deshonestos, ni libros ni revistas peligrosos. Preocúpate de inculcarles desde pequeños el amor a la pureza, a la veracidad, honradez, servicio del prójimo, respeto a la autoridad, etc. Nada persuade tanto a practicar el bien como el buen ejemplo. «No se enseña ni lo que se sabe ni lo que se dice, sino lo que se hace»(Jaurés) . Las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran. Son los hechos los que cuentan, no las palabras. Las palabras son contraproducentes cuando son desmentidas por los hechos.

Los ejemplos educan más que las palabras. El niño necesita modelos de comportamiento claros, fuertes y permanentes. Si los modelos son defectuosos, cambiantes y débiles, no sabrá lo que hay que hacer en cada momento.

Pero además de darles buen ejemplo, hay que hacerles actuar. El secreto de aprender está en el hacer. «Exigir a los hijos que hagan lo que es necesario hacer, lo que deben y pueden hacer según su edad; sin permitirles concesiones. (…). Eso es amarles y educarles para la vida. Tenerlo todo, no haber tenido que esforzarse por nada,(…) es una tremenda desgracia».

Lo que verdaderamente educa es el ejemplo de una vida coherente, y la autoridad apoyada en razones. No el autoritarismo violento. La incidencia de la figura paterna ha sido estudiada por Alinear Glueck comparando quinientos muchachos delincuentes con otros quinientos que no lo son. La investigación demuestra que la mayoría de los muchachos delincuentes han dependido en su educación de padres con actitudes extremas de severidad o de permisividad; mientras que los muchachos que presentan una conducta normal pertenecen en su mayoría a padres que han sabido aplicar una disciplina firme pero serena y dialogante .

Para los hijos, tan malo es una autoridad dura y rigurosa, como la falta de autoridad. El dejar que los niños hagan lo que quieran es muy cómodo para los padres, pero funesto para ellos. El niño necesita autoridad que le libere de su sentimiento de inseguridad. El adolescente necesita guía. Incluso se da el caso del muchacho que adopta una actitud provocativa ante su padre, actitud que en el fondo no tiene otro objeto que el de forzarle -inconscientemente por supuesto- a que ocupe su verdadero papel de jefe de familia. Busca la autoridad que tanto precisa, y que es la base de su sentimiento de seguridad .

La disciplina es el adiestramiento del niño. Los estudios realizados sobre los trastornos de la conducta de la juventud han demostrado que un niño educado sin disciplina no es capaz de controlarse cuando sea mayor. Charles Manson , asesino de familias enteras, cuando era niño hacía siempre su voluntad. Al cabo de los años, ya hemos visto las consecuencias .

Hubo un tiempo que en la educación se abusó del autoritarismo y de aquello de que la letra con sangre entra . Pero hoy, con un movimiento pendular, se ha pasado a una inhibición de los educadores y a dejar a los niños que sean buenos espontáneamente y encuentren la verdad por sí solos; lo cual es utópico. Antes se abusó de la enseñanza memorística (recordemos la lista de los reyes godos), pero hoy se elimina la memoria de la enseñanza, lo cual es funesto, pues la memoria es una potencia humana necesaria en la vida. El niño necesita que le digan lo que es bueno y lo que es malo, y que le ayuden a ir por el camino del bien.

Tener en cuenta que el niño pequeño no puede comprender la ironía.

Entiende las cosas literalmente, tal como se dicen. Una broma inocente para un adulto, puede hacer daño a un niño. Unos padres que se mofan de lo que el niño toma en serio, pueden, en su equivocación, perder la confianza en su hijo.

«Uno de los peores errores en que pueden incurrir los padres es en el de hacer comparaciones. Sólo conseguirás que tu hijo aborrezca a aquel con quien lo comparas, y te lo tome a mal».

Según la frase de María Montessori , la célebre doctora italiana de fama mundial, «el niño debe ser respetado y no utilizado como un juguete que nos divierte con sus gestos, balbuceos y gracias, provocándole a repetirlas de modo abusivo, y a veces intempestivo, pensando sólo en nuestra satisfacción. Al niño hay que tratarle como él lo necesita. No como a nosotros nos gusta».

Es necesario saber escuchar a los pequeños sus pequeñas preocupaciones. Así se les prepara el camino de la confianza para cuando tengan que contar confidencias más importantes.

Debes preocuparte de que tus hijos no aprendan de sus amigos de la calle de dónde vienen los niños. Evidentemente que ellos procurarán enterarse. Si tú les abandonas en este punto, cuando les entre la curiosidad, irán a sus amigos que más saben de esto, que, naturalmente, serán los más golfos. Puedes imaginarte la clase de información que tus hijos recibirán de ellos. Si tus respuestas a sus preguntas son oscuras o con evasivas, el niño se dará cuenta de que ha topado con algo misterioso y se callará; pero su curiosidad aumentará e irá a preguntar donde le ofrezcan confianza.

En materia sexual el niño tiene necesidad de saber, y por lo tanto hay obligación de informarle. Pero esta información no es conveniente que la reciba de sus amigotes que lo harán de modo chabacano, deformado, degradando la sexualidad, y envileciendo el misterio de la vida. Hay que hacerlo de una manera sana, clara, correcta, digna y adecuada.

Es indispensable que te encargues de hacerlo tú con discreción, prudencia, método y tacto. A los niños hay que iniciarlos conforme avanza su edad, en una positiva y prudente educación sexual .

Puede ayudarte en este importante asunto un pequeño libro titulado «Iniciación de los niños en la vida». Este libro te dará normas acertadísimas, e incluso al discursito ya hecho para distintas edades y sexos. Hay quien opina que es mejor esperar a que el niño pregunte.

Pero, y si el niño tiene vergüenza de preguntar a sus padres?. Y si el niño pregunta primero en la calle? Además en muchos casos la calle se adelanta a informar al niño antes de que éste pregunte. Una de las edades más peligrosas de los niños es entre nueve y once años, y hay que orientarlos. No olvides nunca que en esta materia es preferible llegar con un mes de anticipación que con un día de retraso .

Es importante que los niños se sientan superiores a sus compañeros por la buena información que sus padres les han proporcionado, y porque saben les tendrán al corriente de todo lo que quieran preguntar.

Conozco un niño que cuando sus compañeros quisieron hablarle de cosas escabrosas, él les respondió: Todo esto ya lo sé yo, porque me lo ha explicado mi padre . Y se marchó. Su padre está orgulloso de haberle preparado bien.

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En esta materia, ante las preguntas de los niños hay tres posturas:

  1. a) El silencio y las evasivas: lo cual es hacer que el niño vaya a preguntar a otro sitio, lo mismo que iría a satisfacer su hambre si nosotros no le diéramos pan. Una madre a quien su hija le preguntó sobre el origen de los niños, le respondió dándole un bofetón: una niña educada no preguntas esas cosas . Proceder lamentable. El silencio de los padres sobre el sexo es causa de que el niño crea que el sexo es algo malo .
  2. b) La segunda postura es responder con mentiras, lo cual les hará perder la confianza en vosotros cuando averigüen la verdad; y se formarán una idea equivocada del problema al ver que se trata de una cosa vergonzosa de la cual no se puede hablar en casa. Además sentirán una reacción desfavorable hacia sus padres que les engañaron y les llevaron a hacer el ridículo ante sus amigos por creerse lo de la cigüeña, niños de París, etc.
  3. c) La tercera actitud es la acertada: responder con lealtad, con respuestas breves, claras, sencillas y naturales, enteramente verdaderas, aunque no se diga toda la verdad de una vez, sino escalonadamente, en diversas ocasiones, según las circunstancias, y grado de comprensión del niño.

Esta explicación debe rodearse de un gran ambiente de elevación, dulzura, delicadeza y sobrenaturalidad . Hacer la información gradualmente, según el niño vaya preguntando, satisfaciendo siempre su curiosidad. Si el niño tarda en preguntar, provocar con tacto la pregunta, para que de esto hable en casa antes que en la calle. Las primeras preguntas pueden surgir a los cuatro o cinco años. «Antes de los nueve o diez años debe saber que el niño comienza a crecer en la madre por amor del padre».

Te voy a poner aquí un ejemplo de un posible diálogo de un niño con su madre, con las respuestas a las preguntas más comprometidas que los niños pueden hacer. Las he encontrado en varios libros que he leído sobre este tema. Evidentemente que no es para que des la respuesta al pie de la letra. Es para que te orientes en las respuestas que necesites, y las acomodes a la edad, sexo, madurez, etc., del niño que pregunta.

– De dónde ha venido mi hermanito?

– Se lo ha mandado Dios a papá y a mamá porque se quieren mucho.

– Entonces tía María y tío Pepe no se quieren porque Dios no les manda ningún hijo.

– Es que los hijos son un regalo de Dios, y ese regalo Dios no se lo da a todos.

– Y cómo vienen?

– Dios ha puesto en la barriga de las madres un nido muy abrigadito. Y ahí está el niño durante nueve meses, porque al principio es muy pequeñito y se le podría pisar como a una hormiguita.

También yo te he llevado a ti nueve meses debajo de mi corazón y te he alimentado con mi sangre.

Por eso te quiero tanto, porque eres hijo de mi sangre. Cuando yo te llevaba dentro de mí, pensaba mucho en ti, te preparaba la cuna, los pañales, las camisitas y muchas cosas más; y rezaba mucho a Dios por ti. Cuando ya fuiste un poco mayor entonces te di a luz. Eso me hizo sufrir fuertes dolores, y tuve que guardar cama. Pero estos dolores se transformaron en alegría cuando te tuve en mis brazos y pude abrazarte y besarte.

– Y por qué te hice sufrir?

– Porque cuando saliste de dentro de mi cuerpo eras ya grandecito, y me costó mucho trabajo.

– Y por dónde salí?

– Por una puerta que Dios ha puesto en el cuerpo de las mujeres, y que llevamos siempre tapada, porque las personas mayores nunca enseñan eso.

– Dónde está esa puerta?

– Entre las piernas. Por donde se orina. Esta puerta se estira como si fuera de goma, para que pueda salir el niño. Primero sale la cabeza, después los hombros, los brazos y por fin las piernas. Así naciste tú.

Puedes imaginarte la alegría que sentí cuando puede tenerte en mis brazos?

– Y por qué soy también hijo de papá?

– Porque el padre es el que pone las semillas de la vida dentro del cuerpo de la madre.

– Y cómo se hace eso?

– Dios ha hecho el cuerpo del hombre distinto del cuerpo de la mujer para que cuando estén casados puedan unirse de modo que el padre deje la semilla de la vida dentro del cuerpo de la madre. La puerta por donde sale el niño al nacer, fue nueve meses antes la puerta por donde entraron las semillas de la vida que el padre donó a la madre.

– Pues yo tengo un amigo que no tiene padre.

– Porque se habrá muerto o se habrá ido.

– Es que su madre es soltera.

– Eso quiere decir que su padre hizo mal, y no quiso casarse con su madre; pero todos los niños nacen de la unión de un padre y una madre.

– Y por qué tienen hijos las solteras?

– No deben tenerlos, pues no tienen marido. Pueden tenerlos si ceden su cuerpo a un hombre. Pero esto es un pecado en una mujer soltera. A veces ocurre sin culpa de ellas, por violencia o engaño de hombres malvados.

– Por eso en el colegio hablaban de uno que era un sinvergüenza porque había tenido un hijo de una muchacha soltera.

– Claro. Eso es un pecado enorme. Pero en el colegio no hables de estas cosas. Todo lo que quieras saber, yo te lo explicaré. Hablaremos de todo esto siempre que quieras. Pero tú con tus amigos no debes hablar de estas cosas. A lo mejor hay algún niño a quien sus padres le han contado el cuento de la cigüeña, pensando que no podría entender esto que yo te he explicado a ti, y no está bien que dejes mal a sus padres. Y si hay alguno que quiera hablarte de estas cosas, tú le dices que ya te he explicado yo todo. Y a mí me preguntas todo lo que quieras, que yo te lo explicaré mejor que nadie, porque soy tu madre .

Frecuentemente será fácil satisfacer la curiosidad del niño respecto al otro sexo mostrándole a un niño (o niña) de corta edad desnudo. Es preferible evitar las exhibiciones de adultos desnudos.

Nuestra sociedad no lo admite, y se puede ofender al niño .

Es conveniente que la madre instruya a su hija sobre el significado y normalidad de la menstruación cuando haya cumplido los diez años , para que si apareciera en edad prematura no le cause impacto psicológico perjudicial. El modo de hacerlo puede ser una cosa así: La obra más grande que puede hacer una mujer es tener un hijo. Esto ocurre cuando la mujer se casa. Pero desde pequeña, Dios va preparando el cuerpo de la mujer, y todos los meses se forma un nido para el posible hijo. Al no tener el hijo, el nido se deshace y sale por abajo un poco de sangre, pero no duele nada .

Lo mismo hay que hacer con los chicos sobre los derrames nocturnos, para que sepan que son fenómenos perfectamente normales, previstos por Dios para que el cuerpo elimine las secreciones sobrantes que no necesita para su fortalecimiento.

Si los padres explican a sus hijos adolescentes las emisiones nocturnas de semen y la menstruación, respectivamente, antes de que esto ocurra, cuando llegue ese momento, lo aceptarán con toda naturalidad.

No es lo mismo información sexual que educación sexual . La información sexual es más fácil, pero no basta. Se ha comprobado que a más información sexual , más embarazos de adolescentes, enfermedades venéreas, etc. La educación sexual debe procurar la maduración afectiva del niño, hacerlo llegar a ser dueño de sí y a usar rectamente del sexo . La educación lleva al hombre a practicar el bien. «La virtud no es cuestión de enseñanza solamente. Muchas veces comprobamos que el problema no es de desconocimiento de lo que hay que hacer, sino que falta el necesario esfuerzo para hacerlo. (…).

Las virtudes se logran a costa del propio esfuerzo, pero es fundamental que este esfuerzo esté acompañado de una convicción intelectual».

Al hombre no le basta saber lo que es verdad y lo que es bueno, necesita además una motivación que le anime a vivirlo. Y en eso consiste la educación. La experiencia cotidiana enseña que al hombre no le basta conocer el bien para practicarlo. Ya lo dijo Ovidio hace dos mil años: «Conozco el bien y lo apruebo, pero practico el mal».

La experiencia ha demostrado que una información sexual insistente, como la que hoy padecemos, es de efectos negativos, pues se convierte en excitación sexual.

«La enseñanza no es nunca una educación completa. Ha de ser complementada por el esfuerzo personal, por la lucha. Esto es especialmente cierto en lo relativo a la educación sexual. El uso cristiano de la sexualidad no se realiza sin esfuerzo, sin un esfuerzo que a veces tiene que ser heroico. Esto vale principalmente para la juventud, en la cual la fuerza de las tendencias sexuales y la poca madurez de la personalidad del joven, exigen una lucha mucho más rigurosa. Por otra parte, la juventud es también la época más adecuada para entender la vida como lucha, para despreciar la comodidad.

Fortalecer en la juventud la conciencia de que una vida humana sólo se realiza a través de la lucha, es poner uno de los fundamentos más firmes para la educación en el aspecto sexual.

En esa lucha tienen que emplearse recursos humanos y sobrenaturales, porque también en este campo lo natural y lo sobrenatural se influyen mutuamente.

La oración y los sacramentos son como las dos direcciones del camino que une al hombre con Dios.

La oración es fundamentalmente petición, camino del hombre hacia Dios; los sacramentos son las sendas por donde Dios nos envía su gracia, camino de Dios hacia el hombre. La oración y los sacramentos están en la base de la educación sexual.

En cuanto a la Virgen, Ella es llena de Gracia, es la protagonista del amor más puro y más hondo que haya podido tener criatura alguna. Es Madre nuestra y está delante de Dios para hablar bien de nosotros, para interceder por nosotros».

Las caídas en materia de sexualidad se deben, más que a la falta de información, a la debilidad de la voluntad, expuesta a toda clase de tentaciones que sólo pueden superarse con esfuerzo humano auxiliado por la gracia de Dios.

El padre Martín Descalzo en su libro «Razones desde la otra orilla» dice que la campaña recomendando preservativos a la juventud es un reconocimiento del fracaso de la educación sexual.

Como no se ha sabido educar a los jóvenes para que controlen el instinto sexual se les da un preservativo para complacerles. Como el chupete que se da al niño que ha cogido una rabieta.

«Una educación sexual bien hecha -iniciación y educación-, es necesaria, y el hacerla con discreción y delicadeza corresponde como un derecho y un deber a los padres, que lógicamente se han de preparar y empeñar en ella. Sería un error dejar esta educación, por un silencio culpable, a agentes inadecuados que el niño encontrará, quienes inevitablemente harán su pseudoeducación. Nadie puede marginar a los padres de esta tarea, y nadie les suplirá como es debido con tal que ellos lo hagan bien. En todo caso, ha de quedar bien claro siempre, que, siendo la educación sexual una parte de la educación total de la persona, no son lícitos los experimentos perjudiciales para la integridad y el equilibrio personal, ya sea en el aspecto individual, ya sea de cara a la apertura hacia los otros. Es bueno también recordar que los padres, sobre todo los que dan una iniciación, acaso prematura, persuadan a sus hijos de que no hablen de ello con otros. Si se lograse hacer esto, no serían tan frecuentes las conversaciones sobre temas sexuales, ni los padres tan frecuentemente suplantados por inoportunas revelaciones.

Una progresiva información de la realidad sexual, a nivel cultural y religiosa, se hace necesaria tan pronto como el niño va abriendo sus ojos a la vida personal y al mundo que lo rodea; pero la información sola no es suficiente. Se necesita, sobre todo, la educación de la persona en la castidad o pureza -virtud que proporciona dominio sobre la sexualidad- por medios idóneos. He aquí algunos: clima de ejemplaridad familiar, de diálogo y aprendizaje constante del amor evangélico y el dominio de sí mismo y, por encima de todo, de vivencia consciente de la oración y de los sacramentos.

Por la misma razón han de colaborar los gobernantes , gerentes del bien común. Su colaboración no ha de invadir, sino respetar la competencia de los padres y los derechos de la comunidad cristiana. Un programa realista de colaboración del Estado en este asunto habría de tener muy en cuenta problemas como el de la protección a la familia, la enseñanza, las condiciones de trabajo, alojamiento, la multiforme pornografía y anarquía del erotismo público, la llamada apertura cultural de los medios de comunicación social y otros, algunos de los cuales son realidades muy perniciosas, verdaderos agresores injustos -con bellos nombres- de los derechos de las personas débiles que, por sí mismas, no se pueden defender. El poder público es corresponsable, junto con los ciudadanos, de la defensa de sus valores y, en nuestro caso, no es justo que el pansexualismo posea un nivel tan alto de monopolio de la educación de la sexualidad.

La escuela -y ahora pensamos en la escuela católica- puede aportar buenos servicios a la recta educación sexual. Como una realidad subsidiaria ha de actuar con la anuencia y la cooperación de la familia educando integralmente al alumno y ayudándolo a integrar debidamente la sexualidad.

Además de esta educación genérica incumbe a la escuela hacerlo también de una manera más especifica, informando científicamente sobre el tema a nivel biológico y psicológico sin omitir el moral, de acuerdo siempre con los padres y evitando con extrema delicadeza que no se susciten problemas nuevos y graves, antes de resolver los ya existentes. Esto último es muy posible y de alta responsabilidad.

Puede presentarse el caso de que en una escuela, especialmente si no funciona en verdad como católica, se perturbe esta educación por la imprudencia de algún profesor, por presiones intencionadas de los alumnos -o por fuerzas de fuera que influyen en la misma- o por una insistencia morbosa sobre el asunto. Cuando ocurre eso, lo que tendría que ser verdadero elemento de educación, es posible se convierta en una clase de juegos preferidos, refugio de erotismo, y, en fin de cuentas, de pornografía. Por tanto, hay que exigir un clima de delicadeza y de respeto muy acentuado hacia las personas de los educandos de ambos sexos.

Querríamos decir a los educadores que no se permitan iniciativas caprichosas sin contar con los padres; no es justo que éstos se encuentren, a veces, sorprendidos por hechos consumados de conferencias, cursillos y proyecciones de temas sexuales, en escuelas católicas que no han tenido en cuenta la Doctrina de la Iglesia».

La Comisión Permanente del Episcopado Español ha protestado por la difusión entre los jóvenes de unos folletos distribuidos por algunas entidades socialistas de la Administración Pública Española, que pretenden ser de educación sexual y lo que hacen es incitar al libertinaje sexual, animando al ejercicio de la sexualidad solamente por la satisfacción egoísta del placer, indiferentemente de que se haga por medio del vicio solitario o con otra persona de diferente o del mismo sexo, sin ninguna relación con la moral y la integración de la sexualidad en la maduración de la persona humana, haciendo de la vida sexual un juego y pasatiempo, algo trivial y carente de pleno sentido humano.

Entre otras cosas dice:

«Estas orientaciones relativas a la conducta sexual se oponen a los valores y bienes fundamentales de la sexualidad humana y a las enseñanzas morales de la Iglesia… Sentimos el deber de denunciar que tales orientaciones degradan y pervierten las conciencias de los jóvenes… Con frecuencia se une esta difusión de inmoralidad en el campo sexual con ataque a la fe cristiana».

«Cuando autoridades civiles, de cualquier rango, promueven la difusión de los citados cuadernos en centros escolares cometen un verdadero abuso de autoridad. Los poderes públicos vulneran claramente los derechos de los ciudadanos en la medida que, a través de las indicadas iniciativas pedagógicas o de poderosos medios de comunicación, tratan de establecer en el conjunto de la sociedad una determinada concepción de la conducta sexual, que implica una forma definida de entender el hombre y su destino. No pertenece ni al Estado ni siquiera a los partidos políticos tratar de implantar en la sociedad una determinada concepción del hombre y de la moral por medios que supongan de hecho una presión indebida sobre los ciudadanos contraria a sus convicciones morales y religiosas.

A los organismos estatales compete, en cambio, tutelar a los ciudadanos contra los desórdenes morales y toda forma de agresión sexual, especialmente el abuso de menores y, en general, contra la degradación de costumbres y la permisividad sin límites. Teniendo en cuenta el pluralismo de la sociedad moderna y la debida libertad religiosa, corresponde al Estado ayudar a las familias para que pueda darse a sus hijos en todas las escuelas una educación conforme a los principios morales y religiosos profesados por sus padres, tal como prescribe la Constitución Española. La propia Constitución establece las normas de protección de la moralidad de los niños y jóvenes.

Está en juego el bien común de la sociedad: una comunidad humana que no alcance un grado suficiente de adhesión a valores morales fundamentales como son, en este caso, los relativos a la sexualidad y a la familia se autodestruye».

El arzobispo de Valladolid, José Delicado Baeza , en una carta pastoral se lamenta de la frivolidad con la que en algunos sitios se realiza la educación sexual, estimulando al sexo más que educándolo, añadiendo: «La castidad no es la única, ni siquiera la principal virtud cristiana, pero es una virtud necesaria para vivir en gracia».

«La educación sexual de hace años tuvo sus errores. Pero hoy algunos llaman educación sexual a lo que es pura pornografía. Algunos han olvidado que el hombre, además de cuerpo tiene espíritu, y que el comportamiento sexual del hombre no puede ser lo mismo que el de un animal. El instinto sexual del hombre debe ser dirigido por la razón y la voluntad. De esta manera se eleva, se dignifica, se espiritualiza.

El libertinaje sexual tiene peores problemas que la represión. Las aberraciones sexuales se difunden alarmantemente. Y es que el hombre necesita una ética, una norma moral. Su conducta no se regula por el instinto, como en los animales que nunca comen si no lo necesitan, ni engendran fuera de los tiempos de celo».

Es, sobre todo, importante que los padres se preocupen de la instrucción religiosa de sus hijos. Si ellos no saben o no pueden hacerlo, tienen que buscar quien supla esta obligación; ya en la escuela, ya en la catequesis de la parroquia. Pero dice el Nuevo Código de Derecho Canónico «a los padres corresponde en primer lugar la educación cristiana de sus hijos» . Al niño pequeño hay que obligarle a ciertas cosas (urbanidad, higiene, etc.) aunque él no entienda su valor. Poco a poco irá captando su sentido y cuando sea mayor las realizará por propia convicción. Lo mismo hay que hacer en la educación religiosa.

Los domingos llévatelos de paseo o al campo; y a la vuelta haz una visita en alguna iglesia y enséñales desde pequeñitos dónde está el Señor, para que aprendan a pedirle cosas y a hablar con Él. Desde los primeros años conviene infundirles una vida de piedad. Esto es insustituible. Deberías tener la costumbre de rezar algo en común:

bendecir la mesa, rezar en el automóvil en los desplazamientos dominicales, etc. Hogar que reza unido, hogar que permanece unido .

Los hijos son el encanto de los hogares, la alegría y la ternura de los padres, los perpetuadores de su nombre, el estímulo de sus trabajos, el consuelo de sus sufrimientos y la esperanza de su vejez.

Los niños fortalecen el amor de sus padres. Las estadísticas internacionales demuestran que hay menos rompimientos en los matrimonios con hijos. Los hijos enriquecen el amor conyugal. Hacen superar el egoísmo. El amor del marido a la esposa puede tener un matiz egoísta por los placeres físicos que le proporciona y por los servicios que le presta. El hijo va a aumentar sus sacrificios, y sin embargo lo ama. Igualmente en ella, la maternidad despierta enormemente la capacidad de amor sacrificado.

Hogar donde abundan los niños es hogar feliz.

Los niños arman ruido; pero, qué triste es el silencio de un hogar sin niños! Qué sola es la vejez sin hijos! Los hijos son el más fuerte vínculo de unión entre los esposos. Llenan de ilusión la vida. A veces dan disgustos, pero su amor hace felices a los padres.

El futuro de la humanidad se fragua en la familia. Por consiguiente, es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la familia .

«Son bien conocidos los problemas que en nuestros días asedian al matrimonio y a la institución familiar. Por eso es necesario presentar con autenticidad el ideal de la familia cristiana basado en la unidad y fidelidad del matrimonio abierto a la fecundidad y guiado por el amor. Y, cómo no expresar vivo apoyo a los reiterados pronunciamientos del episcopado español en favor de la vida y sobre la ilicitud del aborto? Exhorto a todos a no desistir en la defensa de la dignidad de toda vida humana, en la indisolubilidad del matrimonio, en la fidelidad del amor conyugal, en la educación de los niños y jóvenes siguiendo los principios cristianos, frente a ideologías ciegas que niegan la trascendencia, y a las que la historia reciente ha descalificado al mostrar su verdadero rostro», así hablaba el Papa Juan Pablo II en Junio de 1993 en la homilía de la misa de la canonización en Madrid de San Enrique de Ossó.

La familia es la base de la sociedad, por eso Pío XII dijo el 9 de mayo de 1957: «La sociedad es para la familia, y no la familia para la sociedad». La familia es la institución natural establecida universalmente en el tiempo y en el espacio. Donde tiene origen la vida humana, el recinto de la educación y el vínculo de la transmisión normativa. Pero para que esta transmisión sea eficaz la normativa moral y religiosa debe hacerse con convicción, con motivación y con el ejemplo.

No puede haber contradicción entre lo que se dice y lo que se hace.

Se educa más con lo que se hace que con lo que se dice. En la familia todo educa o deseduca. La familia es el clima ideal para la educación de un niño.

La familia tiene un valor insustituible para los hijos. Un hijo sin familia queda traumatizado.

Las estadísticas de delincuentes juveniles y de anormalidades psíquicas hablan bien claro. Según Katherin Kasun, Presidenta de «Family campaign Fundation» de Suecia, en un país donde el Estado ha sustituido en gran parte a la familia en la educación de los hijos, de cada cuatro niños, uno necesita un psiquiatra, y el número de suicidios en menores de 16 años ha sido de 130 al año, y va en aumento.

Una sociedad que destruye la familia se suicida . El mayor tesoro de una nación son los niños. El futuro depende más de los niños que de las carreteras. Los niños necesitan un hogar. La guardería no puede suplir el hogar. Los psiquiatras hablan de los traumas psíquicos de los niños que no han conocido el cariño y el calor de un hogar .

Una de las edades más difíciles para la educación de los hijos es la adolescencia . El adolescente empieza a descubrir su propia personalidad, y siente necesidad de afirmarla. Esto le inclina a la rebeldía en todos los órdenes. La educación, la virtud, o el buen carácter, pueden dominar este espíritu rebelde. Pero esta rebeldía de los adolescentes no debe extrañarnos. Lo que debemos hacer es saber cómo educarla. Es un momento difícil. Las personas mayores tienden a tratarlos de críos , y esto a ellos les subleva. Ellos se sienten personas, y quieren ser respetados. El tratarlos de modo despectivo e irónico puede ser contraproducente. Sin perder la autoridad paterna es bueno lograr la amistad del hijo, para que se someta de buena gana al verse tratado con consideración. Las fanfarronadas del adolescente son pura fachada. Por dentro se encuentra inseguro. Necesita consejo. Pero hay que dárselo sin que él se sienta disminuido, porque entonces no lo aceptará. El adolescente necesita afirmar su personalidad, su independencia, quiere ser él, decidir él, ser responsable de sí mismo.

Empieza su camino hacia la adultez, y sólo si es aceptado así se reincorporará emocionalmente a la vida del hogar. Los padres deben ayudar a que su hijo vaya madurando en su adultez. No prohibir con autoritarismo, sino obligado por razones y siempre en bien del hijo; hacérselo ver así con amor. No se trata de entorpecer su madurez, sino de ayudarle en su autodesarrollo. El adolescente rechaza todo lo que sea imposición que pueda poner en peligro su personalidad naciente. No acepta que se le trate como a un niño.

«Los adolescentes se muestran inseguros, les falta unidad interior, les falta el sentido de la seguridad, base fundamental de un desarrollo armonioso.

El sentimiento de seguridad lo adquieren cuando encuentran en el hogar amor y autoridad: amor sobre todo en la madre, y autoridad en el padre. Lo que no significa que la madre no pueda ejercer autoridad, y que el padre no muestre afecto.

El amor materno es indispensable para la salud física y psíquica del hijo. Las graves faltas en la personalidad del adulto provienen principalmente de la falta de amor en la infancia y en la adolescencia.Los criminólogos nos aseguran que los jóvenes delincuentes tienen la convicción de que nunca encontraron amor en la familia. La madre debe ser el corazón del hogar y mantener en él vivo el fuego del cariño.

Desgraciadamente, en nuestros días, muchas mujeres queriendo igualarse a los hombres , procuran desarrollar actitudes francamente masculinas con detrimento de las maternales, lo cual luego perjudicará la educación de los hijos que necesitarán de ellas.

También hay otro exceso: el cuidar demasiado del hijo y endiosarlo con mimos. Eso puede causar una fijación en la infantilidad e impedirle la necesaria emancipación. Los que fueron tratados como pétalos de rosa, no saben reaccionar más tarde ante las dificultades de la vida, incapaces de hacer algo sin la ayuda de los demás. Es preciso educar al niño para su propio bien, para desarrollar su propia personalidad.

El padre es también indispensable en la educación del niño, que necesita de su dirección y autoridad. Muchos padres no entienden esto.

Llegan cansados por la noche al hogar, y no prestan ninguna atención a los hijos.

Hay que buscar tiempo para estar con ellos, dialogar, inspirarles confianza, darles ánimo, oírles con simpatía y comprensión.También el padre debe evitar demasiada protección y mimos a sus hijos.

Pueden engendrar en ellos la pusilanimidad, el miedo ante la vida, el temor a la responsabilidad.

La autoridad paterna es imprescindible para el desarrollo afectivo del hijo. últimamente se ha hablado mucho de las consecuencias de la falta de amor materno; la carencia de la autoridad del padre no es menos funesta…

Eduquen a los hijos con amor, comprensión y firmeza. El amor materno y la autoridad paterna son las dos grandes columnas en que descansa la educación de niños y adolescentes».

La fuerza de voluntad es muy importante en la vida. Se consigue con entrenamiento, como en una competición deportiva. Para conseguirla hace falta una gran dosis de animación. Es necesario el premio: el estímulo, la atención y la alabanza frecuente. La vida es dura y sólo a base de coraje se logra la cima de los fuertes.

Hoy se da con relativa frecuencia lo que Enrique Rojas llama la filosofía de «lo que me apetece».

Hago esto porque me apetece. No hago esto porque no me apetece. Son esclavos de lo que pide el cuerpo. Volubles como la veleta que gira según el viento que sopla. Incapaces de objetivos concretos. Sin embargo, una persona que tiene educada su voluntad consigue lo que quiere, si es constante. Para tener voluntad hay que empezar por tener dominio propio. No hacer lo que me apetece, sino lo que es mejor.

Puede ser que me apetezca lo mejor, pero esto no siempre pasa. Para educar la voluntad hace falta un aprendizaje gradual que se consigue con la repetición de actos donde uno se vence en los gustos hasta adquirir «el hábito positivo». Esto da paz, alegría y felicidad.

Sería conveniente enseñarle a hacer pequeños sacrificios: renunciar a una golosina, retrasar el momento de saciar la sed, dejar de ver la televisión, comer lo que no le gusta, dejar hablar a los demás, no gastar en cosas superfluas, etc. Esto educa su voluntad, lo cual le va a ser muy útil el día de mañana. Aristóteles sostenía que la auténtica manifestación de fuerza de voluntad se mide en el dominio propio. La vía del menor esfuerzo no conduce nunca a la maduración .

Es necesario no sólo animar a que el niño se esfuerce por conseguir unas metas, sino también ir alabando con cierta continuidad lo poco o mucho que, de hecho, consiga en cada momento.

El niño, de pequeño, no tiene criterio. El bien y el mal se aprende fundamentalmente de los mayores.

Antes de que nadie lo malee, es necesario darle base moral sólida, formarle la conciencia, inculcarle el sentido del deber, corregir lo defectuoso y dejar bien claro dónde está la virtud.

Parte 03 – Cuarto Mandamiento de Dios

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

PARA SALVARTE – PADRE JORGE LORING

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Cuaresma: Día 13

CUARESMA: DÍA 13

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios y los pecados con los cuales pecamos contra este mandamiento.

Hoy revisaremos el Cuarto Mandamiento de Dios: Honrarás a tu Padre y a tu Madre

Honrar a los padres es obedecer, si se vive bajo su potestad, sus mandatos; mientras no manden lo que es pecado, pues «es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres». También asistirlos en sus necesidades y reverenciarlos con amor. «Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor».

En algunas traducciones del Evangelio hay una frase que puede entenderse mal. Dice Jesucristo : «El que no odia a sus padres no es digno de Mí». Hay que tener en cuenta que la palabra «odiar» en hebreo no tiene el mismo sentido que en castellano. En hebreo significa «tener en menos». Por lo tanto el sentido de la frase es:

«El que antepone sus padres a Mí, no es digno de Mí».

La desobediencia a los padres es más grave cuando se trata de cosas relacionadas con el bien de nuestra alma : deberes religiosos, amistades, diversiones, etc.

La obediencia a los padres cesa con la emancipación de los hijos, pero no el respeto que les es debido, el cual permanece para siempre .

Tus padres lo son todo para ti. Aunque sean viejos y achacosos, debes conservarles el respeto y el cariño. No seas jamás un hijo desagradecido . Todo lo que tienes, a ellos se lo debes. Dice la Biblia: «Cómo podrías pagarles lo que han hecho por ti?». Piensa en los pobres niños abandonados que no conocen a su padre, ni saben lo que es el cariño de una madre.

A los padres no basta quererlos, hay que manifestárselo. No hay en el mundo amor más desinteresado que el de los padres: no es mucho pedir que ellos reciban alguna cálida manifestación de cariño de sus hijos, que tanto agradecen.

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Hoy se habla poco de obedecer a los padres. Incluso algunos hijos se creen que desobedeciendo dan muestras de independencia y personalidad.

Es decir, que consideran la desobediencia como una valor. Esto es una equivocación. Esos mismos jóvenes que no obedecen a sus padres que les aman, luego obedecen a los amigos, a las modas, o a sus caprichos que les tiranizan. Cambian de obediencia : la buena por la mala. Ser libre no es hacer lo que me da la gana. Ése es esclavo de sus caprichos.

Libre es el que voluntariamente cumple con su deber. La persona más libre fue Jesucristo , que era Dios. Sin embargo cumplió con la voluntad de su Padre.

Hoy día es muy fácil que los hijos se contagien del espíritu de rebeldía y libertad desenfrenada del ambiente. El P. César Vaca, O.S.A. escribió en el periódico Ya de Madrid: Criticar los falsos maestros, los malos educadores, los padres incomprensivos y egoístas, está bien; pero rechazar la disciplina familiar en globo, menospreciar sin compasión a cuantos ejercen la ardua tarea de la educación y la enseñanza, presentando como la mejor de las escuelas la anarquía de una libertad incontrolada, es colocarse al borde de la ruina .

