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El Vía Matris

EL VÍA MATRIS

El Vía Matris Dolorosae o simplemente Vía Matris, es un ejercicio piadoso en el cual un grupo de fieles o un único orante realiza un recorrido sobre un trecho de camino o en el interior de una iglesia, meditando los dolores que la Virgen María, madre y cooperadora del Salvador, sufrió durante la vida, en el cumplimiento de su misión.

El Vía Matris surge a imitación del Santo Vía Crucis, a finales de la Edad Media en un clima de piedad y de compasión hacia el misterio de la pasión de Cristo, de entusiasmo por la recuperación del Santo Sepulcro y de ferviente recuperación de las peregrinaciones a Tierra Santa. Es un ejercicio piadoso que surge por la piedad popular y que tuvo acogida de muchas órdenes religiosas, que por el amor a Santa María lo han divulgado entre los fieles.

Los estudiosos de la piedad popular, al tratar sobre el Vía Matris, le atribuyen, aún sin indicar una documentación específica, un origen español, o cuando menos, una fuerte afirmación en aquella nación. Ciertamente durante los siglos XVII y XVIII la atención en España y los países americanos dependientes entonces de la corona española hacia la pasión de Cristo y hacia los dolores de la Santa Virgen era muy profunda y difundida. Lo atestigua una abundante literatura devota de este aspecto.

El fundamento teológico del Vía Matris, así como el resto de todos los ejercicios de piedad mariana, es la indisoluble unión de María con Cristo, en la realización del proyecto salvífico de Dios, que tiene en la encarnación del Verbo y en la muerte y resurrección de Cristo, sus más altas expresiones. La Virgen es la «íntima socia» en la realización de la obra de la redención. Por lo tanto, asociados en el designio de la salvación, Cristo crucificado y la Virgen Dolorosa están también asociados en las celebraciones de la liturgia y en las manifestaciones de piedad popular.

El Vía Matris se ha constituido teniendo como punto de referencia el Vía Crucis, el cual, a pesar de poder rezarse en forma individual, originalmente nació como oración comunitaria. De esta forma, también el Vía Matris: puede ser realizado por un fiel solo como un ejercicio piadoso de carácter individual; pero generalmente – y de preferencia – es celebrado por grupos de fieles, convocados específicamente, que se distribuyen los varios cargos de una simple celebración: en el caso más sencillo, son el guía, el lector y la asamblea.

Así como el Vía Crucis, el Vía Matris es una «oración bíblica»: es decir que proviene del Evangelio, entendido en el sentido literal o interpretado a la luz de la tradición de la Iglesia, y evoca los episodios de dolor y de salvación que poco a poco contempla. Pero sería una limitación el hecho de restringir el ámbito meditativo únicamente a los episodios evangélicos que se contemplan, a pesar de ser ricos de perspectivas: cada uno de ellos tiene la sombra de hechos del Antiguo Testamento y se proyecta sobre otros del Nuevo Testamento.

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EL VIA MATRIS.

Modo de rezar el Vía Matris. Celebración del camino de dolor de la Virgen.

El Vía Matris consta de siete estaciones, correspondientes a los siete principales dolores que, según la tradición eclesial, sufrió la Santísima Virgen María, Madre de Jesús; sin embargo, la tradición no ha sido unánime en la enumeración de los siete dolores. En referencia a los siete dolores de la Virgen existen dos tradiciones: la primera concentra los siete dolores que se desenvuelven alrededor del episodio fundamental de la crucifixión de Jesús; la segunda se extiende a toda la vida de la Virgen y comprende, por lo tanto, algunos episodios de la infancia de Jesús.

