Archivo por meses: julio 2009

Murió el ‘cerebro’ de la guerra de Vietnam, Robert McNamara

El ex secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert S. McNamara, ha muerto a primera hora de la mañana de hoy a los 93 años mientras dormía en su casa de Washington, según ha informado (hoy lunes 6 de julio) su esposa.

McNamara fue el arquitecto de la guerra de Vietnam y sirvió al frente del Pentágono durante las presidencias de John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson. La salud de McNamara se había resentido notablemente después de sufrir una caída en la cual se fracturó una vértebra el año pasado.

Junto con Jonhson, McNamara se convirtió para los críticos antibélicos en el símbolo de una política fracasada que dejó como consecuencia más de 58.000 soldados estadounidenses muertos y al país sumergido en un desastre que parecía no tener fin en el sureste asiático. McNamara pasó el resto de su vida tratando de explicar el papel de EE UU en Vietnam y pidiendo disculpas por sus errores, lo que le convirtió en el protagonista del documental ganador del Oscar, The fog of war (Rumores de Guerra). En el filme, el funcionario discutía cómo se tomó la decisión de entrar en el conflicto de Vietnam así como su papel en el Pentágono durante la crisis de los misiles de Cuba.

McNamara fue nombrado secretario de Defensa por Kennedy en 1961 y se mantuvo en el cargo durante más tiempo que sus predecesores e incluso sus sucesores. Con sus habilidades organizativas, trató de modernizar el Pentágono durante la Guerra Fría. El funcionario, convencido de que la guerra habría terminado en Navidad de 1965, se lanzó de lleno a ejecutar las políticas de Johnson, sin calcular la resistencia a la intervención estadounidense tanto en Vietnam como dentro de EE UU.

A finales de 1967, criticó la decisión de bombardear el norte de Vietnam en represalia a los ataques a bases estadounidenses en el sur. Por ello, Johnson decidió removerlo del cargo el año siguiente, ofreciéndole la presidencia del Banco Mundial. Allí McNamara encabezó una cruzada contra la pobreza y dirigió la expansión de la influencia de ese organismo multilateral. Cuando asumió la presidencia del BM en 1968, el banco sólo prestaba 1.000 millones de dólares anuales a los países del Tercer Mundo. Para el año fiscal que terminó el 30 de junio de 1981, su último día en el cargo, prestaba 11.500 millones.

Robert Strange McNamara nació en San Francisco el 9 de junio de 1916. Se graduó en la Universidad de California, e hizo un máster en la escuela de negocios de Harvard, donde se unió a la facultad en 1940. Se casó con Margaret Craig, compañera de la Universidad de California que falleció de cáncer en los 80, con quien tuvo dos hijos. En 2004, a los 88 años, se volvió a casar con la italiana Diana Masieri Byfield.

¿ERA NECESARIO IR A LA GUERRA? MI RESPUESTA ES NO

(Entrevista a McNamara publicada en El País en mayo de 2004)

Robert McNamara (San Francisco, 1916) fue secretario de Defensa de Estados Unidos entre 1961 y 1968 en las administraciones de Kennedy y Johnson. Con el primero vivió la crisis de los misiles en Cuba y con el segundo la escalada de la guerra de Vietnam. Entre 1968 y 1981 fue presidente del Banco Mundial. Ayer participó en Barcelona en el diálogo El mundo, hoy del Fórum de las Culturas, y sus primeras palabras fueron para asegurar que “no existen excusas” para las torturas de prisioneros en Irak y exigir que “se tomen decisiones para que una cosa así no vuelva a ocurrir”, además de apuntar que “la situación en Guantánamo puede ser aún peor”.

Pregunta. ¿Hay algún paralelismo entre la guerra de Vietnam y la de Irak?

Respuesta. No. Son totalmente diferentes. Las razones de la guerra de Vietnam hay que buscarlas en la guerra fría. El presidente Eisenhower dijo que si Occidente cedía el control de Vietnam del Sur a la Unión Soviética las piezas del dominó caerían una tras otra y el comunismo se extendería por toda Asia. Nosotros lo creímos y estábamos equivocados. La intervención en Irak se basa en dos presupuestos: la existencia de armas de destrucción masiva y el peligro que Sadam Husein representaba tanto para su propia gente como para la zona. Mucha gente creía en una de estas razones, pero la pregunta es: ¿era necesario ir a la guerra? Mi respuesta es no. Había que llevarlo a Naciones Unidas. Lo hicimos, pero no lo perseguimos.

P. Entre la opinión pública europea existe la creencia de que EE UU fue a esta guerra para controlar el petróleo.

R. No, no lo creo en absoluto. Es verdad que nosotros consumimos unas cantidades muy poco razonables de petróleo, pero la cuestión es si nuestro aprovisionamiento de petróleo está en peligro. Y no lo está. El petróleo es un producto cuyo precio es muy elástico. Cuando subió enormemente en los años ochenta, el consumo cayó. Además, los productores de petróleo no se lo pueden comer, tienen que venderlo a riesgo de que sus economías no puedan funcionar sin estos ingresos.

