San Martín y el Perú: los inicios de la relación


Grabado de la ciudad de Mendoza (Argentina) en la primera mitad del XIX

Como sabemos, la llegada de los ejércitos de San Martín y Bolívar al Perú se debió, principalmente, a que las independencias del Río de la Plata y de la Gran Colombia no estaban seguras sin la liberación del Virreinato peruano, bastión del poder realista en América del Sur. Los primeros en intentar invadir el Perú fueron los argentinos quienes, tras proclamar su Independencia en 1810, decidieron atacar por el Alto Perú, hoy Bolivia: los rioplatenses Juan José Castelli y Manuel Belgrano fracasaron rotundamente al encontrarse con las tropas realistas enviadas por el entonces virrey del Perú, Fernando de Abascal.

Entonces, ¿cuándo empieza la relación de San Martín con el Perú? En 1814, cuando es jefe del ejército argentino del Alto Perú, San Martín asume una postura frente a nuestro Virreinato: se opone a continuar la guerra por el camino de la actual Bolivia porque entiende que para soldados de tierras medias o bajas es muy difícil el combate en la sierra o en la puna. De esta manera, propone preparar un sólido ejército que derrote a los españoles en Chile y llegar al Perú por el camino del mar. Aquí podemos reconocer el mayor triunfo de San Martín: el carácter estrictamente profesional de sus decisiones militares. Pero hasta aquí, el plan de conquistar el Perú por el Pacífico era “su secreto”, y era compartido por unos pocos amigos de la Logia Lautaro.

Pero no todo será fácil como parece. En abril de 1814, una enfermedad le obliga a pedir licencia y pasa a restablecerse a una estancia cerca de Córdoba, dejando al general Cruz al mando de las tropas del Ejército del Norte. En agosto, es nombrado Gobernador Intendente de Cuyo, a pesar de su delicado estado de salud. Pero a pesar de estos inconvenientes personales, militarmente San Martín se situaba en una posición muy conveniente para iniciar los planes que luego liberarían medio continente: tardaría siete años para entrar en Lima.

Mientras tanto, al otro lado de la Cordillera de los Andes, la revolución del “Reino de Chile”, estaba en peligro. Las tropas realistas del Virreinato del Perú habían derrotado a los patriotas chilenos, al mando de Bernardo O´Higgins, en la batalla de Rancagua (1 de octubre de 1814). Los ejércitos chilenos, aniquilados, cruzaron la Cordillera y se refugiaron en el territorio de Cuyo, gobernado por San Martín. Otras malas noticias también llegaban: Napoleón había sido vencido en Europa y el rey Fernando VII había entrado en Madrid luego de seis años de cautiverio. Su primer acto de gobierno fue abolir la Constitución de Cádiz y restablecer el absolutismo. Era un momento crítico, pues la Revolución de la Independencia parecía derrotada en todos sus frentes. Sólo en el Río de la Plata era formalmente independiente.

Pero San Martín también está en oposición con el gobierno de Buenos Aires por sus cambios de mando. Solicita su reemplazo para evitar su destitución y la ciudad de Mendoza se pone en conmoción. Un cabildo abierto, el 16 de febrero de 1815, solicita a Buenos Aires que conservase en el gobierno a San Martín, alegando que había peligro cierto de una invasión realista a través de la Cordillera. San Martín es confirmado en el cargo por voluntad popular; los cabildos de San Juan y San Luis confirmaron estas declaraciones.

Así, con el apoyo de todo el departamento de Cuyo, San Martín emprende la creación del Ejército de los Andes. Se establecieron nuevos impuestos, se rematan las tierras públicas, se crea una contribución extraordinaria de guerra, se recibieron donaciones en joyas y en dinero, y se gravó con un peso cada barril de vino. Además, se usaban los transportes de carretas en forma gratuita para los materiales que necesitaba el ejército y a las personas, sin retribución para trabajos públicos, los artesanos servían en los talleres militares sin sueldo, y las mujeres contribuían con sus labores cosiendo gratuitamente los uniformes de los soldados. Las damas de Mendoza, encabezadas por María de los Remedios de Escalada de San Martín, su esposa, fueron recibidas por el Cabildo en audiencia y, en presencia del pueblo, se despojaron de sus alhajas y donaron sus joyas a la patria.

A finales de 1815, San Martín reúne a sus oficiales y expone su plan del paso de los Andes y la reconquista de Chile. En 1816, insistía ante el gobierno de Buenos Aires la conveniencia de iniciar la empresa del paso de los Andes. Ya había comenzado con sus actividades de espionaje y tenía confidentes en Santiago. Luego de muchas negociaciones, logra que el gobierno de Buenos Aires le de la luz verde para cruzar la Cordillera y le nombran general en jefe del Ejército de los Andes.

En septiembre lleva su ejército, de 4 mil hombres, al campamento de “El Plumerillo”, al norte de Mendoza, donde los soldados y los jefes se entrenan para la batalla; allí se completaron los últimos pertrechos necesarios. Luego, el de enero de 1817, el ejército se dirige, en desfile, hasta Mendoza, donde, en presencia de las autoridades y del pueblo, jura ante la bandera celeste y blanca del Ejército y, como patrona, ante la Virgen del Carmen.

Todo estaba listo para cruzar los Andes, con caballos, cañones, municiones y víveres para un mes. Dos divisiones, al mando de los generales Miguel Estanislao Soler y Bernardo O´Higgins cruzarían por el Paso de los Patos; otra, al mando de Juan Gregorio de Las Heras, debía marchar por el camino de Uspallata con la artillería; una división ligera, al mando de Juan Manuel Cabot, cruzaría desde San Juan por el Portezuelo de la Ramada y apoderarse de Coquimbo; otro destacamento ligero debía cruzar desde La Rioja y ocupar Copaipó, cruzando la cordillera por el paso de Vinchina; finalmente, por el sur, el capitán Ramón Freyre penetraría por el Planchón para apoyar a las guerrillas chilenas. Durante la segunda quincena de enero partieron todas las divisiones con instrucciones secretas. La consigna era que todos aparecieran simultáneamente sobre el territorio chileno entre el 6 y el 8 de febrero.

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