La primera tradición hace referencia a la compasión de la Virgen al pie de la Cruz, a la lamentación de la Madre por la muerte de su Hijo, a su desolada soledad. De esta forma por ejemplo, Nicolás de Arezzo (+1462 aprox.), fraile Siervo de María, en el Planctus Dominae Nostrae enumera siete dolores o, de acuerdo a su terminología, siete espadas, que reconducen, todas ellas, a la pasión de Cristo:

  1. Primus gladius fuit quando vidit filium captum et ligatum (primero, cuando Jesús es capturado y flagelado);
  2. Ssecundus quando eum vidit in cruce elevatum et in ligno confixum (segundo, cuando lo ve elevado en el árbol de la cruz);
  3. Tertius gladius doloris fuit quando eum vidit ab omnibus derelictum (tercero, cuando lo ve abandonado por todos);
  4. Quartus quando vidit eum ab omnibus creaturis graviter deploratum (cuarto, cuando lo ve deplorado por todas las criaturas) ;
  5. Quintus quando vidit eum a Iudeis incognitum et crucificatum (quinto, cuando lo vio rechazado y crucificado por los Judíos);
  6. Sextus quando vidit eum cum dolore et clamore valido vita corporali privatum (sexto, cuando con dolor y llanto vió su cuerpo sin vida);
  7. Septimus quando vidit eum sub uno saxo in monumento firmiter observatum (séptimo, cuando lo vio mientras ponían la roca en el sepulcro por la estricta observación de la ley).

La segunda tradición extiende la contemplación de los dolores de la Virgen a toda su vida e incluye, por tanto, algunos episodios de la infancia de Jesús.

Entre los años 1380 y 1390 se registraron las dos siguientes series:

Primera serie:

1. La profecía de Simeón

2. La huida a Egipto

3. Pérdida del Niño Jesús en el templo

4. Juan informa a la Virgen de la traición de Judas

5. La crucifixión

6. La sepultura

7. La Virgen visita los lugares de la Pasión de su Hijo.

Segunda serie:

1. La profecía de Simeón

2. La huida a Egipto

3. Pérdida del Niño Jesús en el templo

4. Jesús ultrajado de Judas

5. La crucifixión

6. Jesús muerto sobre las rodillas de la Madre

7. La sepultura.

Díptico de Notre -Dame de los Siete Dolores de la Virgen de Brugge Voorzijde

Díptico de los Siete Dolores de la Virgen de Brugge Voorzijde : Joris Van de Velde, Alcalde de Brugge

La serie actual es atestiguada con seguridad hacia el 1491 en una inscripción compuesta por un poeta anónimo por encargo de Juan de Coudenberg, decano de la Colegiata de San Egidio de Abbenbrouck, en la diócesis de Utrecht, ferviente devoto de la Dolorosa:

Disce, salutator, nostros meminisse dolores Septenos, prosint ut tibi quaque die. Predixit Simeon animam mucrone feriri Et Matrem Nati vulnera ferre sui. Hinc, cum cesa fuit puerorum turba piorum, Pertuli in Egyptum non bene tuta meum. Et dolui querens puerum divina docentem In templo. Hinc captum pondera ferre crucis Cum vidi; Et ligno fixum; Tum morte sopitum Deponi; Inque petra linquere pulsa fui. Hos igitur nostros quisquis meditare dolores, Percipies Natum ferre salutis opem.

La Orden de los Siervos de María adoptó esta serie, a pesar de que en el siglo XVII se descubrieron algunas incertidumbres y relativas controversias sobre el “primer dolor”; para algunos éste era la circuncisión del Hijo; para otros la profecía de Simeón. Con un decreto de la Dieta que se celebró en Reggio Emilia en 1660, se estableció considerar como “primer dolor” de la Madre el de la circuncisión de su Hijo; pero, no obstante las disposiciones legislativas, la serie tradicional, que consideraba como “primer dolor” la profecía de Simeón se impuso progresivamente.