Los problemas que destacan en las páginas frontales de los periódicos de todo el mundo, son un reflejo de la falta de disposición de nuestra juventud para someterse a ningún sistema de valores que no sea la jerarquía de valores de su propio criterio. (…) Todos somos testigos de casos de adolescentes que son advertidos y aconsejados una y otra vez por padres experimentados y responsables, pero ellos prefieren “discurrir por su cuenta”, para descubrir demasiado tarde lo que su padre le predecía certeramente. Por desgracia, son muchos los jóvenes que no quieren escuchar consejos. Semejante hostilidad de la gente joven hacia la autoridad paterna supone que ellos se oponen irrazonablemente a los beneficios de la experiencia Los hijos deben ayudar en la vida de familia. En todas las familias se necesita la colaboración de los hijos. Entre todos se puede conseguir una vida familiar agradable y alegre. En nuestra sociedad el número de personas que alcanza una edad avanzada es cada vez mayor. Los ancianos se encuentran con problemas que hacen más dura su ancianidad: ya no pueden trabajar, algunos están enfermos, otros solos. Todos los miembros de la sociedad deben sentirse responsables de la atención a los ancianos, especialmente los hijos .

Continúa…

Parte 02 – Cuarto Mandamiento de Dios

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

PARA SALVARTE – PADRE JORGE LORING

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Cuaresma: Día 12

CUARESMA: DÍA 12

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios y los pecados con los cuales pecamos contra este mandamiento.

Hoy continuamos revisando el Cuarto Mandamiento de Dios: Honrarás a tu Padre y a tu Madre.

Parte 01 – Cuarto Mandamiento de Dios

Parte 02 – Cuarto Mandamiento de Dios

Parte 03 – Cuarto Mandamiento de Dios

Continuación…

También entran en este mandamiento las relaciones entre superiores y subordinados, patronos y obreros, etc.

La organización de la sociedad exige que haya quien mande y haya quien obedezca. Por eso, el poder de la autoridad viene de Dios, y también por eso la autoridad debe ejercerse según la ley de Dios. Los que mandan deben hacerlo con justicia y delicadeza; y los que obedecen, con respeto, fidelidad y sumisión.

Lo mismo que los súbditos tienen la obligación de obedecer, las Autoridades tienen la obligación de mandar según la Moral. Es decir, consagrarse a procurar el bien común, no el propio; vigilar que se cumpla la justicia y guardarla a su vez, por ejemplo, otorgando cargos a personas idóneas, y empleando bien el dinero de los ciudadanos, atendiendo a lo más urgente y necesario.

La cuestión social se ha agravado profundamente en nuestro tiempo, por el poco caso que se ha hecho de la doctrina social de la Iglesia.

La solución está en que nos convenzamos de que todos somos hermanos, y por lo tanto, debemos ayudarnos mutuamente. El que tiene más debe dar al que tiene menos, pues todos los hombres deben gozar suficiente – pero moderadamente- de los bienes de este mundo. «El cristiano rico no se regocija de su condición, pues sabe que su riqueza le impone deberes; no ama la riqueza, sino a sus hermanos; y en la riqueza ve un recurso para ayudarles».

Lo que pasa es que muchos que se dan el nombre de cristianos -y con sus obras demuestran que no lo son- no quieren hacer caso de lo que manda la Iglesia. Pío XI se quejaba amargamente: «es en verdad lamentable que haya habido, y aun ahora haya, quienes llamándose católicos apenas se acuerdan de la sublime ley de la justicia y de la caridad en virtud de la cual nos está mandado no sólo dar a cada uno lo que le pertenece, sino también socorrer a nuestros hermanos necesitados como al mismo Cristo. Ésos, y esto es lo más grave, no temen oprimir a los obreros por espíritu de lucro. Hay, además, quienes abusan de la misma religión y se cubren con su nombre en las exacciones injustas para defenderse de las reclamaciones completamente justas de los obreros. No cesaremos nunca de condenar semejante conducta; esos hombres son la causa de que la Iglesia, inmerecidamente, haya podido tener la apariencia y ser acusada de inclinarse de parte de los ricos, sin conmoverse ante las necesidades y estrecheces de quienes se encontraban como desheredados de su parte de bienestar en esta vida».

Jesucristo no se presentó como un nuevo Espartaco proclamando la libertad de los esclavos con las armas en la mano. Jesucristo acabó con la esclavitud, pero no con la fuerza de las armas, sino con la fuerza de su doctrina. Las injusticias no se vencen con el odio, sino haciendo a los hombres mejores. El odio cambia una injusticia por otra. Lo único que hace mejores a los hombres es el amor al prójimo.

Para hacer mejor a la humanidad, no hay otra doctrina que supere a la de Jesucristo : «pórtate con los demás como quieres que los demás se porten contigo», «amaos unos a otros como yo os he amado».

Convenzámonos que mientras todos -los de arriba y los de abajo- no obedezcamos a nuestra Santa Madre la Iglesia, el mundo no se arreglará. El odio y el egoísmo no pueden sustentar la verdadera paz.

La doctrina social de la Iglesia no es dinamita que destroza, sino levadura que transforma lentamente.

Pío XII les dijo a los católicos austríacos: «La lucha de clases nunca podrá ser el objetivo de la doctrina social católica».

«Se equivoca -dice Pío XII a los trabajadores italianos el 1 de mayo de 1953- quien piensa que sirve a los intereses del obrero con los viejos métodos de la lucha de clases». Hay que conseguir una colaboración de las clases, basada en la confianza y en el mutuo cumplimiento de los deberes sociales.

Salvador de Madariaga, conocido intelectual republicano, dijo que para los marxistas la lucha de clases no es un medio, sino un fin: en las situaciones en que hay bienestar y paz social, procuran acabar con esto y crear la lucha de clases.

Dijo Juan Pablo II en Brasil: «La liberación cristiana usa medios evangélicos y no recurre a ninguna forma de violencia, ni a la dialéctica de la lucha de clases o a la praxis o análisis marxista.

«La lucha de clases no conduce al orden social porque corre el riesgo de invertir las situaciones de los contendientes, creando nuevas situaciones de injusticia … Rechazar la lucha de clases es optar decididamente por una noble lucha en favor de la justicia social …

El bien común de una sociedad exige que esa sociedad sea justa. Donde falta la justicia, la sociedad está amenazada desde dentro.

Eso no quiere decir que las transformaciones necesarias para llevar a una mayor justicia deban realizarse con la violencia, la revolución ni el derramamiento de sangre, porque la violencia prepara una sociedad violenta, y nosotros los cristianos no la podemos admitir. Pero hay transformaciones sociales, a veces profundas, que deben realizarse constantemente, progresivamente, con eficacia, y con realismo, por medio de reformas pacíficas».

La Iglesia, en sus veinte siglos de existencia, ha tenido que vivir en medio de las estructuras sociales más diversas. Y siempre, en todos los ambientes, ha trabajado por la implantación de la justicia social.

No por medio de una revolución sangrienta, sino por medio de su doctrina y de su influjo. Y lo mismo que en la antigüedad abolió la esclavitud e instituyó los gremios -verdaderas familias de productores, que tan buenos frutos dieron para el equilibrio social y buena distribución de las riquezas -, así en nuestra época abolirá la injusticia social, consecuencia del capitalismo liberal; y se impondrá la hermandad cristiana que armonice las relaciones entre todos los hombres.

«La igual dignidad de las personas humanas exige el esfuerzo para reducir las excesivas desigualdades sociales y económicas, e impulsa a la desaparición de las desigualdades inicuas».

El cumplimiento de la doctrina social de la Iglesia, por parte de todos, hará que patronos yobreros vivan en perfecta concordia y bienestar. Esta colaboración de unos y otros para la implantación de la doctrina de la Iglesia es la que ha de solucionar el problema social.

La Iglesia da las directrices; pero ella sola no puede. Necesita la colaboración de todos. Ella da la doctrina, pero las realizaciones dependen de los hombres.

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La empresa moderna es muy distinta de la del siglo pasado. Ha avanzado mucho, pero todavía no ha llegado a la meta que desea la Iglesia.

Todos debemos colaborar a que siga evolucionando a mejor, hasta dar al elemento humano del trabajo la dignidad que merece. «El reconocimiento de la dignidad de la persona humana, sujeto de derechos inalienables, se encuentra en los fundamentos de toda la enseñanza social de la Iglesia».

«Las empresas económicas son comunidades de personas, es decir, de hombres libres y autónomos, creados a imagen de Dios. Por ello, teniendo en cuenta las diversas funciones de cada uno -propietarios, administradores, técnicos y trabajadores-, y quedando a salvo la necesaria unidad en la dirección, se ha de promover la activa participación de todos en la gestión de la empresa, según formas que habrá que determinar con acierto. Con todo, como en muchos casos no es a nivel de empresa, sino en niveles institucionales superiores, donde se toman las decisiones económicas y sociales, de las que depende el porvenir de los trabajadores y de sus hijos, deben los trabajadores participar también en semejantes decisiones por sí mismos o por medio de representantes libremente elegidos.

Entre los derechos fundamentales de la persona humana debe contarse el derecho a fundar libremente asociaciones obreras que representen auténticamente al trabajador y puedan colaborar en la recta ordenación de la vida económica, así como también el derecho de participar libremente en las actividades de las asociaciones, sin riesgo de represalias. Por medio de esta participación organizada, que está vinculada al progreso en la formación económica y social, crecerá más y más entre los trabajadores el sentido de la responsabilidad, que les llevará a sentirse sujetos activos, según sus medios y aptitudes propias, en la tarea total del desarrollo económico y social del logro del bien común universal.

En caso de conflictos económico-sociales hay que esforzarse por encontrarles soluciones pacíficas. Aunque se ha de recurrir siempre primero a un sincero diálogo entre las partes, sin embargo, en la situación presente, la huelga puede seguir siendo medio necesario, aunque extremo, para la defensa de los derechos y el logro de las aspiraciones justas de los trabajadores.

Búsquense, con todo, cuanto antes, caminos para negociar y reanudar el diálogo conciliatorio».

«La huelga es un método reconocido por la Doctrina Social Católica, como legítimo en las debidas condiciones y en los justos límites. En relación con esto, los trabajadores, deberían tener asegurado el derecho a la huelga sin sufrir sanciones penales personales por participar en ellas. Admitiendo que es un medio legítimo, se debe subrayar al mismo tiempo que la huelga sigue siendo, en cierto sentido, un medio extremo. No se puede abusar de él; especialmente en función de los juegos políticos. Por lo demás, no se puede jamás olvidar que cuando se trata de servicios esenciales para la convivencia civil, éstos han de asegurarse en todo caso, mediante medidas legales apropiadas, si es necesario. El abuso de la huelga puede conducir a la paralización de toda la vida socio-económica, y esto es contrario a las exigencias del bien común de la sociedad».

«La admisión de la huelga no legitima el empleo de medios injustos de presión huelguista como la calumnia, la mentira, las amenazas contra las personas, el sabotaje, y, en general, los medios llamados de acción directa. Se requiere asimismo que la huelga no vaya más lejos de lo que sea necesario para conseguir la finalidad de reparación de la injusticia o consecución de la mejora justamente pretendida. La huelga resulta moralmente inaceptable cuando va acompañada de violencias, o también cuando se lleva a cabo en función de objetivos no directamente vinculados con las condiciones de trabajo, o contrarios al bien común. El beneficio a obtener debe ser proporcionado a los males que ocasiona».

«Nadie está obligado en conciencia a tolerar la injusticia cometida contra él. Obran rectamente las personas que defienden sus propios derechos, respetando siempre los derechos de los demás.

Frente a la injusticia cabe, pues, una legítima oposición. Esta acción en contra de la injusticia establecida es tarea propia tanto de la Autoridad Pública como de los ciudadanos. El Estado mantiene el orden justo principalmente mediante las leyes, la fuerza publica y la acción de los tribunales. Los ciudadanos disponen de dos medios extraordinarios para oponerse a la injusticia social: la huelga y, en casos extremos, la revolución».

« Mucho más extrema que la huelga, por la complejidad de implicaciones de todo orden que lleva consigo, es la revolución como recurso de oposición a la injusticia, no limitado ya al campo económico, sino insertado en la línea política. La doctrina tradicional católica ha reconocido siempre su legitimidad, cuando se dan determinadas condiciones, como instrumento para liberarse de la injusticia padecida por un pueblo, y siempre que su puesta en marcha represente un mal menor comparado con las consecuencias desastrosas provocadas por el régimen de injusticia establecido en la sociedad».

«Y que se hayan agotado todos los otros recursos, haya esperanza fundada de éxito, y sea imposible prever razonablemente soluciones mejores».

A esta posibilidad se refería Pablo VI en la «Populorum Progressio»: «Hay situaciones cuya injusticia clama al cielo. Cuando poblaciones enteras, faltas de lo necesario, viven en una tal dependencia que les impide toda iniciativa y responsabilidad, lo mismo que toda posibilidad de promoción cultural y de participación en la vida social y política, es grande la tentación de rechazar con la violencia tan graves injurias contra la dignidad humana. Sin embargo, como es sabido, la insurrección revolucionaria, salvo en el caso de tiranía evidente y prolongada que atentase gravemente a los derechos fundamentales de la persona y dañase peligrosamente al bien común del país, engendra nuevas injusticias, introduce nuevos desequilibrios y provoca nuevas ruinas. No se puede combatir un mal real al precio de un mal mayor».Pablo VI , en la tradicional audiencia colectiva del primero de año al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, les dijo en 1967, hablando de la justicia social: «La Iglesia no puede aprobar a quienes pretenden alcanzar este objetivo tan noble y legítimo a través de la subversión violenta del derecho y del orden social. La Iglesia tiene conciencia, es cierto, de adoptar con su Doctrina, una revolución, si con este término se entiende un cambio de mentalidad, una modificación profunda de la escala de valores. Tampoco ignora la fuerte atracción que la idea de revolución, entendida en el sentido de un cambio brusco y violento, ejerce en todo tiempo en algunos espíritus ávidos de lo absoluto, de una solución rápida, enérgica y eficaz, como ellos piensan, del problema social, y con gusto en ella verían la única vía que conduce a la justicia. En realidad, la acción revolucionaria engendra ordinariamente toda una serie de injusticias y de sufrimientos, porque la violencia desencadenada es difícil de controlar y actúa tanto contra las personas como contra las estructuras. No es, por tanto, a los ojos de la Iglesia, una solución apta para remediar los males de la sociedad».

«He aquí otro criterio fundamental que ha de orientar la acción de los católicos en la sociedad: la Iglesia no prohíbe, sino que recomienda a sus fieles que colaboren con todos los hombres de buena voluntad en la construcción de una sociedad más justa».

«No corresponde a los pastores de la Iglesia intervenir directamente en la actividad política y en la organización de la vida social. Esta tarea forma parte de la vocación de los seglares».

«La diversidad de regímenes políticos es legítima con tal que promuevan el bien de la comunidad». «La autoridad sólo se ejerce legítimamente si busca el bien común del grupo en cuestión y si, para alcanzarlo, emplea medios moralmente lícitos. Si los dirigentes proclamasen leyes injustas o tomasen medidas contrarias al orden moral, estas disposiciones no pueden obligar en conciencia».

«El bien común comporta tres elementos esenciales: el respeto y la promoción de los derechos fundamentales de la persona; la prosperidad o el desarrollo de los bienes espirituales y temporales de la sociedad; y la paz y la seguridad del grupo y de sus miembros».

Los ateos atacan al cristianismo como alienación que atrofia la iniciativa y el trabajo del hombre.

Piensan que el fenómeno religioso es alienante, porque creen que la afirmación de la existencia de Dios aparta al creyente del empeño por la realización del mundo y del hombre, pues lo engaña con la utopía de un paraíso futuro. Pero no es así. El plan de Dios y el Evangelio dicen que «el hombre es responsable de su desarrollo lo mismo que de su salvación». El cristianismo «enseña que la importancia de las tareas terrenas no es disminuida por la esperanza del más allá». «Por el contrario, obliga a los hombres aún más a realizar estas actividades».

«La obra redentora de Cristo, aunque de suyo se refiere a la salvación de los hombres, se propone también la restauración de todo el orden temporal».

Pertenece a la misión de la Iglesia emitir un juicio moral sobre las cosas que afectan al orden político cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas.

Es evidente que la Iglesia, en cuanto tal, no tiene la función de edificar el mundo temporal.

Pero «se equivocan los cristianos que consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas, según la vocación personal de cada uno». «El plan de Dios sobre el mundo es que los hombres instauren con espíritu de concordia el orden temporal y lo perfeccionen sin cesar».

«El cristiano que falta a sus obligaciones temporales, falta a sus deberes con el prójimo, falta sobre todo a sus obligaciones para con Dios y pone en peligro su eterna salvación».

Los seglares no pueden limitarse a trabajar por la edificación del Pueblo de Dios o la salvación de su alma para la eternidad, sino que han de empeñarse en la instauración cristiana del orden temporal. Por su situación en el mundo, los seglares son los responsables directos de la presencia eficaz de la Iglesia en cuanto a la organización de la sociedad en conformidad con el espíritu del Evangelio.

«Cuando la Autoridad Pública, rebasando su competencia, oprime a los ciudadanos, éstos no deben rehuir las exigencias objetivas del bien común; les es lícito defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra el abuso de tal autoridad, guardando los límites que señala la ley natural y evangélica».

La denuncia por la denuncia no vale, y menos todavía la denuncia por el sensacionalismo a estilo periodístico. La denuncia es para la corrección del mal. La prudencia aconsejará si es o no conveniente. Se han presentado ocasiones en que la jerarquía eclesiástica quería denunciar públicamente situaciones de opresión e injusticia, especialmente en países comunistas, y los cristianos de estos países han pedido que no lo hicieran, porque habría represalias que crearían una situación peor.

Un caso histórico se dio cuando la persecución hitleriana a los judíos; muchos querían que el Papa protestase públicamente. Y fue mucho más eficaz su trabajo en comisiones y delegaciones, consiguiendo la libertad de muchos judíos. Hecho que fue reconocido y agradecido públicamente por los mismos.

Existe una actitud de prudencia. Muchas veces se da el nombre de prudencia a la cobardía; eso es malo. Pero la temeridad agresiva puede tomar el nombre de valor, y también es malo.

Si queremos que la denuncia sea eficaz tenemos que creerla y hacerla primeramente con toda la verdad, es decir, que sea verdad lo que denunciamos y estar ciertos de que estamos en la verdad. En segundo lugar, con la verdad de las motivaciones, es decir, que la hagamos por amor a los perjudicados y con amor a los que perjudican.

La Doctrina Social Católica ha influido mucho en las realizaciones sociales a lo largo de la Historia. Por citar las más modernas podríamos decir lo siguiente: la primera ley sobre el descanso dominical, aprobada por el Parlamento francés, fue propuesta por diputados católicos. El primer comité o consejo de empresa, fue instituido en 1885 por el empresario católico francés León Harmel, en su fábrica Val-des-Bois. La primera Caja de Compensaciones de Subsidios familiares fue establecida en 1900 por el empresario católico francés Romanet. La implantación obligatoria del Seguro de Enfermedad fue propuesta en 1900 en Francia por el sacerdote Lemir. No es cierto, por tanto, que los católicos hayamos llegado siempre tarde.

«La restauración cristiana de la sociedad, como uno de los objetivos de la misión de la Iglesia en el mundo, no significa que sean los cristianos, ni los católicos los únicos capaces de respetar los derechos de la persona humana, de defender la legítima libertad de los pueblos o de instaurar un régimen de justicia. Hay hombres, incluso no creyentes, que aspiran a conseguir los mismos objetivos. El esfuerzo de la Iglesia no se contrapone, sino que se suma, a los esfuerzos de estos hombres de buena voluntad, y los católicos comparten con ellos el afán y los proyectos para construir una ciudad secular más libre, más justa, más humanizada, más habitable para el hombre, de manera que todos contribuyan a realizar en el mundo el plan de Dios». Por esto afirma el Vaticano II: «El Concilio aprecia con el mayor respeto cuanto de verdadero, de bueno y de justo se encuentra en las variadísimas instituciones fundadas ya, o que incesantemente se fundan, en la humanidad.

Declara, además, que la Iglesia quiere ayudar y fomentar tales instituciones en lo que de ella dependa, y pueda conciliarse con su misión propia. Nada desea tanto como desarrollarse libremente, en servicio de todos, bajo cualquier régimen político que reconozca los derechos fundamentales de la persona y de la familia, y los imperativos del bien común».

Hagamos los hombres mejores si queremos un mundo mejor. Para cambiar el mundo no basta cambiar las estructuras. «Es cierto que un mundo injusto dificulta gravemente el cambio de las personas. Pero sería una coartada atribuir todo el mal a unas impersonales estructuras que serían el chivo expiatorio de todos nuestros errores personales. Jesús coloca como primario y fundamental el tema de la responsabilidad personal de cada hombre en ese cambio necesario». El 30 de diciembre de 1987, Juan Pablo II publicó la séptima de sus encíclicas titulada «Sollicitudo rei socialis», es decir, «preocupación por la cuestión social». De ella son estos párrafos:

«El objetivo de la paz, tan deseado por todos, sólo se alcanzará con la realización de la justicia social e internacional, y además con la práctica de las virtudes que favorecen la convivencia y nos enseñan a vivir unidos para construir juntos dando y recibiendo una sociedad nueva y un mundo mejor. La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer al problema del subdesarrollo, en cuanto tal, no propone sistemas o programas económicos o políticos, ni manifiesta preferencias por unos o por otros, con tal que la dignidad del hombre sea debidamente respetada y promovida, y ella goce del espacio necesario para ejercer su ministerio en el mundo. La doctrina social de la Iglesia no es una “tercera vía entre el capitalismo liberal y el colectivismo marxista” se trata de una doctrina que debe orientar la conducta de las personas. Un desarrollo sólo económico no es capaz de liberar al hombre: al contrario, lo esclaviza todavía más. Un desarrollo que no abarque la dimensión cultural, transcendente y religiosa del hombre y de la sociedad, contribuiría aún menos a la verdadera liberación. Todos estamos llamados, más aún, obligados, a ese tremendo desafío…

Cada uno está llamado a ocupar su propio lugar en esta campaña pacífica, que hay que realizar con medios pacíficos para conseguir el desarrollo de la paz. Quiero dirigirme a todos los hombres y mujeres sin excepción, para que convencidos de la gravedad del momento presente, y de la respectiva responsabilidad individual, pongamos por obra -con el estilo personal y familiar de vida, con el uso de los bienes, con la participación como ciudadanos, con la colaboración en las decisiones económicas y políticas, y con la actuación a nivel nacional e internacional- las medidas inspiradas en la solidaridad y en el amor preferencial por los pobres».

El hombre materialista ha levantado un altar a los ídolos del dinero, el sexo y el poder. En su adoración corre tras la felicidad sin conseguirla. Como los galgos que corren tras la liebre mecánica sin alcanzarla jamás. O como el que corre tras su sombra para alcanzarla sin poder conseguirlo.

Al barrer a Dios de la vida cruje la familia, fracasa el matrimonio, la juventud se esclaviza de la lujuria, y muchos negocios se convierten en bandas de ladrones.

Sólo Dios da motivación eficaz para la honradez y la virtud. La honradez sin Dios es excepcional.

Para moralizar la vida vale más el catecismo que la policía.

Después de la Primera Guerra Mundial, uno de los escritores más célebres de Italia, Papini, que había sido ateo, anarquista y anticatólico, se convirtió al catolicismo, y en su «Historia de Cristo» describe el mundo moderno idolatrando al dinero, la inmoralidad y el egoísmo. Sin Cristo los hombres se convierten en fieras que se devoran unas a otras. Al final de su libro tiene una conmovedora oración a Cristo:

«Cristo, vuelve, que te necesitamos.

– El que tiene hambre, te necesita a Ti: Pan de vida eterna.

– El que tiene sed, te necesita a Ti: que das agua de vida eterna.

– El que busca lo bello, te busca a Ti: Hermosura eterna.

– El que busca la verdad, te busca a Ti: Verdad eterna.

– El que busca la paz, te busca a Ti: el único que da la Paz verdadera.

Todos claman por Ti, Cristo! Ven Señor Jesús! Te necesitamos!

Muchos están rodeados por el cristianismo, pero éste no ha penetrado en su corazón de piedra: como el canto rodado sumergido en el arroyo, que si lo partes, por dentro está seco porque el agua no le ha calado.

Cuentan de unos náufragos que estaban muertos de sed en su bote salvavidas. Las corrientes marinas habían llevado el bote hasta la desembocadura del río Amazonas. El bote estaba rodeado de agua dulce del inmenso caudal del Amazonas, pero los náufragos, sin saberlo, se morían de sed.

Todos los hombres tienen el derecho y el deber de trabajar.

Muchos hombres desearían trabajar pero no pueden. Uno de los problemas actuales más graves es el paro, o falta de puestos de trabajo.

«El derecho al trabajo es un bien de la Humanidad que hay que compartir. Es necesario que los cristianos nos esforcemos para lograr que todos los hombres tengan en la sociedad un puesto de trabajo dignamente retribuido; que el trabajo sea cual fuere, no constituya para nadie una humillación; y que cada hombre, encuentre, en lo posible, el trabajo más adecuado a sus capacidades y vocación».

Muchos que exaltan su libertad como el supremo de los valores, después se quejan cuando sus derechos son arrollados por otro que en nombre de su propia libertad no le respeta a él.

Oigamos la doctrina de los Papas sobre salarios:

«No puede decirse que se haya satisfecho a la justicia social, si los obreros no tienen asegurado su propio sustento y el de sus familias, con un salario proporcionado a este fin; si no se les facilita la ocasión de adquirir alguna modesta fortuna, previniendo así la plaga del pauperismo universal; si no se toman precauciones en su favor, con seguros públicos y privados, para el tiempo de la vejez, de la enfermedad y de paro. En una palabra, para repetir lo que dijimos en nuestra encíclica 3Quadragessimo anno?: La economía social estará sólidamente constituida y alcanzará sus fines, sólo cuando a todos y a cada uno se provea de todos los bienes que las riquezas y subsidios naturales, y la técnica y la constitución social de la economía pueden producir. Estos bienes deben ser suficientemente abundantes para satisfacer las necesidades y honestas comodidades, y elevar a los hombres a aquella condición de vida más feliz que, administrada prudentemente, no sólo no impide la virtud, sino que la favorece en gran manera».

Pío XII , en su alocución del 13 de junio de 1943 a 20.000 obreros italianos, reunidos en el Vaticano, dijo cuál debería ser el salario integral: «Un salario que asegure la existencia de la familia, y sea tal que haga posible a los padres el cumplimiento de su deber natural de criar una prole sanamente alimentada y vestida; una habitación digna de personas humanas; la posibilidad de procurar a los hijos una suficiente instrucción y una educación conveniente; la de mirar y adoptar providencias para los tiempos de estrechez, enfermedad y vejez».

Juan XXIII , en su encíclica «Mater et Magistra», dice: «Una profunda amargura embarga nuestro ánimo ante el espectáculo inmensamente triste de innumerables trabajadores a los cuales se les da un salario que los somete a ellos y a sus familias a condiciones de vida infrahumana».

El Concilio Vaticano II haciendo suyas unas palabras de Juan XXIII en su encíclica «Mater et Magistra», dice: «La remuneración del trabajo debe ser suficiente para permitir al hombre y a su familia una vida digna en el plano material, social, cultural y espiritual, teniendo presentes el puesto de trabajo y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común».

Como es fácil apreciar, no es sencillo determinar los límites del salario íntegramente justo y equitativo. El criterio del salario legal, fijado por el Estado, no es suficiente, y los patronos tendrán que suplirlo con su sentido de la justicia. Lo que nunca se puede olvidar es que mayor derecho tienen el trabajador y su familia al salario, que el capitalista a sus dividendos de beneficios; y que todo beneficio adquirido a costa de la injusta retribución del trabajo ha de ser considerado como explotación y riqueza injusta. Sobre sus dueños y sus herederos pesa la incondicional obligación de la restitución.

«Los bienes creados -ha dicho el Cardenal Bueno Monreal en la XXV Semana Social de España- tienen un destino universal para uso del género humano. En consecuencia, deben llegar a todos en forma justa y en clima de caridad. No todos los hombres son iguales en lo que toca a la capacidad física y a las cualidades intelectuales y morales, pero hay una igualdad fundamental por naturaleza, origen, vocación y destino. Toda forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona es contraria al plan divino y ha de ser eliminada». «Aunque existen diversidades justas entre los hombres, sin embargo, la igual dignidad de la persona exige que se llegue a una situación social más humana y más justa. Resulta escandaloso el hecho de las excesivas desigualdades económicas y sociales que se dan entre los miembros o los pueblos de una misma familia humana. Son contrarias a la justicia social, a la equidad, a la dignidad de la persona humana y a la paz social e internacional».

Juan Pablo II en su encíclica «Laborem exercens» dice: «Una justa remuneración por el trabajo de la persona adulta, que tiene responsabilidades de familia, es la que sea suficiente para fundar y mantener dignamente una familia y asegurar su futuro. Tal remuneración puede hacerse bien sea mediante el llamado salario familiar, es decir, un salario único dado al cabeza de familia por su trabajo y que sea suficiente para las necesidades de la familia, sin necesidad de hacer asumir a la esposa un trabajo retribuido fuera de casa, bien sea mediante otras medidas sociales, como subsidios familiares o ayudas a la madre que se dedica exclusivamente a la familia; ayudas que deben corresponder a las necesidades efectivas, es decir, al número de personas a su cargo durante todo el tiempo en que no esté en condiciones de asumir dignamente la responsabilidad de la propia vida».

El 1 de mayo de 1991, el Papa Juan Pablo II firmó una encíclica en el Centenario de la «Rerum Novarum» de León XIII. La «Rerum Novarum» tuvo notable influencia en numerosas reformas introducidas entre los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX en los sectores de la previsión social, seguros de enfermedad y accidente, pensiones, etc.. Aunque reconoce el Papa que el logro de estas mejoras no sólo se ha debido al influjo de la Iglesia. Ya León XIII en la «Rerum Novarum» después de acusar las injusticias sociales de su tiempo vio que el socialismo perjudicaba a quienes pretendía ayudar. La experiencia de los años posteriores lo ha confirmado con el hundimiento del marxismo en países del este europeo, donde muchedumbres eran explotadas y oprimidas por el totalitarismo comunista. Empezó en Polonia y siguió por el centro y el este de Europa (1989-1990).

Ha sido espectacular el fracaso económico del marxismo. La URSS después de setenta años de comunismo no ha conseguido un nivel económico para el pueblo como se ha conseguido en la Europa occidental. En los países en que se ha dado una libertad económica, negada por el comunismo, se ha conseguido un resultado material próspero y, en algunos casos, portentoso; se ha abierto una amplia franja de clase media acomodada; se ha elevado la media de renta «per cápita»; se han podido, incluso, organizar ayudas a otros países menos desarrollados.

La Confederación Europea de Sindicatos (CES) en su VII Congreso celebrado en Luxemburgo del 13 al 17 de mayo de 1991, ha dicho de la encíclica «Centesimus annus» del Papa Juan Pablo II : «La CES constata que los valores fundamentales y los ideales del movimiento sindical europeo se reencuentran en la nueva encíclica».

He aquí algunas ideas de esta encíclica:

« La causa del fracaso del marxismo está en su ateísmo, el cual hoy sigue presente en el socialismo real. Excluye la trascendencia del hombre, la religión. El marxismo había prometido desarraigar del corazón humano la necesidad de Dios, pero los resultados han demostrado que no es posible… . El vacío espiritual provocado por el ateísmo ha dejado sin orientación a las jóvenes generaciones. En el pasado reciente muchos creyentes han buscado un compromiso imposible entre el marxismo y el cristianismo. Después de la derrota del comunismo ateo en el este europeo, la solución no es el capitalismo materialista que no niega a Dios pero lo ignora. Hoy hay un capitalismo salvaje que reduce al hombre a la esfera de lo económico y a la satisfacción de las necesidades materiales excluyendo los valores espirituales. Después de la caída del socialismo real (en el este europeo) los países occidentales corren peligro de ver en esa caída la victoria unilateral del propio sistema económico, y por ello no se preocupen de introducir en él los debidos cambios. La solución marxista ha fracasado pero permanecen en el mundo fenómenos de marginación y explotación contra los que se alza con firmeza la voz de la Iglesia. Después de la caída del totalitarismo comunista asistimos hoy al predominio del ideal democrático. Pero es necesario que se dé a la democracia un auténtico y sólido fundamento mediante el reconocimiento del derecho a la vida del hijo después de haber sido concebido, el derecho a vivir en un ambiente moral, el derecho a vivir en la verdad de la propia fe, etc. La lucha de clases es inaceptable cuando lo que se busca no es la justicia y el bien general de la sociedad, sino el interés de una parte y la destrucción de la opuesta. La violencia y el rencor deben vencerse con la justicia. La paz no es el resultado de la victoria militar, sino la superación de las causas de la guerra. Queremos una sociedad en la que los hombres, gracias a su trabajo, puedan construir un futuro mejor para sí y para sus hijos. La producción de bienes y servicios no debe ser el centro de la vida social, ignorando la dimensión ética y religiosa del hombre. Hay que recordar el deber de la caridad, esto es, el deber de ayudar con lo propio “superfluo” y a veces con lo “necesario” para dar al pobre lo indispensable para vivir.

El hombre que se preocupa, sólo o prevalentemente, de tener y gozar, incapaz de dominar sus instintos y sus pasiones, y de subordinarlos, mediante la obediencia a la verdad, no puede ser libre.

La obediencia a la verdad sobre Dios y sobre el hombre, es la primera condición de la libertad, que le permite ordenar las propias necesidades, los propios deseos y el modo de satisfacerlos, según una justa jerarquía de valores de manera que la posesión de las cosas sea para él un medio de crecimiento. La obligación de ganar el pan con el sudor de la propia frente supone, al mismo tiempo, un derecho.

Una sociedad en la que este derecho se niegue sistemáticamente, y las medidas de política económica no permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación, no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz social. La empresa no puede considerarse únicamente como “una sociedad de capitales”; es al mismo tiempo “una sociedad de personas”. La regulación de las relaciones en el seno de las empresas debe establecerse de manera que el trabajador reciba una remuneración justa, trabaje en condiciones físicas y morales apropiadas a su salud y dignidad, y reciba el trato debido a quien forma parte de la empresa. La Iglesia no puede abandonar al hombre… Es esto y solamente esto, lo que inspira la doctrina social de la Iglesia… La Iglesia conoce el sentido del hombre gracias a la revelación divina… Para conocer al hombre integral hay que conocer a Dios. La Iglesia, cuando anuncia al hombre la salvación de Dios, contribuye al enriquecimiento de la dignidad del hombre… La Iglesia no puede abandonar nunca esta misión religiosa y transcendente en favor del hombre. Si no existe una Verdad Transcendente (Dios), con cuya obediencia el hombre conquista su propia identidad, tampoco existe ningún principio seguro que garantice relaciones justas entre los hombres… Triunfa la fuerza del poder, y cada uno tiende a utilizar hasta el extremo los medios de que dispone para imponer su propio interés o la propia opinión, sin respetar los derechos de los demás. El Estado, o bien el partido…que se erige por encima de todos los valores, no puede tolerar que se sostenga un criterio objetivo del bien y del mal por encima de la voluntad de los gobernantes… Esto explica por qué el totalitarismo trata de destruir la Iglesia o al menos someterla».

En la encíclica «Laborem exercens» dice Juan Pablo II: «La experiencia confirma que hay que esforzarse por la revalorización social de las funciones maternas, de la fatiga unida a ellas y de la necesidad que tienen los hijos de cuidados, de amor y de afecto para poderse desarrollar como personas responsables, moral y religiosamente maduras y psicológicamente equilibradas. Será un honor para la sociedad hacer posible a la madre, sin obstaculizar su libertad, sin discriminación psicológica o práctica, sin dejarle en inferioridad ante sus compañeras, dedicarse al cuidado y a la educación de los hijos, según las necesidades diferenciadas de la edad. El abandono obligado de tales tareas, por una ganancia retribuida fuera de casa, es incorrecto desde el punto de vista del bien de la sociedad y de la familia, cuando contradice o hace difícil tales cometidos primarios de la misión materna».

El Papa Juan Pablo II, en su discurso al Consejo Pontificio de la Familia, ha propuesto a políticos y empresarios que deben estudiar el modo de que el ama de casa tenga un sueldo para que pueda atender mejor a su labor de educación y de madre sin tener que recurrir a un trabajo fuera de casa.

«Es un hecho que en muchas sociedades las mujeres trabajan en casi todos los sectores de la vida.

Pero es conveniente que ellas puedan desarrollar plenamente sus funciones según su propia índole, sin discriminaciones y sin exclusión de los empleos para los que están capacitadas, pero sin perjudicar al mismo tiempo sus aspiraciones familiares y el papel específico que les compete para contribuir al bien de la sociedad junto con el hombre. La verdadera promoción de la mujer exige que el trabajo se estructure de manera que no deba pagar su promoción con el abandono del carácter específico propio y en perjuicio de la familia en la que como madre tiene un papel insustituible».

«La política de rentas, además de sus aspectos puramente técnicos, abarca problemas profundamente humanos que suponen la orientación de toda actividad productiva al servicio del hombre, y, además, una acción inteligente y enérgica en favor de las categorías sociales más desheredadas, con el fin de que también éstas puedan tener acceso a una participación de la renta cada vez más justa, en conformidad con las aspiraciones fundadas en la dignidad y en la vocación de la persona humana».

«Bajo esta luz adquieren un significado de relieve particular las numerosas propuestas hechas por expertos en la Doctrina Social Católica y también por el supremo Magisterio de la Iglesia. Son propuestas que se refieren a la copropiedad de los medios de trabajo, a la participación de los trabajadores en la gestión, y en los beneficios de la empresa, al llamado “accionariado” del trabajo y otras semejantes».

