El nacimiento de la República de Bolivia, la más joven de las vírgenes de América e hija predilecta de Bolívar, expresó dos formas de denominar a la nueva nación, representada en el cuerpo femenino criollo y en el sentimiento de renacimiento político. La historiadora Esther Aillón Soria, de la Universidad de La Paz, explica cómo la república más alta del mundo alcanzó su independencia y reflexiona sobre la alegoría política de su nombre.
Dentro del ciclo de las revoluciones atlánticas, Bolivia nació a la vida republicana el 6 de agosto de 1825. Atrás quedaba el cuerpo político y la denominación colonial de “Audiencia de Charcas”, que tomó el nombre de la prehispánica “Confederación indígena Qara-Qara Charka”. Se bautizó a la nueva soberanía con un neologismo que sintetizaba la experiencia colectiva de la independencia iniciada en 1809, sellando la decisión de iniciar su construcción nacional separada del Río de la Plata y del Perú.
Después de la famosísima batalla de Ayacucho (diciembre de 1824), capituló el último virrey español del Perú, lo cual marcó el final de las múltiples y prolongadas guerras de independencia en Hispanoamérica. Entonces, el mariscal Antonio José de Sucre, brazo derecho del Libertador Bolívar, aceptó la persuasiva invitación de los llamados “doctores de Charcas” para cruzar el río Desaguadero y adoptar medidas sobre el estado político de las provincias del Alto Perú. Unos días después, Sucre promulgó el famoso decreto de 9 de febrero de 1825, que convocaba a una Asamblea Deliberante del Alto Perú para que definiera su destino. Instalada en la ciudad de Sucre, en la sesión del 6 de agosto de 1825, ese cónclave votó o adherirse a las Provincias Unidas del Río de La Plata (0 votos); al Bajo Perú (2 votos) o declararse independiente, opción que ganó por abrumadora mayoría. La decisión fue independizarse de cualquier poder extranjero y americano.
La nueva denominación: de República Bolívar a República de Bolivia.- En los debates de la Asamblea Deliberante, la denominación que se utilizó fue Alto Perú. Pero el 11 de agosto de 1825 se aprobó la Ley de Premios y Honores a los Libertadores cuyo primer artículo señalaba: “La denominación del nuevo Estado es y será para lo sucesivo República de Bolívar”. La Asamblea confirió a Bolívar el título de Libertador, padre de la patria y presidente vitalicio, y le obsequió con una medalla de oro (a él y a Sucre) grabada con el Cerro de Potosí, que al reverso llevaba la inscripción: “La República agradecida al héroe cuyo nombre lleva”. El nombre de Bolívar fue adoptado como una estrategia de reconocimiento de los diputados ante la desconfianza del Libertador de disgregar la América liberada en pequeñas parcelas soberanas. A pesar de su inicial rechazo, se sintió halagado y persuadido por la decisión de bautizar al nuevo Estado con su nombre, y aceptó su independencia.
El cambio de nombre a República de Bolivia se produjo meses después sin una resolución expresa de la Asamblea Deliberante. Reza el dicho que el diputado por Potosí, Asín, estampó el nombre Bolivia en una misiva al Libertador. Sería suya la expresión: “De Rómulo, Roma; de Bolívar, Bolivia”. El inédito nombre supuso un cambio importante para sus habitantes, aunque quedaba un largo trecho para que el gentilicio boliviano fuera adoptado. Aún hoy, la inclusión política es un desafío pendiente.
La feminización del nombre de Bolivia.- El Cóndor de Bolivia, primer periódico oficial, fundado en 1825, fue el que empezó a publicitar el neologismo Bolivia, introduciéndolo en el lenguaje común. La prensa internacional, como la Gaceta de Colombia, también saludó a la nueva República y a otras naciones americanas, asociando su nacimiento al de vírgenes en el continente: “… en este [siglo] admiramos con entusiasmo el aumento de la familia de las naciones. Hija de la victoria, de la libertad y de la gratitud, la República Bolívar ha nacido el 6 de agosto de 1825, aniversario de Junín y víspera de la famosa Boyacá…, prosperidad sin límites a la República Bolívar, la más joven de las vírgenes de América”. Bolívar declaró a Bolivia su hija predilecta en el discurso al Congreso Constituyente de 1826.
Con el tiempo, el nombre de Bolivia se divulgó en el concierto internacional en clave femenina. En 1883, el historiador Luis Subieta Sagárnaga observó que “este nombre agradó tanto a los colombianos y venezolanos que muchos de ellos hicieron bautizar a sus hijas con él, y no fue poca la sorpresa de la Embajada boliviana presidida por el Dr. Modesto Omiste cuando, en las fiestas del Centenario del Libertador, en Caracas, le fueron presentadas las señoritas Bolivia Quiñones, Bolivia Samper, Bolivia Torres Caicedo y otras muchas damitas más”.
El nombre de Bolivia como una alegoría política.- Los nombres de Bolívar y Bolivia representan una alegoría temporal del renacimiento político en América. El nombre de Bolivia perpetúa el del Libertador pero con una variante, con un sello propio. La conversión del nombre de República de Bolívar en Bolivia supone el desplazamiento de la masculina figura napoleónica del Libertador Bolívar a la femenina y virginal Bolivia. Se convierte a Bolivia en un nombre femenino y se le asocia la virtud republicana compartida por otras jóvenes naciones del continente.
Es una alegoría de la fundación nacional, aunque no expresaba aún la integración de las mujeres en la construcción nacional. Por ejemplo, la guerrillera Juana Azurduy de Padilla, una figura continental de la independencia, tras varios años de lucha guerrillera y exilio, no fue parte de la Asamblea Deliberante, como tampoco lo fueron sus compañeras, las amazonas del Batallón Leales. En Bolivia, la lucha por la independencia tuvo una gran participación popular con una contribución descollante de las mujeres. Pero en el momento de la fundación de la República criolla, las mujeres y los indígenas estaban casi totalmente excluidos del ejercicio ciudadano.
Hoy, Bolivia experimenta un nuevo horizonte de construcción nacional. Hay cambios importantes en la configuración estatal y en la integración de mujeres e indígenas. La Constitución aprobada en 2008 mantiene el femenino nombre para el nuevo Estado Plurinacional de Bolivia. El tiempo dirá cuán profundo es este “renacimiento” político, pero sin duda se viven tiempos de grandes y profundas reformas de la sociedad y del país (El País, España).