La República Aristocrática: el significado del pierolismo

La Coalición Nacional.- Poco antes de la muerte del presidente Remigio Morales Bermúdez se había formado la Coalición Nacional (marzo de 1894) entre civilistas y demócratas en previsión a cualquier intento de fraude electoral. Ambas agrupaciones respaldaban la candidatura de Nicolás de Piérola, líder del Partido Demócrata. Éste partido, fundado en 1889, era esencialmente antimilitarista, favorable a la Iglesia, antiliberal (aunque no anticapitalista) y mostraba un discurso nacionalista. Contaba con el apoyo de los terratenientes del sur (con base en Arequipa), de la jerarquía eclesiástica y representaba, por último, a los sectores sociales conservadores de las tradiciones hispánicas y católicas.

Retomando los hechos, a la muerte de Morales Bermúdez, el vicepresidente Justiniano Borgoño convoca a elecciones y el general Cáceres se convierte en candidato único. La oposición, es decir, la Coalición Nacional, no participa y se organiza para poner punto final al militarismo en el país. Cáceres “triunfa” y asume su segundo mandato en agosto de 1894 pero ya no representa la reconciliación nacional que tanto se necesitaba. Al interior del país se empiezan a formar tropas de guerrilleros que no aceptan la legitimidad del nuevo gobierno por considerarlo producto de una serie de intrigas políticas y fraude electoral.


Remigio Morales Bermúdez

Esto hizo que Nicolás de Piérola, quien se encontraba exiliado en Chile, se embarcara en Iquique en una pequeña embarcación y tomara tierra cerca de Pisco. Desde ese momento asumió el mando de la revolución y avanzó por Chincha, Cañete y Lurín hacia Lima. Mientras tanto en el norte se alzaban los hermanos Seminario y en la sierra central Augusto Durand, todos partidarios de “El Califa”, como llamaban a Piérola.

El 17 de marzo de 1795 los revolucionarios empezaron a entrar a Lima por la calle Malambito. Piérola lo hizo por el barrio de Cocharcas y Durand por el de Santa Ana, en lo que ahora llamamos los Barrios Altos. Finalmente en la Plazuela del Teatro (frente al actual Teatro Segura) los pierolistas establecieron su cuartel general. La lucha fue sangrienta para controlar la Plaza de Armas y asaltar Palacio de Gobierno. Incluso tuvo que intervenir el Nuncio Apostólico, es decir el representante del Vaticano, para lograr que se enterraran los cientos de cadáveres que se encontraban en las polvorientas calles de la capital.

En medio de este dramático panorama de repudio al militarismo, Cáceres no tuvo otro remedio que renunciar para evitar más violencia y entregó el poder a una Junta de Gobierno. Ésta fue presidida por Manuel Candamo y debía convocar elecciones limpias. Cáceres toma el camino del exilio y Piérola, con una popularidad y un carisma pocas veces vistos en la política peruana, triunfó y sentó las bases para garantizar la Pax Andina y el desarrollo material para el período 1895-1919.

Piérola en el gobierno.- Piérola recibía el país en situación precaria y dio inicio a un gobierno en busca de lo que llamó el “Estado en forma”: quería un sistema político estable que inspirara respeto. Por ello siempre buscó la consenso y el respeto a la Ley. Esto le dio suficiente margen de maniobra para emprender reformas de largo aliento. Esta nueva forma de hacer política sentó las bases del Estado peruano hasta 1919 en que Leguía preparó su golpe de estado quebrando su institucionalidad. Piérola se esforzó en desterrar el caudillismo en todas sus formas, alentó la disminución de la participación del Estado en la vida nacional, especialmente en el manejo de la economía, y evitó la demagogia en su discurso.

La otra cara del pierolismo se reflejó en sus las leyes electorales. Estas sancionaron una participación política muy reducida que permitieron luego el monopolio casi exclusivo del gobierno por parte del Partido Civil de 1899 hasta 1919. La nueva ley electoral, promulgada en 1896, dio el voto a los varones mayores de edad (21 años) y a los casados menores de edad que supieran leer y escribir. La ley abolió, entonces, el derecho nominal que había permitido antes el voto de los analfabetos. Se decretó también el voto directo y público. Como base del mecanismo de sufragio se utilizó la “matrícula de contribuyentes”, es decir, la lista de los principales pagadores de impuestos del país. En síntesis, se utilizaron criterios de tipo económico y social en la legislación electoral que contrastaron con la teórica situación de igualdad que existía en las disposiciones de este tipo a lo largo de la época inicial de la República.