La Iglesia exige a los propietarios que, en virtud de la función social de los bienes económicos, den -según sus posibilidades- al que no tiene lo suficiente para vivir honestamente.

Pero también exige que el obrero trabaje con nobleza y entusiasmo, para que un aumento en la producción y una economía floreciente hagan posible una elevación material y cultural de las clases económicamente débiles.

Éste es el constante anhelo de la Iglesia. Pío XII ha repetido una y otra vez que es necesario implantar una más justa distribución de la riqueza. Ha llamado a este problema el punto fundamental de la cuestión social y ha pedido a los cristianos que, aunque sea a costa de sacrificios, hagan esfuerzos para que una más justa distribución de las riquezas lleve a la práctica la doctrina social de la Iglesia.

El acceso de todos a los bienes necesarios para una vida humana -personal y familiar- digna de este nombre, es una primera exigencia de la justicia social .

La propiedad privada o un cierto dominio sobre los bienes materiales aseguran a cada cual una zona absolutamente necesaria para su autonomía personal y familiar, y deben ser considerados como una prolongación de la libertad humana.

Pablo VI ha dicho en su encíclica «Populorum Progressio»: «La propiedad privada no constituye para nadie un derecho incondicional y absoluto. No hay ninguna razón para reservarse en uso exclusivo lo que supera la propia necesidad, cuando a otros les falta lo necesario».

«Los bienes creados deben llegar a todos en forma justa, según la regla de la justicia inseparable de la caridad. Todos los demás derechos, comprendido el de la propiedad, a ello están subordinados».

El Papa Juan Pablo II en su encíclica «Laborem exercens» señala la posición que los cristianos tenemos ante el denominado sistema capitalista y ante el sistema colectivista: «El rígido capitalismo que considera la propiedad y posesión de los bienes materiales como un derecho absoluto de la persona, sin limitaciones, debe ser sometido continuamente a revisión desde la perspectiva de los derechos del hombre en la teoría y en la práctica.

El sistema colectivista considera que sólo el Estado tiene el derecho exclusivo de propiedad sobre los medios de producción, de los individuos y de la sociedad. Este sistema atenta contra la realización de la libertad de los individuos, de las familias, y grupos sociales, y debilita la capacidad creadora del hombre.

Para el cristiano, pues, el derecho a poseer bienes económicos es garantía para su libertad, para organizarse como persona. Y como todo derecho, exige el deber de reconocérselo también a todos los hombres de una manera eficaz, distribuyendo la riqueza entre todos».

«Para que todos los hombres tengan la posibilidad de desarrollarse como persona, es necesario que todas las personas puedan disponer de los bienes materiales en grado suficiente según el nivel económico de cada nación. Por eso es necesaria la justa distribución de la riqueza.

«Dios ha destinado la Tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa dirigida por la justicia y acompañada por la caridad… Por tanto el hombre no debe tener las cosas exteriores que legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aproveche a él solamente, sino también a todos los demás».

«Dios no quiere, dice Pío XII , que algunos tengan riquezas exageradas y que otros se encuentren en tal estrechez que les falte lo necesario para la vida».

Es decir, que Dios no quiere el contraste ignominioso entre el lujo derrochador y la miseria. Dios no quiere que haya miseria. Dios ha creado los bienes de la Tierra para todos los hombres y quiere que todos gocen de estos dones de sus manos.

Por lo tanto no debe haber en el mundo nadie que, si hace lo que está de su parte, no disfrute de los bienes indispensables para sustentar su vida de una manera digna.

El problema del hambre en el mundo es problema de distribución.

Mientras en unos países el pueblo se muere de hambre, en otros se dejan perder las cosechas porque sobran alimentos.

En el mundo hay unos 5.000 millones de personas. Y según un informe de la Asociación de Productores Agro-Químicos de Alemania, si se explotara, con la tecnología actual, toda la superficie cultivable de la Tierra, se podrían alimentar, a nivel europeo, 50.000 millones de seres humanos. Es decir, una humanidad diez veces superior a la actual.

Jesucristo tiene en su Evangelio palabras durísimas contra los ricos que no cumplen sus obligaciones sociales:

-« Apartaos de Mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer… Estuve desnudo, y no me vestisteis…

– Cuándo te vimos, Señor…?

-Lo que hicisteis con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicisteis».

Jesucristo se identifica con el necesitado. Quiere que el rico trate al necesitado como lo trataría a Él en persona.

Como ves, las obligaciones de los ricos son gravísimas. Y aunque, gracias a Dios, hay ricos buenos que escuchan la palabra de Jesucristo y consideran a los demás hombres como sus hermanos; pero, desgraciadamente, también hay otros muchos ricos malos, apegados a su dinero, que viven como si no conociesen el Evangelio. Por eso dice Jesucristo que es dificilísimo que un rico entre en el reino de los cielos.

Los obreros también tienen obligaciones muy graves: trabajar con empeño, diligencia y fidelidad, no malgastar materiales o energía, cuidar los instrumentos de trabajo, y emplear bien el dinero que ganan.

A veces se oye a un obrero quejarse de que no gana lo suficiente. Y, efectivamente, muchas veces tiene razón. Pero más de una vez se le podría preguntar: Crees tú que el empeño que pones en trabajar merece más salario? Es cierto que tú debes recibir un salario justo. Pero también es cierto que para que tú puedas en justicia quedarte con un salario, es preciso que lo hayas merecido. A veces se trabaja con tanta negligencia y desgana que difícilmente se justifica la aspiración a un salario mayor.

Pon de tu parte lo que tienes obligación, y así podrás exigir con justicia lo que se te debe.

El de arriba peca si no da un salario justo; pero el de abajo también peca si no trabaja lo justo. No se trata, de ninguna manera , de excusar los salarios insuficientes; sino de hacer ver que es necesario trabajar con empeño y diligencia, si se quiere uno hacer acreedor a un salario digno.

Es verdad que hay muchos obreros que trabajan con nobleza, pero también es verdad que hay otros que hacen lo menos posible. Y estos últimos se hacen daño a sí mismos y a sus compañeros. Para que se pueda elevar el nivel de vida del obrero, es necesario que haya prosperidad económica. Y para que haya prosperidad económica es necesario que el trabajo rinda.

Los obreros que no rinden lo que deben tienen su parte de culpa en las crisis económicas. Y en las crisis económicas salen perdiendo ellos y sus compañeros.

Mucho se ha hecho en España últimamente para elevar el nivel del obrero; pero hay que reconocer que todavía no se ha llegado al ideal que quiere la Iglesia. Para llegar a este ideal es necesario que todos los españoles pongamos lo que esté de nuestra parte. Por un lado aumentar la producción, y por otro distribuir justamente los beneficios de esta producción. Estos dos factores son los que han de alcanzarnos un bienestar económico-social. Y los culpables de que no se pueda llegar a este bienestar son reos de un grave pecado contra la justicia social.

En algunos sitios el trabajo está cronometrado, y, a veces, ciertamente mal tasado, de modo que se le puede ganar muy poco dinero, o para sacar algo se requieren esfuerzos inhumanos. Los responsables de esta injusticia darán también cuenta a Dios. Pero otras veces hay obreros que alargan los trabajos sin necesidad y los hacen más caros deliberadamente. Cada uno dará cuenta a Dios de la injusticia de la que es responsable.

Todo esto en cuanto a la obligación de trabajar con diligencia.

Pero, además, es necesario emplear bien el dinero que se gana. No hay derecho a que un hombre no gane lo suficiente para vivir. Pero tampoco hay derecho a que un hombre gaste en vicios, diversiones, caprichos y superfluidades lo que necesita para dar de comer a sus hijos. No hay que crearse necesidades superfluas. Lo primero es lo primero; y antes es comer que pasarlo bien. No es que sea reprensible una diversión discreta, cuando se ha atendido a lo sustancial. Pero gastar en diversiones lo que se necesita para comer, es absurdo y criminal.

Además, para diversiones todo parece poco. El dinero se va solo. Nunca hay bastante. Y así nunca se gana lo suficiente. Por eso, ese ansia de ganar más y más. Esforzarse por ganar lo necesario para una vida digna y una diversión decorosa, es justo; pero querer ganar para poder derrochar, es cosa distinta.

Es legítimo el deseo de lo necesario; y el trabajar para conseguirlo es un deber. Dice San Pablo: «el que no quiere trabajar que no coma».

«Pero la adquisición de los bienes temporales puede conducir a la codicia, al deseo de tener cada vez más y a la tentación de acrecentar el propio poder.

La avaricia de las personas, de las familias y de las naciones puede apoderarse lo mismo de los más desprovistos que de los más ricos, y suscitar en los unos y en los otros un materialismo sofocante… Para las naciones, como para las personas, la avaricia es la forma más evidente de un subdesarrollo moral».

La avaricia es un gusano que roe, tanto el corazón del rico como el del pobre; y mientras los hombres sólo piensen en enriquecerse más y más, por encima de todo, como si esta vida fuera la definitiva, es imposible que haya paz en el mundo.

Dios quiere que el hombre tenga lo necesario para vivir, pero no quiere que se apegue demasiado a los bienes de este mundo, que le estorbarán su salvación eterna. Por eso nos dice Jesucristo: «No queráis amontonar tesoros para vosotros aquí en la tierra», sino «buscad primero el reino de Dios y su justicia…».

No te olvides nunca que lo principal, lo primero, es salvarte; aunque, como es natural, también debes preocuparte de solucionar tu vida en este mundo. Pero sin olvidarte de que la vida eterna es lo primero.

Ocupan lugar importante para todo hombre en general, y para el cristiano en particular, entre las exigencias de la justicia social, las obligaciones tributarias.

El Concilio Vaticano II, en la Constitución Pastoral «Gaudium et Spes», enuncia así la doctrina: «Entre los deberes cívicos de cada uno está el de aportar a la vida pública el concurso material y personal requerido por el bien común».

La naturaleza y fundamento moral del deber tributario se desprende de la sociabilidad del hombre.

Para vivir con dignidad, progresar y satisfacer las necesidades propias, cada vez más numerosas con el avance de la civilización, el hombre aislado no se basta. Toma proporcionada relevancia el papel de la sociedad. Pero a la obligación social de suplir las impotencias singulares de los hombres o de los grupos humanos menores, se corresponde el derecho de exigir los medios necesarios para cumplirla.

Por otra parte, si en el hombre surge el espontáneo y natural derecho de ser ayudado por la sociedad, la correspondiente y necesaria contrapartida, también natural, será la de contribuir en la medida de su capacidad de recursos a los gastos y necesidades sociales.

Quedan pues, naturalmente, enraizadas las obligaciones y derechos fiscales, y por tanto vinculando las conciencias, tanto desde la vertiente de la sociedad como desde la del propio hombre individual.

El texto evangélico de Mateo, y sobre todo el paulino de Romanos lo confirma. Por supuesto que la obligación y el derecho tributarios, vinculando internamente las conciencias de los hombres, sólo proviene de los impuestos justos.

De cuatro fuentes mana la justicia o injusticia de un impuesto en particular o la de un concreto sistema tributario en su conjunto: debe establecerse por ley debidamente aprobada, encaminarse a cubrir las finalidades exigidas por el bien común, no gravar riquezas ni ingresos por debajo del mínimo vital, y regularse en escala progresiva.

Respetados estos condicionamientos, el impuesto o sistema fiscal es justo en sí mismo u objetivamente.

Pero puede suceder que un impuesto justo al recaer en determinada persona concreta resulte demasiado gravoso, atendidas las circunstancias individuales, convirtiéndose subjetivamente en injusto.

El análisis detallado de los condicionamientos que determinan la justicia tributaria exceden, por su extensión, este lugar.

El nuevo «Ritual de la Penitencia» en la segunda de las tres fórmulas que aporta para ayudar al examen de conciencia, bajo el número 5, se pregunta:

He cumplido mis deberes cívicos?

He pagado mis tributos?

Reconociendo así implícitamente que se trata de una obligación en conciencia. Se sobreentiende, conforme a lo indicado: He pagado mis tributos justos?

El engaño en el pago de los impuestos puede hacer a la nación impotente para atender las necesidades generales, y resolver los problemas urgentes de los más deprimidos socialmente.

Dos palabras sobre el mal llamado «impuesto religioso». Digo mal llamado porque no es un impuesto adicional, sino que de lo que necesariamente hay que pagar a Hacienda, dedicar cinco pesetas de cada mil para las obras de beneficencia de la Iglesia. Conviene poner la cruz en el lugar correspondiente, pues si no se pone la cruz, ese 0’5% va a parar al gobierno.

Pecan gravemente contra este mandamiento los hijos que desobedecen a sus padres en cosa grave, y que ellos pueden mandarles;

los que les dan disgustos graves; los que les injurian y desprecian gravemente; los que les insultan, golpean o les levantan la mano con deliberación y amenaza; los que les desean en serio un mal grave; los que no les socorren en sus necesidades graves, tanto corporales como espirituales: por ejemplo, si no les procuran a tiempo los sacramentos a la hora de la muerte.

Pecan también gravemente los padres que dan mal ejemplo a sus hijos (blasfemias, etc.), los maldicen, les desean en serio algún mal, o abandonan su instrucción humana y religiosa.

Los patronos pecan gravemente si, pudiendo, no dan a sus obreros el salario justo.

Pero además tienen obligación de no imponer a sus obreros trabajos superiores a sus fuerzas; protegerles, en cuanto sea posible, de los peligros del trabajo, y de respetar en ellos la dignidad de hombre y de cristiano, tratándoles con amabilidad y evitándoles los peligros de pecar.

Los obreros pecan gravemente si hacen daño grave a su patrono, ya sea malgastando materiales o energía, ya sea estropeando a propósito instrumentos de trabajo. Si voluntariamente rinden menos de lo debido pueden también llegar a pecado grave.

Las obligaciones de los patronos y de los obreros están más especificadas en el examen de conciencia que te pongo en el Apéndice.

Fin del Cuarto Mandamiento de Dios

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

PARA SALVARTE – PADRE JORGE LORING

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Cuaresma: Día 11

CUARESMA: DÍA 11

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios y los pecados con los cuales pecamos contra este mandamiento.

Hoy continuamos revisando el Cuarto Mandamiento de Dios: Honrarás a tu Padre y a tu Madre.

Parte 01 – Cuarto Mandamiento de Dios

Parte 02 – Cuarto Mandamiento de Dios

Continuación…

Antes de que nadie lo malee, es necesario darle base moral sólida, formarle la conciencia, inculcarle el sentido del deber, corregir lo defectuoso y dejar bien claro dónde está la virtud.

Conviene indicar con claridad lo bueno y lo malo. Es importante crear hábitos buenos.

Acostumbrarles a hacer las cosas bien, y más adelante ellos mismos comprobarán que les va bien con lo que aprendieron.

Sólo se aprende lo que se hace . De manera que, el poner al sujeto en acción, ayudándole a reflexionar sobre ello, es el único o casi, más importante modo de andar con realismo en el terreno de los valores .

Hay que educar en valores. Hace falta un sistema de valores que sirvan de referencia en la vida. Los valores son guías de conducta. La escala de valores marca la conducta de cada individuo. Lo mismo que los niños aprenden a andar, leer y escribir, aprenden pautas de conducta y comportamiento moral. Si no les enseñamos a distinguir el bien del mal, si no les corregimos ni les enseñamos normas para que sepan a qué atenerse, nunca aprenderán a comportarse como hombres, ni acertarán a dar sentido a su vida. Pero los valores se viven, se sugieren, se comparten, no se imponen. El niño tiene una enorme capacidad de imitación. Aprende a ser hombre haciendo suyas las pautas y valores que ven en los demás. Buscan modelos a los que imitar. El ejemplo es la mejor manera de educar .

La disciplina y el dominio de sí son indispensables en la formación del ser humano. Algunos padres, por temor a que los hijos contraigan complejos, les dejan hacer cuanto quieren y dejan a un lado toda autoridad. Nunca serán hombres: serán un peso para la familia y la sociedad; unos desajustados. No se entrenaron para las dificultades inevitables de la vida. Esa fobia de complejos engendra complejos mucho más funestos.

Que las normas de disciplina sean coherentes y uniformes. Que el padre y la madre estén de acuerdo con la política a seguir en el hogar. No se desautoricen el uno al otro.

Los padres no deben discutir nunca delante de los hijos. Si en algo no están de acuerdo, buscar la armonía cuando estén solos. Pero apoyarse siempre mutuamente delante de los hijos. En algunos matrimonios, basta que uno diga una cosa para que el otro diga la contraria, sin razón que porque lo ha dicho el otro. Es una vengancilla que perjudica al hijo.

Los hijos necesitan estabilidad, un cuadro de referencia fijo, una constancia en la actitud de sus progenitores.

Lo que educa a un niño es lo que comprende afectivamente.

Los hijos desiguales necesitan trato desigual. A un tímido habrá que tratarle con cariño para darle confianza. A un irascible, con calma y paciencia; pero con firmeza. La autoridad y la obediencia no se imponen a gritos, que sólo sirven para aumentar la rebeldía.

Rara será la familia , por cristiana que sea, y por elevada que sea su educación, en la que la crisis de la independencia propia de la adolescencia no haya provocado algún conflicto entre los padres y los hijos.

Son conflictos pasajeros que los padres deben procurar no se conviertan en divisiones profundas y duraderas. Los padres deben tener paciencia con las «majaderías» de sus hijos adolescentes, y esperar para corregirlos a tener calma y serenidad. Y nunca en presencia de extraños. Y siempre reconociendo la parte de razón que en las excentricidades de sus juicios y contestaciones pueda tener el muchacho. Hay que reconocerle su derecho a tener algún secreto (cajón cerrado con llave) y el prudente uso de su independencia, siempre que se pueda saber qué uso hace de su libertad. Si los padres respetan su esfera privada, es fácil que el hijo se sincere con ellos, les cuente sus secretos, pida consejos, etc. Pero un registro sin su consentimiento o contra su voluntad disminuye su confianza en los padres y aumenta la distancia .

«Hay que ayudar a los adolescentes a desarrollar armónicamente sus condiciones físicas, morales e intelectuales a fin de que adquieran gradualmente un sentido más perfecto de la responsabilidad en el recto y continuo desarrollo de la propia vida y en la consecución de la verdadera libertad».

Es muy conveniente fomentarles cuando tengan edad, alguna afición al margen de la obligación: gimnasia, atletismo, deporte, montañismo, caza, pesca, instrumento musical, pintura, habilidad manual, etc.

El adolescente duda enormemente de sí mismo. Por eso se afirma tan brutal, tan bestialmente. Necesita un apoyo, y lo busca. Pero tiene el orgullo de no aceptar más ayuda que la que le venga de hombre a hombre, como lo que él quiere ser.

Ayuda intelectual, primero. El niño, cuando no sabe pregunta. El adolescente, si ignora empieza por afirmar. Aunque penséis lo contrario, es un progreso, o mejor, una posibilidad de progreso. La afirmación perentoria de los mayores no le basta. Tiene necesidad de respuestas personales. Pasa de la pasividad al activismo, del feliz parasitismo de la infancia a la ambición varonil de la autonomía.

Pero sus juicios son absolutos. No importa dónde los ha encontrado. Ha leído lo que dice, o lo ha oído decir; lo ha visto en la televisión o se lo ha repetido un amigo. Esto basta para afirmarlo frente a todos y contra todos; es decir, para afirmarse. Es inútil contradecirle. Se enoja o se encierra. Pero sobre todo, no os burléis de él. Es obstinado y no dirá ya una sola palabra, e irá a buscar fuera, en un compañero o en una joven amiga, el auditorio complaciente que le negáis vosotros.

Qué hay que hacer? Ayudarle. Empezad por no enfrentaros a él. Os exasperáis, os morís de ganas de decirle que es un idiota, que lo que dice es tan estúpido que no merece discutirse. Callaos, tragad vuestra indignación, calmaos y escuchadle. Aprended a hablar con él en plano de igualdad. Perdéis toda influencia sobre él si le habláis como a un niño. Y en cambio, necesita tanto que conservéis vuestra influencia sobre él…!

El adolescente sólo escucha a quienes le tratan como hombre serio e inteligente, sobre todo si no lo merece. Es la única manera de ayudarle a serlo. Acordaos de lo que pensabais vosotros a su edad; comunicádselo y decidle cómo hicisteis para pensar de manera distinta.

Matizad lo que os dice en vez de despreciarlo globalmente, y veréis cómo llegáis a descubrir una verdad aceptable.

A los hijos no les gusta que se les imponga la autoridad arbitrariamente, ni que se les trate como a chiquillos. Quieren que se escuchen sus opiniones, que se comprendan sus problemas, y que se les mande como a personas mayores. Padres y madres deberían tener presente aquella máxima pedagógica: «Al niño se le impone; al muchacho se le propone; al joven se le expone». Los valores se proponen, no se imponen con coacción; aunque moralmente haya obligación de aceptarlos.

Cada uno elige los valores que desea. Por eso hay que motivarlos. No bastan frases como éstas: «Aquí las cosas se hacen así, y basta»; «de esto tú no tienes ni idea».

Durante la adolescencia, que comienza con la pubertad , tienen lugar importantes transformaciones en el plano afectivo, intelectual y fisiológico: es el paso hacia la madurez. Hay un crecimiento físico, maduración sexual y, sobre todo, una profunda transformación psicológica, que dan al adolescente su propia personalidad. El adolescente siente en su ser cosas nuevas. Comienza la reflexión y el descubrimiento de sí mismo . Esta nueva conciencia que tiene de sí, le lleva a la contemplación del yo, a andar en torno a sí mismo. Quiere conocerse, comprenderse. Es el narcisismo. Narciso , personaje mitológico, se deleitaba mirando su imagen sobre las aguas. Cayó al lago atraído por su propia imagen. Los dioses le transformaron en la flor que lleva su nombre.

El joven se enamora de su imagen. Se estudia en la intimidad.

Exteriormente tiene una verdadera preocupación por su vestido, su cabello, las formas de su cuerpo. Es la edad de los diarios íntimos y del espejo. También del autoerotismo…

Estos jóvenes desprecian todo lo que es convencional. Quieren destacar por lo excéntrico y original.

Su manera de hablar, vestir, bailar, todo acusa su deseo de extravagancia. La autocontemplación y la agresividad ayudan al joven a afirmarse; pero, si se prolongan demasiado, pueden tener consecuencias serias, pueden dificultarle su adaptación social. Hay muchos adultos que nunca superaron esta etapa. Son los eternos rebeldes contra todo y contra todos, incapaces de adaptarse a la realidad de la vida… Los jóvenes sienten la seducción de lo grande. Es necesario canalizar este impulso hacia un ideal noble…El instinto religioso se despierta entre los trece y los catorce años. Llega a su plenitud a los dieciséis.

El adolescente es naturalmente introvertido . Esa actitud repercute en la conducta del joven, haciéndole amar el recogimiento y la oración silenciosa. Siente los valores y quiere formar un ideal… En la pubertad es donde se dilucida el problema religioso. Problema generalmente difícil, ya que queda situado entre la mentalidad infantil y el espíritu crítico del adulto, entre el sentimiento de seguridad y el irrumpir violento de la vida instintiva, entre la sumisión y la afirmación del yo.

La evolución religiosa del adolescente depende de varios factores, de sus propias reacciones, del ambiente, del ejemplo de los mayores… Algunos abandonan la fe porque les ha sido presentada como un yugo, y no como un ideal que les perfecciona y les ayuda a realizarse plenamente… El instinto sexual trae dificultades a la vida religiosa y moral del joven. Surgen conflictos íntimos entre los valores religiosos y morales por una parte, y las tendencias sexuales por la otra: entre el espíritu y la materia.

Sublimando estas tendencias, sabiendo armonizar los valores naturales con las exigencias de la religión, el joven encuentra gran fuerza para triunfar…

Los jóvenes sin religión caen con más facilidad en la depravación. Sin religión el Eros baja al nivel de una bestia en celo.

Hay quien dice que la moral está pasada de moda , que no hace sino crear complejos, y que todo cuanto frene el impulso del instinto es antinatural; pero la moral se forma con principios objetivos, y no con opiniones particulares. Las obligaciones esenciales de la ley moral se basan en la esencia y naturaleza del hombre, en sus relaciones esenciales, y valen en cualquier parte en que el hombre se encuentre.

Ya hemos dicho que el dominio de sí es indispensable para la formación del ser humano. Los psicólogos nos dicen, fundados en experiencias, que muchos males psíquicos tienen como causa el desorden que resulta de dejar a un lado la ley moral.

El sabio Pablo Chauchard afirma: «los preceptos de la moral son necesarios para el equilibrio psicológico».

La moral debe ser presentada de modo positivo, inculcando a la virtud y a la imitación de Jesucristo . El sacrificio y el dominio que supone seguir al Señor, han de ser libremente elegidos con amor .

En casi todas las esferas y niveles, la necesidad precede a la capacidad. Se tiene necesidad de ser tratado como un hombre antes de ser capaz, precisamente porque sin duda es la única manera de llegar a serlo. Vuestro hijo quiere pensar por sí mismo, cuando todavía no sabe hacerlo. Si le abandonáis por desprecio o por indignación, dónde queréis que aprenda lo que le reprocháis que no sabe? En el periódico? Entre los compañeros? En el cine? Vosotros sois quienes podéis y debéis enseñarle a pensar, pero para ello hace falta discutir despacio y con paciencia con él. Recibiréis la recompensa el día que le oigáis defender ante sus amigos vuestras ideas preferidas, las que él ha combatido siempre en casa. Y os parecerá que las defiende mucho mejor que lo habríais hecho vosotros mismos.

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Hablad con los hijos de todas las cosas, y cread un ambiente familiar de diálogo en el que padres e hijos se lo cuenten todo. El adolescente necesita que se escuchen y valoren sus puntos de vista, y sobre todo que se estime su persona y vea que se preocupen por él.

Decálogo de un adolescente:

1 .- Déjame elegir mi ropa.

2 .- Trátame como a un adulto y aprenderé a serlo.

3 .- Déjame construir mis propias convicciones.

4 .- Respeta mi privacidad.

5 .- Ayúdame en mis ideales de fe y servicio al prójimo.

6 .- Ayúdame a apreciar mis capacidades y limitaciones.

7 .- Comunícame tu experiencia y ayúdame a tener la mía.

8 .- Ayúdame a clarificar mis problemas y encontrar soluciones.

9 .- Ayúdame a usar bien el dinero.

10 .- Enséñame cómo prepararme al matrimonio .

Después de 45 años de coeducación, los sociólogos y pedagogos reconocen que es mejor que niños y niñas reciban educación por separado. Por eso la Ministra de Educación de Suecia, Beatriz Ask, así lo ha determinado.

«Juventud, divino tesoro», dice el poeta. Y tiene razón. La juventud es la época más bonita de la vida, y la más fácil. Es la época más linda, porque durante ella el corazón abriga infinidad de ilusiones y esperanzas no truncadas por los azares del vivir, y la cabeza engendra ensueños, ideales maravillosos, que muy bien pueden un día hacerse realidad. Pero es la época más difícil, por ser la encrucijada de mil caminos; y según el que se escoja va a estar la felicidad de toda nuestra única vida. Entre cientos de maravillosas posibilidades, se presenta, la angustiosa urgencia de elegir una, y con ello, rechazar todas las demás.

Quizás la característica psicológica más importante de la juventud es la conciencia de poder pensar, idear, trabajar y subsistir por sí mismo. El sentimiento de independencia nos despierta de la niñez, en que dependíamos para todo de alguien. Ese desarrollo y ansia de libertad, que son muy buenos, laudables y necesarios, pueden conducir al joven a una rebelión injusta hacia todo: contra la sociedad, contra los familiares, contra los educadores. Al estilo de vida de creerse superior a los demás; pensar que los otros, los mayores, no saben nada, están anticuados; que yo soy el único que sé, el único que puede y debe elegir el curso de mi vida, ignorando y rechazando toda ayuda y consejo de los demás.

Esta actitud es errónea, porque todos necesitamos de los demás en la vida. Y el joven, aunque muchas veces no lo crea, o no lo quiera, es el que más ayuda necesita, por encontrarse en la encrucijada más difícil de la vida. Y aquí quisiera que los jóvenes entendieran algo muy importante, que por obvio que es, muchas veces no se valora lo suficiente; la mejor, más honesta y más desinteresada ayuda que pueden encontrar es la de sus padres».

Los problemas que destacan en las páginas frontales de los periódicos de todo el mundo, son un reflejo de la falta de disposición de nuestra juventud para someterse a ningún sistema de valores que no sea el que el de sus efímeros, inciertos y pragmáticos criterios. (…) Todos somos testigos de casos de adolescentes que son advertidos y aconsejados una y otra vez por padres experimentados y responsables, pero que ellos prefieren “discurrir por su cuenta” para descubrir demasiado tarde lo que su padre le predecía certeramente. Por desgracia son muchos los jóvenes que no quieren escuchar consejos. Semejante hostilidad hacia la autoridad paterna les priva de la experiencia de los mayores por querer hacer las cosas por sí mismos .

Modo de hacer de los hijos unos delincuentes:

1 Dadle desde pequeño cuanto desee: así crecerá convencido de que el mundo entero se lo debe todo.

2 Reíd si dice tonterías: así creerá que es muy gracioso.

3 No le deis ninguna formación religiosa: ya la escogerá él cuando sea mayor. Seguramente se quedará sin ninguna.

4 Nunca le digáis esto está mal : podría adquirir complejos de culpabilidad; y más tarde, cuando, por ejemplo, sea detenido por robar un coche, estará convencido de que es la sociedad la que le persigue sin motivo.

5 Recoged todo lo que él tire por los suelos; así creerá que todos han de estar a su servicio.

6 Dejad que lo lea todo. Limpiad eso sí, con detergente, y desinfectad la vajilla en que come; pero dejad que su espíritu se recree en cualquier torpeza.

7 Discutid los padres delante de él: así se irá acostumbrando, y cuando la familia esté ya destrozada no se dará ni cuenta.

8 Dadle todo el dinero que quiera: no sea que sospeche que para tener dinero se debe trabajar.

9 Que todos sus deseos estén satisfechos: comer, beber, divertirse…;

de otro modo resultaría un frustrado.

10 Dadle siempre la razón: son los profesores, la gente, la ley, la sociedad…, quienes la tienen tomada con el pobre muchacho: no le reprendáis, no sea que se disguste.

Y cuando tu hijo sea ya un desastre, proclamad que nunca pudisteis hacer nada con él .

El pediatra norteamericano. Dr. Benjamín Spock , uno de los que más ha influido en la corriente tan en boga hoy día de la pedagogía permisiva, al final de su vida, en una conferencia que dio en la Universidad de Pensilvania, dijo, que tenía que reconocer que se había equivocado, y que por su culpa se había estropeado una generación.

Afirmó que la educación debe regirse por normas éticas precisas.

Los hijos mimados y consentidos, a quienes se les da todo lo que quieren, a quienes nunca se les niega nada, quedan traumatizados.

Proponle objetivos concretos posibles, y no demasiado difíciles.

Estudia el plan de acción para conseguir el objetivo propuesto.

Márcale un tiempo para las sucesivas etapas. Ejercítale en vencerse en cosas pequeñas.

Para educar a los adolescentes, pueden ayudar a los padres estos diez consejos:

1) Escucharle más que hablarle.

2) Exigirle sólo cosas importantes.

3) Razonar las órdenes.

4) No le pongas etiquetas peyorativas: más que decirle eres un mentiroso , dile: has dicho una mentira .

5) Hazle razonar sus ideas.

6) No te rías de sus ideas. Muéstrale sus equivocaciones.

7) Tus órdenes claras, concretas. Exigiendo su cumplimiento.

8) No amenaces inútilmente. Exige los castigos impuestos. No lo

levantes a no ser por causa razonable.

9) Que los castigos sean proporcionados a la falta.

10) No permitas que te falte al respeto, pero tú tampoco le grites.

Háblale con calma.

El psico – pedagogo Dr. Bernabé Tierno da estos consejos para educar adolescentes:

1) Respétalo como persona. Trátalo como si ya tuviera las cualidades que desearías de él.

2) Sé tú ejemplo de las virtudes que deseas en él.

3) Admite tus errores y él aprenderá a admitir los suyos.

4) Ejercita tu autocontrol. No pierdas tus nervios, aunque él se salga de tono.

5) Valora sus virtudes, sus esfuerzos, su progreso.

6) Razona tus órdenes. El ordeno y mando pone a la defensiva.

7) Ponte en su piel. Trátale como te gustaría ser tratado, si tú fueras él.

8) Fomenta su autodisciplina: no hacer lo que apetece sino lo que es conveniente.

9) Ayúdale a madurar. Las dificultades no son para abatirse sino para afrontarlas.

10) Hazle ver que puede y debe ser feliz. La felicidad está dentro de uno mismo. No depende de las circunstancias exteriores.

Pasos para ser eficaz:

1) Tener claro qué es lo que quiero conseguir.

2) Que este objetivo esté a mi alcance. No empeñarse en coger la Luna con la mano.

3) Escoger los medios adecuados al fin que se pretende.

4) No darse pronto por vencido. Tener tesón y constancia para seguir luchando.

5) Corregir los errores cometidos, y no echar la culpa a los demás o a las circunstancias.

6) Atender a todos los detalles, y no esperar que los demás o la suerte solucionen las cosas.

7) No menospreciar a nadie. La persona menospreciada puede sernos decisiva mañana.

8) Orar para que Dios nos ayude en todos los anteriores puntos.

La salud mental es una de las cosas más importantes de la vida. Para la higiene mental que haga posible la madurez psíquica y el equilibrio de la persona, finalidad de toda educación, es necesario:

  1. a) Autoestima.- Aceptarse uno mismo como es. Reconocer las propias cualidades y defectos. No sobrestimarse, considerándose capaz de lo que no es verdad. Pero tampoco considerarse una persona inútil. Saber de lo que uno es capaz, y alegrarse de ello.
  2. b) Dominio propio,- Hacer lo que es necesario, conveniente y debido;

aunque nos desagrade y sea costoso. Quien rige su vida por lo que le apetece, no es dueño de sí mismo ni de sus actos.

Queda al arbitrio de las circunstancias y de las personas.

Con razón decía Emerson que “la educación de la voluntad es la meta de nuestra existencia”, porque desde esta meta todo lo demás se convierte en fácil y gratificante. Pero educar la voluntad y el carácter en unos principios nobles exige perseverancia en el obrar bien, y esto, casi siempre, conlleva nadar contra corriente. Contra esa corriente que arrastra hoy a tantos a huir de todo lo que suponga sacrificio, tesón y esfuerzo .

La voluntad se fortalece haciendo actos esforzados. Su frecuencia conduce al hábito. Repitiendo ejercicios de esfuerzo, haciendo algo que no me apetece porque es obligatorio,necesario o conveniente domino mi carácter para perfilar mi personalidad .

  1. c) Capacidad de soportar contratiempos sin perder la paz, la esperanza y la ilusión.
  2. d) Vivir gozosamente el presente sin angustias por el pasado ni temores del futuro. Haciendo del servicio al prójimo la superación del egoísmo y el ideal de la vida.

Todo esto no se hereda. Es fruto del trabajo, y se aprende en una buena educación.

Cuando llegue el momento de elegir estado, recomendadles lo que parezca más conveniente, sin quitarles la libertad. Los padres pecan si quitan injustamente la libertad a sus hijos en la elección de estado. Pero sí deben aconsejarles en este punto lo que sea razonable.

Si hay que oponerse a unas relaciones que parecen descabelladas, ser prudentes en no hacer o decir cosas que después pueden ser un obstáculo a las buenas relaciones familiares, si ese matrimonio llega a realizarse, a pesar de la desaprobación de los padres.

«Los padres deben acoger y respetar, con alegría y acción de gracias, el llamamiento del Señor a uno de sus hijos para que le siga en la virginidad por el Reino, en la vida consagrada o en el ministerio sacerdotal».

Continúa…

Parte 04 –  Cuarto Mandamiento de Dios

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

PARA SALVARTE – PADRE JORGE LORING

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Cuaresma: Día 10

CUARESMA: DÍA 10

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios y los pecados con los cuales pecamos contra este mandamiento.

Hoy continuamos revisando el Cuarto Mandamiento de Dios: Honrarás a tu Padre y a tu Madre

Parte 01 – Cuarto Mandamiento de Dios

Continuación…

En este mandamiento se contienen también las obligaciones de los padres para con sus hijos, que son, además de amarlos: alimentarlos, vestirlos, instruirlos en religión y en cultura, vigilarlos, corregirlos, darles buen ejemplo y procurarles un porvenir humano proporcionado a su estado y condición social . Es decir, educarlos física, intelectual, humana, espiritual y moralmente ; y protegerlos de los peligros de alma y cuerpo. «Recuerden los padres que es deber suyo vigilar cuidadosamente para que los espectáculos, las lecturas y cosas parecidas, que puedan ofender a la fe o a las buenas costumbres no entren en el hogar, y para que sus hijos no las vean en otra parte».

Dijo Pío XII en su discurso del 9-V-57: La sociedad es para la familia, no la familia para la sociedad. La familia es una institución natural: es el origen de la vida humana, y el recinto de la educación.

