La República Aristocrática: la minería y el petróleo

Respecto a la minería, hubo seria preocupación por dotarla de un marco legal capaz de fomentar su desarrollo. El 8 de noviembre de 1890, por ejemplo, se exoneró por 25 años a la industria minera de todo gravamen e impuesto con excepción de la contribución de minas instaurada en 1877. Esta ley benefició la explotación de oro, plata, cobre, cobalto, plomo, fierro, níquel, estaño, antimonio, azufre, carbón de piedra, cinabrio y petróleo. También se liberó de derechos aduaneros la importación de maquinarias, útiles, herramientas y demás productos necesarios para su explotación (dinamita, carbón, madera y azogue, entre otros).

Además, en 1892, el Ferrocarril Central llegó a Casapalca y, al año siguiente, a La Oroya; en 1904 la Peruvian Corporation lo hizo funcionar hasta Cerro de Pasco, y en 1920 hasta Huancayo y Huancavelica. De otro lado, en 1896, se fundó la Sociedad Nacional de Minería para representar y fomentar los intereses de la industria minera; su primer directorio estuvo conformado por Elías Malpartida, Federico Gildemeister y Alejandro Garland. Finalmente, para sancionar este esfuerzo nacional, en 1901 empezó a regir el nuevo Código de Minería que, inspirado en principios liberales, garantizó la sorprendente inversión del capital privado en este sector. Sólo entre 1896 y 1899, por ejemplo, se invirtieron casi 13 millones de dólares. Parte de este capital provenía de los propios mineros que habían alcanzado éxito y el resto se reunió entre los hacendados y comerciantes limeños.

La zona que más se desarrolló fue la Sierra Central (Casapalca y La Oroya, principalmente), donde la “Cerro de Pasco Mining Corporation” inició la explotación a gran escala del cobre y de otros minerales; de capitales norteamericanos, esta empresa poseía el 70% de las minas de Cerro de Pasco. De otro lado, en 1890 se descubrieron los boratos de Arequipa; en 1904 se inició la explotación de bismuto en la mina de San Gregorio y se fundó la Azufrera Sechura (Piura) para explotar el azufre de esa región; ese mismo año Antenor Rizo-Patrón descubrió en el yacimiento de Minasranga el sulfuro de vanadio (llamado rizopatonita en su honor), mineral del cual el perú llegó a ser primer productor mundial; Federico Fuchs, en 1906, encontró el hierro de Marcona (Ica), que se llegó a explotar y exportar recién a partir de la década de 1950.

Hasta 1900 se puede hablar de una “pequeña minería” donde destacan los esfuerzos personales de Eulogio Fernandini (Vinchos), Wertheman (Ancash), Antenor Rizo-Patrón (Cajamarca), Federico Fuchs (Ica), así como los de Pedro de Osma, Lizardo Proaño y Fermín Málaga Santolalla; fue la época heroica de las exploraciones, los estudios y los experimentos arriesgados financiados con un pequeño porcentaje del ahorro nacional. Una segunda etapa, la de la “desnacionalización”, empieza a partir de 1901 y está marcada por el auge cuprífero donde destacan el establecimiento de grandes empresas (norteamericanas en su mayoría), la inversión de grandes capitales, la tecnificación y la explotación a gran escala; hacia 1915, por ejemplo, el capital norteamericano llegó a controlar el 92% del cobre. Su producción, estimulada por la continua subida de precios en el mercado mundial desde 1895, aumentó entre 1897 y 1903 hasta las 10 mil toneladas por año. En suma, es la época en que el Perú se consolida, nuevamente, como país minero a nivel mundial.

El petróleo, por su lado, era conocido ya desde los tiempos coloniales. A finales del siglo XVII el padre José de Acosta informaba que existía un manantial de brea al que se le llamaba copé y era utilizado por los marinos para alquitrar sogas y aparejos, o para pintar sus embarcaciones. Luego, en 1863, A.E. Prentice realizó la primera perforación en un lugar llamado Caña Dulce en la zona de Zorritos (Piura). Al siguiente año se fundó la Peruvian Petroleum Company organizada por el ingeniero norteamericano E.P. Larkin, quien convirtió al Perú en el pionero de la explotación petrolera en América Latina. Luego se perforaron pozos con relativo éxito y, en 1870, se creó la Compañía Peruana de refinar petróleo. Por ello , en 1873, se invirtieron 150 mil soles en trabajos de exploración en la zona de Pariñas, también en Piura.

Luego de la guerra con Chile, a partir de 1890, se explotó sistemáticamente en Piura donde la “Lobitos Oil Company” y la “International Petroleum Company” (compañía que surgió en 1913 producto de la compra de la “London and Pacific Petroleum Company” por la “Standar Oil”), desarrollaron la extracción sobre los yacimientos de la Brea y Pariñas. También en ese sector el país vive un proceso de “desnacionalización” que demostraría falta de firmeza por parte del Estado y de los inversionistas locales frente al capital extranjero.

Según algunas cifras, en 1892 eran 30 los pozos abiertos ubicados todos en la zona de Negritos; su producción era de 500 mil litros de petróleo diarios. En 1890, por su lado, los yacimientos de la Brea y Pariñas rindieron poco más de 8 mil barriles al año, mientras que 10 años más tarde su producción anual superaba los 200 mil barriles; en 1915, en este mismo yacimiento, se obtuvieron casi 2 millones de barriles. Como es sabido, estos yacimientos generaron serios conflictos en la década de 1920 que culminaron con un laudo arbitral sumamente polémico. En efecto, en 1924 durante el Oncenio, los británicos, propietarios de la Brea y Pariñas, vendieron sus derechos a la “International Petroleum Company Ltd”. de accionistas norteamericanos. Esta empresa empezó desde entonces a realizar grandes inversiones y a emplear las técnicas más sofisticadas de perforación y explotación. Para 1930 la producción se había elevado a más de 10 millones de barriles. Lo cierto es que la producción y exportación de petróleo fue creciendo llegando a contabilizar el 10% de las exportaciones totales peruanas en 1915 y nada menos que el 30% en 1930.

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Comentarios

  1. Claudio Vladimir escribió:

    Estimado, estoy muy interesado, en saber mas de la Peruviam Petroleum Company, me puedes ayudar al respecto ??? x favor.

    Te lo voy a agradecer sobremanera.

    Sds.

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