Miradores naturales de Lima

Sin duda, el primero y más importante es el Cerro San Cristóbal, que domina, “vigila”, la ciudad desde su fundación en 1535. Se trata de un cerro macizo, de poca altura, apenas de 378 metros sobre el nivel del mar, ubicado al NO de Lima. Su nombre se debe a los propios conquistadores, quienes siguieron la costumbre de la época en poner bajo la advocación de San Cristóbal (defensor contra las inclemencias de la Naturaleza) a los promontorios pétreos cercanos a las ciudades que fundaban, como también ocurrió en Santiago de Chile. Según la leyenda, Pizarro fundó aquí una capilla el 14 de noviembre de 1537 (día de San Cristóbal, con misa incluida) y colocó una cruz de madera en su cumbre. Diversos testimonios nos confirman que, durante los tiempos virreinales, el cerro era muy visitado por los limeños, no solo para rendir homenaje a la cruz sino también para observar la ciudad y, sobre todo, el mar, si es que algún enemigo (pirata) amenazaba la Ciudad de los Reyes.

También se cuenta que los devotos visitantes del cerro, en el siglo XVII, construyeron otra capilla, la “Ermita San Cristóbal”. Ya en 1630, el arzobispo de lima, Hernando Arias de Ugarte, nombró al clérigo Andrés Sánchez para su administración. Según el Diario de Suardo, el cuidador de la ermita era Juan Marcos de Paredes, quien “todas las noches bajaba a esta ciudad y con un Cristo Crucificado en las manos andaba por las calles dando voces y amonestando a los que estaban en pecado mortal, con que tenía adquirido muy buena opinión en toda esta corte”. También se cuenta que el virrey Conde de Chinchón solía visitar con su esposa la ermita, pero antes pasaba por la “Casa de la Pólvora” (también en el cerro), lugar donde se guardaba la artillería ante un eventual ataque a la ciudad. El terremoto de 1746 arruinó la Ermita de San Cristóbal. Ya en tiempos republicanos, en diciembre de 1928, durante el gobierno de Leguía, se instaló una cruz de hierro iluminada. Fue iniciativa del padre Francisco Aramburú, misionero descalzo, quien recaudó dinero de personas piadosas para al construcción de la nueva cruz.


Antiguos limeños en el cerro San Cristóbal

Luego, en el siglo XIX, cuando Chorrillos se convirtió en el principal balneario de la capital, el Morro Solar empezó a ser más visitado por los limeños y dominar la preciosa bahía de Lima. En realidad, se trata de un conjunto de cerros que tiene varios significados: fue escenario de una de las batallas más sangrientas durante la guerra con Chile (por ello, está el Monumento al Soldado Desconocido, un obelisco de 22 metros de altura), está el Planetario (primer centro de observación astronómica del Perú), hay un santuario a la Virgen María (traída de Lourdes, Francia, en 1905) y tiene una gran Cruz iluminada (construida con restos de fierros de torres de alta tensión y levantada con ocasión de la visita a Lima del papa Juan Pablo II en 1985). En fin, un espacio de más de 300 hectáreas con un valor religioso, científico y patriótico (también arqueológico). Recordemos, además, que el Morro Solar también ha servido como lugar para colocar antenas de retrasmisión de canales de televisión y de algunas radioemisoras en su afán de cubrir con mayor eficiencia su señal en toda la capital. En suma, el Morro Solar es el mirador natural de la Bahía de Lima, un lugar donde se puede apreciar el paisaje urbano y marino de gran parte de nuestra ciudad y los Balnearios del Sur.


El Morro Solar, al fondo, visto desde el cerro San Cristóbal, según grabado de E. Charton (1851)


Antigua postal del balneario de Chorrillos visto desde el Morro Solar

Luego, al SE de Lima nos encontramos con el Cerro Centinela, donde transcurre la avenida Raúl Ferrero, que une Monterrico con La Molina. Desde él también se puede obtener una vista panorámica de casi toda al capital, especialmente al atardecer, para observar la puesta del Sol en la bahía de Lima. En el límite de Monterrico con La Molina, tiene una imagen del Apóstol Santiago, santo patrón de Santiago de Surco. Además, los que no saben su nombre original, le llaman “cerro de La Molina”. Lamentablemente, por ser una vía expresa de vehículos, no se ha construido un “mirador” en el lugar.

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