La familia es vínculo de transmisión normativa. Pero es necesario que la normativa moral y religiosa se dé con convicción, con motivación y con el ejemplo .

Debemos colaborar con nuestros padres al bien espiritual de la familia, manifestándoles aquellas cosas que ellos deben saber para corregirlas. A no ser que haya otro modo más eficaz. Pero quien oculta los malos pasos de sus hermanos, por un falso criterio de compañerismo, puede hacerse responsable ante Dios de las faltas que queden sin corregir. El padre tiene obligación de corregir; pero para esto necesita estar informado de lo que pasa. No exagerar las cosas.

Pero no quitar importancia a lo que la tiene. Los padres son los primeros educadores, y son ellos quienes deben decidir, y no el Estado, el tipo de educación que crean mejor para sus hijos. El Estado debe ayudar a todos los niños en edad escolar sin discriminaciones.

Sería injusto que si los padres necesitan ayuda para la enseñanza de sus hijos, y el Estado quiere cooperar, sólo ayude a los que asisten a las escuelas estatales, y no ayude a los de las escuelas libres .

«Los padres, como primeros responsables de la educación de sus hijos, tienen el derecho de elegir para ellos una escuela que corresponda a sus propias convicciones. Este derecho es fundamental.

En cuanto sea posible, los padres tienen el deber de elegir las escuelas que mejor les ayuden en su tarea de educadores cristianos.

Los poderes públicos tienen el deber de garantizar este derecho de los padres y de asegurar las condiciones reales de su ejercicio».

La educación es de una importancia transcendental y de una gran responsabilidad para los padres.

Hay en la vida muchos hombres que lamentan su desgracia por las faltas y descuidos de sus padres.

En educación, como en todo, se recoge lo que se siembra . A los niños, gradualmente, según ellos vayan siendo capaces de asimilar, hay que inculcarles la limpieza, el orden, la obediencia, el sacrificio, la lealtad, la servicialidad, la honradez, el saber renunciar, etc. etc.

Acostumbrarlos a portarse bien en todas partes, a practicar el bien aunque sea penoso, y a huir del mal aunque sea seductor, (…) espontáneamente, y por propia iniciativa, aunque nadie le vigile ni castigue . De mayores será muy difícil que adquieran virtudes que no se les sembraron de pequeños.

Los niños, para su buen desarrollo, necesitan caricias desde el primer momento. Se han hecho estudios de niños atendidos perfectamente en sus necesidades vitales, en centros especializados, pero faltos de cariño, que muestran anormalidades características.

Pero los hijos no se pueden tener mimados y consentidos . El niño mimado y consentido se hace caprichoso y poco sociable. Esto le va a traer problemas de aceptación entre sus compañeros en su edad escolar, y esto le va a dificultar su madurez psicológica. Está comprobado que el niño que es bien aceptado por sus compañeros, por sus cualidades personales, tiene un gran porcentaje de probabilidades de una buena maduración psicológica en el futuro.

Los hijos, ni se pueden tener mimados y consentidos, ni tampoco castigarlos sin razón. El castigo es inevitable , pues es moralmente imposible que tus hijos no cometan alguna falta que lo requiera: «sin castigo no hay educación posible», dice uno de los más célebres pedagogos de nuestra época, Foerster. Pero para que el castigo sea educativo y eficaz ha de ser siempre : a) oportuno: escogiendo el momento más propicio para imponerlo pasada la ira en unos y otros; b) justo: sin exceder los límites de lo razonable; c) prudente: sin dejarse llevar de la ira; d) cariñoso en la forma, para que el niño comprenda que se le impone por su bien. «No somos eficazmente castigados sino por aquellos que nos aman y a quienes nosotros amamos».

El castigo corporal tiene sus dificultades. Puede engendrar terquedad, rencor, debilitamiento del sentimiento del honor. Los niños nerviosos no debieran ser castigados corporalmente, pues se corre el peligro de aumentar su nerviosidad. En las niñas el castigo corporal debilita el sentimiento de su intocabilidad corporal, tan precioso para el recato de su vida futura. A veces puede ser más eficaz que un castigo corporal el ponerlo a comer solo en una mesita de cara a la pared, privarle de una habitual muestra de cariño, o de un dulce que le gusta, o del dinero que se le suele dar; depende de edades y circunstancias.

El castigo debe facilitar al niño el camino de la honradez, la obediencia, la aplicación, etc., para hacer de él un hombre moral. El castigo más que para expiar la culpa cometida debe servir para la corrección. Para esto es necesario que el niño reconozca la falta, y lo justo del castigo. El castigo tiene mucho más valor cuando el niño lo acepta voluntariamente, o se lo impone él mismo. Después de aplicado el castigo, se deben hacer las paces con el niño lo antes posible.

Hay que tener tacto para corregir con eficacia. Poco se logra con herir y humillar solamente. Hay que alentar. Despertar el sentimiento de la propia estima. Una corrección eficaz debe dejar siempre abierto un portillo a la esperanza de la propia superación . El dejarle hacer lo que él quiera, algún día lo interpretará como falta de interés por su bien. En cambio el contrariarle manifestando que se hace por amor e interés por él, terminará por ganarle el corazón. Decir: te quiero demasiado para permitirte eso , o un trato cariñoso después de un castigo, restablece la armonía. El amor debe estar por encima de las travesuras. Una madre después de castigar a un hijo le dijo: «No estoy furiosa contra ti, sino contra tu travesura». Y el hijo agradeció aquel castigo.

Si es importante saber manejar el castigo en orden a una buena educación, no lo es menos el saber utilizar el premio; por ejemplo, el elogio. La recompensa pedagógica puede revestir muchas formas: una mirada de aprobación, un gesto cariñoso, una palabra, la concesión de un permiso deseado, un regalo, etc. Pero tampoco se pude ser excesivo en los premios y alabanzas, pues perderían eficacia, y se correría el peligro de hacer al niño egoísta, obrando bien sólo con miras al premio y a la recompensa.

El estímulo es más eficaz que la represión. A veces ésta será inevitable, pero su eficacia será mayor si el hijo está acostumbrado a que se le reconozca la obra bien realizada, y se le aplauda el esfuerzo realizado, aunque no siempre estos esfuerzos hayan sido coronados por el éxito. Todo el mundo queda agradecido a quien sinceramente le anima. Un elogio correcto, justo, oportuno, estimula y educa para el bien. Todo el arte de la Pedagogía consiste en saber sonreír y en decir NO a los hijos en el momento preciso y de la manera exacta .

Una de las cosas peores que puede hacer un padre con sus hijos es dejarlos que se hagan caprichosos y testarudos . Es de la máxima importancia en la educación de los hijos la formación de la voluntad.

La voluntad se fortalece enseñándola a renunciar. A esto hay que empezar de pequeño. Que empiece a renunciar a gustos, caprichos, comodidades, etc., en bien del prójimo.

Por ejemplo: que reparta entre hermanos y amigos la caja de bombones que le han regalado, que se levante de la silla para echar el papel del caramelo en la papelera, que ceda el sillón a una persona mayor, que deje un juego ruidoso porque a la abuelita le duele la cabeza, etc., etc. Hay multitud de renuncias y privaciones de alto poder formativo. La sonrisa de un hijo proporciona a los padres tanto placer que se hace durísimo contrariar al niño. Por otra parte, hay corazones de padres que no pueden resistir el oír llorar a sus hijos. Sin embargo, han de saber que por no querer contrariarlos hoy y darles esos caprichos, los están preparando para grandes disgustos en la vida, porque las cosas no siempre van a salir a sus deseos. Es una equivocación decir: Déjale hacer. Pobrecito. Ya tendrá tiempo de sufrir . Todo lo contrario. El niño mimado sufrirá el doble que el que se ha acostumbrado a renunciar con naturalidad. En la vida hay que renunciar por fuerza tantas veces!.

Es menester acostumbrar al niño, desde pequeño, a portarse bien en todas partes, espontáneamente y por propia iniciativa, aunque nadie lo vigile ni le castigue. Hay que saber apartarlos del mal y orientarlos al bien, de modo que ellos mismos estimen la virtud y el deber, y lo abracen voluntariamente. Es muy importante en la educación de los niños saber proporcionarles placeres lícitos con alegría, y que sepan renunciar a lo ilícito sin angustia. Es imposible que los niños tengan siempre lo que desean. Hay que acostumbrar a los niños a que acepten estas frustraciones con naturalidad, pues la vida está llena de frustraciones.

El joven que se acostumbra desde niño a hacer su voluntad es un inútil para la vida. Porque la vida es un tejido de deberes desagradables, y el que desde niño no se acostumbra a cumplirlos severamente, sino que obra a impulsos de sus gustos, caprichos y pasiones, se hace víctima de su propia voluntad al llegar a la edad madura .

Dice el gran educador Stuart Mill : Quien nunca se ha privado de algo permitido, no sabrá privarse de lo prohibido .

La voluntad es la facultad de la persona humana por la cual el individuo cumple lo que se ha propuesto sin dejarse llevar por lo que le gusta o disgusta. Es muy importante para ser una persona de carácter. Es lo que hace al hombre más hombre . Para lograr el dominio de la voluntad es necesario entrenarse, como en el deporte. Hay que adquirir un hábito por la repetición de actos realizados con una motivación de superación personal. El entrenamiento debe empezar por cosas relativamente fáciles.

Un niño mimado no es aquel por quien se hace demasiado. Nunca se hace demasiado por un niño.

Niño mimado es aquel a quien nunca se le ha exigido, aquel a quien no se le ha enseñado a devolver en proporción a lo recibido. Condescender a los caprichos del niño es hacer de él un pequeño tirano.

No hay manera más segura de labrar la desgracia de un hijo que darle todos los caprichos .

Educar, formar a un niño, es hacerle obedecer, ayudarle a superarse, enseñarle a amar, a querer lo que no quiere, lo que no ama, lo que no hace espontáneamente, pero que le servirá… Se ha definido al educador como quien presta voluntad. Dejado a sí mismo, el niño queda esclavizado a sus instintos y caprichos. La intervención de la voluntad fuerte del educador le libera… Ese pequeño ser tan encantador y tan débil, hacia el que nuestro amor y nuestra compasión se desbordan, es terriblemente egoísta y codicioso. Hay que enderezarlo, moldearlo, humanizarlo. No hay rectitud moral en la vida si no se obedece a los principios, a pesar de las tentaciones y los caprichos.

«Además, no hay verdadero placer, incluso para el niño, en las cosas obtenidas sin esfuerzo. En todos los terrenos hay que pagar con horas de penosa ascensión la alegría de contemplar un hermoso panorama. La resistencia vencida produce su goce. Hay que dar al niño la experiencia y el gusto de estas ásperas y profundas alegrías que brotan de la dificultad vencida».

Y desde luego, jamás permitas una desobediencia. Antes de dar una orden, piensa si es conveniente. No mandes muchas cosas seguidas; y nunca, contradictorias. El padre y la madre deben estar siempre de acuerdo en cuanto a órdenes y castigos. Nunca deben contradecirse. Y las órdenes, que sean claras, que el niño las entienda. Y bien descritas en sus detalles: plazo de tiempo en que debe realizarse, resultado que se pretende, etc. Por ejemplo: Recoge el cuarto de baño después de ducharte . Aclarar que se entiende al terminar de ducharse, no a media noche; todo limpio, no basta recoger la ropa sucia, etc.

No mandarles demasiadas cosas. Ni prohibirles tonterías. Dijo el doctor psico-pedagogo Luis Riesgo en una conferencia a la que asistí en el Casino GADITANO DE Cádiz, el 15 de Noviembre de 1995: No hacer montañas de las colinas. Ser transigentes en pequeñeces. En toda pedagogía familiar vale más ganar una batalla importante que cien escaramuzas sin importancia .

Hay que dejar a los hijos siempre un campo de autonomía. No olvidar que el niño necesita autoafirmarse.

Procura no mandar cosas demasiado difíciles. Pero dada la orden, que sea ejecutada por encima de todo. Si el niño logra imponer su voluntad una vez, no lo olvidará, y siempre intentará conseguirlo de nuevo. El niño debe saber que hay ocasiones en las que son inútiles los llantos y los gritos . Y tú, por tu parte, cumple también la recompensa o los castigos a que te hayas comprometido. Son desorientadores para los niños y fatales en la educación esos padres que mandan, amenazan y prometen muchas cosas; pero después nada de eso llega a la realidad, sin razón alguna: «El castigo anunciado no debe suprimirse sin causa».

Pero hay que tener cuidado de que el castigo no corresponda a nuestro mal humor, sino a la gravedad de la falta y a la responsabilidad del niño. Reconocida la culpa por el niño, y aceptado el castigo, es muy pedagógico disminuir éste con la promesa de enmienda.

– Educar es aceptar que cada hijo tiene su modo de ser, y permitirle ser él mismo .

– Educar es reforzar y alentar todo lo bueno que tenga el educando.

– Educar es procurar el bien del educando con autoridad y firmeza, pero sin violencia y con ternura.

– Educar es inculcar los valores que pretendemos, por medio del ejemplo.

La corrección del niño debe comenzar cuando es pequeño. Las plantas tiernas son más fáciles de enderezar.

No dejes que nadie, delante de los niños pequeños, alabe lo malo y se ría de lo bueno. Tampoco toleres que les enseñen a decir picardías. Por lo mismo, pon mucho cuidado en que los niños pequeños no presencien nada en la casa que pueda enseñarles el mal. Los niños son grandes imitadores: hay que tener mucho cuidado de todo lo que se dice y se hace en su presencia. Ten también cuidado de que en tu casa no haya cuadros o calendarios deshonestos, ni libros ni revistas peligrosos. Preocúpate de inculcarles desde pequeños el amor a la pureza, a la veracidad, honradez, servicio del prójimo, respeto a la autoridad, etc. Nada persuade tanto a practicar el bien como el buen ejemplo. «No se enseña ni lo que se sabe ni lo que se dice, sino lo que se hace»(Jaurés) . Las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran. Son los hechos los que cuentan, no las palabras. Las palabras son contraproducentes cuando son desmentidas por los hechos.

Los ejemplos educan más que las palabras. El niño necesita modelos de comportamiento claros, fuertes y permanentes. Si los modelos son defectuosos, cambiantes y débiles, no sabrá lo que hay que hacer en cada momento.

Pero además de darles buen ejemplo, hay que hacerles actuar. El secreto de aprender está en el hacer. «Exigir a los hijos que hagan lo que es necesario hacer, lo que deben y pueden hacer según su edad; sin permitirles concesiones. (…). Eso es amarles y educarles para la vida. Tenerlo todo, no haber tenido que esforzarse por nada,(…) es una tremenda desgracia».

Lo que verdaderamente educa es el ejemplo de una vida coherente, y la autoridad apoyada en razones. No el autoritarismo violento. La incidencia de la figura paterna ha sido estudiada por Alinear Glueck comparando quinientos muchachos delincuentes con otros quinientos que no lo son. La investigación demuestra que la mayoría de los muchachos delincuentes han dependido en su educación de padres con actitudes extremas de severidad o de permisividad; mientras que los muchachos que presentan una conducta normal pertenecen en su mayoría a padres que han sabido aplicar una disciplina firme pero serena y dialogante .

Para los hijos, tan malo es una autoridad dura y rigurosa, como la falta de autoridad. El dejar que los niños hagan lo que quieran es muy cómodo para los padres, pero funesto para ellos. El niño necesita autoridad que le libere de su sentimiento de inseguridad. El adolescente necesita guía. Incluso se da el caso del muchacho que adopta una actitud provocativa ante su padre, actitud que en el fondo no tiene otro objeto que el de forzarle -inconscientemente por supuesto- a que ocupe su verdadero papel de jefe de familia. Busca la autoridad que tanto precisa, y que es la base de su sentimiento de seguridad .

La disciplina es el adiestramiento del niño. Los estudios realizados sobre los trastornos de la conducta de la juventud han demostrado que un niño educado sin disciplina no es capaz de controlarse cuando sea mayor. Charles Manson , asesino de familias enteras, cuando era niño hacía siempre su voluntad. Al cabo de los años, ya hemos visto las consecuencias .

Hubo un tiempo que en la educación se abusó del autoritarismo y de aquello de que la letra con sangre entra . Pero hoy, con un movimiento pendular, se ha pasado a una inhibición de los educadores y a dejar a los niños que sean buenos espontáneamente y encuentren la verdad por sí solos; lo cual es utópico. Antes se abusó de la enseñanza memorística (recordemos la lista de los reyes godos), pero hoy se elimina la memoria de la enseñanza, lo cual es funesto, pues la memoria es una potencia humana necesaria en la vida. El niño necesita que le digan lo que es bueno y lo que es malo, y que le ayuden a ir por el camino del bien.

Tener en cuenta que el niño pequeño no puede comprender la ironía.

Entiende las cosas literalmente, tal como se dicen. Una broma inocente para un adulto, puede hacer daño a un niño. Unos padres que se mofan de lo que el niño toma en serio, pueden, en su equivocación, perder la confianza en su hijo.

«Uno de los peores errores en que pueden incurrir los padres es en el de hacer comparaciones. Sólo conseguirás que tu hijo aborrezca a aquel con quien lo comparas, y te lo tome a mal».

Según la frase de María Montessori , la célebre doctora italiana de fama mundial, «el niño debe ser respetado y no utilizado como un juguete que nos divierte con sus gestos, balbuceos y gracias, provocándole a repetirlas de modo abusivo, y a veces intempestivo, pensando sólo en nuestra satisfacción. Al niño hay que tratarle como él lo necesita. No como a nosotros nos gusta».

Es necesario saber escuchar a los pequeños sus pequeñas preocupaciones. Así se les prepara el camino de la confianza para cuando tengan que contar confidencias más importantes.

Debes preocuparte de que tus hijos no aprendan de sus amigos de la calle de dónde vienen los niños. Evidentemente que ellos procurarán enterarse. Si tú les abandonas en este punto, cuando les entre la curiosidad, irán a sus amigos que más saben de esto, que, naturalmente, serán los más golfos. Puedes imaginarte la clase de información que tus hijos recibirán de ellos. Si tus respuestas a sus preguntas son oscuras o con evasivas, el niño se dará cuenta de que ha topado con algo misterioso y se callará; pero su curiosidad aumentará e irá a preguntar donde le ofrezcan confianza.

En materia sexual el niño tiene necesidad de saber, y por lo tanto hay obligación de informarle. Pero esta información no es conveniente que la reciba de sus amigotes que lo harán de modo chabacano, deformado, degradando la sexualidad, y envileciendo el misterio de la vida. Hay que hacerlo de una manera sana, clara, correcta, digna y adecuada.

Es indispensable que te encargues de hacerlo tú con discreción, prudencia, método y tacto. A los niños hay que iniciarlos conforme avanza su edad, en una positiva y prudente educación sexual .

Puede ayudarte en este importante asunto un pequeño libro titulado «Iniciación de los niños en la vida». Este libro te dará normas acertadísimas, e incluso al discursito ya hecho para distintas edades y sexos. Hay quien opina que es mejor esperar a que el niño pregunte.

Pero, y si el niño tiene vergüenza de preguntar a sus padres?. Y si el niño pregunta primero en la calle? Además en muchos casos la calle se adelanta a informar al niño antes de que éste pregunte. Una de las edades más peligrosas de los niños es entre nueve y once años, y hay que orientarlos. No olvides nunca que en esta materia es preferible llegar con un mes de anticipación que con un día de retraso .

Es importante que los niños se sientan superiores a sus compañeros por la buena información que sus padres les han proporcionado, y porque saben les tendrán al corriente de todo lo que quieran preguntar.

Conozco un niño que cuando sus compañeros quisieron hablarle de cosas escabrosas, él les respondió: Todo esto ya lo sé yo, porque me lo ha explicado mi padre . Y se marchó. Su padre está orgulloso de haberle preparado bien.

En esta materia, ante las preguntas de los niños hay tres posturas:

  1. a) El silencio y las evasivas: lo cual es hacer que el niño vaya a preguntar a otro sitio, lo mismo que iría a satisfacer su hambre si nosotros no le diéramos pan. Una madre a quien su hija le preguntó sobre el origen de los niños, le respondió dándole un bofetón: una niña educada no preguntas esas cosas . Proceder lamentable. El silencio de los padres sobre el sexo es causa de que el niño crea que el sexo es algo malo .
  2. b) La segunda postura es responder con mentiras, lo cual les hará perder la confianza en vosotros cuando averigüen la verdad; y se formarán una idea equivocada del problema al ver que se trata de una cosa vergonzosa de la cual no se puede hablar en casa. Además sentirán una reacción desfavorable hacia sus padres que les engañaron y les llevaron a hacer el ridículo ante sus amigos por creerse lo de la cigüeña, niños de París, etc.
  3. c) La tercera actitud es la acertada: responder con lealtad, con respuestas breves, claras, sencillas y naturales, enteramente verdaderas, aunque no se diga toda la verdad de una vez, sino escalonadamente, en diversas ocasiones, según las circunstancias, y grado de comprensión del niño.

Esta explicación debe rodearse de un gran ambiente de elevación, dulzura, delicadeza y sobrenaturalidad . Hacer la información gradualmente, según el niño vaya preguntando, satisfaciendo siempre su curiosidad. Si el niño tarda en preguntar, provocar con tacto la pregunta, para que de esto hable en casa antes que en la calle. Las primeras preguntas pueden surgir a los cuatro o cinco años. «Antes de los nueve o diez años debe saber que el niño comienza a crecer en la madre por amor del padre».

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Te voy a poner aquí un ejemplo de un posible diálogo de un niño con su madre, con las respuestas a las preguntas más comprometidas que los niños pueden hacer. Las he encontrado en varios libros que he leído sobre este tema. Evidentemente que no es para que des la respuesta al pie de la letra. Es para que te orientes en las respuestas que necesites, y las acomodes a la edad, sexo, madurez, etc., del niño que pregunta.

– De dónde ha venido mi hermanito?

– Se lo ha mandado Dios a papá y a mamá porque se quieren mucho.

– Entonces tía María y tío Pepe no se quieren porque Dios no les manda ningún hijo.

– Es que los hijos son un regalo de Dios, y ese regalo Dios no se lo da a todos.

– Y cómo vienen?

– Dios ha puesto en la barriga de las madres un nido muy abrigadito. Y ahí está el niño durante nueve meses, porque al principio es muy pequeñito y se le podría pisar como a una hormiguita.

También yo te he llevado a ti nueve meses debajo de mi corazón y te he alimentado con mi sangre.

Por eso te quiero tanto, porque eres hijo de mi sangre. Cuando yo te llevaba dentro de mí, pensaba mucho en ti, te preparaba la cuna, los pañales, las camisitas y muchas cosas más; y rezaba mucho a Dios por ti. Cuando ya fuiste un poco mayor entonces te di a luz. Eso me hizo sufrir fuertes dolores, y tuve que guardar cama. Pero estos dolores se transformaron en alegría cuando te tuve en mis brazos y pude abrazarte y besarte.

– Y por qué te hice sufrir?

– Porque cuando saliste de dentro de mi cuerpo eras ya grandecito, y me costó mucho trabajo.

– Y por dónde salí?

– Por una puerta que Dios ha puesto en el cuerpo de las mujeres, y que llevamos siempre tapada, porque las personas mayores nunca enseñan eso.

– Dónde está esa puerta?

– Entre las piernas. Por donde se orina. Esta puerta se estira como si fuera de goma, para que pueda salir el niño. Primero sale la cabeza, después los hombros, los brazos y por fin las piernas. Así naciste tú.

Puedes imaginarte la alegría que sentí cuando puede tenerte en mis brazos?

– Y por qué soy también hijo de papá?

– Porque el padre es el que pone las semillas de la vida dentro del cuerpo de la madre.

– Y cómo se hace eso?

– Dios ha hecho el cuerpo del hombre distinto del cuerpo de la mujer para que cuando estén casados puedan unirse de modo que el padre deje la semilla de la vida dentro del cuerpo de la madre. La puerta por donde sale el niño al nacer, fue nueve meses antes la puerta por donde entraron las semillas de la vida que el padre donó a la madre.

– Pues yo tengo un amigo que no tiene padre.

– Porque se habrá muerto o se habrá ido.

– Es que su madre es soltera.

– Eso quiere decir que su padre hizo mal, y no quiso casarse con su madre; pero todos los niños nacen de la unión de un padre y una madre.

– Y por qué tienen hijos las solteras?

– No deben tenerlos, pues no tienen marido. Pueden tenerlos si ceden su cuerpo a un hombre. Pero esto es un pecado en una mujer soltera. A veces ocurre sin culpa de ellas, por violencia o engaño de hombres malvados.

– Por eso en el colegio hablaban de uno que era un sinvergüenza porque había tenido un hijo de una muchacha soltera.

– Claro. Eso es un pecado enorme. Pero en el colegio no hables de estas cosas. Todo lo que quieras saber, yo te lo explicaré. Hablaremos de todo esto siempre que quieras. Pero tú con tus amigos no debes hablar de estas cosas. A lo mejor hay algún niño a quien sus padres le han contado el cuento de la cigüeña, pensando que no podría entender esto que yo te he explicado a ti, y no está bien que dejes mal a sus padres. Y si hay alguno que quiera hablarte de estas cosas, tú le dices que ya te he explicado yo todo. Y a mí me preguntas todo lo que quieras, que yo te lo explicaré mejor que nadie, porque soy tu madre .

Frecuentemente será fácil satisfacer la curiosidad del niño respecto al otro sexo mostrándole a un niño (o niña) de corta edad desnudo. Es preferible evitar las exhibiciones de adultos desnudos.

Nuestra sociedad no lo admite, y se puede ofender al niño .

Es conveniente que la madre instruya a su hija sobre el significado y normalidad de la menstruación cuando haya cumplido los diez años , para que si apareciera en edad prematura no le cause impacto psicológico perjudicial. El modo de hacerlo puede ser una cosa así: La obra más grande que puede hacer una mujer es tener un hijo. Esto ocurre cuando la mujer se casa. Pero desde pequeña, Dios va preparando el cuerpo de la mujer, y todos los meses se forma un nido para el posible hijo. Al no tener el hijo, el nido se deshace y sale por abajo un poco de sangre, pero no duele nada .

Lo mismo hay que hacer con los chicos sobre los derrames nocturnos, para que sepan que son fenómenos perfectamente normales, previstos por Dios para que el cuerpo elimine las secreciones sobrantes que no necesita para su fortalecimiento.

Si los padres explican a sus hijos adolescentes las emisiones nocturnas de semen y la menstruación, respectivamente, antes de que esto ocurra, cuando llegue ese momento, lo aceptarán con toda naturalidad.

No es lo mismo información sexual que educación sexual . La información sexual es más fácil, pero no basta. Se ha comprobado que a más información sexual , más embarazos de adolescentes, enfermedades venéreas, etc. La educación sexual debe procurar la maduración afectiva del niño, hacerlo llegar a ser dueño de sí y a usar rectamente del sexo . La educación lleva al hombre a practicar el bien. «La virtud no es cuestión de enseñanza solamente. Muchas veces comprobamos que el problema no es de desconocimiento de lo que hay que hacer, sino que falta el necesario esfuerzo para hacerlo. (…).

Las virtudes se logran a costa del propio esfuerzo, pero es fundamental que este esfuerzo esté acompañado de una convicción intelectual».

Al hombre no le basta saber lo que es verdad y lo que es bueno, necesita además una motivación que le anime a vivirlo. Y en eso consiste la educación. La experiencia cotidiana enseña que al hombre no le basta conocer el bien para practicarlo. Ya lo dijo Ovidio hace dos mil años: «Conozco el bien y lo apruebo, pero practico el mal».

La experiencia ha demostrado que una información sexual insistente, como la que hoy padecemos, es de efectos negativos, pues se convierte en excitación sexual.

«La enseñanza no es nunca una educación completa. Ha de ser complementada por el esfuerzo personal, por la lucha. Esto es especialmente cierto en lo relativo a la educación sexual. El uso cristiano de la sexualidad no se realiza sin esfuerzo, sin un esfuerzo que a veces tiene que ser heroico. Esto vale principalmente para la juventud, en la cual la fuerza de las tendencias sexuales y la poca madurez de la personalidad del joven, exigen una lucha mucho más rigurosa. Por otra parte, la juventud es también la época más adecuada para entender la vida como lucha, para despreciar la comodidad.

Fortalecer en la juventud la conciencia de que una vida humana sólo se realiza a través de la lucha, es poner uno de los fundamentos más firmes para la educación en el aspecto sexual.

En esa lucha tienen que emplearse recursos humanos y sobrenaturales, porque también en este campo lo natural y lo sobrenatural se influyen mutuamente.

La oración y los sacramentos son como las dos direcciones del camino que une al hombre con Dios.

La oración es fundamentalmente petición, camino del hombre hacia Dios; los sacramentos son las sendas por donde Dios nos envía su gracia, camino de Dios hacia el hombre. La oración y los sacramentos están en la base de la educación sexual.

En cuanto a la Virgen, Ella es llena de Gracia, es la protagonista del amor más puro y más hondo que haya podido tener criatura alguna. Es Madre nuestra y está delante de Dios para hablar bien de nosotros, para interceder por nosotros».

Las caídas en materia de sexualidad se deben, más que a la falta de información, a la debilidad de la voluntad, expuesta a toda clase de tentaciones que sólo pueden superarse con esfuerzo humano auxiliado por la gracia de Dios.

El padre Martín Descalzo en su libro «Razones desde la otra orilla» dice que la campaña recomendando preservativos a la juventud es un reconocimiento del fracaso de la educación sexual.

Como no se ha sabido educar a los jóvenes para que controlen el instinto sexual se les da un preservativo para complacerles. Como el chupete que se da al niño que ha cogido una rabieta.

«Una educación sexual bien hecha -iniciación y educación-, es necesaria, y el hacerla con discreción y delicadeza corresponde como un derecho y un deber a los padres, que lógicamente se han de preparar y empeñar en ella. Sería un error dejar esta educación, por un silencio culpable, a agentes inadecuados que el niño encontrará, quienes inevitablemente harán su pseudoeducación. Nadie puede marginar a los padres de esta tarea, y nadie les suplirá como es debido con tal que ellos lo hagan bien. En todo caso, ha de quedar bien claro siempre, que, siendo la educación sexual una parte de la educación total de la persona, no son lícitos los experimentos perjudiciales para la integridad y el equilibrio personal, ya sea en el aspecto individual, ya sea de cara a la apertura hacia los otros. Es bueno también recordar que los padres, sobre todo los que dan una iniciación, acaso prematura, persuadan a sus hijos de que no hablen de ello con otros. Si se lograse hacer esto, no serían tan frecuentes las conversaciones sobre temas sexuales, ni los padres tan frecuentemente suplantados por inoportunas revelaciones.

Una progresiva información de la realidad sexual, a nivel cultural y religiosa, se hace necesaria tan pronto como el niño va abriendo sus ojos a la vida personal y al mundo que lo rodea; pero la información sola no es suficiente. Se necesita, sobre todo, la educación de la persona en la castidad o pureza -virtud que proporciona dominio sobre la sexualidad- por medios idóneos. He aquí algunos: clima de ejemplaridad familiar, de diálogo y aprendizaje constante del amor evangélico y el dominio de sí mismo y, por encima de todo, de vivencia consciente de la oración y de los sacramentos.

Por la misma razón han de colaborar los gobernantes , gerentes del bien común. Su colaboración no ha de invadir, sino respetar la competencia de los padres y los derechos de la comunidad cristiana. Un programa realista de colaboración del Estado en este asunto habría de tener muy en cuenta problemas como el de la protección a la familia, la enseñanza, las condiciones de trabajo, alojamiento, la multiforme pornografía y anarquía del erotismo público, la llamada apertura cultural de los medios de comunicación social y otros, algunos de los cuales son realidades muy perniciosas, verdaderos agresores injustos -con bellos nombres- de los derechos de las personas débiles que, por sí mismas, no se pueden defender. El poder público es corresponsable, junto con los ciudadanos, de la defensa de sus valores y, en nuestro caso, no es justo que el pansexualismo posea un nivel tan alto de monopolio de la educación de la sexualidad.

La escuela -y ahora pensamos en la escuela católica- puede aportar buenos servicios a la recta educación sexual. Como una realidad subsidiaria ha de actuar con la anuencia y la cooperación de la familia educando integralmente al alumno y ayudándolo a integrar debidamente la sexualidad.

Además de esta educación genérica incumbe a la escuela hacerlo también de una manera más especifica, informando científicamente sobre el tema a nivel biológico y psicológico sin omitir el moral, de acuerdo siempre con los padres y evitando con extrema delicadeza que no se susciten problemas nuevos y graves, antes de resolver los ya existentes. Esto último es muy posible y de alta responsabilidad.

Puede presentarse el caso de que en una escuela, especialmente si no funciona en verdad como católica, se perturbe esta educación por la imprudencia de algún profesor, por presiones intencionadas de los alumnos -o por fuerzas de fuera que influyen en la misma- o por una insistencia morbosa sobre el asunto. Cuando ocurre eso, lo que tendría que ser verdadero elemento de educación, es posible se convierta en una clase de juegos preferidos, refugio de erotismo, y, en fin de cuentas, de pornografía. Por tanto, hay que exigir un clima de delicadeza y de respeto muy acentuado hacia las personas de los educandos de ambos sexos.

Querríamos decir a los educadores que no se permitan iniciativas caprichosas sin contar con los padres; no es justo que éstos se encuentren, a veces, sorprendidos por hechos consumados de conferencias, cursillos y proyecciones de temas sexuales, en escuelas católicas que no han tenido en cuenta la Doctrina de la Iglesia».

La Comisión Permanente del Episcopado Español ha protestado por la difusión entre los jóvenes de unos folletos distribuidos por algunas entidades socialistas de la Administración Pública Española, que pretenden ser de educación sexual y lo que hacen es incitar al libertinaje sexual, animando al ejercicio de la sexualidad solamente por la satisfacción egoísta del placer, indiferentemente de que se haga por medio del vicio solitario o con otra persona de diferente o del mismo sexo, sin ninguna relación con la moral y la integración de la sexualidad en la maduración de la persona humana, haciendo de la vida sexual un juego y pasatiempo, algo trivial y carente de pleno sentido humano.

Entre otras cosas dice:

«Estas orientaciones relativas a la conducta sexual se oponen a los valores y bienes fundamentales de la sexualidad humana y a las enseñanzas morales de la Iglesia… Sentimos el deber de denunciar que tales orientaciones degradan y pervierten las conciencias de los jóvenes… Con frecuencia se une esta difusión de inmoralidad en el campo sexual con ataque a la fe cristiana».

«Cuando autoridades civiles, de cualquier rango, promueven la difusión de los citados cuadernos en centros escolares cometen un verdadero abuso de autoridad. Los poderes públicos vulneran claramente los derechos de los ciudadanos en la medida que, a través de las indicadas iniciativas pedagógicas o de poderosos medios de comunicación, tratan de establecer en el conjunto de la sociedad una determinada concepción de la conducta sexual, que implica una forma definida de entender el hombre y su destino. No pertenece ni al Estado ni siquiera a los partidos políticos tratar de implantar en la sociedad una determinada concepción del hombre y de la moral por medios que supongan de hecho una presión indebida sobre los ciudadanos contraria a sus convicciones morales y religiosas.

A los organismos estatales compete, en cambio, tutelar a los ciudadanos contra los desórdenes morales y toda forma de agresión sexual, especialmente el abuso de menores y, en general, contra la degradación de costumbres y la permisividad sin límites. Teniendo en cuenta el pluralismo de la sociedad moderna y la debida libertad religiosa, corresponde al Estado ayudar a las familias para que pueda darse a sus hijos en todas las escuelas una educación conforme a los principios morales y religiosos profesados por sus padres, tal como prescribe la Constitución Española. La propia Constitución establece las normas de protección de la moralidad de los niños y jóvenes.

Está en juego el bien común de la sociedad: una comunidad humana que no alcance un grado suficiente de adhesión a valores morales fundamentales como son, en este caso, los relativos a la sexualidad y a la familia se autodestruye».

El arzobispo de Valladolid, José Delicado Baeza , en una carta pastoral se lamenta de la frivolidad con la que en algunos sitios se realiza la educación sexual, estimulando al sexo más que educándolo, añadiendo: «La castidad no es la única, ni siquiera la principal virtud cristiana, pero es una virtud necesaria para vivir en gracia».

«La educación sexual de hace años tuvo sus errores. Pero hoy algunos llaman educación sexual a lo que es pura pornografía. Algunos han olvidado que el hombre, además de cuerpo tiene espíritu, y que el comportamiento sexual del hombre no puede ser lo mismo que el de un animal. El instinto sexual del hombre debe ser dirigido por la razón y la voluntad. De esta manera se eleva, se dignifica, se espiritualiza.

El libertinaje sexual tiene peores problemas que la represión. Las aberraciones sexuales se difunden alarmantemente. Y es que el hombre necesita una ética, una norma moral. Su conducta no se regula por el instinto, como en los animales que nunca comen si no lo necesitan, ni engendran fuera de los tiempos de celo».

Es, sobre todo, importante que los padres se preocupen de la instrucción religiosa de sus hijos. Si ellos no saben o no pueden hacerlo, tienen que buscar quien supla esta obligación; ya en la escuela, ya en la catequesis de la parroquia. Pero dice el Nuevo Código de Derecho Canónico «a los padres corresponde en primer lugar la educación cristiana de sus hijos» . Al niño pequeño hay que obligarle a ciertas cosas (urbanidad, higiene, etc.) aunque él no entienda su valor. Poco a poco irá captando su sentido y cuando sea mayor las realizará por propia convicción. Lo mismo hay que hacer en la educación religiosa.