P. ¿La opinión pública norteamericana apoya mayoritariamente el unilateralismo de esta Administración o está dividida?

R. Estados Unidos está dividido en dos, ciertamente. La visión del mundo que tienen los neoconservadores, lo que yo llamo la derecha religiosa, es importante, pero minoritaria, si bien en según qué circunstancias puede decantar el equilibrio. Hoy en día es muy prevalente, pero los acontecimientos de las últimas dos semanas en Irak van a debilitarla.

P. ¿Cómo puede Estados Unidos salir del desastre de Irak?

R. No quiero pronunciarme sobre esto. Creo que es irresponsable que un ex secretario de Defensa comente públicamente sobre cómo un presidente debe actuar en medio de una guerra.

P. Insistiendo en el paralelismo con Vietnam. ¿Cómo cree usted que esta guerra afectará a la sociedad norteamericana?

R. La guerra de Irak está teniendo un efecto adverso en esta Administración. La guerra de Vietnam también lo tuvo en la Administración de Johnson. Pero creo que Bush está en una posición mucho más fuerte de la que tenía Johnson. La guerra de Irak todavía no se ha convertido en un problema tan serio como lo fue la guerra de Vietnam.

P. Tal vez ahora, tras conocerse el escándalo de las torturas…

R. Cierto, la tortura, los abusos, son absolutamente condenables y rechazables, y deben tomarse todas las medidas para que no ocurra más, pero creo que la opinión pública norteamericana todavía no se ha visto reflejada en estas imágenes.

P. Usted formó parte de la Administración de Kennedy. Representaban los sueños de una generación. Europa les adoraba. ¿Cree que Estados Unidos ha cambiado tanto desde entonces?

R. No, no tanto. Mucha gente critica la Administración de Bush por ser unilateralista, pero la verdad es que básicamente los norteamericanos son unilateralistas. Creemos que salvamos a Europa en las dos guerras mundiales y la salvamos económicamente con el Plan Marshall. Creemos que hacemos más de lo que nos corresponde ayudando a los países en desarrollo, lo que no es cierto, y creemos que tratamos de hacer el bien y lo hacemos y ¡por Dios! que los demás tienen que reconocerlo. Yo no comparto este punto de vista, pero está muy extendido.

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¿El friso del Partenón de Atenas seguirá en Londres?


Sala del Museo Británico donde se exponen estatuas pertenecientes al Partenón y llevadas por lord Elgin a Gran Bretaña hace 200 años

¿Cree usted que las obras de arte y tesoros que fueron robados o expoliados por algunas potencias deben volver a sus países de origen? El debate lo reabrió días atrás el primer ministro griego, Kostas Karamanlis, al exigir al Reino Unido la devolución de los frisos del Partenón que, hace 200 años, el famoso conde de Elgin se llevó de la Acrópolis y forman parte del patrimonio del British Museum de Londres.

Esos 75 metros de friso, con 15 metopas y 17 estatuas, son todo un símbolo de la historia de los expolios artísticos. Las guerras, los cambios políticos o las catástrofes naturales han sido el pretexto utilizado por Europa y Estados Unidos para arrancar de cuajo tesoros creados en lugares que nada tienen que ver con sus actuales escenarios. Para el historiador y ensayista mexicano Carlos Monsiváis, tanto en el caso de América Latina como en el de Asia y África el saqueo de piezas arqueológicas ha sido un segundo “derecho de pernada”, el Jus prima nocti donde, en lugar de arrebatar virginidades, se ha considerado que los pueblos “primitivos” no tienen derecho a la belleza que han producido. Frente a esa opinión, en el Bristish Museum, entidad que encarna como ninguna otra la historia de las migraciones artísticas, consideran que las reclamaciones son improcedentes porque “el Museo Británico no es una cosa británica, es un museo para todo el mundo, para el público de todo el mundo”, como explica uno de sus responsables.

Centrándose exclusivamente en los expolios sufridos contra el arte de la antigüedad y dejando al margen los robos ejecutados por los nazis, las reclamaciones resultan interminables. Las huellas de las riquísimas culturas precolombinas o los tesoros procedentes del norte de África deslumbran en los mejores museos del mundo. La legislación es tan complicada en estos temas que incluso llega a hacer inviables las reclamaciones. Historiadores como los mexicanos Miguel León-Portilla o Felipe Solís han dedicado mucha energía a conseguir el retorno a México de tesoros fundamentales para su cultura. Sin éxito.

Miguel Zugaza, director del Museo del Prado de Madrid, es de los que consideran que es muy difícil reconstruir la historia y que es mejor preocuparse por el futuro; aunque reconoce que, en 1941, las reclamaciones españolas consiguieron que el Louvre de París devolviera la Dama de Elche y una Inmaculada de Murillo. “Son temas en los que ya no hay retorno. El Museo Británico es una institución universal que garantiza el cuidado de lo que contiene. No creo que proceda reclamar”. Los casos de los que habla Zugaza tuvieron un final feliz. En cambio, España hace oídos sordos a la reclamación que desde hace décadas mantienen historiadores y conservadores colombianos: el centenar de piezas del tesoro Quimbaya que atesora el Museo de América, regalado hace dos siglos a la Corona por el gobierno colombiano. En realidad, nunca se ha formulado una reclamación formal sobre este rico ajuar funerario.

