La iglesia de Nuestra Señora de Guía

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La “recolección” es un tipo de construcción de los siglos XVII y XVIII compuesto por conventos e iglesias recoletas ubicadas en las afueras (“extramuros”) de la ciudad, donde los religiosos debían profesar pobreza, recogimiento, contemplación, estrechez, penitencia y estudios. Durante los años del Virreinato, franciscanos, dominicos, agustinos y mercedarios establecieron, en la Ciudad de los Reyes, sus propias recolecciones. En este caso, los agustinos establecieron su recolección bajo la advocación de Nuestra Señora de Guía en el actual distrito del Rímac; concretamente, se ubicó cerca del puente de Palo, que unía San Lázaro (Rímac) con el barrio de Monserrate.

Según Juan Günther, en 1619 los agustinos levantaron su convento de recolección en la llamada Portada de Guía, llamado desde entonces Santuario de Nuestra Señora de Guía, siendo su primer prior el padre Juan Pecador. Apenas contaba con una capilla cuando, en 1625, el virrey Marqués de Gudalcázar la mandó demoler al enterarse de que carecía de licencia real, pasando a los religiosos al convento de San Agustín. Gracias al empeño del Prior citado, quien viajó hasta España en 1630 para lograr la autorización del rey Felipe IV, regresa a Lima e inicia la reedificación de la recoleta de Guía, en el barrio del Rímac o “abajo el puente”, un poco más alejada del camino a Trujillo, en donde estuvo su fundación original. En 1634 los agustinos inauguran la nueva iglesia, en la que colocaron la imagen de Nuestra Señora de Copacabana y Guía, ejecutada por el indio Juan Agustín, que alcanzó gran devoción popular. Apenas dos años después, se coloca la primera piedra para la construcción de nueva y tercera iglesia para la recolección, que se inauguró el 21 de noviembre de 1644 y para la cual el ensamblador Asencio de Salas esculpe la sillería del coro en 1648. Según estudios del padre Domingo Angulo, fue iglesia de tres naves, toda de cantería, cal y ladrillo, bóvedas de arista, dos torres a los pies, gran retablo dorado de tres cuerpos, coro con sillería de cedro, y claustro de pilares en el vecino convento.

Lamentablemente, los terremotos de 1687 y, especialmente el de 1746 iniciaron la destrucción de la Recolección Agustina, que nunca se reconstruyó. No quedó piedra sobre piedra. Jorge Bernales Ballesteros apunta que, después del desastre, la imagen tutelar se puso en la huerta de “Rondón” en la misma alameda de Malambo, en una ermita estrecha y pobre, con un “Ecce Homo” modelado en barro, atribuido al hermano agustino fray Crispín de la Concepción, recoletro de los fundadores. Se sabe de la existencia de estas imágenes hasta 1935, aunque ya sin culto popular.

Según un artículo publicado por las arquitectas María Esther Ríos y Rosario Bisbal en el diario El Comercio (12 de abril de 1995), durante la Independencia, Nuestra Señora de Guía fue declarado convento supreso, produciéndose un cambio en el régimen de tenencia, pasando sus bienes a poder del Estado (política de “desamortización” de los bienes de la Iglesia, según las ideas liberales del siglo XIX): “Estos acontecimientos, intensificaron el estado de abandono de las ruinas de la Iglesia y, aún más, cuando los terrenos fueron ocupados por el Pueblo Joven Mariano Melgar en 1961. La destrucción total de las ruinas de la iglesia fue producto del desconocimiento de su pasado histórico”. Prosigue el texto: “Es lamentable el estado ruinoso en que se encuentran los únicos vestigios de la Recolección Agustina de Nuestra Señora de Guía (que formaron parte de los muros del convento), sin ningún tipo de intervención para su protección. De continuar esta situación se llegaría a la desaparición total de las muestras que prueban el hecho de que en aquel lugar se edificó un tipo arquitectónico que marcó época en el siglo XVIII, tal como lo fue también la Recolección Franciscana de Nuestra Señora de los Ángeles, conocida popularmente como el Convento de los Descalzos”. Concluyen: “Incluir el área que ocupó la recolección agustina en la delimitación del Centro Histórico de Lima sería el primer paso para la protección de sus vestigios”.

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