Los domingos llévatelos de paseo o al campo; y a la vuelta haz una visita en alguna iglesia y enséñales desde pequeñitos dónde está el Señor, para que aprendan a pedirle cosas y a hablar con Él. Desde los primeros años conviene infundirles una vida de piedad. Esto es insustituible. Deberías tener la costumbre de rezar algo en común:

bendecir la mesa, rezar en el automóvil en los desplazamientos dominicales, etc. Hogar que reza unido, hogar que permanece unido .

Los hijos son el encanto de los hogares, la alegría y la ternura de los padres, los perpetuadores de su nombre, el estímulo de sus trabajos, el consuelo de sus sufrimientos y la esperanza de su vejez.

Los niños fortalecen el amor de sus padres. Las estadísticas internacionales demuestran que hay menos rompimientos en los matrimonios con hijos. Los hijos enriquecen el amor conyugal. Hacen superar el egoísmo. El amor del marido a la esposa puede tener un matiz egoísta por los placeres físicos que le proporciona y por los servicios que le presta. El hijo va a aumentar sus sacrificios, y sin embargo lo ama. Igualmente en ella, la maternidad despierta enormemente la capacidad de amor sacrificado.

Hogar donde abundan los niños es hogar feliz.

Los niños arman ruido; pero, qué triste es el silencio de un hogar sin niños! Qué sola es la vejez sin hijos! Los hijos son el más fuerte vínculo de unión entre los esposos. Llenan de ilusión la vida. A veces dan disgustos, pero su amor hace felices a los padres.

El futuro de la humanidad se fragua en la familia. Por consiguiente, es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la familia .

«Son bien conocidos los problemas que en nuestros días asedian al matrimonio y a la institución familiar. Por eso es necesario presentar con autenticidad el ideal de la familia cristiana basado en la unidad y fidelidad del matrimonio abierto a la fecundidad y guiado por el amor. Y, cómo no expresar vivo apoyo a los reiterados pronunciamientos del episcopado español en favor de la vida y sobre la ilicitud del aborto? Exhorto a todos a no desistir en la defensa de la dignidad de toda vida humana, en la indisolubilidad del matrimonio, en la fidelidad del amor conyugal, en la educación de los niños y jóvenes siguiendo los principios cristianos, frente a ideologías ciegas que niegan la trascendencia, y a las que la historia reciente ha descalificado al mostrar su verdadero rostro», así hablaba el Papa Juan Pablo II en Junio de 1993 en la homilía de la misa de la canonización en Madrid de San Enrique de Ossó.

La familia es la base de la sociedad, por eso Pío XII dijo el 9 de mayo de 1957: «La sociedad es para la familia, y no la familia para la sociedad». La familia es la institución natural establecida universalmente en el tiempo y en el espacio. Donde tiene origen la vida humana, el recinto de la educación y el vínculo de la transmisión normativa. Pero para que esta transmisión sea eficaz la normativa moral y religiosa debe hacerse con convicción, con motivación y con el ejemplo.

No puede haber contradicción entre lo que se dice y lo que se hace.

Se educa más con lo que se hace que con lo que se dice. En la familia todo educa o deseduca. La familia es el clima ideal para la educación de un niño.

La familia tiene un valor insustituible para los hijos. Un hijo sin familia queda traumatizado.

Las estadísticas de delincuentes juveniles y de anormalidades psíquicas hablan bien claro. Según Katherin Kasun, Presidenta de «Family campaign Fundation» de Suecia, en un país donde el Estado ha sustituido en gran parte a la familia en la educación de los hijos, de cada cuatro niños, uno necesita un psiquiatra, y el número de suicidios en menores de 16 años ha sido de 130 al año, y va en aumento.

Una sociedad que destruye la familia se suicida . El mayor tesoro de una nación son los niños. El futuro depende más de los niños que de las carreteras. Los niños necesitan un hogar. La guardería no puede suplir el hogar. Los psiquiatras hablan de los traumas psíquicos de los niños que no han conocido el cariño y el calor de un hogar .

Una de las edades más difíciles para la educación de los hijos es la adolescencia . El adolescente empieza a descubrir su propia personalidad, y siente necesidad de afirmarla. Esto le inclina a la rebeldía en todos los órdenes. La educación, la virtud, o el buen carácter, pueden dominar este espíritu rebelde. Pero esta rebeldía de los adolescentes no debe extrañarnos. Lo que debemos hacer es saber cómo educarla. Es un momento difícil. Las personas mayores tienden a tratarlos de críos , y esto a ellos les subleva. Ellos se sienten personas, y quieren ser respetados. El tratarlos de modo despectivo e irónico puede ser contraproducente. Sin perder la autoridad paterna es bueno lograr la amistad del hijo, para que se someta de buena gana al verse tratado con consideración. Las fanfarronadas del adolescente son pura fachada. Por dentro se encuentra inseguro. Necesita consejo. Pero hay que dárselo sin que él se sienta disminuido, porque entonces no lo aceptará. El adolescente necesita afirmar su personalidad, su independencia, quiere ser él, decidir él, ser responsable de sí mismo.

Empieza su camino hacia la adultez, y sólo si es aceptado así se reincorporará emocionalmente a la vida del hogar. Los padres deben ayudar a que su hijo vaya madurando en su adultez. No prohibir con autoritarismo, sino obligado por razones y siempre en bien del hijo; hacérselo ver así con amor. No se trata de entorpecer su madurez, sino de ayudarle en su autodesarrollo. El adolescente rechaza todo lo que sea imposición que pueda poner en peligro su personalidad naciente. No acepta que se le trate como a un niño.

«Los adolescentes se muestran inseguros, les falta unidad interior, les falta el sentido de la seguridad, base fundamental de un desarrollo armonioso.

El sentimiento de seguridad lo adquieren cuando encuentran en el hogar amor y autoridad: amor sobre todo en la madre, y autoridad en el padre. Lo que no significa que la madre no pueda ejercer autoridad, y que el padre no muestre afecto.

El amor materno es indispensable para la salud física y psíquica del hijo. Las graves faltas en la personalidad del adulto provienen principalmente de la falta de amor en la infancia y en la adolescencia.Los criminólogos nos aseguran que los jóvenes delincuentes tienen la convicción de que nunca encontraron amor en la familia. La madre debe ser el corazón del hogar y mantener en él vivo el fuego del cariño.

Desgraciadamente, en nuestros días, muchas mujeres queriendo igualarse a los hombres , procuran desarrollar actitudes francamente masculinas con detrimento de las maternales, lo cual luego perjudicará la educación de los hijos que necesitarán de ellas.

También hay otro exceso: el cuidar demasiado del hijo y endiosarlo con mimos. Eso puede causar una fijación en la infantilidad e impedirle la necesaria emancipación. Los que fueron tratados como pétalos de rosa, no saben reaccionar más tarde ante las dificultades de la vida, incapaces de hacer algo sin la ayuda de los demás. Es preciso educar al niño para su propio bien, para desarrollar su propia personalidad.

El padre es también indispensable en la educación del niño, que necesita de su dirección y autoridad. Muchos padres no entienden esto.

Llegan cansados por la noche al hogar, y no prestan ninguna atención a los hijos.

Hay que buscar tiempo para estar con ellos, dialogar, inspirarles confianza, darles ánimo, oírles con simpatía y comprensión.También el padre debe evitar demasiada protección y mimos a sus hijos.

Pueden engendrar en ellos la pusilanimidad, el miedo ante la vida, el temor a la responsabilidad.

La autoridad paterna es imprescindible para el desarrollo afectivo del hijo. últimamente se ha hablado mucho de las consecuencias de la falta de amor materno; la carencia de la autoridad del padre no es menos funesta…

Eduquen a los hijos con amor, comprensión y firmeza. El amor materno y la autoridad paterna son las dos grandes columnas en que descansa la educación de niños y adolescentes».

La fuerza de voluntad es muy importante en la vida. Se consigue con entrenamiento, como en una competición deportiva. Para conseguirla hace falta una gran dosis de animación. Es necesario el premio: el estímulo, la atención y la alabanza frecuente. La vida es dura y sólo a base de coraje se logra la cima de los fuertes.

Hoy se da con relativa frecuencia lo que Enrique Rojas llama la filosofía de «lo que me apetece».

Hago esto porque me apetece. No hago esto porque no me apetece. Son esclavos de lo que pide el cuerpo. Volubles como la veleta que gira según el viento que sopla. Incapaces de objetivos concretos. Sin embargo, una persona que tiene educada su voluntad consigue lo que quiere, si es constante. Para tener voluntad hay que empezar por tener dominio propio. No hacer lo que me apetece, sino lo que es mejor.

Puede ser que me apetezca lo mejor, pero esto no siempre pasa. Para educar la voluntad hace falta un aprendizaje gradual que se consigue con la repetición de actos donde uno se vence en los gustos hasta adquirir «el hábito positivo». Esto da paz, alegría y felicidad.

Sería conveniente enseñarle a hacer pequeños sacrificios: renunciar a una golosina, retrasar el momento de saciar la sed, dejar de ver la televisión, comer lo que no le gusta, dejar hablar a los demás, no gastar en cosas superfluas, etc. Esto educa su voluntad, lo cual le va a ser muy útil el día de mañana. Aristóteles sostenía que la auténtica manifestación de fuerza de voluntad se mide en el dominio propio. La vía del menor esfuerzo no conduce nunca a la maduración .

Es necesario no sólo animar a que el niño se esfuerce por conseguir unas metas, sino también ir alabando con cierta continuidad lo poco o mucho que, de hecho, consiga en cada momento.

El niño, de pequeño, no tiene criterio. El bien y el mal se aprende fundamentalmente de los mayores.

Antes de que nadie lo malee, es necesario darle base moral sólida, formarle la conciencia, inculcarle el sentido del deber, corregir lo defectuoso y dejar bien claro dónde está la virtud.

Continúa…

Parte 03 – Cuarto Mandamiento de Dios

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

PARA SALVARTE – PADRE JORGE LORING

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Cuaresma: Día 09

CUARESMA: DÍA 09

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios y los pecados con los cuales pecamos contra este mandamiento.

Hoy revisaremos el Cuarto Mandamiento de Dios: Honrarás a tu Padre y a tu Madre

Honrar a los padres es obedecer, si se vive bajo su potestad, sus mandatos; mientras no manden lo que es pecado, pues «es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres». También asistirlos en sus necesidades y reverenciarlos con amor. «Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor».

En algunas traducciones del Evangelio hay una frase que puede entenderse mal. Dice Jesucristo : «El que no odia a sus padres no es digno de Mí». Hay que tener en cuenta que la palabra «odiar» en hebreo no tiene el mismo sentido que en castellano. En hebreo significa «tener en menos». Por lo tanto el sentido de la frase es:

«El que antepone sus padres a Mí, no es digno de Mí».

La desobediencia a los padres es más grave cuando se trata de cosas relacionadas con el bien de nuestra alma : deberes religiosos, amistades, diversiones, etc.

La obediencia a los padres cesa con la emancipación de los hijos, pero no el respeto que les es debido, el cual permanece para siempre .

Tus padres lo son todo para ti. Aunque sean viejos y achacosos, debes conservarles el respeto y el cariño. No seas jamás un hijo desagradecido . Todo lo que tienes, a ellos se lo debes. Dice la Biblia: «Cómo podrías pagarles lo que han hecho por ti?». Piensa en los pobres niños abandonados que no conocen a su padre, ni saben lo que es el cariño de una madre.

A los padres no basta quererlos, hay que manifestárselo. No hay en el mundo amor más desinteresado que el de los padres: no es mucho pedir que ellos reciban alguna cálida manifestación de cariño de sus hijos, que tanto agradecen.

Hoy se habla poco de obedecer a los padres. Incluso algunos hijos se creen que desobedeciendo dan muestras de independencia y personalidad.

Es decir, que consideran la desobediencia como una valor. Esto es una equivocación. Esos mismos jóvenes que no obedecen a sus padres que les aman, luego obedecen a los amigos, a las modas, o a sus caprichos que les tiranizan. Cambian de obediencia : la buena por la mala. Ser libre no es hacer lo que me da la gana. Ése es esclavo de sus caprichos.

Libre es el que voluntariamente cumple con su deber. La persona más libre fue Jesucristo , que era Dios. Sin embargo cumplió con la voluntad de su Padre.

Hoy día es muy fácil que los hijos se contagien del espíritu de rebeldía y libertad desenfrenada del ambiente. El P. César Vaca, O.S.A. escribió en el periódico Ya de Madrid: Criticar los falsos maestros, los malos educadores, los padres incomprensivos y egoístas, está bien; pero rechazar la disciplina familiar en globo, menospreciar sin compasión a cuantos ejercen la ardua tarea de la educación y la enseñanza, presentando como la mejor de las escuelas la anarquía de una libertad incontrolada, es colocarse al borde de la ruina .

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Los problemas que destacan en las páginas frontales de los periódicos de todo el mundo, son un reflejo de la falta de disposición de nuestra juventud para someterse a ningún sistema de valores que no sea la jerarquía de valores de su propio criterio. (…) Todos somos testigos de casos de adolescentes que son advertidos y aconsejados una y otra vez por padres experimentados y responsables, pero ellos prefieren “discurrir por su cuenta”, para descubrir demasiado tarde lo que su padre le predecía certeramente. Por desgracia, son muchos los jóvenes que no quieren escuchar consejos. Semejante hostilidad de la gente joven hacia la autoridad paterna supone que ellos se oponen irrazonablemente a los beneficios de la experiencia Los hijos deben ayudar en la vida de familia. En todas las familias se necesita la colaboración de los hijos. Entre todos se puede conseguir una vida familiar agradable y alegre. En nuestra sociedad el número de personas que alcanza una edad avanzada es cada vez mayor. Los ancianos se encuentran con problemas que hacen más dura su ancianidad: ya no pueden trabajar, algunos están enfermos, otros solos. Todos los miembros de la sociedad deben sentirse responsables de la atención a los ancianos, especialmente los hijos .

Continúa…

Parte 02 – Cuarto Mandamiento de Dios

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Cuaresma: Día 08

CUARESMA: DÍA 08

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios y los pecados con los cuales pecamos contra este mandamiento.

Hoy revisaremos el Tercer Mandamiento de Dios: Santificarás las fiestas.

Santificar las fiestas es oír Misa entera y no trabajar sin verdadera necesidad .

El día más grande del año es el domingo de la Resurrección del Señor.

Todos los domingos son una conmemoración de este gran día de Pascua.

En el Antiguo Testamento el día de fiesta era el sábado.

Pero los Apóstoles lo trasladaron al domingo porque en este día resucitó Nuestro Señor .

En los Hechos de los Apóstoles se nos cuenta que los cristianos se reunían los domingos para celebrar la Eucaristía.

Y la «Didajé» escrita entre los años 80 y 90 de Nuestra Era afirma que los cristianos asistían a Misa el domingo.

Están obligados a oír Misa entera los días de precepto todos los bautizados que han cumplido los siete años y tienen uso de razón .

«Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave».

Una falta habitual a la Santa Misa, sin causa excusante, supone un desprecio del precepto.

El precepto de oír Misa consiste en asistencia personal a la iglesia.

No satisface el precepto quien la oye por televisión. Aunque oír Misa por televisión siempre será unan cosa laudable, pero no suple la obligación de ir a oírla personalmente, a no ser que haya una causa excusante.

Además de la presencia física es necesario estar presente también mentalmente, es decir, atendiendo.

Una distracción voluntaria puede ser pecado, si es prolongada. Las distracciones involuntarias no son pecado.

cuaresma guia para una buena confesion krouillong pecados capitales comunion en la mano

El precepto es de oír Misa entera, pero omitir una pequeña parte, al principio o al final, no es pecado grave .

Aunque lo mejor es oírla desde que sale el sacerdote hasta que se retira. Al que llega después de haber empezado el Ofertorio, esa Misa no le vale .

El precepto de oír Misa puede cumplirse el sábado por la tarde. Lo mismo en las vísperas de las demás fiestas de precepto .

Cuando hay dos fiestas de precepto seguidas, hay que oír Misa por cada día, en las horas oportunas.

Decir que lo mismo da ir a Misa el domingo que el lunes es como decir que lo mismo da ir a felicitar a tu padre porque es su santo, el día que acude toda la familia, o tres días después porque es más cómodo para ti.

Quedan excusados de ir a Misa los que tienen algún impedimento:

una enfermedad que no permita salir de casa, un viaje que no te dé tiempo de oírla, el vivir lejos de la iglesia más cercana, una ocupación que no puede abandonarse, por ejemplo: los que cuidan enfermos y no tienen quien los sustituya.

Para saber cuándo tenemos un motivo razonable que nos excuse de ir a Misa lo mejor es consultar con un sacerdote.

Si no tienes un sacerdote a mano, y te urge solucionar tu duda, puede ayudarte la norma siguiente:

Puedes dejar la Misa si, dadas las circunstancias en que te encuentras, dejarías también prudentemente un negocio de cierta importancia para ti .

Si en esas circunstancias en que te encuentras tuvieras una ocasión única de cobrar cien mil pesetas, dejarías pasar esa ocasión?

Pues la Misa vale más de un millón. Tiene valor infinito. Recuerda lo que te he dicho de la Misa en el n 50.

65,3. Los domingos y fiestas de precepto hay que abstenerse de los trabajos que impiden dar culto a Dios.

A no ser que sean necesarios para el Servicio Público, o no se puedan aplazar por circunstancias imprevistas o por ser urgentes .

Para santificar las fiestas es necesario, lo primero, cumplir con el precepto de oír Misa y de no trabajar sin necesidad.

Pero luego hay que evitar toda diversión que suponga una ofensa de Dios. La palabra Domingo significa Día del Señor , y muchos, con sus pecados, lo convierten en día de Satanás.

Podrías emplear las fiestas en participar más de la vida de familia, instruyéndote en Religión y en cultura, descansando con distracciones sanas y honestas, saliendo de excursión, haciendo deporte, etc.; pero no dedicándote a profanarlas con diversiones pecaminosas .

Es necesario que te busques el modo de pasar las fiestas distraídamente, pero sin ofender a Dios.

Las obras de misericordia , las visitas a enfermos, a necesitados, y las obras de apostolado que tengas en la parroquia, además de distraerte, son un modo muy provechoso de pasar parte de las fiestas .

Los libros buenos pueden ser también un provechoso descanso para los domingos y días de fiesta.

Libros que formen tu carácter, que completen tus conocimientos, tu cultura, tu formación religiosa.

Pero no te aficiones a la lectura de novelas que pueden hacerte daño y, en el mejor de los casos, son una pérdida inútil de tiempo.

En el Apéndice tienes una lista de libros provechosos.

Un libro bueno puede hacer mucho bien.

Pero un libro malo, mucho mal; pues con razones más o menos aparentes, con sofismas, y a veces hasta con auténticas falsedades, puede destruir los fundamentos de la fe y nuestras razones de vivir.

«Debe advertirse a los fieles la necesidad de leer y difundir la prensa católica para conseguir un criterio cristiano sobre todos los acontecimientos».

Hay que tener mucho cuidado con los libros que pervierten las ideas y costumbres. Si alguno de éstos viene a nuestras manos, debemos destruirlo para que no haga daño a nadie. El mejor sitio para un libro malo es el fuego.

65,6. Son días de precepto :

Todos los domingos del año.

Santa María Madre de Dios (1 de enero).

Reyes (6 de enero).

San José (19 de marzo).

Santiago (25 de julio). Propia de España.

Asunción (15 de agosto).

Todos los Santos (1 de noviembre).

Inmaculada (8 de diciembre).

Navidad (25 de diciembre).

Ésta es la lista de las fiestas de precepto comunes en España. Pero en algunos sitios habrá que modificarla según las fiestas locales determinadas por el Obispo de la Diócesis.

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

PARA SALVARTE – PADRE JORGE LORING

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

Googlea “krouillong” y encuéntranos en nuestras redes sociales: Facebook, Twiter, Slideshare, Youtube, Gloria.tv, Ivoox, Soundcloud, Pinterest y May Feelings

Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

Descarga tu GUÍA PARA UNA BUENA CONFESIÓN

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Cuaresma: Día 07

CUARESMA: DÍA 07

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios y los pecados con los cuales pecamos contra este mandamiento.

Hoy revisaremos el Tercer Mandamiento de Dios: Santificarás las fiestas.

Santificar las fiestas es oír Misa entera y no trabajar sin verdadera necesidad .

El día más grande del año es el domingo de la Resurrección del Señor.

Todos los domingos son una conmemoración de este gran día de Pascua.

En el Antiguo Testamento el día de fiesta era el sábado.

Pero los Apóstoles lo trasladaron al domingo porque en este día resucitó Nuestro Señor .

En los Hechos de los Apóstoles se nos cuenta que los cristianos se reunían los domingos para celebrar la Eucaristía.

Y la «Didajé» escrita entre los años 80 y 90 de Nuestra Era afirma que los cristianos asistían a Misa el domingo.

Están obligados a oír Misa entera los días de precepto todos los bautizados que han cumplido los siete años y tienen uso de razón .

«Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave».

Una falta habitual a la Santa Misa, sin causa excusante, supone un desprecio del precepto.

El precepto de oír Misa consiste en asistencia personal a la iglesia.

No satisface el precepto quien la oye por televisión. Aunque oír Misa por televisión siempre será unan cosa laudable, pero no suple la obligación de ir a oírla personalmente, a no ser que haya una causa excusante.

Además de la presencia física es necesario estar presente también mentalmente, es decir, atendiendo.

Una distracción voluntaria puede ser pecado, si es prolongada. Las distracciones involuntarias no son pecado.

El precepto es de oír Misa entera, pero omitir una pequeña parte, al principio o al final, no es pecado grave .

Aunque lo mejor es oírla desde que sale el sacerdote hasta que se retira. Al que llega después de haber empezado el Ofertorio, esa Misa no le vale .

El precepto de oír Misa puede cumplirse el sábado por la tarde. Lo mismo en las vísperas de las demás fiestas de precepto .

Cuando hay dos fiestas de precepto seguidas, hay que oír Misa por cada día, en las horas oportunas.

Decir que lo mismo da ir a Misa el domingo que el lunes es como decir que lo mismo da ir a felicitar a tu padre porque es su santo, el día que acude toda la familia, o tres días después porque es más cómodo para ti.

Quedan excusados de ir a Misa los que tienen algún impedimento:

una enfermedad que no permita salir de casa, un viaje que no te dé tiempo de oírla, el vivir lejos de la iglesia más cercana, una ocupación que no puede abandonarse, por ejemplo: los que cuidan enfermos y no tienen quien los sustituya.

Para saber cuándo tenemos un motivo razonable que nos excuse de ir a Misa lo mejor es consultar con un sacerdote.

Si no tienes un sacerdote a mano, y te urge solucionar tu duda, puede ayudarte la norma siguiente:

Puedes dejar la Misa si, dadas las circunstancias en que te encuentras, dejarías también prudentemente un negocio de cierta importancia para ti .

Si en esas circunstancias en que te encuentras tuvieras una ocasión única de cobrar cien mil pesetas, dejarías pasar esa ocasión?

Pues la Misa vale más de un millón. Tiene valor infinito. Recuerda lo que te he dicho de la Misa en el n 50.

65,3. Los domingos y fiestas de precepto hay que abstenerse de los trabajos que impiden dar culto a Dios.

A no ser que sean necesarios para el Servicio Público, o no se puedan aplazar por circunstancias imprevistas o por ser urgentes .

Para santificar las fiestas es necesario, lo primero, cumplir con el precepto de oír Misa y de no trabajar sin necesidad.

Pero luego hay que evitar toda diversión que suponga una ofensa de Dios. La palabra Domingo significa Día del Señor , y muchos, con sus pecados, lo convierten en día de Satanás.

Podrías emplear las fiestas en participar más de la vida de familia, instruyéndote en Religión y en cultura, descansando con distracciones sanas y honestas, saliendo de excursión, haciendo deporte, etc.; pero no dedicándote a profanarlas con diversiones pecaminosas .

Es necesario que te busques el modo de pasar las fiestas distraídamente, pero sin ofender a Dios.

Las obras de misericordia , las visitas a enfermos, a necesitados, y las obras de apostolado que tengas en la parroquia, además de distraerte, son un modo muy provechoso de pasar parte de las fiestas .

Los libros buenos pueden ser también un provechoso descanso para los domingos y días de fiesta.

Libros que formen tu carácter, que completen tus conocimientos, tu cultura, tu formación religiosa.

Pero no te aficiones a la lectura de novelas que pueden hacerte daño y, en el mejor de los casos, son una pérdida inútil de tiempo.

En el Apéndice tienes una lista de libros provechosos.

Un libro bueno puede hacer mucho bien.

Pero un libro malo, mucho mal; pues con razones más o menos aparentes, con sofismas, y a veces hasta con auténticas falsedades, puede destruir los fundamentos de la fe y nuestras razones de vivir.

«Debe advertirse a los fieles la necesidad de leer y difundir la prensa católica para conseguir un criterio cristiano sobre todos los acontecimientos».

Hay que tener mucho cuidado con los libros que pervierten las ideas y costumbres. Si alguno de éstos viene a nuestras manos, debemos destruirlo para que no haga daño a nadie. El mejor sitio para un libro malo es el fuego.

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Son días de precepto :

Todos los domingos del año.

Santa María Madre de Dios (1 de enero).

Reyes (6 de enero).

San José (19 de marzo).

Santiago (25 de julio). Propia de España.

Asunción (15 de agosto).

Todos los Santos (1 de noviembre).

Inmaculada (8 de diciembre).

Navidad (25 de diciembre).

Ésta es la lista de las fiestas de precepto comunes en España. Pero en algunos sitios habrá que modificarla según las fiestas locales determinadas por el Obispo de la Diócesis.

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

PARA SALVARTE – PADRE JORGE LORING

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Cuaresma: Día 06

CUARESMA: DÍA 06

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios y los pecados con los cuales pecamos contra este mandamiento.

Hoy revisaremos el Segundo Mandamiento de Dios: No tomarás el Santo Nombre de Dios en vano.

El segundo mandamiento prohíbe todo uso inconveniente del nombre de Dios.

Toma el nombre de Dios el que jura , pues jurar es poner a Dios por testigo de la verdad de lo que se dice.

Para que el juramento sea lícito debe reunir las tres condiciones: que sea con verdad, que sea con justicia, y que haya verdadera necesidad . No es lícito jurar con duda. Debes estar moralmente cierto. La certeza moral excluye toda duda razonable, pero no excluye en absoluto el temor a equivocarse. Con todo, cuando se declara ante un tribunal se debe tener absoluta certeza de la cosa: como ocurre con lo que se conoce por propia experiencia, o se ha oído de personas que ofrecen total garantía. En este segundo caso hay que dejar bien claro que lo que se jura es haberlo oído a personas dignas de crédito. El que jura con mentira peca gravemente, si advierte que jura y sabe que miente. Poner a Dios por testigo de una falsedad es injuriarle gravemente.

Jurar sin justicia es jurar hacer algo malo o que sea en perjuicio del prójimo. El pecado será grave o leve según que lo que se jure sea grave o sea levemente ilícito.

Si lo que se ha jurado es malo, no se puede cumplir. Serían dos pecados. Uno por jurar una cosa mala, y otro por hacerla. Quien ha jurado hacer algo malo, debe dolerse de hacerlo jurado y no cumplirlo. Jurar sin necesidad es jurar sin tener motivo razonable para ello; como los que juran por costumbre.

El que jura con verdad pero sin necesidad, por costumbre, sin darse cuenta, no comete pecado grave; pero tiene que corregirse de su mala costumbre.

Para que haya verdadero juramento es necesario que haya intención de jurar y fórmula juratoria.

Quien finge jurar pronunciando la fórmula sin intención de jurar, peca porque esto es una injuria a Dios.

La verdadera fórmula juratoria debe incluir, implícita o explícitamente la invocación a Dios en testimonio de la verdad: te juro por Dios que… . Expresiones como: si no es verdad que me muera , por la salud de mi madre , etc., deben considerarse como fórmulas juratorias que suponen poner a Dios por testigo de la verdad, y que en caso contrario Él se encargará de castigar la mentira. Frases que a veces se usan en la conversación como júramelo , te lo juro , etc., no deben considerarse siempre como verdadero juramento, pues no tienen intención de jurar.

Pero es una fea costumbre que debe corregirse. Muchas personas juran por simple muletilla. Esto es indecoroso. Si quieres, puedes decir palabra de honor . Esto no es jurar; y debe bastar para reforzar tu afirmación. A quien no le baste esto, te ofende.

cuaresma guia para una buena confesion krouillong pecados capitales comunion en la mano

Peca, además, contra este mandamiento el que dice cosas contra la Religión, y el que dice blasfemias.

Blasfemia es toda expresión insultante contra Dios, la Virgen, los Santos o cosas sagradas: ya sea con palabras, gestos, signos, dibujos, etc.

Dios castiga mucho la blasfemia. A veces, también en esta vida. Otros pecados pueden hacerse por debilidad o por sacar algún provecho; por ejemplo robar.

Pero el que dice blasfemias no saca nada. La blasfemia es un pecado que va directamente contra la majestad de Dios. Por eso a Dios le duele tanto y lo castiga con gran rigor. La blasfemia es un pecado diabólico.

Si crees en Dios, comprenderás que es un disparate insultarle. Y si no crees, a quién insultas?

Lo que pasa es que a veces se dicen blasfemias sin darse cuenta del todo. Por mala costumbre.

Entonces lo que hay que hacer es proponerse muy en serio quitarse la mala costumbre, pues aunque la blasfemia que se escapa sin querer no es pecado grave, puede serlo el no poner empeño en corregirse. Y siempre son de muy mal ejemplo.

Oyéndote blasfemar, empiezan a hacerlo también los que antes no lo hacían: tus hijos, tus compañeros de trabajo, etc. Para corregirte puede ayudarte el ponerte un pequeño castigo. Por ejemplo, estar tantos días sin fumar cuantas blasfemias se te escapen. Si te gusta el tabaco verás qué pronto te corriges. Si no te atreves a tanto, prívate de algún cigarro, haz cualquier otro pequeño sacrificio; pero no dejes la falta sin castigo. Si no fumas, prívate de otra cosa que te guste mucho. Si no se te ocurre otra cosa, podrías dar unos duros de limosna por cada falta. El ponerse castigos, es el mejor medio para corregirse de un defecto. Si en alguna ocasión oyes alguna blasfemia y puedes corregirla, hazlo así. Y si no puedes, di: «Alabado sea Dios». Si lo dices en voz alta, mejor; y sino te atreves, al menos, dilo en voz baja.

No hay que confundir las blasfemias -palabras injuriosas con las que se insulta a Dios, la Virgen, etc.- con las palabras feas, que solemos llamar palabrotas y tacos.

Los tacos malsonantes y soeces son señal de baja educación y no deben decirse; pero no son blasfemias, ni ordinariamente pecado. Algunos Académicos de la Lengua opinan así sobre el uso de los tacos en la conversación:

Víctor García de Hoz : Suele ser un intento de llamar la atención, un propósito de afirmar la personalidad.

Joaquín Calvo Sotelo : Suele ser signo de pobreza de vocabulario, o simplemente de mala educación.

Carmen Conde : Me parece de muy mal gusto. Evaristo Acevedo: No soy partidario de los tacos . Los tacos pueden sustituirse por palabras inofensivas: negocio!, narices joroba! castañas! pamplinas! compadre! muchacho! rayos! recuerno! repanocha!, etc. Elige una que te guste y te resulte sonora, pero no digas palabras deshonestas.

También peca contra este mandamiento quien no cumple sus votos o promesas hechas a Dios para reforzar nuestras súplicas y manifestar nuestro agradecimiento.

El voto es una promesa hecha a Dios libre y deliberadamente, con la intención de obligarse bajo pecado, de una cosa posible, buena y mejor que su contraria . Hay obligación de cumplirlo bajo pecado grave o leve, según como uno se haya comprometido. Sin embargo, una cosa ligera no puede hacernos contraer una obligación grave.

No hay que confundir los votos y promesas con los ofrecimientos que se hacen a Dios sin intención de obligarse a cumplirlos bajo pecado. Antes de hacer un voto o promesa, deberías consultar con una persona prudente: por ejemplo, con un sacerdote. Y si no has podido hacerlo antes, hazlo después por si conviene que te lo dispense o te lo conmute.

Son pecados graves contra este mandamiento la blasfemia, el no cumplir, pudiendo, los votos graves, y el jurar en falso.

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

PARA SALVARTE – PADRE JORGE LORING

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Cuaresma: Día 05

CUARESMA: DÍA 05

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios y los pecados con los cuales pecamos contra este mandamiento.

Hoy revisaremos el Segundo Mandamiento de Dios: No tomarás el Santo Nombre de Dios en vano.

El segundo mandamiento prohíbe todo uso inconveniente del nombre de Dios.

Toma el nombre de Dios el que jura , pues jurar es poner a Dios por testigo de la verdad de lo que se dice.

Para que el juramento sea lícito debe reunir las tres condiciones: que sea con verdad, que sea con justicia, y que haya verdadera necesidad . No es lícito jurar con duda. Debes estar moralmente cierto. La certeza moral excluye toda duda razonable, pero no excluye en absoluto el temor a equivocarse. Con todo, cuando se declara ante un tribunal se debe tener absoluta certeza de la cosa: como ocurre con lo que se conoce por propia experiencia, o se ha oído de personas que ofrecen total garantía. En este segundo caso hay que dejar bien claro que lo que se jura es haberlo oído a personas dignas de crédito. El que jura con mentira peca gravemente, si advierte que jura y sabe que miente. Poner a Dios por testigo de una falsedad es injuriarle gravemente.

cuaresma guia para una buena confesion krouillong pecados capitales comunion en la mano

Jurar sin justicia es jurar hacer algo malo o que sea en perjuicio del prójimo. El pecado será grave o leve según que lo que se jure sea grave o sea levemente ilícito.

Si lo que se ha jurado es malo, no se puede cumplir. Serían dos pecados. Uno por jurar una cosa mala, y otro por hacerla. Quien ha jurado hacer algo malo, debe dolerse de hacerlo jurado y no cumplirlo. Jurar sin necesidad es jurar sin tener motivo razonable para ello; como los que juran por costumbre.

El que jura con verdad pero sin necesidad, por costumbre, sin darse cuenta, no comete pecado grave; pero tiene que corregirse de su mala costumbre.

Para que haya verdadero juramento es necesario que haya intención de jurar y fórmula juratoria.

Quien finge jurar pronunciando la fórmula sin intención de jurar, peca porque esto es una injuria a Dios.

La verdadera fórmula juratoria debe incluir, implícita o explícitamente la invocación a Dios en testimonio de la verdad: te juro por Dios que… . Expresiones como: si no es verdad que me muera , por la salud de mi madre , etc., deben considerarse como fórmulas juratorias que suponen poner a Dios por testigo de la verdad, y que en caso contrario Él se encargará de castigar la mentira. Frases que a veces se usan en la conversación como júramelo , te lo juro , etc., no deben considerarse siempre como verdadero juramento, pues no tienen intención de jurar.

Pero es una fea costumbre que debe corregirse. Muchas personas juran por simple muletilla. Esto es indecoroso. Si quieres, puedes decir palabra de honor . Esto no es jurar; y debe bastar para reforzar tu afirmación. A quien no le baste esto, te ofende.

Peca, además, contra este mandamiento el que dice cosas contra la Religión, y el que dice blasfemias.

Blasfemia es toda expresión insultante contra Dios, la Virgen, los Santos o cosas sagradas: ya sea con palabras, gestos, signos, dibujos, etc.

Dios castiga mucho la blasfemia. A veces, también en esta vida. Otros pecados pueden hacerse por debilidad o por sacar algún provecho; por ejemplo robar.

Pero el que dice blasfemias no saca nada. La blasfemia es un pecado que va directamente contra la majestad de Dios. Por eso a Dios le duele tanto y lo castiga con gran rigor. La blasfemia es un pecado diabólico.

Si crees en Dios, comprenderás que es un disparate insultarle. Y si no crees, a quién insultas?

Lo que pasa es que a veces se dicen blasfemias sin darse cuenta del todo. Por mala costumbre.

Entonces lo que hay que hacer es proponerse muy en serio quitarse la mala costumbre, pues aunque la blasfemia que se escapa sin querer no es pecado grave, puede serlo el no poner empeño en corregirse. Y siempre son de muy mal ejemplo.

Oyéndote blasfemar, empiezan a hacerlo también los que antes no lo hacían: tus hijos, tus compañeros de trabajo, etc. Para corregirte puede ayudarte el ponerte un pequeño castigo. Por ejemplo, estar tantos días sin fumar cuantas blasfemias se te escapen. Si te gusta el tabaco verás qué pronto te corriges. Si no te atreves a tanto, prívate de algún cigarro, haz cualquier otro pequeño sacrificio; pero no dejes la falta sin castigo. Si no fumas, prívate de otra cosa que te guste mucho. Si no se te ocurre otra cosa, podrías dar unos duros de limosna por cada falta. El ponerse castigos, es el mejor medio para corregirse de un defecto. Si en alguna ocasión oyes alguna blasfemia y puedes corregirla, hazlo así. Y si no puedes, di: «Alabado sea Dios». Si lo dices en voz alta, mejor; y sino te atreves, al menos, dilo en voz baja.