Carlos Monsiváis, uno de los intelectuales más beligerantes en esta cuestión, considera insultante que los intelectuales europeos no hagan nada por restituir lo que él no duda en calificar de “robado”. “Claro que tiene sentido reclamar”, asegura. “En rigor, es un doble ultraje, se arrebatan las obras maestras y se les dice a las comunidades de donde surgen que se resignen, lo suyo es la forja de los objetos, esculturas, cerámica, joyas, códices, arte plumario, y hasta allí. No tienen derecho al disfrute por ser estrictamente gente inferior, primitiva. Desde que las comillas rodean a ‘primitivo’, esta visión ha cambiado, pero apenas”.

Monsiváis advierte que no hay que hablar de tiempo pasado cuando se habla de saqueo. “En el caso de México, hasta hoy continúa el robo de piezas, previo soborno de autoridades menores y mayores. Las reclamaciones son justas y, además, necesarias. Sé que los trámites jurídicos son largos, enfadosos y casi siempre destinados al fracaso, pero la ministra de Cultura de Grecia Melina Mercuri tenía razón: por más gente que goce del arte griego antiguo en los museos de Europa, su sitio perfecto es su lugar de origen. No es un asunto de chovinismo, en todo caso el chovinismo es de quienes se aferran a la noción de la ‘calidad de los espectadores”.

El historiador y crítico de arte Francisco Calvo Serraller, contrario a las devoluciones, sí cree, en cambio, que los países “víctimas” deben negociar compensaciones. “La historia del arte está llena de expolios. Los museos nacionales de todo el mundo se han nutrido de obras de procedencia irregular. Lo que hay que prevenir es el futuro. El pasado es ya historia”. Mientras llegan las garantías de futuro, habrá que limitarse a guardar luto por los tesoros perdidos (El País, 05/07/09).

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La educación en el Perú hacia la década de 1940


Huancavelica hacia 1943

Por ese entonces, el panorama educativo peruano entraba a un proceso de reforma debido a las cifras arrojadas por el censo de 1940. Dicho estudio reveló que uno de cada 41 peruanos tenía instrucción secundaria; universitaria uno de cada 202; enseñanza técnica o comercial uno de cada 336; más de cinco años de educación primaria el 11%; el 35% de peruanos era monolingüe y, lo más sorprendente, el 57% de la población mayor de 15 años era analfabeta.

Considerando la necesidad de establecer reformas educativas que esta comprobación demandaba, el gobierno de Manuel Prado (1939-45) instaló una Comisión Reformadora de la Educación, integrada por un grupo de jóvenes técnicos, entre los que se contaban a los doctores José Jiménez Borja, Carlos Rodríguez Pastor, Carlos Cueto Fernanadini y Carlos Salazar Romero. Las discusiones de esta comisión dieron por resultado la promulgación de la Ley Orgánica de la Educación Pública, de 1941, mediante la cual el Estado asumía plenamente la responsabilidad de la función de educar. En ella se establecieron, por primera vez, diferencias de acuerdo con la zona, el objetivo y el medio. Especial énfasis tuvo la educación infantil, con la creación de numerosos jardines de la infancia. La Primaria Común fue declarada obligatoria y gratuita, con seis años de duración, en cinco tipos de escuelas: rural, de comunidad, ambulante (en la Selva), escuela-hogar y urbana.

Mención aparte merece el tema presupuestal. Respecto a la ley anterior, se incrementó la partida presupuestal a la educación pública en más de cuatro veces. Como resultado de ello, el presupuesto dedicado a la educación, que en 1939 fue de poco más de 13 millones de soles, alcanzó en 1945 una cifra cercana a los 59 millones. En este contexto, la oferta educativa se vio aumentada y por tanto la demanda de profesores para cubrir las nuevas plazas.

La ley contemplaba, asimismo, un programa agresivo de alfabetización de los adultos analfabetos y comprometía al Estado, junto con los municipios, en la tarea de estimular la creación de patronatos escolares. Estableció además, como requisito para ser profesor de una escuela normal en la Sierra, el conocimiento del quechua. Finalmente, también fue rediseñada la educación secundaria. Esta duraba cinco años y debía proporcionar conocimientos generales y técnicos, de acuerdo con la realidad regional. Al mismo tiempo, se crearon horarios vespertinos y nocturnos a fin de extender la educación a otros segmentos de la sociedad, especialmente a los trabajadores.

La Ley de 1941, para muchos muy progresista y democrática, sufrió varias modificaciones, algunas de ellas contradictorias, y se mantuvo esencialmente en vigencia hasta la Reforma Educativa emprendida por el gobierno militar en la década de los setenta.

No cabe duda de que estos esfuerzos por mejorar la educación tanto pública como privada en el país eran loables. No obstante, las limitaciones en la instrucción del egresado de la escuela nacional eran notorias al momento de enfrentarse, por ejemplo, a la exigencia universitaria. Esta deficiencia en la formación básica se percibía en las aulas de la antigua Facultad de Letras y Pedagogía de la Universidad Católica. En 1945, al momento de presentar su memoria anual, el padre Jorge Dintilhac, rector de dicha insititución, comentaba que “… una circunstancia fundamental que rebaja el nivel intelectual en la Facultad es la deficiente preparación de los alumnos que llegan a la Universidad. La Facultad sufre constantemente esta deficiencia y ello sólo podrá corregirse revisando los planes de estudio en la Instrucción Media”.

