Reflexion

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La mayoría de personas en el Peru no son conscientes de la magnitud del problema por el que atraviesa el país y,   si son conscientes, de La corrupcion que  se ha enquistado transversalmente en el tejido social de nuestra nacion,  piensan que a ellos la corrupcion no les tocara. Por ello,  siguen dedicándose, exclusivamente, al desarrollo de sus intereses particulares y a la vida social, como si nada malo pasara a su alrededor. La vida dentro de una burbuja es muy propia de la clase dirigente de Lima.

Sin ánimo de ser extremista el pais está viviendo una situación dramática,  de un profundo desgaste de valores y una descomposicion social resultado de las grandes injusticias que se dan en el pais. Sino detenemos el avance de la corrupcion la situacion se tornara  irreversible, nuestras vidas correrán serio peligro en cualquier lugar y a cualquier hora, ya que una ‘nueva generación’ de  politicos y empresarios  corruptos, estafadores, traficantes ,sinvergüenzas y asesinos se sumaran a los ya conocidos. Todos ellos serán los actores claves de las componendas politicas y de los negocios  en el Peru, se harán dueños de las calles y de nuestro dia a dia; por lo que  lamentablemente algunos mas acabaran  danzando al ritmo de la corrupcion. 

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Dejemosnos de mirar a otro lado cuando veamos corrupcion e injusticia, la indiferencia no contribuye a la paz social en un estado  constitucional de derecho. Un buen ejemplo de ello lo podemos inferir a partir de la lectura de esta anecdota:

Una mañana cuando nuestro nuevo profesor de “Introducción al Derecho” entró en la clase lo primero que hizo fue preguntarle el nombre a un alumno que estaba sentado en la primera fila:

– ¿Cómo te llamas?
– Me llamo Juan, señor.

-¡Vete de mi clase y no quiero que vuelvas nunca más! – gritó el desagradable profesor. Juan estaba desconcertado. Cuando reaccionó se levantó torpemente, recogió sus cosas y salió de la clase. Todos estábamos asustados e indignados pero nadie dijo nada – Está bien. ¡Ahora sí! ¿Para qué sirven las leyes?…

Seguíamos asustados pero poco a poco comenzamos a responder a su pregunta:

-“Para que haya un orden en nuestra sociedad”
-“¡No!” contestaba el profesor

-“Para cumplirlas”
-“¡No!”

-“Para que la gente mala pague por sus actos”
-“¡¡No!! ¿Pero es que nadie sabrá responder esta pregunta?!”…

-“Para que haya justicia”, dijo tímidamente una chica.

-“¡Por fin! Eso es… para que haya justicia. Y ahora ¿para qué sirve la justicia?”

Todos empezábamos a estar molestos por esa actitud tan grosera. Sin embargo, seguíamos respondiendo:

-“Para salvaguardar los derechos humanos”
-“Bien, ¿qué más?”, decía el profesor.

-“Para discriminar lo que está bien de lo que está mal”
-… Sigan…
-“Para premiar a quien hace el bien.”

Ok, no está mal pero… respondan a esta pregunta ¿actué correctamente al expulsar de la clase a Juan?….

Todos nos quedamos callados, nadie respondía.
– Quiero una respuesta decidida y unánime.
-¡¡No!!- dijimos todos a la vez.

-¿Podría decirse que cometí una injusticia?
-¡Sí!

¿Por qué nadie hizo nada al respecto?
¿Para qué queremos leyes y reglas si no disponemos de la valentía para llevarlas a la práctica?
Cada uno de ustedes tiene la obligación de actuar cuando presencia una injusticia. Todos.

¡No vuelvan a quedarse callados nunca más!

Vete a buscar a Juan dijo mirándo fijamente a otro muchacho que tenia delante suyo

Aquel día los alumnos recibieron la lección más práctica en Derecho. Quienes queramos que el Peru mejore , tendremos que cambiar. El cambio empieza por uno mismo.