Retomando la política interna de Piérola, su mandato restableció el patrón oro en la moneda para impulsar la vida económica del país. En este sentido la creación de la llamada Libra Peruana de Oro, que reemplazó al Sol de Plata, dio solvencia al sistema monetario. Esta crucial medida estimuló la actividad financiera privada, permitió la reducción del déficit fiscal y elevó el nivel de vida de la población, especialmente de la naciente clase media. Se creó, asimismo, la Asociación Recaudadora de Impuestos (una especie de SUNAT de la época) para mejorar la recaudación fiscal. Se suprimió la ingrata “contribución personal” de los indios y se estableció el “estanco de la sal” para reunir fondos y financiar la recuperación de las provincias cautivas de Tacna y Arica. Se evitó en lo posible pedir préstamos del exterior y se apostó por fomentar el ahorro interno. Esa era, según Piérola, la fórmula para que el Perú se convierta en un país moderno con un desarrollo económico sano: los peruanos debían aprender las lecciones que había dejado la ilusa bonanza guanera del pasado.


Oficinas de la Casa Grace

La defensa nacional fue otro asunto que debía abordarse con seriedad, ya que respondía a la idea de desmilitarizar la política y orientar al ejército hacia su profesionalización, despolitización y subordinarlo al control del Estado civil. Tarea muy delicada dado el peso que habían tenido las fuerzas armadas en la política desde la Independencia. Piérola redujo el número de sus efectivos y su cuota en el presupuesto nacional; asimismo obligó al retiro a numerosos oficiales leales al derrotado Cáceres. Más adelante, se creó la Escuela Militar de Chorrillos que se organizó bajo el modelo francés gracias a la labor de una misión militar que comandó el coronel Paul Clement. En Chorrillos los franceses trataron de inculcar que la esencial y única tarea de los militares era el sagrado ideal de la protección de la patria. La intromisión en los asuntos políticos era inapropiada y su patriótica misión en defender a la nación estaba muy por encima de las vulgares y sórdidas preocupaciones políticas. Por último, se introdujo códigos específicos para cada una de las armas (se mejoraron los salarios y los méritos sustituyeron al linaje en los ascensos de los oficiales) y se dieron instrucciones para la promulgación del primer Código de Justicia Militar (1896) y la Ley del Servicio Militar Obligatorio (1998).


Alumnos de la Escuela Militar de Chorrillos (1889)

Hubo, sin embargo, un hecho militar y político inédito hasta entonces. En mayo de 1896 se produjo un levantamiento federalista en el departamento de Loreto dirigido por el coronel Mariano José Madueño, militar que hasta entonces tenía una distinguida foja de servicios. Esta rebelión enmarcada en el repentino despertar económico de la zona por la explotación del caucho y la difícil situación de los aborígenes que eran utilizados brutalmente para la explotación del nuevo recurso. Las dificultades de comunicación impidieron que el gobierno tuviera noticia del alzamiento. Piérola se enteró semanas después. El gobierno de Lima debió enviar hasta dos expediciones a Loreto, una fue por mar, en el navío Constitución, y la otra cruzó los Andes, desembarcando en el puerto de Salaverry e internándose por Cajamarca y Moyobamba. Los insurgentes, al no lograr el apoyo popular, reconocieron el gobierno de Piérola, y llegaron a decir que las ideas del Partido Demócrata alentaban el federalismo. Al final, ante la cercanía de las tropas gobiernistas Madueño y su colaborador, Ricardo Seminario, optan por la fuga antes de defender “su” estado federal.