Cinco años más tarde, una nota editorial en la Revista de la Facultad de Educación de la Universidad Católica insistía en el tema. En efecto, en 1950 los resultados del examen de ingreso arrojaron cifras preocupantes, como que la Universidad había rechazado a poco más del cincuenta por ciento de los postulantes: “en la Universidad Católica solamente ha ingresado el 43 % de los aspirantes, cuya composición total representa un típico corte transversal de la masa de nuestro alumnado secundario, pues se encontraban presentes todas las regiones, todos los colegios, todas las clases sociales y todas las situaciones económicas”. Por su parte, en la Universidad de San Marcos habían sido desaprobados casi dos mil estudiantes recién egresados de colegios nacionales y privados.

Pero no bastaban las recriminaciones y los lamentos causados por la constatación de esta crisis. La solución se encontraba en el estudio serio del mundo mental del adolescente peruano y del contenido de la enseñanza que se debía proporcionar en relación al particular ambiente social y cultural del país. Como apuntaba la mencionada nota editorial, “toda reforma de la Instrucción Secundaria hecha por comisiones dogmáticas que no obtienen sus conclusiones de la realidad y de la experiencia, y que no siguen como método el seminario de debate público, terminará siempre en el fracaso que afecta, no al prestigio de sus miembros, o al nombre que en la Historia de la Educación Peruana puedan alcanzar los funcionarios, sino a muchos miles de jóvenes que ven frustradas sus aspiraciones e ideales y terminan en la desadaptación y en el fracaso social. Ningún Estado puede poner en riesgo el porvenir de su juventud por inercia, por conservatismo o por miopía en el análisis del problema educacional”. No cabía duda de que había que seguir trabajando.

En 1947, año de fundación de la Facultad de Educación de la Universidad Católica, gobernaba el país el doctor José Luis Bustamante y Rivero. Era una época de ensayo democrático que se vería interrumpido poco después con el golpe de estado del general Odría en octubre de 1948. Habría que destacar, de todos modos, que su gobierno, a pesar de la grave crisis económica y de la oposición política, trató de ampliar la cobertura educativa, en parte por la presión del aprismo y los postulados populistas que alentaba; de allí que se estableciera la gratuidad de la enseñanza en todos los niveles. Al mismo tiempo, el gobierno realizó un nuevo plan de estudios para la enseñanza secundaria que comprendió el estudio dirigido y el plan del colegio; se abrieron más escuelas vespertinas y nocturnas para adultos, tanto para varones como para mujeres y mixtas; finalmente, se prohibió la injerencia de la política en los colegios.
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Notas sobre la formación de docentes en la historia del Perú, 1821-1947


Diego Thompson, director de la primera Escuela Normal del Perú

El interés por la formación de docentes se remonta a los tiempos del Protectorado de San Martín. Un decreto ley del 19 de octubre de 1822 creó la Escuela Normal o Central de Lima, inaugurada bajo la dirección de Diego Thompson. Habiendo iniciado sus actividades con doce alumnos, llegó a tener 230, pero fue finalmente clausurada en setiembre de 1824 ya que, al no haber culminado aún las guerras de independencia, era imposible formar en una misma aula a jóvenes que se dividían en realistas y patriotas. Luego de la victoria de Ayacucho, Bolívar emitió un decreto evidentemente inviable que pretendía establecer una Escuela Normal en cada departamento. Una norma de alcances análogos intentó establecer Andrés de Santa Cruz en los años turbulentos de la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839).

En 1855, Ramón Castilla, ya en una etapa de aparente calma política, reabrió la Escuela Normal de Lima. Esta vez su dirección recayó en Francisco Marino Ballesteros, quien reformó los planes de estudio desterrando el antiguo sistema lancasteriano. De esta fecha en adelante la formación de profesores secundarios fue eminentemente práctica y estuvo marcada por la llegada de varias misiones de pedagogos extranjeros (alemanes, belgas y norteamericanos). Paralelamente, cada orden religiosa introducía su propio sistema educativo en los colegios que establecía. El panorama, en consecuencia, resultaba un tanto anárquico. Algunos extranjeros que no contaban con título que los respaldase, abrían escuelas y desarrollaban modelos educativos según un discutible criterio. Por ello en los periódicos de la época las autoridades del gobierno advertían a los padres en cuanto a enviar a sus niños a tal o cual colegio extranjero, ya que su enseñanza desquiciaba el orden moral.

De todas estas misiones extranjeras habría que destacar la alemana, que arribó al Perú en 1871 gracias a los auspicios del entonces presidente Manuel Pardo y Lavalle. Estuvo dirigida por el pedagogo Leopoldo Conzter y llegó a fundar el Instituto de Lima, un moderno colegio donde acudían mayormente los hijos de los miembros del civilismo. Aprovechando la estadía de los alemanes, se pensó organizar un centro de estudios pedagógicos, proyecto que quedó sin llevarse a cabo.

Por su parte, la inquietud del mundo universitario por realizar estudios pedagógicos y formar personal competente para la enseñanza se inicia en 1896, durante la presidencia de Nicolás de Piérola. Su gobierno aprobó la creación de la cátedra de Pedagogía en la Facultad de Letras de San Marcos, la cual fue encargada al profesor Isaac Alzamora. De esta manera, el doctor Alzamora se convertía en el primer catedrático de pedagogía en el Perú. Años más tarde, en 1907, el entonces senador Javier Prado presentó un proyecto ante el Congreso a fin de desarrollar la preparación de los maestros en la aulas universitarias. Ya en 1915, desempeñándose como rector de San Marcos, el mismo Javier Prado profundizó su proyecto al intentar crear en cada una de las facultades de Letras y Ciencias una sección especial destinada a la formación de profesores para los colegios nacionales de la república. Los estudios debían durar cuatro años, con trece cursos para los profesores de letras y catorce para los de ciencias. Las prácticas se habrían de realizar en el Colegio Guadalupe.