No hay que confundir las blasfemias -palabras injuriosas con las que se insulta a Dios, la Virgen, etc.- con las palabras feas, que solemos llamar palabrotas y tacos.

Los tacos malsonantes y soeces son señal de baja educación y no deben decirse; pero no son blasfemias, ni ordinariamente pecado. Algunos Académicos de la Lengua opinan así sobre el uso de los tacos en la conversación:

Víctor García de Hoz : Suele ser un intento de llamar la atención, un propósito de afirmar la personalidad.

Joaquín Calvo Sotelo : Suele ser signo de pobreza de vocabulario, o simplemente de mala educación.

Carmen Conde : Me parece de muy mal gusto. Evaristo Acevedo: No soy partidario de los tacos . Los tacos pueden sustituirse por palabras inofensivas: negocio!, narices joroba! castañas! pamplinas! compadre! muchacho! rayos! recuerno! repanocha!, etc. Elige una que te guste y te resulte sonora, pero no digas palabras deshonestas.

También peca contra este mandamiento quien no cumple sus votos o promesas hechas a Dios para reforzar nuestras súplicas y manifestar nuestro agradecimiento.

El voto es una promesa hecha a Dios libre y deliberadamente, con la intención de obligarse bajo pecado, de una cosa posible, buena y mejor que su contraria . Hay obligación de cumplirlo bajo pecado grave o leve, según como uno se haya comprometido. Sin embargo, una cosa ligera no puede hacernos contraer una obligación grave.

No hay que confundir los votos y promesas con los ofrecimientos que se hacen a Dios sin intención de obligarse a cumplirlos bajo pecado. Antes de hacer un voto o promesa, deberías consultar con una persona prudente: por ejemplo, con un sacerdote. Y si no has podido hacerlo antes, hazlo después por si conviene que te lo dispense o te lo conmute.

Son pecados graves contra este mandamiento la blasfemia, el no cumplir, pudiendo, los votos graves, y el jurar en falso.

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

PARA SALVARTE – PADRE JORGE LORING

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Cuaresma: Día 04

CUARESMA: DÍA 04

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios y los pecados con los cuales pecamos contra este mandamiento.

Hoy revisaremos el Primer Mandamiento de Dios: Amarás A Dios Sobre Todas Las Cosas.

Amar a Dios no es, precisamente, sentir cariño sensible hacia Él, como lo sentimos hacia nuestros padres; porque a Dios no se le ve, y a las personas a quienes no se ve es difícil tenerles cariño. Dios no obliga a eso, pues no está en nuestra mano. Aunque hay personas que llegan a sentirlo, con la gracia de Dios. Amar a Dios sobre todas las cosas es tenerle en aprecio supremo, es decir, estar convencido de que Dios vale más que nadie, y por eso preferirle a todas las cosas. Tú puedes tener mucho más cariño al cuadro que pintó tu hija, que a cualquiera de los cuadros que se exponen en el Museo del Prado de Madrid, aunque reconozcas que estos últimos tienen mucho más valor artístico. El amor a Dios es apreciativo.

Tenemos que amar a Dios porque «Él nos amó primero» y debemos corresponderle.

El amor se manifiesta en obras más que en palabras. Obras son amores y no buenas acciones .

Amar a Dios es obedecerle, cumplir su voluntad. No hacer mal a nadie .

Hacer bien a todo el mundo.

Una prueba de amor a Dios sobre todas las cosas es guardar sus mandamientos por encima de todo . Es decir, estar dispuesto a perderlo todo antes que ofenderle. Por lo tanto preferir a Dios siempre que haya que escoger entre obedecerle o cometer un pecado grave. Es el caso de San Pelagio de Córdoba y de Antonio Molle, de Santa María Goretti y Josefina Vilaseca, que se dejaron martirizar y apuñalar antes que cometer un pecado grave.

San Pelagio murió mártir el año 925 por rechazar las proposiciones deshonestas del Califa cordobés Abderramán III .

Antonio Molle, joven jerezano que a los veinte años fue mutilado y martirizado el 10-VIII-1936 durante la guerra civil española. Cayó prisionero de los milicianos en el frente de Peñaflor (Sevilla), y como llevaba un escapulario quisieron hacerle blasfemar. Él siempre contestaba gritando: Viva Cristo Rey! Le cortaron las orejas y le sacaron los ojos, y al final lo acribillaron a balazos. Así lo cuenta Rafael de las Heras, testigo presencial . Hoy su cuerpo mutilado está enterrado en la Basílica de Ntra. Sra. del Carmen Coronada de Jerez de la Frontera (Cádiz).

María Goretti , italiana, murió mártir de quince puñaladas por negarse a los deseos impuros de un amigo suyo, que después se convirtió y murió fraile franciscano.

Josefina Vilaseca también murió apuñalada en Diciembre de 1952 en Artés, diócesis de Vich, por negarse a perder su virginidad. Tenía doce años Dice Jesucristo: «el que guarda mis mandamientos, ése es el que me ama». Y San Juan : «En esto consiste el amor Dios, en guardar sus mandamientos».

Este mandamiento también nos obliga a creer en todas las verdades de fe; a esperar en Dios, confiando que nos dará las gracias necesarias para alcanzar la vida eterna ; a adorarle solamente a Él, darle el culto debido y reverenciarle con el cuerpo y con el alma.

Este mandamiento nos manda adorar a Dios .

Este mandamiento prohíbe especialmente la idolatría que consiste en adorar como a Dios a otra cosa o persona.

Peca contra este mandamiento quien maltrata personas, lugares o cosas consagradas a Dios: por ejemplo, una religiosa o un cáliz. Este pecado se llama sacrilegio . Comete también un sacrilegio quien administra o recibe en pecado grave algún sacramento que requiere estado de gracia, lo cual es gravísimo. Por ejemplo, quien se casa en pecado grave, o quien comulga en pecado grave.

cuaresma guia para una buena confesion krouillong pecados capitales comunion en la mano

Peca, además, contra este mandamiento quien desconfía de la misericordia de Dios , o confía temerariamente en su bondad, permaneciendo mucho tiempo en pecado mortal, o el que peca más y más, precisamente porque Dios es misericordioso y nos ha prometido el perdón; quien tiene fe en adivinos, echadores de cartas, horóscopos, espiritistas y curanderos ; quien cree en serio cosas supersticiosas (mala suerte del n 13, cadena de oraciones, etc.); quien niega o duda voluntariamente de alguna verdad de fe, o ignora por culpa suya lo necesario de la Religión.

El hombre o es religioso o es supersticioso. Muchos que no creen en las verdades de la Religión, luego creen en las mentiras y engaños de adivinos, brujos y espiritistas.

No es lo mismo parapsicología que superstición. La superstición es atribuir a cosas creadas poderes que son exclusivos de Dios . La parapsicología trata de hechos naturales aunque más allá de la psicología. Son fenómenos para-normales. En cambio la superstición es atribuir resultados desproporcionados a las causas empleadas. Todo resultado que supera a las causas naturales adecuadas es de origen sobrenatural. «Sólo Dios conoce el futuro libre, y sólo Él puede revelar el porvenir a sus profetas».

Para que la duda sobre una verdad de la Religión sea pecado, es necesario que sea voluntaria .

No es pecado darse cuenta de que el misterio es difícil de entender, que nuestro entendimiento no lo puede comprender, etc. Si a pesar de todo esto, se fía uno de Dios que lo ha revelado, y cree, no sólo no hay pecado, sino que hay mérito .

En la absoluta veracidad divina -motivo formal de la fe- no cabe error o el engaño Lo que no se puede hacer -a pesar de la oscuridad profunda del misterio- es dudar si será eso verdad o no. Esta duda positiva, tomando como cosa incierta lo que Dios ha revelado, es pecado. El pecado contra la fe está en la negación o en la duda voluntaria de aquello que se sabe que Dios ha revelado .

Esto no se opone a la falta de claridad que podamos tener sobre una verdad de fe, ni al deseo de esclarecerla, dentro de lo posible, sabiendo que hay misterios que superan la inteligencia humana.

El pecado será grave, si es una duda voluntaria, a sabiendas, de una verdad que la Iglesia dice que hay que creer. Si la duda no es voluntaria, sino una mera ocurrencia de las dificultades que a nuestro entendimiento se le presentan, no hay pecado; o a lo más pecado venial, si ha habido alguna negligencia en resistir a la tentación. Si la vacilación llega a tomar por incierto lo que es dogma de fe, el pecado sería grave contra la fe. La fe debe extenderse a todas las verdades reveladas por Dios y propuestas como tales por la Iglesia.

Nadie pierde la fe sin culpa propia . Dijo el Concilio de Trento: «Dios no abandona a nadie, si no es Él abandonado primero»

Ningún adulto puede salvarse si no hace actos de fe . «Dios no puede dar al hombre adulto responsable el don de su amistad sobrenatural, sino cuando el hombre la acepta previa y libremente».

Si sabes el Credo de memoria, es un magnífico acto de fe. El Credo lo tienes en los Apéndices. Si no lo sabes, aquí te pongo un acto de fe muy breve; pero debe decirse con toda convicción.

Creo que Dios existe.

Creo que Dios nos dará después de la muerte lo que merezcamos con nuestras obras en esta vida .

Creo que hay un solo Dios verdadero en tres Personas distintas.

Creo que estas tres Personas son: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Creo que Dios se hizo Hombre y murió en una cruz para salvarnos .

Y si lo quieres en dos líneas: Creo firmemente en todo lo que la Iglesia dice debemos creer, porque Dios lo ha revelado .

Para fortificar nuestra fe, deberíamos hacer actos de fe de cuando en cuando, sobre todo en la hora de la muerte.

La fe es como un sexto sentido que nos ayuda a un superior conocimiento de Dios. Quien no tiene fe, no se lo puede explicar. Como una planta no puede explicarse la música, porque no capta nada.

La fe no se puede demostrar con argumentos , pues es un don, no una ciencia. Pero pueden darse razones de su credibilidad. La fe supera la razón, pero no la destruye. El motivo de creer no son las razones filosófico-científicas de las verdades reveladas, sino la autoridad de Dios que las ha revelado. Esas razones ayudan a ver que la fe es razonable, pero no son el motivo principal de la fe. Podemos saber que Dios nos ha hablado, y por tanto tenemos obligación de creer lo que Él nos ha dicho .

Estimemos sobre todas las cosas el don divino de la fe; procuremos conservarla con la oración y el estudio, hacerla conocer y amar por los demás, defenderla si es atacada, y pedir a Dios que sea conocida y aceptada por los incrédulos y los infieles.

Al mismo tiempo debemos evitar todo aquello que pueda ponernos en peligro de perderla. Los que descuidan su instrucción religiosa, los que escuchan voluntariamente a los que la atacan, o leen libros o periódicos contra la fe, los soberbios y los impuros se ponen en peligro de llegar a perder este don divino.

Si alguna vez oyes una dificultad contra la Religión Católica y no sabes resolverla, no te alarmes por eso. Es imposible que tengas a mano los conocimientos necesarios para resolver todas las dificultades, y para demostrar que la tal dificultad es muchas veces un sofisma, un engaño, un falsear la verdadera realidad de las cosas.

Pero no por eso debes darte por vencido. Acude a una persona que entienda de Religión y pueda resolvértela. Ten la seguridad de que todas las «pegas» contra la Religión tienen su solución, aunque tú no la conozcas. Es más, han sido solucionadas ya muchas veces; pues los enemigos de la Iglesia siempre están repitiendo las mismas cosas, y no se dan por enterados de las soluciones que ya se han dado.

Acerca de los que tienen dificultades contra la Religión hay que tener en cuenta que algunos preguntan para aprender (desean encontrar soluciones a sus dificultades), pero otros preguntan para atacar, y desearían que sus preguntas no tuvieran respuesta, para así tener una excusa al sacudirse de encima el cristianismo porque les estorba .

Para instruirse en Religión es muy conveniente oír conferencias religiosas y leer libros de formación religiosa. Todos debemos preocuparnos de tener una formación religiosa proporcionada a nuestro estado y a nuestra cultura humana y profesional. Al final del libro tienes una lista de libros provechosos.

Cuando en un grupo se entabla una discusión de Religión, verás que, generalmente, los que llevan la voz cantante son los que menos saben de Religión, pero que su ignorancia los hace tremendamente audaces. A éstos es difícil convencerles, porque su amor propio rechazará los mejores argumentos. Pero si en el corro hay gente de buena voluntad, a quienes crees que tu solución puede ser provechosa y disipar errores, expón tu pensamiento con calma y con vista. Te será además útil pasar a la ofensiva, descubriendo la ignorancia religiosa del que disparata.

Con todo, has de procurar no ofender a nadie, si no es necesario. Pero sé fuerte si alguno tiene positivamente mala fe y quiere propagar el mal. Ataca su error aunque se ofenda.

Si alguien toma el arma del ridículo contra la Religión, tómala tú también para defenderla. Es muy importante que consigas que los que se están riendo en el grupo se pongan de tu parte.

Si no te sientes con fuerza para dominar el grupo, has de saber que, después, en particular, te será mucho más fácil hacerles bien, y encontrarás razonables a muchos que en el grupo parecían fanfarrones.

Es también pecado grave contra este mandamiento escribir, leer, tener, prestar o vender libros y escritos contra la Religión, pertenecer a sociedades irreligiosas: masonería, espiritismo , o partidos políticos de ideología marxista, pues el marxismo es esencialmente ateo (602). Y también el tentar a Dios, poniendo a prueba, con hechos o con palabras, alguno de sus atributos, dudando de su existencia o queriéndole obligar a que intervenga extraordinariamente en algún caso : por ejemplo, diciendo si mañana llueve, es señal de que puedo vengarme de fulano y matarlo .

También es tentar a Dios el exponerte sin necesidad a algún grave peligro de la vida, esperando que Dios te librará de él. Si este peligro fuera sólo leve, el pecado sería sólo venial.

Peca también contra este mandamiento el que se anima a pecar precisamente porque Dios es misericordioso. Esto es «un pecado gravísimo contra el Espíritu Santo, porque supone un grave desprecio de la gracia de Dios».

Además entra en este mandamiento el pecado de presunción que es la temeraria confianza de obtener la salvación del alma sin poner los medios . Pecan de presunción los que esperan la gloria sin hacer ellos mérito ninguno; el perdón sin preocuparse de arrepentirse; la salvación eterna, andando fuera del camino de Dios.

No debe pasarse el día en que no reces algo. Al menos las tres Avemarías al acostarte, que son prenda de salvación eterna.

También podrías hacer el siguiente examen:

Señor, creo que estás aquí presente. Te ruego me ayudes a examinar mi conciencia.

1.- Qué obras buenas he hecho (PENSAR UN MINUTO) Gracias Señor porque me has ayudado.

2.- Qué faltas he cometido (PENSAR UN MINUTO)

a. Contigo: respeto, rezos, olvidado de Ti.

b. Con los demás: egoísta, servicial, criticón.

c. Conmigo mismo:

  • deber: obediencia, trabajo. Todo bien hecho
  • pureza: miradas, deseos, palabras, obras.
  • genio: iracundo, chinche.

Perdóname, Señor. Me pesa haberte ofendido. Para repararte te prometo…

3.- Qué cosas buenas he dejado de hacer (PENSAR UN MINUTO) Te prometo, Señor, no perder otra vez la ocasión de hacer el bien.

Señor, a pesar de todo, te quiero y te prometo ser mejor. Madre mía, ayúdame.

(Tres Avemarías)

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

PARA SALVARTE – PADRE JORGE LORING

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

Googlea “krouillong” y encuéntranos en nuestras redes sociales: Facebook, Twiter, Slideshare, Youtube, Gloria.tv, Ivoox, Soundcloud, Pinterest y May Feelings

Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

Descarga tu GUÍA PARA UNA BUENA CONFESIÓN

Facebook GUÍA PARA UNA BUENA CONFESIÓN

La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

Cuaresma: Día 03

CUARESMA: DÍA 03

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios y los pecados con los cuales pecamos contra este mandamiento.

Hoy revisaremos el Primer Mandamiento de Dios: Amarás A Dios Sobre Todas Las Cosas.

Amar a Dios no es, precisamente, sentir cariño sensible hacia Él, como lo sentimos hacia nuestros padres; porque a Dios no se le ve, y a las personas a quienes no se ve es difícil tenerles cariño. Dios no obliga a eso, pues no está en nuestra mano. Aunque hay personas que llegan a sentirlo, con la gracia de Dios. Amar a Dios sobre todas las cosas es tenerle en aprecio supremo, es decir, estar convencido de que Dios vale más que nadie, y por eso preferirle a todas las cosas. Tú puedes tener mucho más cariño al cuadro que pintó tu hija, que a cualquiera de los cuadros que se exponen en el Museo del Prado de Madrid, aunque reconozcas que estos últimos tienen mucho más valor artístico. El amor a Dios es apreciativo.

Tenemos que amar a Dios porque «Él nos amó primero» y debemos corresponderle.

El amor se manifiesta en obras más que en palabras. Obras son amores y no buenas acciones .

Amar a Dios es obedecerle, cumplir su voluntad. No hacer mal a nadie .

Hacer bien a todo el mundo.

Una prueba de amor a Dios sobre todas las cosas es guardar sus mandamientos por encima de todo . Es decir, estar dispuesto a perderlo todo antes que ofenderle. Por lo tanto preferir a Dios siempre que haya que escoger entre obedecerle o cometer un pecado grave. Es el caso de San Pelagio de Córdoba y de Antonio Molle, de Santa María Goretti y Josefina Vilaseca, que se dejaron martirizar y apuñalar antes que cometer un pecado grave.

San Pelagio murió mártir el año 925 por rechazar las proposiciones deshonestas del Califa cordobés Abderramán III .

Antonio Molle, joven jerezano que a los veinte años fue mutilado y martirizado el 10-VIII-1936 durante la guerra civil española. Cayó prisionero de los milicianos en el frente de Peñaflor (Sevilla), y como llevaba un escapulario quisieron hacerle blasfemar. Él siempre contestaba gritando: Viva Cristo Rey! Le cortaron las orejas y le sacaron los ojos, y al final lo acribillaron a balazos. Así lo cuenta Rafael de las Heras, testigo presencial . Hoy su cuerpo mutilado está enterrado en la Basílica de Ntra. Sra. del Carmen Coronada de Jerez de la Frontera (Cádiz).

María Goretti , italiana, murió mártir de quince puñaladas por negarse a los deseos impuros de un amigo suyo, que después se convirtió y murió fraile franciscano.

Josefina Vilaseca también murió apuñalada en Diciembre de 1952 en Artés, diócesis de Vich, por negarse a perder su virginidad. Tenía doce años Dice Jesucristo: «el que guarda mis mandamientos, ése es el que me ama». Y San Juan : «En esto consiste el amor Dios, en guardar sus mandamientos».

Este mandamiento también nos obliga a creer en todas las verdades de fe; a esperar en Dios, confiando que nos dará las gracias necesarias para alcanzar la vida eterna ; a adorarle solamente a Él, darle el culto debido y reverenciarle con el cuerpo y con el alma.

Este mandamiento nos manda adorar a Dios .

Este mandamiento prohíbe especialmente la idolatría que consiste en adorar como a Dios a otra cosa o persona.

Peca contra este mandamiento quien maltrata personas, lugares o cosas consagradas a Dios: por ejemplo, una religiosa o un cáliz. Este pecado se llama sacrilegio . Comete también un sacrilegio quien administra o recibe en pecado grave algún sacramento que requiere estado de gracia, lo cual es gravísimo. Por ejemplo, quien se casa en pecado grave, o quien comulga en pecado grave.

Peca, además, contra este mandamiento quien desconfía de la misericordia de Dios , o confía temerariamente en su bondad, permaneciendo mucho tiempo en pecado mortal, o el que peca más y más, precisamente porque Dios es misericordioso y nos ha prometido el perdón; quien tiene fe en adivinos, echadores de cartas, horóscopos, espiritistas y curanderos ; quien cree en serio cosas supersticiosas (mala suerte del n 13, cadena de oraciones, etc.); quien niega o duda voluntariamente de alguna verdad de fe, o ignora por culpa suya lo necesario de la Religión.

El hombre o es religioso o es supersticioso. Muchos que no creen en las verdades de la Religión, luego creen en las mentiras y engaños de adivinos, brujos y espiritistas.

No es lo mismo parapsicología que superstición. La superstición es atribuir a cosas creadas poderes que son exclusivos de Dios . La parapsicología trata de hechos naturales aunque más allá de la psicología. Son fenómenos para-normales. En cambio la superstición es atribuir resultados desproporcionados a las causas empleadas. Todo resultado que supera a las causas naturales adecuadas es de origen sobrenatural. «Sólo Dios conoce el futuro libre, y sólo Él puede revelar el porvenir a sus profetas».

cuaresma guia para una buena confesion krouillong pecados capitales comunion en la mano

Para que la duda sobre una verdad de la Religión sea pecado, es necesario que sea voluntaria .

No es pecado darse cuenta de que el misterio es difícil de entender, que nuestro entendimiento no lo puede comprender, etc. Si a pesar de todo esto, se fía uno de Dios que lo ha revelado, y cree, no sólo no hay pecado, sino que hay mérito .

En la absoluta veracidad divina -motivo formal de la fe- no cabe error o el engaño Lo que no se puede hacer -a pesar de la oscuridad profunda del misterio- es dudar si será eso verdad o no. Esta duda positiva, tomando como cosa incierta lo que Dios ha revelado, es pecado. El pecado contra la fe está en la negación o en la duda voluntaria de aquello que se sabe que Dios ha revelado .

Esto no se opone a la falta de claridad que podamos tener sobre una verdad de fe, ni al deseo de esclarecerla, dentro de lo posible, sabiendo que hay misterios que superan la inteligencia humana.

El pecado será grave, si es una duda voluntaria, a sabiendas, de una verdad que la Iglesia dice que hay que creer. Si la duda no es voluntaria, sino una mera ocurrencia de las dificultades que a nuestro entendimiento se le presentan, no hay pecado; o a lo más pecado venial, si ha habido alguna negligencia en resistir a la tentación. Si la vacilación llega a tomar por incierto lo que es dogma de fe, el pecado sería grave contra la fe. La fe debe extenderse a todas las verdades reveladas por Dios y propuestas como tales por la Iglesia.

Nadie pierde la fe sin culpa propia . Dijo el Concilio de Trento: «Dios no abandona a nadie, si no es Él abandonado primero»

Ningún adulto puede salvarse si no hace actos de fe . «Dios no puede dar al hombre adulto responsable el don de su amistad sobrenatural, sino cuando el hombre la acepta previa y libremente».

Si sabes el Credo de memoria, es un magnífico acto de fe. El Credo lo tienes en los Apéndices. Si no lo sabes, aquí te pongo un acto de fe muy breve; pero debe decirse con toda convicción.

Creo que Dios existe.

Creo que Dios nos dará después de la muerte lo que merezcamos con nuestras obras en esta vida .

Creo que hay un solo Dios verdadero en tres Personas distintas.

Creo que estas tres Personas son: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Creo que Dios se hizo Hombre y murió en una cruz para salvarnos .

Y si lo quieres en dos líneas: Creo firmemente en todo lo que la Iglesia dice debemos creer, porque Dios lo ha revelado .

Para fortificar nuestra fe, deberíamos hacer actos de fe de cuando en cuando, sobre todo en la hora de la muerte.

La fe es como un sexto sentido que nos ayuda a un superior conocimiento de Dios. Quien no tiene fe, no se lo puede explicar. Como una planta no puede explicarse la música, porque no capta nada.

La fe no se puede demostrar con argumentos , pues es un don, no una ciencia. Pero pueden darse razones de su credibilidad. La fe supera la razón, pero no la destruye. El motivo de creer no son las razones filosófico-científicas de las verdades reveladas, sino la autoridad de Dios que las ha revelado. Esas razones ayudan a ver que la fe es razonable, pero no son el motivo principal de la fe. Podemos saber que Dios nos ha hablado, y por tanto tenemos obligación de creer lo que Él nos ha dicho .

Estimemos sobre todas las cosas el don divino de la fe; procuremos conservarla con la oración y el estudio, hacerla conocer y amar por los demás, defenderla si es atacada, y pedir a Dios que sea conocida y aceptada por los incrédulos y los infieles.

Al mismo tiempo debemos evitar todo aquello que pueda ponernos en peligro de perderla. Los que descuidan su instrucción religiosa, los que escuchan voluntariamente a los que la atacan, o leen libros o periódicos contra la fe, los soberbios y los impuros se ponen en peligro de llegar a perder este don divino.

Si alguna vez oyes una dificultad contra la Religión Católica y no sabes resolverla, no te alarmes por eso. Es imposible que tengas a mano los conocimientos necesarios para resolver todas las dificultades, y para demostrar que la tal dificultad es muchas veces un sofisma, un engaño, un falsear la verdadera realidad de las cosas.

Pero no por eso debes darte por vencido. Acude a una persona que entienda de Religión y pueda resolvértela. Ten la seguridad de que todas las «pegas» contra la Religión tienen su solución, aunque tú no la conozcas. Es más, han sido solucionadas ya muchas veces; pues los enemigos de la Iglesia siempre están repitiendo las mismas cosas, y no se dan por enterados de las soluciones que ya se han dado.

Acerca de los que tienen dificultades contra la Religión hay que tener en cuenta que algunos preguntan para aprender (desean encontrar soluciones a sus dificultades), pero otros preguntan para atacar, y desearían que sus preguntas no tuvieran respuesta, para así tener una excusa al sacudirse de encima el cristianismo porque les estorba .

Para instruirse en Religión es muy conveniente oír conferencias religiosas y leer libros de formación religiosa. Todos debemos preocuparnos de tener una formación religiosa proporcionada a nuestro estado y a nuestra cultura humana y profesional. Al final del libro tienes una lista de libros provechosos.

Cuando en un grupo se entabla una discusión de Religión, verás que, generalmente, los que llevan la voz cantante son los que menos saben de Religión, pero que su ignorancia los hace tremendamente audaces. A éstos es difícil convencerles, porque su amor propio rechazará los mejores argumentos. Pero si en el corro hay gente de buena voluntad, a quienes crees que tu solución puede ser provechosa y disipar errores, expón tu pensamiento con calma y con vista. Te será además útil pasar a la ofensiva, descubriendo la ignorancia religiosa del que disparata.

Con todo, has de procurar no ofender a nadie, si no es necesario. Pero sé fuerte si alguno tiene positivamente mala fe y quiere propagar el mal. Ataca su error aunque se ofenda.

Si alguien toma el arma del ridículo contra la Religión, tómala tú también para defenderla. Es muy importante que consigas que los que se están riendo en el grupo se pongan de tu parte.

Si no te sientes con fuerza para dominar el grupo, has de saber que, después, en particular, te será mucho más fácil hacerles bien, y encontrarás razonables a muchos que en el grupo parecían fanfarrones.

Es también pecado grave contra este mandamiento escribir, leer, tener, prestar o vender libros y escritos contra la Religión, pertenecer a sociedades irreligiosas: masonería, espiritismo , o partidos políticos de ideología marxista, pues el marxismo es esencialmente ateo (602). Y también el tentar a Dios, poniendo a prueba, con hechos o con palabras, alguno de sus atributos, dudando de su existencia o queriéndole obligar a que intervenga extraordinariamente en algún caso : por ejemplo, diciendo si mañana llueve, es señal de que puedo vengarme de fulano y matarlo .

También es tentar a Dios el exponerte sin necesidad a algún grave peligro de la vida, esperando que Dios te librará de él. Si este peligro fuera sólo leve, el pecado sería sólo venial.

Peca también contra este mandamiento el que se anima a pecar precisamente porque Dios es misericordioso. Esto es «un pecado gravísimo contra el Espíritu Santo, porque supone un grave desprecio de la gracia de Dios».

Además entra en este mandamiento el pecado de presunción que es la temeraria confianza de obtener la salvación del alma sin poner los medios . Pecan de presunción los que esperan la gloria sin hacer ellos mérito ninguno; el perdón sin preocuparse de arrepentirse; la salvación eterna, andando fuera del camino de Dios.

No debe pasarse el día en que no reces algo. Al menos las tres Avemarías al acostarte, que son prenda de salvación eterna.

También podrías hacer el siguiente examen:

Señor, creo que estás aquí presente. Te ruego me ayudes a examinar mi conciencia.

1.- Qué obras buenas he hecho (PENSAR UN MINUTO) Gracias Señor porque me has ayudado.

2.- Qué faltas he cometido (PENSAR UN MINUTO)

a. Contigo: respeto, rezos, olvidado de Ti.

b. Con los demás: egoísta, servicial, criticón.

c. Conmigo mismo:

  • deber: obediencia, trabajo. Todo bien hecho
  • pureza: miradas, deseos, palabras, obras.
  • genio: iracundo, chinche.

Perdóname, Señor. Me pesa haberte ofendido. Para repararte te prometo…

3.- Qué cosas buenas he dejado de hacer (PENSAR UN MINUTO) Te prometo, Señor, no perder otra vez la ocasión de hacer el bien.

Señor, a pesar de todo, te quiero y te prometo ser mejor. Madre mía, ayúdame.

(Tres Avemarías)

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

PARA SALVARTE – PADRE JORGE LORING

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO

 

Cuaresma: Día 02

CUARESMA: DÍA 02

El Padre Jorge Loring (+) nos ha dejado un valioso libro llamado PARA SALVARTE, donde nos explica, entre muchas otras cosas, los Mandamientos de Dios y los pecados con los cuales pecamos contra este mandamiento.

Hoy revisaremos el Primer Mandamiento de Dios: Amarás A Dios Sobre Todas Las Cosas.

Amar a Dios no es, precisamente, sentir cariño sensible hacia Él, como lo sentimos hacia nuestros padres; porque a Dios no se le ve, y a las personas a quienes no se ve es difícil tenerles cariño. Dios no obliga a eso, pues no está en nuestra mano. Aunque hay personas que llegan a sentirlo, con la gracia de Dios. Amar a Dios sobre todas las cosas es tenerle en aprecio supremo, es decir, estar convencido de que Dios vale más que nadie, y por eso preferirle a todas las cosas. Tú puedes tener mucho más cariño al cuadro que pintó tu hija, que a cualquiera de los cuadros que se exponen en el Museo del Prado de Madrid, aunque reconozcas que estos últimos tienen mucho más valor artístico. El amor a Dios es apreciativo.

Tenemos que amar a Dios porque «Él nos amó primero» y debemos corresponderle.

El amor se manifiesta en obras más que en palabras. Obras son amores y no buenas acciones .

Amar a Dios es obedecerle, cumplir su voluntad. No hacer mal a nadie .

Hacer bien a todo el mundo.

Una prueba de amor a Dios sobre todas las cosas es guardar sus mandamientos por encima de todo . Es decir, estar dispuesto a perderlo todo antes que ofenderle. Por lo tanto preferir a Dios siempre que haya que escoger entre obedecerle o cometer un pecado grave. Es el caso de San Pelagio de Córdoba y de Antonio Molle, de Santa María Goretti y Josefina Vilaseca, que se dejaron martirizar y apuñalar antes que cometer un pecado grave.

San Pelagio murió mártir el año 925 por rechazar las proposiciones deshonestas del Califa cordobés Abderramán III .

Antonio Molle, joven jerezano que a los veinte años fue mutilado y martirizado el 10-VIII-1936 durante la guerra civil española. Cayó prisionero de los milicianos en el frente de Peñaflor (Sevilla), y como llevaba un escapulario quisieron hacerle blasfemar. Él siempre contestaba gritando: Viva Cristo Rey! Le cortaron las orejas y le sacaron los ojos, y al final lo acribillaron a balazos. Así lo cuenta Rafael de las Heras, testigo presencial . Hoy su cuerpo mutilado está enterrado en la Basílica de Ntra. Sra. del Carmen Coronada de Jerez de la Frontera (Cádiz).

María Goretti , italiana, murió mártir de quince puñaladas por negarse a los deseos impuros de un amigo suyo, que después se convirtió y murió fraile franciscano.

Josefina Vilaseca también murió apuñalada en Diciembre de 1952 en Artés, diócesis de Vich, por negarse a perder su virginidad. Tenía doce años Dice Jesucristo: «el que guarda mis mandamientos, ése es el que me ama». Y San Juan : «En esto consiste el amor Dios, en guardar sus mandamientos».

Este mandamiento también nos obliga a creer en todas las verdades de fe; a esperar en Dios, confiando que nos dará las gracias necesarias para alcanzar la vida eterna ; a adorarle solamente a Él, darle el culto debido y reverenciarle con el cuerpo y con el alma.

Este mandamiento nos manda adorar a Dios .

Este mandamiento prohíbe especialmente la idolatría que consiste en adorar como a Dios a otra cosa o persona.

Peca contra este mandamiento quien maltrata personas, lugares o cosas consagradas a Dios: por ejemplo, una religiosa o un cáliz. Este pecado se llama sacrilegio . Comete también un sacrilegio quien administra o recibe en pecado grave algún sacramento que requiere estado de gracia, lo cual es gravísimo. Por ejemplo, quien se casa en pecado grave, o quien comulga en pecado grave.

Peca, además, contra este mandamiento quien desconfía de la misericordia de Dios , o confía temerariamente en su bondad, permaneciendo mucho tiempo en pecado mortal, o el que peca más y más, precisamente porque Dios es misericordioso y nos ha prometido el perdón; quien tiene fe en adivinos, echadores de cartas, horóscopos, espiritistas y curanderos ; quien cree en serio cosas supersticiosas (mala suerte del n 13, cadena de oraciones, etc.); quien niega o duda voluntariamente de alguna verdad de fe, o ignora por culpa suya lo necesario de la Religión.

El hombre o es religioso o es supersticioso. Muchos que no creen en las verdades de la Religión, luego creen en las mentiras y engaños de adivinos, brujos y espiritistas.

No es lo mismo parapsicología que superstición. La superstición es atribuir a cosas creadas poderes que son exclusivos de Dios . La parapsicología trata de hechos naturales aunque más allá de la psicología. Son fenómenos para-normales. En cambio la superstición es atribuir resultados desproporcionados a las causas empleadas. Todo resultado que supera a las causas naturales adecuadas es de origen sobrenatural. «Sólo Dios conoce el futuro libre, y sólo Él puede revelar el porvenir a sus profetas».

Para que la duda sobre una verdad de la Religión sea pecado, es necesario que sea voluntaria .

No es pecado darse cuenta de que el misterio es difícil de entender, que nuestro entendimiento no lo puede comprender, etc. Si a pesar de todo esto, se fía uno de Dios que lo ha revelado, y cree, no sólo no hay pecado, sino que hay mérito .

En la absoluta veracidad divina -motivo formal de la fe- no cabe error o el engaño Lo que no se puede hacer -a pesar de la oscuridad profunda del misterio- es dudar si será eso verdad o no. Esta duda positiva, tomando como cosa incierta lo que Dios ha revelado, es pecado. El pecado contra la fe está en la negación o en la duda voluntaria de aquello que se sabe que Dios ha revelado .

Esto no se opone a la falta de claridad que podamos tener sobre una verdad de fe, ni al deseo de esclarecerla, dentro de lo posible, sabiendo que hay misterios que superan la inteligencia humana.

El pecado será grave, si es una duda voluntaria, a sabiendas, de una verdad que la Iglesia dice que hay que creer. Si la duda no es voluntaria, sino una mera ocurrencia de las dificultades que a nuestro entendimiento se le presentan, no hay pecado; o a lo más pecado venial, si ha habido alguna negligencia en resistir a la tentación. Si la vacilación llega a tomar por incierto lo que es dogma de fe, el pecado sería grave contra la fe. La fe debe extenderse a todas las verdades reveladas por Dios y propuestas como tales por la Iglesia.

Nadie pierde la fe sin culpa propia . Dijo el Concilio de Trento: «Dios no abandona a nadie, si no es Él abandonado primero»

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Ningún adulto puede salvarse si no hace actos de fe . «Dios no puede dar al hombre adulto responsable el don de su amistad sobrenatural, sino cuando el hombre la acepta previa y libremente».

Si sabes el Credo de memoria, es un magnífico acto de fe. El Credo lo tienes en los Apéndices. Si no lo sabes, aquí te pongo un acto de fe muy breve; pero debe decirse con toda convicción.

Creo que Dios existe.

Creo que Dios nos dará después de la muerte lo que merezcamos con nuestras obras en esta vida .

Creo que hay un solo Dios verdadero en tres Personas distintas.

Creo que estas tres Personas son: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Creo que Dios se hizo Hombre y murió en una cruz para salvarnos .

Y si lo quieres en dos líneas: Creo firmemente en todo lo que la Iglesia dice debemos creer, porque Dios lo ha revelado .

Para fortificar nuestra fe, deberíamos hacer actos de fe de cuando en cuando, sobre todo en la hora de la muerte.

La fe es como un sexto sentido que nos ayuda a un superior conocimiento de Dios. Quien no tiene fe, no se lo puede explicar. Como una planta no puede explicarse la música, porque no capta nada.