Pasando a otros temas, la diversificación de las funciones del Estado llevaron al gobierno a crear el Ministerio de Fomento (enero de 1896) encargado de la ejecución de obras públicas, de saneamiento, crecimiento de la ciudad, etc. Por primera vez hubo preocupación por la salud y salubridad en el país. De allí la difusión de los servicios de agua, desagüe, agua potable y el uso obligatorio de vacunas (enero de 1896). Incluso se fomentó la investigación científica en este campo.

Se dieron también leyes para la colonización de tierras en la selva y se favorecieron las expediciones a la amazonía (noviembre de 1898). Para ello fue necesario seguir con la construcción de vías de penetración como la de Tarma a Chanchamayo. Luego se exploró el Gran Pajonal y se colonizaron las zonas del Pichis y San Luis de Shuaro. Por último se estableció, por primera vez, la navegación comercial por los ríos Talambo, Urubamba y Ucayali.

En su política internacional Piérola se preocupó en afianzar las relaciones con varios países como los Estados Unidos, México, Brasil, Rumania y España. Las relaciones con Chile, sin embargo, no prosperaron debido a la imposibilidad de realizarse el plebiscito para decidir el futuro de Tacna y Arica. En este sentido, la firma del Protocolo Billinghurst-Latorre (1898) puso en manos de la Reina de España la decisión de los puntos en disputa entre el Perú y Chile. El documento fue un triunfo de nuestra diplomacia al aceptar Chile la mediación de un país imparcial, en este caso España, que determinaría quiénes tendrían derecho a voto en la región plebiscitada: si los residentes, como sostenía Chile, o los nacidos en la zona, como lo creía el Perú.

El plebiscito se celebraría de inmediato al conocerse el fallo arbitral y, quince días después, el país vencido debería abandonar sus pretensiones y el vencedor pagar la indemnización de 10 millones de pesos o soles de 1883. El Congreso peruano aprobó inmediatamente los términos de este tratado internacional, no así el de Chile que lo consideró inaceptable. Sin embargo el Perú pudo seguir presionando a nivel internacional, pues era la oportunidad de recuperar por la vía pacífica parte del territorio perdido. ¿Por qué no lo hizo? La razón de esta actitud fue la seguridad de que Argentina y Chile irían a una guerra antes de terminar 1899 por una cuestión de límites en la zona austral de ambos países. Aunque Piérola y otros eran partidarios de la neutralidad por parte del Perú, temían el fervor popular en favor de Argentina. En una eventual derrota chilena, Perú recuperaría no sólo Tacna y Arica, sino todo Tarapacá. Al final argentinos y chilenos resolvieron su problema por la vía diplomática, y el plebiscito siguió en suspenso.

Los últimos meses del gobierno de Piérola no fueron de mucha tranquilidad. El periódico La Opinión Nacional, de clara tendencia cacerista y dirigido por el brillante periodista Andrés Avelino Aramburú, mantenía una oposición bastante crítica al pierolismo. Por su lado Gonzáles Prada había regresado luego de un periplo por Europa y publica Germinal, periódico vocero de su partido, la Unión Nacional, donde desató la más implacable crítica al régimen.

Fue en este ambiente, algo agitado, que se convocaron a las elecciones en 1899. Piérola intentaba mantener una postura unitaria y convoca a una convención civil-demócrata para presentar una fórmula común en el proceso electoral. De este modo, los demócratas quedaron facultados a elegir al candidato presidencial y optan por una figura independiente, el ingeniero arequipeño Eduardo López de Romaña. Los civilistas nombran como primer vice-presidente a Isaac Alzamora, ocupando la segunda vice-presidencia Federico Bresani. Verificados los comicios, López de Romaña logra la Presidencia de la República con relativa facilidad.

En síntesis, si en 1895 Piérola asumió el poder en medio de enormes expectativas, especialmente entre los sectores populares, ahora estos sentían que había hecho poca cosa para ellos. Por ello, Basadre opinó que “El Califa” perdió una brillante oportunidad de integrar paulatinamente a las masas a la vida política nacional. Esto quizás se explica por la mentalidad aristocrática, elitista y paternalista de Piérola quien solía decir: Cuando la gente está en peligro viene a mí. Huelga decir, entonces, que cualquier cambio verdaderamente estructural estaba fuera del alcance el caudillo arequipeño.


Nicolás de Piérola

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