Este intento finalmente no logró concretarse. Fue a partir de 1927 que surge la posibilidad de graduarse en el Perú de profesor de segunda enseñanza con la creación de los institutos pedagógicos. Esta transformación de la Escuela Normal en Instituto Pedagógico Nacional de varones constituyó un intento de resolver de manera integral el problema de la formación del profesorado. Se pensó en tres secciones principales: Normal Superior, con cuatro años de estudios para formar profesores de Segunda Enseñanza; Normal de Segundo Grado, para formar maestros de primaria; y Normal Elemental, con tres años de estudio para maestros de las Escuelas Elementales. El Instituto fue cesado en 1932 y reabierto en 1939. A partir de ese momento su vida académica fue muy irregular, sellada por la improvisación y por diversos planes de reorganización, casi todos ellos sin buenos resultados.

El receso del Instituto dio lugar a la creación de la Sección de Pedagogía en la Facultad de Letras de San Marcos, bajo el decanato de Horacio H. Urteaga en 1935. Sus títulos eran equivalentes a los del Instituto Pedagógico. La Universidad Católica, por su parte, también estableció su Sección Superior de Pedagogía en 1936, el núcleo a partir del cual se habría de formar la Facultad de Educación. Paralelamente, se abrieron otras secciones en las universidades de Arequipa, Trujillo y Cusco. Es importante señalar, de otro lado, que el grado de doctor en Pedagogía se establece en el Perú en 1941, durante el gobierno de Manuel Prado. De este modo se elevaba la Sección Pedagógica a formar parte de una Facultad de Letras y Pedagogía.

Poco tiempo después, otro decreto gubernamental creaba la Facultad de Educación en San Marcos, integrada por la Sección Pedagógica de la Facultad de Letras y Pedagogía y por la Sección Superior de los Institutos Pedagógicos de Varones y de Mujeres. Quedaba así desdoblada la Facultad de Letras y Pedagogía en el sistema universitario peruano. Rápidamente, en 1946, se crean facultades de educación en Arequipa y Cuzco. Al año siguiente, en 1947, es fundada la Facultad de Educación de la Universidad Católica.

Es necesario mencionar que el magisterio femenino tuvo, hasta la década de 1940, un desarrollo más homogéneo que el de varones. Fue en 1876, por un decreto del 28 de junio, que el gobierno de Pardo creó la Escuela Normal de Mujeres de Lima, encargándole su dirección a las religiosas del Sagrado Corazón. En 1905, el pedagogo Jorge Polar pensó formar otras escuelas normales para mujeres al interior del país. Se llegó a crear una en Arequipa, bajo la dirección de una educadora belga. Finalmente, en 1928 el gobierno de Leguía concedió la categoría de Instituto Pedagógico Nacional de Mujeres a la Escuela Normal de Lima.
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Descubren un supuesto autorretrato de Miguel Ángel en el Vaticano

Un nuevo autorretrato del genio del Renacimiento Miguel Ángel Buonarroti ha sido descubierto en la recién restaurada Capilla Paulina en el Vaticano, lo que ha despertado el interés de críticos y estudiosos del maestro renacentista, según informa el diario La Repubblica.

Según el jefe de los restauradores de los Museos Vaticanos, Maurizio De Luca, en uno de los dos frescos de la capilla, el de la Crucifixión de San Pedro, aparece un “autoritario” Miguel Ángel con turbante azul como uno de los tres romanos que acompañan la crucifixión, a la izquierda de la escena. De la misma opinión es el director de los Museos Vaticanos, Antonio Paolucci, quien precisa que “la restauración se ha hecho de forma excelente, el resto son opiniones, lo digo con toda sinceridad, el caballero con el turbante me parece que es Miguel Ángel aunque más joven porque en aquella época tenía 70 años”.

Al parecer de los expertos de los Museos Vaticanos se han sumado otros estudiosos del arte y del genio renacentista, entre ellos su biógrafo y restaurador, Antonio Forcellino, quien habla de una “restauración maravillosa que ha devuelto el esplendor original a la Capilla Paulina”. Sobre el autorretrato dice que “forma parte de la tradición de Miguel Ángel” y que “en este caso aparece de modo evidente el tormento que caracterizaba el ánimo del artista, como en cada personaje y en su obra”.

En cuanto al turbante con el que aparece tocado, dice que “acostumbraba a protegerse del polvo con un turbante blanco cuando trabajaba”, y el hecho de que se muestre a lomos de un caballo es normal porque “a Miguel Ángel le placía cabalgar”.

Para la experta Cristina Acidini, del Polo Museale Romano, el rostro de Miguel Ángel se parece mucho al famoso retrato del genio pintado por Daniele da Volterra en 1541 y agrega que “su expresión es de sufrimiento, triste, tensa, como si comprendiese la injusticia que se estaba llevando a cabo” al crucificar a San Pedro boca abajo.