La fe no se puede demostrar con argumentos , pues es un don, no una ciencia. Pero pueden darse razones de su credibilidad. La fe supera la razón, pero no la destruye. El motivo de creer no son las razones filosófico-científicas de las verdades reveladas, sino la autoridad de Dios que las ha revelado. Esas razones ayudan a ver que la fe es razonable, pero no son el motivo principal de la fe. Podemos saber que Dios nos ha hablado, y por tanto tenemos obligación de creer lo que Él nos ha dicho .

Estimemos sobre todas las cosas el don divino de la fe; procuremos conservarla con la oración y el estudio, hacerla conocer y amar por los demás, defenderla si es atacada, y pedir a Dios que sea conocida y aceptada por los incrédulos y los infieles.

Al mismo tiempo debemos evitar todo aquello que pueda ponernos en peligro de perderla. Los que descuidan su instrucción religiosa, los que escuchan voluntariamente a los que la atacan, o leen libros o periódicos contra la fe, los soberbios y los impuros se ponen en peligro de llegar a perder este don divino.

Si alguna vez oyes una dificultad contra la Religión Católica y no sabes resolverla, no te alarmes por eso. Es imposible que tengas a mano los conocimientos necesarios para resolver todas las dificultades, y para demostrar que la tal dificultad es muchas veces un sofisma, un engaño, un falsear la verdadera realidad de las cosas.

Pero no por eso debes darte por vencido. Acude a una persona que entienda de Religión y pueda resolvértela. Ten la seguridad de que todas las «pegas» contra la Religión tienen su solución, aunque tú no la conozcas. Es más, han sido solucionadas ya muchas veces; pues los enemigos de la Iglesia siempre están repitiendo las mismas cosas, y no se dan por enterados de las soluciones que ya se han dado.

Acerca de los que tienen dificultades contra la Religión hay que tener en cuenta que algunos preguntan para aprender (desean encontrar soluciones a sus dificultades), pero otros preguntan para atacar, y desearían que sus preguntas no tuvieran respuesta, para así tener una excusa al sacudirse de encima el cristianismo porque les estorba .

Para instruirse en Religión es muy conveniente oír conferencias religiosas y leer libros de formación religiosa. Todos debemos preocuparnos de tener una formación religiosa proporcionada a nuestro estado y a nuestra cultura humana y profesional. Al final del libro tienes una lista de libros provechosos.

Cuando en un grupo se entabla una discusión de Religión, verás que, generalmente, los que llevan la voz cantante son los que menos saben de Religión, pero que su ignorancia los hace tremendamente audaces. A éstos es difícil convencerles, porque su amor propio rechazará los mejores argumentos. Pero si en el corro hay gente de buena voluntad, a quienes crees que tu solución puede ser provechosa y disipar errores, expón tu pensamiento con calma y con vista. Te será además útil pasar a la ofensiva, descubriendo la ignorancia religiosa del que disparata.

Con todo, has de procurar no ofender a nadie, si no es necesario. Pero sé fuerte si alguno tiene positivamente mala fe y quiere propagar el mal. Ataca su error aunque se ofenda.

Si alguien toma el arma del ridículo contra la Religión, tómala tú también para defenderla. Es muy importante que consigas que los que se están riendo en el grupo se pongan de tu parte.

Si no te sientes con fuerza para dominar el grupo, has de saber que, después, en particular, te será mucho más fácil hacerles bien, y encontrarás razonables a muchos que en el grupo parecían fanfarrones.

Es también pecado grave contra este mandamiento escribir, leer, tener, prestar o vender libros y escritos contra la Religión, pertenecer a sociedades irreligiosas: masonería, espiritismo , o partidos políticos de ideología marxista, pues el marxismo es esencialmente ateo (602). Y también el tentar a Dios, poniendo a prueba, con hechos o con palabras, alguno de sus atributos, dudando de su existencia o queriéndole obligar a que intervenga extraordinariamente en algún caso : por ejemplo, diciendo si mañana llueve, es señal de que puedo vengarme de fulano y matarlo .

También es tentar a Dios el exponerte sin necesidad a algún grave peligro de la vida, esperando que Dios te librará de él. Si este peligro fuera sólo leve, el pecado sería sólo venial.

Peca también contra este mandamiento el que se anima a pecar precisamente porque Dios es misericordioso. Esto es «un pecado gravísimo contra el Espíritu Santo, porque supone un grave desprecio de la gracia de Dios».

Además entra en este mandamiento el pecado de presunción que es la temeraria confianza de obtener la salvación del alma sin poner los medios . Pecan de presunción los que esperan la gloria sin hacer ellos mérito ninguno; el perdón sin preocuparse de arrepentirse; la salvación eterna, andando fuera del camino de Dios.

No debe pasarse el día en que no reces algo. Al menos las tres Avemarías al acostarte, que son prenda de salvación eterna.

También podrías hacer el siguiente examen:

Señor, creo que estás aquí presente. Te ruego me ayudes a examinar mi conciencia.

1.- Qué obras buenas he hecho (PENSAR UN MINUTO) Gracias Señor porque me has ayudado.

2.- Qué faltas he cometido (PENSAR UN MINUTO)

a. Contigo: respeto, rezos, olvidado de Ti.

b. Con los demás: egoísta, servicial, criticón.

c. Conmigo mismo:

  • deber: obediencia, trabajo. Todo bien hecho
  • pureza: miradas, deseos, palabras, obras.
  • genio: iracundo, chinche.

Perdóname, Señor. Me pesa haberte ofendido. Para repararte te prometo (decir el ofrecimiento)…

3.- Qué cosas buenas he dejado de hacer (PENSAR UN MINUTO) Te prometo, Señor, no perder otra vez la ocasión de hacer el bien.

Señor, a pesar de todo, te quiero y te prometo ser mejor. Madre mía, ayúdame.

(Tres Avemarías)

Padre Jorge Loring – Libro: Para Salvarte

PARA SALVARTE – PADRE JORGE LORING

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

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Recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

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Cuaresma: Día 01

CUARESMA: DÍA 01

Consejos del Padre Carlos Cancelado para hacer una buena Confesión

El Padre Carlos Cancelado recomienda REZAR para pedir a tu Santo Ángel de la Guarda que te ayude a recordar todos tus pecados, luego debes hacer tu EXAMEN DE CONCIENCIA revisando los MANDAMIENTOS DE DIOS, uno por uno, y escribirlos para no olvidarlos.

Debes tener verdadero DOLOR DE TUS PECADOS y firme PROPÓSITO DE ENMIENDA, es decir, que luego de conocer y recordar tus pecados debes no querer volverlos a cometer jamás, porque has comprendido que con ellos has ofendido a Dios.

Antes de ir a confesarte debes orar a Dios y pedirle un BUEN SACERDOTE QUE TE COMPRENDA Y TE ACONSEJE BIEN, pedirle a tu Santo Ángel de la Guarda y a San Miguel Arcángel que te guíen en tu camino para encontrar el Confesor que Dios quiere para ti, que te protejan en el camino y que no permitan que los demonios se interpongan e impidan tu confesión.

Debes ir primero al SAGRARIO y leerle todos tus pecados a JESÚS, tal y como se los vas a decir al Sacerdote; luego debes ir al Confesionario y debes CONFESAR TODOS TUS PECADOS QUE HAS RECORDADO sin ocultar ninguno ni justificarte, solo lee la lista que has hecho y los que hayas olvidado los recordarás ahí mismo.

Por último, deberás cumplir la PENITENCIA que te dé el Sacerdote Confesor y LISTO.

Espera la Santa Misa y comulga con tu alma limpia, sé constante y fuerte para no volver a pecar.

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Por odio a Dios y al hombre, al que Dios ama, Satanás intentó desfigurar la belleza del plan de la creación, y se empeñó en engañar a los hombres para que no sean ensalzados al lugar de donde cayó él.

Hoy en día se ha perdido el sentido del pecado, las personas ya no saben lo que está bien y lo que está mal debido a la pérdida de valores que predomina en el mundo. Por ello, es importante para que puedas recordar todos tus pecados (y enterarte que eso que haces es pecado) que leas estas preguntas a los Diez Mandamientos de Dios y los Cinco Mandamientos de la Iglesia, que te servirán de Guía para una Buena Confesión.

Es una forma simple y efectiva de prepararte para el perdón que el mismo Jesús nos prodiga en el momento en que asistimos al Sacramento de la Reconciliación o la Confesión.

Limpiemos nuestra alma de toda impureza haciendo una completa y sincera confesión.

Debes saber de antemano, que todo lo que atenta contra los Mandamientos de Dios es pecado mortal, sin embargo, debes decirlo todo, también los pecados veniales y cualquier falta que puedas haber cometido. Ése es el lugar y el momento para dejar todo lo mal ahí y que puedas continuar con tu vida sin ataduras. ¡No lo desaproveches!

Que Dios les conceda a todos la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos

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La comunión en la mano es SACRILEGIO y PECADO y nadie puede obligarte a recibir la comunión en la mano, pues es “sólo para el fiel que lo desea”.

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Novena de Aguinaldos (Novena de Navidad)

NOVENA DE AGUINALDOS (NOVENA DE NAVIDAD)

Fuente: EL PERÚ NECESITA DE FÁTIMA

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Al aproximarse el Adviento, los católicos acostumbramos decorar las casas con diversos adornos navideños, como la estrella de Belén, el árbol de Navidad, y por supuesto, el nacimiento, ideado en la Edad Media por San Francisco de Asís.

Para enriquecer la celebración, es sin duda importante preparar de antemano el espíritu de todos los miembros de la familia, grandes y pequeños, para la idea de que el Niño Dios, el “esperado de las Naciones”, habrá de venir esa Nochebuena a redimir la humanidad del pecado y abrirle las puertas del Cielo. Y que por lo tanto, el día de Navidad estaremos conmemorando el acontecimiento culminante de la historia humana, cuando el Verbo de Dios “se hizo carne y habitó entre nosotros”.

Esa preparación en familia, que incluye crear en el hogar una atmósfera de gozosa expectativa, es sumamente favorecida por la tradicional Novena de Aguinaldos, escrita a comienzos del siglo XVIII por Fray Fernando de Jesús Larrea y adaptada por la M. María Ignacia Samper. Consiste en evocar, a lo largo de nueve días, los acontecimientos previos al Nacimiento de Jesucristo y su significado, siguiendo el itinerario de la Sagrada Familia desde Nazaret hasta Belén.

Se debe comenzar a rezarla el día 16 de diciembre y terminar el 24 de diciembre, momentos antes de Nochebuena. Es recomendable rezarla en familia, con vecinos o amigos, delante del nacimiento. Después de hacer la señal de la cruz, se rezan primero las oraciones para todos los días; luego uno de los presentes lee la “Meditación” y la “Jornada” para el día respectivo; se continúa con las inspiradas “Aspiraciones” para la venida del Niño Jesús, rezadas en coro por todos los presentes; y se termina con la oración final. Después se suelen cantar villancicos.

La Novena de Aguinaldos es una práctica muy piadosa, propia a prepararnos dignamente para la fiesta más grandiosa de la Cristiandad, lejos del mercantilismo y las frivolidades de nuestros tiempos.

Forma de rezarla:

1.- Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro Hijo humanado, suplicándole por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

Gloria al Padre… (3 veces)

Soberana María, que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que Vos misma preparéis mi alma, y las de todos los que en este tiempo hicieren esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.

¡Oh dulcísima madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardasteis Vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

Dios te Salve María… (9 veces)

Oh, Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.

Os ruego que por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abraséis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina Esencia le vea y le goce en el cielo. Amén.

2.- Consideraciones y jornadas para cada día

Primer día

En el principio de los tiempos el Verbo reposaba en el seno de su Padre en lo más alto de los cielos; allí era la causa, a la par que el modelo de toda la creación. En esas profundidades de una incalculable eternidad permanecía el Niño de Belén antes de que se dignara bajar a la tierra y tomara visiblemente posesión de la gruta de Belén. Allí es donde debemos buscar sus principios que jamás han comenzado; de allí debemos datar la genealogía de lo eterno, que no tiene antepasados, y contemplar la vida de complacencia infinita que allí llevaba.

La vida del Verbo Eterno en el seno de su Padre era una vida maravillosa; y sin embargo, ¡misterio sublime!, Él busca otra morada, una mansión creada. No era porque en su mansión eterna faltase algo a su infinita felicidad, sino porque su misericordia infinita anhelaba la redención y la salvación del género humano, que sin Él no podría verificarse. El pecado de Adán había ofendido a un Dios; y esa ofensa infinita no podría ser condonada sino por los méritos del mismo Dios. La raza de Adán había desobedecido y merecido un castigo eterno; era pues necesario, para salvarla y satisfacer su culpa, que Dios, sin dejar el cielo, tomase la forma del hombre sobre la tierra y con la obediencia a los designios de su Padre, expiase aquella desobediencia, ingratitud y rebeldía. Era necesario en las miras de su amor que tomase la forma, las debilidades e ignorancias sistemáticas del hombre; que creciese para darle crecimiento espiritual; que sufriese, para enseñarle a morir a sus pasiones y a su orgullo; y por eso el Verbo Eterno, ardiendo en deseos de salvar al hombre, resolvió hacerse hombre también y así redimir al culpable.

* * *

Ésta es la primera jornada, y es en el Monte Tabor, donde obró el Divino Niño el misterio de la Transfiguración en su crecida edad, manifestando su gloria a los tres discípulos, donde contemplarás la humildad y pobreza con que emprendió su viaje nuestra purísima Reina, y no llevando otra cosa que un poco de pan y fruta para tan dilatadas jornadas, caminando por aquellos montones de nieve, en un pobre y humilde jumento. Y al Santísimo Esposo hecho paje de estribo de la Reina Madre llevando en sus hombros el fardito de ropa, y ajuar del Divino Niño, guiando el jumento por las veredas más suaves. Contempla también cómo, llegando a aquel alto monte, le formó el Santo José entre las ramas un pabellón con su humilde capa, para resistir los aires fríos del riguroso invierno. Mira, también, al Divino Niño, en aquel virginal tálamo, donde teniendo muy presente el misterio de la Transfiguración, miraba los pocos que le habían de seguir por las sendas del camino de la cruz, para llegar a la posada eterna de la gloria. Los muchos que habían de perderse en la peregrinación y viaje a la eternidad, por el camino ancho de la perdición; y mira qué camino llevas para llegar al alto monte de la gloria; y pídeles a nuestros peregrinos sagrados que te admitan en su compañía, para llegar con seguridad al Belén de la gloria.

Segundo día

El Verbo Eterno se halla a punto de tomar su naturaleza creada en la santa casa de Nazareth, en donde moraban María y José. Cuando la sombra del secreto divino vino a deslizarse sobre ella, María estaba sola engolfada en la oración. Pasaba las silenciosas horas de la noche en la unión más estrecha con Dios; y mientras oraba, el Verbo tomó posesión de su morada creada. Sin embargo, no llegó inopinadamente: antes de presentarse envió un mensajero, que fue el Arcángel San Gabriel, para pedir a María de parte de Dios su consentimiento para la Encarnación. El creador no quiso efectuar ese gran misterio sin la aquiescencia de su criatura.

Aquel momento fue muy solemne: era potestativo en María el rehusar… Con qué adorables delicias, con qué inefable complacencia aguardaría la Santísima Trinidad a que María abriese los labios y pronunciase el “fiat” que debió ser suave melodía para sus oídos, y con el cual se conformaba su profunda humildad a la omnipotente voluntad divina.

La Virgen inmaculada ha dado su asentimiento. El arcángel ha desaparecido. Dios se ha revestido de una naturaleza creada; la voluntad eterna está cumplida y la creación completa. En las regiones del mundo angélico estallaba un júbilo inmenso, pero la Virgen María ni le oía ni le hubiera prestado atención a él. Tenía inclinada la cabeza y su alma estaba sumida en un silencio que se asemejaba al de Dios. El Verbo se había hecho carne y aunque todavía invisible para el mundo, habitaba ya entre los hombres que su inmenso amor había venido a rescatar. No era ya sólo el Verbo Eterno; era el Niño Jesús, revestido de la apariencia humana, y justificando ya el elogio que de Él han hecho todas las generaciones en llamarle el más hermoso de los hijos de los hombres.

* * *

Ésta es la segunda jornada, y es la ciudad de Naín, donde resucitó el Niño Dios al hijo de la viuda, en su crecida edad. Contempla en esta jornada los trabajos de Nuestra Reina y Señora experimentando las lluvias del cielo, los aires fríos, las penalidades del camino; a su santo esposo caminando a pie, y apartando el jumento de las veredas ásperas, limpiando los caminos pedregosos, cansado, hasta llegar a la ciudad. Donde puedes considerar en este Patriarca Santo, la vergüenza que pasaría en las puertas de los mesones, buscando posada para su fatigada esposa; las palabras ásperas y desabridas con que le despedían los mesoneros como gente interesada; el desconsuelo con que se quedaría en el rincón del portal, aumentando la pena de ambos esposos el ver a Dios a las puertas de un mesón, sin dar entrada a la misma luz: y mira tú cuántas veces has hecho la mismo, despidiendo a Dios de tu corazón con el pecado, por tener tu alma hecha un mesón público de los demonios. Abre en este día las puertas de tu corazón, y oye qué te dice el vientre de su madre: mira, alma mía, en cuya busca vengo para llevarte a mi gloria, que estoy llamando a las puertas de tu corazón, ábreme que no tengo dónde reclinar la cabeza.

Tercer día

Así había comenzado su vida encarnada el Niño Jesús. Consideremos el alma gloriosa y el santo cuerpo que había tomado, adorándolos profundamente. Admirando en primer lugar el alma de ese divino Niño, consideremos en ella la plenitud de su gracia santificadora; la de su ciencia beatífica, por la cual desde el primer momento de su vida vio la divina esencia más claramente que todos los ángeles y leyó lo pasado y lo porvenir con todos sus arcanos conocimientos. No supo nunca por adquisición voluntaria nada que no supiese por infusión desde el primer momento de su ser; pero él adoptó todas las enfermedades de nuestra naturaleza a que dignamente podía someterse, aún cuando no fuesen necesarias para grande obra que debía cumplir. Pidámosle que sus divinas facultades suplan la debilidad de las nuestras y les den nueva energía; que su memoria nos enseñe a recordar sus beneficios, su entendimiento a pensar en Él, su voluntad a no hacer sino lo que Él quiere y en servicio suyo.

Del alma del Niño Jesús pasemos ahora a su cuerpo. Que era un mundo de maravillas, una obra maestra de la mano de Dios. No era, como el nuestro, una traba para el alma: era, por el contrario, un nuevo elemento de santidad. Quiso que fuese pequeño y débil como el de todos los niños, y sujeto a todas las incomodidades de la infancia, para asemejarse más a nosotros y participar de nuestras humillaciones. El Espíritu Santo formó ese cuerpecillo divino con tal delicadeza y tal capacidad de sentir, que pudiese sufrir hasta el exceso para cumplir la grande obra de nuestra redención. La belleza de ese cuerpo del divino Niño fue superior a cuanto se ha imaginado jamás; la divina sangre que por sus venas empezó a circular desde el momento de la encarnación es la que lava todas las manchas del mundo culpable. Pidámosle que lave las nuestras en el sacramento de la penitencia, para que el día de su Navidad nos encuentre purificados, perdonados y dispuestos a recibirle con amor y provecho espiritual.

* * *

La tercera jornada de nuestra purísima Reina, desde la ciudad de Naín hasta los campos de Samaria, donde le salieron al Niño Dios en su crecida edad, aquellos diez leprosos. Considera cómo siendo mucha la gente que cruzaba aquel camino, para cumplir con el edicto del César, al ver a nuestros sagrados peregrinos en tan suma pobreza, unos los atropellaban, otros los apartaban como a gente humilde y despreciable; y de esta suerte, míralos llegar a los campos de Samaria, y sin tener dónde alojarse, y qué sentiría el Santo Patriarca alojándose en aquel despoblado campo, todo sembrado de nieve, sin poder aliviar la pena que padecería con los aires fríos la más tierna y delicada niña, y qué padecería el Divino Niño en sus entrañas, cuando vio así tratada a su Santísima Madre; y mira cuántas veces atropellas al Niño Dios traspasando su Santa Ley, apartándole de tu corazón y de tu alma, por hacer tu gusto y voluntad; y procura en esta posada salir al encuentro del Divino Niño, para que te sane como a los leprosos manifestándole tus llagas, pues no viene a otra cosa que a curar la lepra de todo el linaje humano.

Cuarto día

Desde el seno de su madre comenzó el Niño Jesús a poner en práctica su entera sumisión a Dios, que continuó sin la menor interrupción durante toda su vida. Adoraba a su Eterno Padre, le amaba, se sometía a su voluntad; aceptaba con resignación el estado en que se hallaba conociendo toda su debilidad, toda su humillación, todas sus incomodidades. ¿Quién de nosotros quisiera retroceder a un estado semejante con el pleno goce de la razón y de la reflexión? ¿Quién pudiera sostener a sabiendas un martirio tan prolongado, tan penoso de todas maneras? Por ahí entró el divino Niño en su dolorosa y humilde carrera; así empezó a anonadarse delante de su Padre, a enseñarnos lo que Dios merece por parte de su criatura, a expiar nuestro orgullo, origen de todos nuestros pecados, y a hacernos sentir toda la criminalidad y desórdenes del orgullo.

Deseamos hacer una verdadera oración; empecemos por formarnos de ella una exacta idea contemplando al Niño en el seno de su madre. El divino Niño ora y ora del modo más excelente. No habla, no medita ni se deshace en tiernos afectos. Su mismo estado, aceptado con la intención de honrar a Dios, es su oración y ese estado expresa altamente todo lo que Dios merece y de qué modo quiere ser adorado de nosotros.

Unámonos a las oraciones del Niño Dios en el seno de María; unámonos a su profundo abatimiento y sea éste el primer efecto de nuestro sacrificio a Dios. Démonos a Dios, no para ser algo como lo pretende continuamente nuestra vanidad, sino para ser nada, para quedar enteramente consumidos y anonadados, para renunciar a la estimación de nosotros mismos, a todo cuidado de nuestra grandeza aunque sea espiritual, a todo movimiento de vanagloria. Desaparezcamos a nuestros propios ojos y que Dios sólo sea todo para nosotros.

* * *

Ésta es la cuarta jornada, y el pozo de Siquem, donde se contemplan los nuevos trabajos de nuestra Reina y Señora caminando unos ratos a pie y otros en el jumentillo, y el Santo José tirando de la bestezuela, los pies descalzos y ampollados; donde habiendo llegado puedes considerar este día cómo teniendo a la vista aquella fuente de agua nuestra soberana Reina, viendo que se acercaba su dichoso parto, la devoción con que desenvolviendo el fardito del ajuar del Divino Niño, hincada de rodillas, lava la camisita y los pañitos en que había de envolver aquel rico tesoro de los cielos. Mira y contempla aquel fuego de amor en que se abrasaba su corazón, con los deseos de ver entre sus brazos a aquel Verbo hecho carne, para nuestro remedio.

Quinto día

Ya hemos visto la vida que llevaba el Niño Jesús en el seno de su purísima Madre; veamos hoy la vida que llevaba también María durante el mismo espacio de tiempo. Necesidad hay de que nos detengamos en ella si queremos comprender, en cuanto es posible a nuestra limitada capacidad, los sublimes misterios de la encarnación y el modo como hemos de corresponder a ellos.

María no cesaba de aspirar por el momento en que gozaría de esa visión beatífica terrestre: la faz de Dios encarnado. Estaba a punto de ver aquella faz humana que debía iluminar el cielo durante toda la eternidad. Iba a leer el amor filial en aquellos mismos ojos cuyos rayos deberían esparcir para siempre la felicidad en millones de elegidos. Iba a ver aquel rostro todos los días, a todas horas, cada instante, durante muchos años. Iba a verle en la ignorancia aparente de la infancia, en los encantos particulares de la juventud y en la serenidad reflexiva de la edad madura… Haría todo lo que de aquella faz divina quisiera; podría estrecharla contra la suya con toda la libertad del amor materno; cubrir de besos los labios que deberían pronunciar la sentencia a todos los hombres; contemplarla a su gusto durante su sueño o despierto, hasta que la hubiese aprendido de memoria… ¡Cuán ardientemente deseaba ese día!

Tal era la vida de expectativa de María… era inaudita en sí misma, mas no por eso dejaba de ser el tipo magnífico de toda vida cristiana. No nos contentemos con admirar a Jesús residiendo en María, sino pensemos que en nosotros también reside por esencia, potencia y presencia.

Sí, Jesús nace continuamente en nosotros y de nosotros, por las buenas obras que nos hace capaces de cumplir, y por nuestra cooperación a la gracia; por la manera que el alma del que se halla en gracia es un seno perpetuo de María, un Belén interior sin fin. Después de la comunión Jesús habita en nosotros, durante algunos instantes, real y sustancialmente como Dios y como hombre, porque el mismo Niño que estaba en María está también en el Santísimo Sacramento. ¿Qué es todo esto sino una participación de la vida de María durante esos maravillosos meses, y una expectativa llena de delicias como la suya?

* * *

Camina, alma mía, en compañía de nuestros sagrados peregrinos sin perderlos de vista, y contempla en esta quinta jornada qué hizo nuestra purísima Reina desde el pozo de Siquem hasta el llamado Necmas; contempla lo que dice la venerable Madre María de Jesús de Ágreda; que muchas veces se hospedaba la Santísima Virgen entre los corrales de la ovejas, porque no le daban otro mejor lugar los hombres; pues considera este día en que, no hallando en este corto lugar posada, se retira a la montaña; entrando por las puertas de la cabaña, se elevan alegres los corderillos y las ovejas, y con sus balidos le ofrecen aquel humilde lugar, retirándose, como dice la venerable Madre, a un rincón, reconociendo a su Señor y Creador. Considera, pues, la humildad de la Santísima Virgen y Reina de los ángeles, mírala apearse del jumentillo, acogerse entre los espinos; y contempla cuáles serían los pensamientos de aquel divino Pastor en las entrañas de su Madre, que vino a buscar la perdida oveja, qué lágrimas derramaría por las veces que se le había de tener entre las espinas de los pecados.

Sexto día

Jesús había sido concebido en Nazaret, domicilio de San José y de María, y allí era de creerse que había de nacer, según todas las probabilidades. Mas Dios lo tenía dispuesto de otra manera y los profetas habían anunciado que el Mesías nacería en Belén de Judá, ciudad de David. Para que se cumpliese esa predicción, Dios se sirvió de un medio que no parecía tener ninguna relación con este objeto, a saber: la orden dada por el emperador Augusto de que todos los súbditos del Imperio Romano se empadronasen en el lugar de donde eran originarios. María y José, como descendientes que eran de David, no estaban dispensados de ir a Belén, y ni la situación de la Virgen Santísima, ni la necesidad en que estaba José del trabajo diario que les aseguraba la subsistencia, pudo eximirles de este largo y penoso viaje, en la estación más rigurosa e incómoda del año.

No ignoraba Jesús en qué lugar debería nacer e inspiraba a sus padres que se entreguen a la Providencia, y que de esta manera concurrían inconscientemente a la ejecución de sus designios. Almas interiores, observad este manejo del divino Niño, porque es el más importante de la vida espiritual: aprended que quien se haya entregado a Dios ya no ha de pertenecerse a sí mismo, ni ha de querer en cada instante sino lo que Dios quiera para él; siguiéndole ciegamente aun en las cosas exteriores, tales como el cambio de lugar donde quiera que le plazca conducirle. Ocasión tendréis de observar esta dependencia y esta fidelidad inviolable en toda la vida de Jesucristo, y éste es el punto sobre el cual se han esmerado en imitarle los santos y las almas verdaderamente interiores, renunciando absolutamente a su propia voluntad.

* * *

Contempla la sexta jornada que hicieron estos príncipes soberanos hasta llegar al lugar donde perdieron al Divino Niño Jesús, a los doce años de su edad; donde podrás considerar los trabajos que padecería esta tierna y delicada niña en aquella doblada tierra, ya subiendo los montes altos, cubiertos de nieve, ya pasando la serranía, hasta llegar a aquel despoblado sitio, donde viéndole el Santo Patriarca atormentada por las inclemencias del tiempo, le rogó tomase algún descanso y refresco para proseguir su jornada, y mientras el santo esposo buscaba alguna sombra para Aquella que a todos hace sombra con su intercesión, contempla el dolor que padecería el Niño Dios en sus entrañas, teniendo muy presente la que había de padecer su santísima Madre, perdiéndolo en aquel sitio, y el poco sentimiento que habían de tener los hombres perdiendo a Dios, su amistad, gracia y amor.

Séptimo día

Figurémonos el viaje de María y José hacia Belén, llevando consigo, aún no nacido, al Creador del universo hecho hombre. Contemplemos la Humanidad y la obediencia de este divino Niño que, aunque de raza judía y habiendo amado a su pueblo con una predilección inexplicable, obedece así a un príncipe extranjero que forma el censo de población de su provincia, como si hubiese para Él en esa circunstancia algo que le halagase, y quisiese apresurarse a aprovechar la ocasión de hacerse empadronar oficial y auténticamente como súbdito en el momento que venía al mundo. ¿No es extraño que la humillación, que causa tan invencible repugnancia a la criatura, parezca ser la cosa creada que tenga más atractivos para el Creador? ¿No nos enseñará la humildad de Jesús a amar esa hermosa virtud?

¡Ah…! que llegue el momento en que aparezca el deseado de las naciones, porque todo clama por este feliz acontecimiento. El mundo, sumido en la oscuridad y el malestar, buscando y no encontrando el alivio de sus males, suspira por su Libertador. El anhelo de José, la expectativa de María, son cosas que no se puede expresar en el lenguaje humano. El Padre Eterno se halla, si nos es lícito emplear esta expresión, adorablemente impaciente por dar a su Hijo único al mundo, y verle ocupar su puesto entre las criaturas visibles. El Espíritu Santo arde en deseos de presentar a la luz del día esta santa humanidad tan bella que Él mismo ha formado con tan especial y divino esmero. En cuanto al divino Niño, objeto de tantos anhelos, recordemos que hacia nosotros avanza lo mismo que hacia Belén. Apresuremos con nuestro deseo el momento de su llegada; purifiquemos nuestras almas para que sean su mítica morada, y nuestros corazones para que sean su mansión terrenal; que nuestros actos de mortificación y desprendimiento “preparen los caminos del Señor y hagan rectos sus senderos”.

* * *

Ésta es la sétima jornada y es la ciudad santa de Jerusalén, donde se contempla la inmensidad de penas que padecería nuestra Reina y Señora, cuando pasando por aquellas calles contemplaba, como quien sabía lo mucho que en aquella ingrata ciudad había de padecer su Divino Jesús, las penosas jornadas que había de hacer de Tribunal en Tribunal, y en las posadas tan malas que había de hallar, y en aquellos Pretorios y Tribunales, consideración que le sacaba las lágrimas a los ojos. Contempla el tormento que el Niño Dios padecería en sus entrañas; allí, diría, me darán la bofetada, y en aquella casa abrirán un calabozo para ponerme aprisionado; en aquel palacio se abrirán las puertas para atormentarme con más de cinco mil azotes; y en aquel Tribunal me tratarán como a loco simple. Con esta consideración llegaría al Monte Calvario.

Octavo día

Llegan a Belén José y María, buscando hospedaje en los mesones; pero no lo encuentran, ya por hallarse todo ocupado, ya porque se les desechase a causa de su pobreza. Empero nada puede turbar la paz interior de los que están fijos en Dios. Si José experimentaba tristeza, cuando eran rechazados de casa en casa, porque pensaba en María y en el Niño, sonreíase también con tanta tranquilidad cuando fijaba sus miradas en su casta esposa. El Niño aún no nacido regocijábase de aquellas negativas, que eran el preludio de sus humillaciones venideras. Cada voz áspera, el ruido de cada puerta que se cerraba ante ellos era lo que había venido a buscar. El deseo de esas humillaciones era lo que había contribuido a hacerle tomar la forma humana.

¡Oh divino Niño de Belén! Esos días que tantos han pasado en fiestas y diversiones o descansando muellemente en cómodas y ricas mansiones, han sido para vuestros padres un día de fatiga y vejaciones de toda clase. ¡Ay!, el espíritu de Belén es el de un mundo que ha olvidado a Dios… ¡Cuántas veces no ha sido también el nuestro! ¿No cerramos continuamente con ruda ignorancia la puerta a los llamamientos de Dios, que nos solicita a convertirnos, o a santificarnos o a conformarnos con su voluntad? ¿No hacemos mal uso de nuestra penas, desconociendo su carácter celestial, aunque cada uno, a su modo lo lleva grabado en sí? Dios viene a nosotros muchas veces en la vida, pero no conocemos su faz, no le conocemos sino cuando nos vuelve la espalda y se aleja, después de nuestra negativa.

Pónese el sol del 24 de diciembre detrás de los tejados de Belén y sus últimos rayos doran las cimas de las rocas escarpadas que lo rodean. Hombres groseros codean rudamente al Señor en las calles de aquella aldea oriental, y cierran sus puertas al ver a su madre. La bóveda de los cielos aparece purpurina por encima de aquellas colinas frecuentadas por los pastores. Las estrellas van apareciendo unas tras otras. Algunas horas más, y aparecerá el Verbo Eterno.

* * *

Contempla la octava jornada desde Jerusalén hasta llegar a Belén, donde habiendo llegado nuestros peregrinos sagrados a las cuatro de la tarde, cuando pensaba el Santo Patriarca hallar segura posada para la Madre de Dios, entre sus deudos, parientes y conocidos, poniendo fin y término a sus trabajos; entonces se le multiplicaron las penas, porque habiendo cumplido con el edicto del César, llegaron a las puertas de los parientes a buscar posada y todos les dieron con ella en la cara. Considera el sentimiento grande que padecería su atribulado corazón en aquellas calles buscando en las puertas de los mesones un portal o pajar para la Emperatriz de los cielos. La mortificación que padecería con las palabras ásperas y desabridas con que los despedían, tratando al santo esposo de ocioso y vagabundo, al verla con tanta humildad y pobreza: ¡Qué lágrimas no derramarían sus ojos! Y más cuando habiendo entrado la noche y desgajándose la niebla, corriendo los aires fríos y no teniendo dónde volver los ojos, miraba a su santísima esposa desamparada y llorosa con el desprecio de los hombres. Considera también, qué sentiría el Divino Niño al ver a su Madre, traspasada con tan sangriento cuchillo de dolor, ¡qué lágrimas derramaría en sus entrañas, al ver sus amorosos llamamientos despreciados! La sordera voluntaria de los hombres, el recibimiento que le hizo el mundo. Y después de haber trasegado todos los mesones y casas de los poderosos sin hallar un portal para su descanso; míralos salir a las nueve de la noche, tristes, llorosos, afligidos y desamparados, a buscar entre los irracionales la piedad que los hombres les negaron.

¿Qué haces, alma mía, que no se abren las puertas de tu corazón de dolor, para dar posada a la Santísima Virgen María y el Niño Dios? Procura salirles al encuentro y llevar al Divino Niño a tu alma, recibiéndole sacramentado este día, para que al fin de tu jornada te abra las puertas de su gloria.

Noveno día

La noche ha cerrado del todo en las campiñas de Belén. Desechados por los hombres y viéndose sin abrigo María y José han salido de la inhospitalaria población, y se han refugiado en una gruta que se encontraba al pie de la colina. Seguía a la Reina de los ángeles el jumento que le había servido de humilde cabalgadura durante el viaje, y en aquella cueva hallaron un manso buey, dejado allí probablemente por alguno de los caminantes que habían ido a buscar hospedaje en la ciudad. El Divino Niño, desconocido por sus criaturas racionales, va a tener que acudir a las irracionales para que calienten con su tibio aliento la atmósfera helada de esa noche de invierno, y le manifiesten con esto y con su humilde actitud el respeto y adoración que le había negado Belén. La rojiza linterna que José tiene en la mano ilumina tenuemente ese pobrísimo recinto, ese pesebre lleno de paja, que es figura profética de las maravillas del altar y de la íntima y prodigiosa unión eucarística que Jesús ha de contraer con los hombres. María está en oración en medio de la gruta, y así van pasando silenciosamente las horas de esa noche llena de misterio.

Pero ha llegado la medianoche, y de repente vemos dentro de ese pesebre, poco antes vacío, al Niño esperado, vaticinado, deseado durante cuatro mil años con tan inefable anhelo. A sus pies se postra su Santísima Madre, en los transportes de una adoración de la cual nada puede dar idea. José también se acerca y le rinde el homenaje con que inaugura su misterioso e imponderable oficio de padre putativo del Redentor de los hombres. La multitud de ángeles que desciende del cielo a contemplar esa maravilla sin par, dejan estallar su alegría y hacen vibrar en los aires las armonías de ese Gloria in excelsis, que es el eco de la adoración que se produce en torno del Altísimo hecha perceptible por un instante a los oídos de la pobre tierra. Convocados por ellos, vienen en tropel los pastores de la comarca a adorar al recién nacido y presentarle sus humildes ofrendas. Ya brilla en Oriente la misteriosa estrella de Jacob, y ya se pone en marcha hacia Belén la caravana espléndida de los Reyes Magos, que dentro de pocos días vendrán a depositar a los pies del divino Niño el oro, el incienso y la mirra, que son símbolos de la caridad, de la adoración y de la mortificación.

