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El Origen del Ave Maria

El origen del Ave Maria

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Veamos ante todo cómo nació y cuál es su armónica estructura.

El Ave María consta de tres partes: la primera está tomada del saludo angélico: Ave, llena de gracia, el Señor es contigo (Lc 1,28). La segunda está formada por las palabras de alabanza que Isabel, pariente de la Virgen, y esposa de Zacarías, dirige a María al pisar su casita de Ain karim: Bendita eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre (Lc 1,42). La tercera parte es una invocación de la Iglesia de origen muy posterior: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Lo primero que hemos de advertir es que esta plegaria tiene origen divino y origen eclesiástico. El ángel e Isabel fueron los personajes inspirados por Dios. La Iglesia, asistida por el Espíritu Santo, completó la primera oración a Nuestra Señora.

La estructura íntegra del Ave María necesitó un milenio — del siglo VI al siglo XVI — para alcanzar su actual formulación. Su historia se asemeja a un pequeño arroyo que poco a poco va adquiriendo volumen hasta formar un caudal amazónico, expresión del grandioso sentido de la fe.

No obstante, pueden fijarse algunos datos de indudable certeza. La vinculación del saludo de Gabriel con la alabanza de Isabel se debe a Severo de Antioquía, que falleció el año 538. En una vasija de barro encontrada en Luxor (Egipto) ya se leen estas palabras unidas. S
an Juan Damasceno, fallecido en el 749, las comenta en sus homilías. La Iglesia ha añadido los nombres de «María» al principio y de «Jesús» al final, siendo Urbano IV en el siglo XIII, su afortunado autor. El último añadido: «ahora y en la hora de nuestra muerte», aparece en un breviario cartujano del 1350, siendo asumido posteriormente por los trinitarios y camaldulenses.

En el año 1525 se encuentra ya en los catecismos populares. Puede afirmarse que la fórmula definitiva que ha llegado hasta nosotros fue fijada por Pío V en 1568, con ocasión de la Reforma litúrgica.

Hace pues, 432 años que los católicos rezamos en su forma actual esta incomparable plegaria mariana, mitad himno de alabanza, mitad súplica filial. Y no nos cansamos de repetirla por su irresistible encanto sobrenatural. Que nos sirva siempre para ser mejores discípulos de Jesús.

(Publicado por la Fundación Obra Cultural, perteneciente a la Archidiócesis de Barcelona – España, y dedicada a la difusión popular católica).

El Ave Maria

Fuente: WEB CATOLICO DE JAVIER

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San Bernardo, cada vez que pasaba por delante de una imagen de la Virgen María, le saludaba diciendo “Dios te salve, María”. Cuando San Bernardo murió y el cuerpo pasó por delante de la citada imagen, fue la propia Virgen María quien exclamó: “Dios te salve, hijo mío Bernardo”.
Bienaventurados aquellos labios y aquellos lugares en los que se pronuncia : “Ave María”.

Vamos a analizar las palabras del Ave María en detalle a continuación:

Dios te salve, María: es un saludo que limpia los labios y el corazón, no se pueden pronunciar esta palabras con reflexión y sentimiento, sin sentirse mas buenos; porque cuando los ojos de vuestro espíritu están fijos en María, se puede ser mas bueno, mas puro y mas caritativo. La amistad con María es causa de perfección porque infunde y transfunde las virtudes de tan buena Madre en quien humilde las pide.

Llena eres de Gracia: Humildad, prontitud, pudor, plegaria… ¿Que no encontró de excelso la palabra angélica para convertirse en la primera chispa del incendio de la Encarnación?. He aquí lo que se necesita, para atraer a Jesús, vuestra adherencia a la Gracia, vuestra acogida a la Gracia, vuestro multiplicar la Gracia, vuestro aspirar a la Gracia, el cuerpo para vivir necesita respirar aire y tomar aliento, el alma para vivir, debe respirar la Gracia, y el mejor ejemplo es María.

El Señor es contigo: Dios siempre esta con el alma en Gracia, Dios no se aleja cuando el tentador se acerca, se aleja solamente cuando se cede al Tentador y se corrompe el alma. Quien esta con Dios no es que no vea el mal, mas bien lo ve con mas claridad que muchos otros, pero el verlo no corrompe. El unido con Dios esta saturado de Dios, y cualquier otra cosa que no sea Dios queda en la superficie y no perturba el interior.

Bendita tú eres entre todas la mujeres: Esta bendición que a veces decimos imperfectamente, o que quizá ni la decimos a Aquella que con su sacrificio inicio la Redención, resuena continuamente en el Cielo, pronunciada con infinito amor por la Trinidad. Todo el Paraíso bendice a María, obra maestra de la Creación universal y Misericordia divina. Aun cuando toda la obra del Padre para crear de la nada a la tierra no hubiese servido sino para acoger a María, la obra creativa habría tenido su razón de ser, porque la perfección de María es tal, que Ella es testimonio de no solo de la sabiduría y el poder, sino del amor con el cual Dios ha creado el mundo.

Y bendito es el fruto de tu vientre Jesús: Tenemos a Jesús porque treinta tres años antes María acepto beber el cáliz de la amargura, bendito el vientre purísimo que contuvo al Creador, y para dar una norma, sabed que Yo, Dios, no considero disminuirme a Mi mismo con infinito y venerante amor a mi Madre.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte: A la Madre de Dios le realizamos una invocación simétrica a la de “líbranos del mal”, del Padrenuestro. Se nos ha dado una Madre y un Padre. Si pedimos al Padre que nos libre del Mal, ¿no pediremos a la Madre que aleje de nosotros la muerte en pecado?. No debemos preocuparnos de la muerte en el significado humano, sino del Mal y de la Muerte en el significado sobrenatural.

Tenemos una Madre que es poderosa por su triple condición de Hija, Esposa y Madre de Dios, y si Cristo resucita a los muertos a la Gracia, María, cuando es realmente amada, impide que la muerte nos separe de su Hijo en la eternidad.

EL SANTO ROSARIO

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