Las “estaciones‟ se enuncian de la siguiente manera:

1. María acoge en la fe la profecía de Simeón (Lc 2, 34-35)

2. María huye a Egipto con Jesús y José (Mt 2, 13-14)

3. María busca al niño Jesús perdido en Jerusalén (Lc 2, 43-45)

4. María encuentra a Jesús camino del Calvario (Lc 23, 26-27)

5. María está junto a la cruz de su Hijo (Jn 19, 25-27)

6. María recibe en su seno el cuerpo de Jesús bajado de la cruz (Mt 27, 57-59)

7. María entrega el cuerpo de Jesús al sepulcro en espera de la resurrección (Jn 19, 40-42)

Cinco esquemas

El Vía Matris es propuesto en cinco esquemas titulados respectivamente:

I. Con María, madre y discípula, en el camino de la cruz.

II. Con santa María, en el camino de la fe y del dolor.

III. «Vía Matris», camino del amor de la Virgen.

IV. «Vía Matris», camino de vida y de servicio.

V. El camino doloroso de María y el camino del discípulo.

Cada esquema consta esencialmente de tres partes: la introducción, la serie de “estaciones”, y la conclusión; cada parte está compuesta a su vez de varios elementos. Para una adecuada comprensión y valorización de éstos, se indica a continuación su naturaleza y su función.

Inicio del Vía Matris

Por la señal de la Santa Cruz  de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Oración: La introducción se concluye con una oración, que es una súplica a Dios para que dirija su mirada hacia los fieles que se preparan a cumplir el ejercicio piadoso del Vía Matris.

Santísima Virgen, Madre de Dios, yo aunque indigno pecador postrado a vuestros pies en presencia de Dios omnipotente os ofrezco este mi corazón con todos sus afectos. A vos lo consagro y quiero que sea siempre vuestro y de vuestro hijo Jesús.

Aceptad esta humilde oferta vos que siempre habéis sido la auxiliadora del pueblo cristiano.

Oh María, refugio de los atribulados, consuelo de los afligidos, ten compasión de la pena que tanto me aflige, del apuro extremo en que me encuentro.

Reina de los cielos, en vuestras manos pongo mi causa. Se bien que en los casos desesperados se muestra más potente vuestra misericordia y nada puede resistir a vuestro poder. Alcanzadme Madre mía la gracia que os pido si es del agrado de mi Dios y Señor. Amén.

Enunciación del dolor: El guía o un lector enuncia el dolor que será objeto de meditación durante la “estación”.

1. María acoge en la fe la profecía de Simeón

2. María huye a Egipto con Jesús y José

3. María busca a Jesús perdido en Jerusalén

4. María encuentra a Jesús camino del Calvario

5. María está junto a la cruz de su Hijo

6. María recibe en su seno el cuerpo de Jesús bajado de la cruz

7. María entrega el cuerpo de Jesús al sepulcro en espera de la resurrección

Verso de introducción: 

V. Te alabamos, Santa María

R. Madre fiel junto a la cruz de su Hijo.

Lectura evangélica: Se continúa con la lectura del evangelio relacionada con el dolor que se contempla en la “estación”

1. María acoge en la fe la profecía de Simeón (San Lucas 2, 34-35)

Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos».

2. María huye a Egipto con Jesús y José (San Mateo 2, 13-14)

Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.

3. María busca a Jesús perdido en Jerusalén (San Lucas 2, 43-45)

Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acababa la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él.

4. María encuentra a Jesús camino del Calvario (San Lucas 23, 26-27)

Cuando lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús. Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él.

5. María está junto a la cruz de su Hijo (San Juan 19, 25-27)

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien el amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

6. María recibe en su seno el cuerpo de Jesús bajado de la cruz (San Mateo 27, 57-59)

Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús, y fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran. Entonces José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había hecho cavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, y se fue.

7. María entrega el cuerpo de Jesús al sepulcro en espera de la resurrección (San Juan 19, 40-42)

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Oración: Después de cada lectura se hace una pausa de silencio, seguida de una oración, dirigida a Dios o a la Virgen, implora una gracia que proviene del dolor que se contempla.

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir, que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a aparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente. Amén.

Canto de procesión: Tiene la finalidad de acompañar el camino de una “estación” a otra. Se proponen varios tipos de canto de procesión, entre los cuales: el Stabat Mater y las letanías de los Santos o de la Virgen.

Stabat Mater

Stabat Mater dolorosa
iuxta Crucem lacrimosa,
dum pendebat Filius.