¡Oh adorado Niño! Nosotros también, los que hemos hecho esta novena, para prepararnos el día de vuestra Navidad, queremos ofreceros nuestra pobre adoración: ¡no la rechacéis! Venid a nuestras almas, venid a nuestros corazones llenos de amor. Encended en ellos la devoción a vuestra santa infancia; no intermitente y sólo circunscrita al tiempo de vuestra Navidad, sino siempre y en todos los tiempos; devoción que fielmente practicada y celosamente propagada, nos conduzca a la vida eterna, librándonos del pecado y sembrando en nosotros todas las virtudes cristianas.

* * *

Hemos llegado, alma mía, a la última posada y palacio que le previno el Eterno Padre a su Unigénito Hijo para su nacimiento; y es una humilde cueva y pesebre de animales, donde puedes considerar cómo habiendo llegado los peregrinos sagrados dan gracias al Eterno Padre por aquel humilde y despreciado hospicio; después lo barren y lo asean, y a su imitación los ángeles que de guardia asistían a nuestra Reina y Señora; mira y contempla cómo el santo esposo desdoblaba el fardo, y de la humilde ropa forma el pesebre que sirvió de lecho al parto de la Reina Madre, una cama para su descanso y, habiendo hecho lumbre con los instrumentos que llevaba, se retira a un rincón del portal, y llegando la medianoche sintiendo nuestra gran Reina y Señora que llegaba la hora de su dichoso parto, hincada de rodillas, puestas las manos en el pecho, los ojos levantados al cielo, elevadas las potencias y sentidos y toda divinizada, dio al mundo al Unigénito del Eterno Padre y suyo, Cristo Jesús, Dios y hombre verdadero, a quien en brazos de San Miguel Arcángel adoró, y recibiéndolo con profunda humildad y reverencia en sus santísimos brazos, le adoraron los santos ángeles como en el altar sagrado, como a su verdadero Dios, Señor y Creador. Contempla el gozo del Señor San José cuando, despertando de aquel dulce sueño en el que estaba mirando tan soberano misterio, vio en brazos de la Aurora al divino Sol de Justicia desterrando las sombras de la noche, con su inaccesible luz, alegrando al mundo con su venida; y aquella humilde cueva hecha un abreviado cielo, y viéndole tiritar de frío y hacer pucheros a su Santísima Madre, quien le envuelve en aquellos humildes pañales, le abriga entre sus pechos y le regala con su dulce néctar, y le pone entre la paja y el heno, donde le adoran los animales como a su Hacedor y Señor.

Y con la noticia que tuvieron los pastores por un ángel, con júbilo y alegría vienen en busca de luz, entran en la cueva, y dando el parabién a la Santísima Madre, reciben al Niño en los brazos con singular regocijo y alegría de ver a Dios hecho niño en un establo, ceñidos los brazos, envuelto en mantillas, y al León de Judá hecho cordero humilde en una cueva.

3.- Aspiraciones para la venida del Niño Jesús

Dulce Jesús mío
mi niño adorado.
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, sapiencia suma
del Dios Soberano
Que a infantil alcance
te rebajas sacro!
¡Oh, Divino Niño
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, Adonai potente
que, a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
disteis los mandatos!
¡Ah!, ven prontamente
para rescatarnos,
y que un niño débil
muestre fuerte brazo.
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh raíz sagrada
de Jessé, que en lo alto
presentas al orbe
tu fragante nardo!
Dulcísimo Niño
que has sido llamado
Lirio de los Valles
bella Flor del Campo,
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Llave de David
que abre al desterrado
la cerradas puertas
del regio palacio,
¡Sácanos, oh Niño,
con tu blanca mano,
de la cárcel triste
que labró el pecado!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh lumbre de Oriente,
Sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas
tu esplendor veamos!
Niño tan precioso,
dicha del cristiano,
luzca la sonrisa
de tus dulces labios,
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Espejo sin mancha
Santo de los santos,
sin igual imagen
del Dios soberano.
Borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y en forma de niño
da al mísero amparo.
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Rey de las naciones
Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo,
pastor del rebaño,
Niño que apacientas
con suave cayado,
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso,
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Ábranse los cielos
y llueva de lo alto
bienhechor rocío
como riego santo.
¡Ven hermoso Niño,
ven Dios humanado,
luce hermosa estrella,
brota flor del campo!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Ven, que ya María
previene sus brazos
do su niño vean,
en tiempo cercano.
Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario.
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Del débil auxilio
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado,
Vida de mi vida,
mi dueño adorado,
mi constante amigo,
mi divino hermano.
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Véante mis ojos,
de ti enamorados
Bese ya tus plantas,
bese ya tus manos.
Prosternado en tierra
te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases
te dice mi llanto:
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Ven Salvador nuestro
por quien suspiramos,
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

4.- Oración final

Acordaos, oh dulcísimo Niño Jesús, que dijisteis a la Venerada Margarita del Santísimo Sacramento y en persona suya a todos vuestros devotos estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad tan agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en Vos, oh Jesús, que sois la misma Verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa para vivir una eternidad bienaventurada.

Concedednos, por los méritos infinitos de vuestra Encarnación y de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Vos, oh Niño Omnipotente, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.

Miércoles de Ceniza

MIÉRCOLES DE CENIZA

Hoy en día los católicos -de los que asisten a misa- desconocen el verdadero sentido del Miércoles de Ceniza y de la Cuaresma, y por este desconocimiento no lo viven y por ello no reciben la Gracia de una sincera conversión, que es precisamente la idea de esta época.

El miércoles de ceniza es el inicio de la solemne apertura del ayuno cuaresmal, ayuno que es un tiempo de expiación de los pecados previo a la celebración de la Semana Santa y los misterios de la Redención del Hombre.

El ayuno cuaresmal al que da inicio el miércoles de ceniza es lo que los católicos conocemos como Cuaresma, la cual ha sido instituida por la Iglesia para recordarnos la necesidad de la penitencia en nuestra vida, imitando el ayuno de cuarenta de días de Jesús en el desierto y poder así obtener de Dios la Gracia de una verdadera conversión antes de comenzar a celebrar la Pascua, cuya celebración también nos tiene aseguradas una incontable cantidad de Gracias para nuestro crecimiento espiritual y santidad.

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¿De dónde se obtienen las cenizas?

Si tú conservas tus Palmas de Semana Santa del año pasado, no las deseches, debes averiguar en tu Parroquia cuando será la quema de palmas -generalmente es dos semanas antes del miércoles de ceniza- e ir y donar al párroco tus palmas para la quema de cenizas. Si puedes hacer la labor de recolectar en tu vecindario o escuelas las palmas de sus hogares mejor, ya que cada año se realiza la quema de cenizas para este fin.

krouillong alma en gracia en pecado mortal en pecado venial

Stipendia peccati mors

El miércoles de ceniza es fiesta de precepto y hay que asistir a la Santa Misa obligatoriamente, pero más que asistir por cumplir hay que asistir sabiendo que ese día es el comienzo de cuarenta días en los cuales harás un examen de conciencia riguroso para, ayudado por el ayuno y la penitencia, lograr hacer una sincera confesión de vida para obtener la Gracia de una verdadera conversión.

En este día escucharás al sacerdote decir las palabras: “Acuérdate que polvo eres y al polvo volverás”  (Génesis 3. 19), frase que nos recuerda la sentencia pronunciada por Dios a Adán en el Paraíso. Y es que la muerte que nosotros conocemos hoy en día es fruto del pecado (Romanos 6. 23), así como nos explica San Pablo  “Así, pues, como por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos habían pecado”  (Romanos 5.12).

Pero las Sagradas Escrituras no sólo no explican la razón de nuestro pesar, también nos anuncian la posibilidad de encontrar el remedio, pues en Su Hijo encarnado, muerto y resucitado, Dios vuelve a abrir el Cielo a los hombres.

peregrinacion de rodillas guadalupe krouillong comunion en la mano

La Cuaresma es Tradición

Todo el simbolismo que vemos en la celebración de la Santa Misa tiene sus raíces en la tradición de la Iglesia primitiva quienes practicaban la penitencia y el ayuno en esta época del año, para luego ir a confesar sus pecados, y preparase de manera digna y llegar en estado de Gracia a la celebración de la Pascua. Por ello San Agustín nos enseña: “¿Quieres que tu oración vuele hasta Dios? Pues ponle las dos alas del ayuno y la limosna”.

Y es que la manera de vivir la Cuaresma para el cristiano incluye necesariamente el sacrificio: sacrificio que te permitirá dominar el cuerpo y fortalecer el espíritu, sacrificio que te ayudará a dejar los vicios y los malos hábitos que entorpecen tu camino de santidad, sacrificio que te encaminará a una vida de mayor oración y menos cosas mundanas, sacrificio que pocos católicos están dispuestos a hacer hoy en día pues no quieren abandonar aquello que les ata al mundo y que tanto disfrutan, sacrificio que -bien hecho- se resume en Ayuno y Penitencia.

¿Por qué la Santísima Virgen nos repite en todas sus apariciones marianas que debemos hacer: Oración, Reparación y Penitencia? Porque el mundo está sumido en el pecado, porque con la oración equilibraremos en la balanza de la Justicia Divina el peso del bien contra el peso del mal, porque con la reparación nosotros mismos estamos reparando el daño causado con nuestros pecados y con ello acortamos nuestra estancia en el Purgatorio, porque con la penitencia es que ponemos en práctica la reparación las consecuencias de nuestros propios pecados y también los del mundo entero.

El Ayuno

Como nos dice el Sacerdote Exorcista José Antonio Fortea en su Blog: “El ayuno tiene indudables efectos espirituales. Uno de ellos es que llena al alma de gusto por las cosas del Reino de los Cielos. Con una medida tan simple, es siempre sorprendente como el espíritu se fortalece.”

Y a su vez -con tres sencillas ideas- el Padre Fortea nos recomienda tres clases de ayuno.

  1. El ayuno eclesiástico: Es el de el Miércoles de Ceniza o el Viernes Santo. Consiste en hacer una sola comida normal en el día, y una frugal colación a la hora del desayuno y de la cena. Por ejemplo, una fruta, o un poco de pan, o un yogur.
  2. El ayuno a pan: Consiste en hacer tres comidas al día, pero sólo a pan y agua.
  3. El ayuno de la cena: Consiste en irse a la cama sin cenar. Este ayuno se puede hacer dos o tres veces a la semana. Pudiéndose tomar una fruta a la hora de la cena si se desea. Otras personas pueden preferir el ir al trabajo sin desayunar. Muchos os dirán que ir sin desayunar es una locura: que no se rinde, que después comes más, etc. pero en las iglesias orientales ésta es una práctica común.

Verán que hacer ayuno en los cuarenta días de Cuaresma no es cosa para morirse, todo está en saber escoger el más adecuado para cada uno.

Yo también tengo un ayuno para recomendarles, y es que pueden escoger una hora en la que ustedes hagan una oración diaria (las 12 pm, la 1 pm, las 2 pm, las 3 pm) y desde que se levantan no comer nada hasta esa hora, solo mucha agua, y almorzar inmediatamente después de terminar su oración diaria.

Personalmente escogí las 3 pm, hora en que rezo la Divina Misericordia, y en los días en que ayuno, desde que me levanto hasta las 3 pm solo bebo mucha agua, y solo luego de terminar la oración debida, recién ahí almuerzo.

La Reparación

La reparación es tan impopular en nuestros días, que como no se habla de ella tampoco se practica. Si conocieran la importancia que tiene el hacer reparación para sus almas sería cosa de todos los días el hacerla.

Reparación es el acto o hecho de hacer enmienda, implica la intención de restaurar las cosas a su condición de normalidad y pureza, a cómo estaban antes de que algo malo fuese hecho; es decir, que toda acción tiene consecuencias, y ante la comisión de un pecado existen consecuencias también como la ofensa hecha a Dios, la mancha o muerte para tu alma y el daño causado al prójimo o a la Iglesia.

Con respecto a Dios, reparación significa recompensar con mayor amor por el fracaso en el amor a causa del pecado; significa restaurar lo que fue injustamente tomado y compensar con generosidad por el egoísmo que causó la injuria.

Como verás, la confesión de tus pecados no basta, debes reparar el daño causado.

Si las almas pecadoras que obtuvieron de Dios la Gracia de la salvación y por ella fueron a parar al Purgatorio hubieran hecho reparación de sus pecados, el tiempo de su Purgatorio se habría acortado, pues habrían tenido menos deudas ante Dios, por esto decimos en el Padrenuestro “y perdónanos nuestras deudas” para recordarnos las deudas que tenemos ante Dios.

A las cinco últimas generaciones se les ha enseñado a rezar diciendo “y perdónanos nuestras ofensas”, sin embargo, esta idea es incompleta y saca de la mente la idea de reparación para quien no la conoce, pues la ofensa hecha a Dios, Dios te la perdona si le pides perdón en la Confesión, pero la deuda contraída porque tú pecaste no se te perdona con la Confesión, sino con la reparación del pecado cometido.

Para quien no lo entienda es así: si robaste, entonces devuelves lo robado; si difamaste, entonces limpias la honra mancillada; si mentiste, entonces aclaras la verdad; y esto debe hacerse en la misma medida en que se hizo el daño, por ejemplo: si difamaste a alguien por internet, lo correcto es que uses el mismo medio para aclarar la verdad, pues debes pensar en la cantidad de personas a las que llegó el daño y que probablemente hiciste pecar.

Si por alguna razón justificada no está en tus posibilidades el poder hacer reparación, puedes ofrecer tus oraciones, la Santa Misa y horas de adoración eucarística por esa persona a la que hiciste el daño. Si está dentro de tus posibilidades el ofrecer disculpas a esa persona que ofendiste o dañaste estás obligado a hacerlo y además a repararle el daño causado. Esto es reparación y para lograrla hay que poner en práctica la penitencia.

La Penitencia

Para darnos una idea de las consecuencias del pecado, San Felipe Neri nos deja el ejemplo de una penitencia un poco rara.

San Felipe Neri era un santo con gran sentido común. Trataba a sus penitentes de una manera muy práctica, para que se les grabe en sus conciencias el daño que causaba el pecado y así dejaran de pecar.

Una señora tenía la costumbre de irse a confesar donde él y casi siempre tenía el mismo cuento que decir: el de calumniar a sus vecinos.

Por ello, san Felipe, le dijo: “De penitencia vas a ir al mercado, compras un pollo y me lo traes a mí. Pero de regreso lo vas desplumando, arrojando las plumas en las calles conforme caminas”. 

La señora pensó que ésta era una penitencia rara, pero deseando recibir la absolución, hizo conforme se le había indicado y por fin regresó donde San Felipe Neri. “Bueno, Padre, he completado mi penitencia” le dijo y le mostró el pollo desplumado.

“Oh, de ningún modo la has completado”le dijo el santo. “Ahora regresarás al mercado y en el camino recoges todas las plumas y las pones en una bolsa. Entonces regresas donde mí con la bolsa”.

¡Pero eso es imposible!lloró la señora–, ¡esas plumas deben de estar ahora por toda la ciudad!. 

“Es ciertoreplicó el santo–, pero tienes aún menor oportunidad de recoger todas las calumnias que has dicho sobre tus vecinos”.

Como verán, a los sacerdotes santos les importa tu santidad, no les basta que reces un Padrenuestro, tres Avemaría y un Yo Pecador, quieren que se te grabe en la mente que pecar es malo para tu alma y que tiene consecuencias en el mundo natural y también en el mundo sobrenatural. 

Repito que la sola confesión de los pecados no basta, hay que hacer reparación y para lograrlo hay que poner en práctica la penitencia, la que tú creas que puedes hacer bien, pero hacerla al final de cuentas y ofrecerla como reparación de tus pecados a Dios.

Una de las razones por las que los católicos hoy en día no hacen penitencia es porque afirman que los métodos de penitencia que conocemos de los santos o de los religiosos de siglos pasados son extremos, como el uso del cilicio (usado por muchos entre ellos Santa Catalina de Siena), cadenas en la cintura sujetas muy apretadas con un candado (cuya llave Santa Rosa de Lima tiró al pozo de su casa para que sus padres no le quiten la cadena), una corona de clavos que presionaba constantemente la cien, latigazos en la espalda (puestos en práctica por muchos entre ellos Santa Teresa de Jesús y San Juan María Vianney), poner chapitas o piedritas dentro de los zapatos (sin dejar que otros vean el dolor que les causaban), dormir en el suelo (puesto en práctica por muchos incluyendo a San Francisco de Asís, que no lo hacía por pobre) y también están las llamadas Disciplinas Externas de San Francisco de Sales y las Penitencias Externas de San Ignacio de Loyola.

Ten presente que estas prácticas eran severas maneras de causar dolor al cuerpo porque el espíritu estaba siendo tentando; pero claro, a ti no te hace falta imitarlas porque a ti no se te aparece ni te tienta salvajemente Satanás, como sí les sucedía a ellos, y claro que siendo ellos santos tenían mucho que perder, por ello, no es necesario que imites estas prácticas si no lo deseas, ya que puedes hacer Penitencia de muchas formas comenzando por cosas muy sencillas que aquí te recomendamos:

  • Escoge la actividad en tu hogar que no te gusta hacer, a mi por ejemplo no me gusta planchar, pero quizás a ti no te guste hacer la cama, lavar los platos, aspirar la casa, limpiar los baños, etc.; pues bien, la próxima vez que tu mamá o tu abuela necesiten ayuda en la casa ofrécete a hacer eso que no te gusta, pero debes hacerlo bien y con amor, y debes ofrecer eso que vas a hacer a Dios como penitencia. Si la actividad te lo permite y estas a solas, puedes rezar mentalmente una oración mientras la haces o cantar canciones de alabanzas a Dios. La idea es mantener la mente con pensamientos santos para que puedas superar esa tarea que te disgusta y puedas hacerla con amor para que tu ofrecimiento tenga valor ante Dios.
  • Si un día estás muy cansado y solo quieres echarte en tu cama suavecita a dormir, puedes poner la frazada o sleeping en el suelo y acostarte ahí, sin almohadas, de espaldas al suelo, hasta que te duermas, pero debes hacerlo bien y con amor, y debes ofrecerlo a Dios como penitencia. Ten presente que sólo sentirás un poco de incomodidad, pero considerando que cambias tu cama por el suelo estando tan cansado, ese ofrecimiento tendrá mucho valor para Dios.
  • Si observas bien, cada día hay una comida o postre que te encanta y que comes casi a diario, puede ser el café de las mañanas (sin el cual sientes que te mueres), puede ser que te encanta el arroz, las carnes o los chocolates, todos tenemos un gustito que no podemos resistir. Pues bien, dado que te gusta tanto, la idea es que no lo comas en un tiempo determinado, pero debes hacerlo bien y con amor, y debes ofrecerlo a Dios como penitencia. Puedes escoger una semana, un mes, o los cuarenta días de Cuaresma y le ofreces a Dios que durante este tiempo no lo vas a comer, pero ten en cuenta que es ¡lo que más te gusta en el mundo! y debes cumplirlo, verás que al terminar habrás dominado mucho tus impulsos y ese ofrecimiento tendrá mucho valor para Dios.
  • También existen los defectos, los vicios y los malos hábitos adquiridos, muchos saltan a la vista pero otros sólo tú te los conoces, pues escoge el peor que te encuentres y cógelo del pescuezo listo para deshacerte de él. Cuando lo tengas bien identificado, ponte un tiempo de prueba en el cual vas a dejar de hacerlo (una semana, quince días, un mes) y ofrécele a Dios el no hacerlo durante este tiempo, pero debes hacerlo bien y con amor, y debes ofrecerlo a Dios como penitencia. Deberás estar muy vigilante para no volverlo a cometer durante el tiempo que hayas escogido, pero al terminar ese tiempo, que puede ser corto o largo, verás que lo habrás dominado -y no él a ti- y ese ofrecimiento tendrá mucho valor ante los ojos de Dios.
  • Otra forma de hacer penitencia es para muchos hacer el Camino de Santiago Apóstol, un trayecto de 760 kms a pie, en el que los penitentes van en oración por terrenos y climas nada fáciles de sobrellevar, cargando sus mochilas, hospedándose en diferentes ciudades durante el trayecto hasta llegar a Santiago de Compostela, pero debes hacerlo bien y con amor, y debes ofrecerlo a Dios como penitencia, y al terminarlo tendrás la gran recompensa al ingresar a la Catedral de Santiago de Compostela de recibir ahí la confesión y participar de la Santa Misa, celebrada de manera muy tradicional con el enorme incensario ya mundialmente conocido. Este camino atrae hoy en día a muchos turistas que incluso lo hacen en bicicleta, pero es y siempre ha sido una manera de hacer penitencia para los que han sabido aprovecharlo.
  • Si vas a visitar un Santuario por una promesa que hiciste a Dios, a la Virgen o a algún Santo, puedes ingresar de rodillas al Santuario, pero recuerda que la idea es hacerlo de manera seria y rezando durante todo el trayecto, y debes hacerlo bien y con amor, y ofrecerlo a Dios como penitencia. Te aseguro que hacerlo no es fácil, pues deberás superar muchos miedos y vergüenzas, además de los comentarios maliciosos de quienes no comprenden lo que haces, pero por tener este grado de dificultad es que ese ofrecimiento tendrá mucho valor ante los ojos de Dios. Para aquellos que vean a alguien haciendo un ofrecimiento de este tipo les sugiero cerrar la boca y no servir de boca a los demonios, pues pueden truncar una reparación que esa persona estaba haciendo a Dios y asumir ustedes las consecuencias de ello, la cual verán el día de su Juicio personal ante Dios.
  • En la Procesión del Señor de los Milagros que se realiza todos los meses de Octubre en la ciudad de Lima, Perú, yo he visto a muchos fieles acompañar al Cristo de Pachacamilla sin zapatos, totalmente descalzos. Esta es una manera muy común y nada fácil de hacer penitencia, pues el trayecto de la procesión es bastante largo y dura horas, bajo el sol que calienta la pista, que a su vez no es del todo lisa, y los penitentes le acompañan orando y cantando descalzos desde su salida del Templo de Las Nazarenas hasta la Iglesia donde pernoctará hasta la procesión del día siguiente. Si te animas recuerda que debes hacerlo bien y con amor, y ofrecerlo a Dios como penitencia.

¿Sabías que la Reina Isabel la Católica pidió a Dios que si su esposo el Rey Fernando el Católico regresaba vivo de la batalla dada en Toro ella caminaría descalza desde el puente medieval de la ciudad hasta llegar al Convento de los Dominicos? Pues es un hecho histórico y tras la victoria de Toro, la Reina Isabel, descalza y vestida con una sencilla túnica, acompañada de su esposo el Rey Fernando y séquito, salió en procesión cruzando el puente medieval que aún se conserva en Toro, hasta llegar al Convento de los Dominicos. ¡Y lo hizo en época de nieve y frío! pero así son las penitencias, son un asunto entre la criatura y Dios, y nada ni nadie se interponen.

Lo bueno es que estas pequeñas formas que hemos compartido de practicar la penitencia las puedes hacer en cualquier época del año, no solamente durante la Cuaresma, y puedes volverlas a comenzar cuando te sientas preparado para ello.

Como te decía líneas arriba, la Santísima Virgen nos pide Oración, Reparación y Penitencia, las cuales puedes ofrecer en reparación por tus pecados y también por los del mundo entero. Los Santos que hoy están en los altares sabían que era muy necesario interceder y reparar las ofensas y sacrilegios que tanto ofenden al Señor.

La práctica hace al Santo

La penitencia o mortificación es una práctica olvidada también por muchos sacerdotes, que si las practicaran, aunque sea las sencillas, serian sacerdotes santos.

El Santo Cura de Ars, al escuchar a un sacerdote quejarse de la poca afluencia de feligreses a su Iglesia le dijo: “¿Ha predicado usted? ¿Ha orado? ¿Ha ayunado? ¿Ha tomado disciplinas? ¿Ha dormido sobre duro? Mientras usted no se decida a esto, no tiene derecho a quejarse”.

Y es que el ayuno, la reparación, la penitencia y también la oración tienen sus frutos, si los quieres ver ponlos en práctica, y recuerda que es “creer para ver” y no al revés.

Que Dios les conceda a todo en esta Cuaresma la Gracia de una sincera confesión y una verdadera conversión.

Karla Rouillon Gallangos.

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Y recuerda que los demonios son RESPONSABLES del pecado en el mundo, pero tú eres CULPABLE por no haber resistido la tentación y por ofender a Dios con el pecado. ¡Confiésate bien!

Para hacer una buena confesión ayúdate con tu GUÍA PARA UNA BUENA CONFESIÓN, con la cual revisarás los Mandamientos de Dios y de la Iglesia y verás en cuáles has ofendido tú a Dios con el pecado.

Descárgala aquí en PDF: GUÍA PARA UNA BUENA CONFESIÓN

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NO SOMOS SEDEVACANTISTAS: FRANCISCVS PP. I. SVMMVS PONTIFEX ECCLESIÆ VNIVERSALIS

NO SOMOS SEDEVACANTISTAS

FRANCISCVS PP. I. SVMMVS PONTIFEX ECCLESIÆ VNIVERSALIS

papa francisco krouillong comunion en la manoUstedes se preguntarán qué son esas letras raras del título, pues eso es latín y ese es el nombre de nuestro actual Papa y cómo lo recordará la historia… y no como “Francisco” a secas.

Creo firmemente que el Espíritu Santo ha puesto en el Papado al Papa Francisco y no acepto la idea de sede vacante.

También creo que el Papa Francisco ha sido elegido Papa por obra y gracia del Santo Espíritu para que se cumpla lo que está escrito en las Sagradas Escrituras en el libro del profeta Isaías “Os daré pastores según vuestro corazón”.

Con esto quiero decir que creo y afirmo que el Santo Espíritu le ha dado a la mayoría de católicos de hoy en día el Papa que se merecen… no rezas, no vas a misa pero sí vas a ver al Papa, no oras, quieres ser santo sin hacer el esfuerzo que hicieron los Santos, no te arrodillas, blasfemas contra la Sagrada Eucaristía diciendo que te da asco recibir la comunión en la boca porque te pueden contagiar una enfermedad con la saliva de otro, cometes sacrilegio contra la Sagrada Eucaristía recibiendo la comunión en la mano, no hablas del infierno ni del pecado y solo hablas de misericordia y amor, crees que la “misa” es una “cena” y no que la “Santa Misa” es el “Sacrificio incruento de Cristo”, te gusta el ecumenismo, te da igual asistir a reuniones protestantes, te confiesas pero no sabes lo que es reparación, los sacrílegos ministros extraordinarios de la comunión te parecen el mejor invento en la historia de la Iglesia porque tú eres uno de ellos o tienes amigos que lo son, no te gusta el latín, tildas de “basura” todo lo que sea Tradición de la Iglesia (Misa Tridentina y latín incluidos) sólo porque nadie te lo ha enseñado, criticas de soberbio a todo aquel que sepa de Teología solo porque tú no sabes nada y no entiendes, no te gusta el protocolo y la formalidad dentro de la Casa de Dios, no sabes lo que es Temor de Dios, te gusta asistir a misas light de 20 minutos, no te gustan las homilías largas que te recuerdan las enseñanzas de la Iglesia y hablan del pecado y el infierno, prefieres decirle a otros que recen por ti en lugar de hacer el esfuerzo tú de rezar por ti y por el mundo entero, las pelotas de ofrenda junto al Sagrario te parecen bien, te encanta que la fila de la comunión avance rápido, te gusta leer frases cortas que espiritualmente son poco edificantes y hechas solo para que los Dummies las comprendan, entonces… ¡Alégrate porque el Espíritu Santo te ha dado un Papa a tu medida!

Verás que aquí no se acepta el sedevacantismo y no se niega que “Francisco” sea Papa.

La obediencia tiene sus límites.

No pretendo ser desobediente tampoco, simplemente he escogido no imitar ese tipo de ejemplos por considerarlos destructivos para el crecimiento espiritual… por el contrario he escogido la oración y enseñar a otros a aprender a orar, dado que la oración hoy en día nunca ha sido tan necesitada.

Nadie puede estar sin cabeza, las ovejas no pueden estar sin pastor, pero cuando la cabeza o el pastor no es coherente con las enseñanzas de la Iglesia de Cristo entonces debemos escoger obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos de los Apóstoles 5: 29), pues tu alma es demasiado valiosa para Dios como para que tú permitas que se condene al infierno.

“Pastores dabo vobis”, pero “según Su Corazón”.

La Iglesia se muere de inanición porque los fieles que hoy se lanzan sobre el altar y el sagrario para distribuir la comunión le negaron en su juventud a sus hijos e hijas a la Iglesia para ser sacerdotes y religiosas que la sostengan con oraciones y sacrificios, y ahora esos mismos laicos son quienes pretender “ayudar a la Iglesia necesitada de sacerdotes” usurpando las obligaciones exclusivas de los sacerdotes siendo ministros extraordinarios de la comunión.

Ahora los sacerdotes escasean y muchos de los que hay han muerto espiritualmente por olvidar la oración, una vez más el libro del profeta Isaías nos recuerda el banquete de almas que se dan los demonios “¡Bestias del campo, fieras de la selva, vengan todas a devorar! Sus guardianes son todos ciegos, ninguno de ellos sabe nada. Todos ellos son perros mudos, incapaces de ladrar. Desvarían acostados, les gusta dormitar. Esos perros voraces nunca terminan de saciarse, ¡y ellos son los pastores! No saben discernir, cada uno toma por su camino, todos, hasta el último, detrás de su ganancia.” Isaías 56, 9 – 11

papa francisco krouillong comunion en la mano

Sacrificio incruento y no cena del Señor.

Y los fieles… han olvidado que la Santa Misa es el Sacrificio incruento de Cristo para aceptar la idea de “cena del Señor” que es un término esencialmente protestante puesto que ellos solo recuerdan la muerte de Cristo, mientras que la Iglesia nos recuerda que ese Sacrificio Eucarístico es ofrecido por los asistentes presentes y por los suyos, por la redención de sus almas, por la esperanza de su salvación y glorificación (Cánon de la misa).  

Todos han olvidado el mundo sobrenatural que, si Dios les permitiera ver durante la Santa Misa, morirían de miedo in situ pues verían el sacrificio de Cristo que agoniza en la cruz y derrama Su Sangre para la remisión de nuestros pecados mientras que los fieles aplauden, conversan, cantan canciones no litúrgicas, chatean, postean y twittean con el celular, pasean a los nietos dentro de la casa de Dios para que no se aburran en la misa o usurpan las obligaciones del sacerdote, rechazando con estas conductas las Gracias invisibles que Dios nos ha dejado todos los días hasta el fin del mundo en las especies visibles (San Mateo 28, 10) .

Si pudiéramos ver lo sobrenatural en la Santa Misa veríamos el Cielo abierto y de rodillas a los Santos y a la Santísima Virgen… mientras ustedes se quedan de pie; escucharíamos cantos de alabanzas de los ángeles a Dios… mientras ustedes cantan el Amor Eterno de Juan Gabriel; veríamos a Cristo en la Cruz por encima del sacerdote derramando Su Sangre… mientras ustedes se preparan a tomar Su Cuerpo y Su Sangre en sus manos; veríamos a Cristo agonizante… mientras se siguen dando el saludo de la paz más largo de la historia de la humanidad; veríamos al terminar la Santa Misa la inmensa alegría de Jesús, la Santísima Virgen y los Santos en procesión caminando entre nosotros… mientras que ustedes ya se fueron de la Iglesia al segundo después de decir “Demos Gracias a Dios”.

Es pues, por lo sobrenatural que no se ve, que el Santo Sacrificio de la Misa es el tesoro más grande de nuestra fe.

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El mundo de hoy escandaliza al Cielo.

Los signos de los últimos tiempos son demasiado notorios en estos últimos años para no tenerlos en cuenta. ¿Por qué Dios envía a la Santísima Virgen una y otra vez a darnos Su mensaje de Oración, Reparación y Penitencia. ¿Acaso es porque las cosas están mejorando año tras año? ¿Papado tras Papado? Si analizamos los mensajes marianos en orden cronológico las advertencias de nuestra Santísima Madre sobre el mundo y las almas en pecado es que están cada vez peor… ¿Cómo podemos pretender que hoy en día no pasa nada dentro de la Iglesia y entre los católicos que no esté escandalizando al Cielo?

En el año 1300 el mundo ya estaba podrido cuando Santa Catalina de Siena nos instaba a gritar: ¡Basta de silencios! ¡Gritad con cien mil lenguas! porque, por haber callado, ¡el mundo está podrido!… ¿qué ustedes creen que ahora en el 2016 está mejor? 

Y fue en Garabandal en 1965 que la Santísima Virgen nos dice que “la copa de la ira de Dios está rebalsando”. Sus palabras exactas fueron:Antes la copa se estaba llenando, ahora está rebosando. Los sacerdotes van muchos por el camino de la perdición y con ellos llevan a muchas almas. A la Eucaristía se le da cada vez menos importancia. Debemos evitar la ira de Dios sobre nosotros con nuestros esfuerzos. Si le pedís perdón con vuestras almas sinceras, El os perdonará. Yo vuestra Madre, por intercesión del Ángel San Miguel, os quiero decir que os enmendéis. Ya estáis en los últimos avisos. Os quiero mucho y no quiero vuestra condenación. Pedidnos sinceramente y Nosotros os lo daremos. Debéis sacrificaros más. Pensad en la Pasión de Jesús.”

¿Acaso el mundo que conocemos hoy hace penitencia?

¿Los católicos sabemos que la confesión no basta y que hay que hacer reparación?

¿Ustedes creen que hoy en día el mundo ora a Dios lo suficiente para equilibrar en la balanza de la Justicia Divina el peso del bien contra el peso del mal? 

Los juicios de Dios son terribles dicen los demonios… pero los católicos han olvidado el Temor de Dios y en eso no piensan… hoy nadie teme la Santa ira de Dios.

Los tiempos que vivimos y el Papa León XIII

Estamos viviendo tiempos en que los católicos mismos desechan los cimientos de la fe y los Mandamientos de Dios y de la Iglesia… pero siguen al Papa y se toman selfies con él.

Y esos libros en latín que hoy rechazas leer son los que te muestran las oraciones que hicieron santos a los Santos de la Iglesia, son los que con imágenes te muestran las revelaciones a los Santos y a las almas privilegiadas de lo sobrenatural para que lo vivas hoy, son los que harían de tu alma un alma piadosa… y te están esperando.

¿Cómo no pensar en  la visión del Papa León XIII? Satanás pidió permiso a Dios de tener cien años para poder influenciar al mundo como nunca antes había podido hacerlo. Y Dios se lo concede. La Iglesia y los católicos de hoy sufren los salvajes ataques de Satanás que son sutiles y pasan discretamente inadvertidos como satisfacciones mundanas que te llenan de felicidad aparente… y la mayoría de católicos no reacciona porque el Papa dice que Dios es bueno y es todo misericordia.

¿O acaso es que estamos en los tiempos donde el Papa León XIII vio a San Miguel Arcángel aparecer y lanzar a Satanás con sus legiones en el abismo del infierno? ¿Por qué tendríamos en nuestro sano juicio que creer esto? Hoy en día San Miguel ha sido retirado de casi todas las Iglesias, ya no se le venera, ya no se reza su exorcismo al finalizar la Santa Misa, casi nadie conoce su rosario o su novena y muchos católicos lo han reemplazado por una diabólica angeología moderna donde prefieren llamar a su ángel según su horóscopo que a San Miguel.

Hay que ir contracorriente.

Y aunque me vean como bicho raro en pleno 2016 yo hablo del pecado, la confesión, el infierno, los demonios y la importancia de San Miguel Arcángel y los ángeles, pero solo de San Miguel, San Rafael, San Gabriel y del Santo Ángel de la Guarda… pues Jophfiel, Raziel, Barachiel, Jehudiel, Chamuel, Zadquiel y demás no existen, aunque la mayoría de católicos crea que sí.

Como verán he escogido todos los temas más impopulares que puedan existir hoy entre los católicos… lo bueno es que yo no vivo de sus LIKES ni de la cantidad de seguidores en mis redes sociales, por lo que si no te gusta lo arriba expresado no me sigas.. yo sobreviviré.

No se callen ante quienes les dicen que ustedes dividen y que toda división es de Satanás pues la Santísima Virgen en Akita nos dijo que “la obra del demonio infiltrará hasta dentro de la Iglesia de tal manera que se verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos” y para comprender mejor quiénes son las víctimas y quiénes los servidores de Satanás nos dijo “Los sacerdotes que me veneran serán despreciados y encontrarán oposición de sus compañeros”… “La Iglesia estará llena de aquellos que aceptan las componendas y el demonio presionará a muchos sacerdotes y almas consagradas a dejar el servicio del Señor”. Y esto fue hace poco en 1973 ¿Y tú crees que hoy todo dentro de tu Parroquia está bien? Si quieres saber cuál es el lado correcto escoge el de los obispos y cardenales que defienden la Tradición de la Iglesia, pues la Iglesia no ha estado errada casi 2000 años para ahora tener necesidad de ser más moderna y cambiar al gusto del mundo.

Por favor, por amor a Jesús, no se queden callados y luchen contra la sacrílega comunión en la mano… es Jesús ahí presente y no, no está dichoso de ser flagelado otra vez por ti recibiéndolo en las manos… ¡NO RECIBAS A JESÚS EN LA MANO!

Karla Rouillon Gallangos

Sobre la COMUNIÓN EN LA MANO