La restauración de la Capilla Paulina.- Después de siete años de trabajos, la monumental Capilla Paulina ha recuperado su esplendor, tras concluir la restauración de la decoración pictórica y plástica del recinto que custodia los últimos dos frescos de Miguel Ángel: la ‘Conversión de Saulo’ y la ‘Crucifixión de San Pedro’. La restauración fue presentada el pasado día 30 en el Vaticano y el papa Benedicto XVI la inaugurará el próximo sábado con la celebración de las Vísperas.

La Capilla Paulina, lugar de culto (en ella se expone el Santísimo Sacramento) y reservada al Papa y la familia Pontificia, fue encargada por el papa Pablo III Farnese (1534-1549) a Antonio de Sangallo, que la comenzó en 1537.

Miguel Ángel fue el encargado de los frescos sobre la ‘Conversión de Saulo’, que comenzó en 1542, y de la ‘Crucifixión de San Pedro’, iniciado tres años más tarde, para concluir el conjunto en 1550. Ubicada a pocos pasos de la Capilla Sixtina, la restauración ha sido dirigida por el histórico del arte Arnold Nesselrat y realizada por el equipo de restauradores de los Museos Vaticanos, que dirige Maurizio De Luca, y entre los que se encuentra el español Javier Barbasán Camacho (EFE, 1/07/09).

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El río Huatica


El “río” Huatica hacia 1920 (skyscrapercity.com)

Suele creerse que la historia de Lima comienza con su fundación española el 18 de enero de 1535. La verdad es que el valle que ocupa nuestra ciudad, elegido por Pizarro para ser la sede de la capital del futuro Virreinato del Perú, desde varios siglos antes ya formaba una red de señoríos costeños y un complejo agrícola muy productivo que, en el siglo XVI, pertenecía a los Taullichusco. El extenso y rico valle del Rímac, con la llegada de los españoles, se iría transformando y acogería a diversas reducciones o pueblos indígenas rurales y a muchas haciendas regadas por los canales o “acequias” que salían del Rímac, como:

1. El llamado “río” Magdalena, cuya toma se encontraba detrás de la actual ubicación del Palacio de Gobierno, que regaba la zona nor-oeste del valle.

2. El llamado “río” Huatica, derivado del Rímac, a la altura del espolón nor-este del Cerro San Cristóbal.

3. El llamado “río” Surco, el más caudaloso de los tres canales y que se originaba frente a la antigua población de Lati, el actual Ate-Vitarte. Después de un largo recorrido, regaba todo el antiguo Surco, desde Limatambo, hasta las estribaciones de los cerros de Lurín, o sea el área correspondiente a los actuales distritos de Miraflores, Barranco y Chorrillos.

El “río” Huatica o Acequia de la Ciudad o Acequia de Santa Clara, entraba a Lima por lo que es hoy el jirón Amazonas y recorría el barrio de Santa Clara, en los Barrios Altos. Este canal fue usado presumiblemente desde el año 1000 d.C. por los curacas locales para fertilizar las tierras en las que 500 años después se fundaría la Ciudad de los Reyes. Como lo anota Fernando Flores-Zúñiga (Haciendas y pueblos de Lima: historia del valle del Rímac, vol. 1), el canal regaba los campos limitados entre los que es hoy Maranga y Surco-Ate a través de una red de acequias menores hasta desembocar en los acantilados de la actual Marbella. Hacia la segunda mitad del siglo XVIII, esas acequias sumaban 17, siete de ellas inscritas dentro del casco urbano. Usado en ciertas zonas hasta casi la tercera década del siglo XX, el “río” Huatica explica la fértil condición del suelo limeño y fue la base del paisaje agrario que tuvo nuestra Capital hasta la modernización urbana emprendida desde los tiempos del presidente Leguía, hacia la década de1920. El Huatica regaba a las haciendas y chacras que se ubicaban en los que hoy es La Victoria, Santa Beatriz, Jesús María, Lince, San Isidro, Orrantia y Santa Cruz.

Pero las aguas del Huatica no sólo sirvieron para regar haciendas. Por ejemplo, la ubicación que actualmente tiene la Casa Nacional de Moneda (Junín con Paruro), data desde 1683, año en que el entonces virrey, Melchor de Navarro y Rocaful, duque de la Palata, adquirió dicho solar para la Casa de Moneda de Lima, que usó las aguas del río Huatica como fuente de energía para el proceso de fabricación de monedas.


Iglesia y molino de Santa Clara (skyscrapercity.com)

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Chorrillos, de la ‘reconstrucción’ al terremoto de 1940

Una vez firmada la paz con Chile, empezó, lentamente, la reconstrucción del balneario. Algo prioritario era devolverla la vida al malecón, símbolo de Chorrillos. Fueron 30 años en los que se trabajó en forma intensa, a pesar de la crisis económica inmediatamente posterior al conflicto, hasta devolver al malecón sus atractivos y galas como en los tiempos de Castilla y de Pezet.