Cuius animam gementem,
contristatam et dolentem
pertransivit gladius.

O quam tristis et afflicta
fuit illa benedicta,
mater Unigeniti!

Quae maerebat et dolebat,
pia Mater, dum videbat
nati poenas inclyti.

Quis est homo qui non fleret,
matrem Christi si videret
in tanto supplicio?

Quis non posset contristari
Christi Matrem contemplari
dolentem cum Filio?

Pro peccatis suae gentis
vidit Iesum in tormentis,
et flagellis subditum.

Vidit suum dulcem Natum
moriendo desolatum,
dum emisit spiritum.

Eia, Mater, fons amoris
me sentire vim doloris
fac, ut tecum lugeam.

Fac, ut ardeat cor meum
in amando Christum Deum
ut sibi complaceam.

Sancta Mater, istud agas,
crucifixi fige plagas
cordi meo valide.

Tui Nati vulnerati,
tam dignati pro me pati,
poenas mecum divide.

Fac me tecum pie flere,
crucifixo condolere,
donec ego vixero.

Iuxta Crucem tecum stare,
et me tibi sociare
in planctu desidero.

Virgo virginum praeclara,
mihi iam non sis amara,
fac me tecum plangere.

Fac, ut portem Christi mortem,
passionis fac consortem,
et plagas recolere.

Fac me plagis vulnerari,
fac me Cruce inebriari,
et cruore Filii.

Flammis ne urar succensus,
per te, Virgo, sim defensus
in die iudicii.

Christe, cum sit hinc exire,
da per Matrem me venire
ad palmam victoriae.

Quando corpus morietur,
fac, ut animae donetur
paradisi gloria. Amen.

Despedida: La despedida consta de una monición, una aclamación y una oración, a las que siguen la bendición y el saludo final.

Monición:

Al finalizar el «Vía Matris» saludamos a la Virgen de la fe, de la espera, de la esperanza y dirigimos nuestra mirada hacia la luz de la Pascua.

Aclamación:

Bendita tú o Alégrate, Hija de Sión.

Oración: Es una súplica dirigida a Dios, para que, por la intercesión de Santa María, llene con la abundancia de sus dones y asocie «a la gloria de Cristo resucitado» a los fieles que han cumplido con este ejercicio piadoso.

Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos, abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.

María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho madre de Dios.

Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos; tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el socorro del cielo.

Saludo final: 

Nos proteja Santa María, y nos guíe benignamente en el camino de la vida.

Acuérdate, en favor de los diversos componentes del orden eclesial y de la familia humana, así como de las varias necesidades.

La bendición (prevista cuando quien preside o guía es un presbítero o un diácono): tiene la estructura y los contenidos propios de esta secuencia ritual.

Fin de la Oración.

Madonna Addolorata delle Sette Spade, Santo Stefano Rotondo, Roma (CIRCONCISIONE)

Madonna Addolorata delle Sette Spade, Santo Stefano Rotondo, Roma (CIRCONCISIONE)

Aclaración Final:

Suponiéndose una correcta celebración, el valor espiritual y la eficacia pastoral del Vía Matris se encuentran en la capacidad de: acercar a los fieles, a través de la contemplación de la «compasión» de la Virgen, a uno de los aspectos esenciales del Misterio pascual: la pasión salvadora de Cristo; iluminar el misterio del dolor, del cual ningún hombre puede huir, con la luz que emana en modo singular de la forma con la cual María de Nazaret, llena de fe, vivió esta experiencia; hacer participar a los orantes de los sufrimientos de los hermanos y hermanas, ya que la celebración del dolor de la Virgen no puede quedarse en la meditación, en el agradecimiento, en la alabanza, sino que implica la atención comprometida hacia el hombre y la mujer que sufren; suscitar sentimientos de misericordia, porque, después de la contemplación de la bondad misericordiosa del Salvador, nada dispone el ánimo para la misericordia como la contemplación de la amorosa compasión de la Virgen: bajo la cruz, María es la «Virgen del perdón».

