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LA MOVILIZACIÓN SOCIAL Y SU REPRESENTACIÓN POLÍTICA EN EL FRENTE AMPLIO

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faEn febrero del 2015, culminaba mi artículo denominado: “Las generaciones y la Generación Pulpín” , preguntándome si la movilizaciones sociales que se había producido tendrían su correlato en la representación política, en el presente artículo me gustaría sustentar que el buen desempeño electoral del Frente Amplio, en cierta medida refleja la búsqueda de una representación política propia por parte de los sectores sociales descontentos con el modelo neoliberal.

El 10 de abril se realizaron las elecciones generales, más allá que el resultado de las mismas sea una segunda vuelta entre dos opciones conservadoras, el interés de mi análisis es el buen resultado obtenido por el Frente Amplio y plantear la hipótesis de la relación del mismo con las movilizaciones que se han producido en los últimos años, especialmente la movilización contra la Ley Laboral Juvenil (conocida como Ley Pulpín) y las movilizaciones contra las mineras en distintas regiones del país. Soy consciente que lo planteado es a nivel indiciario pero me gustaría poder plantear un tipo de hipótesis alternativa a las que se han venido ensayando.

Una razón por la que me interesa el caso del Frente Amplio-FA, liderado por Verónika Mendoza, es que la misma es una propuesta izquierdista alternativa a las versiones históricas de la izquierda en el Perú. En este sentido la experiencia del FA en el Perú, guarda similitudes a experiencias como la de Syriza en Grecia y Podemos en España, experiencias, que se cuajaron en las movilizaciones contra el neoliberalismo en Grecia y movimiento de los indignados en España, estas movilizaciones surgieron como reacción a la exclusión que produce el modelo neoliberal, y se caracterizaron por ser masivas y producirse desde fuera de las estructuras políticas y partidarias existentes, la presencia de la izquierda histórica en ambas fue bastante marginal, me refiero al Partido Comunista Griego (KKE) y la Izquierda Unida de España, pese a compartir la misma postura de rechazo al modelo neoliberal.

Lo que vino después de las protestas fue sin duda una re-configuración del escenario político con aparente hegemonía de las opciones conservadoras, el gobierno de la coalición griega Nueva Democracia-PASOK y el gobierno del Partido Popular en España. Los cuales han entrado rápidamente en crisis dado su imposibilidad de responder al conjunto de demandas de un sector muy activo de la ciudadanía que se siente excluido del modelo. La consecuencia de lo anterior no fue que luego de las movilizaciones se consolidó una paz conservadora sino que se abrieron breves períodos de aparente hegemonía de las fuerzas de derecha pero que realmente significaron el aceleramiento de su desgaste, espacio político que ha comenzado a ser ocupado por fuerzas como Syriza, la coalición radical griega, que hasta antes de las movilizaciones era en realidad una expresión política muy pequeña y testimonial. Desde la experiencia española en cambio se produce la fundación de PODEMOS, como una nueva fuerza política con estructuras más flexibles y diversas que la tradicional IU, coalición histórica liderada por el Partido Comunista de España.

Sobre lo anterior es importante anotar que la buena suerte política de las recientes formaciones no necesariamente plantean escenarios de cambio en sus países, es más en el caso de Grecia, Syriza se ha visto obligada a pactar con un sector de la derecha nacionalista y aceptar parte de las duras condiciones del rescate ofrecido por la Comunidad Europea, decisión polémica pero que se inscribe en el pragmatismo necesario frente a una situación límite. Y en el otro lado de Europa, su partido hermano PODEMOS, ha logrado una interesante acumulación política y presencia en gobierno locales, pero hasta ahora no ha podido poner fin a la hegemonía los partidos tradicionales, el PP y el PSOE.

No es mi intención extrapolar la suerte política de Syriza y PODEMOS, al Frente Amplio, sino hacer una relación de como la des-conexión entre demanda ciudadana y oferta política, generan espacio para nuevas formaciones que aspiran cambiar el modelo desde una práctica política democrática, combinando la participación en los espacios institucionales con los procesos de movilización social y presencia territorial. Lo que suceda en el futuro dependerá mucho de la propia voluntad política del Frente Amplio y su vocación de apertura para expresar a los sectores excluidos, actualmente sin representación.