El nuevo malecón de Chorrillos hacia 1900

De esta manera, Chorrillos renació, aunque en forma distinta a la de antes de 1879. El trazo de la ciudad se mejoró, se arregló la bajada de los baños y el malecón fue entablado en toda su extensión (se sustituyó el antiguo piso de madera con un buen enlozado de mosaicos y desaparecieron las bancas diseminadas en diferente forma al igual que su rústica glorieta), dotándosele de nuevas glorietas, bancas y faroles que completaron lo que fue el paseo preferido de la clase alta limeña. Ahora Chorrillos debía competir con naciente Ancón. Además, el alumbrado a gas dejó de existir, y los faroles fueron reemplazados por postes de luz eléctrica. Todo lo antiguo y provisional quedó a un lado.

La fundación del distrito.- Luego de la guerra, y con el fin de organizar bien la reconstrucción de Chorrillos, la Municipalidad de Lima, nombró una comisión integrada por vecinos notables que evaluara la magnitud de la catástrofe. Esta comisión redactó un Informe minucioso el1 de agosto de 1884, que señalaba la situación de Chorrillos y recomendaba las medidas a implementarse. Así, el 20 de septiembre de 1884 se nombró el primer Consejo Municipal, que se instaló el 2 de octubre. Estuvo conformado por el alcalde e inspector de baños, José Ignacio de Osma; el síndico e inspector de pesos y alamedas, Aurelio Denegri; el secretario e inspector de estadística y estado civil, Guillermo Carrillo; el inspector de higiene, C. Torres; el inspector de obras públicas, Gabriel Saco; el inspector de instrucción, Raymundo Morales; y, el inspector de mercado y alumbrado, Andrés Gaillour.

El Casino de Chorrillos.- Para muchos, el segundo apogeo de Chorrillos se inició el 7 de octubre de 1896 cuando un grupo de vecinos fundó el Casino de Chorrillos en un terreno de 5,421 metros cuadrados en la avenida Alfonso Ugarte (el terreno era de la familia Goyeneche). El nuevo local contaba con pabellones, bar, canchas de tenis y de tiro al blanco y bellos jardines. El casino fue el eje de la vida social del balneario y de Lima, especialmente en los meses de verano. Sus fiestas eran, sencillamente, apoteósicas, como fue el baile de disfraces en el verano de 1903.

Este baile se realizó en los salones del desaparecido Casino de Chorrillos la noche del sábado 21 al domingo 22 de febrero de 1903. Citando al diario El Comercio, “no creemos que haya habido jamás, en Lima o sus alrededores, fiesta más hermosa, en su género, que la que anoche se realizó en el casino de Chorrillos”. Pero esto, quizá, no sea lo más importante: se trataba del resurgimiento de la vida social limeña luego de la guerra con Chile y el renacimiento del balneario de Chorrillos como punto de reunión y esparcimiento de la sociedad capitalina. Eran, en ese entonces, socios del Casino la gente más “encumbrada” de Lima, y se había inaugurado con el fin de proporcionar todas las comodidades a los socios durante los “rigores” del verano. Hasta aquella memorable noche, en el Casino solo se organizaban mattinées o cenas muy tranquilas Pero todo cambió desde aquella noche.

En un inicio, se pensó que todos los asistentes fueran con trajes japoneses; pero después se decidió que cada cual llevase el disfraz que más le conviniese. Cabe destacar que al baile asistieron congresistas, ministros de estado, otros funcionarios públicos y representantes del cuerpo diplomático.

En la edición de El Comercio del domingo 22 de febrero de 1903, se reseñan los detalles del evento: “El aspecto que anoche presentaba éste era verdaderamente encantador: el gran salón de baile, circundado de palmeras y decorado con flores y guirnaldas de vistosas hojas, se presentaba, profusamente iluminado con gas acetileno, en medio de los extensos y graciosos jardines del casino, que se hallaban también resplandecientes de luces. Los invitados de Lima, que llegaron por ferrocarril, a las diez y media de la noche, se confundieron con los primeros concurrentes de Chorrillos, y cuando todos estuvieron juntos y ya el número era crecido, la espléndida orquesta del maestro Kuapil dejó oír sus primeras notas, precursoras de la alegría que vino después, y que no decayó mi un solo instante. A las doce el salón estaba colmado, y era el momento de ver esa reunión elegante, que atestiguaba, por sus trajes el buen gusto artístico de nuestra sociedad. Era un cuadro soberbio de belleza extraña y fascinadora el que ofrecía aquella hora el salón. Algo así como una gran paleta animada, que cambiaba de colores a cada golpe de luz o a cada ritmo de orquesta. Todo aquel conjunto de lindas figuritas, que se deslizaban, de un extremo a otro del gran hall, envueltas en sus caprichosas telas cromáticas, fingían el desfile armónico de una legión de hadas, hacia el país del ensueño y de la alegría. Era un gran torneo femenino, en que la juventud, la gracia y la distinción, se unían en el más completo triunfo de belleza”.

El baile comenzó a las 11 de la noche y la música la alternaban la orquesta y la banda de artillería. En el salón principal podían bailar hasta 40 parejas. Toda la noche duró el entusiasmo. La cena fue servida a las 3 de la madrugada y estuvo a cargo de la Casa Klein. Minutos después de las 6 de la mañana, sonó el pito del tren a Lima que dio por finalizado este sonado baile en la Lima de inicios del XX. En la edición del domingo 22 de febrero de El Comercio hay fotos del baile y la descripción de cada traje de las invitadas, con nombres y apellidos (ver Héctor López Martínez, El siglo XX en el Perú a través de El Comercio, tomo I-1901-1910, p. 312-324).