Los días más indicados para su celebración

Como sugerencia se indican los días que, por su índole o por motivos tradicionales, son más aptos para la celebración pública del Vía Matris en las iglesias de los Siervos y de las Siervas de María:

  • Los días feriados del tiempo de Cuaresma, en particular el viernes;
  • Los viernes del mes de septiembre;
  • Los siete viernes que preceden a la Solemnidad de la Dolorosa (15 de septiembre), a menos que no recurra en esa fecha alguna memoria litúrgica que requiera una fórmula diversa (por ejemplo: 8 de septiembre, Natividad de la Santísima Virgen María; 14 de septiembre, Exaltación de la Santa Cruz).

Fuente: ORDEN SIERVOS DE MARÍA

Ver también: EL SANTO VÍA CRUCIS CON LAS MEDITACIONES DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO

Te invito a leer este artículo sobre la SEMANA SANTA: LA SEMANA QUE CAMBIÓ AL MUNDO y estas recomendaciones para  el MIÉRCOLES DE CENIZA y la CUARESMA

Si quieres hacer una obra de misericordia enseña a otros a orar.

Otras oraciones que puedes aprender:

LA CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA

ROSARIO DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL

EL SANTO ROSARIO

CIEN RÉQUIEM

Que Dios les conceda a todos las Gracias que necesiten.

Karla Rouillon Gallangos

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El Santo Vía Crucis con las meditaciones de San Alfonso María de Ligorio

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EL SANTO VÍA CRUCIS CON LAS MEDITACIONES DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO

Por: San Alfonso María de Ligorio

EL CAMINO DE LA CRUZ

Arrodíllate ante el altar, haz un Acto de Contrición, y forma la intención de ganar las indulgencias bien para ti, o para las almas en el Purgatorio.

Acto de Contricción

Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero,
Creador, Padre, Redentor mío,
por ser vos quien sois, bondad infinita
y por que os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón haberos ofendido,
también me pesa porque podéis castigarme con
las penas del infierno.
Animado con tu divina gracia,
propongo firmemente nunca mas pecar, confesarme bien
y cumplir la penitencia que me fuera impuesta,
para el perdón de mis pecados. Amen.

Acepta con beneplácito el rezo de este santo via crucis y concede a las Benditas Almas del Purgatorio la indulgencia que la Santa Madre Iglesia ofrece.

Después di:

Señor mío Jesucristo, Vos anduvisteis con tan grande amor este camino para morir por mí, y yo os he ofendido tantas veces apartándome de Vos por el pecado; mas ahora os amo con todo mi corazón, y porque os amo, me arrepiento sinceramente de todas las ofensas que os he hecho. Perdóname, Señor, y permíteme que os acompañe en este viaje. Vais a morir por mi amor, pues yo también quiero vivir y morir por el vuestro, amado Redentor mío. Si, Jesús mío, quiero vivir siempre y morir unido a Vos.

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PRIMERA ESTACIÓN
Jesús sentenciado a muerte

V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Considera cómo Jesús, después de haber sido azotado y coronado de espinos, fue injustamente sentenciado por Pilato a morir crucificado.

(Aquí se hace una pequeña pausa para considerar brevemente el misterio, y lo mismo en las demás estaciones.)

Adorado Jesús mío: mis pecados fueron más bien que Pilato, los que os sentenciaron a muerte. Por los méritos de este doloroso paso, os suplico me asistáis en el camino que va recorriendo mi alma para la eternidad. Os amo, ¡ oh Jesús mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mi como os agrade. Amén.

Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Amado Jesús mío,
Por mí vas a la muerte,
Quiero seguir tu suerte,
Muriendo por tu amor;
Perdón y gracia imploro,
Transido de dolor.

 

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 SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús es cargado con la cruz

V. Te adoramos, Cristo. y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Considera cómo Jesús, andando este camino con la cruz a cuestas, iba pensando en ti y ofreciendo a su Padre por tu salvación la muerte que iba a padecer.

Amabilísimo Jesús mío: abrazo todas las tribulaciones que me tenéis destinadas hasta la muerte, y os ruego, por los méritos de la pena que sufristeis llevando vuestra Cruz, me deis fuerza para llevar la mía con perfecta paciencia y resignación. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.

Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Amado Jesús mío,
Por mí vas a la muerte,
Quiero seguir tu suerte,
Muriendo por tu amor;
Perdón y gracia imploro,
Transido de dolor.

 

tercera estacion via crucis semana santa krouillong karla rouillon gallangos no recibas la eucaristia en la mano comunion en la mano yo no recibo la eucaristia en la mano san alfonso maria de ligorio

 

TERCERA ESTACIÓN
Jesús cae la primera vez debajo de la cruz

V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Considera esta primera caída de Jesús debajo de la Cruz. Sus carnes estaban despedazadas por los azotes; su cabeza coronada de espinas, y había ya derramado mucha sangre, por lo cual estaba tan débil, que apenas podía caminar; llevaba al mismo tiempo aquel enorme peso sobre sus hombros y los soldados le empujaban; de modo que muchas veces desfalleció y cayó en este camino.

Amado Jesús mío: más que el peso de la Cruz, son mis pecados los que os hacen sufrir tantas penas. Por los méritos de esta primera caída, libradme de incurrir en pecado mortal. Os amo, ¡ oh Jesús, amor mio !, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.

Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Amado Jesús mío,
Por mí vas a la muerte,
Quiero seguir tu suerte,
Muriendo por tu amor;
Perdón y gracia imploro,
Transido de dolor.

cuarta estacion via crucis semana santa krouillong karla rouillon gallangos no recibas la eucaristia en la mano comunion en la mano yo no recibo la eucaristia en la mano san alfonso maria de ligorio

CUARTA ESTACIÓN

Jesús encuentra a su afligida madre

V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Considera el encuentro del Hijo con su Madre en este camino. Se miraron mutuamente Jesús y Maria, y sus miradas fueran otras tantas flechas que traspasaron sus amantes corazones.

Amantísimo Jesús mío: por la pena que experimentasteis en este encuentro, concededme la gracia de ser verdadero devoto de vuestra Santísima Madre. Y Vos, mi afligida Reina, que fuisteis abrumada de dolor, alcanzadme con vuestra intercesión una continua y amorosa memoria de la Pasión de vuestro Hijo. Os amo, ¡Oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.

Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Amado Jesús mío,
Por mí vas a la muerte,
Quiero seguir tu suerte,
Muriendo por tu amor;
Perdón y gracia imploro,
Transido de dolor.

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QUINTA ESTACIÓN
Simón ayuda a Jesús a llevar la cruz

V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Considera cómo los judíos, al ver que Jesús iba desfalleciendo cada vez más, temieron que se les muriese en el camino y, como deseaban verle morir de la muerte infame de Cruz, obligaron a Simón el Cirineo a que le ayudase a llevar aquel pesado madero.

Dulcísimo Jesús mío: no quiero rehusar la Cruz, como lo hizo el Cirineo, antes bien la acepto y la abrazo; acepto en particular la muerte que tengáis destinada para mí, con todas las penas que la han de acompañar, la uno a la vuestra, y os la ofrezco. Vos habéis querido morir por. mi amor, yo quiero morir por el vuestro y por daros gusto; ayudadme con vuestra gracia. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío! más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.

Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Amado Jesús mío,
Por mí vas a la muerte,
Quiero seguir tu suerte,
Muriendo por tu amor;
Perdón y gracia imploro,
Transido de dolor.

sexta estacion via crucis semana santa krouillong karla rouillon gallangos no recibas la eucaristia en la mano comunion en la mano yo no recibo la eucaristia en la mano san alfonso maria de ligorio
SEXTA ESTACIÓN
La Verónica limpia el rostro de Jesús

V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Considera cómo la devoto mujer Verónica, al ver a Jesús tan fatigado y con el rostro bañado en sudar y sangre, le ofreció un lienzo. y limpiándose con él nuestra Señor, quedó impreso en éste su santa imagen.