El Casino de Chorrillos se ubicaba al final de la calle Lima y desapareció con el terremoto de 1940; hay fotos de él. Su apogeo fue entre 1900 y 1920, aproximadamente. Ese lugar ya no existe, hoy estaría en el aire, arriba, a la altura de donde está actualmente el club Regatas Lima.

Pero no era solo el Casino el lugar donde se congregaba la sociedad de entonces. También lo eran los salones de las mansiones particulares; la antigua Estación del Ferrocarril, a donde acudía la gente los días feriados y los fines de semana a recibir a los familiares y amigos que llegaban de Lima; el Malecón, con sus retretas de tarde y noche; y el Establecimiento de Baños, con su terraza y glorieta, lleno de gente que iba a disfrutar los baños en Agua Dulce.

El malecón.- Como ya vimos, era el paseo preferido de Chorrillos. Luego de la guerra, los tablones de madera fueron reemplazados por locetas y cemento con un barandal para tener una hermosa vista del mar. Tenía dos hileras de bancas a lo largo de sus dos cuadras. Estas hileras marcaban discretamente 3 pistas de paseos para los peatones: la primera era escogida por la gente “conocida, la intermedia era para los que no querían lucirse mucho y la tercera era para el “pueblo” y la servidumbre. Esta diferenciación tácita era respetada.

En las noches, el Malecón era el sitio de reunión del señorío de Lima y del balneario. Para tomar bebidas refrescantes o pastas estaba el local de la Casa Nove o la Casa Broggi, una elegante dulcería. Ambos establecimiento estaban al pie del Malecón.

La Estación del Ferrocarril.- Estaba en la calle del Tren y abarcaba 6 cuadras (desde la calle Colonia hasta Bolognesi); hasta allí llegaba el ferrocarril que llegaba de Lima. Pero en 1904 un nuevo servicio se estableció: era el tranvía eléctrico con sus cómodos y elegantes vagones. La Estación de salida en Lima estaba en la Exposición y costaba 20 centavos. El tranvía eléctrico terminó sustituyendo, por una cuestión de costos, al antiguo ferrocarril. Además, la compañía del tranvía, “Las Empresas Eléctricas” extendió el servicio hasta La Herradura y construyó el túnel que hasta ahora existe.


Ferrocarril Lima-Chorrillos

El Establecimiento de los Baños.- Ya estando muy viejo y deteriorado el local que se remontaba al siglo XIX, el alcalde de Chorrillos, don Alejandro Freundt y Noble, tomó la iniciativa de construir uno nuevo y convocó a una suscripción vecinal para recaudar las 5 mil libras peruana que se necesitaban para construir el nuevo local. Afortunadamente, la convocatoria fue un éxito y el 7 de enero de 1923 el arzobispo de lima, monseñor Emilio Lissón, bendijo la nueva obra. Para la inauguración, hubo un almuerzo a mediodía y, en la noche, un espectacular show de fuegos artificiales.


Baños de Chorrillos

Aquí el testimonio de Alejandro Freundt (Apuntes del viejo Chorrillos. Lima, 1967) sobre el nuevo local: “El establecimiento con gran número de cuartos tenía dos alas, a la derecha entrando la de los varones y a la izquierda la destinada a las damas, dotadas ambas de duchas provistas de agua dulce para después del baño de mar. En la amplia rotonda que separaba las alas no faltaba una bien provista cantina, y buen número de bancas, mesas y sillas delante de la baranda para los espectadores que no disfrutaban del baño. Dos sogas gruesas de la playa hasta cierta distancia en que se había anclado fuertes rieles de acero servían de auxilio o confianza a los que no se aventuraban a nadar o no sabían hacerlo, dándose el espectáculo gracioso de prenderse de los cables para resistir el oleaje. A algunas brazadas no faltaba una balsa y en la poza los bañadores típicos, indios chorrillanos que previa una modesta paga ayudaban o sostenían a las damas de cierta edad, nerviosas, por el vaivén o resaca de las olas. Los vestidos totalmente distintos de los de ahora, especialmente los de las mujeres, cubrían la totalidad del cuerpo y llegaban hasta las manos. Algunas elegantes llegaban a protegerse durante el baño, no solo de amplísimos sombreros, sino hasta quitasoles: había la preocupación de no tostarse al sol y de evitar la salida de las pecas. La figura distinguida y refinada en sus especiales arreglos de una señorita de la sociedad Antolina Sotomayor y Rodulfo, no puede dejar de tenerse presente. Era un a legítima estampa de versallescos tiempos idos. Todo Chorrillos se congregaba en la rotonda a diario, pasando ratos de agradable esparcimiento. Algunas veces se contaba con animada orquesta para las horas preferidas del baño”. Actualmente, el local del Club Regatas ocupa lo que fue La Estación de Baños y el muelle que existía desde el siglo XIX.

El terremoto de 1940.- Lo que había hecho el hombre –la guerra- en 1881 lo repitió la naturaleza en 1940 cuando el terremoto destruyó la mayor parte de Chorrillos: el malecón, la Estación de Baños, el Casino y otras construcciones emblemáticas se desplomaron. Luego del desastre 1940, una playa marcó el “resurgimiento del distrito, “La Herradura”.


Efectos del terremoto de 1940

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