Amado Jesús mío: en otro tiempo vuestro rostro era hermosisímo; mas en este doloroso viaje, las heridas y la sangre han cambiado en fealdad su hermosura. ¡ Ah Señor mío, también mi alma quedó hermosa a vuestros ojos cuando recibí la gracia del bautismo, mas yo la he desfigurado después con mis pecados. Vos sólo, ¡ oh Redentor mío!, podéis restituirle su belleza pasada: hacedlo por los méritos de vuestra Pasión. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.

Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Amado Jesús mío,
Por mí vas a la muerte,
Quiero seguir tu suerte,
Muriendo por tu amor;
Perdón y gracia imploro,
Transido de dolor.

 

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 SÉPTIMA ESTACIÓN

Jesús cae la segunda vez con la cruz

V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Considera la segunda caída de Jesús debajo de la Cruz, en la cual se le renueva el dolor de las heridas de su cabeza y de todo su cuerpo al afligido Señor.

Oh pacientísimo. Jesús mio. Vos tantas veces me habéis perdonado, y yo he vuelto a caer y a ofenderos. Ayudadme, por los méritos de esta nueva caída, a perseverar en vuestra gracia hasta la muerte. Haced que en todas las tentaciones que me asalten, siempre y prontamente me encomiende a Vos. Os amo, ¡ oh Jesús, amor mío! más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.

Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Amado Jesús mío,
Por mí vas a la muerte,
Quiero seguir tu suerte,
Muriendo por tu amor;
Perdón y gracia imploro,
Transido de dolor.

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OCTAVA ESTACIÓN
Las mujeres de Jerusalén lloran por Jesús

V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Considera cómo algunas piadosas mujeres, viendo a Jesús en tan lastimosa estado, que iba derramando sangre por el camino, lloraban de compasión; mas Jesús les dijo: no lloréis por mí, sino por vosotras mismas y por vuestras hijos.

Afligido Jesús mío: lloro las ofensas que os he hecho, por los castigos que me han merecido, pero mucho más por el disgusto que os he dado a Vos, que tan ardientemente me habéis amado. No es tanto el Infierno, como vuestro amor, el que me hace llorar mis pecados. Os amo, ¡ oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.

Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Amado Jesús mío,
Por mí vas a la muerte,
Quiero seguir tu suerte,
Muriendo por tu amor;
Perdón y gracia imploro,
Transido de dolor.

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 NOVENA ESTACIÓN

Jesús cae por tercera vez con la cruz

V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Considera la tercera caída de Jesucristo. Extremada era su debilidad y excesiva la crueldad de los verdugos, que querían hacerle apresurar el paso, cuando apenas le quedaba aliento para moverse.

Atormentado Jesús mío: por los méritos de la debilidad que quisisteis padecer en vuestro camino al Calvario, dadme la fortaleza necesaria para vencer los respetos humanos y todos mis desordenados y perversos apetitos, que me han hecho despreciar vuestra amistad. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.

Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Amado Jesús mío,
Por mí vas a la muerte,
Quiero seguir tu suerte,
Muriendo por tu amor;
Perdón y gracia imploro,
Transido de dolor.

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 DÉCIMA ESTACIÓN

Jesús es despojado de sus vestiduras

V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Considera cómo al ser despojado Jesús de sus vestiduras por los verdugos, estando la túnica interior pegada a las carnes desolladas por los azotes, le arrancaran también con ella la piel de su sagrado cuerpo. Compadece a tu Señor y dile:

Inocente Jesús mío: por los méritos del dolor que entonces sufristeis, ayudadme a desnudarme de todos los afectos a las cosas terrenas, para, que pueda yo poner todo mi amor en Vos, que tan digno sois de ser amado. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.

Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Amado Jesús mío,
Por mí vas a la muerte,
Quiero seguir tu suerte,
Muriendo por tu amor;
Perdón y gracia imploro,
Transido de dolor.

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 UNDÉCIMA ESTACIÓN

Jesús es clavado en la cruz

V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Considera cómo Jesús, tendido sobre la Cruz, alarga sus pies y manos y ofrece al Eterno Padre el sacrificio de su vida por nuestra salvación; le enclavan aquellos bárbaros verdugos y después levantan la Cruz en alto, dejándole morir de dolor, sobre aquel patíbulo infame.

Oh despreciado Jesús mío. Clavad mi corazón a vuestros pies para que quede siempre ahí amándoos y no os deje más. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido: no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez: haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.

Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Amado Jesús mío,
Por mí vas a la muerte,
Quiero seguir tu suerte,
Muriendo por tu amor;
Perdón y gracia imploro,
Transido de dolor.

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 DUODÉCIMA ESTACIÓN

Jesús muere en la cruz

V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Considera cómo Jesús, después de tres horas de agonía, consumido de dolores y exhausto de fuerzas su cuerpo, inclina la cabeza y expía en la Cruz.

Oh difunto Jesús mío. Beso enternecido esa Cruz en que por mí habéis muerto. Yo, por mis pecados, tenía merecida una mala muerte, mas la vuestra es mi esperanza. Ea, pues. Señor, por los méritos de vuestra santísima muerte, concededme la gracia de morir abrazado a vuestros pies y consumido por vuestro amor. En vuestras manos encomiendo mi alma. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.

Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Amado Jesús mío,
Por mí vas a la muerte,
Quiero seguir tu suerte,
Muriendo por tu amor;
Perdón y gracia imploro,
Transido de dolor.

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 DECIMOTERCERA ESTACIÓN

Jesús es bajado de la cruz

V. Te adoramos. Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Considera cómo, habiendo expirado ya el Señor, le bajaron de la Cruz dos de sus discípulos. José y Nicodemo, y le depositaran en los brazos de su afligida Madre, María, que le recibió con ternura y le estrechó contra su pecho traspasado de dolor.

Oh Madre afligida. Por el amor de este Hijo, admitidme por vuestro siervo y rogadle por mí. Y Vos, Redentor mío, ya que habéis querido morir por mí, recibidme en el número de los que os aman más de veras, pues yo no quiero amar nada fuera de Vos. Os amo, ¡ oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.

Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Amado Jesús mío,
Por mí vas a la muerte,
Quiero seguir tu suerte,
Muriendo por tu amor;
Perdón y gracia imploro,
Transido de dolor.

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 DECIMOCUARTA ESTACIÓN

Jesús colocado en el sepulcro

V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Considera cómo los discípulos llevaron a enterrar o Jesús, acompañándole también su Santísima Madre, que le depositó en el sepulcro con sus propias manos. Después cerraron la puerta del sepulcro y se retiraron.

Oh Jesús mío sepultado. Beso esa losa que os encierra. Vos resucitasteis después de tres días; por vuestra resurrección os pido y os suplico me hagáis resucitar glorioso en el día del juicio final para estar eterna-mente con Vos en la Gloria, amándoos y bendiciéndoos. Os amo, ¡ oh Jesús, amor mio!, más que a mí mismo, me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.

Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Amado Jesús mío,
Por mí vas a la muerte,
Quiero seguir tu suerte,
Muriendo por tu amor;
Perdón y gracia imploro,
Transido de dolor.

Después, volviendo al altar mayor, se rezan cinco Padrenuestros, cinco Avemarías y cinco Glorias por las cinco llagas de Jesucristo; además un  Padrenuestro, un Ave María  y un Gloria por las intenciones del Santo Padre, para poder ganar todas las otras indulgencias concedidas a esta devoción.

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Ver también EL VIA MATRIS

Te invito a leer este artículo sobre la SEMANA SANTA: LA SEMANA QUE CAMBIÓ AL MUNDO y estas recomendaciones para  el MIÉRCOLES DE CENIZA y la CUARESMA

Si quieres hacer una obra de misericordia enseña a otros a orar.

Otras oraciones que puedes aprender:

LA CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA

ROSARIO DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL

EL SANTO ROSARIO

CIEN RÉQUIEM

Que Dios les conceda a todos las Gracias que necesiten.

Karla Rouillon Gallangos

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